Redes científicas y construcción de conocimiento: el caso de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) *

Scientific networks and construction of knowledge: case of the Ibero-American Network for Research in Imaginaries and Representations (RIIR)

Redes científicas e construção do conhecimento: o caso da Rede Ibero-americana de Pesquisa em Imaginários e Representações (RIIR)

Felipe Andrés Aliaga , Oscar Basulto Gallegos , Laura Ximena Romero Soler

Redes científicas y construcción de conocimiento: el caso de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) *

Signo y Pensamiento, vol. 42, 2023

Pontificia Universidad Javeriana

Felipe Andrés Aliaga a

Universidad Santo Tomás, Colombia


Oscar Basulto Gallegos

Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile


Laura Ximena Romero Soler

Universidad Santo Tomás, Colombia


Recibido: 09 noviembre 2022

Aceptado: 14 agosto 2023

Publicado: 13 septiembre 2023

Resumen: Partiendo desde las ciencias sociales, se busca indagar, a través de una serie de variables teóricas centrales, en el proceso de construcción de conocimiento en red: una comunidad red, la inter y transdisciplinariedad en la construcción de conocimiento, la internacionalización de la academia y la morfología red con una orientación científica. Por tanto, el objetivo del trabajo es identificar significaciones en torno al conocimiento científico desde los propios actores que impulsan el trabajo en red, a partir de una visión iberoamericana. Se toma como caso la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR), con entrevistas a veintisiete de sus miembros activos provenientes de Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, España, Honduras, México y Perú. Dentro de los resultados se constata que la red facilitaría la construcción de una identidad científica y se conforma como un espacio favorable para el conocimiento, con dinámicas cooperativas que permitirían la conformación de una academia internacional basada en una activa participación de sus miembros.

Palabras clave:ciencias sociales, internacional, comunidad, intercambio, información.

Abstract: Starting from the social sciences, it seeks to investigate a series of central theoretical variables in the process of construction of knowledge in the network: a network community, inter and transdisciplinarity in the construction of knowledge, the internationalization of the academy and network morphology with a scientific orientation. Therefore, the objective of the work is to identify meanings around scientific knowledge from the very actors who promote networking, from an Ibero-American vision. The Ibero-American Network for Research in Imaginaries and Representations (RIIR) is taken as a case, interviewing twenty-seven of its active members from Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Spain, Honduras, Mexico and Peru. Among the results it is verified that the network would facilitate the construction of a scientific identity, it is formed as a favorable space for knowledge, with cooperative dynamics that would allow the formation of an international academy based on the active participation of its members.

Keywords: Social Sciences, International, Community, Exchange, Information.

Resumo: Partindo das ciências sociais, busca-se investigar uma série de variáveis teóricas centrais no processo de construção de conhecimento em rede: uma comunidade rede, a inter e transdisciplinaridade na construção do conhecimento, a internacionalização da academia e a morfologia de rede com uma orientação científica. Portanto, o objetivo do trabalho é identificar significados em torno do conhecimento científico a partir dos próprios atores que impulsionam o trabalho em rede, a partir de uma visão ibero-americana. Toma-se como estudo de caso a Rede Ibero-Americana de Pesquisa em Imaginários e Representações (RIIR), entrevistando vinte e sete de seus membros ativos provenientes da Argentina, Colômbia, Chile, Equador, Espanha, Honduras, México e Peru. Entre os resultados, constata-se que a rede facilitaria a construção de uma identidade científica, conformando-se como um espaço favorável para o conhecimento, com dinâmicas cooperativas que permitiriam a formação de uma academia internacional baseada na participação ativa de seus membros.

Palavras-chave: ciências sociais, internacional, comunidade, intercâmbio, informação.

Introducción

Las redes científicas han jugado un papel de actuación y participación global. Los medios de comunicación, hoy digitalizados para su difusión e intercambio informacional, son unas de las fuentes primarias para abordar los datos, extraer, generar, gestionar y compartir conocimiento. Estos escenarios dan apertura a la capacidad de interactuar y tener respuesta frente al manejo de un gran volumen de información. En las ciencias sociales esta dinámica dio paso a altos ritmos investigativos y de actividad académica, de manera que las nuevas formas de hacer investigación generaron una articulación de mayor amplitud territorial y de actores, así como un constante intercambio que potencia nuevas formas de hacer y construir saberes.

Según Boshell (2011), en su estudio sobre redes académicas y producción de conocimiento pertinente, son múltiples intereses los que se tienen que articular para la cooperación y el logro de los fines sociales del conocimiento, en un modo integrado entre los propios actores. Para comprender este objetivo, la autora plantea que es necesario “conocer los intereses y las lógicas de las diferentes organizaciones o instituciones, con el propósito de garantizar procesos realmente cooperativos, disciplinarios, interdisciplinarios o transdisciplinarios, que armonicen lo misional de cada una” (p. 60). Por su parte, según Bedoya et al. (2018) en su análisis de literatura sobre redes, para que se produzca el desarrollo del conocimiento se necesita, por ejemplo, “el flujo libre de información; de las sensaciones, y hasta de los pensamientos” (p. 10). La red permite compartir ideas y el reconocimiento se da por la contribución, lo que facilita la cooperación y su conformación como factor de desarrollo.

En este ámbito, la internacionalización de las organizaciones tiene un rol en los desafíos de la globalización, en donde la educación superior asume un eslabón fundamental, ya que como indica Goldstein (2021) favorecen relaciones entre instituciones de educación superior, “las redes académicas, actualmente son consideradas una herramienta poderosa en sí mismas que promueven el desarrollo científico y la gestión del conocimiento, tanto en el espacio interno como en el contexto internacional” (p. 90), también facilitan la conexión con la globalización y el beneficio social. García (2010) refuerza la relevancia de las colaboraciones entre instituciones académicas de diferentes países, lo que ha permitido el intercambio de conocimientos, recursos y experiencias. De esta forma, las redes son fundamentales para una cultura académica que se oriente al funcionamiento de la cooperación internacional (Orantes, 2011).

Vista la relevancia mencionada, las redes en Iberoamérica se constituyen en organizaciones que contribuyen a esta continua construcción, almacenamiento y difusión del conocimiento científico-social. Estas interactúan en el mundo virtual con una lógica de red como el caso de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR). Varias de ellas, al menos en Latinoamérica, originadas desde diversas disciplinas de las ciencias sociales, como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP), la Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA), la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación social (FELAFACS), han forjado estrategias diversas para potenciar las nuevas formas de crear conocimiento.

Todas estas entidades, en general, declaran su conformación para favorecer la investigación científica. CLACSO (2020) se fundamenta en promover, producir y difundir conocimientos científicos, facilitando el encuentro entre la comunidad científica y la sociedad con la participación constante de actores sociales, políticos y culturales. ALAS (2020), por su parte, busca fomentar la colaboración científica forjando espacios de encuentro y diálogo, en donde el debate de problemas y la defensa de los intereses comunes es una constante en el diálogo de saberes interdisciplinares. ALAIC (2018) que se centra en promover las actividades de investigación en el pregrado, postgrado y la actualización continúa dando apertura a todo tipo de investigadores. FELAFACS (2015), a su vez, que se centra en favorecer la creación de plataformas de almacenamiento de información y conocimiento, y la generación de bases de datos para su difusión e intercambio.

