Autor de correspondencia. Correo electrónico: joresma777@hotmail.com
Autor, texto y lector son categorías todavía desarticuladas en los actuales estudios bíblicos. La exégesis se encuentra en la hora del lector y tiende a fortalecer la articulación entre comprensión y explicación del texto. El artículo se orienta a la consideración del papel del lector en la interpretación bíblica y se focaliza en las estrategias utilizadas por el autor con su texto, para involucrar al lector en el mundo del relato. Texto y autor se erigen al mismo tiempo como límites del rol del lector en la interpretación del texto.
Author, text and reader are still disjointed categories in current biblical studies. Exegesis is at the reader’s time and tends to strengthen the link between understanding and explanation of the text. The article is focused on the consideration of the role of the reader in biblical interpretation and focuses on the strategies used by the author with his text, in order to engage the reader in the world of its story. Text and author are erected at the same time as limits of the rol of the reader in interpreting the text.
La segunda década del siglo XXI señala todavía problemáticas irresolutas para la interpretación bíblica. Articulación, complementariedad y diálogo entre métodos diacrónicos y sincrónicos requieren aún de fortalecimiento, tanto en la práctica realizada en los escenarios académicos como en los resultados investigativos socializados en las publicaciones científicas. Diacronía y sincronía todavía permanecen en el ámbito de las operaciones de distinción de fuentes, definición de formas y explicación de procedimientos literarios, sin llegar al sentido del texto
El sentido literal, centrado en la intención del autor, además de ser una tarea fundamental para la exégesis, se ha fijado como labor terminada para los métodos histórico-críticos. Así mismo, las operaciones literarias de algunos métodos sincrónicos se han detenido en el texto. En los dos casos, el lector aún no entra en la tarea interpretativa: “Las teorías orientadas al texto estaban cerrando el texto en sí mismo de una manera tal que no había lugar para el lector en el proceso interpretativo"
Las operaciones científicas realizadas de manera aislada, tanto de los métodos diacrónicos como de los sincrónicos, denotan límites pero también limitaciones para la interpretación bíblica. La complementariedad de métodos exegéticos es una posibilidad para contribuir “al paso, frecuentemente difícil, del sentido del texto en su contexto histórico –tal como el método histórico-crítico procura definirlo–, al alcance del texto para el lector de hoy”
El estudio de Petric
La intencionalidad de los autores debería ser punto de partida para los métodos exegéticos que caminan en la búsqueda de sentidos
La exégesis bíblica considerada en la hora del lector
La exégesis
reencontró un giro creativo y lúdico. Y de repente, el estatuto del
exégeta-lector ha sido modificado: la exégesis no se presenta más como la
extracción objetiva “de” sentido; el texto, por otra parte, ya no se considera
tiene un sentido sino los sentidos. El ejercicio exegético
aparece como una experiencia de lectura donde se amarra el sentido, una
experiencia en la que el lector, la lectora involucra su subjetividad.
La polarización, en la consideración texto-lector y autor-lector desarrollada por teorías y escuelas
El artículo se orienta a la exploración del papel del lector en la interpretación bíblica contemporánea, como punto de partida, y se focaliza, en primer lugar, en las estrategias utilizadas por el autor y el texto mismo para involucrar al lector en el mundo del relato. En segundo lugar, se consideran tanto al texto como al autor que se erigen como límites del rol del lector en el proceso de lectura, en la comprensión y explicación como aspectos fundamentales de la interpretación del texto bíblico.
La “dialéctica complementaria y recíproca” entre
En la génesis de los textos bíblicos no se presenta una exclusiva imaginación o creatividad sino subyace una experiencia comunitaria o una vivencia lectora de donde brota el texto y hacia quien se dirige su mensaje. La
El aserto
subyacente en cada una de esas tendencias es que el funcionamiento de un texto
(no verbal, también) se explica tomando en consideración, además o en vez del
momento generativo, el papel desempeñado por el destinatario en su comprensión,
actualización e interpretación, así como la manera en que el texto mismo prevé
esta participación.
