El cambio en los sistemas mediáticos: hipótesis y opciones para el análisis en contextos de reforma económica y política*

The Change in Media Systems: Hypotheses and Options for the Analysis in Contexts of Economic and Political Reform

Mudança nos sistemas de mídia: hipóteses e opções de análise em contextos de reforma econômica e política

Dasniel Olivera Pérez , José Refugio Arellano Sánchez

El cambio en los sistemas mediáticos: hipótesis y opciones para el análisis en contextos de reforma económica y política*

Signo y Pensamiento, vol. 43, 2024

Pontificia Universidad Javeriana

Dasniel Olivera Pérez a

Universidad Nacional Autónoma de México, México


José Refugio Arellano Sánchez

Universidad Nacional Autónoma de México, México


Recibido: 21 febrero 2023

Aceptado: 20 agosto 2023

Publicado: 13 septiembre 2024

Resumen: En este artículo se sistematizan los recursos analíticos sobre el cambio en los medios de comunicación que resultan pertinentes para entender la relación entre política y periodismo, tomando como referente el contexto cubano durante la reforma económica y política de la presidencia de Raúl Castro.

Con base en la revisión de la literatura científica, se abordan las hipótesis de la convergencia, democratización, hibridación y de la continuidad institucional de personas, prácticas y normas —con centralidad en los argumentos sobre la dependencia de la trayectoria pasada y la continuidad de las élites—, y de la hegemonía-contrahegemonía.

La dependencia de la trayectoria pasada resulta la propuesta más pertinente para explicar la historia de cambios en los medios de comunicación en el contexto referido. Igualmente, en su aplicación se plantea observar de manera diferenciada la agencia negociadora, los discursos y las prácticas de los actores históricamente situados. Tal estrategia se sugiere aplicable para otros países del mundo comunista en el siglo XXI.

Palabras clave:sistemas mediáticos, cambio mediático, dependencia de la trayectoria pasada, hegemonía, reforma económica y política.

Abstract: In this article, analytical resources on media change that are relevant to understand the relationship between politics and journalism are systematized, taking as a reference the Cuban context during the economic and political reform of the Raúl Castro presidency.

Based on the scientific literature review, the hypotheses of convergence, democratization, hybridization, institutional continuity of people, practices and norms—with centrality in the arguments about the path dependence and the elites’ continuity—, and of the hegemony-counter-hegemony, are addressed.

Path dependency is the most pertinent proposal to explain the history of media changes in the referred context. Likewise, in its application, it is proposed to observe in a differentiated way the negotiating agency, the discourses and the practices of the historically situated actors. Such a strategy is suggested as applicable to other countries of the communist world in the 21st century.

Keywords: Media Systems, Media Change, Path Dependence, Hegemony, Economic and Political Reform.

Resumo: Este artigo sistematiza os recursos analíticos sobre mudanças na mídia que são relevantes para a compreensão da relação entre política e jornalismo, tomando como referência o contexto cubano durante a reforma econômica e política da presidência de Raúl Castro.

Com base em uma revisão da literatura científica, são abordadas as hipóteses de convergência, democratização, hibridização e continuidade institucional de pessoas, práticas e normas —com foco nos argumentos de dependência da trajetória passada e continuidade da elite— e hegemonia-contra-hegemonia.

A dependência da trajetória passada é a proposta mais relevante para explicar a história da mudança da mídia no contexto em questão. Da mesma forma, em sua aplicação, propõe-se que a agência de negociação, os discursos e as práticas dos atores historicamente situados sejam observados de maneira diferenciada. Sugere-se que essa estratégia seja aplicável a outros países do mundo comunista no século XXI.

Palavras-chave: sistemas de mídia, mudança de mídia, dependência de trajetória passada, hegemonia, reforma econômica e política.

Introducción

El interés por el estudio de los sistemas de medios ha estado casi invariablemente relacionado con la pretensión de explicar los cambios de los medios de comunicación en su vínculo con procesos como la secularización, la “transición democrática”, la mediatización de la política, la comercialización, la transnacionalización, la globalización, entre otros (Hallin y Mancini, 2008; Jakubowicz, 2007; Voltmer, 2013b).

Los cambios en los medios pueden ser producidos por diferentes combinaciones de características del sistema de medios y de sus interrelaciones recíprocas con el entorno. Los estudios recientes arrojan luz sobre las características de algunos de estos cambios (Hallin y Mancini, 2017), pero continúan siendo insuficientes dada la diversidad de patrones de variación, perspectivas y dimensiones de análisis.

En este sentido, la tercera ola democrática, pero, en particular, la caída del comunismo europeo, ha multiplicado la investigación sobre la transformación de los sistemas mediáticos y del periodismo (Bajomi-Lázár, 2013; Balčytienė, 2012a; Dobek-Ostrowska, 2016; Jakubowicz, 2007; Jakubowicz y Sükösd, 2008; Oates, 2012; Peruško, 2016; Vartanova, 2012), lo que representa un gran desafío para su teorización, debido al impacto de este proceso político en la reconfiguración del orden mundial, su ritmo de cambio rápido y dramático, su diversidad y ambigüedad (Balčytienė, 2015; Hallin y Mancini, 2013).

