Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana (PUJ), Bogotá, Colombia. Miembro de Semillero de Investigación en Enfermedades Infecciosas, PUJ. Miembro del Grupo de Investigación en Enfermedades infecciosas, HUSI-PUJ.
Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana (PUJ), Bogotá, Colombia. Miembro de Semillero de Investigación en Enfermedades Infecciosas, PUJ. Miembro del Grupo de Investigación en Enfermedades infecciosas, HUSI-PUJ.
Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana (PUJ), Bogotá, Colombia. Miembro de Semillero de Investigación en Enfermedades Infecciosas, PUJ. Miembro del Grupo de Investigación en Enfermedades infecciosas, HUSI-PUJ.
Unidad de Infectología, Departamento de Medicina Interna, Hospital Universitario San Ignacio (HUSI). Miembro del Grupo de Investigación en Enfermedades Infecciosas, HUSI-PUJ, Bogotá, Colombia.
Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es uno de los agentes infecciosos con mayor impacto mundial. Han sido tan graves las consecuencias de este virus que su control, tratamiento y prevención fueron incluidos dentro de los Objetivos del Milenio propuestos por la Organización de las Naciones Unidas
El VIH es un retrovirus ARN de cadena positiva que afecta principalmente los linfocitos T-CD4, los cuales se encargan de organizar la respuesta inmune celular y humoral. Las consecuencias de mayor consideración secundarias al deterioro de la respuesta inmune del hospedero es la susceptibilidad a enfermedades oportunistas como infecciones y neoplasias
El uso de la TAR por los pacientes afectados se ha relacionado con una disminución en la presentación de enfermedades oportunistas, con el número de hospitalizaciones y con un aumento en la expectativa de vida [
En los pacientes masculinos no usuarios de drogas intravenosas se encontró una tasa similar de mortalidad a la población general, al mantener un conteo de CD4 ≥ 500 (SMR: 0,9; 95 % CI: 0,7-1,2) y en las mujeres no usuarias de drogas intravenosas se encontró que después de 3 años con un conteo de CD4 ≥ 500 tenían la misma tasa de mortalidad a la población general (SMR: 1,1; 95 % CI: 0,7-1,7)
En la actualidad ha surgido un mayor interés en profundizar acerca de la calidad de vida de los pacientes que viven con VIH y en controlar las enfermedades crónicas que se relacionan con este diagnóstico; por ejemplo, las enfermedades neuropsiquiátricas, incluido el complejo de enfermedades conocidas como deterioro cognitivo asociado al VIH (DCAV)
La relación entre VIH y enfermedad neuropsiquiátrica es de carácter bidireccional; eso si se entiende que la prevalencia de infección con VIH es más alta en los pacientes con enfermedades neuropsiquiátricas, como lo demostraron Collins y colegas
Esta relación también es evidente en la mayor prevalencia de enfermedades psiquiátricas en los pacientes con infección por VIH comparada con la población general. Shacham y colegas
El objetivo de esta revisión fue comprender la patogénesis, las manifestaciones clínicas y el manejo de las enfermedades neuropsiquiátricas en la población con VIH, describiendo el estado del arte acerca de estas enfermedades y su relación con VIH con énfasis en la literatura local.
Se diseñaron
estrategias de búsqueda en las bases de datos Medline, Embase, SciELO, LILACS, y
debido al objetivo del estudio se incluyó la base PsychInfo. Para esta búsqueda
se utilizaron los siguientes términos MeSH:
En la búsqueda realizada se encontraron 170 artículos, de los cuales se seleccionaron por tres pares aquellos que por su metodología podrían ser incluidos en la revisión narrativa. Es de anotar que no se contempló una lectura crítica de los estudios, sino que fueran exhaustivos en los reportes que existían sobre la relación de enfermedad neuropsiquiátrica y HIV, de acuerdo con los temas que se revisaron.