La estrategia del autor en el diseño del texto no solo considera el lector sino que su relación llega hasta el punto de reconocerlo como quien garantiza que la obra nazca, viva y hable:
…en realidad un
texto solo hablará si un auditor está presente […] el lector es, como tal, un factor estructural del texto
viviente o hablante. Gracias a los sentidos que él le dará, el texto pasará de
su estado de somnolencia al de un sujeto que habla.
En la teoría del efecto estético, Iser considera que el texto posee dos polos: el
La diferencia
que E. D. Hirsch hace entre
La novedad del papel del lector en la exégesis bíblica parecería no serlo, si se considera la tarea interpretativa realizada en el contexto de la patrística
En los comentarios antiguos, el intertexto no es un dato
materialmente inscrito en el texto, a menos que no
figure como una referencia explícita del Antiguo o del Nuevo Testamento.
Entre los antiguos, la intertextualidad es construida por el comentador. En este sentido, la exégesis premoderna manifiesta un
interés marcado por el lector. Ahora
vemos que los
El interés de los padres no es fundamentalmente el significado del texto en su dimensión literal sino más allá, el sentido del texto en su contexto histórico caracterizado por elementos teológicos específicos. El sustento más sencillo a esta consideración se determina por el hecho de que un comentario a determinado texto bíblico es diverso si se está en Roma, Alejandría, Antioquía, Persia, Jerusalén. Los padres interpretan los textos en su contexto vital como lectores reales con sus problemáticas relacionadas con las herejías y con las situaciones históricas; de ahí que el sentido literal trasciende en otros significados del texto:
La
identificación de este segundo significado estaba conectada estrechamente,
para cada uno de ellos, a la problemática apologética, teológica, espiritual
del hic et nunc histórico-existencial en el cual los padres mismos
venían concretamente a encontrarse.
De manera particular, Orígenes considera al lector y la utilidad que le brinda el texto. El principio de
El
principio origeniano de que en la Escritura misma se descubre un método
exegético denota la necesidad de una estrecha relación entre lector-texto, más
aún, un diálogo entre los dos a partir de los contenidos mismos de los textos
bíblicos.
De acuerdo con las teorías literarias, definición, estatuto y clasificación del lector son diversos. En términos generales, el lector se determina por su rol en relación con el texto: “Un lector es un decodificador, descifrador, intérprete de textos (narrativos) escritos o, más en general, de cualquier texto en el sentido amplio”
El autor diseña, compone y estructura el texto con la orientación específica del lector. En el caso de los textos bíblicos –algunos de los cuales no conocen los lectores a quienes se dirigen–, el mismo texto permite inferir información acerca de aspectos relacionados con su cultura, situación, formación. La denominación de
El autor no se detiene en la construcción de la obra, para que sea comprendida por el lector implícito, sino avanza hacia un tipo de lector que busca construir y/o modificar: el lector construido (“
Un texto es un
artificio cuya finalidad es la construcción de su propio lector modelo. El
lector empírico es aquel que formula una conjetura sobre el tipo de lector
modelo postulado por el texto. Lo que significa que el lector empírico es aquel
que intenta conjeturas, no sobre las intenciones del autor empírico, sino sobre
las del autor modelo. El autor modelo es aquel que, como estrategia textual,
tiende a producir un determinado lector modelo.
El texto bíblico, con su amplio horizonte y lenguaje, se abre y toma su propia autonomía cuando el autor lo presenta y llegan a él lectores ilimitados en contextos diferentes e inimaginados. Estos
Más allá de la radicalidad de la muerte del autor con la teoría de la
La narración bíblica está en grado de ofrecer algo más que el sentido buscado por su autor para un contexto determinado: “Una narración es un mundo-en-palabras que puede ofrecer una nueva perspectiva para comprender el mundo en que los lectores se encuentran viviendo”
Toda palabra humana de cierto peso encierra en sí un relieve mayor de
lo que el autor, en su momento, podía ser consciente. Este valor añadido
intrínseco de la palabra, que trasciende su instante histórico, resulta más
válido para las palabras que han madurado en el proceso de la historia de la
fe. Con ellas, el autor no habla simplemente por sí mismo y para sí mismo.
