Se expone una reflexión acerca de los distintos tipos de propiedades fe- nomenológicas de algunos estados mentales, también conocidos como
This article presents a reflection about the different types of phenomenological properties of mental states, also known as
Tanto el cognitivismo, que considera la cognición como manipulación de símbolos, como el paradigma corporalizado de la mente, que destaca el rol del cuerpo como soporte estructural y sensorio-motriz de los procesos cognitivos, son enfoques que dejan el componente cualitativo de la cognición fuera del estudio científico de la mente. Hablamos de la explicación de los
No obstante, si asumimos la existencia de los
Para analizar adecuadamente el rol de la fenomenología en el funcionamiento global de la mente y responder preguntas como las anteriores, se requiere dar dos pasos previos que nos permitan clarificar con mayor exactitud de qué estamos hablando cuando decimos
Cuando hablamos de los
Se trata de una dimensión inmanente de nuestra psique. No podemos dejar de experimentar
Con lo anterior no me refiero a la discusión sobre la posibilidad de reducción o no de los
Por otra parte, el hecho de que las propiedades cualitativas de los estados mentales no sean equivalentes a su carácter corpóreo es, tal vez, una de las razones por las cuales suele destacarse el carácter subjetivo de las mismas. Pareciera que la imposibilidad de ‘atrapar’ a través de las palabras el carácter cualitativo de los estados mentales, haciendo referencia a su vínculo corporal, llevara aparejada la necesidad de decir algo respecto de este tipo de propiedades que signifique un avance en la identificación de sus características fundamentales. En este contexto, cuando se dice que la conciencia es subjetiva, se hace referencia con ello a su ontología constituida desde un punto de vista personal exclusivamente (
Por otra parte, aun cuando la subjetividad es una propiedad que comparten todos los tipos de
De acuerdo con lo expuesto, el carácter cualitativo de los
La consideración de ambos ejes -valencia y grado de activación- permite diferenciar distintas clases de fenomenología, de modo que, por ejemplo, la rabia y la alegría son dos tipos de estados claramente diferenciables en virtud de su valencia, esto es, el hecho de que se experimentan internamente como algo desagradable en el primer caso, y agradable en el segundo. Pero, además, al interior de una misma clase de valencia pueden identificarse diferentes subtipos de estados, según el grado de activación que cada
La valencia y la intensidad de una experiencia son dimensiones que nos ayudan a identificar diferentes clases de
En este contexto, puede hipotetizarse que algunos
Lo dicho en el párrafo anterior implica atribuir a los
En lo que sigue intentaré avanzar en el sentido anterior, analizando dos diferentes clases de
En los apartados anteriores he intentado destacar el carácter cualitativo de los estados mentales con el objetivo de sentar las bases que me permitan, ahora, evaluar la posibilidad de que esta característica juegue un rol específico en términos cognitivos. Como ya he señalado, la dimensión cualitativa de la mente es una realidad inmanente: no podemos no experimentar
¿Qué pasaría si producto de una neurocirugía se modificaran mis circuitos cerebrales de la rabia, conectándose a los de la pena, de modo que cada vez que me enfrente a situaciones que originalmente me causaban enojo, experimentase ahora una tristeza en el mismo grado? ¿Cambiarían de alguna forma mis estados conductuales y/o cognitivos como consecuencia de lo anterior?
En principio, extrapolando escenarios a partir del recuerdo de mis experiencias previas con estas dos emociones, yo supongo que una situación como la descrita disminuiría mis posibilidades de adaptación al entorno. Probablemente, experimentando siempre tristeza en vez de rabia, sufriría constantes situaciones degradantes de forma innecesaria, ya que sería incapaz de reaccionar en el sentido de defenderme y modificar mi contexto cuando, por ejemplo, soy atacado verbalmente por un compañero de trabajo que me insulta. Resulta improbable que desde la pena experimentada yo exprese una respuesta del tipo: “¡no voy a tolerar que me hables en ese tono!”. Se trata de una expresión que no ‘calza’ con mi estado cualitativo actual de congoja, de modo que se vuelve una conducta improbable en este escenario. Pero más importante aún, para los efectos de este trabajo, los estados cognitivos que emergerían cada vez que soy agredido tendrían unas características diferentes a las que originalmente surgían en el contexto de la rabia experimentada. Tal vez mi experiencia cualitativa de tristeza dirija mi pensamiento en una dirección más reflexiva o introspectiva, y es probable que en este estado me sorprenda frecuentemente preguntándome cosas como “¿qué es aquello que tengo que hace que otros me humillen?”.