Se ha descrito que la enfermedad mental y las particularidades de cada paciente influyen en la evolución de la infección por VIH; además, existe un subdiagnóstico de estos trastornos entre ellos
La prevalencia de las diferentes enfermedades mentales en los pacientes con VIH, según algunos estudios, varía dependiendo de si los pacientes están hospitalizados, en consulta externa, en el servicio de urgencias o en otro tipo de servicio. Melis y colegas
En pacientes extrahospitalarios se ha visto una alta tasa de abuso de sustancias, depresión y trastornos de ansiedad; mientras que en otros estudios realizados con pacientes hospitalizados con VIH se ha visto una mayor prevalencia de delírium, demencia y trastornos del espectro maniaco
En la población pediátrica que adquirió la infección por VIH en el periodo perinatal también se ha visto mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos. Los más prevalentes son los de ansiedad (fobia social, ansiedad de separación, ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo y fobias específicas), que representaron el 40 %; seguido del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, en el 21 % de los casos; los trastornos de conducta, en 13 %; y el trastorno oposicionista desafiante, en el 11 %
En Colombia existe poca información acerca de la relación entre enfermedad neuropsiquiátrica y VIH. Castillo y colegas
La relación entre enfermedad neuropsiquiátrica, VIH y adherencia ha sido ampliamente estudiada [
La demencia asociada al VIH, conocida hoy como DCAV, fue uno de los trastornos más prevalentes al inicio de la epidemia con VIH; pero hoy ha disminuido debido a la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA). Dentro del complejo de DCAV se encuentran la alteración neurocognitiva asintomática, el trastorno neurocognitivo leve y la demencia asociada al VIH [
La prevalencia de este grupo de enfermedades es variable a través de los países, debido a que uno de los pilares para su diagnóstico es la realización de pruebas neuropsicológicas ajustadas a la población de interés, por lo que es difícil extrapolar la información de otros países a contextos locales. En un estudio realizado en Inglaterra se practicaron pruebas neuropsicológicas, a pacientes infectados con VIH y con TARGA que asistían a dos clínicas ambulatorias. El estudio incluyo 293 pacientes infectados con VIH y se encontró una prevalencia del 21 % de DCAV (alteración neurocognitiva asintomática: 13,7 %; trastorno neurocognitivo leve: 6,5 %; y demencia asociada al VIH: 0,8 %). Este estudio fue realizado en hombres que tienen sexo con hombres, lo que dificulta su extrapolación a otras poblaciones
Los mecanismos y procesos mediante los cuales la infección por VIH aumenta la prevalencia de enfermedades psiquiátricas y de TCAV siguen en proceso de investigación. Las teorías más aceptadas han sido: la reacción inflamatoria producida por el virus en el sistema nervioso central y el proceso acelerado de inmunosenecencia
Este aumento de la secreción de citocinas y marcadores inflamatorios también se presenta en el sistema nervioso central, mediante el paso del virus a través de la barra hematoencefálica por distintas rutas (una de las más aceptadas es el paso de células del sistema inmune infectadas con el virus)
En conjunto con el incremento de sustancias inflamatorias y proapoptóticas, también existen modificaciones en factores neurotrópicos que promueven la plasticidad neuronal, el mantenimiento de las sinapsis y el establecimiento de conexiones neuronales, por lo cual el estudio de estos factores ha sido de mucho interés en enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Huntington [
En cuanto al proceso de inmunosenescencia, se ha encontrado que los pacientes con infección por VIH tienen una modificación de los receptores de sus linfocitos T, sobre todo en la pérdida de los receptores CD-28 y la aparición del receptor CD-57. Estas modificaciones generan que los linfocitos respondan menos a los estímulos de interleucina 2; que tengan menor respuesta a la exposición de antígenos u menor respuesta inmune, y que presenten alteraciones en las telomerasas, lo que limitará su adecuado accionar. Debido a que pierden gran parte de sus funciones, los linfocitos no generan una respuesta inmune adecuada y no generan las citocinas que estimulan otras células, como los linfocitos B, para montar una respuesta inmunitaria ante microrganismos y células tumorales, junto con una menor supervivencia de estos linfocitos no funcionales, debido a la mala ejecución y acortamiento de sus telomerasas. Todo este proceso de inmunosenescencia ocurre de la mano con el incremento de marcadores inflamatorios, y ambos procesos en conjunto se conocen con el término