Habla a partir de una historia común en la que está inmerso y en la cual están
ya silenciosamente presentes las posibilidades de su futuro, de su camino
posterior. El proceso de seguir leyendo y desarrollando las palabras no habría
sido posible si en las palabras mismas no hubieran estado ya presentes esas
aperturas intrínsecas.
La iniciativa
del lector consiste en formular una conjetura sobre la
Autor-texto se articulan en la dimensión hermenéutica:
Y he aquí
entonces que la investigación sobre la intención del autor y sobre la de la
obra coinciden. Coinciden, al menos, en el sentido que autor (modelo) y obra
(como coherencia del texto) son el punto virtual al que apunta la conjetura.
En este sentido, la interpretación adquiere un carácter dinámico y pluralista entre texto-lector y se describe como un “proceso cambiante”
La inevitable subjetividad del lector se limita tanto por su horizonte, marcado por su contexto y cultura, como por el horizonte autor-texto:
El lector no debería avergonzarse de su subjetividad, ya que es el canal a
través del cual el texto sale a la luz […]. El buen lector domina su
subjetividad: él no la niega y sabe que no debe avergonzarse, sino que es capaz
de ponerla al servicio del texto de una manera disciplinada.
La estética de la recepción se apropia del principio hermenéutico de que la obra se enriquece a lo largo de los siglos, con las interpretaciones que se dan de ella, y
…tiene presente
la relación entre efecto social de la obra y horizonte de expectativa de los
destinatarios históricamente situados, pero no niega que las interpretaciones
que se dan del texto deban ser proporcionadas con respecto a una hipótesis
sobre la naturaleza de la
Con relación al lenguaje, Fokkelman plantea dos sentidos en el acto de lectura: uno otorgado por el lector y otro “encarcelado” en el texto. En estos aspectos se desarrolla la consideración doble: qué dice y qué me dice el texto
El hecho de que “un texto puede comprenderse a partir sus propios mecanismos internos”
Los límites en la interpretación trazados por autor-texto se pueden particularizar con algunos aspectos: intención del narrado y estrategia narrativa:
El primero se relaciona con la voz narrativa que señala al lector “balizas” de lectura y traza la ruta interpretativa mediante comentarios, silencios, juicios
La intriga procura el punto de partida y el punto de llegada, ella
determina por la misma razón las fronteras del relato en cuanto que está
ensamblado de forma coherente. Y las fronteras trazan, a su manera, el
horizonte de nuestra justa comprensión del relato: al interior de este
horizonte, el lector está a la búsqueda de conexiones establecidas entre todos
los elementos.
Algunos teóricos plantean que también la comunidad interpretativa, en la que se lee de nuevo el texto, marca límites a la interpretación del lector. Fish sugiere que la interpretación correcta está de acuerdo con las convenciones de una comunidad en particular y considera esto como la salvaguardia de la objetividad en la interpretación
En la narrativa bíblica algunas estrategias del autor-narrador conducen el horizonte interpretativo. El lector es “como arrastrado por el narrador a entrar en un proceso activo, dinámico, de producción de sentido a partir de elementos y signos dispuestos a lo largo de la narración”.
Las estrategias se presentan en relación con algunas categorías involucradas en la génesis y desarrollo del texto. En la intriga, primera categoría, se utilizan estrategias como silencios, preguntas, suspensiones e interrupciones. La segunda categoría son los personajes, cuya caracterización busca unos efectos sobre lector. El narrador, con su voz, es la tercera categoría narrativa que direcciona el lector mediante comentarios, juicios, balizas.