Los caminos de interpretación para explicar estas variaciones van desde la sociología y la economía política hasta el énfasis en las cuestiones culturales (Balčytienė, 2015), y centran el análisis en diferentes objetos: los individuos, las estructuras, las prácticas institucionales, los procesos sociales y las tendencias globales (Jakubowicz, 2007). Todo ello se complejiza debido a la naturaleza de los cambios (radicales y/o superficiales, violentos y/o relativamente pacíficos, dramáticos y/o continuos), su origen (promovidos por las élites o por los sectores populares), sus resultados (revolucionarios, reformistas y/o ambiguos), la temporalidad de los procesos y el punto de observación del investigador.

Los contextos geográficos, culturales, políticos y temporales han generado un diverso y desafiante arsenal teórico-metodológico sobre el cambio en los sistemas mediáticos. En esta dirección, el presente artículo toma como referente un contexto específico poco representado en la literatura internacional, el de Cuba durante la presidencia de Raúl Castro (2006-2018), que se caracterizó por tener cambios paulatinos orientados a la liberalización política y la reforma económica, y por la continuidad en la estructuras políticas e ideológicas fundamentales del sistema político.

A manera de resumen, con base en los análisis desarrollados en trabajos anteriores (García Luis, 2013; García Santamaría, 2017; Henken y García Santamaria, 2022; Natvig, 2019; Olivera y Fernández, 2022; Olivera y De Maio, 2021; Salazar, 2017), entre los rasgos de continuidad del sistema mediático cubano en este periodo se destacan el carácter partidista y estatal de los medios de comunicación, cuya política editorial es definida por el Partido Comunista de Cuba (PCC); la ausencia de regulación jurídica y la instrumentalización política; así como la centralización y estatización de la gestión económico-financiera de los medios, en los cuales predomina el subsidio público como forma de financiamiento. Además, la Unión de Periodistas de Cuba continúa siendo la única organización profesional, y actúa en coordinación con el PCC; mientras que la formación periodística se realiza solo en universidades públicas.

Por otra parte, entre los cambios más importantes de este periodo sobresalen el vacío en la comunicación política y gubernamental producto del retiro de Fidel Castro de la vida pública; el avance jurídico en el reconocimiento de los derechos de acceso a la información y a la comunicación, contradictoriamente acompañado de un mayor articulado legal de limitaciones en su ejercicio; el incremento en el acceso a internet y servicios de radiodifusión; la creación y expansión de redes informales para la distribución de información de forma descentralizada; el aumento y la diversificación de grupos e iniciativas de medios digitales y el ciberactivismo político, etc. De tal modo, podría plantearse que, si bien se mantienen las bases sustantivas del sistema mediático, se produce una transformación del régimen mediático en los términos de Guerrero (2023), en tanto es constatable el acumulado de transformaciones durante el gobierno de Raúl Castro en comparación con el periodo de gobierno de Fidel Castro.

Con base en las coordenadas anteriores, el objetivo el esta publicación es sistematizar los recursos analíticos sobre el cambio en los sistemas mediáticos útiles para entender la relación entre política y periodismo en Cuba durante el periodo señalado de reforma política y económica, con base en la revisión de la literatura científica de esta área de conocimientos. De este modo, las opciones teóricas que se describen también son pertinentes, y están en diálogo, con casos semejantes relativos al mundo comunista que pervive en el siglo XXI.

Al respecto, es importante apuntar que el sistema de medios cubanos tiene características que lo hacen inusual a nivel global, entre ellas, el sistema político derivado de una revolución popular-armada en el periodo de la Guerra Fría, y el contexto histórico de conflicto político internacional, desigual y de larga data, con EE. UU. Su sistema político es único en el continente americano, y hasta cierto punto también difiere con sistemas políticos semejantes, dígase China, Vietnam, Laos, Corea del Norte.

Una segunda particularidad de este caso es que se trata de un sistema periodístico en el que se registran transformaciones con un “desfase” respecto del resto del mundo y de la región latinoamericana. De tal modo, procesos y prácticas estudiadas y teorizadas en otros contextos, es usual que surjan, convivan y se recreen de un modo particular en la realidad cubana (Vicari, 2015).

En una primera sección, se planean valoraciones generales sobre la problemática del cambio en los sistemas de medios y su relación con la política, que completan algunos apuntes realizados en esta introducción. Luego, en los apartados cuatro y cinco se discuten opciones teóricas que, si bien han tenido una relevancia global, no parecen contar con suficiente potencial explicativo para el contexto descrito. Finalmente, se comentan aquellas más útiles para entender el caso planteado: la dependencia de las trayectorias pasadas, la continuidad de las élites, las políticas de liberalización, la hegemonía y la coyuntura crítica. En las conclusiones, se hace énfasis en la pertinencia de integrar analíticamente las diferentes perspectivas.

Metodología

El núcleo del trabajo y del método empleado, la revisión bibliográfica, se sitúa en el cambio en los sistemas de medios-periodístico, desde las implicaciones políticas, específicamente en los contextos de reformas políticas de los países excomunistas y comunistas.

La revisión de literatura científica comprendió un nivel de cobertura de búsqueda de información en los idiomas inglés y español, en bases como EBSCO, Web of Science, Google Scholar y Redalyc, con prioridad en libros y artículos. Además, para responder a la necesidad de información formulada, se definieron criterios temáticos (cambios en los sistemas mediáticos, en la transición y en los medios, en la democracia y en los medios; e hipótesis identificadas, como la convergencia, la dependencia de la trayectoria pasada, la continuidad de las élites, etc.), geográfico-culturales (investigaciones sobre regiones y países donde han tenido lugar transformaciones sistémicas/estructurales de los medios, con prioridad en los países excomunistas y comunistas) y autorales (que incluyeron varios de los investigadores más relevantes de esta área de conocimientos: Daniel Hallin, Paolo Mancini, Katrin Voltmer, Karol Jakubowicz, Collin Sparks, entre otros).

