Al rescate del sujeto en las redes sociodigitales: estudio antropológico sobre la apropiación y socialización de la información política en Uruguay*
To the rescue of the subject in sociodigital networks: Anthropological study on the appropriation and socialization of political information in Uruguay
O resgate do sujeito nas redes sociodigitais: um estudo antropológico sobre a apropriação e a socialização da informação política no Uruguai
Rosalía Winocur , Francisco Diaz
, Soledad Morales
, Camila Rojas
, Analía Passarini, Mariana Porta
Al rescate del sujeto en las redes sociodigitales: estudio antropológico sobre la apropiación y socialización de la información política en Uruguay*
Signo y Pensamiento, vol. 43, 2024
Pontificia Universidad Javeriana
Rosalía Winocur a
Universidad de la República, Uruguay
Francisco Diaz
Universidad de la República, Uruguay
Soledad Morales
Universidad de la República, Uruguay
Camila Rojas
Universidad de la República, Uruguay
Analía Passarini
Universidad de la República, Uruguay
Mariana Porta
Universidad de la República, Uruguay
Recibido: 19 julio 2023
Aceptado: 20 noviembre 2023
Publicado: 1 agosto 2024
Resumen: Este artículo presenta los resultados de la segunda etapa de una investigación antropológica sobre la apropiación y socialización de la información política en Uruguay, que tiene como premisa fundamental recuperar la perspectiva de los sujetos en la indagación del significado de sus prácticas, a través de entrevistas a profundidad. En esta etapa, nos focalizamos, por una parte, en explorar los modos de convivencia en las redes sociodigitales, particularmente, el papel que juega el recurso del “silencio” en la administración y amortiguación del conflicto, y, por otra, en indagar el peso del territorio y la localidad en las diversas tramas de sociabilidad socio-técnicas que integran las personas. Los hallazgos permiten relativizar el impacto de la polarización y del filtro burbuja en la selección, interpretación y validación de la información política significativa en diversos actores sociales.
Palabras clave:redes sociodigitales, apropiación, socialización, tramas de sociabilidad, información política.
Abstract: This article presents the results of the second stage of an anthropological research on the appropriation and socialization of political information in Uruguay. Its fundamental premise is to recover the subjects’ perspective in the inquiry into the meaning of their practices through in-depth interviews. In this stage, our focus was twofold: first, to explore the modes of coexistence in sociodigital networks, particularly the role played by the “silence” resource in managing and mitigating conflict; and second, to explore the influence of territory and locality in the various socio-technical networks of sociability that individuals engage in. The findings allow for lessening the impact of polarization and the filter bubble on the selection, interpretation, and validation of significant political information among diverse social actors.
Keywords: Sociodigital Networks, Appropriation, Socialization, Sociability Frames, Political Information.
Resumo: Este artigo apresenta os resultados da segunda etapa de uma pesquisa antropológica sobre a apropriação e a socialização da informação política no Uruguai, cuja premissa fundamental é recuperar a perspectiva dos sujeitos na investigação do significado de suas práticas, por meio de entrevistas em profundidade. Nessa etapa, nos concentramos, por um lado, em explorar os modos de convivência nas redes sociodigitais, particularmente o papel desempenhado pelo recurso do “silêncio” na gestão e no amortecimento de conflitos e, por outro lado, em investigar o peso do território e da localidade nas diversas tramas técnicas de sociabilidade que as pessoas integram. As descobertas nos permitem relativizar o impacto da polarização e da bolha de filtro na seleção, interpretação e validação de informações políticas significativas em diferentes atores sociais.
Palavras-chave: redes sociodigitais, apropriação, socialização, tramas de sociabilidade, informação política.
Introducción
Cuando a principios de los años noventa Dominique Wolton definía acertadamente la comunicación política como el “espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política: los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos” (1995, p. 31), no podía imaginar hasta qué punto su modelo triangular iba a implosionar con la irrupción de las redes sociodigitales. A juzgar por la magnitud del fenómeno, y el papel asignado a dichas redes en la transformación de las esferas públicas (Keane, 1997), conceptualmente no bastaría con agregar un cuarto vértice para remediar el modelo de Wolton, porque la emergencia de las redes sociodigitales reorganizó las lógicas intrínsecas de la comunicación política, irradiando y eclipsando al resto de los actores de la comunicación y, en ese movimiento fundacional, cuestionando todo lo que se daba por establecido:
La incorporación de estos medios digitales ha provocado un doble efecto en la comunicación política. Por un lado, han introducido nuevas prácticas comunicativas y nuevas estrategias para los actores políticos. A la vez, la ciudadanía ha podido contar con unos mecanismos para producir y difundir sus propios contenidos y poder participar, así, en la conversación política. (Rúas Araújo y Casero-Ripollés, 2018, p. 21)
El alcance de la citada transformación y su impacto en la formación de opinión pública puede advertirse claramente en la valiosa recopilación de estudios realizada por Matassi y Boczkowski (2020) acerca de las redes sociodigitales en Iberoamérica, que, sin ser exhaustiva, muestra tendencias muy claras en los enfoques y perspectivas analíticas de la investigación a nivel macro y micro. Más allá de las diferencias en los temas y abordajes metodológicos, la mayoría de los trabajos citados tienen en común centrar unilateralmente su interés en el análisis de las redes sociodigitales y su impacto en la participación política y la formación de opinión pública, omitiendo su vínculo con los medios y procesos tradicionales de la vida política. En el sentido expuesto, aparecen pocas investigaciones como la de Valenzuela et al. (2016) que se hayan propuesto entender la relación entre las formas convencionales (presenciales, situadas, localizadas, cara a cara) y emergentes (virtuales, mediadas, digitales, deslocalizadas) de participación política. Dicha omisión parece responder a la idea implícita de que, en la nueva arquitectura del espacio público, las primeras hubieran perdido relevancia para comprender los cambios en la comunicación política, provocados por la omnipresencia de las segundas.