La construcción de la intriga caracteriza el relato, además de su ubicación espacio-temporal y la relación causativa entre sus elementos. Los actuales estudios sobre la intriga señalan cierta ambigüedad en cuanto a su identidad y función. Morgan retoma diferentes significados de la trama, a partir de la clásica lineal, para algunos hoy “controvertida”. De ahí la necesidad de apostar por otras denominaciones: “discurso narrativo”, “progresión narrativa”.
El mismo estudio sustenta algunas debilidades o limitaciones de las teorías estructuralistas de la trama: (1) La estructura quinaria que no siempre se aplica en los relatos y se enfoca sobre el desarrollo cronológico y no necesariamente en el cómo y cuándo las secuencias se encuentran con el lector; (2) con el nudo que se ha desplazado del nivel de la acción a la experiencia del lector; (3) el nivel de la historia (nivel de la acción) que teorías recientes focalizan sobre la producción de tensión en la recepción del texto
Ante la limitación de la clásica estructura quinaria
En esta reconsideración de la trama, Morgan retoma algunos elementos de Brooks, quien describe la intriga más allá de la limitación de la teoría estructuralista, privilegiando los aspectos experienciales de la lectura, y ofrece una definición de la trama desde la perspectiva del lector, realzando tres elementos claves
Trama se puede definir como el encuentro progresivo cognitivo y emotivo del lector con la
liberación gradual de información concerniente a la(s) cuestión(es) central(es)
de la narración dentro de un mundo narrado –normalmente sobre un protagonista
central– que plantea problemas y expectativas y el consiguiente deseo de
conocer y experimentar su desarrollo hacia algún grado de cierre. Este encuentro no se limita a un acontecimiento sino que
puede repetidamente suceder y más completamente a través de múltiples lecturas.
La trama orientada al lector invita a recorrer la senda narrativa y considerar el horizonte trazado por el texto, por su mundo de valores, alternativas y perspectivas. En el “contrato de lectura” aceptado por el lector se incluye la posibilidad de un lector renovado por la obra:
En cierto modo
el autor está haciendo al lector, lo
está modelando como lector en la medida en que lo invita a compartir una cierta
experiencia, a recrear el universo de la obra literaria, a entrar en contacto
con determinados valores, sentimientos, decisiones.
La estrategia de persuasión se orienta al lector como su punto de mira, quien responde “apropiándose de la proposición de mundo del texto”
En la construcción de la intriga, mediación para involucrar y modelar al lector, la suspensión narrativa es una estrategia privilegiada
…el significado de un texto particular o artefacto literario (en términos
de Bakthin, “
Lynwood presenta argumentos de frecuencia, forma y función de la interrupción en Lucas-Hechos en los que muestra cómo allí se hace uso sistemático e intencional de este recurso literario con un efecto retórico positivo o negativo sobre sus audiencias. El autor presenta una revisión acerca de los discursos interrumpidos de Lucas-Hechos sin obviar los conflictos reflejados en los diferentes puntos de vista de los estudios presentados
En relación con la trama, otra estrategia que provoca al lector son las preguntas; de manera particular, las preguntas retóricas cuestionan, incitan e inducen al lector a considerar, aceptar, contrastar o rechazar, las respuestas implícitas en ellas: “Todas las preguntas, pero particularmente las retóricas, captan a los lectores, llevándolos a contestar las cuestiones ellos mismos o a querer saber cómo serán contestadas en el relato”
La segunda categoría se relaciona con la construcción y caracterización de los personajes, quienes generan en el lector actitudes de empatía, simpatía o antipatía, y condiciona la identificación o distanciamiento del lector respecto de aquellos
Aunque la sensación de tensión suele ser
concordantes entre los personajes y el lector, el “nudo” se ha desplazado desde
el nivel de acción inmanente a la experiencia del lector, ya que el lector
puede ser consciente de algún tipo de tensión en el nivel de acción antes de
que los actores se dan cuenta de la misma (por ejemplo, una necesidad,
conflicto, peligro).