La información recopilada comprendió 230 trabajos académicos, que se organizaron de acuerdo con los recursos analíticos o hipótesis que sobre el cambio en los medios se identificaron. Luego, se distinguieron las potencialidades y limitaciones de las principales hipótesis sobre el cambio en los sistemas mediáticos, así como las opciones de complementariedad entre ellas. Junto con ello, se valoró la viabilidad de su aplicación para el contexto sociocultural y temporal de Cuba en el periodo de la presidencia de Raúl Castro (2006-2018).

En la elaboración de este artículo se empleó una síntesis de los rasgos de continuidad y cambio del sistema mediático cubano como punto de partida, lo que permitió poner el énfasis en los autores clásicos en el estudio de los medios y del periodismo en perspectiva sistémica y comparada, en textos con una visión integral sobre los países excomunistas y comunistas, sobre todo China y Vietnam, y/o publicaciones en las que se distingue con claridad la aplicación en estos contextos de un enfoque o una hipótesis sobre el cambio.

La ruta crítica del cambio en los sistemas mediáticos

La mayor parte de la literatura científica identificada hace referencia de manera directa, o indirecta, a medios en los procesos y/o coyunturas de cambio político de la tercera ola democrática. Para ello, se suelen emplear términos como transición y transformación. Por ejemplo, Voltmer (2013a) toma como referente el primer concepto para indicar los ajustes de las estrategias y del control de la opinión pública por parte de los actores políticos —élites gobernantes y grupos opositores—, así como el reposicionamiento de los medios, ante las circunstancias cambiantes. Además, distingue tres etapas: la liberalización, apertura gradual del antiguo régimen; el colapso, momento más dramático y volátil, y la consolidación, el largo proceso de hacer funcionar las nuevas instituciones.

No obstante, el término transición también ha sido sostenido como válido para el estudio de los cambios acontecidos en las últimas décadas a nivel global o en países en procesos de reformas político-económicas, como China, en el sentido de que se trata de un fenómeno general y universal (gradual) que remite a la idea del sistema de medios transicional, en tanto es dinámico, complejo y está conectado con el entorno político y socioeconómico cambiante de la sociedad y con la tradición cultural (Huang, 2003).

Por su parte, para atender a las trayectorias históricas de los medios en el cambio de sistemas políticos, Kleinsteuber (2010, pp. 25-26), por ejemplo, se focaliza en el concepto de transformación, limitado por el hecho de que hubo un sistema de medios antes y habrá otro después del proceso. Su enfoque se orienta hacia los actores colectivos e individuales que demandan, apoyan y gestionan el cambio, así como supone que el cambio es amplio y que incluye otros sectores, como la economía y la cultura.

En otra dirección, el investigador polaco Karol Jakubowicz (2007) emplea el término transformación social sistémica para referirse a los cambios sociales en los países excomunistas. De este modo, alude tanto a la constancia (reforma) como a la ruptura (revolucionaria) de los procesos, pero también a la afectación (potencial o real) de todos o casi todos los elementos constitutivos del sistema. El cambio del sistema de medios, por supuesto, es parte integrante de este proceso general, y es el resultado de cambios en “factores culturales (cognitivos, conceptuales) y estructurales (políticos, económicos, institucionales)” (Jakubowicz y Sükösd, 2008, p. 10).

Curiosamente, poco se ha referido en el ámbito académico sobre el cambio de los sistemas de medios en revoluciones populares, sociales y armadas, en las que el término revolución tiene el sentido de “transformación o intento de cambio radical, brusco y profundo de las estructuras de dominación económica y política establecidas” (Vilaboy, 2016, p. 302), que incluye la eliminación, el desplazamiento o la renovación de las élites.

En cualquier escenario, la consideración múltiple del tiempo es clave para entender el cambio, pues puede ser revolucionario en un periodo breve, pero, en un lapso mayor, podría generar un panorama más confuso, intermitente y contradictorio (Hallin y Mancini, 2008), lo que pone en juego las definiciones y decisiones que realiza el sujeto de investigación.

No existe una única explicación del cambio ni tampoco parámetros predefinidos de sus resultados finales, pues en ellos actúan de manera interrelacionada factores habilitantes y limitantes (domésticos e internacionales, estructurales y culturales), y tienen lugar procesos complementarios y contradictorios (Jakubowicz, 2007). Las diferentes opciones teóricas que se presentan a continuación atienden a estos desafíos y están, a su vez, delimitadas por ellos.

La convergencia —o no— hacia tipos de modelos mediáticos

Hallin y Mancini (2008) en su investigación seminal sobre los sistemas mediáticos comparados se centran en 18 países de Norteamérica y Europa occidental con niveles de desarrollo económico relativamente comparables y con características culturales y políticas comunes. A partir de la integración y del análisis de los datos empíricos de sus cuatro categorías (desarrollo del mercado mediático, paralelismo político, profesionalización del periodismo e intervención Estatal) proponen tres modelos o tipos ideales de los sistemas mediáticos: el del Atlántico Norte o liberal, el del Mediterráneo o pluralista polarizado, el del Norte y Centro de Europa y el democrático corporativo.