Asimismo, son muy pocos los estudios que se pregunten si la abrumadora “visibilidad” de las redes no invisibiliza procesos y relaciones que no solo siguen anclados en lo familiar, territorial y local, sino que de alguna manera han “domesticado” (Silverstone, 1996, p. 169; Morley, 2008, p. 121) las tecnologías y redes sociodigitales para reforzar o recrear las estrategias presenciales de difusión y socialización de la información política. También dan por hecho que el comportamiento de las personas en dichos espacios virtuales constituye, junto con las encuestas, el termómetro clave para medir el estado de la opinión pública. Y en esa perspectiva, asumen, de hecho, que fenómenos extensamente relevados y conceptualizados (como la polarización, la cámara de eco y el filtro burbuja) tienen un impacto determinante en el plano de las relaciones cotidianas presenciales. En el mismo sentido, a juzgar por la falta de investigaciones sobre el tema, presuponen que los “silencios” de la mayoría de los seguidores que no publican en los grupos de WhatsApp, los muros de Facebook o los hilos de Twitter se alinean con las posturas y opiniones de los que sí publican.
Son demasiados supuestos para que resistan algún tipo de cuestionamiento. ¿Estamos seguros de que, cuando observamos comportamientos en las redes, analizamos grandes bases de datos o que, cuando preguntamos en una encuesta en línea, estamos reconstruyendo todas las dimensiones que intervienen en la formación de opinión pública de los sujetos? Los que no publican, ¿suscriben las opiniones de quienes publican, no tienen opinión o prefieren no expresarla por diversos motivos?, ¿los “silencios” siempre son complacientes o indiferentes? Los que dan likes, ¿tienen como única motivación suscribir lo que piensan quienes publican?, y, aun siendo así, ¿sostienen de manera coherente ese pensamiento en todos los ámbitos de sus redes sociales presenciales y sociodigitales? Los que forman parte de una burbuja familiar, generacional, laboral, deportiva, gremial o política, ¿están de acuerdo siempre con los dichos de quienes manifiestan sus ideas? Los fieles seguidores de algún periodista, intelectual, activista, dirigente o líder de opinión, ¿suscriben ciegamente sus posiciones o las apoyan con matices? ¿Las personas solo integran burbujas que refuerzan sus creencias o pueden participar en otros círculos que tienen ideologías contradictorias sin que eso les produzca un conflicto de sentido?
Todos estos interrogantes exigen necesariamente un diseño metodológico que le reconozca a los ciudadanos y ciudadanas la condición de sujetos con capacidad de reflexionar sobre su experiencia dentro y fuera de las redes sociodigitales. Esto requiere ―utilizando la afortunada metáfora de Carlos Imaz (2011)― una operación epistemológica de “descongelamiento” del sujeto, “incorporando las experiencias, las creencias, los valores, las perspectivas, las opciones y las decisiones que los actores sociales crean y recrean en diversos contextos específicos” (p. 37).
En el mismo sentido se refirió Castells (2022), ―destacado pensador de la denominada sociedad-red―, a los desafíos actuales para comprender las nuevas expresiones y formas de participación política:
Las nuevas políticas no son modelos abstractos, no son ideologías construidas, son experimentaciones políticas, son procesos orgánicos y hay que tener la paciencia personal e histórica de ver cómo se decanta esta organicidad [...]. Tenemos que aceptar [...] que no tenemos brújula […], la tenemos que ir descubriendo, reconstruyendo, porque no sabemos cuáles son los puntos cardinales de los cuales habría que magnetizar esa brújula. Pero sí algo analítico que creo importante resaltar, hay que partir de lo subjetivo. Una cosa es que analicemos causas estructurales y que, por tanto, el análisis de lo que es la sociedad y el mundo a partir del conjunto es fundamental, pero para entender qué puede ser nuevo, qué puede reconstruir la vida en el fondo, hay que partir de los sujetos, hay que partir de cómo es la gente, de cómo se siente la gente. (Cursivas propias)
En el marco de las inquietudes planteadas, desde el año 2019 venimos desarrollando en la Facultad de Información y Comunicación de la Udelar una línea de investigación de carácter antropológico (Winocur et al., 2022) sobre las prácticas de consumo, apropiación y socialización de la información política, situadas en distintas realidades socioculturales. Esta línea tiene como premisa epistemológica recuperar la perspectiva de los sujetos (Guber, 2004) en la indagación del significado de su experiencia dentro y fuera de las redes sociodigitales. La presencia de los dispositivos digitales atraviesa todos los ámbitos físicos y simbólicos de la existencia, incluso para aquellos que se resisten al uso del celular o de internet. Por lo tanto, la explicación de lo que allí sucede trasciende los límites virtuales o físicos, para ubicarse en la experiencia biográfica de los sujetos y en la reflexión acerca de cómo, en esos procesos de atribución de sentido, se van configurando espacios híbridos de consumo, apropiación y socialización de la información.
Este enfoque fue particularmente productivo para recuperar la percepción de la mayoría de las personas que no comentan, no publican o lo hacen muy esporádicamente. También fue clave para comprender el valor de los vínculos afectivos en los modos de convivencia y la administración del conflicto en las redes sociodigitales. Y, por último, nos permitió entender los significados de los “silencios” de los que optan por no expresar abiertamente sus opiniones en distintos contextos y circunstancias.
Para los propósitos de la investigación, diseñamos una muestra significativa (Guber, 2004) de construcción progresiva (Berteaux, 2005; Glasser y Strauss, 1967), integrada por cuarenta actores en la primera etapa de la investigación (2019) y cincuenta y cuatro en la segunda etapa (2021), de diferente pertenencia política, etaria y sociocultural, en cuyos perfiles se buscó reflejar la mayor diversidad de experiencias mediáticas y preferencias políticas. En este sentido, conviene aclarar, aunque sea obvio, que las entrevistas realizadas no representan la totalidad de las categorías de situación ni de las trayectorias sociales (Berteaux, 2005, p. 19), sino a aquellas que consideramos clave para el problema de investigación en cada una de las etapas. Para responder a las preguntas de investigación,1 se diseñó una pauta de entrevista organizada en bloques temáticos. Las entrevistas se realizaron presencial y virtualmente (por la plataforma Zoom), según lo permitieran las condiciones impuestas por la emergencia sanitaria en los tres casos seleccionados: el territorio fronterizo de Rivera-Livramento, en la ciudad de Paysandú y localidades pequeñas del mismo departamento y en el asentamiento2 del barrio Plácido Ellauri, en la capital montevideana.
