El arte público como parte del consumo cultural en la parroquia de San Antonio de Ibarra, Ecuador*
Public Art as Part of Cultural Consumption in the Parish of San Antonio de Ibarra, Ecuador
Andrea Paola Chuquín , Miguel Posso-Yépez
El arte público como parte del consumo cultural en la parroquia de San Antonio de Ibarra, Ecuador*
Apuntes: Revista de estudios sobre patrimonio cultural, vol. 37, 2024
Pontificia Universidad Javeriana
Andrea Paola Chuquín a
Universidad Técnica del Norte, Ecuador
Miguel Posso-Yépez
Universidad Técnica del Norte, Ecuador
Recibido: 05 diciembre 2022
Aceptado: 20 marzo 2024
Publicado: 13 septiembre 2024
Resumen: El arte público da apertura a diversas formas de consumo artístico, a medida que nuevas galerías urbanas exponen la diversidad cultural con libre acceso al espectador, generando una apropiación colectiva de las obras. El objetivo de esta investigación fue recopilar e interpretar la producción artística pública que tiene San Antonio de Ibarra, con base en el censo de cuarenta obras, entre murales y esculturas, incorporando el análisis de la temática, las técnicas utilizadas y la visión del consumidor de arte con relación a ellas. Este estudio es cualitativo-descriptivo, con enfoque hermenéutico dialéctico. Los resultados fueron obtenidos desde el análisis de fichas de observación de cada obra y la interpretación desde diferentes contextos, como también desde el aporte de entrevistas realizadas a dos artistas referentes del muralismo y la escultura de la parroquia. En conclusión, San Antonio de Ibarra cuenta con obras de mucha valía en su espacio público, que conservan el patrimonio cultural y artístico de su pueblo, y son parte de una galería abierta que da paso a la apropiación de los valores de cada obra por parte del público que visita el sector, considerándolo como un referente turístico importante en el desarrollo social, cultural, artístico y económico de la parroquia.
Palabras clave:arte público, patrimonio, muralismo, escultura, turismo artístico.
Abstract: Public art opens up various forms of artistic consumption, as new urban galleries expose cultural diversity with free access to the viewer, generating a collective appropriation of the works. The objective of this research was to compile and interpret the public artistic production that San Antonio de Ibarra has, based on the census of forty works between murals and sculptures, the analysis of the theme, techniques used and the vision of the art consumer in relation to them. This study is qualitative-descriptive, with a dialectical-hermeneutic approach. The results obtained were based on the analysis of observation sheets of each work and the interpretation from different contexts, as well as the contribution of interviews conducted with two leading artists of muralism and sculpture of the parish. In conclusion, San Antonio de Ibarra has works of great value in its public space, which preserve the cultural and artistic heritage of its people, and are part of an open gallery that gives way to the appropriation of the values of each work by the public that visits the sector, considering it as an important touristic reference in the social, cultural, artistic and economic development of the parish.
Keywords: Public Art, Heritage, Muralism, Sculpture, Artistic Tourism.
Introducción
La contemporaneidad exige nuevos escenarios para la exhibición de obras artísticas, en tanto que museos, espacios privados y galerías ya no son considerados únicos y exclusivos, sino que el consumo del arte va más allá, al tomarse los espacios públicos para conectarse con los perceptores de arte. De este modo, el arte público y sus obras convierten a estos espacios en galerías libres para el acceso a los espectadores. El estudio teórico del arte público permite comprender su valoración artística como patrimonio cultural, pues la delimitación de las obras que estarían enmarcadas en este campo refleja cuál es su valor desde la concepción del arte.
El concepto del arte surge de la comprensión de las expresiones del hombre con una visión sensible, e implica mostrar el mundo desde su realidad o plasmar el imaginario a través de recursos lingüísticos, plásticos o audibles, en obras que reflejan emociones, ideas y percepciones. Según Ramos (2009), el arte es la manifestación expresada por el hombre, en cualquier parte del mundo, que exhibe sus sentimientos, pensamientos, emociones, o que de una manera simple nos hace participar de su experiencia, que para él es importante; el arte es una vivencia personal, en la que priman los fundamentos subjetivos para quien mira la obra, de modo que se convierte en algo estético contemplativo y de disfrute.
En el caminar antropológico del hombre, el arte ha estado presente como un medio de expresión que nace del instinto innato del individuo; la palabra arte se ha extendido por todo el mundo, siendo protagonista y testigo de todos los acontecimientos que han marcado a la humanidad. La historia del arte deja un referente en la interpretación de las obras, como lo menciona Gómez (2018, p. 11): “Dentro del terreno humanístico, la historia del arte tiene un objeto preciso: interpretar las obras artísticas, es decir, averiguar su significado. Lo verdaderamente importante es tener en cuenta que una obra nunca es algo aislado”.