Una de las hipótesis más comunes sobre el cambio en los sistemas de medios la formulan Hallin y Mancini (2008), tomando como referente unos de sus modelos, la cual denominan como la convergencia hacia el modelo liberal, que supone que los medios a nivel global convergen hacia un sistema similar al prevaleciente en Estados Unidos, “dominado por los medios comerciales y por una cultura profesional orientada a consumidores de información, informes fácticos, independencia política y normas de objetividad” (Hallin, 2009, p. 332).

De plano, esta hipótesis parece poco aplicable para el contexto cubano. De hecho, una considerable investigación se ha centrado en evaluar el grado en que los sistemas de medios convergen —o no— hacia el modelo liberal. En esta se ha presentado una imagen compleja de cambio y continuidad, como lo reconocen Hallin y Mancini (2017), debido, entre otros factores, a la impronta de lo local, lo nacional y lo cultural en la configuración de las instituciones mediáticas.

Desde unos años antes, los propios Hallin y Mancini sintetizaban críticas y apuntalan varios aspectos sobre la hipótesis de la convergencia (Hallin, 2009; Hallin y Mancini, 2010), dentro de los que se encuentran los siguientes:

  1. - En gran parte del mundo el partidismo toma variedad de formas, está profundamente enraizado y no muestra signos de desaparecer.

  2. - Las prácticas o instituciones de los medios no puedan transferirse a través de contextos sin ser transformadas.

  3. - El sistema de medios liberal en sí mismo ha entrado en un período de crisis y transformación.

  4. - En tres de las cuatro dimensiones de análisis, los medios estadounidenses están convergiendo hacia algo bastante más cercano al modelo pluralista polarizado.

Luego, en Comparing media system beyond the Western World (Hallin y Mancini, 2012) estos autores también rechazan la idea de que los sistemas de medios estuvieran convergiendo hacia el sistema liberal. En su lugar, apuntan a la “la diversidad y el cambio” (McCargo, 2012, p. 220) como claves para entender los medios, encuentran importantes “procesos de hibridación” (Hallin y Mancini, 2010, p. 64) y establecen paralelismos entre sus casos de estudio y las características del modelo pluralista polarizado.

No obstante, esta hipótesis es útil para advertir cómo la comercialización, la globalización y la difusión de modelos normativos intervienen en la transformación de los sistemas de medios. A fin de cuentas, la orientación hacia el mercado es y continuará siendo una fuerza dominante (Dobek-Ostrowska, 2016; Vartanova, 2012) y, eventualmente, en Cuba la reforma económica ha potenciado las necesidades comunicativas de actores emergentes y ha colocado entre las decisiones políticas la diversificación de las fuentes de financiamiento de los medios partidistas-estatales.

De la democratización a la hibridación de los medios y la sociedad

Las denominadas transiciones a la democracia que tuvieron lugar en las últimas décadas, con la trasposición de los ideales normativos, las instituciones y las políticas liberales a los países de casi todo el planeta, y la correspondiente transformación en los roles y reglas de los sistemas de comunicación, proporcionó los fundamentos para la formulación de la hipótesis de la democratización.

Este proceso (abierto) que conduce a una mayor participación y a una más amplia esfera pública (Voltmer, 2013b, p. 10), provee una ruta interpretativa del cambio en los medios, sobre todo aquel que se produce de manera abrupta y conduce a la disolución de un gobierno autoritario por un régimen democrático. Por tanto, al igual que en el caso de la hipótesis de la convergencia, tampoco parece pertinente este enfoque para analizar el sistema de medios cubano.

Debe indicarse, no obstante, que los análisis de la democratización y los medios distinguen, por una parte, la acción de los medios en los cambios democráticos y su propia transformación como subsistema, institución y práctica social; y, por otra parte, las fases o etapas relativas a los cambios previos a la ruptura, el colapso de los regímenes autoritarios y la posterior institucionalización y consolidación de un nuevo sistema, evidenciando que no se trata solo de un momento de cambio radical, sino de procesos acumulativos, graduales y contradictorios a mediano y largo plazo (Jakubowicz, 2007). En consecuencia, en este sentido, esta propuesta podría tener aplicación para el caso cubano, pero esto dependerá de la dinámica de los acontecimientos presentes y futuros.

La independencia, la libertad, la diversidad, la inclusión y la rendición de cuentas son el núcleo de las teorías de los medios democráticos (Voltmer, 2013b), y también son ideales normativos de las luchas de ciudadanos de todo el mundo —independientemente del tipo de régimen político en el cual vivan—. Pero se trata de conceptos controvertidos y ambiguos. Los términos democratización y transición implícitamente suponen un proceso unidireccional hacia la democracia liberal (Voltmer, 2012); sin embargo, este no es el único “modelo” de democracia que existe (Rosanvallon, 2008).

La tercera ola de la democratización, en lugar de la convergencia, ha provocado una gran divergencia de democracias, de sistemas de medios y de formas de periodismo (Voltmer, 2013b). A pesar de las diferencias, y como resultado de ellas, se ha constado también que en estos países persiste una mixtura y un paralelismo entre la política y la economía, un rol intervencionista del Estado (Mancini, 2015), redes clientelares entre las élites (Örnebring, 2012) y una borrosa identidad profesional del periodismo (Lauk, 2008), todo lo cual ha generado formas peculiares y ambiguas de instrumentalización de los sistemas de medios, lo que los diferencia de sus contrapartes occidentales.