Entre los hallazgos principales de la primera etapa de la investigación realizada en 2019, en el contexto de las elecciones presidenciales en Uruguay, destacan los siguientes (Winocur et al., 2022): 1) “Pese a la centralidad y ubicuidad que tienen las redes sociodigitales en el consumo y socialización de la información política, la familia, los referentes de autoridad y el ámbito doméstico siguen teniendo una importancia determinante para la circulación, interpretación y validación de dicha información en diferentes espacios presenciales y virtuales de convivencia cotidiana” (pp. 149-151). 2) Por un lado, las denominadas cámaras de eco o burbujas de filtro no son tan cerradas y homogéneas como aparentan sino más bien porosas, vulnerables al disenso, aunque este no se publique, y no tienen efectos de clausura en el consumo de otras fuentes de información divergentes. Por otra parte, el estudio evidenció que la mayoría de participantes integra varias burbujas de socialización de contenidos, preferencias e intereses en internet, sin que exista necesariamente coherencia ideológica entre estas. 3) Respecto al fenómeno de la polarización, generalmente liderado por las cuentas o personas más activas (reales o ficticias), se constata que no refleja, confirma o representa el mismo nivel de polarización en el mundo de las relaciones presenciales. La función simbólica más importante de la polarización no es su capacidad de alinear a los seguidores en un extremo u otro, sino la de marcar los límites y contornos de la disputa. En ese sentido, dicha función actúa como un mecanismo de reducción de complejidad de la información disponible respecto a un tema especialmente polémico. 4) Por último, la investigación puso en evidencia que en realidades sociopolíticas como las de Uruguay, la familia, los referentes personales de autoridad, las instituciones políticas y los medios de comunicación tradicionales (particularmente la televisión a través de los informativos) siguen teniendo un peso decisivo en la selección, reproducción y credibilidad de la información política que circula en los medios electrónicos, impresos y digitales (Winocur et al., 2022).
A la luz de los hallazgos mencionados, en el año 2021 llevamos a cabo una segunda etapa de la investigación3 con la idea de profundizar e indagar en nuevas dimensiones del problema, pero en un contexto en el que el consumo, la apropiación y socialización de cualquier tipo de información política estuvieron atravesados existencialmente por la pandemia y no por las elecciones departamentales, como suponíamos al comienzo. Dicha coyuntura sanitaria, a pesar de las dificultades que provocó en el trabajo de campo, nos permitió indagar en otras aristas del problema que trascienden y, al mismo tiempo, atraviesan lo estrictamente político, lo cual se detalla a continuación.
Los modos de convivencia en tramas de sociabilidad sociotécnicas
Compartir, conversar o discutir las noticias e información de todo tipo, a través de múltiples canales y soportes presenciales y virtuales, es profundamente constitutivo de la convivencia con los otros en todos los ámbitos de la vida cotidiana, particularmente en la vida familiar y el espacio doméstico. Parece evidente, entonces, que no se puede entender la apropiación y circulación de la información política sin atender a la apropiación y circulación de la información en general. Para lo anterior, fue necesario comprender cómo se organizan la producción y circulación del sentido en tramas cotidianas de sociabilidad sociotécnicas, entendidas estas como
formas de sociabilidad basadas en el sonido y la pantalla que coexisten con la interacción cara a cara, construyendo nuevos niveles de relación interconectada […]. Esto afirma la peculiar calidad del tiempo que uno pasa en presencia compartida y a la vez sugiere que los canales multimedia adicionales enriquecen los encuentros corpóreos cuando se producen. (Wajcman, 2017, p. 225)
Las tramas sociotécnicas no pueden pensarse como espacios de interacción estancos en canales virtuales o presenciales, sino como tejidos híbridos entre actores y actantes (Latour, 2008), que se retroalimentan de un intenso tráfico de información ordinaria, eventual, emergente, permanente o coyuntural de alta significación para quienes las integran en un momento dado. Optamos por hablar de tramas y no de redes, porque la metáfora del tejido nos pareció más apropiada para mostrar la plasticidad en la conformación de los vínculos y sus diversas temporalidades.
A diferencia de los grupos de pertenencia, en los que los sujetos reconocen y definen sus adscripciones identitarias de forma más permanente y comprometida en el marco de sus biografías (Giménez, 2019), las tramas son contingentes, volubles y “oportunistas” por definición: se arman y desarman, se tejen y destejen, se densifican y licúan, dependiendo la naturaleza de los vínculos y los contextos de significación de la información que se selecciona e intercambia en un momento dado. Estos contextos pueden ser generales (como las elecciones nacionales, la emergencia sanitaria provocada por la pandemia, la convocatoria a la marcha del 8M o un mundial de fútbol) o particulares (como la organización de un cumpleaños, el inicio de clases o la gestión del alumbrado público en una localidad).
El peso del territorio y lo local en la apropiación y socialización de la información
El territorio ha sido objeto de diversos abordajes en ciencias sociales según su definición como construcción social (Lefevbre, 1974); se ha concebido como espacio dinámico y variable, construido por la interacción de actores sociales en una compleja red de conexiones e intercambios que abarcan desde el nivel más íntimo de la vida cotidiana hasta los más políticos (Massey, 2009). También se ha teorizado sobre territorios que comparten características particulares, como las fronteras. En esta investigación, a partir del análisis, surge lo local como espacio de convivencia y, en tal sentido, fuente de significación. El vivir en un lugar implica compartir determinadas experiencias que allí ocurren, experimentar la peripecia de pertenecer a ese lugar en lo que habilita, propone, facilita o entorpece, así como vincularse con los entornos físicos y con quienes comparten esa vivencia.
En la perspectiva de esta investigación, se concibe que, lejos de ser deslocalizada, la circulación y apropiación de la información está altamente localizada en los espacios de referencia cotidianos, independientemente de si el soporte es físico o virtual. Aquí se entenderá lo local incluyendo, y al mismo tiempo trascendiendo, su dimensión física, por lo tanto, si una familia comparte un grupo de WhatsApp para intercambiar mensajes de todo tipo alrededor de la organización de las rutinas diarias, entendemos que el ámbito doméstico no se limita a las paredes de la casa, sino que está conformado por todos los lugares físicos y virtuales que tienen como anclaje real e imaginario (de manera explícita o tácita) la vivencia de ser un hogar o lugar de pertenencia. Esto implica, desde el punto de vista metodológico, dejar de hacer “hincapié en la disolución de fronteras espaciales y temporales [...] y desplazar nuestra atención hacia las prácticas sociales que constituyen y mantienen un reino privado para las relaciones afectivas entre los miembros de la familia y amigos” (Wajcman, 2017, p. 213). Asimismo, como bien señala Morley (2008, citado en Vera, 2015), sería completamente ingenuo ignorar el peso del territorio en el sostenimiento de la sociabilidad y la organización de la vida cotidiana: “En realidad, aún seguimos habitando localidades geográficas reales, que asimismo tienen consecuencias muy reales para nuestras posibilidades de conocimiento y acción” (p. 126); por el contrario, el desafío es comprender “la rearticulación de los territorios virtuales con los físicos [...] y no la sustitución de lo uno por lo otro” (p. 185).