Para confirmar estos cambios del proceso de
Actualmente, estas dos teorías explican varias comorbilidades asociadas al VIH, como lo es la enfermedad cerebro-vascular, las neoplasias no definitorias de sida, las infecciones oportunistas, entre otras
En cuanto a los trastornos psiquiátricos más vinculados con la baja adherencia a la TAR se encuentran los trastornos del afecto, en particular el trastorno depresivo. En un metanálisis realizado por Ciesla y Roberts
Collins y colegas
La revisión hecha por Ferrando y Freyberg
Carrico y colegas
En cuanto a la calidad de vida en relación con la mejoría del estado depresivo en pacientes infectados por VIH, es importante resaltar el hecho de que estas personas sufren el estigma de estar infectado por el VIH; entonces pierden su apoyo social, “pesan” los síntomas y aumentan las comorbilidades físicas y mentales. La depresión afecta del 20 % al 30 % de estos individuos y es el trastorno psiquiátrico más prevalente en esta población. En ese mismo estudio, con una cohorte de 115 participantes, se analizó el estado de salud mental: el 47 % tenía depresión parcial o completa. Al instaurar tratamiento con
La depresión está muy relacionada con distintos sucesos de la vida de aquellas personas que viven con VIH. Desde esta óptica, la disfunción sexual ha sido reportada por los hombres que viven con VIH, así como en aquellos no infectados. Estudios demuestran que entre un 13 % y un 74 % de los hombres VIH positivos que utilizan la TAR sufren de disfunción sexual, pese a que su frecuencia y manifestaciones en esta población no es conocida. Hay tanto factores orgánicos como psicológicos identificados como causales en la disfunción sexual. La pobreza en las funciones emocionales y psicológicas pueden tener un valor importante en los pacientes con disfunción sexual e infección por VIH. Los pacientes VIH positivos pueden no tener una estabilidad emocional importante, debido a su miedo de trasmitir el virus a otra persona; de ahí que la visión psicológica tome gran fuerza en esta población.
La disfunción sexual se puede tomar como un componente de la salud sexual de los individuos que está directamente relacionado con la calidad de vida. La depresión tiene una carga importante en el desarrollo de la disfunción sexual. Por lo anterior, un grupo de investigación iraní realizó un estudio que describe la disfunción sexual, la depresión y la calidad de vida en relación con la presencia de disfunción sexual. En una cohorte de 315 participantes, el 75,9 % diagnosticados con depresión menor y el 37,5 % con depresión mayor mostraron que la presencia de depresión tenía una gran relación con una peor calidad de vida en todos los dominios. Una regresión ordinal logística indicó que la disminución del deseo sexual (−0,15; CI: −0,28 a −0,027), disminución de la eyaculación (−1,91; CI: −2,71 a −1,12) y problemas en general (−0,098; CI: −0,17 a −0,02) tuvo un efecto significativo en el tipo de depresión.
El abuso de alcohol es una conducta prevalente en pacientes con VIH, y se relaciona con peores desenlaces, debido a la alteración en la adherencia, al mayor riesgo de daño hepático y al aumento del comportamiento sexual riesgoso. En una muestra representativa de la población norteamericana se encontró que la prevalencia de consumo de alcohol en el último mes en pacientes con VIH fue del 53 %, y el 15 % fue clasificado como bebedores pesados. En otro estudio se investigó la relación entre consumo de alcohol y seropositividad en 2374 adultos en la población rural de Uganda. El 57 % de la población había consumido alcohol alguna vez, y la prevalencia de VIH era el doble entre los que consumieron alcohol comparados con los que no habían consumido nunca (10 % vs. 5 %)
El impacto del alcohol también tiene repercusiones moleculares en los pacientes positivos para VIH, como lo demostró el estudio de Míguez y colegas
El diagnóstico de los trastornos de consumo de alcohol es realizado al igual que en los pacientes sin infección con VIH; incluso se ha visto que es posible usar herramientas como el Alcohol Use Disorders Identification Test (AUDIT), pues preserva las mismas características operativas que en la población general. En el estudio realizado por Wandera y colaboradores
El consumo de alcohol, además de tener los impactos generados directamente por la sustancia, modifica los patrones de adherencia a la TAR. Ferro y colaboradores
El manejo de los pacientes infectados con VIH y con trastornos de consumo de alcohol debe realizarse de manera integral e individualizada, debido a la complejidad que implica y a las interacciones en cuanto a medicamentos que pueden existir entre los psicofármacos y los medicamentos antirretrovirales