Con el propósito de explicar esta combinación contradictoria de prácticas democráticas y autocráticas, se ha empleado el concepto de hibridez. La utilización de esta idea es, en cierto modo, resultado de la inoperancia de las hipótesis de la democratización y de la convergencia. De hecho, la naturaleza híbrida y cíclica del cambio y la continuidad revela que “los cambios se asimilan como resultado, más que a pesar de, las prácticas y hábitos autoritarios” (Márquez-Ramírez, 2012, p. 254).

Sin embargo, la hibridación se opone a la fragmentación, y, en lugar de suplantar las hipótesis anteriores, integra, reescribe y complejiza los marcos interpretativos sobre la transformación social y mediática (Voltmer, 2015). La noción de hibridación es multitemporal y multicausal, integra proceso y resultado, agencia, estructura y poder. Entre sus potencialidades como enfoque analítico se encuentran las siguientes:

  1. - Explicar la no linealidad, las combinaciones contradictorias y la mezcla de elementos de varios modelos de medios (Mancini, 2015), pero también el surgimiento de nuevos patrones de integración (Chadwick, 2013).

  2. - Comprender las interacciones (combinación, superposición, mezcla y coevolución) entre las lógicas de los medios antiguos y nuevos en los ámbitos relacionadamente conectados de los medios y la política (Chadwick, 2013).

La hibridación es un proceso de integración y fragmentación simultáneas, de luchas de poder, de actos continuos de modificación que con el tiempo se vuelven significativos (Chadwick, 2013). Además, propone un giro en la observación del cambio y la continuidad, pues, en lugar de pensar en rupturas y reemplazos, remite a patrones cíclicos diversos de adaptación, mutación o adaptación, ambigüedad y tensión, como concluye Márquez-Ramírez (2012) para el caso mexicano.

A pesar de las potencialidades de este concepto, han surgido no pocas críticas. Su capacidad “inclusiva” tiende a propiciar un uso indiscriminado y ambiguo, y a omitir asimetrías y relaciones desiguales en los procesos de cambio. Del mismo modo, se lo señala por tener poca capacidad teórica y explicativa (Ruiz y Lorena, 2014).

La hipótesis de la dependencia de las trayectorias pasadas y el institucionalismo

El resultado incierto de las transformaciones de los medios en los procesos políticos ha proporcionado un sustento para reforzar la dimensión histórica de los estudios sobre los sistemas mediáticos. Con ello, a la par del giro hacia la noción de hibridación, se ha registrado una tendencia a concertar conceptos y referentes del nuevo institucionalismo.

Se ha sostenido, en esta dirección, que las trayectorias del pasado y los marcos culturales son dos fuerzas que proveen una desconcertante diversidad respecto a los diferentes sistemas de medios y sociedades democráticas (Voltmer, 2012).

La hipótesis de la dependencia de la trayectoria pasada postula, sin plantear una lógica determinista, que las características de los regímenes anteriores, sus políticas y normas institucionales, tienen una influencia duradera y moldean la forma en que se diseñan y operan las nuevas instituciones (Oates, 2012; Voltmer, 2013b).

En este sentido, se ha insistido que los resultados de las transformaciones de los medios difieren según el rol que estos hayan jugado en el régimen autoritario anterior (Voltmer, 2013b). Pero la cuestión sobre qué hace que un legado histórico en un conjunto de países sea menos significativo para otros casos comparables exige de una explicación más causal (Humphreys, 2012).

El distinguir los procesos causales, las interrelaciones, la dirección y el origen de los cambios (de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, influencias externas) (Voltmer, 2013b), es una tarea difícil, inabarcable, pero necesaria. Entre las rutas probables, la interacción de los medios con diferentes tipos de nacionalismo y su impacto en las identidades nacionales y regionales (Hyun y Kim, 2015) podría abrir una crítica interesante desde varios enfoques (históricos, estructurales, institucionales, antropológicos) y objetos de estudio: las políticas, las estructuras y los contenidos de los medios, la propaganda, el periodismo, etc. (Jakubowicz y Sükösd, 2008).

Una forma posible de abordar estas cuestiones sería a través de dos dimensiones distintas, pero interdependientes: la transformación institucional y el cambio cultural (Balčytienė, 2015; Voltmer, 2013b). En esta dirección, la hipótesis de la dependencia de la trayectoria pasada y la teoría institucionalista en sus diferentes corrientes de pensamiento (racional, política, sociológica, histórica, discursiva) identifican razonamientos útiles para investigar sobre el cambio y la continuidad:

  1. - Las estructuras limitan, pero también proporcionaban acceso a recursos, y, a su vez, facilitan las oportunidades de elección estratégica de los actores (Stevens y Slack, 1998).

  2. - Las relaciones recíprocas entre procesos, acciones y contextos del cambio demandan un enfoque holístico y multinivel (Pettigrew, 1990).

  3. - Los cambios, las opciones y el alcance de las acciones no siguen una causalidad lineal ni singular, y se encuentran interconectados temporalmente (Pettigrew, 1990; Stevens y Slack, 1998).

  4. - El cambio y la continuidad se integran empírica y teóricamente, y se manifiestan en una variedad de combinaciones (Eisenstadt, 1980; Pettigrew, 1990).

  5. - La pluralidad de las percepciones y las creencias de los actores sobre la realidad (procesos cognitivos) constituyen un marco de referencia significativo para entender la estabilidad y el cambio institucional (Pettigrew, 1990; Vergara, 1997).