No parece entonces trivial un intercambio cualitativo de las características propuestas. Mientras que, anteriormente, la rabia experimentada me llevaba a defenderme y evaluar la injusticia de ciertas situaciones, la tristeza actual me deja sin los recursos necesarios para moverme de forma adaptativa en entornos agresivos. Considerándose el análisis de casos como este, puede observarse que el carácter cualitativo de los estados mentales es una propiedad en cierto modo cognitiva, puesto que ‘abre’ o ‘cierra’ determinadas posibilidades al pensamiento.
De hecho, se trata de un asunto que en cierto sentido ya ha sido tratado empíricamente en el ámbito de los estudios sobre las relaciones existentes entre la emoción y la cognición. En este plano, la investigación indica, por ejemplo, que la tristeza, una experiencia de valencia negativa, nos ‘invita’ a la reflexión, en la dirección de hacer introversión sobre nuestros pensamientos, valores y conductas (
Como se desprende del análisis de este hipotético escenario, el aspecto intrínsecamente cualitativo de los
Lo analizado en los apartados anteriores permite argumentar que las propiedades cualitativas de algunos estados mentales, como los
Nuestro conocimiento tendría origen precisamente en esas representaciones encarnadas, surgiría de procesar en forma de emociones nuestras propias reacciones corporales ante los estímulos que nos afectan [...]. [T]oda nuestra actividad cognitiva está ligada a la presencia de marcadores somáticos, señales que nos informan de los estados favorables o desfavorables de nuestros órganos, de modo que podamos realizar acciones que nos ayuden a buscar lo que podíamos llamar, un “estado de fondo” del organismo, un equilibrio emocional basado en el alejamiento de los estados emocionales insatisfactorios y la consumación o acercamiento a los más agradables (p. 124).
La reflexión de Pozo sugiere que las emociones, más que ser meros acompañantes de los procesos cognitivos, serían el origen del conocer. Dicho de otra forma, la cognición, tal y como tradicionalmente la concebimos, sería el resultado del procesamiento de nuestras emociones. Es decir, antes del momento en el cual toman forma en nuestra mente las entidades representacionales que solemos caracterizar como cognitivas, habría propiedades cualitativamente experimentadas que son, por así decirlo, el primer estadio de nuestros procesos cognitivos. Además de la investigación llevada a cabo por Antonio Damasio, ya referida, existen estudios que dan cuenta de un adelantamiento por parte del cerebro a la toma de decisiones consciente (
¿Qué características tiene este material? Los estudios realizados por Damasio, así como la interpretación que de estos hace
Se trata de una afirmación que entronca de muy buena forma con los hallazgos empíricos obtenidos por Lisa Feldman Barrett y su equipo de investigación en la Universidad de Boston. Este grupo, siguiendo un enfoque construccionista para el estudio de las emociones, identifica como el componente central de las mismas al “afecto nuclear”
En palabras de algunos de los máximos exponentes de la teoría,
Este ‘re-formatear’ los estados cualitativos permitiría refinar la experiencia aun cuando la representación resultante no sea tampoco un estado puramente simbólico, como han expresado algunos cognitivistas clásicos como
No obstante, hay varias razones por las cuales resulta sumamente complejo observar este modo de funcionamiento de la mente. En primer lugar, como ya he señalado, en el continuo de la experiencia las propiedades cualitativas y representacionales de los estados mentales se vivencian como un todo unitario, de modo que aun cuando nosotros separamos para su análisis ambos dominios de lo mental, en verdad, aquello es indivisible en términos experienciales.