En este contexto, el arte está ligado estrechamente a la representación sensible del artista en su obra y pone en valor cada aspecto que la compone, tangible como intangible, inclusive reconociéndola como la representación de la cultura en la historia de los pueblos. El arte público se toma los espacios urbanos, asumiendo la diversidad del arte contemporáneo; su presencia permite la conexión del ciudadano con las propuestas estéticas que han evolucionado en el paso de la historia para adaptarse a la expresión artística, de acuerdo con las exigencias de la época (Villada, 2009). Los inicios del arte público se ubican en el Congrès International de l’Art Public, desarrollado en Bruselas en 1898, donde por primera vez se usó el término, que fue replicado hasta 1910 en Lieja, París y Bruselas, contando con la participación de países de Asia, Europa, y América del Norte, todo lo cual derivó en la creación de la revista L’Art Public y del Institut International de l’Art Public, destacando esta época por la importancia de la escultura como obra primordial (Abreu, 2013).
En Estados Unidos y Europa se impuso a partir de la década de 1980 el nuevo arte público denominado de nuevo género, por lo que la escultura, considerada hasta entonces como la expresión principal y convencional, cambió, pasando a considerarse como característica particular los vínculos que la producción de la obra tiene con la comunidad, la comunicación con las personas y la solución de problemas sociales (Chang, 2019). Esta época está marcada por la influencia de los barrios considerados maginales de la ciudad de Nueva York, donde los jóvenes expresaban su descontento social en los vagones del metro, las bancas, los muros y demás espacios públicos, los cuales sirvieron como soportes para la diferentes expresiones gráficas que surgieron como resultado de esta situación (Guasch, 2009). La migración de retorno desde Estados Unidos a México posibilitó la exportación de este tipo de expresiones, que se dieron primero en las ciudades mexicanas y de ahí llegaron a Latinoamérica.
En el Ecuador, la ciudad de Guayaquil le apostó a la implementación del arte público por medio de un festival de arte urbano iniciado en el 2017 llamado “Guayarte”, como iniciativa de cooperación entre la Alcaldía y actores locales, que ha dado énfasis al turismo artístico por la calidad de las intervenciones de los espacios públicos y que se ha seguido repitiendo cada año. Este proyecto artístico se realizó con el propósito de mostrar la historia de Guayaquil, por medio de la expresión de artistas locales que han ganado prestigio y respeto al tomar los espacios públicos y categorizarlos como galerías de arte callejero, dando como resultado una vinculación con su comunidad y la industria del turismo (Nolivos et al., 2020).
El arte urbano en Imbabura es parte fundamental en la concepción del arte público en la provincia, como lo menciona Arnavat (2017), cuando hace referencia al Festival de Arte Conceptual Torre de Babel, el cual tuvo lugar en la ciudad de Ibarra, con el lema “Torre de Babel, descolonizando cerebros”. Este festival, el primero que se dio en el norte del país, organizado por Felipe Navarrete y Carlos Ayala, causó polémica y generó conciencia en la ciudadanía, y en el mismo participaron más de cien artistas en diferentes ramas, como música, fotografía, artes plásticas y diseño, despertando un sentido de emoción y alegría en la ciudad.
En la actualidad, el arte público ha sido utilizado como un elemento de expresión artística con valor estético y cultural de los pueblos y ciudades, siendo usado en algunos casos en función de visualizar sectores relegados. Según menciona Remesar (2016), desde una visión urbana, el arte público es un conjunto de prácticas que tienen el objetivo de mostrar una ciudad más bella, acercando al espectador al arte contemporáneo y preservando la conmemoración de los personajes y la cultura representada en el decorum urbano.
La principal acción que se deriva del arte público es que no limita al consumidor de arte el acceso a la obra, sino que rescata y valoriza estas obras que conforman el patrimonio cultural de un lugar y las entiende desde otras perspectivas, como el turismo. Es así que se ha de considerar que el arte rompe con la esfera tradicional para ubicarse en el espacio público, por lo cual debe existir un entendimiento de contexto a nivel espacial, temporal y social en relación con la obra, a fin de involucrar al espectador en una experiencia casual no intencionada en su interacción con el arte público. Por último, estas obras tienen que ser libres de poseedor, evitando su normalización, que se las convierta en mercancía, a fin de generar reflexión y tener la capacidad de visibilizar y criticar la sociedad contemporánea (Calva, 2022).