  6. - La modificación de las normas y prácticas institucionalizadas suele operar a partir de cambios incrementales y de múltiples factores, ya que es un proceso complejo de aprendizaje y adaptación (Dacin et al., 2002; Vergara, 1997).

En específico, una perspectiva particularmente valiosa para el estudio de los sistemas de medios es el institucionalismo histórico (Humphreys, 2012), que define a las instituciones como reglas y estructuras formales, pero también como normas y procedimientos informales (Hall y Taylor, 1996).

Los cambios graduales en las ideas, percepciones, preferencias —es decir, ciertos componentes de los esquemas cognitivos de las personas— posibilitan que eventos menores conduzcan a cambios dramáticos en las instituciones (Coyne y Leeson, 2009). Pero los valores y concepciones pasadas, y, sobre todo, las formas de asociación, las redes y las normas informales, tienden a tener una gran resiliencia ante los cambios estructurales (Balčytienė, 2012b; Vartanova, 2012).

Igualmente, los medios son instituciones donde tienen lugar cambios en los esquemas conceptuales, las normas, el acceso a los recursos y las relaciones de poder; pero también donde hay continuidad en las estructuras, el desempeño profesional y los agentes que los integran (Sparks, 2008a; Voltmer, 2013b).

El énfasis en los significados que los actores históricos —no solo los periodistas— atribuyen a sus propias acciones permite discriminar entre explicaciones en conflicto (Hall y Taylor, 1996) e integrar aproximaciones culturales y estratégicas (racionales) sobre la práctica social. Sin embargo, presenta dificultes para indicar la incertidumbre y las contingencias que son creadas por causas estructurales más grandes (Schwartz et al., 2004), y para explicar “las formas en que los actores pueden elegir cambiar ciertas reglas, pero no otras” (Schmidt, 2010, p. 2).

Aunque desde la perspectiva del institucionalismo histórico se insiste en el cambio, sobre todo de tipo puntuado, cíclico y acumulativo, todo indica que su mayor fuerza radica en que permite determimar la continuidad en el cambio. Del mismo modo que Hallin (2015) observa, por ejemplo, que el concepto de dependencia de la trayectoria pasada se puede relacionar con las premisas del mantenimiento de los límites del sistema, y de su creación, a medida que responde a los desafíos del entorno (Hallin, 2015).

En general, esta hipótesis posee un gran potencial heurístico para explicar los resultados de las transformaciones en los sistemas de medios, y, algo muy importante, contribuye a fortalecer su dimensión histórica. Por consiguiente, es muy pertinente para aplicar en el caso cubano, dado los rasgos estructurales, y culturales, de continuidad en su sistema mediático y el carácter eminentemente contradictorio de la realidad del país (Espina, 2009; Olivera y De Maio, 2021).

A pesar de lo anterior, el planteamiento de esta hipótesis presenta dificultades para explicar de manera satisfactoria la acción colectiva intencional de los agentes, el azar, la indeterminación, las rupturas radicales y la relación entre el cambio gradual y el cambio dramático (Schwartz et al., 2004). En función de solucionar tales problemáticas, se han sugerido integraciones con el institucionalismo racional (Thelen, 2004), pero parece más coherente hacerlo con el institucionalismo discursivo, que se propone explicar los cambios en referencia a las ideas de los agentes sobre cómo estratifican, reinterpretan o subvierten las instituciones, y a la relación de tales ideas y discursos con sus acciones (Schmidt, 2010).

Políticas de liberalización, continuidad de las élites y hegemonía

De acuerdo con la revisión realizada, varios autores aseveran que los marcos de análisis de categorías como la transición o la transformación tienden a enmascarar las dinámicas del cambio en países como China y Vietnam (Akhavan-Majid, 2004; Hương, 2012; Sparks, 2008a), donde no han tenido lugar transformaciones de los sistemas políticos y de las estructuras de los medios que se traduzcan en un punto de quiebre o ruptura.

Lo ocurrido en las últimas décadas en este grupo de países podría catalogarse como de “progreso sin cambio” (Voltmer, 2013b, p. 88); sin embargo, otras visiones sostienen que en ellos han tenido lugar cambios multifacéticos, complejos y únicos que han derivado, entre otras consecuencias, en nuevas y fuertes relaciones entre medios, política y mercado (Akhavan-Majid, 2004; Hương, 2012; Sparks, 2008a).

En este sentido, una orientación complementaria a la noción de la dependencia de la trayectoria pasada es la hipótesis de la continuidad de las élites en el cambio social, que se ha empleado para explicar los cambios tanto en los sistemas mediáticos de los países ex y postcomunistas (Sparks, 2008a; Vartanova, 2012) como en las “transiciones democráticas” de América Latina y Europa Occidental (Gunther y Mughan, 2000).

La visión centrada en las élites escrudiña en los arreglos políticos y su legitimidad, pero también en la integración de viejos y nuevos rituales (Sparks, 2008b; Vartanova, 2012), como el caso de los países de la Europa excomunista, donde las élites pasaron del uso de la propaganda al marketing político (Bajomi-Lázár, 2013).

Luego, en los medios intervienen tanto las élites políticas como las económicas (Sparks, 2008b), y en China —país que sirve como referente a los propósitos de este artículo— se ha producido una convergencia gradual de intereses entre ambas élites a nivel táctico y estratégico para “renegociar de manera creativa la política del partido y el estado” (Akhavan-Majid, 2004, p. 561).