Por otra parte, existen algunas dificultades de orden más concreto que complican la comprensión de las relaciones existentes entre ambos dominios del funcionamiento mental. Estas se derivan del hecho de que los
Como adelanté en la primera parte de este trabajo, no toda la fenomenología humana jugaría un rol en los términos señalados. Concretamente, hay algunos casos correspondientes a las sensaciones o
Hablamos de la posibilidad de
No obstante el interés práctico que este campo de investigación presenta, los casos de substitución sensorial no nos permiten realizar un análisis riguroso del carácter eventualmente cognitivo de la fenomenología sensorial. Lo anterior, debido al hecho de que el reemplazo que se realiza en estos casos no constituye un ejemplo de intercambiabilidad exacta ni completa entre una y otra modalidad de
Imaginemos, como ejemplo, que toda la gama de experiencias asociadas a la percepción del color se reemplaza por sensaciones de tipo auditivo. Consideremos, además, que en el intercambio se mantiene el mismo espectro de variabilidad en relación con los límites de lo perceptivamente posible, así como respecto de los márgenes de modificación existentes entre una experiencia y otra. ¿Tendría una situación de tales características alguna consecuencia en términos funcionales, en el sentido de transformar los estados mentales globales que se produzcan? Examinamos a continuación un caso que sí parece cumplir con los requisitos especificados para evaluar este punto.
Neil Harbisson es un artista visual británico-español portador de una rara mutación genética, causante de una condición visual denominada acromatopsia o ceguera de colores. Esta característica le significa a Harbisson, de forma similar al caso de María, la neurocientífica aislada (
La situación de Neil Harbisson, constituye el mejor ejemplo vivo de intercambio de sensaciones, puesto que se trata de un caso que conserva la misma gama de variabilidad cualitativa posible para uno y otro tipo de sensación visual o sonora. En este caso hay una correspondencia exacta entre las posibilidades de variación visual de los colores y los modos de experimentación de los sonidos. A cada color le corresponde un sonido específico. En palabras del mismo Harbisson, entrevistado por el escritor español Juan José Millás:
-El color y el sonido -dice- poseen una cosa en común: que los dos tienen frecuencia. La frecuencia de cada color se corresponde con una nota musical que no podemos escuchar con el oído porque es excesivamente aguda y porque es una onda de luz y no de sonido. Lo que yo hago es una transposición de las frecuencias de luz o de los colores a frecuencias de sonido.
-¿La relación entre los colores que miras y los sonidos que escuchas no es, entonces, arbitraria?
-En absoluto. Si el oído humano pudiera escuchar la frecuencia del color rojo, escucharíamos la nota fa, aproximadamente (
Se trata de un intercambio de la experiencia perceptual visual del color por sonido, conservando constante el espectro de variabilidad posible, pero modificándose el carácter cualitativo de la sensación experimentada. La pregunta que naturalmente surge, en el contexto de este trabajo, es por las eventuales consecuencias funcionales que esta situación tiene. ¿Se modifican en algún sentido los estados cognitivos que se producen en el contexto de un intercambio de
En el caso específico de Neil Harbisson no podemos dar una respuesta que resulte válida, puesto que se trata de una persona que nació con acromatopsia, de modo que no hay un antes y un después que nos permitan hacer el contraste. Sin embargo, lo que sí sabemos es que en su situación existían dificultades para moverse adaptativamente con anterioridad a la instalación del
-¿Pero ver en blanco y negro no implica también alguna dificultad de orden práctico?
-Alguna, sí. Con los grifos, por ejemplo, porque no siempre el del agua caliente está a la izquierda. O con los cargadores de baterías, en los que la luz verde indica una cosa y la roja otra. Los mapas son un caos total. También hay muchos trabajos a los que no se puede acceder viendo en blanco y negro (
Sin embargo, una vez realizada la instalación del dispositivo comentado, su capacidad de movimiento resulta totalmente adaptativa, como si experimentase los colores en su sentido cualitativo. Más aún, ahora Harbisson puede detectar la presencia de colores que el ojo humano no percibe, como los infrarrojos o los ultravioleta, mediante su asociación con sonidos efectivamente audibles.