El legado cultural heredado del pasado, que se vive en el presente y que será trasmitido a futuras generaciones, es lo que se denomina como patrimonio. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) (2020), el patrimonio cultural enriquece el capital social, promueve la experiencia del individuo y el disfrute cultural, conformando en sí un sentido de pertenencia colectivo e individual. Asimismo, valorar el patrimonio cultural se ha considerado un elemento de importancia para la activación económica del turismo en diferentes países, lo que demanda retos de conservación. Para el Ministerio de Cultura y Patrimonio (2019, párr.1), el “patrimonio es el conjunto dinámico, integrador y representativo de bienes y prácticas sociales, creadas, mantenidas, transmitidas y reconocidas por las personas, comunidades, comunas, pueblos y nacionalidades, colectivos y organizaciones culturales”.
El arte público se enmarca dentro del patrimonio cultural de los pueblos, y, si es visibilizado y valorado desde el enfoque artístico y económico relacionado con el turismo, su conservación resulta fundamental. El informe presentado por la Unesco (1972) muestra una tipología referente a los aspectos que se reconocen como parte del patrimonio cultural (Tabla 1).
En la primera clasificación están las obras del arte público, siendo las esculturas y pinturas monumentales las que conforman el catálogo más diverso con el que cuentan las ciudades y a las que se debe dar la categorización y valor de patrimonio cultural.
Entre las expresiones artísticas que han marcado la historia del arte está la escultura, en tanto técnica que da forma tridimensional a diversos materiales, realizando la representación de la naturaleza o de la imaginación del artista escultor, siendo uno de los elementos más relevantes del arte público que representa la expresión e identidad de las ciudades. Así lo describe Uriarte (2022), cuando menciona que las esculturas ocupan un lugar importante en la arquitectura y el diseño urbano, de igual forma que en la decoración de espacios interiores y exteriores, lo que justifica que aquellos personajes que han marcado la historia suelan representarse de esta forma.
Si bien es cierto que la expresión escultórica en los espacios públicos es algo propio de la modernidad, también es verdad que esta viene dejando su huella desde la antigüedad. En Roma, según registra la historia, los palacios, termas, villas, y principalmente el panteón, eran espacios dedicados a los héroes, gobernantes, semidioses y dioses, donde se representaba a seres idealizados y perfectos, dignos de admirar.
De ahí que esta forma de expresión escultórica fuese llevada hasta otras épocas, como en el Renacimiento italiano, en el que se conquistó los espacios públicos, con obras que representaban dominio, idealismo, reflejo del poder de familias como los Ludovisi, Médici y Borghese.
En el Barroco, con artistas como Bernini y grupos procedentes de toda Europa, la escultura tomó protagonismo en los espacios públicos, jardines y plazas. Posteriormente llegaría una época de apogeo de la escultura religiosa, auspiciada por la Iglesia católica, que dejó uno de los legados más importantes de la historia del arte. Favre (2015), basándose en la historia de la escultura en espacios abiertos, señala que el siglo XIX fue una época que marcó la expresión del arte público, y que su consagración se puede palpar hasta la actualidad, ya que el arte conquistó estos espacios. París adquirió un ritmo inusitado, constituyéndose en la ciudad, en primera instancia, ícono de la expresión de arte en espacios públicos, con una influencia avasallante en el mundo entero.
La influencia de esta técnica ha llegado a los rincones más recónditos del mundo, y muestra de ello es el Ecuador, donde en la provincia de Imbabura, San Antonio de Ibarra atrae a los consumidores de arte del mundo entero con sus esculturas en madera en diferentes técnicas de tallado y desbaste, entre otras, desarrollando eventos como la Bienal y simposios de escultura que convocan a artistas del sector y del país. Heredia López (2022) menciona que un evento reconocido a nivel nacional como la Bienal de Escultura en la parroquia de San Antonio de Ibarra viene realizándose hace ya quince años, como una plataforma que aborda la escultura clásica y contemporánea desde diversos rumbos de interpretación, sea desde el aspecto conceptual o material. Este espacio rompió con lo tradicional, ya que era la primera vez que en una parroquia con raíces escultóricas clásicas se daba apertura a nuevas formas de expresión, instalaciones, escultura textil, arte objeto, marcando una nueva concepción de la escultura en la parroquia y añadiendo desde entonces hasta la actualidad nuevas formas de expresión. El consumo del arte escultórico es un referente de la parroquia, porque no solo está en una galería o estantería, sino que va más allá e involucra al espectador como quien goza de la obra y la experiencia que tiene por medio de ella.