Más allá de la reacción respecto de los personajes, el autor concede al lector la participación activa en el proceso de crear a los personajes en su imaginación: “Una parte importante de la imaginaria construcción de los personajes por parte del lector implica asignar rasgos o atributos a un personaje”
En tercer lugar, la voz del narrador –con balizas, espacios en blanco, rupturas, intersticios– contradice la línea quinaria estructuralista e invoca el rol del lector. El narrador preveía un lector que los completará y dos razones lo motivarían a dejarlos en blanco:
Ante todo,
porque un texto es un mecanismo perezoso (o económico) que vive de la plusvalía
de sentido que el destinatario introduce en él y solo en casos de extrema
pedantería, de extrema preocupación didáctica o de extrema represión el texto
se complica con redundancias y especificaciones ulteriores (hasta el extremo de
violar las reglas normales de conversación). En segundo lugar porque, a medida
que pasa de la función didáctica a la estética, un texto quiere dejar al lector
la iniciativa interpretativa, aunque normalmente desea ser interpretado con un
margen suficiente de univocidad. Un texto quiere que alguien lo ayude a
funcionar.
Eco resalta la característica del texto literario distinto de otro tipo de expresión por el hecho de estar “plagado de elementos
El desafío para lectores implícitos y reales se traza por las cuestiones y ambigüedades que el autor-texto deja pendientes por contestar o resolver:
Tenemos que reconocer y aceptar la presencia de tal ambigüedad en los
textos en lugar de trabajar en la suposición de que si tuviéramos toda la
información correcta, todo estaría claro. A veces, los autores no las dejan
claras, ya sea por accidente o por un propósito.
Goldingay plantea “la dificultad para tolerar la ambigüedad y la apertura” de la que es objeto la “interpretación tradicional bíblica”; ello supone “claridad y precisión” del autor, las cuales serían base de “todos los recursos de la investigación histórica y lingüística para influir en la elucidación de significado claro del texto”
Lagunas, espacios, grietas, involucran y reclaman de lectores, en los nuevos contextos en los que se realizan los actos de lectura
La Modernidad trazó el criterio de separación entre objeto y sujeto para considerar la línea de legitimidad en la investigación científica. La exégesis bíblica no se ha desprendido de esta aseveración y continúa con labores en las cuales el objeto, texto-autor, permanece separado del lector. El lector, reclamado tanto por el autor como por su obra, no solo está llamado a involucrarse en el mundo del relato sino que debe abrir su imaginación para que el texto no perezca sino que pueda continuar hablando en nuevos contextos socioculturales: “Cuanto más sitúe el lector en una dimensión de irrealidad la lectura, más profunda y más lejana será la influencia de la obra sobre la realidad social”
Más aún, una lectura debe caminar hasta el punto de que el relato no deje intacta la experiencia y el horizonte del lector: “Mediante la experiencia del texto sucede algo con nuestra experiencia. Esta ya no puede permanecer la misma, porque nuestro presente en el texto no se produce como un nuevo reconocimiento de aquello de lo que disponemos”
El rol del lector en la tarea interpretativa no es una opción sino parte integrante, no solo porque el lector está en la génesis de la
La exégesis bíblica señala actos de lectura en los cuales los lectores se acerquen, construyan y habiten el mundo que les propone el texto y su autor. La exégesis está llamada a no estancarse en lo que dicen texto y autor sino a traspasar la línea hacia el terreno de los elementos que permanecen intencionadamente en la sombra y que corresponden a los nuevos lectores: suplir los eslabones restantes para llegar al sentido completo del texto.