De esta manera, en el presente artículo se toma el caso de la Red Iberoamericana de Investigación sobre Imaginarios y Representaciones, en primer lugar, dado que nunca se ha realizado una investigación en torno a esta red y en sus principios de conformación se evidencia la relación interdisciplinar de sus miembros (RIIR, 2020), como las posibilidades de generar más apertura teórica, epistemológica y metodológica. Esta red se centra en comprender la relevancia actual del trabajo científico a partir de una serie de autores en torno a imaginarios y representaciones, teniendo una base teórica y metodológica sobre la cual discurren múltiples tipos de investigación. Su accionar en un espacio iberoamericano permite comprender un contenido contextualizado y que se articula en diferentes grupos de trabajo y actividades propias que conformarían un tipo de comunidad científica.

Por lo tanto, en la misma línea del objetivo general, esta investigación se plantea la pregunta: ¿Qué significaciones en torno a la construcción de conocimiento genera la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) desde la voz de sus integrantes? Se busca comprender cómo los actores perciben, interpretan y valoran el conocimiento a través de la colaboración y la interacción en red, por lo que se indaga en las experiencias, creencias, valores y perspectivas de un grupo de investigadores que tienen participación activa, considerando como ejes teóricos clave en el análisis la conformación de una comunidad, la interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, la internacionalización de la academia y la morfología red con una orientación científica. Dichos ejes teóricos son seleccionados en respuesta a las tendencias identificadas, en torno a la construcción de conocimiento en redes académicas.

Marco teórico

La conformación de la comunidad

Existen diversas aproximaciones en torno a la idea de comunidad desde la sociología clásica, De Marinis (2005), por ejemplo, recoge las ideas de F. Tönnies en la diferencia entre comunidad y sociedad, en cuanto la primera como voluntad esencial, natural y orgánica en una relación de vivir en común; y la segunda más racional o reflexiva, estando unos con otros sin estar verdaderamente unidos. Otras ideas importantes, recogidas por De Marinis, son las de M. Weber relacionadas con el sentimiento subjetivo de la pertenencia común, o de É. Durkheim en torno a la solidaridad mecánica y orgánica, G. Simmel desde sus reflexiones sobre la despersonalización y la disolución de los vínculos, así como otras perspectivas que vuelven amplio y relevante el concepto. Bialakowsky (2010) indica que la comunidad tiene una gran relevancia en la teoría sociológica contemporánea. Por ejemplo, por medio de la comunidad de comunicación en Habermas, o la comunidad y los procesos de reflexividad de la modernidad tardía en Giddens, el autor constata que la comunidad se conforma como un “concepto límite” (p. 25). Cuestión que Sasín (2010) también plantea como un “recurso comunitario” para describir el presente y que se ve implícito en la distinción interconectada de comunidad/sociedad.

De Marinis (2005) plantea que la comunidad, más que un significado simple atribuido a un agrupamiento social, sería: “esa sensación de estar “más o menos juntos” y avanzar (o retroceder) en cursos comunes de acción sobre la base de ciertos rasgos compartidos (intereses, gustos, riesgos, peligros, inclinaciones, orientaciones éticas o estéticas, aficiones, etc.)” (p. 29). Siguiendo al autor, existiría una diferencia entre las viejas comunidades presociales y las contemporáneas postsociales, siendo las primeras caracterizadas por la adscripción compulsiva, en donde prácticamente se nacía en ellas y era inusual abandonarlas, procedían de la memoria, del pasado o de mitos, acogiéndose al territorio y la copresencia en un solo entorno como un todo. Las segundas estarían caracterizadas por la voluntariedad, siendo más laxas, con menos garantía de perduración, sin embargo, los integrantes pueden tener una participación activa, en cuanto se mantengan altas las motivaciones, muchas de estas comunidades son desterritorializadas, no requieren la presencialidad e incluso pueden ser virtuales, estas son plurales y con un carácter voluntario de adhesión, o de salida “establecen un archipiélago de partes sin todo, sin borde exterior” (De Marinis, 2005, p. 30).

De esta forma, considerando que hay múltiples abordajes teóricos del concepto De Marinis (2012) expone una serie de registros sociológicos elementales para comprender la comunidad: como antecedente histórico de la sociedad moderna o lo que hemos dejado de ser; como tipo ideal de relaciones sociales; como escenario utópico de un futuro venturoso; como un artefacto tecnológico para la reconstitución de los lazos desgarrados de la solidaridad social; como sustrato de la vida en común. El autor plantea que la comunidad pareciera tener una reactivación en las últimas décadas del siglo XX hasta la actualidad, tanto desde las iniciativas estatales como desde los agrupamientos sociales en lo que denomina una “explosión de ‘motivos comunitarios’” (p. 17).

El pensamiento de Bauman (2003) nos conecta con las comunidades como “una postulación, un proyecto y no una realidad, algo que viene después y no antes de la elección individual” (p. 180). En este sentido, la comunitarización es una especie de respuesta frente a la licuefacción de la vida moderna, frente al desequilibrio entre la libertad individual y la seguridad, por ejemplo, debido a la fragilidad de los vínculos humanos. De esta forma, la comunidad ideal es una especie de anhelo en donde las personas buscarían refugio.

En este plano, la comunidad aparece como un lugar ideal (Bauman, 2006) “la comunidad es un lugar “cálido”, un lugar acogedor y confortable” (p.5), sería un espacio de seguridad, entendimiento y confianza, donde las personas no son extraños, hay una convivencia amable y las personas se desean lo mejor, “en una comunidad podemos contar con la buena voluntad mutua” (p.6). Sus integrantes pueden cometer errores, poder enmendarlos y no sentir vergüenza, sin embargo, en tiempos despiadados, de rivalidad y competencia, “representa el tipo de mundo al que, por desgracia, no podemos acceder, pero que deseamos con todas nuestras fuerzas habitar y del que esperamos tomar posesión” (p.7). De esta forma se apela a lo imaginado, a una comunidad soñada, ya que en general la comunidad realmente existente, encarnada exigiría obediencia y al parecer nunca se alcanzaría la plena libertad y seguridad. El problema es querer alcanzar la comunidad soñada y que la realmente existente sea opuesta e intensifique los temores y la inseguridad. De esta forma la comunidad puede ser comprendida como un proyecto dinámico en construcción permanente, como un lugar de protección y cuidado, o como un espacio de encuentro y de empatía.

Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad

Cuando se habla de inter y transdisciplinariedad, se afirma la existencia de una relación entre disciplinas del conocimiento. Riveros, et al. (2020), en su estudio sobre las diferencias entre el trabajo multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario, definen que de lo que se trata es de “operacionalizar algunas distinciones, que más allá de la discusión epistemológica, permitan el abordaje de algunas de estas modalidades de generación del conocimiento en el trabajo académico, con especial foco en la investigación” (p. 4).

En términos de Bolio (2019), la diversa movilidad social y la consolidación de nuevos retos para las sociedades repercutió en la multiplicidad de formas académicas de hacer conocimiento que remitieron en un exponencial crecimiento investigativo. Las nuevas formas de construir saberes se fundamentaron en la nueva etapa tecnológica que dio respuestas a una forma más consolidada y exigente de hacer epistemología, trayendo consigo alianzas que hoy hacen más demandante a la academia.