En relación con lo anterior, el simposio de motosierra es otro evento que se desarrolla en la parroquia cada febrero, desde hace doce años, reuniendo a cientos de turistas atraídos por la expresión de los artistas que participan en él, aproximadamente veinte escultores que dan forma a la madera con el uso de la motosierra. Pérez (2017) hace referencia a este simposio de escultura con motosierra como influenciado por un arte que nace en Europa, donde los leñadores, para encontrar una forma diferente de recrearse mientras desarrollaban sus actividades, realizaban figuras en los troncos de la madera que extraían en su labor, perfeccionando luego la práctica y llevándola a diferentes partes del mundo. Al respecto se reconoce a Ricardo Villacís, un artista sanantonence escultor que emigró a Alemania, como la persona que propuso traer este evento a la parroquia. Desde entonces, se han tomado como escenarios a la plaza artística cultural Heliodoro Ayala y al parque Francisco Calderón, que reciben como un gran atelier a expositores locales, nacionales y extranjeros, quienes demuestran su destreza con la motosierra.
Si se habla del consumo de arte público, se debe mencionar el arte mural, que como la escultura recorre la historia dejando su huella en el legado artístico de la humanidad. Esta expresión bidimensional es la que ha remplazado los lienzos por paredes a gran escala, en muchos casos en lugares privados, pero de mayor relevancia en espacios principalmente públicos, utilizando diversas técnicas heredadas de otras épocas, que hasta hoy están testificando una cultura que aspira a permanecer en el tiempo. Galea (2022) hace referencia a su importancia en la historia del arte, principalmente en la época del Renacimiento, cuando se utilizó el muralismo en templos religiosos y gubernamentales, teniendo como referencia a la Capilla Sixtina en el Vaticano, donde artistas como Ghirlandaio, Botticelli y Miguel Ángel pintaron frescos que permanecen aún hoy en sus paredes.
También puede señalarse el papel del muralismo mexicano, donde artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros fueron referentes e inspiradores, reflejando una cultura muy marcada por el indigenismo, la revolución y la post revolución. Reis (2022) hace referencia a la vigencia de los murales y cuadros después de cien años, por la profundidad de sus contenidos sociales convertidos en comunicación artística, con obras que reflejan el perfeccionamiento de las técnicas desarrolladas por los tres grandes muralistas y que han sido la mejor representación de México ante el mundo del arte.
El papel del muralismo en el arte público es indiscutible, ya que la historia refleja su legado en las paredes que permanecen en el tiempo y la influencia que estos movimientos artísticos han tenido en toda Latinoamérica. Es así que el dominio de esta técnica ha pasado por todos los espacios en el mundo, incluso llegando a la expresión muralista en la parroquia de San Antonio de Ibarra, que cuenta con una galería de arte urbano donde se resalta la riqueza cultural del pueblo. Así se expresa Pérez Paradiso (2021, p. 14) sobre los lugares públicos que albergan la expresión artística: “La ciudad se resignifica como un ambiente disponible para albergar obras con mensajes alternativos. El movimiento artístico no quiere intervenir la calle ‘porque sí’ sino que tal intervención tenga un mensaje de mucha fuerza. Que sea capaz de remover conciencias”. Basado en ello, San Antonio de Ibarra quiere recordar a los consumidores de arte que es un pueblo con raíces culturales muy fuertes, las cuales han sido plasmadas en sus paredes para no olvidar de dónde surgió.
El consumo del arte debe considerarse como una actividad ética y responsable, pues las obras son productos que tienen sus públicos específicos y la demanda obedece a consumidores que reconocen los valores de la obra. Por ello es preciso comprender que, dentro de una economía de mercado, nos encontramos diariamente con la dinámica de consumo crucial: el comercio artístico, el cual no solo impone una escala de valor a las obras sino también y de manera indirecta su precio (Blanco-Arroyo, 2011). El arte y la economía son indisociables, y en un entorno donde el precio de la obra no se determina solo por su valor intrínseco, sino que también influye el círculo social y los espacios donde se ubique, esto nos lleva a pensar que la sociedad define de la misma manera al individuo que a una obra de arte, siendo preciso comprender que, seamos espectadores o artistas, de este consumo artístico viene la clave de la identidad.
En la época actual, el arte se halla en una posición particular en relación con el consumo cotidiano, ya que ha perdido los valores reconocidos para transformarse en un objeto simple y decorativo de consumo que, lejos de ser visualizado por su valor estético, es solo aceptado en la práctica, impuesto como una moda al consumidor moderno de arte, por lo cual suele olvidarse con facilidad; sin embargo, es consumido con voracidad por estatus o compromiso, y lejos queda el valor que se le daba al arte en el pasado (Aguilar, 2013). La validez de una obra de arte para consumo del espectador debe incluir aspectos como la presencia en el imaginario artístico y el papel que tiene el propio arte en la identidad de los pueblos.