Los trastornos relacionados con sustancias abarcan las siguientes clases, según el DSM-V: alcohol, cafeína, cannabis, alucinógenos, inhalantes, opiáceos, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, estimulantes (cocaína, anfetaminas, etc.) y tabaco. Estas sustancias no son muy diferentes en su efecto ulterior en la adherencia a la TAR, ya que cualquier droga consumida en exceso causa una activación directa del sistema de recompensa del cerebro, lo que refuerza comportamientos y produce recuerdos que eventualmente hacen que la persona ignore sus actividades normales, por ejemplo, tomarse los medicamentos
Se ha visto que existen interacciones en el metabolismo de los medicamentos de la TAR con algunas drogas de abuso; por ejemplo, se ha visto sobredosis de metileno dióxido metanfetamina y γ-hidroxibutirato, al usarse con inhibidores de la proteasa. Estos medicamentos también podrían interactuar con el metabolismo de anfetaminas, ketamina, dietilamida de ácido lisérgico y fenciclidina
El abuso de estas sustancias constituye una comorbilidad psiquiátrica frecuente en pacientes con VIH, y no se relaciona únicamente con el deterioro directo de la salud, sino con comportamientos de alto riesgo para infectarse como intercambio de agujas, sexo no seguro, uso inconsistente del condón e intercambio de sexo por drogas o dinero. El 10 % de infecciones por VIH en el mundo son atribuibles al uso de drogas inyectadas. En el estudio de utilización de servicios y costo del VIH, en Estados Unidos, el 40 % de los sujetos (n = 2864) admitió haber consumido drogas ilícitas en los últimos 12 meses
En un estudio de corte transversal se tomaron 1163 pacientes con VIH y 294 controles con el objetivo de describir el uso de sustancias ilícitas y su impacto en desenlaces relacionados con el tratamiento del VIH. Se encontró que el 86 % de los pacientes con VIH consumieron en alguna ocasión sustancias ilícitas. comparados con el 67 % en el grupo control (p < 0,01). Adicionalmente, el 28 % de los pacientes con VIH reportó uso actual de sustancias ilícitas frente a un 16 % en el grupo control (p < 0,01). El uso de otras sustancias (anfetaminas, cocaína,
El uso de drogas intravenosas influye en el tratamiento para el retrovirus, ya que estos pacientes, según varios estudios, tienen una menor probabilidad de aceptar el inicio de la TAR y de mantenerse adherentes a la terapia. Mocroft y colegas
De igual forma, Gebo y colegas
Curiosamente, este mismo estudio concluye que el uso de marihuana no se asocia con una mayor falla en el uso de la TAR. Adicionalmente, se observó que los consumidores activos de cocaína o heroína tuvieron un 34 % de mala adherencia, definida como no haber tomado dos dosis de antirretrovirales en las últimas dos semanas. Eso fue significativamente mayor que lo encontrado entre inactivos y no consumidores: 17 % y 24 % de mala adherencia, respectivamente (p < 0,001 comparados con los consumidores inactivos y p = 0,05 comparados con los no consumidores). La disminución de la carga viral fue mayor entre los consumidores inactivos y los no consumidores: 1,6 y 1,7 log10, comparados con los consumidores activos que tuvieron una reducción de 0,8 log10 (p < 0,001 comparado con ambos grupos)
Según un consenso de expertos en trastornos psiquiátricos, en pacientes con VIH el tratamiento de los trastornos por abuso de sustancias es eficaz para la prevención del VIH y la primera aproximación diagnóstica debe hacerse desde que el que el médico general identifique el consumo de sustancias. En ese momento, es preciso identificar la motivación para cambiar del paciente y remitirlo a un centro especializado en toxicomanías, donde se le puede dar un abordaje integral
Para la tamización de trastornos por abuso de sustancias, se sugiere utilizar la herramienta para la tamización del abuso de sustancias (DAST-20). Esta consiste en un cuestionario de veinte preguntas que ponen el relieve en si el uso de una sustancia está afectando la vida de la persona y no en el tiempo que lleva consumiéndola. Se pueden obtener hasta veinte puntos y se interpreta según el puntaje con un rango de severidad del abuso de la sustancia ya sea bajo, intermedio, importante o severo
El DSM-V propone que el diagnóstico del trastorno por abuso de sustancias se hace cuando existe un patrón de consumo de alguna sustancia que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta en, al menos, dos de los siguientes hechos mencionados en la
1. Se consume
la sustancia con frecuencia en cantidades superiores o durante un tiempo más prolongado
del previsto.