Entonces, cuando Riveros et al. (2020) hablan de interdisciplinariedad, la definen como trabajo cooperativo entre dos o más áreas del conocimiento. Klein (1996), señala que para lo multidisciplinar el carácter de interacción es la yuxtaposición y para la interdisciplina es la integración de conceptos, metodologías y prácticas. Por tanto, el fundamento inter constaría en la integración de la teoría o elementos de la teoría científica. Además, afirma que, desde un recorrido en el campo del conocimiento, son sólo los expertos quienes ponen límites de su disciplina y son ellos mismos quienes autocontienen y representan a las mismas, con las cuestiones positivas o negativas que ello pueda conllevar.

Desde una mirada inter hay una constante interacción de epistemología y saberes, sin olvidar el punto de partida, y una trans, que difumina los límites y permite construir nuestras estructuras y herramientas conceptuales. De esta manera, a pesar de que existen diferencias en las distintas formas de trabajo, hay características que permiten agrupar las particularidades (inter y transdisciplinar) (Riveros et al., 2020). “Estas distinciones construyen discursos y corrientes que se posicionan desde distintos significados y que se encuentran actualmente en debate en diferentes comunidades científicas” (p. 5). Son las alianzas y los encuentros comunes quienes darán la nueva explicación epistemológica para interconectar el conocimiento a través de redes científicas, en este caso. Así mismo, según venimos desarrollando, Follari (2013) señala: “como punto fundamental, es preciso comprender que la interdisciplinariedad no constituye un ataque a las disciplinas, sino una manera de enriquecerlas y sacar más beneficio de sus aportaciones” (p. 14).

También, al considerar la evolución de la ciencia y las disciplinas, es importante replantearnos el modo en que las concebimos. Piaget (1979), Klein (1996) y Senge (2006) sugieren que la ciencia debe adaptarse y evolucionar para enfrentar los nuevos desafíos de la sociedad y la complejidad del conocimiento. Además, Klein (1996) aboga por superar las fronteras rígidas entre disciplinas para abordar problemas interdisciplinarios de manera más efectiva. Y Senge (2006) destaca la necesidad de aprender a pensar en sistemas y trabajar de manera colaborativa.

A su vez, Senge presenta aspectos relevantes para abordar problemas complejos a través de la integración de múltiples disciplinas y la creación de equipos de aprendizaje interdisciplinarios. Así mismo, Moran (2010) examina el crecimiento de la interdisciplinariedad en diferentes campos de estudio, su impacto en la academia y cómo ha llevado a nuevas formas de abordar la investigación y la enseñanza, cuestión que va en el mismo ámbito de preocupación que venimos desarrollando.

Por otra parte, Nicolescu (2002) señala que el concepto de transdisciplinariedad busca integrar conocimientos de diversas disciplinas en un marco conceptual unificado que abarque la totalidad del conocimiento humano, por tanto va más allá de la interdisciplinariedad. Esta perspectiva permite trascender las limitaciones de las disciplinas individuales y abordar problemas complejos desde una visión holística, cuestión que complementa Evans (2010), al explorar la interacción entre la ciencia y la religión desde una perspectiva transdisciplinaria. Desde esta última perspectiva, Nicolescu (2002) evidencia la importancia para resolver desafíos globales y fomentar un enfoque holístico de la ciencia y la investigación.

Las redes científicas en la “internacionalización” de la academia

La internacionalización del saber no es un concepto nuevo, señala Cañón (2005), pues la trasmisión del conocimiento ha jugado un rol protagónico e histórico en la transferencia de saberes y de formas de consolidar figuras académicas desde los cimientos de la educación. “La educación superior en el mundo nace en un proceso de internacionalización no suficientemente estudiado” (p. 106). La necesidad de internacionalizar el conocimiento, según el autor, forjó nuevas dinámicas educativas transversales con la tecnología, el territorio y la competitividad global, que a su vez eliminó fronteras y barreras para la academia.

Es decir, la globalización o internacionalización en la academia es una dinámica constante que rompe con paradigmas, su implicación radica en reinventar y conectar la concepción e ideas que llegan a permear diversos espacios de investigación. Álvarez (2017), a través de la UNESCO, reconoce que la internacionalización del conocimiento en territorios de América Latina no cuenta con instituciones como la Unión Europea. Sin embargo, América Latina ha gestionado la internacionalización de la academia por medio de grandes redes universitarias.

Entonces, “la internacionalización como estrategia institucional debe asumirse como herramienta de adaptación de la educación superior a la sociedad actual y como tal debe concebirse como una estrategia que puede permitir a las instituciones identificar oportunidades y mermar los riesgos que supone el propio proceso de internacionalización mundial” (Cañón 2005, p.124). Por tanto, la generalidad de la internacionalización en términos de Álvarez (2017) recae en resaltar la influencia de la globalización como principal factor determinante de los nuevos flujos de conocimiento. Como respuesta a esto, la circulación de movilidad virtual en ausencia de posibilidades a desplazamientos físicos flexibiliza el ejercicio internacional del traslado “académico”, permitiendo así una mayor articulación de la información.

Además, se plantea que la evolución de las Tics (Tecnologías de la información y la comunicación social) ha fomentado la articulación de redes de conocimiento como carácter innato a las nuevas formas de producción en el mundo global, pues la facilidad de movilidad informacional en conjunto con la demanda a respuestas del mundo actual termina en apertura de nuevos espacios y líneas de investigación interconectada (Álvarez, 2017). Por cierto, también hay que tener en consideración, como parte de la ecuación, que la apertura de la educación superior al mercado y su consideración como un servicio comercial a escala mundial, con su consecuente mercantilización, son dos manifestaciones de esta globalización y los supuestos catalizadores de la internacionalización de la educación superior dentro de esta visión. Como resultado de lo anterior, Álvarez afirma que la creación de las comunidades académicas son el resultado de la necesidad del desarrollo universitario y resistencia mercantil en la que la cooperación es la nueva modalidad de ejercer el saber.

Dichas comunidades juegan un papel fundamental en la investigación y las nuevas modalidades de producir conocimiento en los escenarios científicos interconectados. Como respuesta a esta demanda real, Cañón (2005) afirma que el nuevo paradigma de conocimiento se construye por medio de redes cuya finalidad se direcciona a resolver problemas, en vez de buscar la verdad con propósitos y funciones meramente académicas. La cooperación institucional se puede ver desde diversas formas de profundizar y explorar en el conocimiento o una nueva forma de mercantilización. Por tanto, aspectos como la confianza, los vínculos y el reconocimiento son factores vitales que impiden la instrumentalización del saber para la sostenibilidad de la comunidad académica. De igual forma, el autor agrega que la interconexión es un instrumento que ha permitido sobrepasar los límites de la academia, incrementando sus capacidades y explorando nuevos escenarios que pueden ser tanto dañinos como beneficiosos para la construcción de conocimiento en conjunto.

En la misma línea de lo que venimos planteando, Slaughter y Rhoades (2004) agregan que las instituciones académicas, en un esfuerzo por competir en un mercado globalizado, han adoptado prácticas de gestión empresarial y han buscado fuentes alternativas de financiamiento, lo que ha llevado a la emergencia de lo que denominan "capitalismo académico". Este enfoque empresarial ha afectado la forma en que se lleva a cabo la investigación y la enseñanza, lo que a su vez ha influido en la dinámica de las redes académicas. Corsi y Kudrya (1998) agregan que las redes científicas internacionales estarían operando a través de estrategias para acceder a nuevos mercados y fuentes de conocimiento, destacando la cooperación científica y tecnológica a nivel internacional como una oportunidad en un mundo cada vez más interconectado.