Entre la amortiguación y los silencios: revalorizar los mecanismos de gestión de la diferencia
En la segunda etapa de la investigación (2021), realizada en el contexto de la pandemia, avanzamos en caracterizar las estrategias y mecanismos de administración del conflicto en términos de su activación o evitación, así como en los significados que las personas otorgan a los “silencios”, es decir, a la decisión mayoritaria de abstenerse de opinar en sus redes sociodigitales.
Respecto al primer punto (las estrategias y mecanismos de administración del conflicto), se comprobó que los intercambios en los grupos de WhatsApp mediados por el afecto brindan mayores posibilidades de ampliar los límites de la tolerancia, al priorizar los vínculos personales frente a las diferencias ideológicas y políticas que pueda haber en un grupo de familia o amigos.
Asimismo, nuestra investigación evidenció que dichas dinámicas afectivas de inclusión y acompañamiento se dan no solo a través del compartir y publicar mensajes, sino en las actitudes de moderación, negociación y reconocimiento de los que piensan de manera diferente, cuando se opta por no opinar para proteger el vínculo con los otros. Además, en términos de socialización de la información política, las noticias que interesan no se comparten indiscriminadamente en todas las tramas en las que se participa, sino pensando en lo que puede ser significativo para cada grupo o persona a partir de prever las diferentes reacciones que puedan suscitar.
Todos los grupos de pertenencia manejan de forma implícita o explícita protocolos que presentan diversas particularidades en sus modos presenciales y virtuales. Es decir, en los modos de convivencia en línea, se ponen en juego diversos códigos y manejos de la temporalidad para escoger el tono, las palabras y el momento de participar, que en algunos casos reproducen o refuerzan dinámicas de convivencia presenciales y en otros operan con lógicas distintas.
Ante las opiniones polarizadas, la mayoría opta por el silencio y no necesariamente suscribe dichas opiniones. En muchos casos, estos silencios corresponden a estrategias de amortiguación y omisión para desactivar los conflictos. La amortiguación refiere a la puesta en práctica de diversos recursos que las propias redes sociodigitales habilitan para mitigar las consecuencias no deseadas de la polarización, que serían poco toleradas en las relaciones presenciales. Los recursos que se utilizan para disminuir la tensión ante una situación de conflicto pueden ir desde la utilización del humor a través de emojis, GIF animados, memes, audios, etc., hasta un vasto repertorio de “silencios”. La estrategia de omisión refiere a la ausencia intencional de respuestas con el objetivo de pasar por alto determinado tema o comentario, evitando así profundizar y alimentar la discusión. Cuando se tiene una opinión divergente, tanto en los grupos en los que predominan lazos afectivos como en aquellos que mantienen un vínculo más formal o laboral, muchas veces se opta por no expresarla luego de valorar el costo que insumiría entrar en la discusión y sufrir las consecuencias en términos afectivos:
Prefiero dejarlo, omitirlo. Dependiendo del momento [...], principalmente del tiempo que tenga, de quién lo haga, ¿viste? Según diga [...] y, ah, vale la pena que le diga algo? [...] Viste que en cada familia ya están, ¿viste?, como etiquetados [...]. La prima, que todas son pálidas, siempre la negativa, siempre [...]; ni me molesto, ni me molesto. Ahora, si es alguien con quien sí podés conversar, que sabés cómo se lo va a tomar [...] capaz que ahí sí contesto, entonces depende de quién venga [...], pero no, en lo posible no me meto. (E8. Mujer, 46 años, docente, Livramento, Rivera, comunicación personal, 15 de setiembre de 2021)
La ponderación permanente de las situaciones en las que vale la pena intervenir, o no, demuestra, por una parte, que la mayoría de las personas tienen una conducta reflexiva a la hora de brindar las respuestas en los grupos y, por otra, que la experiencia de manejar una red también contribuye a internalizar los códigos para gestionar las diferencias en el marco de un sistema de reglas implícitas o explícitas que se traduce en la posibilidad de diferir los mensajes, postergarlos, mantenerse en silencio o pensar la forma y tono de dar una respuesta antes de publicarla:
Porque al principio se armaba mucho tole tole [...] Cuando digo tole tole es el ida y vuelta, y enredo, y que me dijiste, que no me dijiste, de gente desconocida que la une algo en común. Por ejemplo, un grupo de facultad, ¿no? […] Pero después fuimos entendiendo que hay momentos que uno lee algo y le impacta de una manera, que si lo leés en otro momento te impacta de otra, ¿no? Cómo uno a veces lee y reacciona al instante, y ahí se arman los líos, ¿no? O lee y después veo o después contesto con más tranquilidad. Creo que fuimos madurando en eso, como con cualquier herramienta […]. (E49. Mujer, 43 años, maestra y psicóloga, Chapicuy, Paysandú, comunicación personal, 29 de noviembre de 2021)
Dentro del conjunto de recursos para administrar la convivencia digital, el “silencio” es uno de los más utilizados y tiene diferentes significados según el tipo de grupo. Existen silencios generados por sentimientos de exclusión o autoexclusión, de autocontrol, de autocensura o autopreservación. También existe el silencio tolerante y su contrario: el silencio de castigo. La mayoría de los silencios remiten a la necesidad de las personas de no exponer su posición frente a discusiones entre visiones extremas. En este punto, parece pertinente retornar al pensamiento clásico de Noëlle-Neumann (1995), quien reivindicaba tanto el peso crítico de los grupos de referencia como el papel de los medios de comunicación tradicionales, así como el miedo al aislamiento y exclusión en el proceso de formación de la opinión pública.