2. Existe un deseo
persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de la sustancia.
3. Se invierte
mucho tiempo en las actividades necesarias para conseguir la sustancia consumirla
o recuperarse de sus efectos.
4. Ansias o un
poderoso deseo o necesidad de consumir la sustancia.
5. Consumo recurrente
de la sustancia que lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el
trabajo, la escuela o el hogar.
6. Consumo continuado
de la sustancia a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes
o recurrentes, provocados o exacerbados por sus efectos.
7. El consumo
de la sustancia provoca el abandono o la reducción de importantes actividades
sociales, profesionales o de ocio.
8. Consumo recurrente
de la sustancia en situaciones en las que provoca un riesgo físico.
9. Se continúa
con el consumo de la sustancia a pesar de saber que se sufre un problema físico
o psicológico persistente o recurrente probablemente causado o exacerbado por
esta.
10. Tolerancia,
definida por alguno de los siguientes hechos: a. Una necesidad de consumir cantidades cada vez mayores
de la sustancia para conseguir la intoxicación o el efecto deseado. b. Un efecto notablemente reducido tras el consumo continuado
de la misma cantidad de una sustancia.
11. Abstinencia,
manifestada por alguno de los hechos siguientes: a. Presencia del síndrome de abstinencia característico
de la sustancia. b. Se consume la sustancia (o alguna sustancia similar)
para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
En otro estudio se evaluaron 659 pacientes VIH positivos a quienes se les realizó un cuestionario para definir el uso de diferentes sustancias (sedativos, analgésicos, inhalantes, anfetaminas, marihuana, cocaína, LSD y heroína). La adherencia a la TAR y tratamiento para el abuso de sustancias se definió como la toma del 95 % de los medicamentos de la TAR correctamente; para el uso de sustancias se usaron las categorías de usuario actual (último consumo en los últimos seis meses), exusuario de drogas (no haber consumido en los últimos seis meses) y no usuario de drogas; el tratamiento para el abuso de sustancias fue considerado haber realizado el esquema de los doce pasos, estar en mantenimiento con metadona o estar en algún centro de rehabilitación. Como resultado se vio que los usuarios actuales de sustancias fueron menos adherentes a la TAR (60 %) que los exusuarios (68 %) o los no usuarios (77 %) (p = 0,001)
Se observó en un estudio en el que entrevistaron a 951 pacientes con VIH que el 71 % tenía un trastorno por abuso de sustancias; de ese porcentaje, únicamente el 24 % había recibido tratamiento para el trastorno. Del total de pacientes, solo el 50 % había discutido con el médico sobre las posibilidades de un tratamiento para el abuso de sustancias. Según estudios, las terapias en centros de rehabilitación son las menos utilizadas por su alto costo, y el VIH tiende a presentarse más en población de bajos recursos, por lo que la mayoría acuden a programas sin costo como el de doce pasos, más conocido por su uso en alcoholismo, en que se busca que la persona admita sus problemas con el alcohol y, a partir de ahí, siga unos pasos para superar la adicción y al final esté dispuesto a ayudar a otras personas con el mismo problema
El tratamiento del trastorno por abuso de sustancias en la población con VIH se basa en terapias psicológicas de apoyo individual, grupal y familiar. La lamotrigina, la naltrexona y la mirtazapina se han recomendado para el consumo de cocaína, y las dos últimas para el consumo de anfetaminas
En muchas ocasiones, el uso de sustancias se ha relacionado con experiencias traumáticas. En un estudio se tomó una muestra de 288 hombres y mujeres VIH positivos. El 16 % de ellos cumplió criterios para trastorno de estrés postraumático, y de esos pacientes el 91 % tenía una historia de abuso de sustancias. También se sugiere que estos pacientes son más proclives a un deterioro neurocognitivo precoz, debido a la baja adherencia a la TAR y efectos directos de las sustancias en el sistema nervioso central. Los trastornos de personalidad más frecuentes en las personas infectadas con VIH son los del grupo B, especialmente antisocial y limítrofe. De las personas con estos trastornos de personalidad se sabe también que tienen tendencia al abuso de sustancias y comportamientos sexuales de riesgo. Respecto al manejo, se ha visto que el