Las dinámicas del conocimiento: su aporte a un mundo con más equidad

Universitas Psychologica, vol. 17, núm. 2, 2018

Pontificia Universidad Javeriana

Wilson López López

Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


La desigualdad en el mundo es una problemática de crecientes y complejas repercusiones en problemas sociales como la violencia, la salud, la movilidad social, entre otros. Como lo han mostrado Wilkilson y Picket (2009), en su exhaustivo análisis de este fenómeno, una parte importante de la población global se encuentra en condiciones en las que es nulo el acceso a la educación de calidad y al conocimiento, con el agravante de que día a día la cantidad de países con mayor inequidad se incrementa.

En las diversas aproximaciones a las consecuencias y a las variables relacionadas con la falta de igualdad, con frecuencia, se eluden los problemas derivados de las brechas que generan los obstáculos de acceso al saber. Contextos con mayor desigualdad económica crean dinámicas perversas como las siguientes:

Dinámica 1. Se aumentan los costos de producción del conocimiento, impidiendo que las sociedades puedan convenir a él.

Dinámica 2. Se tienen mayores costos para la comunicación científica, por lo tanto, sus poblaciones no pueden acceder al conocimiento producido.

Dinámica 3. Se amplía considerablemente la brecha entre quienes pueden acceder al conocimiento y quienes no lo pueden hacer.

Dinámica 4. Los costos de acceso al conocimiento son más altos que en aquellos países donde la desigualdad es menor.

Dinámica 5. Los países con más desigualdad presentan menos desarrollo científico y tecnológico.

Dinámica 6. Los países con más desigualdad y con menos desarrollo son más costosos en términos de producción y comunicación.

Desafortunadamente, es evidente que algunas de estas malignas dinámicas se ven profundizadas por los diseños institucionales que no facilitan la ruptura de estos circuitos, contribuyendo así a ahondar la desigualdad. Estas problemáticas del conocimiento deben ser discutidas, deben dilucidarse y, por último, se debe intentar su transformación para no contribuir con el inmoral, y aparentemente inevitable, camino de la desigualdad.

Los diseños institucionales mencionados antes utilizan sistemas de medición e incentivos que en los países pobres con altos niveles de desigualdad solo logran acrecentarla. Por ende, los escasos esfuerzos por abordar los problemas asociados a las consecuencias de las políticas de las dinámicas científicas y de sus efectos en la inequidad, resultan críticos.

Es claro que países con profundas desigualdades que buscan ser parte de organizaciones como la Organización para la Colaboración y el Desarrollo Económico (OCDE), no pueden asumir sin precauciones las prácticas de sociedades con años de acumulación, riqueza, infraestructura y conocimiento y que, además, muestran mejores índices de igualdad. Buscar competir con ellas resulta equivocado, y ciertamente impedirá promover y fortalecer nuestras precarias comunidades, lo que de seguro incrementará la desigualdad, y sin duda conducirá a perpetuar los problemas sociales, políticos y económicos que Wilkinson y Picket (2009) y Piketty (2014) han documentado exhaustivamente. En consecuencia, debatir sobre la economía política de los procesos de gestión del conocimiento, desde una perspectiva de desigualdad, puede aportar una mirada crítica sobre las políticas relativas a las dinámicas de ciencia y tecnología que están siendo adoptadas por los actores decisores de nuestros países.

Referencias

Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. México: Fondo de Cultura Económica.

Wilkinson, R., & Pickett, K. (2009). Desigualdad: un análisis de la (in) felicidad colectiva. Madrid: Turner Publicaciones SL.

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