Castro-Gómez, Santiago. (2024). La rebelión antropológica. El joven Karl Marx y la izquierda hegeliana (1835-1846). Siglo xxi editores.
Castro-Gómez, Santiago. (2024). La rebelión antropológica. El joven Karl Marx y la izquierda hegeliana (1835-1846). Siglo xxi editores.
Universitas Philosophica, vol. 41, núm. 83, 2024
Pontificia Universidad Javeriana
Carlos Arturo López J. carloslopez@javeriana.edu.co
Instituto Pensar – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia
Recibido: 28 agosto 2018
Aceptado: 10 enero 2019
Publicado: 31 julio 2019
Comencé a leer este volumen mientras redactaba junto a Juliana Flórez y Juan Camilo Cajigas la introducción a un libro sobre Santiago Castro-Gómez (López et al., 2024). Esa redacción supuso muchas conversaciones que se han mezclado en este texto, así que no quiero dar inicio a la reseña sin reconocerles mi gratitud por los aportes, tantos y a veces tan sutiles, que no puedo indicarlos con precisión.
La redacción del texto con Juliana y Juan Camilo implicó recordar mi propia formación, un tiempo en el que no todos los profesores tenían doctorados y su producción intelectual, más bien escasa, en pocas ocasiones tomaba la forma de libro. El primer profesor de filosofía de entonces del que yo supe que tenía un volumen propio fue Santiago Castro-Gómez 1 ; en ese momento solo había publicado la Crítica de la razón latinoamericana (1996), editado en Barcelona y traducido al inglés en 2020 –el segundo de sus libros en este idioma es su célebre La hybris del punto cero (2005) traducido en 2021–. Hoy reseño con gusto su más reciente publicación La rebelión antropológica (2022), editado por Siglo xxi España –su tercera publicación en editoriales internacionales– 2 .
En La rebelión antropológica, Santiago mantiene el talante político de todas sus reflexiones, pero como ya nos tiene acostumbrados desde el volumen I de Historia de la gubernamentalidad (Castro-Gómez, 2010), esta reflexión tiene conexiones con la posible necesidad del Estado y de establecer una institucionalidad transformadora de la sociedad. Inquietudes que paulatinamente lo han llevado a apostar por un republicanismo transmoderno; un tipo de estatalidad que sabe recoger las ganancias de la modernidad y se toma en serio la posibilidad de una universalidad concreta. Una apuesta que, no obstante, no se la juega por la disolución de los antagonismos propios de la política, aunque sí aspira a enfrentar desigualdades promovidas por la modernidad como las coloniales, de género, raciales, lo mismo que las desigualdades ambientales relativas a la interacción entre agentes humanos, no-humanos y tecnológicos.
La rebelión antropológica, advierte desde el comienzo, se apoya en los resultados de la historia conceptual y la de los lenguajes políticos, dos formas contemporáneas de hacer investigación soportada principalmente en la producción intelectual de una época. En consonancia con esto y como en sus libros del 2010 en adelante, Santiago se vuelca sobre la tradición intelectual que sirve de referencia al trabajo de los filósofos profesionales. En esta ocasión, nos propone un análisis de un tipo de escritores y documentos que no siempre encajan del todo con las figuras prestigiosas de esa tradición de referencia: los jóvenes hegelianos. Ellos, nos dice en la introducción, “no se movieron tanto en el ámbito de la academia sino del periodismo, por lo cual buena parte de los documentos aquí analizados son artículos polémicos escritos para diferentes revistas de la época” (p. 27).
En líneas generales, y como ya es costumbre en los escritos de Santiago, el libro goza de una redacción impecable y de fácil acceso, sin restarle a la seriedad y detalle de la argumentación. Se trata de un documento que enseña mucho de las dinámicas de escritura del periodo estudiado, las formas de censura en la universidad alemana de la época y la construcción pública de debates conceptuales. Se aprende también sobre el grupo de los jóvenes hegelianos, su importancia a largo plazo a través de la obra de Marx e, incluso, se percibe su impacto en la obra de Nietzsche (como lo anuncia Villacañas en la contraportada del libro). Adicionalmente, el trabajo nos muestra los puntos de contacto sutiles entre la teología, la filosofía y el ejercicio de gobierno en la Prusia de mediados del siglo xix, mientras nos da una detallada clase sobre cómo funciona la lógica y la argumentación dialécticas desde Hegel hasta Marx, pasando por los desarrollos intermedios del método en el trabajo de personajes como Strauß, Bauer, Hess, Stirner y Feuerbach. Incluso, el libro aclara el funcionamiento y supuestos de lo que podríamos llamar el “materialismo de Marx”, o al menos del joven Marx.