Diacronía y sincronía parecieran encerradas y aprisionadas por texto-autor como elementos absolutos en la interpretación bíblica y no como sus límites. La apertura al lector y la consideración de las estrategias del autor-texto fraguadas con la mirada puesta en el lector posibilitarían una exégesis que consienta al texto hablar a los lectores de cada contexto. Sin embargo, se debe alertar cuándo en la tarea interpretativa no se considera el horizonte autor-texto sino que se polariza a la exclusividad del lector, para no caer en la afirmación de Fokkelman al indicar que, en relación con el texto, el lector puede ser una bendición o una maldición
La exégesis debería pasar de preguntarse acerca del rol del lector a la búsqueda de la manera como se integran autor-texto-lector en el ejercicio interpretativo. Así mismo, debería pasar de aplicar operaciones exegéticas a la creatividad, la imaginación y el diálogo del exégeta-lector: “Por una parte, el texto es solo una partitura y, por la otra, las diferentes capacidades individuales del lector son las que instrumentan la obra”
El artículo se asocia con el proyecto de investigación 3-TEO-004, “Intertextualidad y lector en la exégesis patrística. Fase 1”, financiado por la Fundación Universitaria Cervantina San Agustín, de Bogotá, Colombia.
Artículo de investigación.
Pontificia Comisión Bíblica,
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 58. Las traducciones de los textos en lenguas diferentes al castellano son de los autores.
Pontificia Comisión Bíblica,
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 54.
Goldingay, “How Far Do Readers Make Sense? Interpreting Biblical Narrative”,7. Goldingay anota aspectos generados cuando se pasa de considerar la estructura del texto a los interrogantes que surgen para el lector: “Durante la década de 1980, en cambio, muchos de los intérpretes que se habían entusiasmado sobre los acercamientos del new criticism se movieron de aquellas preguntas, también, hacia las de los lectores del texto. ¿Qué audiencia está presupuesta por el texto? ¿Cómo se comunica el texto con ellos? ¿Cómo ellos construyen el sentido del texto? ¿Los textos tienen algún sentido, o son solo puntos en papel que los lectores darán sentido propio?”. Así mismo, Eco constató el paso del estructuralismo al pragmatismo en los análisis literarios: “Si con el estructuralismo se privilegiaba el análisis del texto como objeto dotado de caracteres estructurales propios, descriptibles mediante un formalismo más o menos riguroso, posteriormente la discusión se orientó hacia una pragmática de la lectura” (Eco,
Pontificia Comisión Bíblica,
Ibíd., 73.
El llamado a considerar el rol del lector en la interpretación es una apuesta que va desde las teorías extremas que declararon la muerte del autor a las consideraciones que reclaman el lector con relación a texto-autor. En las décadas de los años ‘60 y ’70, los escenarios estadounidenses, franceses y alemanes comenzaron a testimoniar trabajos en estos sentidos. Nombres como
Ibíd., 14.
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 58ss.
El lenguaje utilizado se toma de Ricoeur cuando considera la tarea doble de la hermenéutica: “…reconstruir la dinámica interna del texto y restituir la capacidad de la obra para proyectarse al exterior mediante la representación de un mundo habitable. Creo que a la primera tarea corresponden todos los análisis orientados a articular entre sí comprensión y explicación, en el plano de lo que he llamado el ‘sentido’ de la obra […]. Entiendo por ‘comprensión’ la capacidad de continuar en uno mismo la labor de estructuración del texto, y por ‘explicación’, la operación de segundo grado que se halla inserta en esta comprensión y que consiste en la actualización de los códigos subyacentes a esta labor de estructuración que el lector acompaña” (Ricoeur, “Narratividad, fenomenología y hermenéutica”, 205-206). Ricoeur exige una renovación de las categorías “explicación” y “comprensión” o “explicación” e “interpretación”, orientada “hacia la búsqueda de una estrecha complementariedad y reciprocidad” entre ellas (Ricoeur,
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 54.