Este caso muestra que, a diferencia de las emociones, en al menos algunos de los denominados
Por otra parte, como ya señalé en apartados anteriores, el carácter no cognitivo de este tipo de fenomenología se relaciona directamente con la imposibilidad de acceso autoconsciente que tienen las sensaciones. A diferencia del caso de las emociones, nosotros no solemos ser conscientes de la subjetividad de las sensaciones. Sus características cualitativas específicas son experimentadas, en general, como rasgos extrínsecos, dependientes de los objetos del mundo más allá del espacio intracraneal. Por ejemplo, la sensación de blanco y la percepción del mismo van indisolublemente atadas en la experiencia, de tal forma que fenomenológicamente, cuando yo percibo la pared de mi casa, no diferencio entre mi alba sensación aquí adentro y las características constitutivas de la pared allá afuera. En condiciones regulares, los seres humanos no nos damos cuenta de que cuando percibimos realizamos una construcción mental interna llamada sensación. La anterior es una situación especialmente notoria en el caso de la percepción visual (
No obstante, es probable que la especie humana vaya camino de un cambio filogenético en el sentido descrito, una situación que pudiera verse impulsada por las notables modificaciones que experimentan nuestros contextos sociales y culturales. En nuestro mundo, cada vez se vuelven más importantes las interacciones humanas, predominan las actividades mentales por sobre las físicas y las actividades cotidianas se ven acompañadas además de una progresiva importancia de los contextos virtuales (
En este trabajo he presentado algunas reflexiones referidas al rol que podría caberle a la dimensión cualitativa de la mente en los procesos cognitivos. Al hacerlo he adoptado implícitamente una perspectiva evolucionista, asumiendo que dichos estados son el resultado de una selección filogenética. Por otra parte, la propuesta asume como punto de partida la existencia de los
En segundo lugar, el trabajo desarrollado sugiere la conveniencia de revisar algunos conceptos relacionados con la perspectiva denominada mente corporalizada
Finalmente, quedan como asuntos pendientes las posibles investigaciones empíricas que pudieran derivarse de este trabajo, el cual es, por ahora, sólo una especulación razonada, sobre un tema difícil, y que requiere por cierto de evidencia empírica para poder sustentarse adecuadamente.
Bächler Silva, R. (2018). Desagregando los
Aunque la literatura no suele hacer referencia a qualia emocionales, tomándose generalmente como casos prototípicos de este tipo de propiedades el dolor o las sensaciones perceptivas, existen autores que identifican propiedades cualitativas de las emociones tales como DeLancey (1996), quien argumenta, además, que los qualia de la experiencia emocional proveen un ejemplo que resulta crítico para poder especular filosóficamente sobre el rol funcional de los estados fenomenológicos conscientes.
Usualmente se hace referencia a las emociones como estados multidimensionales (véase por ejemplo Aguado, 2005), identificándose un componente fisiológico, otro expresivo, otro subjetivo e, incluso, otro cognitivo de las mismas. Lo que aquí se sostiene es que el componente cualitativo de las emociones es el único que tiene un carácter subjetivo puesto que no puede accederse a este desde fuera, como sí ocurre respecto de los otros. Podemos registrar ‘desde fuera’ la fisiología de las emociones ajenas, observar el comportamiento que expresa quien tiene una emoción e, incluso, podemos conocer la dimensión representacional de la misma a través de su comunicación bajo un código lingüístico. Respecto del ‘cómo se sienten’ las emociones, nos encontramos con la imposibilidad de acceso a esta dimensión desde el punto de vista de la tercera persona. En este sentido, y siguiendo a Charland (2005), quien señala que es el carácter cualitativo de las emociones (su valencia) aquello que permite diferenciarlas de otros estados mentales, es que afirmo en este texto que las emociones son eventos privados.