El silencio de autocontrol alude al posicionamiento de quienes deciden no participar de discusiones que se tornan extremas debido a que entienden que ninguna otra opinión que difiera en algún término de las visiones polarizantes será comprendida ni tomada en cuenta. Las personas analizan la posibilidad de discutir con base en las consecuencias: cuando no hay posibilidad de hacerlo a profundidad, cuando no hay lugar para opiniones que plantean puntos de vista intermedios, cuando no hay tiempo, cuando no hay paciencia, cuando no hay posibilidad que se escuchen otras “campanas” la mayoría se autocontrola y no interviene:
A pesar de que participa una cierta cantidad de personas, me resulta difícil [ver] una variedad de puntos de vista […]; la gente empieza a ponerse a favor y en contra y queda casi una cosa en dos partes, no sé […]. Me da la impresión de [que] […]hay que tomar partido por uno o por otro […] y yo no me gasto. Una vez lo hice y me malinterpretaron […]. Entonces, dije ta, no. Nunca tuve muchas ganas de participar de eso y dije no participo. (E1. Varón, 67 años, carpintero, Sayago, Montevideo, comunicación personal, 19 de noviembre de 2021)
Sin embargo, abstenerse de intervenir en estos casos no significa tener una opinión formada a favor o en contra, sino, por el contrario, es a partir de las operaciones cognitivas que se ponen en juego en el análisis de si participar o no y de qué decir y cómo hacerlo cuando se desarrollan las opiniones. Estos procesos, asimismo, adquieren características diferentes en el marco de grupos de pertenencia diversos en el ámbito laboral, familiar, social y deportivo, entre otros, que requieren de valoraciones y decisiones distintas por parte de la mayoría para gestionar las diferencias y garantizar la convivencia mediante silencios tolerantes:
Por ahí puede ser que hubiera algunos matices de valoración entre mi familia y yo. Y, ahora que lo pienso, también entre mis amigos de Montevideo, que por ejemplo veían con mucha preocupación el tema de la reapertura de los free shop (durante la pandemia) y yo no lo veía, o sea, lo veía como bueno, y qué le vas a hacer, ¿no? […]. Entonces ahí sí hubo un poco de discusión […] para mí era como una diferencia de apreciación por vivir acá, tampoco lo discutí mucho o sea dije bueno, ta, a mí me parece que está bien. (E2. Mujer, 37 años, docente de Matemática, Rivera, comunicación personal, 22 de diciembre de 2021)
Esta entrevistada se definía como una persona activa en la participación en los grupos y, sin embargo, se abstuvo de intervenir en pos de mantener la convivencia. Es en estos casos en los cuales surge el talante comprensivo y paciente que privilegia mantener la armonía interna. Esto sucede, por lo general, cuando en las tramas de sociabilidad hay reglas implícitas o explícitas de no opinar sobre determinados temas, como por ejemplo la política, el fútbol o la religión:
Tengo amigas que políticamente piensan distinto, entonces solo nos centramos en la parte cultural. Yo sé que ella piensa distinto y ella sabe que yo pienso distinto; somos opuestas políticamente, pero culturalmente tenemos la misma línea, la misma visión […]. Y somos muy muy amigas y hemos hecho enormes espectáculos culturales, pero nunca jamás tocamos la parte política. (E9. Mujer, 73 años, jubilada, Livramento, Rivera, comunicación personal, 23 de enero de 2022)
[Temas de] religión y política los evitamos en el grupo porque cada una piensa distinto, cada una tiene su opinión y no somos mucho de discutir sobre esas cosas […]. Nunca llegó a pelea ni nada, pero sí hubo sus encontronazos, unas creen una cosa, otras creen otra y está todo bien. (E12. Mujer, 26 años, desempleada, universidad incompleta, Rivera, comunicación personal, 22 de julio de 2021)
Este protocolo explícito para evitar temas que generan conflicto se produce para tolerar a los suyos y preservar la convivencia y el vínculo afectivo. No obstante, si alguien traspasa la regla “de esto no se habla”, en muchos casos las personas del grupo deciden omitir la posible situación de conflicto e, incluso, responder con un silencio de castigo:
Y yo digo acá no hay fútbol, acá no se habla ni de deporte ni de religión ni de política, ¿ta? y se va […]. Y es cierto, no me gusta […]. Lo corto directamente, ¿viste? O si hay algo que no me gustó ya no lo miro más, o sea, si hay alguna persona que a mí no me gustó […] Silencio total. (E5. Mujer, 72 años, pensionista, barrio Plácido Ellauri, Montevideo, comunicación personal, 24 de setiembre de 2021)
La diversidad de grupos sociodigitales da cuenta de cómo las personas pueden tejer y pertenecer a diferentes tramas de sociabilidad, incluso teniendo intereses y fines contrapuestos. Algunas veces esas tramas no se cruzan; otras, en cambio, sí lo hacen y al tener posturas antagónicas pueden llegar a producir ciertas tensiones, pero en un marco de tolerancia. Es en el relato biográfico en el que se aprecia cómo conviven distintas posturas y de qué manera se socializa o no la información política o en qué medida aparecen los silencios de autopreservación:
Nos ha pasado a nivel de grupo de amigas, sí, de tener diferencias […]. A veces trato de no expresar demasiado, ¿no? Por ejemplo, los que no están vacunados, ¿no? Yo en un principio no me iba a vacunar, por ejemplo, pero tampoco le decía a todo el mundo porque sabía que no todo el mundo lo iba a entender. (E49. Mujer, 43 años, maestra y psicóloga, Chapicuy, Paysandú, comunicación personal, 29 de noviembre de 2021)
Los silencios de autopreservación y autocensura tienen como objetivo evitar exponerse ante la crítica de los demás por temor al aislamiento y prevenir eventuales ataques y críticas:
Lo bloqueé en tiempo de elecciones, a mi padre, a la esposa de mi padre, a mi abuela paterna y a […] una tía. Porque son todos del Partido Nacional y yo me pasaba publicando cosas del Frente [Partido Frente Amplio], y no quería enfrentar esa realidad y los bloqueé […], porque sabía que podía causar una polémica familiar. (E4. Mujer, 27 años, estudiante universitaria, Centro, Montevideo, comunicación personal, 8 de diciembre de 2021)
Encontramos, también, tramas de sociabilidad integradas por núcleos familiares en los que algunos de sus integrantes no tienen un sentido de pertenencia pleno y frente a las discusiones u opiniones prefieren mantenerse al margen:
Sobre todo, en el grupo de la familia de E [su esposo]. Ahí se pasan noticias, digo, se pasan porque se hablan más entre ellos; yo soy como la que no pertenece a la familia, claro. (E4. Mujer, 27 años, estudiante universitaria, Centro, Montevideo, comunicación personal, 8 de diciembre de 2021)
En el caso del testimonio anterior, la entrevistada, al ser parte de un grupo de su familia política, no se siente convocada a opinar, como sí lo haría en grupos en los que ocupa papeles más protagónicos. Y es en situaciones como estas en las cuales se verifica que la pertenencia a un grupo no determina necesariamente el acuerdo con las posturas dominantes de este.