La conformación de la morfología red

Analizamos la morfología red desde el pensamiento de Castells (1996), el cual plantea como en la sociedad capitalista y de transformaciones en la estructura social se han producido nuevos sistemas de comunicación en torno a un lenguaje digital que resulta universal y posee redes informáticas interactivas. En ese sentido, se configura una economía informacional y global, en donde el manejo de la información está basado en el conocimiento. En este nuevo tipo de estructura social la cultura emerge como multifacética y virtual, y surge un nuevo sistema de comunicaciones que transforma el tiempo y el espacio, basado en la atemporalidad del hipertexto audiovisual y digitalizado. Aparece la morfología de red, o la lógica de interconexión, en donde se utilizan sistemas de información, En “esta configuración topológica, la red, ahora puede materializarse en todo tipo de procesos y organizaciones mediante tecnologías de la información de reciente disposición” (p. 105).

En la era de la información, agrega Castells, las funciones y procesos dominantes se organizan más en torno a redes. “Éstas constituyen la nueva morfología social de nuestras sociedades y la difusión de su lógica de enlace modifica de forma sustancial la operación y los resultados de los procesos de producción, la experiencia, el poder y la cultura” (p. 548). De esta forma, la estructura tecnológica hace que la red impacte toda la estructura social, en donde los flujos de información adquieren más relevancia que los flujos de poder. Inclusive, esta morfología adquiere preeminencia por sobre la acción social.

Así mismo, para Castells una red sería “un conjunto de nodos interconectados” (p. 549), los que adquieren sentido dependiendo del tipo de red y cuya intensidad de la interacción depende de su pertenencia a la misma red. Las redes son abiertas y se pueden expandir sin límites, “integrando nuevos nodos mientras puedan comunicarse entre sí, es decir, siempre que compartan los mismos códigos de comunicación (por ejemplo, valores o metas de actuación)” (p. 550). En este sentido, indica Castells que todos los componentes de la red son nodos; “su función y su significado dependen de los programas de la red y de su interacción con otros nodos de ésta” (p. 45). Estos nodos adquieren más importancia a medida que absorben y procesan mayor información, contribuyendo a la eficacia de la red, aunque todos son importantes para la misma. Entre los nodos circula información, es decir, las redes procesan flujos y cuentan con programas que asignan objetivos y reglas. Es la fuerza de las redes que son flexibles, se adaptan y tienen capacidad de autorreconfiguración.

Castells indica que las redes no tienen límites fijos: “están abiertas y poseen numerosos vértices, y su expansión o contracción depende de la compatibilidad o competencia entre los intereses y valores programados en cada red y los intereses y valores programados en las redes con las que entran en contacto en su movimiento de expansión” (p. 44). De esta forma, la sociedad red, según el autor, está conformada por redes globales, nacionales y locales en un espacio multidimensional de interacción social, en donde las configuraciones relativamente estables de las intersecciones de las redes van construyendo la sociedad; en donde los límites pueden ser volátiles y pueden competir o cooperar con otras redes. En la sociedad red, todas las personas se pueden ver afectadas por los procesos que tienen lugar en las redes globales.

Metodología

Este estudio es de tipo cualitativo y exploratorio, y su objetivo es identificar significaciones en torno al conocimiento científico desde los propios actores que impulsan el trabajo en red, a partir de una visión iberoamericana e interdisciplinar. Debido a su pertinencia, se decide trabajar con el caso de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR), explícitamente de carácter interdisciplinar, lo que se evidencia en su objetivo general: “promover un espacio de encuentro e intercambio interdisciplinar de conocimientos en torno a los imaginarios y las representaciones en sus diversos abordajes teóricos y metodológicos” (RIIR, 2020). También se trata de una red sobre la cual no hay investigaciones precedentes.

Estamos frente a un estudio de caso que permite analizar en profundidad a un grupo de personas que poseen características en común, lo que brinda un mejor entendimiento sobre la problemática abordada (Vieytes, 2004). Entonces, al trabajar con la comunidad científica en red que supone la RIIR, nos estamos adentrando en las relaciones interpersonales de sus miembros en pro de generar conocimiento y en la propia organización sistémica que posee la red desde su identidad organizacional, siendo posible palpar sus dinámicas de trabajo y sus desafíos en el intrincado escenario social-comunicativo contemporáneo.

La RIIR es una organización académica que se funda en el año 2015 en la Universidad Santo Tomás de Bogotá, y en 2016 se firman sus estatutos en el I Workshop Internacional de Investigación en Imaginarios y Representaciones. Actualmente está conformada por 14 grupos activos, los cuales cuentan con un plan de acción y un grupo de investigadores adjuntos. Este espacio se configuró como iniciativa de una serie de académicos, reunidos inicialmente en el Grupo Compostela de Estudios sobre Imaginarios Sociales de la Universidad de Santiago de Compostela (España) y en la Universidad de Concepción (Chile), para generar debate teórico y metodológico en torno a la materia (Aliaga y Carretero, 2016), con la intención de abrir el diálogo entre las diversas corrientes teóricas de los imaginarios y las representaciones, además de promover iniciativas como proyectos internacionales, seminarios y conversatorios, así como publicaciones conjuntas.

Por medio de su sitio web, que cuenta con más de 400.000 visitas, y las redes sociales se difunden las actividades de los grupos de RIIR. Actualmente, cuenta con más de 300 miembros activos, investigadores que utilizan como base teórica y/o metodológica los imaginarios y representaciones, provenientes de diferentes universidades de Iberoamérica, los cuales se reúnen en los Workshops Internacionales, hasta ahora realizados en Colombia (2016), Chile (2018), México (2021) y Bolivia (2023). Se cuenta con una primera colección de libros en imaginarios y representaciones de los grupos de trabajo (RIIR y la Red Iberoamericana de Academias de Investigación, A. C. de México). Desde 2017, cuenta con el boletín Imaginación o Barbarie, y avala la revista científica Imagonautas.

En el presente estudio se aplicaron entrevistas semiestructuradas y la muestra estuvo constituida por veintisiete integrantes de la RIIR, quienes participaron voluntariamente bajo consentimiento informado. Para la conformación de la muestra, se realizó una convocatoria abierta dirigida a los cuarenta y cinco coordinadores de los Grupos de Trabajo que había en 2020, de los cuales finalmente participaron veintitrés representantes de diez grupos, es decir más del 50%, incluyendo: comunicología; juventudes; identidades; tecnologías; teoría y metodología; migraciones; estudios urbanos; género, cuerpo y sexualidad; movimientos sociales e imaginarios colectivos; educación. Se sumaron cuatro entrevistas a miembros del Comité Científico por ser reconocidos expertos en torno a la materia. No se estableció un patrón de selección muestral por sexo sino en relación a la disposición por parte de los coordinadores de los grupos de trabajo. La distribución se conformó por veinte hombres y siete mujeres. Se contó con la representación de investigadores de ocho países: Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, España, Honduras, México y Perú. Las entrevistas fueron autoadministradas de manera escrita, siguiendo la pauta desarrollada con relación a las categorías teóricas del estudio, y fueron contestadas entre enero y marzo de 2020.

El análisis de la información se desarrolló por medio de codificación y recodificación del discurso a través del software cualitativo MAXQDA. La codificación se llevó a cabo mediante la clasificación e interpretación hermenéutica de los fragmentos del discurso recolectado (Schreirer, 2014) con base en categorías previamente establecidas. La recodificación grupal se realizó para definir, acotar y sistematizar el análisis con base en las categorías principales y su relación con el marco teórico y subcategorías emergentes, en función de un análisis de contenido cualitativo categorial temático (Díaz y Navarro, 1998).