García Canclini (1995) define el carácter cultural del consumo de arte público, mencionándolo como un proceso de adquisición y uso de obras en el que la validez simbólica está sobre los valores de cambio y uso; de manera particular, los valores de cambio están dentro de la ponderación simbólica. Entonces, el consumo del arte público se da por la interpretación visual y perceptiva de los individuos, la conexión con la obra por medio del sentido de la visión, que permite interpretar según su nivel de comprensión y conocimiento la obra artística, por lo que sus sistemas simbólicos juegan un rol central; sin embargo, las preguntas que se haga el consumidor configuran en sí mismas el papel que tiene el arte público, y su consumo está presente aunque el propio espectador no tenga conciencia de ello, pues la relación que tiene con la obra es constante, en diferentes momentos del día, con diferentes públicos, de modo que el consumo cultural no termina (Montejo, 2012). El objetivo de este trabajo se da en el marco de estas referencias, con el análisis de las obras muralísticas y escultóricas de San Antonio de Ibarra, en relación con sus valores estéticos y culturales como elementos en el consumo cultural.
Materiales y método
Método hermenéutico dialéctico
Dada la naturaleza de la investigación, se usó el método hermenéutico dialéctico, que permite estudiar a profundidad la esencia de los fenómenos, los procesos del pensamiento, la sociedad y la naturaleza a través de un enfoque metodológico para su interpretación, lo que deriva en la reconstrucción del objeto de investigación a partir de los niveles comprensión (Matos et al., 2007).
Técnicas de investigación
Para el desarrollo de este estudio se utilizó la observación participante, la cual, según Ruiz (2019), “es una forma de acercamiento a la realidad social y cultural de una sociedad o grupo, pero también de un individuo. En ella el investigador se adentra en la realidad a estudiar junto al individuo o colectivo objeto de estudio” (párr. 8). Se realizó un recorrido por la parroquia de San Antonio de Ibarra, tomando registros fotográficos sobre cada obra ubicada en los espacios públicos, y desarrollando fichas de observación con los datos más importantes.
Así también, se hizo uso de entrevistas semiestandarizadas, considerando para su aplicación a personas que tienen conocimientos especiales, entendidas en el tema de investigación, lo cual las justifica como sujetos de información; además, se plantea la conveniencia de una mayor estandarización de las preguntas, a fin de elevar su riqueza y complejidad (Mata, 2020). Se entrevistaron dos artistas de la parroquia de San Antonio, conocedores de la importancia que tienen las obras públicas en el lugar: el artista Manolo Herrera, reconocido escultor y participante activo de los simposios de escultura a motosierra, y el pintor muralista Diego Tutillo.
Población y muestra
Condori-Ojeda (2020) define a la población como la unidad de análisis o elemento accesible donde se desarrolla el estudio. Para esta investigación, se estudió la producción de obras de arte público en la parroquia de San Antonio de Ibarra, reunida en cuarenta obras (murales y esculturas), como se muestra en la tabla 2.
Para el diagnóstico y recolección de datos se utilizó la técnica de observación directa, llegando a cada espacio donde están las obras para considerar los detalles de ubicación exacta, técnica utilizada, temática, autor y año.
Resultados y discusión
En el recorrido realizado por las calles de la parroquia rural de San Antonio de Ibarra, se pudo observar una gran cantidad de obras entre murales y esculturas ubicadas en el espacio público, que marcan un referente en la identidad del pueblo, las cuales se han clasificado de la siguiente manera para proceder a su interpretación (Tabla 3).
Con base en estos resultados, se reconoce la fuerte influencia que tiene en la población la actividad artesanal, ya que sobresale sobre toda la temática que se representa en los muros del lugar. Cada mural de este grupo de obras quiere expresar lo grandioso que es ser artista y artesano de San Antonio de Ibarra, es el orgullo del pueblo, lo demuestran en sus imponentes murales y en la forma como destacan a artistas con gran trayectoria a nivel local nacional y mundial. Estos murales han sido realizados por diferentes exponentes y colectivos en los últimos años, desde que se ha dado la apertura para este tipo de obras, en las que el uso de cromática diversa, contrastes tonales y figuras humanas expresivas lleva a la interpretación de las obras como dinámicas y emotivas.