Un aparte ameritaría la relación autor-narrador en el contexto bíblico. Allí no siempre coinciden, ya que muchos de los materiales utilizados en las formas finales de los textos bíblicos no son de autoría de quienes componen este estadio de redacción: “El narrador es la instancia que cuenta la historia y configura el material en un relato articulado; por tanto, él no solo se posiciona respecto del texto sino que también conduce al lector en su trasegar por el texto” (Barrios Tao, “Texto, narrador y lector en Lc 10,25-37”, 336).
Eco,
Fokkelman,
Iser,
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 58.
Gagné, “De l’intentio operis à l’intentio lectoris. Essai herménetique à partir de l’épisode du démoniaque de Gérasa (Mc 5,1-20)”, 216.
Ibíd., 218-219.
Gargano, “La metodologia esegetica dei padri”, 200.
Origène,
Barrios Tao, “Exégesis patrística y exégesis narrativa. Un aporte a la relación exégesis-hermenéutica”, 198.
Prince, “Reader”, 743.
Freund,
Iser,
Marguerat indica la competencia del lector en la Biblia de dos modos. Una competencia relacionada con el conocimiento de las escrituras y con informaciones presupuestas como el conocimiento de la cultura judía, la geografía, la historia de Israel; y otra relacionada con el autor ideal apto para leer el texto imaginado así por el autor; aquí no se trata tanto de una competencia sino de la aptitud para que el texto ejerza en él sus efectos (Marguerat, “L’exégèse biblique à l’heure du lecteur”, 19).
El término francés utilizado por Marguerat es
Eco,
Brown, “Hermenéutica”, 837.
Gadamer,
Eco,
Weren,
Ricoeur,
Ratzinger,
Eco,
Eco,
Ibíd., 41.
Iser,
Gagné, “De l’intentio operis à l’intentio lectoris”, 213.
Fokkelman,
Eco,
Fokkelman,
Petric, “The Reader(s) and the Bible(s) ‘Reader versus Community’ in Reader-Response Criticism and Biblical Interpretation”, 59.
Gagné, “De l’intentio operis à l’intentio lectoris”, 215.
Goldingay, “How Far Do Readers Make Sense?”, 7.
“La programación de la lectura no se limita
a la fijación de un marco; el narrador dota continuamente el texto de señales
que orientan el lector en su trabajo de desciframiento”, y esas señales se
denominan balizas (Marguerat y Bourquin,
Nave,
Fokkelman,
Fish,
Ska, Sonnet y Wénin,
Morgan, “Emplotment, Plot and Explotment: Refining Plot Analysis of Biblical Narratives from the Reader's Perspective”, 64ss.
Marguerat y Bourquin presentaron la teoría y aplicación de la trama con base en el esquema quinario fundamentado en que “todo relato se define por la presencia de dos lindes narrativas (situación inicial y situación final) entre los cuales se establece una relación de transformación. La transformación hace pasar al sujeto de un estado a otro, pero ese paso debe ser provocado (nudo) y aplicado (desenlace)”. De ahí el esquema clásico: situación inicial, nudo, acción transformadora, desenlace, situación final (Marguerat y Bourquin,
Marguerat, “Intrigue et tension narrative en Marc 14 et Luc 22. Une approche postclassique du schéma quinaire”, 37ss.
Kurz, “Narrative Approaches to Luke-Acts”, 212.
La definición de Brooks es sugerente: “Trama como hemos definido es la línea de organización e intención de la narración, así quizá mejor concebida como una actividad, una operación de estructuración suscitada en el lector que intenta construir sentido de aquellos significados que se desarrollan solo a través de la
Morgan, “Emplotment, Plot and Explotment”, 74.
Ibíd., 80.
Alonso Schökel y Bravo,
Ricoeur,
Ibíd., 687.
En el texto bíblico, las suspensiones narrativas son abundantes. Los ejemplos relevantes en el texto del Nuevo Testamento son las suspensiones del Evangelio de Marcos y el horizonte abierto del libro Hechos de los Apóstoles: “La intuición básica de la
Hester, “Dramatic Inconclusion: Irony and the Narrative Rhetoric of the Ending of Mark”, 63.