El retorno a la idea de la espiral de silencio de Noëlle-Neumann (1995) permite no solamente comprender las razones de los silencios, sino también profundizar en las diferencias de los modos de participación que se habilitan en las distintas redes sociodigitales. El temor al aislamiento adquiere modos de ser y estar específicos en WhatsApp o en las relaciones del cara a cara. Dicho miedo hace que la gente intente comprobar constantemente qué opiniones y modos de comportamiento son aprobados o desaprobados en su medio y qué opiniones y formas de comportamiento están ganando o perdiendo fuerza (Noëlle-Neumann, 1995, p. 259). WhatsApp complejiza la situación de la circulación de la información, en la medida en que ello se transversaliza por las tramas de socialización en términos de espacios, personas y los momentos de dichos intercambios. El manejo de la afectividad en WhatsApp es claramente un límite a la hora de la explicitación de la opinión. Aun participando de grupos inmensos, en los que no hay conocimiento personal de todos sus miembros, hay “territorio”. Es decir, hay claves de lo “común”.
El peso del territorio y lo local en la apropiación y socialización de la información
Otro de los hallazgos principales de la segunda etapa del estudio fue verificar la fuerte impronta local y territorial que atraviesa los procesos de apropiación, circulación y socialización de la información política en las redes sociales presenciales y sociodigitales. Dichos procesos tienen distintos anclajes de significación en los espacios de convivencia físicos o virtuales familiares, sociales, laborales, vecinales, barriales, políticos, etc. Las formas en que los lugares físicos adquieren significación son variadas. En algunos casos, no están físicamente circunscritos, sino que son espacios de continuidad entre lo físico y lo digital, pero claramente demarcados por el hecho de pertenecer a ese ámbito de “familia”, “amigos íntimos” o “compañeros de trabajo”. La intimidad (virtual o presencial) de las relaciones afectivas es uno de los principales núcleos de significación de la información política y se localiza tanto en espacios físicos como digitales. En el contexto de la pandemia, la información política adquirió gran relevancia, ya que estuvo directamente relacionada con decisiones que afectaron nuestra vida diaria. Algunos ejemplos de estas decisiones incluyen la apertura de escuelas, la necesidad de regresar al trabajo en persona, la elección de vacunarse o no, así como la vacunación de nuestros hijos.
En términos de procesos de apropiación de información política, los anclajes territoriales, locales y familiares actúan en varios niveles: desde el condicionamiento del acceso a fuentes de información hasta la recurrencia de determinados modos de apropiación y circulación de la información, o incluso formas específicas de abordaje de lo político, amarradas al habitus local:
Y, bueno, lo local por lo general, que es en el pueblo, es el boca a boca […].Porque al ser tan poquitos nos conocemos todos [Si roban a alguien] te vas a enterar porque te lo van a comentar […] y te dicen “ah, viste que pasó que […]”. Cuando es algo que ya tiene intervención policial, ya sale en el diario. Ahí sale en El Telégrafo, que es el diario de nosotros. (E21. Mujer, 50 años, referente política, Piedras Coloradas, Paysandú, comunicación personal, 19 de agosto de 2021)
La dimensión local pone de relieve las distintas escalas de la información seleccionada por los sujetos: internacional, regional, nacional, departamental y local. A mayor cercanía con la realidad local, se observa una mayor significación de la información que alude a los asuntos comunitarios, barriales o vecinales, y ahí el boca a boca juega un papel clave para garantizar la circulación y establecer la credibilidad. Esta observación se hace particularmente evidente en el asentamiento de Montevideo, donde hubo que explorar y reconstruir las dimensiones que intervienen en la apropiación de la información en un territorio muy acotado, con espacios físicos estrechos de convivencia y redes solidarias de supervivencia en una situación de precarización severa de las condiciones de vida.
Por su lado, la dimensión local y sus circuitos de familiaridad se manifiestan en la forma que las redes sociodigitales se acoplan a las dinámicas locales, recreando sus modos de sociabilidad y adaptando los códigos de lo que se puede o no se puede decir explícitamente:
Vivimos en un pueblo chiquito y nos conocemos todos. Hay gente que se peleó por Facebook, que no se habla más, ¿no? Y somos 3 cuadras de pueblo […] y si te peleás por Facebook y después ya te ves, ya te ves medio de lejos nomás, ¿no? Entonces, esas cosas, capaz, en las ciudades grandes no pasa y no está bueno que pase en pueblos chicos, ¿no es cierto? Afecta bastante, te quiero decir del relacionamiento. (E49. Mujer, 43 años, Maestra y psicóloga, Chapicuy, Paysandú, comunicación personal, 29 de noviembre de 2021)
En las localidades pequeñas, la realidad social muchas veces repetida de que “acá en el pueblo nos conocemos todos” resalta la manera en que las relaciones laborales, familiares y hasta la imagen pública de los entrevistados incide en la apropiación de la información y en prácticas tales como la autocensura.
A medida que la información se va alejando de las temáticas locales, la significación comienza a estar mediada por la biografía, trayectorias e intereses de las personas. En el caso del asentamiento, también está mediada por la intervención de distintos organismos, asociaciones y ONG, que imponen otras formas de comunicación e institucionalidad, particularmente a través de la creación de grupos de WhatsApp (como es el caso de la Red de Ollas Populares), que no son los que espontáneamente hubieran escogido sus habitantes:
Bueno, y ahí viste, tenemos que subir la foto. Hoy, por ejemplo, me olvidé de sacar foto a cuando picamos, todo eso, porque tenés que sacarle a todo; ellos te exigen que vos saques foto. (E5. Mujer, 34 años, encargada de la olla popular, Plácido Ellauri, Montevideo, comunicación personal, 24 de setiembre de 2021)
Las territorialidades barriales, por su parte, componen un tipo de subjetividad urbana específico, en el que coexisten los eventos del afuera con la intimidad (Álvarez Pedrosian, 2018). En el asentamiento de Plácido Ellauri la plaza juega un importante papel en la comunicación cara a cara de lo que acontece. Su ubicación en un pasaje tipo corredor peatonal, donde además se ubica la olla popular, hace que ese espacio sea inevitablemente transitado y por allí suceda también la circulación de la información. A su vez, la socialización es más vincular, presencial y cercana:
Me siento en la esquina a tomar mate con mi esposo […] y ahí hablamos cosas. Lo que uno se habla, de la tele, lo hablamos acá adentro. Lo que hablamos a veces de las cosas que uno ve en la calle y todo […]. Lo que uno ve caminando, la gente que anda tirada en la calle […]. (E6. Mujer, 53 años, ama de casa, Plácido Ellauri, Montevideo, comunicación personal, 22 de noviembre de 2021)
En el caso de Rivera, durante el trabajo de campo se transformó ineludiblemente en Rivera-Livramento, espacio fronterizo binacional, que como tal “refleja la esfera de actividad directamente afectada por la existencia de un límite” (Newman, 2003, p. 18). La condición de vivir en la frontera uruguayo-brasileña pasó a ser un anclaje fundamental de procesos de significación, revelando formas específicas de construcción social de un territorio signado por contradicciones entre lo social y lo político, resultado de la confluencia de las regulaciones y desregulaciones de dos Estados, transgresiones (Mazzei, 2013) y vulnerabilidades específicas (Porta y Alvarez, 2017), más evidentes aún durante la pandemia.