Resultados

A continuación, se presentan los principales resultados del análisis con base en las categorías teórico-conceptuales establecidas en el estudio: comunidad, inter y transdisciplinariedad, academia internacional y morfología red.

Prácticas que conforman comunidad

La red permite articular a sus miembros en torno a los mismos objetivos, por medio de acciones y el encuentro de formas de colaboración, generando temas comunes de investigación, circulación de perspectivas analíticas, intercambio de experiencias y extensión del debate teórico y metodológico, lo cual, indican los entrevistados, puede repercutir en el aumento de los niveles de calidad de la investigación y la producción de conocimiento, pero considerando un enfoque de visibilización de la ciencia, “la comunicación de líneas de investigación y resultados que de otro modo se mantendrían en la opacidad” (E. Carretero, comunicación personal).

Además, la red ayuda a desarrollar a los investigadores, afianzando lazos académicos, fortaleciendo la cooperación y el reconocimiento, lo que permite el aprovechamiento de los recursos y el libre flujo de información académica y científica. “La complejidad de las problemáticas actuales y sus desafíos requieren de inteligencias colectivas y pensamiento complejo” (R. Ganter, comunicación personal).

Diferentes contextos, aluden los entrevistados, permiten generar investigaciones comparadas y situadas, lo cual también facilita la emergencia de teorías y metodologías contextualizadas. En este proceso se buscarán desde la red cuestiones en común para hacer investigación, así como enfoques multicentro de los proyectos de investigación. “Me parece que puede contribuir, dependiendo de las características específicas de cada investigación, a romper la rigidez del “nacionalismo metodológico” y, por tanto, favorece comprensiones más amplias y profundas de los fenómenos” (T. Pérez, comunicación personal).

Además, los entrevistados resaltan aspectos culturales propios de la región iberoamericana que pueden generar un distanciamiento con la perspectiva anglosajona, ya que se cuenta con un pasado común que fortalece el trabajo en red y que puede influir en la selección de las temáticas de investigación y las formas de abordaje. Esto también está relacionado con una visión diferente del conocimiento, ya que con perspectivas y teorías propias se estimulan procesos de descolonización del conocimiento. Este proceso puede influir en la idea de un conocimiento caracterizado por una perspectiva humanista, aluden los investigadores.

El conocimiento se presenta como abierto y valora diferentes líneas de investigación y experiencias, lo cual favorece la convergencia para aprender y desaprender. La red de esta manera permitiría construir o revindicar una práctica cultural, generar identidad de red y plantear nuevas inteligibilidades de la realidad social, es decir, significados que pueden ser particulares del grupo, en una especie de polifonía científica hablada desde un multi, inter y trans culturalismo en torno a formas y quehaceres teóricos y metodológicos.

“La cultura y el acercamiento a las prácticas en la construcción del conocimiento permite a la RIIR tener un espectro más amplio de abordaje al interpretar su objeto sustancial. La diversificación de criterios y la multiplicidad de actores que convergen” (F. Mendoza, comunicación personal), “Uno de los mayores desafíos del conocimiento en red no es negar la cultura, sino valorarla y aprovecharla para desarrollar un tipo de conocimiento que sea social, histórico y científicamente relevante” (C. Uribe, comunicación personal), “Compartir una cultura es compartir un conjunto de significados, de lo que se deriva una singularidad en el modo de tratar el conocimiento que la diferencia de otras” (E. Carretero, comunicación personal).

La construcción de conocimiento también pasa por un ámbito emocional, “sentirse parte de la red” (A. Aravena, comunicación personal), resultado de la propia interacción entre sus miembros, es decir, la idea de generar una identidad de comunidad científica. En este trabajo es importante el compromiso con los demás, así como el apoyo institucional. “El conocimiento en red implica […] que un sujeto dedicado a la cosa del conocer lo hace mejor en compañía que sólo” (J. Bergua, comunicación personal). Por medio del intercambio de subjetividades y sensibilidades se construye comunidad, la cual comparte además una serie de aspectos culturales e históricos relacionados con Iberoamérica, que resultan ser un incentivo, así como un espacio fundamental y una oportunidad de conocimiento entre investigadores/as, de esta forma la red se configura como un mecanismo de construcción de conocimiento y beneficio colectivo, lo cual permitirá generar proyectos a nivel internacional.

“Creo que, al tomar como referencia a una comunidad definida geográficamente, Iberoamérica, las redes ayudan a crear un imaginario de gran nación, nación- madre, que irriga, da y recoge; y la ciencia y la investigación y los investigadores pueden ser protagonistas de esa vecindad” (A. Silva, comunicación personal), “Iberoamérica tiene grandes ventajas por sobre otras comunidades: lenguajes comunes (prácticamente un idioma principal y una raíz idiomática común), una historia compartida bastante idéntica y unas formas de hacer las cosas también comunes, con culturas e idiosincrasias similares. Por lo tanto, Iberoamérica en general y Latinoamérica en particular tienen grandes ventajas comparativas a la hora de buscar acercamientos posibles para la construcción de conocimiento científico” (A. Aravena, comunicación personal).

Puede haber cuestiones que dificulten la relación comunitaria, como es el caso de las exigencias frente a la calidad de la investigación, indican varios de los entrevistados. Se valora por el impacto en el medio académico, por las citas y la publicación en revistas indexadas, y no tanto por el impacto social o en temas de verdadero interés social, cuestión que aparece como una especie de reclamo por parte de la mayoría de los entrevistados, ya que el modelo actual de la ciencia puede repercutir en un tipo de homogeneización del conocimiento (por ejemplo, por medio de las políticas editoriales que pueden limitar el desarrollo del conocimiento) o la imposición de parámetros científicos estandarizados que pueden resultar conflictivos en las relaciones académicas, lo que alude al rol deshistorizador de la hegemonía “lo que es contrario a la razón de ser de las prácticas y las representaciones culturales constitutivas de lo humano en y hacia procesos de emancipación” (A. Gravano, comunicación personal). También reconocen los entrevistados que se evidencian algunas resistencias al trabajo colectivo en espacios universitarios debido a parcelas o envidias profesionales que impiden el trabajo en red.

Inter y transdisciplinariedad

Estos aspectos aparecen en el discurso de los entrevistados como características ineludibles de la investigación social, que permiten o favorecen la consolidación del conocimiento de un campo o temática, desde diferentes perspectivas o puntos de vista conceptuales y metodológicos. “La construcción de conocimiento en red es una posibilidad para entender un fenómeno social desde un enfoque holístico” (L. Torres, comunicación personal). Se trataría de establecer un diálogo científico para difundir el conocimiento, tensionar procesos, metodologías y enfoques, generando un enriquecimiento del conocimiento dadas las disciplinas que se permean; resultando ser mecanismos que coadyuvan al desarrollo de las ciencias sociales, por ejemplo, mediante “soluciones innovadoras” (F. Randazzo, comunicación personal), lo cual también se presenta como necesario para los “desafíos y retos del mundo contemporáneo” (D. Barredo, comunicación personal).