Knowles, “What Was the Victim Wearing? Literary, Economic, and Social Contexts for the Parable of the Good Samaritan”, 146.
Lynwood,
Rhoads, Dewey y Michie,
Rhoads, Dewey y Michie,
El narrador ubica a los personajes en algunos niveles: (1) Lector superior a los personajes: el lector conoce algo más de los personajes en el relato. (2) Lector inferior a los personajes: el lector desconoce realidades que los personajes conocen. (3) Lector igual a los personajes: el lector está al mismo nivel de conocimiento de los personajes (Marguerat y Bourquin,
Morgan, “Emplotment, Plot and Explotment”, 78.
Rhoads, Dewey y Michie,
Estudios acerca de la función del anonimato de los personajes indican modos diversos como influye en el lector la caracterización de los personajes. El estudio de Beck aborda cómo funciona el anonimato, mediante un análisis en el cuarto Evangelio: (1) Señalar la insignificancia del personaje particular, que permanece discretamente en el fondo del texto narrativo; (2) el nombre es innecesario para la percepción del personaje por parte del lector; (3) para desviar la atención del lector del personaje innominado al personaje nominado en cuya presencia el personaje innominado se ve; (4) la identificación del lector con el personaje innominado (Beck, “The Narrative Function of Anonymity in Fourth Gospel Characterization”, 143ss.).
Eco,
Eco aclara que “no dicho” significa “no manifiesto en la superficie, en el plano de la expresión” (ibíd., 74).
Ibíd., 74.
Goldingay, “How Far Do Readers Make Sense?”, 6. De manera más amplia, Goldingay indica razones y referencia autores para justificar la ambigüedad en los textos y su funcionalidad: “Un acercamiento orientado por la audiencia para la interpretación presupone que la ambigüedad puede ser inherente a una historia y pide apertura para una audiencia, o lo que hace con ellos, consciente de que es precisamente en su ambigüedad que esos puntos de la historia pueden desafiar a una audiencia respecto de su propia actitud. Tenemos que ‘llenar los espacios en blanco’ en la historia (por ejemplo, Miscall). No hacemos eso una vez por todas; la apertura de la historia significa que tenemos que seguir volviendo a ella, ‘cavilando sobre las lagunas en la información proporcionada’ (Alter, 12). En este sentido, el significado de una historia es algo que su audiencia proporciona; ‘lectores construyen sentido’ (McKnight, 133)” (ibíd., 6ss.).
Ibíd., 6. El lector en la narrativa bíblica muchas veces se queda en la incertidumbre y no logra colmar sus interrogantes ante eventos y situaciones. Algunos ejemplos se podrían mencionar: los pensamientos de Abrahán a lo largo de la historia del sacrificio de su hijo, en Gn 22: pensamientos, inquietudes, sentimientos, temores, esperanzas, no atisban en las palabras del narrador. Sentimientos, pensamientos y reflexiones en la relación entre David y Betsabé se quedan en el mundo del narrador y no se plasman en el relato.
En el pionero acercamiento narrativo a Marcos, los autores realizan un análisis del lector frente al texto: “Podríamos hacer un detallado análisis de un lector ideal deduciendo de cada línea de la narración cómo se espera que reaccione un lector. En todas las líneas se le sugieren determinadas reacciones a los lectores llenar huecos, identificarse con los personajes, mantenerse en suspense, anticipar partes posteriores del relato, recordar partes anteriores, involucrarse en los apartes y en la ironía del narrador, sentir emociones, alentar y revisar expectativas, experimentar determinación (o la falta de ella), etc.” (Rhoads, Dewey y Michie,
Kurz, “Narrative Approaches to Luke-Acts”, 214.
Ricoeur,
Iser,
Marguerat, “L’exégèse biblique à l’heure du lecteur”, 18.
Fokkelman,
Iser,