Se podría pensar, entonces, que la agencia de los actores políticos y económicos, que promueve modificaciones estructurales continuas y estrategias sofisticadas de reproducción simbólica, coadyuva a generar una dinámica de cambio permanente, consistente con tradiciones culturales nacionales y fuerzas externas globales. Sin embargo, no solo las élites, o los propios medios como instituciones, han sobrevivido a los procesos de cambio, la continuidad/renovación se aprecia en otro personal clave, como editores, productores y periodistas (Sparks, 2008b).

De tal modo, otro objeto de análisis ha sido la acción política y la relación entre los actores durante los programas de reforma y liberalización de los medios. La atención a la secuencia, al cálculo estratégico, así como a la combinación entre ambigüedad y orientación continúa e intensiva sobre lo mediático, de acuerdo con Repnikova (2017), garantizó al Partido-Estado chino un mayor margen para la reinvención de las normas y los espacios comunicativos y simbólicos. En consecuencia, observar los procesos de toma de decisiones, implementación y resultados de políticas de comunicación es otro espacio para explorar hipótesis sobre el cambio en los medios.

Ahora bien, la acción colectiva de los actores (ciudadanos, periodistas, empresarios, políticos), y los procesos de renegociación creativa entre ellos, también genera dinámicas de expansión no previstas por el Estado (Akhavan-Majid, 2004; Wells-Dang, 2010). Este fenómeno podría proporcionar otro lugar de observación para pensar los sistemas de medios en los procesos de reformas políticas y económicas. Así, por ejemplo, los procesos de transformación mutua, interacción y negociación entre el Partido-Estado y otras fuerzas sociales en regiones como China, especialmente las organizaciones de medios (Zhang, 2011), han sido reconsiderados desde la perspectiva de la hegemonía del italiano Antonio Gramsci.

Las lecturas realizadas a esta categoría desde uno u otro referente, indican que posee un gran poder explicativo para comprender la resiliencia y las resistencias de fuerzas sociales e ideologías, que son partes integrales de la producción y reproducción de la hegemonía (Zhang, 2011, pp. 27-28). Este enfoque pone énfasis en el espacio social como espacio de conflictos, en lo relacional y lo procesual como pugna de poderes. Asimismo, integra los conceptos de producción y apropiación, entendiendo que en la práctica social “el propio sistema contiene la lógica de su ruptura, de su ‘deber ser’” (Carmenati, 2013, p. 112).

Vale destacar que el concepto de hegemonía pareciera concomitante con lo descrito por Roudakova (2012) como procesos de erosión y mantenimiento del orden que tuvieron como protagonistas a los medios, los periodistas y las audiencias, varios años antes de la desintegración del llamado campo socialista europeo. Su foco de atención son los procesos de renovación y recreación continua de las normas y reglas existentes, pero, a la vez, los intentos de las personas de utilizar cualquier inconsistencia, contradicción, conflicto y ambigüedad para erosionar las regularidades, que pueden o no generar nuevas normas o reglas, o ser o no, “históricamente significativas” (Roudakova, 2012, p. 249).

Cuáles son los regímenes de verdad de una sociedad, cómo se construyen y subvierten y hasta qué punto fortalecen la autonomía y la libertad de las instituciones —entre ellos los medios— y los sujetos —digamos los periodistas, editores, ciudadanos—, son preguntas que las dimensiones de la hegemonía/contrahegemonía podrían reconstituir. Sin embargo, su definición en la totalidad trae consigo limitaciones para entender la fuerza relativa de un conjunto de componentes articulados del sistema mediático en relación a otros, y no menos dificultades para pensar estrategias de análisis operativo.

Conclusiones

Las premisas o hipótesis para explicar el cambio en los sistemas mediáticos que se han plateado proveen un margen de interpretación amplio, diverso y con potenciales posibilidades de complementariedad. En general, las formulaciones tienden a contraponer, e integrar, por una parte, una visión globalizadora y universalista y, por otra parte, un enfoque contextual y centrado en la diversidad. A su vez, proveen explicaciones no solo sobre el cambio mediático —y sus patrones de continuidad—, sino también sobre la naturaleza acumulativa y dramática de las dinámicas sociales.

Ahora bien, a partir de las investigaciones precedentes del caso cubano (García Luis, 2013; Olivera y De Mario, 2021; Salazar, 2017), se han identificado algunas relaciones contradictoras entre componentes del sistema mediático que contribuyen a entender los cambios y las continuidades en el periodo de reforma política y económica que impulsó la presidencia de Raúl Castro. El primero refiere el predominio de normas informales, desregulación, centralización económica y prácticas de censura-vigilancia en la intervención del Partido-Estado en los medios, lo que ha restringido su credibilidad y su función como agentes legitimadores del propio sistema político (a pesar de los esfuerzos por diseñar una ley en materia de comunicación) (García Luis, 2013). El segundo hace referencia a la confluencia de una política de medios que promueve valores de servicio público y afianza la vocación profesional de los periodistas, pero maximiza las funciones de defensa nacional, limitando la autonomía, abonando a la cultura del secretismo y a la migración de profesionales (Natvig, 2019; Olivera y Fernández, 2022). El tercero indica la relación entre el incremento en el acceso a información y el uso de plataformas digitales, resultado de la inversión pública en telecomunicaciones, y la expresión de la diversidad social y política de la sociedad, así como de la competencia por las audiencias, en la que concurren nuevos actores mediáticos (García Santamaría, 2017; Henken y García Santamaria, 2022).