Se trata de formar un sistema de trabajo integrado en problemáticas o áreas comunes, a pesar de que un pensamiento genuino en red aún sea difícil de afirmar, como indican algunos entrevistados, ya que la etapa transdisciplinar aún resulta incipiente, con relación a logros en un pensamiento unificado, lo cual es algo imprescindible pero difícil de acometer y sostener en el tiempo, en donde la red funciona como un catalizador que busca alcanzar este proceso. “El trabajo en red y en redes, ayuda y estimula la transdisciplinariedad” (A. Silva, comunicación personal).

En el caso específico a partir de la RIIR, la transdisciplinariedad se puede ver, según una de las entrevistadas, en la “articulación, vinculación e integración de saberes, perspectivas teóricas y metodológicas, objetos de estudio, en pro de enriquecer los debates en torno a los imaginarios y las representaciones sociales como ejes articuladores de los diálogos” (P. Vera, comunicación personal). En este sentido, lo transdisciplinar puede dar como resultado una propuesta singular en torno a la materia, desde las múltiples perspectivas disciplinares que se intersectan, generan enfoques analíticos como algo abierto, laxo y centrado en el conocer. “El objeto “imaginario social” es un campo de indagación, análisis y reflexión en sí mismo, sin tener que investigarse necesariamente desde la sociología de lo imaginario, la antropología de lo imaginario o la filosofía de lo imaginario. Esto permite una actitud investigativa más creativa y abierta a ese objeto, abriendo otros caminos que a veces la mirada disciplinar no deja ver” (J. Paredes, comunicación personal). Sin embargo, la transdisciplina es algo por lo que hay que seguir trabajando, indican los entrevistados, algo como “una meta a alcanzar” (A. Aravena, comunicación personal). En este contexto, la misma noción de disciplina puede terminar careciendo de significado. “La división de la academia por áreas de conocimiento no sirve. Es una rémora, que pesa más que ayuda, en un mundo donde las disciplinas son cada vez menos claras” (R. Goycoolea, comunicación personal).

Lo interdisciplinar es considerado por los entrevistados como un proceso donde varios profesionales pueden aportar en el análisis de un fenómeno, ya que se generan cruces entre líneas de investigación “diseñadas desde la especificidad disciplinar” (E. Carretero, comunicación personal), en ocasiones lidiando con sesgos profesionales e ideológicos, sin embargo, buscando la articulación, “establecer actividad conjunta y sendos programas de colaboración, buscando acercar procedimientos, conceptos, experiencias, etc.” (M. Baeza, comunicación personal). De esta manera, el diálogo entre disciplinas aparece en una relación centrada en producir conocimiento sobre algo, manteniendo el respeto y la colaboración, siendo lo interdisciplinar fundamental en el trabajo en red, ya que además la propia red permite conocer diferentes quehaceres disciplinares. También, se estructura como mecanismo para el acercamiento a fenómenos complejos y el contraste entre múltiples puntos de vista epistemológicos frente a lo investigado, ampliando la concepción del conocimiento. “Al mismo tiempo, el acercamiento, ya sea de manera inter o transdisciplinar, de alguna temática a investigar en una red es una riqueza cualitativa que favorece el diálogo desde distintas vertientes” (I. Riffo, comunicación personal).

Internacionalización de la academia

Conectar a los investigadores que compartan a nivel internacional un tema, un enfoque teórico y metodológico es lo que plantean los entrevistados como aspecto básico de las redes, como un repertorio de acción elemental, lo que algunos entrevistados denominan: “prácticas de conocimiento en red” (L. Moya, comunicación personal; J. Diz, comunicación personal). También se amplía el alcance del conocimiento y del quehacer investigativo a nivel global, “traspasando las fronteras del conocimiento y los nacionalismos” (R. Dittus, comunicación personal), lo cual favorece las miradas de interconexión de lo local, lo nacional y lo global, abriendo la mirada a los intercambios multiescala entre diferentes formas de hacer ciencia “generando intercambios de cultura e identidades” (P. Vera, comunicación personal), lo que implica un ejercicio que favorece las relaciones académicas y de conocimiento de diferencias en procedimientos y enfoques, “implicarse en la realidad de los otros” (O. Turpo, comunicación personal) desde una visión plural pero que permita construir una visión de la globalización diferente, “como un dispositivo interescalar” (J. Paredes, comunicación personal) o “reticular” (F. Mendoza, comunicación personal) que permitiría que la ciencia se pueda adaptar o contextualizar a diferentes realidades en el mundo, de esta forma trascender y proyectar la academia del territorio en el cual funciona. Esto requiere intercambios de profesores, investigadores y estudiantes, así como el uso de redes sociales, tecnologías y herramientas digitales para la investigación y docencia; es decir, un “alto nivel de organización” (E. Ballén, comunicación personal).

La academia puede ser un riesgo en cuanto a transformarse en un sistema comercial o de dominación, así como de presión por la alta productividad, “afectando los procesos reflexivos y críticos del pensamiento” (P. Vera, comunicación personal), por lo cual, plantean los entrevistados que resulta necesario un modelo más justo de relaciones académicas a nivel internacional, que por ejemplo que “fomenten la responsabilidad social de la universidad” (R. Goycoolea, comunicación personal), así como una investigación pertinente “a nivel social y que influya en las políticas públicas” (R. Ganter, comunicación personal). Todo esto se conectaría con la idea de establecer unos mecanismos que regulen la actividad científica en sus diferentes dimensiones, facilitando el acceso justo a las tecnologías y herramientas que dan soporte a este proceso de construcción de conocimiento, “resulta necesario contar con parámetros éticos” (T. Pérez, comunicación personal).

Dentro de los conceptos obtenidos que deberían ser estandarizados a nivel internacional están: una academia ética, transparente y comprometida con el desarrollo, los derechos humanos, la igualdad, la justicia, la democracia y las problemáticas globales. También se debe incluir a los investigadores jóvenes; es decir, “una investigación con responsabilidad” (R. Ganter, comunicación personal). De esta forma los científicos deben asegurar su solvencia con un quehacer que tenga principios, “sentido ético y respeto al otro” (O. Turpo, comunicación personal), sin embargo, estos procesos requieren profundos debates colectivos en un contexto en permanente cambio, “se presenta la urgencia de un pensamiento crítico” (M. Baeza, comunicación personal), “La diversidad de criterios debe ser la base de la academia siempre desde el respeto, pero permitiendo aprender y desaprender. Para ello debe privilegiarse la ética y comprender que aportar es un trabajo de todos” (D. Apolo, comunicación personal).

Tecnología y conocimiento en la morfología red

El uso de internet, ha favorecido el desarrollo de las redes científicas permitiendo el mayor conocimiento entre investigadores, multiplicando el contacto, generando espacios de convergencia y la visibilización del trabajo en diferentes partes del mundo. Sin embargo, aún se podría potenciar más su uso, argumentan los entrevistados, así como la forma de comunicar, relacionando la información con los objetivos y el funcionamiento de la red, en donde las plataformas multimedia pueden ofrecer oportunidades para disminuir las distancias, mejorar las colaboraciones, generar espacios de formación y el aumento del nivel de calidad de las investigaciones.

Se necesitaría incorporación, nivelación y avance en el uso innovador de las tecnologías para el trabajo en red, ya que también hay una brecha tecnológica que afecta a determinados contextos. “Las nuevas tecnologías son estimulantes porque son tentadoras y, al mismo tiempo, alentadoras para la producción de conocimiento” (I. Riffo, comunicación personal). A su vez, para los procesos investigativos resulta clave el desarrollo de estrategias que combinan diferentes herramientas tecnológicas, generando procesos eficientes, con resultados de veracidad e inmediatez, “es necesario el uso de fuentes confiables de información” (L. Torres, comunicación personal).

