Carnaval Mil Tambores 2021 (Valparaíso, Chile): el retorno a la calle luego de la revuelta social y la pandemia*

Mil Tambores Carnival 2021 (Valparaíso, Chile): The Return to the Streets after the Social Uprising and the Pandemic

Carnaval Mil Tambores 2021 (Valparaíso, Chile): a volta às ruas após a revolta social e a pandemia

Ricardo Álvarez Bulacio

Carnaval Mil Tambores 2021 (Valparaíso, Chile): el retorno a la calle luego de la revuelta social y la pandemia*

Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 18, núm. 2, 2023

Pontificia Universidad Javeriana

Ricardo Álvarez Bulacio **

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile


Recibido: 23 enero 2023

Aceptado: 04 marzo 2023

Resumen: Mil Tambores nace en 1999 en Valparaíso (Chile) como el resultado de una organización ciudadana autogestionada que buscaba la recuperación de un parque público que había sido vendido por el Estado chileno a una empresa inmobiliaria. Luego de la pandemia por covid-19, volvió a realizarse masivamente en octubre de 2021 retomando su denominación de Carnaval Constituyente, asociado al apoyo al proceso de redacción de una nueva constitución política en Chile que se encuentra en curso. El objetivo de este artículo fue indagar la historia de este carnaval como referente del activismo artístico en Chile y analizar su edición 2021, realizada luego del estallido social y la pandemia por covid-19, que interrumpió los cinco meses de movilizaciones asociadas que se habían iniciado el 18 de octubre de 2019. La metodología utiliza un enfoque cualitativo basado en trabajo de campo realizado por el autor en la celebración de 2021. Contiene entrevistas en profundidad con actores relevantes de la organización del festival, además del análisis de archivos de prensa y académicos sobre la percepción y representación de este carnaval en los medios. Los resultados de esta investigación permiten identificar el Carnaval Mil Tambores como un referente para entender el rol de las manifestaciones artísticas en los movimientos sociales desarrollados en Chile durante el siglo XXI que lograron su máxima visibilización durante la revuelta social. Junto con esto, permiten distinguir las estrategias desarrolladas tanto por sus organizadores como por las agrupaciones participantes para sobrevivir a la precariedad laboral generada tanto por el estallido como por la pandemia.

Palabras clave:carnaval, activismo artístico, estallido social chileno, pandemia, Valparaíso.

Abstract: Mil Tambores Carnival originated in 1999 in Valparaíso (Chile) as the result of a self-managed citizen organization seeking the recovery of a public park that had been sold by the Chilean State to a real estate company. Following the COVID-19 pandemic, it was massively resumed in October 2021 under the name of Carnaval Constituyente (Constituent Carnival), in support of the ongoing process of drafting a new political constitution in Chile. This article aims to explore the history of this carnival as a reference of artistic activism in Chile and analyze its 2021 edition, held after the social uprising and the COVID-19 pandemic, which interrupted the five months of related protests that began on October 18, 2019. The methodology used is a qualitative approach based on fieldwork conducted by the author during the 2021 celebration. It includes in-depth interviews with relevant players involved in the organization of the festival, in addition to an analysis of press and academic archives regarding the perception and representation of this carnival in the media. The findings of this research identify the Mil Tambores Carnival as a reference to understand the role of artistic manifestations in the social movements that have taken place in Chile during the 21st century, reaching their peak visibility during the social uprising. Furthermore, they shed light on the strategies developed by both the organizers and the participating groups to survive the precarious working conditions generated by both the social uprising and the pandemic.

Keywords: carnival, artistic activism, Chilean social uprising, pandemic, Valparaíso.

Resumo: O Carnaval Mil Tambores nasce em 1999 em Valparaíso (Chile) como resultado de uma organização cidadã autogerida que procurava a recuperação de um parque público que tinha sido vendido pelo Estado chileno a uma empresa imobiliária. Após a pandemia de covid-19, voltou a se realizar em massa em outubro de 2021 retomando a nomeação de Carnaval Constituinte, associada ao apoio ao processo de redação de uma nova constituição política no Chile agora em curso. O objetivo deste artigo foi indagar a história desse carnaval como referente do ativismo artístico no Chile e analisar sua edição 2021, realizada após o levantamento social e a pandemia de covid-19, que interrompeu os cinco meses de mobilizações associadas começadas em 18 de outubro de 2019. A metodologia utiliza uma abordagem qualitativa a partir do trabalho de campo realizado pelo autor nas comemorações de 2021. Contem entrevistas em profundidade com atores relevantes da organização do festival, além da análise de arquivos de imprensa e académicos sobre a percepção e representação desse carnaval na mídia. Os resultados desta pesquisa permitem identificar o Carnaval Mil Tambores como referente para entender o papel das manifestações artísticas nos movimentos sociais desenvolvidos no Chile durante o século XXI que conseguiram sua máxima visibilização durante a revolta social. Junto com isso, permitem distinguir as estratégias desenvolvidas tanto pelos organizadores quanto pelas agrupações participantes para sobreviver à precariedade laboral gerada tanto pelo levantamento como pela pandemia.