Respecto a las fuentes y la circulación de la información y las modalidades de apropiación, la frontera Rivera-Livramento es un ecosistema en el cual convergen medios tradicionales, digitales y presenciales, así como redes sociales y sociodigitales, fuentes locales, departamentales, estaduales, nacionales, fronterizas y bilingües, desplegando los temas de una agenda binacional, con una fuerte presencia del género policial. En este caso, las dinámicas de acceso a la información también acompasan las dinámicas locales del habitar y organización de los tiempos cotidianos:
De los dos lados, veo […]. Al mediodía mi rutina es almorzar, veo el informativo brasileño y después veo el uruguayo. Y es en el único momento que generalmente veo informativo y que leo el diario; tengo esa pausa porque, como está todo cerrado, no hay ninguna cosa para hacer. Porque todavía acá la rutina del mediodía es cerrar todo, la ciudad. Entonces, tengo ese momento de poder informarme, mirar el informativo, leer el diario y todo lo demás. (E7. Varón, 44, abogado y docente, Livramento, comunicación personal, 18 de junio de 2021)
Asimismo, en el departamento de Rivera, la experiencia de consumo, socialización y apropiación en los ámbitos departamentales, binacionales, nacionales y brasileros no son espacios compartimentados ni estancos, sino que son permeables y la gente circula entre ellos. Los grupos de WhatsApp tienen un contacto estrecho con grupos locales, vinculados a espacios de pertenencia de la comunidad fronteriza, que ignora el límite entre países y teje una trama de parentescos, amistades, vínculos laborales, de intereses comunes y vecinales dentro del conurbano Rivera-Livramento.
También en la ciudad fronteriza tienen una fuerte presencia los grupos religiosos que se vuelven fuentes muy relevantes de significación y credibilidad para sus fieles: comunidades de católicos, evangélicos y umbandistas constituyen referentes ineludibles que no solo nuclean población, sino que proporcionan repertorios simbólicos a partir de los cuales apropiarse y resignificar la información circulante:
Cuando surgieron las primeras vacunas de la gripe acá en esta zona, la señora se tomó la primera dosis y fallece. Después también supe de otras personas, ¿no?, y personas que decían que tenían reacciones […]. Yo le temía, ya sabiendo lo que había pasado con la mamá de mi conocida. Y ahí también le encomiendo, yo siempre le encomiendo a Dios. Nosotros confiamos mucho en Dios y creemos en él. (E13. Mujer, 41 años, docente de inglés, Rivera, comunicación personal, 22 de diciembre de 2021).
En las distintas localidades estudiadas se despliegan acciones y relaciones políticas que no solo siguen anclados en lo familiar, territorial y local, sino que de alguna manera han “domesticado” (Silverstone, 1996, p. 169; Morley, 2008, p. 121) las redes sociodigitales para reforzar o recrear las estrategias presenciales de difusión y socialización de la información política referenciándose mutuamente. Como puede advertirse en el siguiente ejemplo de Rivera, Facebook funciona como un espacio que complementa y reproduce las estrategias tradicionales de las campañas políticas. Y, en esa línea, la pandemia no parece haber cambiado esta impronta, porque se reemplazaron los actos en las calles y los locales por los autos y motos con altoparlantes, sin que variara el sentido asignado a dicha red social: “Ellos hacen mucho eso, comparten el perfil, te invitan a que entres y veas”:
X: [antes de la pandemia] ahí la gente se reunía en los locales de los partidos. La gente iba y el postulante hablaba, decía su discurso de lo que quería, a lo que quería llegar y todo eso […]. Se hacían palcos en la calle […]. Iba algún grupo musical y tocaban, se hacía un poco de bochinche para que la gente fuera y ahí él decía su propuesta. [Durante las elecciones departamentales en pandemia] había autos con parlantes y ellos andaban por toda la ciudad diciendo también eso, o sea, lo mismo. Y escuchabas por todos lados “votá a Fulano que te va a ayudar en esto, en aquello, en lo otro”.
E: ¿La gente también sigue en las redes a los candidatos?
X: Sí, sí, sí, mucho […] más en Facebook; están los candidatos ahí y mucha gente los sigue, o sea, pide para seguir a los candidatos y más los que están ayudando, ¿viste? Los que están ahí, ayudando y haciendo la campaña juntos. Ellos hacen mucho eso, comparten el perfil, te invitan a que entres y veas. Y mucho es por Facebook, más que por otro lado. (E12. Mujer, 26 años, desempleada, universitario incompleto, Rivera, comunicación personal, 22 de julio de 2021)
Otro elemento emergente respecto a los procesos de apropiación de la información a nivel territorial y local tiene que ver con el papel que desempeñan las instituciones y los referentes personales y políticos de autoridad en cuanto a la atribución de credibilidad. Al igual que en la investigación realizada en el contexto de las elecciones presidenciales 2019 (Winocur et al., 2022), se confirma la fuerte impronta biográfica y la mediación de los afectos y vínculos familiares en la apropiación y socialización de la información política, en este caso en relación con la pandemia y la campaña de vacunación:
Me asesoraba con las personas que me parecía que eran más duchas en el tema: mi hija que estudia Medicina, que enseguidita fue que nos dijo que nos teníamos que vacunar y, bueno […], hicimos eso […]. Ella fue el puntillazo final para que nosotros aceptáramos la pandemia y supiéramos lo que podíamos hacer. (E43. Varón, 64 años, entrenador de fútbol, Paysandú, comunicación personal, 19 de agosto de 2021 )
Como reflexión final, se debe destacar que la dimensión territorial y local ha sido un asunto emergente que se hizo presente en distintos momentos del análisis asociado a las prácticas de apropiación de la información política. Esto se evidenció en la selección de determinadas fuentes y modalidades de consumo, en la jerarquización de ciertos tipos de contenidos y en la recurrencia de algunos espacios físicos cotidianos de socialización. De ahí que sea factible afirmar que, si bien las redes sociodigitales trascienden la dimensión material del territorio, no prescinden de la territorialidad y la localidad como núcleos de significación.