Para entender este fenómeno, Peist-Rojzman (2022) menciona que, más allá de solo observar el producto finalizado, también es importante considerar el mercado donde entra, ya que no basta con hacer obras de arte para que el público intervenga o se realicen teorías sobre esta base, sino que además es primordial evaluar las condiciones en las que se producen, quiénes las ponen allí y quiénes las consumen. El arte urbano y público se comunica con sus obras y su entorno, hay una estrecha relación con la comunidad que se puede medir y valorar, cada detalle se fusiona con la mirada del espectador que se convierte en el protagonista al dar su interpretación de la obra (Gayo, 2019). En San Antonio de Ibarra, el consumo del arte mural tiene lugar principalmente debido a la actividad artística y comercial de la parroquia (Figura 1 y Tabla 4).
En el contexto de la entrevista realizada a Tutillo (en 2022), se destacan las siguientes respuestas:
¿Cuál es la temática que utilizó en sus murales realizados en San Antonio de Ibarra y por qué?
Se utilizó la temática cultural, ya que San Antonio posee mucha riqueza en este campo, las tradiciones y diversidad étnica fueron la base de la obra y es con lo que los espectadores se identifican.
¿Cómo revalorizan los murales la cultura de la parroquia?
Al presentar diversos elementos propios de su cultura, como los juegos tradicionales, la música, la gastronomía, recuerdan que tenemos una pertenencia a un lugar y a una cultura.
¿Qué trasmite su obra a los consumidores culturales?
El sentido de comunidad, quienes consumen el arte público de San Antonio, sean propios o turistas, se llevan una parte de su esencia, regresando cada vez a relacionarse con él.
¿Cree que los murales pueden ser un elemento turístico en San Antonio de Ibarra? ¿Por qué?
Definitivamente sí, ya que considerando la experiencia de otros pueblos mágicos, las rutas turísticas culturales han sido un elemento de reactivación económica importante.
Nota: representación de la actividad artesanal de San Antonio de Ibarra. Mural realizado por los artistas Cuatin y García.
Los primeros pobladores de San Antonio se asentaron en el territorio aproximadamente entre el 500 y el 1500 d. C., durante el señorío Caranqui, reconocido como un periodo de integración, del cual surgen diferentes pueblos como los huataviros y los natabuelas entre otros, que dejaron un legado cultural muy fuerte (Guía de San Antonio de Ibarra - Pueblos Mágicos Ecuador, 2021). San Antonio de Ibarra, ahora declarado un pueblo mágico del Ecuador, refleja en sus expresiones muralistas la riqueza de su cultura, la herencia indígena y la expresión de costumbres como los juegos tradicionales, junto con la alegría que caracteriza al pueblo por su gente, su música y su gastronomía.
Al contemplar las obras que reflejan diferentes aspectos de la cultura de la parroquia, se puede interpretar que las raíces heredadas de generación en generación están presentes en el imaginario de los habitantes del sector y el consumo del arte también está presente en el ámbito cultural. Según Téllez (s. f.), el consumo artístico tiene una estrecha relación con la sensibilidad que genera el producto cultural, pero “a veces es necesario fomentar el desarrollo de esta capacidad, la cual requiere de productos culturales que se acerquen a la capacidad de asombro y al acto lúdico dispuesto por el consumidor” (p. 126). Este concepto sugiere que en el acto de consumo artístico, particularmente de productos culturales de un pueblo, debe reflejar un sentido de pertinencia en los contenidos de la obra para generar la conexión con el espectador (Figura 2 y Tabla 5).
Nota: el mural representa a varios niños jugando en las calles del pueblo. La obra fue realizada por el artista Diego Tutillo.
La expresión muralista en Latinoamérica refleja una parte importante de la cultura de los pueblos colonizados y la influencia española en relación con las creencias religiosas. Romero (2020) menciona sobre la religiosidad que “la transmisión de la fe involucra a los términos de una relación, a sujetos individuales y colectivos que se relacionan en el contexto de una cultura y un determinado orden social” (p. 237). Esta relación estrecha es la que se puede palpar con el público que consume este tipo de arte religioso, en una parroquia considerada en un 90 % católica, además de que en el oficio del artesanado la temática religiosa es la principal.
En este contexto es relevante comprender que el nombre del pueblo viene de su patrono San Antonio de Padua, y las fiestas se dan en honor a él y a la Virgen de las Lajas, a la cual se le atribuye un milagro realizado en el sector y el nombre del santuario. De igual manera, se hace referencia a monseñor Leonidas Proaño, un obispo oriundo del lugar, recordado por ser el defensor y protector de los indígenas y pobres, por ello la representación de estos personajes está latente en sus muros.
También cabe señalar a la Escuela Quiteña y a artistas como Samaniego, Caspicara, Legarda, Miguel de Santiago, entre otros, quienes realizaron en diversos templos obras basadas en personajes bíblicos y religiosos, y que fueron el referente desde los inicios de esta actividad en San Antonio de Ibarra, forjando artesanos que desarrollaron sus obras basándose la doctrina católica (Jiménez, 2016). Por ello, al momento de transitar las calles de la parroquia, los espectadores se detienen a observar con cierta reverencia las representaciones religiosas de los custodios de su pueblo (Figura 3 y Tabla 6).