También, el uso de tecnologías permite alcanzar a un mayor número de personas, por ejemplo, a través de cursos MOOC, o herramientas que se actualicen en tiempo real. El apoyo de las tecnologías puede potenciar el trabajo para conectar y potenciar la apropiación de la red “sentirse parte de esa comunidad” (A. Aravena, comunicación personal), lo cual se establece por las interacciones recurrentes. Sin embargo, no debemos olvidar, indican los entrevistados, que las tecnologías o la técnica, son mecanismos de soporte en el proceso en red, “son un medio o instrumento para facilitar la comunicación” (J. Bergua, comunicación personal).

De esta forma la red, según los entrevistados, permite movilizar, ampliar, enriquecer y actualizar el conocimiento, incluso adquiriendo la categoría de universalidad, “sin intereses o egoísmos —económicos o políticos— ajenos al conocimiento mismo, lo cual implica muy probablemente luchar por lograr mayor voluntad política en favor de un esfuerzo de colaboración internacional” (M. Baeza, comunicación personal), ya que el ejercicio de la red permite conocer lo que está sucediendo en múltiples contextos.

En este esfuerzo de construcción de conocimiento es importante la participación amplia de manera pluralista y democrática, en un trabajo y diálogo mancomunado. “Compartiendo con interés y generosidad. Es fundamental para poder desafiar las barreras espaciales y gnoseológicas” (F. Randazzo, comunicación personal). Por tanto, en la construcción de conocimiento en red se encuentran los investigadores/as y sus conocimientos, “diferentes ideas y opciones de aprender” (D. Apolo, comunicación personal).

A su vez, la red permite el desarrollo de proyectos “multicéntricos”, articulados en diferentes grupos de trabajo de la red. Sin embargo, un aspecto importante para que funcione este quehacer, es la seriedad y la constancia, para lo cual hay que tener metas claras y consensuadas por sus integrantes. Uno de los procesos problemáticos sería el manejo de la información, la cual puede llegar a ser superficial, “cada vez constato que la información se recibe, pero no se lee o procesa” (R. Goycoolea, comunicación personal), lo que también puede estar asociado al tiempo, es decir, a los ritmos agitados de la academia.

El encuentro de investigadores/as con temas similares tiene un lugar fundamental, en donde adquieren importancia los eventos académicos y encuentros internacionales, la discusión para producir conocimiento aparece como un proceso clave, “puede ser desde la lectura de un texto y citar, hasta una charla cara a cara. La red permite un punto intermedio. Puedo conocer el texto de alguien a través del contacto mutuo, e incluso puedo llegar a dialogar de manera directa a través de la red. Como ejemplo, la RIIR nos permite esto al ser una red activa de contactos” (J. Morales, comunicación personal). Esta idea de la discusión se comprende también desde el intercambio que se va ampliando entre investigadores, lo cual además está facilitado por las nuevas tecnologías, “la red permite un diálogo numérico constante” (I. Riffo, comunicación personal).

De esta forma, aparece la idea del vínculo académico que genera relaciones desde la red a los investigadores/as sobre temas o áreas del conocimiento, lo cual favorecerá el intercambio de información, experiencias, enfoques y abordajes investigativos, impulsando acciones concretas como proyectos, eventos y publicaciones, por medio de “poner en contacto” (E. Ballén, comunicación personal), “establecer contactos” (C. Uribe, comunicación personal), “conexión de los investigadores” (D. Barredo, comunicación personal), “poner en común” (J. Diz, comunicación personal); relacionar a investigadores, impulsando la construcción de conocimiento y producción científica, para proponer líneas de trabajo en torno a intereses comunes.

Discusión de resultados y conclusiones

Al reflexionar sobre nuestro objetivo que consiste en identificar significaciones en torno al conocimiento científico desde los propios actores que impulsan el trabajo en red desde el caso de la RIIR, los resultados nos permiten identificar que hay una búsqueda de aspectos comunes para investigar, pero asumiendo los contextos y elementos culturales de Iberoamérica, con la finalidad de generar un tipo de conocimiento con sello propio. Es decir, construir una identidad científica, siguiendo la idea de Castells (1996) en la relación con la configuración de una morfología red, en donde la información compartida con apoyo de la tecnología adquiere una relevancia sustancial, en una polifonía científica que busca afianzar lazos académicos, lo que permitiría reafirmar que efectivamente se establecen cursos comunes de acción en una comunidad de tipo post-social (De Marinis, 2005) que parten como una organización de investigadores/as, para llega a conformar un sustrato de vida en común (De Marinis, 2012) que construye cultura.

La comunidad generada por la red aparece como una oportunidad y un compromiso en la construcción de conocimiento, como un lugar beneficioso de convergencia, lo que nos acerca a un espacio de seguridad, entendimiento y confianza (Bauman, 2006). Sin embargo, es posible que se afecten estas dinámicas por la homogeneización del conocimiento, o por procesos que alejen a la red de un impacto social comprometido con un enfoque que busca verdaderas transformaciones sociales, ya que podríamos decir se ven afectados en parte por la mercantilización de la academia (Cañón, 2005; Slaughter y Rhoades, 2004) y el frenetismo de la producción científica, lo que supone un desafío para la misma red y su intención colaborativa y de altruismo, para lo cual se requiere dar relevancia a la ética y la justicia en las relaciones académicas, y con la sociedad.

El diálogo científico es fundamental en el plano de la construcción del conocimiento, en donde se permean las disciplinas y se genera un sistema de trabajo científico integrado, en cuanto trabajo cooperativo entre diferentes disciplinas como expresión de la interdisciplina (Klein, 1996), aunque se presenta la dificultad de un pensamiento en red, ya que todavía estaríamos frente a un proceso en debate y de operacionalización de distinciones (Riveros et al., 2020), en donde la transdisciplinariedad puede ser un estadio soportado por el ejercicio investigativo propio en red, como un ejercicio laxo pero que busca la integración teórica o poner en común acuerdo pautas investigativas, que fortalezcan formas de construir conocimiento y generen colaboración disciplinaria (Bolio, 2019), lo que permitiría aprovechar de mejor manera los recursos de la información científica y de las potenciales sinergias que se vayan gestando en el ideal de comunidad en red, que ofrezca un espacio que plantee un futuro venturoso y de solidaridad (De Marinis, 2012).

A su vez, la conexión por medio de flujos de conocimiento se ve reforzada por el trabajo en red como una comunidad académica que se proyecta de manera internacional en la interconexión (Cañón, 2005) necesaria de investigadores de diferentes latitudes, dejando de manifiesto que una práctica de la expresión de la red es fruto de la influencia de la globalización en los flujos del conocimiento (Castells, 1996; Álvarez, 2017). Por tanto, la tecnología emerge con un rol preponderante -para los entrevistados- como mecanismo de comunicación y podríamos decir que es un soporte en la expansión de la misma red, en cuanto nodos interconectados (Castells, 1996; 2009) que se van expandiendo en un proceso innovador, que alcanza a un gran número de personas en ideas y proyectos multicéntricos.