El objetivo del texto es presentar el grupo y no la figura que a la larga sería la más destacada, Karl Marx. No obstante, es difícil no ver en el proceso de configuración de las tesis de los jóvenes hegelianos versiones previas de lo que será la obra de este. Me parece pues que el libro puede leerse a la luz del epígrafe de su cuarta parte, una frase de Luis Althusser que dice:
Para hacer la historia de los pensamientos propios de Marx, es necesario captar su movimiento en el instante mismo en que ese individuo concreto que es el joven Marx surgió en el mundo de pensamientos de su tiempo para pensar en él a su vez y emprender con los pensamientos de su tiempo ese intercambio y ese debate que constituirá toda su vida ideológica (citado en Castro Gómez, 2022, p. 413)
–Esta propuesta de lectura podría explicar la selección de palabras en alemán que aparecen cada tanto a lo largo de todo el documento–.
Además del ambiente intelectual en el que se cultivan las ideas de Marx y el modo en que recoge sus frutos y los presenta, se resalta algún resultado de su propia cosecha. Traigo uno que, a mi juicio, es un gesto de confianza en lo popular que sobrevive en investigaciones sociales desde, por lo menos, la segunda mitad del siglo xx, en términos del mismo Santiago: “Marx […] piensa que el pueblo no necesita mediaciones institucionales que le ‘eduquen’ (Bildung) para la vida republicana, como decía Feuerbach, sino que está ya listo para tomar en sus manos el destino de la sociedad” (p. 443).
En el marco de los comentarios a la izquierda hegeliana y en particular a las obras de Feuerbach y Marx, el libro es también un desarrollo de las inquietudes actuales de Santiago en al menos dos sentidos. El primero de ellos consiste en que a lo largo del libro se va dando forma a la noción de “modernidad” y en el final se la concreta evidenciando como aún en sus propuestas “la Modernidad no ha secularizado al mundo, como creían [Marx y los jóvenes hegelianos], sino que ha cambiado la función de lo sagrado” (p. 562) por medio de una antropología de la que ninguno de ellos se libera. Se avanza en esta cuestión mientras se mueve en dos niveles distintos: “de un lado, determinar cuál es el ‘universo discursivo’ que da coherencia intelectual a todo el movimiento; del otro, singularizar las diferentes líneas de fuerza políticas que lo componen” (p. 415). Esto último, desde el punto de vista de sus cuatro partes, puede presentarse como la historia del terreno común en el que conceptualmente se ubicaron los jóvenes hegelianos (las dos primeras partes del libro), para luego establecer el nivel de las disputas entre ellos (la tercera); todo esto termina siendo la preparación para entender, en la última parte, el lugar de Marx dentro de este grupo.
En segundo lugar, el libro avanza mientras se mueve en otro sentido que evita que lo consideremos un mero comentario: presenta la dirección de las tesis de Castro-Gómez y posibles investigaciones venideras apoyado en el recurso metodológico del recuento de la tradición de referencia de los filósofos de oficio. Todo ello mientras detalla la relación de Marx con el proyecto antropocéntrico-teológico de los jóvenes hegelianos y del cual el mismo Marx no logra desprenderse, por lo menos hasta 1846; si luego de esta fecha logra hacerlo y en qué sentido lo habría hecho es algo que no se explora y ni siquiera se insinúa en el libro. Lo que sí queda claro, por medio de una incipiente apropiación del vocabulario poshumanista, es la necesidad de apostar por un “materialismo no antropocéntrico”, apuesta en la que “Marx pueda servirnos como aliado” (p. 566).
Así, si en sus primeros libros Santiago establecía desde el archivo series documentales a partir de preguntas por las reflexiones sobre la latinoamericanidad (Castro-Gómez, 1996), la producción cultural de los ilustrados criollos de la Nueva Granada (Castro-Gómez, 2005) o de las élites bogotanas y medellinenses (Castro-Gómez, 2009), desde Revoluciones sin sujeto (2015) lo hemos visto volver a la tradición de referencia como mecanismo de clarificación y desarrollo de sus tesis filosóficas en torno al “republicanismo transmoderno”; pasa lo propio en El tonto y los canallas (2019). En estos libros, nos dice al cierre de La rebelión antropológica, ha avanzado en la apuesta por superar la refuncionalización de la teología premoderna que ejecutó el antropocentrismo moderno (Castro-Gómez, 2024, p. 565).
Sin negar los cambios, a veces drásticos en el trabajo de Santiago, tampoco se puede dudar de la organicidad con que La rebelión antropológica se acopla dentro de su obra. Para usar los términos del prólogo de Jose Luis Villacañas, este libro nos muestra la absolutización de lo humano como mecanismo colonial que se desarrolla en el mundo neoliberal como absolutismo individualista, absolutismos que serían otra forma de lo que el mismo Villacañas (2022), en un evento de homenaje a Castro-Gómez, presentó como la continuidad a lo largo de toda la obra de este último: “la genealogía de la hybris occidental”.