Nota: el mural refleja las creencias religiosas de San Antonio de Ibarra, el milagro de la Virgen de las Lajas, realizado por los artistas Yandún, Escobar y Tepú.
Los bustos son una forma escultórica que nace por la necesidad de solemnizar e inmortalizar en una obra de arte a un personaje ilustre, alguien que suele tener relevancia en el campo de la política, la cultura o el arte, con unas características más o menos estandarizadas: un pedestal de cuatro lados, sobre el cual se ubica el busto con la referencia del personaje en una placa (Fernández, 2020). La escultura en San Antonio de Ibarra es la técnica principal en la labor artesanal y está particularmente relacionada con la representación de personajes ilustres del pueblo.
Entre los maestros artistas que son referentes de la parroquia se encuentra Daniel Reyes (Figura 4), ya que por su aporte a la enseñanza de estas técnicas el instituto de artes lleva su nombre. Otros artistas igualmente icónicos son Gilberto Almeida, gran pintor reconocido a nivel nacional e internacional; José Antonio Chuquín, uno de los primeros alumnos del Liceo Daniel Reyes y destacado escultor en piedra, cuyas obras están en todo el mundo y dejan su legado en la parroquia; Emma Montesdeoca, mujer que ejerció la labor docente en el área de las artes plásticas, formando a muchos personajes de fama internacional que pasaron por sus aulas; y Vicente Venegas, excelente escultor, quien refleja en su obra la calidad de los artistas de San Antonio de Ibarra.
Estos bustos identificados, ubicados en el ingreso a la parroquia, fueron realizados en diferentes técnicas como piedra y fibra de vidrio. La conmemoración de estos personajes da identidad a su pueblo, y quienes se acercan y reconocen su trayectoria se apropian de este legado.
Nota: escultura en fibra de vidrio realizada por Vicente Bolaños.
Obras realizadas en los simposios de escultura a motosierra
La creación de obras de madera con motosierra en San Antonio de Ibarra convoca un simposio artístico cultural que ha trascendido fronteras, el cual se viene desarrollando cada año en el feriado de carnaval, y congrega desde el 2010 a cientos de personas que asisten a mirar este proceso de creación durante cuatro días en la plaza artística intercultural Heliodoro Ayala. Con exponentes de la localidad y nacionales, la participación en el evento se da gracias a la gestión del gobierno autónomo parroquial y de la comunidad, que apoya con la logística y la alimentación de los participantes.
En entrevista realizada en 2022, el artista Manolo Herrera menciona lo siguiente en relación con el tema:
-¿Cuál ha sido su experiencia de participación en los simposios de escultura en San Antonio de Ibarra?
Participar en estos eventos ha sido de gran importancia, sobre todo para dar a conocer al mundo el talento que existe en San Antonio de Ibarra, [ya que] los artistas que participamos en estos simposios exportamos obras a todo el país y ellas forman parte de estas galerías urbanas, recordando a quienes las miran que San Antonio genera arte para el mundo.
-¿Cree usted que las esculturas realizadas en estos simposios, expuestas en los espacios públicos, reflejan la cultura del pueblo? ¿Por qué?
Sí, estas obras están desarrolladas alrededor de la temática cultural, lo que se quiere es que en cada rincón donde se ubican estas obras esté una parte de la cultura del pueblo.
-Según su criterio, ¿cree que los consumidores culturales se identifican con las obras que se exponen en el espacio urbano de San Antonio de Ibarra? ¿Por qué?
Esa fue la idea que motivó a la instauración de este simposio, dejar un legado en la obras para el consumo de quienes somos de aquí y de quienes vienen por las artesanías y se llevan la experiencia de interactuar con estas obras de libre acceso.
-¿Las obras que están expuestas en los espacios públicos pueden ser un elemento para uso de turismo cultural? ¿Por qué?
Sí, por supuesto, es más, ya son parte del turismo de la parroquia, los clientes que visitan mi taller me comentan que se quedan admirados de cómo en el pueblo han colocado obras tan impresionantes que expresan la riqueza cultural.
En San Antonio de Ibarra, cada año se abordan diferentes temáticas relacionadas con la cultura y la tradición, aspectos religiosos como el nacimiento de Jesús y otros, con el propósito de atraer el turismo local, nacional e internacional. Estas temáticas están basadas en componentes de identidad local y son realizadas en equidad de condiciones (Gobierno Autónomo Descentralizado de San Antonio de Ibarra, 2022). En las tablas 7 y 8 se puede observar una recopilación de obras que componen la galería de arte público escultórico en la parroquia.