Palavras-chave: carnaval, ativismo artístico, revolta social chilena, pandemia, Valparaíso.

Introducción

El Carnaval Mil Tambores se inicia en 1999 en Valparaíso (Chile) como resultado de las acciones realizadas por organizaciones culturales del sector de Playa Ancha que buscaban recuperar un parque público para el arte y la cultura de la comunidad, próximo a ser vendido por el Estado a una empresa inmobiliaria. Desde sus inicios, las agrupaciones a cargo del carnaval han tenido que sortear fuertes críticas de ciertos sectores de la sociedad y la prensa que critican el daño que provoca al patrimonio y la limpieza de la ciudad, y a su vez organizar la edición de cada año y gestionar el incremento en la participación tanto de agrupaciones artísticas presentadas durante sus tres días de realización como de público asistente, posicionándolo como uno de los carnavales más masivos de Chile del siglo XXI que se ha realizado ininterrumpidamente desde su creación.

Luego de la pandemia por covid-19 durante la cual tuvo que suspenderse en 2020, volvió a realizarse en octubre de 2021, retomando su denominación de Carnaval por la Asamblea Popular Constituyente que declararon en 2010 (figura 1), asociado con el apoyo al proceso a favor de un órgano constituyente de redacción para una nueva constitución política en Chile que se encuentra en curso.

Este artículo, por una parte, busca indagar la historia del Carnaval Mil Tambores e identificar su relación con las demandas sociales y las agrupaciones culturales que fueron activas participantes del proceso llamado estallido social chileno de octubre de 2019, y que derivó en el proceso actual de redacción de una nueva constitución. Por otra, se analizará su edición 2021, realizada luego de la crisis social en Chile y tras casi dos años de confinamiento producto de la pandemia, para identificar cómo estos hechos históricos se reflejaron en las presentaciones de las agrupaciones participantes de ese año.

La metodología utiliza un enfoque cualitativo que incluye revisión de archivos de prensa y académicos sobre la percepción y representación de este carnaval en los medios, e identificar si tal visión ha influido en la percepción negativa sobre este. Por otro lado, el investigador asistió al Carnaval Mil Tambores 2021 en el que realizó grabaciones de audio y video de las presentaciones en el pasacalle final, para identificar cómo el contexto sanitario y sociopolítico determinó cambios en esta edición. Finalmente, se busca explorar las percepciones sobre la realización del carnaval ese año según entrevistas en profundidad realizadas en 2023 al vocero y uno de los iniciadores del carnaval, Santiago Aguilar, y a uno de los miembros fundadores de la Banda de Bronces San Pedro, Víctor Choque.

Con el análisis de estos objetivos específicos, se buscará responder a las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuál fue el rol del Carnaval Mil Tambores en el desarrollo de agrupaciones culturales asociadas al activismo artístico que fueron partícipes del estallido social chileno? ¿Qué estrategias fueron desarrolladas tanto por sus organizadores como por las agrupaciones participantes para realizar la edición 2021 y sobrellevar la precariedad laboral que se generó tanto por el estallido como por la pandemia en Chile?

Antecedentes de carnavales en Chile

Existen registros arqueológicos que dan cuenta de fiestas relacionadas con el ciclo agrícola andino celebradas por los pueblos preincaicos e incaicos en la Región de Tarapacá, Norte Grande de Chile, durante los últimos quinientos años antes de la llegada de los colonizadores españoles, que incluían danzas y música, junto con el uso de máscaras que representaban a animales, como el cóndor, el puma, los camélidos y los felinos (Núñez 1989, 2-6). En la zona surandina, una de estas celebraciones se llamaba anata, palabra de procedencia aimara que equivale al verbo “jugar” (Bertonio 2011, citado en Cárdenas Cordero et al. 2018, 47).

En Santiago de Chile durante la Colonia, entre los siglos XVI y XVII, se documenta la celebración de carnavales a pesar de la permanente resistencia a su existencia de las clases acomodadas y de la Iglesia que los consideraba una celebración pagana. Era un punto de celebración del verano y la abundancia de esta estación lo que permitía la realización de juegos, disfraces y algarabía entre la población mestiza que se formaba durante dichos siglos. En Chile, se asoció al juego de la chaya (palabra quechua que significa mojar con líquido algo), lo que en el contexto del carnaval chileno se relacionaba con mojar a los participantes con agua, alcohol, harina o papel picado (González 2020; Guerra 2015).