apoyo social es esencial en el manejo de los pacientes con triple diagnóstico, así como una comunicación entre los profesionales de la salud que están tratando al individuo (psiquiatras, infectólogos, psicólogos, trabajadores sociales, etc.), ya que, de otro modo, es posible que el paciente reciba información contradictoria. Se debe ser consciente de que el progreso en el tratamiento puede verse afectado por recaídas y alteraciones en la adherencia de la TAR y se debe estar preparado para ello. Las terapias que nombra la literatura para el abuso de sustancias en el triple diagnóstico son la terapia cognitivo-conductual, modelos de apoyo social y de grupo, entrevistas motivacionales y terapias de observación directa
Las enfermedades neurocognitivas tienen mucha importancia en los pacientes infectados por VIH, debido a que estas alteran la adherencia a la TAR, disminuyen la calidad de vida y se relacionan con aumento en la incidencia de enfermedades cardiovasculares, enfermedad renal, neoplasias no definitorias de sida o enfermedades metabólicas
El estudio de Heaton y colegas, del 2010 (citado en Kaur y colegas
La velocidad de procesamiento es uno de los dominios cognitivos más afectados por la infección por VIH y se encontró en mayor proporción en los adultos mayores infectados por VIH
El proceso diagnóstico de esta comorbilidad en los pacientes infectados con VIH es bastante complejo, debido a que se considera un diagnóstico de exclusión, en el que se deben descartar enfermedades psiquiátricas, neurodegenerativas, cardiovasculares, metabólicas y consumo de sustancias. Esto debido a que existe un sinnúmero de patologías que pueden ocasionar deterioro cognitivo en los pacientes
En la actualidad, existen algunas escalas de tamizaje para el diagnóstico de esta patología, como la Escala de Demencia del VIH, la Escala Internacional de Demencia de VIH, la Prueba de Mesa de Groove, entre otras. Cada una de ellas cuenta con sus ventajas y desventajas; sin embargo, hasta la fecha ningún organismo internacional, ni la futura guía colombiana, recomienda alguna escala sobre otras para la tamización de esta patología
Una vez descartadas otras causas potenciales de deterioro cognitivo, se deben aplicar pruebas neuropsicológicas para poder establecer cuál es el diagnóstico del paciente dentro del espectro del DCAV. Estas pruebas deben ser contextualizadas y adaptadas al contexto local de la población, debido a que no es posible utilizar los valores de referencia de otras poblaciones, porque se comparan los desempeños con los de la población general, valores que son cambiantes en las distintas regiones del mundo.
En cuanto al tratamiento, en la actualidad se discute acerca de si existe mejoría de los pacientes al incrementar el puntaje del Central Nervous System Penetration, el cual entre más alto sea, representa que la TAR tiene mayor concentración de los medicamentos en el líquido cefalorraquídeo; pero la evidencia actual es bastante controversial sin una recomendación clara hasta la fecha [
Hace unos meses, un estudio brasileño llevado a cabo por Troncoso y colegas
Por último, es importante resaltar el hecho de que si se hace una intervención temprana en las personas con deterioro cognitivo asociado a VIH, se aumenta la adherencia a la TAR de manera significativa, lo cual disminuye la prevalencia de dichas enfermedades
Los trastornos neuropsiquiátricos son una comorbilidad importante en la población con VIH, cuyas consecuencias son alteraciones en la adherencia a la TAR, incremento en la mortalidad y aumento de costos en el tratamiento de estos pacientes. En nuestro país es relevante llevar a cabo una mejor caracterización epidemiológica de la enfermedad neuropsiquiátrica asociada a VIH. Como se vio en el estudio de Castillo y colaboradores
Actualmente, las guías colombianas de atención integral a los pacientes que viven con VIH ofrecen directrices para el manejo de diferentes comorbilidades, incluyendo el DCAV, desde 2015; sin embargo, las patologías psiquiátricas no se encuentran contempladas en estas. Por lo tanto, se hace necesario mejorar los conocimientos sobre la asociación entre los trastornos neuropsiquiátricos y VIH en Colombia, para tener un mejor perfil local sobre la prevalencia de esta asociación e implementar las acciones terapéuticas para mejorar los resultados en adherencia y respuesta virológica en los pacientes afectados.