La síntesis anterior remite a dos cuestiones centrales: la relevancia del cambio gradual, acumulativo o puntuado, y la intrínseca relación entre componentes estructurales y culturales tanto en los procesos de transformación como de conservación en los sistemas mediáticos.

Ciertamente, una sociedad cambiante, que suele carecer de directrices claras o estar culturalmente dominada por la impulsividad y la volatilidad, contrasta con los ajustes marginales e ininterrumpidos de sociedades “estables” (Balčytienė, 2015, p. 184). Aun así, ambos son procesos históricos interconectados en la vida cotidiana, que solucionan unos problemas y plantean otros, normalmente de complejidad creciente. De hecho, a partir de la síntesis del caso de estudio, se coincide con que “el cambio evolutivo de los medios toma una ruta silenciosa y gradual” (Huang, 2003, p. 455), no necesariamente menos importante o significativa que el cambio radical.

Por otra parte, la relación dinámica entre componentes estructurales y culturales también ha sido descrita, pues las instituciones políticas y los medios de comunicación están constituidos y modificados por la acción de los actores; y, a su vez, la visión de proceso está implícitamente contenida en la naturaleza interactiva de los sistemas y en la intención de observarlos de manera integral (Hallin y Mancini, 2012).

En consecuencia, respecto a las opciones teóricas planteadas, las hipótesis de la convergencia, la idea de la democratización y la noción de hibridación son tres perspectivas que parecen complementarse en términos de divergencias múltiples, culturales y temporales. Las dos primeras están más centradas en los cambios estructurales, políticos y económicos, y la tercera en la cultura y en los procesos de apropiación, asimilación y/o resistencia al cambio. Sin embargo, ninguna de ellas responde con suficiencia explicativa al contexto mediático cubano, dada la naturaleza estructural de sus rasgos característicos en el tiempo (sistema político, dependencia del Estado, etc.).

La dependencia de la trayectoria pasada, por el contrario, permite explicar la duración de las políticas y normas institucionales; el carácter prolongado, acumulativo y cíclico de la transformación (que se ha dado durante más de diez años); la historia previa de cambios sustanciales (ej. la caída del campo socialista y su impacto en Cuba) y de procesos de erosión/mantenimiento del orden (emergencia de nuevos actores mediáticos, renovación de las políticas de medios). Además, se complementa con los planteamientos sobre la continuidad, renovación y discontinuidad de las élites y el personal de los medios. Por estas razones, constituye la propuesta más pertinente para explicar la historia de los cambios y las continuidades de los medios en Cuba, que fueron señaladas en la sección introductoria, y que, como se sugirió, podrían pensarse también en el marco del concepto régimen mediático (Guerrero, 2023).

No obstante, esta hipótesis presenta dificultades para explicar de manera satisfactoria el azar, la indeterminación y la relación entre cambios cíclicos y graduales, que también se han observado en el caso cubano (Olivera y De Maio, 2021). Al respecto, un probable derrotero sería explorar las relaciones y los desfases históricos entre cambios estructurales y culturales, observando de manera diferenciada los discursos y las prácticas de los agentes históricamente situados. En esta dirección, un sitio de observación alternativo es la agencia negociadora, y, por ello, la hegemonía/contrahegemonía podría resultar en un concepto de ensamblaje entre agencia, discurso, estructura y trayectoria pasada.

La realidad de Cuba, y de otros países comunistas, como China y Vietnam, que han vivido profundos cambios derivados de procesos de reformas económicas y procesos paulatinos de liberalización política, alerta en torno a la necesidad de operar giros teóricos fundamentales que complementen las hipótesis sobre el cambio de los sistemas mediáticos: enfocar tanto los procesos como los resultados, no solo explicar la continuidad en las transformaciones dramáticas, sino también los cambios radicales en la gradualidad, así como observar la agencia crítica en la trayectoria pasada y la dependencia futura en la agencia del presente.

Tales apuntes suscriben también la importancia de objetivar el punto de observación temporal del investigador, dado que “la historia no se mueve en línea recta y las condiciones políticas pueden cambiar la dirección del desarrollo de los medios” (Hallin y Mancini, 2012, p. 285).

Ahora bien, cada marco explicativo sobre el cambio y la continuidad en los medios contribuye a comprender lógicas específicas que subyacen en los procesos de transformación. La complementariedad y el ensamblaje entre las hipótesis es una estrategia analítica fundamental que, sin embargo, puede tener inconvenientes metodológicos, dada la diversidad en los alcances, niveles y objetos de estudio. Por consiguiente, esta operación debe hacerse con cuidado y partir de la identificación contextual de la esencia explicativa de las relaciones contradictorias entre cambio y continuidad.

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Notas

* Artículo de investigación.

Origen de esta investigación Este trabajo se realizó en el marco del Programa de Becas Posdoctorales de la Universidad Nacional Autónoma de México a través del cual se realizó una estancia de investigación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: dasnieloliveraperez@gmail.com

Información adicional

Cómo citar: Olivera Pérez, D. y Arellano Sánchez, J. R. (2024). El cambio en los sistemas mediáticos: hipótesis y opciones para el análisis en contextos de reforma económica y política. Signo y Pensamiento, 43. https://doi.org//10.11144/Javeriana.syp43.csmh

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