También, la participación activa con la finalidad de producir y actualizar el conocimiento es uno de los aspectos que construye red desde el trabajo colectivo, con el objetivo de estabilizar el accionar en red, ya que por un lado la red puede funcionar como una comunidad post-social (De Marinis, 2005), ofreciendo grados de libertad y satisfacción de necesidades, pero también debe comportarse como una comunidad que perdure y se pueda adaptar (Castells, 2009) a los cambios de la sociedad (García, 2010). La articulación de la misma se va consolidando mediante el diálogo y el intercambio entre los propios investigadores/as, quienes por medio de compartir y mantener el contacto van movilizando el conocimiento que le da vida a la red en una nueva morfología social (Castells, 1996).

De esta manera, podemos concluir —por una parte— que el relato de los investigadores/as entrevistados ofrece elementos para plantear la posibilidad de comprender un discurso colectivo de la investigación que traspasa fronteras nacionales, pero que adquiere relevancia a partir de la investigación situada y de poder establecer a su vez comparaciones, en un contexto de emergencia epistémica, teórica y metodológica —sobre todo— si nos referimos a nivel iberoamericano y en particular latinoamericano, en términos de situar la investigación. Y, por otra parte, evitar sesgos nacionales al momento de investigar, lo que adquiere mayor sentido cuando nos referimos a redes científicas con rasgos globales, que van operando a través de las tecnologías como comunidad virtual a distancia.

Desde el discurso de lo multicéntrico de generación de conocimiento, la RIIR toma más cuerpo, puesto que comienzan a surgir investigaciones internacionales y con contenidos que resultan transnacionales (Cañón, 2005). Por tanto, lo que adquiere mayor valor es poder alcanzar un estado de confluencia de sentidos teóricos y metodológicos puestos en común entre quienes estén desarrollando investigación. De esta manera, estaríamos frente a un vaivén de ida y vuelta entre el conocimiento local y el conocimiento global en un permanente estado de cambio y transformación, en el que todas las identidades culturales y quehaceres científicos pueden aportar (Bauman, 2006). Además, la ética académica resulta vital para un acercamiento y entendimiento que permita en definitiva la colaboración científica. Para ello, se requiere fortalecer la voluntad de colaborar de manera constante y generar un ambiente de respeto con una dimensión humanística integral que traspase las fronteras.

Consideramos que se presenta un discurso científico estandarizado vs. uno desestandarizado. Es relevante reflexionar permanentemente sobre la repercusión que puede tener la homogeneización del conocimiento, y qué tan bueno o malo puede ser esto; qué tan estructurados o flexibles en unificar conceptos o metodologías conviene que seamos para abordar el trabajo científico, en función de cada caso, y cuáles son los límites que se deben poner para no caer en una hegemonía respecto a la construcción del conocimiento. Resulta necesario prestar atención a los procesos de descolonización del conocimiento, ya que las redes pueden potenciar un conocimiento integral, situado, holístico y desde una perspectiva humanística, cuestiones en que se debe avanzar en el debate conceptual.

A su vez, es de gran relevancia, cuando hablamos de una sociedad red, plantear la posible existencia de un imaginario de comunidad/identidad red desde las perspectivas que veníamos señalando a nivel teórico, pero también incluyendo el planteamiento de Imbert (2010) desde la noción de frontera que desarrolla en lo tecnológico y los límites de lo humano, y de la deshumanización tecnológica, que adquieren sentido en la propuesta de ser críticos con las formas de interacción en red que no podrían sustituir a una interacción cara a cara, sino convivir con ella.

La RIIR puede ser un epicentro de construcción de un imaginario al servicio del conocimiento, entendiendo las posibilidades de lo tecnológico al servicio de la comunicación como un eje relevante. Sobre todo, en tiempos donde aumenta el trabajo a distancia y en tiempo real a través de las tecnologías. Muchas de las cosas que se han aprendido en términos de relaciones sociales por medio de una comunidad virtual científica van a ir quedando en el acervo y ejercicio profesional. Habrá que ver hasta qué punto, pero sin duda hay cuestiones que ya se han ido internalizando, a partir del servicio que otorga la tecnología para la generación de conocimiento, más allá de las propias connotaciones que pueden surgir al referirse a lo que significa vivir una comunidad virtual o el influjo de lo tecnológico en nuestras vidas.

También, es relevante observar la emergencia de los imaginarios desde lo multi-inter-transcultural, fundamentales para entender la forma en que nos relacionamos, primero, como seres humanos y, segundo, como profesionales de la investigación realizando proyectos principalmente a través de la red de redes.

Desde un carácter pragmático —a nivel de ejercicio práctico de la investigación— surge un enfoque científico donde se pone realmente a prueba el rasgo instituyente de lo que se podría configurar como un imaginario del conocimiento científico en red, para poder apreciar hasta qué punto y cuáles son los elementos interdisciplinares que ya se están posicionando a nivel del ejercicio de la investigación, teniendo presente lo difícil que es salir de las parcelas disciplinares, poder dejar atrás esa resistencia —sobre todo cuando se trabaja en equipo, y tender a una dinámica de complementación y colaboración— y ver en qué momento será posible acercarse a una frontera que todavía se ve un poco más difusa como es la transdisciplina.

Finalmente, para completar nuestro análisis del conocimiento científico en red, nos referimos al aprendizaje en red, el cual, por una parte, en muchos casos ha sido forzoso producto de la pandemia, por la necesidad de hacer academia/docencia a través de medios remotos en red. Y, por otra parte, la complejidad que reviste aunar voluntades de equipos de trabajo a distancia, trabajar con nodos de conocimiento a nivel virtual y aprender a relacionarnos de mejor manera a través de las tecnologías, enseñar y aprender a través de diversas plataformas, sin duda que se nos presenta un escenario de gran complejidad y posibilidades de ampliación de las formas de trabajar en red.

Todos estos elementos no agotan las posibilidades de ir descubriendo un imaginario del conocimiento científico en red, que puede estar nutrido por diversos imaginarios configurados por los elementos revisados en este artículo (Fig.1), volviendo siempre sobre la naturaleza de los elementos que pueden ser instituyentes de dicho imaginario (Castoriadis, 2007), amparado en la teoría del conocimiento (Berger y Luckmann, 1976). Por tanto, será necesario revisar cómo va operando en el tiempo un imaginario tan complejo como este, teniendo siempre presentes las vicisitudes y cambios del intrincado mundo social, cuestión que se deja esbozada en este artículo como base investigativa, para futuros campos de la investigación en las teorías del conocimiento.

Síntesis dinámica de un imaginario del conocimiento científico en red
Figura 1.
Síntesis dinámica de un imaginario del conocimiento científico en red


Fuente: elaboración propia

Agradecimientos

Esta investigación se encuentra en el marco del plan de acción de investigación de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) como producto de estrategia pedagógica de formación en CTeI bajo registro en la Dirección Nacional de Investigación e Innovación de la Universidad Santo Tomás (USTA), Colombia, instancia a la cual agradecemos el apoyo académico. Proyecto en alianza entre la Facultad de Sociología de la USTA con la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Chile. Al financiamiento de Estadías Cortas en la UCSC. PROYECTO USC 20102 “Internacionalización Transversal en la UCSC: enfrentando los nuevos desafíos”, por facilitar la coordinación y cierre del presente artículo. A todas las personas que participaron voluntariamente en este estudio.

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Notas

* Artículo de investigación / reflexión / revisión.

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: felipealiaga@usta.edu.co

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Cómo citar: Aliaga, F. A., Basulto Gallegos, O. y Romero Soler, L. (2023). Redes científicas y construcción de conocimiento: el caso de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR). Signo y Pensamiento, 42. https://doi.org/10.11144/Javeriana.syp42.rccc

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