La interpretación de una obra escultórica se enmarca en diferentes componentes, tales como el tema, que es de donde parte la composición, siendo que en este caso las esculturas tienen una temática netamente cultural; los elementos técnicos, como el uso de diversos materiales para su representación, en este caso la madera y la motosierra; y los elementos plásticos, dentro de los cuales se puede observar la línea que representa los volúmenes de cada obra y que lleva al movimiento, así como el espacio, la luz y el color que marca una diferencia, ya que se muestran las texturas originales de la madera cubierta por un barniz para protegerla del paso del tiempo.
Nolivos et al. (2020) señalan que, en el Ecuador, desde la segunda mitad de los años setenta el arte ha estado presente en los espacios públicos y se han hecho actividades de arte comunitario que lo involucran como medio de inclusión, de modo que la relación entre este y las comunidades locales se ha vuelto más activa. El consumo del arte es sin duda un aspecto primordial en la identidad de San Antonio de Ibarra, y las esculturas se muestran como un reflejo de su identidad, pero de una manera alegre, como sucede con la temática infantil, en la que se observan niños en diferentes actividades y juegos propios de la cultura, o aquellas que demuestran la diversidad étnica y expresiva de la gente y que se ubican en el parque Francisco Calderón, junto a las galerías artesanales, buscando el contacto con el consumidor para regalarles la experiencia de descifrar la obra.
Luque-Rodrigo (2020) hace referencia a la importancia de estos eventos: “La organización de festivales, concursos y demás eventos no ha logrado que desaparezcan las pintadas irregulares en las ciudades, aunque sí ha dado pie a la creación de museos al aire libre o rutas, que adquieren incluso interés turístico” (p. 87).
Conclusiones
El arte público se enmarca en una nueva galería urbana que acoge a diversos consumidores del arte contemporáneo, esperando conservar el patrimonio cultural que tienen los pueblos. La conmemoración de la cultura y el aporte al decorum urbano se presenta como una propuesta para fomentar el consumo del arte desde la perspectiva del turismo. Con relación a esto, De Lecea (2004) afirma que “el espacio público no es la residencia de las musas sino la de los ciudadanos […] sacralizarlo lo empobrece, y las obras ya tienen bastante competencia con la publicidad y con el mobiliario urbano como para competir entre ellas mismas” (p. 8). Los ciudadanos son quienes protagonizan este sistema de consumo artístico al cual tienen libre acceso. En San Antonio de Ibarra, estas galerías de arte público son parte del patrimonio y la identidad cultural, del arraigamiento que la población tiene con su pueblo. Recorrer las calles y contemplar sus obras, reconocer los materiales utilizados, como las maderas, y admirar a los creadores inmortalizados en estas obras, llena de orgullo a sus pobladores y de manera persuasiva hace al consumidor regresar cada vez al mismo lugar, asumir como suya la temática expresada en los murales y las esculturas, tanto como la huella que deja la interpretación subjetiva en cada espectador.
Las bienales de escultura han hecho que San Antonio de Ibarra sea reconocido a nivel local y nacional, de la misma manera que los festivales de arte urbano y muralismo y los simposios de escultura a motosierra celebrados en las calles de pueblo permanentemente. Todas estas expresiones constituyen una gama diversa e interesante de la expresión artística pública en la parroquia, que, al interpretarla desde el punto de vista estético, artístico y cultural, deja como resultado un potencial para el consumo de las obras de arte resguardadas por una comunidad que las ha hecho parte de su patrimonio como un referente para atraer al turismo y mejorar la economía local.
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Notas
*
Artículo de investigación.
Origen de esta investigación
Este artículo es resultado de un proyecto de investigación de tipo cualitativa-descriptiva. Este tipo de estudios involucran al investigador como elemento principal, ya que se requiere fundamentar datos desde la realidad, y van direccionados a desarrollar un estudio “desde dentro” (Posso, 2013). Se considera como sujetos de investigación a las obras de arte público, esculturas y murales, de la parroquia de San Antonio, con el objetivo de estudiar las características que tienen estas obras e interpretarlas desde la perspectiva del consumo cultural.
Notas de autor
a Autora de correspondencia. Correo electrónico: apchuquin@utn.edu.ec
Información adicional
Cómo citar: Chuquín, A.-P. y Posso-Yépez, M. (2024). El arte público como parte del consumo cultural en la parroquia de San Antonio de Ibarra, Ecuador. Apuntes, 37. https://doi.org/10.11144/Javeriana.APU37.appc