Estos experimentos mentales guardan una estrecha semejanza con los casos de espectro invertido (Chalmers, 1999). Sin embargo, las situaciones que se plantean en este trabajo contienen algunas particularidades que permitirían analizar otros aspectos relacionados con el dilema de los qualia. En primer lugar, yo utilizo ejemplos de este tipo con el fin de examinar las relaciones existentes entre las propiedades cualitativas e intencionales de la mente, un objetivo diferente del que suele perseguirse cuando lo que se plantea son situaciones de espectro invertido, generalmente diseñadas para analizar la posibilidad de reducción de los qualia a su substrato físico. En segundo lugar, en este trabajo se discute la posibilidad de una modificación de experiencias emocionales, un ejemplo de quale que no suele ser considerado en la literatura filosófica relacionada. Por otra parte, respecto de los qualia perceptuales o sensaciones, aquí se considera un intercambio entre distintas modalidades sensoriales, de modo que sea posible observar un tipo de consecuencias distintas a las que sugiere la modificación de experiencias pertenecientes a una misma modalidad sensorial.
El lector podría plantear que mi argumento presenta el siguiente problema: si se modifican los circuitos neuronales para invertir qualia emocionales, las consecuencias conductuales y cognitivas habrían de atribuirse a las modificaciones neuronales, antes que a la inversión cualitativa asociada. Luego, este escenario no probaría nada acerca del eventual papel cognitivo que jugarían dichos qualia. No me planteo este problema, puesto que, como argumentaré en la sección 2.2, pienso que existe una secuencia funcional que va desde lo cerebral a lo fenomenológico y desde ahí a lo cognitivo. Sin embargo, si el lector no comparte esta idea, me parece que es posible plantearse un experimento alternativo que de igual forma permite configurar la cuestión de fondo, esto es, la pregunta referida a si la inversión de qualia tiene consecuencias cognitivo-funcionales y cuáles serían. Pensemos en el caso de seres que viven en un mundo paralelo al nuestro donde todo se conserva constante, es decir, es exactamente igual a nuestro mundo, salvo que los seres que allí habitan tienen experiencias emocionales diferentes a las nuestras frente al mismo tipo de situaciones que nosotros vivimos en nuestro mundo.
El caso señalado corresponde a un experimento mental propuesto por el filósofo australiano Frank Jackson. María es una investigadora que posee todo el saber neurològico respecto del funcionamiento del cerebro, relativo al procesamiento del color. Sin embargo, esta científica nunca ha salido de su habitación, dentro de la cual, ve solo en blanco y negro. Producto de lo anterior, ella se ve imposibilitada para tener acceso a la experiencia consciente del color.
Zona verde ubicada en Barcelona y que es uno de los lugares más significativos de la capital de Cataluña, lugar donde vive Neil Harbisson.
Organismo compuesto de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos mecánicos, generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.
La capacidad de darnos cuenta del carácter subjetivo de las sensaciones es una propiedad que se presenta en diferentes grados en cada una de las distintas modalidades sensoriales. Estados como los del tacto y el gusto se encuentran asociados a una mayor percatación del carácter subjetivo de dichas experiencias, si se comparan con lo que ocurre en el caso de la percepción visual o auditiva, un tipo de sensaciones donde prácticamente todo lo que se experimenta suele ser atribuido a las características externas del estímulo.
Mediante este proyecto, el científico chileno ya fallecido pretendía avanzar en el conocimiento de la conciencia, utilizando distinciones experienciales provenientes de la fenomenología de Merleau- Ponty y correlacionando a su vez estos estados y sus propiedades con el funcionamiento de su substrato cerebral. Para cumplir con este propósito, el proyecto de investigación utilizaba sujetos expertos en meditación budista, una técnica que permite un exhaustivo grado de focalización en diferentes tipos de estados de conciencia. Para una revisión de los detalles referidos al proyecto neurofenomenológico, recomendamos revisar Rudrauf, Lutz, Cosmelli, Lachaux & Le van Quyen, 2003. Para un análisis crítico de la continuidad de dicho proyecto en el presente, puede verse Bachler, Poblete & Poblete, 2012.