Conclusiones
El consumo, apropiación y socialización de la información política no pueden concebirse como prácticas unilateralmente determinadas por las posibilidades y limitaciones que ofrecen las plataformas digitales. La información, por una parte, constituye un capital social, un capital cultural y una herramienta de poder para gestionar los modos de convivencia tanto en las redes sociales presenciales como digitales. Por otra parte, la información es el alimento constituyente de las tramas de sociabilidad, todo lo que se selecciona tiene como fin primordial ser compartido con los otros que son significativos en nuestros grupos de pertenencia, aspecto que las redes digitales han enfatizado y potenciado. De ahí la necesidad de cambiar el foco para entender mejor los significados de los procesos de consumo, apropiación y circulación de la información política, en el que lo menos importante, paradójicamente, no es “estar informado”, sino con quiénes se comparte o para qué se comparte: “El acto de diseminar información en ese espacio digital expresa nuestros intereses políticos y nuestros afectos. Compartimos publicaciones porque queremos acompañar y ser acompañados. Es decir, la participación política en las redes es un acto de comunión con otros” (Calvo y Aruguete, 2020, p. 18). Y esos quiénes, destinatarios diversos de lo que seleccionamos y compartimos, y las motivaciones que generan los para qué no solo dependen de las coyunturas sociales, políticas o biográficas, sino de las tramas de sociabilidad en las que los sujetos conviven y se mueven. De ahí que en sus circuitos sociales más relevantes puedan compartir en paralelo informaciones distintas o la misma información con significados contradictorios.
Las tramas de sociabilidad sociotécnicas se organizan a partir de los grupos de pertenencia de cada sujeto, con mayor o menor anclaje en el territorio físico, con mayor o menor interacción virtual, con mayor o menor nivel de compromiso afectivo, con mayor o menor cercanía-distancia, con mayor o menor grado de diversificación en cuanto a los intereses, actividades y alcance de las redes sociodigitales, con mayor o menor grado de cosmopolitismo. Algunas tramas de sociabilidad confluyen y se retroalimentan de contenidos que confirman las creencias dominantes y otras se instituyen en paralelo con mensajes y orientaciones contradictorios, sin que eso produzca conflicto de sentido en las personas.
Los protocolos de convivencia y administración del conflicto en los diferentes grupos de pertenencia presentan diversas particularidades en sus modos presenciales y virtuales. Se constata que en algunos casos dichos grupos reproducen o refuerzan dinámicas de convivencia en uno u otro modo y en otros operan con códigos distintos, en gran parte habilitados por las plataformas digitales. Dentro del conjunto de recursos, destaca que la mayoría de las personas recurre a los “silencios” (abstenerse de responder o dar su opinión) para gestionar la convivencia, evitar el conflicto o autopreservarse de la crítica. Asimismo, los “silencios” tienen significados distintos dependiendo del grupo y la circunstancias personales, sociales o políticas. Y esta constatación tiene una relevancia particular para repensar los efectos de la polarización o del filtro burbuja entre los integrantes de un grupo o los seguidores de una cuenta. Callar, o abstenerse de participar o dar un like, no significa necesariamente suscribir o validar las posiciones extremas de una controversia.
En síntesis, las dimensiones estudiadas (modalidades de administración del conflicto en las redes sociales y el peso de lo local en la selección y flujo de la información) permiten relativizar el impacto de fenómenos como la polarización o el filtro burbuja en los procesos de comunicación política. Lo anterior exige, según el punto de vista epistemológico y metodológico, por una parte, dejar de mirar a las redes digitales como “un campo de poder unívoco e independiente y, en su lugar, abordarlo como un territorio híbrido, instituido e instituyente de diversas combinaciones paradójicas entre formas tradicionales y emergentes de comunicación en el ecosistema de nuestros medios personales y domésticos“ (Winocur et al., 2022, p.152), y, por otra, y no menos importante, diseñar estrategias de indagación que permitan recuperar los significados, muchas veces contradictorios o paradójicos de las prácticas ciudadanas de consumo, apropiación y socialización de la información política en diversos actores sociales y grupos socioculturales de pertenencia.
Referencias
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Notas
*
Artículo de investigación.
1
Esta investigación estuvo orientada por los siguientes interrogantes: 1) qué papel cumplieron los grupos sociales de pertenencia en la mediación, validación, orientación y “traducción” de la información compartida en las redes sociodigitales; 2) qué criterios se utilizan para seleccionar, interpretar y compartir las noticias que leen y reproducen; 3) cuáles fueron los referentes y fuentes (online y offline) que permitían establecer la credibilidad y verosimilitud de las noticias; 4) cómo se combinaron o resignificaron las fuentes y referentes de los medios de comunicación tradicionales, las instituciones políticas y redes sociales presenciales (familia, universidad, comunidad, partido político, amigos, etc.) con las fuentes y referentes de las redes sociodigitales en la socialización de la información política, y 5) qué representaciones e imaginarios sociales sustentaron y filtraron la selección e interpretación de las noticias en distintos segmentos socioculturales, sobre todo a la hora de valorar su impacto en la conducta electoral.
2
La palabra asentamiento equivale a los términos de favela para Brasil, villa miseria en Argentina o barrios bajos o comunas en Colombia.
3
Proyecto Apropiación y socialización de la información política en el contexto de las elecciones departamentales 2020 en Montevideo, Paysandú y Rivera. I+D CSIC/Udelar.
Notas de autor
a Autora de correspondencia. Correo electrónico: rosalia.winocur@fic.edu.uy
Información adicional
Cómo citar: Winocur, R., Díaz Heinzen, F., Morales Ramos, S., Rojas, C., Passarini, A. y Porta, M. (2024). Al rescate del sujeto en las redes sociodigitales: estudio antropológico sobre la apropiación y socialización de la información política en Uruguay. Signo y Pensamiento, 43. https://doi.org//10.11144/Javeriana.syp43.rsrs