A casi treinta años de la publicación de su primer libro, el ritmo editorial que distinguía el trabajo de Santiago ya no es un asunto diferencial respecto al de una parte de sus colegas. Sé que la edición de obras de filosofía local en programas de filosofía a lo largo del país también va en aumento, pero concentrándome solo en los límites estrechos del mundo universitario bogotano –la sección de la academia nacional que mejor conozco–, puedo afirmar que ahora sus libros se exhiben en las librerías junto con los de algún filósofo que había avanzado en paralelo con una obra propia como Adolfo Chaparro 3 o colegas más jóvenes como Laura Quintana que adelanta sus propias investigaciones con publicaciones de reputadas casas editoriales. Esta coincidencia ocurre también en el interés temático por hacer filosofía política. Ello, sin embargo, no borra las diferencias entre sus proyectos intelectuales, pero sí promete una academia que se fortalece a partir del reconocimiento de las propias agendas de investigación de la formación de estudiantes dentro de esas agendas y el diálogo con colegas que hoy disfrutamos de esos libros tan urgidos de lectores.
No quisiera terminar sin elevar una queja a Santiago y a cualquier colega del campo de la filosofía política que en la actualidad comparta con él los estantes de las librerías: ¿cuándo veremos más citas de textos locales de filosofía en sus propios libros? No citas indirectas como de hecho ocurre en Modernidades periféricas (Chaparro Amaya, 2020) o Rabia (Quintana, 2021), sino desarrollo argumental en paralelo, por vía del trabajo detallado sobre las investigaciones de los colegas, sea para refutar o reforzar una tesis, una práctica extendida y naturalizada en las ciencias sociales y que en filosofía se requiere, no por nacionalismos vacíos, sino por la comunión que propician los problemas circundantes, la reflexión filosófica situada. Santiago, Adolfo, Laura representan bien lo que creo caracterizará a la filosofía local del futuro, una práctica filosófica que se va consolidando en investigaciones que articulan la tradición de referencia con problemas específicos sin rechazar una reflexión sobre lo universal, pero sin devociones ingenuas con los universalismos que no pocas veces ocultan las formas locales de producción de conocimiento en ese pequeño, pero muy poblado y poderoso (peligroso) territorio que llamamos Europa. ¿Tendremos en esa filosofía del futuro –quiero decir, del presente– puentes claros entre obras y temas, métodos y expresiones comunes como los jóvenes hegelianos de los que nos habla La rebelión antropológica?
Referencias
Castro-Gómez, S. (1996). Crítica de la razón latinoamericana. Puvil Libros.
Castro-Gómez, S. (2005). La hybris del punto cero. Ciencia, raza e Ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Castro-Gómez, S. (2009). Tejidos oníricos. Movilidad, capitalismo, bipolítica en Bogotá (1910-1930). Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Siglo del Hombre, Pontificia Universidad Javeriana Instituto Pensar, Universdad Santo Tomás.
Castro-Gómez, S. (2015). Revoluciones sin sujeto. Slavoj Zizek y la crítica del historicismo postmoderno. Akal.
Castro-Gómez, S. (2019). El tonto y los canallas. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Castro-Gómez, S. (2022). La rebelión antropológica. El joven Karl Marx y la izquierda hegeliana (1835-1846). Siglo xxi.
Chaparro Amaya, A. (2020). Modernidades periféricas. Archivos para la historia conceptual de América Latina. Herder.
López Jiménez, C. A., Flórez, J., & Cajigas, J. C. (2024). Introducción. La alquimia del trabajo intelectual: tránsitos y tensiones en la obra de Santiago Castro-Gómez. En J. C. Cajigas, J. Flórez, & C. A. López (Eds.), Entre la hybris y la república. Crítica decolonial y transmodernidad en el pensamiento de Santiago Castro-Gómez (pp. 15-39). Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Quintana, L. (2021). Rabia: afectos, violencia, inmunidad. Herder.
Villacañas, J. L. (2022). Homenaje a Santiago Castro-Gómez: la categoría del absolutismo antropolótico en la obra reciente de Santiago Castro-Góme.. Youtube.
Notas
1
Había más, por supuesto. Hoy sé, recordando de memoria, que Magdalena Holguín tenía un libro sobre Wittgenstein y Jorge Aurelio Díaz uno sobre Hegel.
2
La primera fue editada por Akal y se titula Revoluciones sin sujeto. Slavoj Žižek y la crítica al historicismo posmoderno (2015).
3
Hay, claro está, desde antes de estos filósofos, otras personas con una serie de obras filosóficas. A nivel internacional pienso en el papel que jugaron en Alemania autores como Rafael Gutiérrez Girardot (1928-2005) y Carlos Rincón (1937-2018), en Francia el que juega Alfredo Gómez Müller y más recientemente, en Estados Unidos, Maria del Rosario Acosta.