En el siglo XIX, luego de la independencia de España en 1810 y el inicio de la República de Chile, el carnaval o Fiesta de la Chaya adquiere mayor popularidad, de modo que era celebrada en todo el territorio. Sin embargo, la presión de la burguesía por reprimir esta celebración privilegiando otras como las retretas en las que se podían exaltar sentimientos patrióticos musicalizados por bandas de bronces o desfiles militares hace que para el inicio del siglo XX la historiografía no documente carnavales, sino fiestas de la primavera, celebraciones o conmemoraciones de triunfos militares, o sean reemplazados por los 18 de septiembre, fecha que en Chile se considera la que rememora la independencia de España en 1810. Sin embargo, hay antecedentes de que las fiestas de carnaval se siguieron celebrando en las primeras décadas del siglo XX en plazas y espacios públicos del país en celebraciones que se extendían por casi un mes desde fines de enero (González 2020).

Ya a mediados del siglo XX las fiestas de la primavera, principalmente lideradas por la burguesía en un principio y luego por las federaciones de estudiantes, pasan a reemplazar las celebraciones de carnaval en la capital y las ciudades más pobladas. Junto con esto, el inicio de los festivales de música en la década de 1960 celebrados durante enero y febrero en las ciudades del país más pobladas son estimulados por el mundo político y los medios de comunicación, ya que lograban generar el efecto de celebración, pero de una manera que podía ser controlada y manejada por las autoridades, temerosas del supuesto descontrol que producía el carnaval popular en la ciudadanía (González 2020). Sin embargo, en comunidades del norte y sur del país, el carnaval se siguió celebrando con su espíritu comunitario, lúdico y asociado al fin del ciclo agrícola, como el Carnaval de San Pedro de Atacama que se realiza en febrero y refleja elementos del proceso de sincretismo entre la tradición cristiana que da inicio a la cuaresma y la resistencia de los descendientes de la cultura originaria Likan Antai de mantener sus festividades del Talatur y el convido a la semilla.

Luego del quiebre político y social que generó el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende y la toma del poder de la junta militar liderada por Augusto Pinochet entre 1973 y 1990, el carnaval y las fiestas de la primavera prácticamente desaparecen de las ciudades chilenas, solo siendo celebradas por algunas comunidades del norte del país, como Codpa, Ayquina, San Pedro y Tierra Amarilla. Los festivales de música, especialmente el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, celebrado durante una semana de febrero, es elevado a la categoría de la gran fiesta del verano por las autoridades de Gobierno con el apoyo de los medios de comunicación.

Con la llegada de la democracia en la década de 1990, vuelven a reorganizarse agrupaciones de danza y música que buscan espacios de intervención y participación urbana que solo celebraciones como los carnavales permiten. Así es como con la llegada del siglo XXI, se concreta la creación de nuevos carnavales en diversas regiones del país, tales como el Carnaval Andino con la Fuerza del Sol en Arica (2002), el Carnaval Mil Tambores en Valparaíso (2002), los Carnavales Culturales de Valparaíso (2001) y el Carnaval de la Comunidad de Cerro Blanco en Santiago. Algunos de ellos mantienen la fecha de celebración asociada al inicio de la cuaresma católica y otros se celebran en otros momentos del año.

Los carnavales que nacen en el siglo XXI en Santiago y Valparaíso se distancian de la asociación de estas celebraciones al carácter religioso-católico de origen del carnaval, resaltando su carácter ciudadano y autogestionado por las diversas comunidades habitantes de estas ciudades. En un periodo en el que las demandas sociales y los movimientos estudiantiles logran ser parte de la discusión pública en Chile, algunos carnavales asumen una asociación directa con estas causas, las que en el caso del Carnaval Mil Tambores son el centro de la convocatoria de cada año con temas como la demanda por una asamblea constituyente, el derecho a la vivienda digna o el acceso al agua. Tales demandas forman parte de las performances de las agrupaciones y comparsas que participan en ellas.

Otro factor de influencia para el tipo de performance artística que se observa en el Carnaval Mil Tambores es el proceso ocurrido con el rescate del tumbe carnaval por afrodescendientes chilenos en Arica, la ciudad más al norte de Chile que limita con Perú. Un referente del regreso de los carnavales y las comparsas en Chile fue el proceso que se dio con la práctica performativa de este tumbe carnaval. En Arica, hubo una importante presencia de esclavos africanos (73 % de la población total) durante la Colonia en la que formó parte del territorio peruano (León Villagra 2020).

Luego de la guerra del Pacífico (1879-1884), que implicó la disputa por una extensa área reclamada por Chile, Perú y Bolivia, la ciudad pasó a formar parte del territorio chileno que hasta ese momento fue parte del territorio peruano. El conflicto armado finaliza con el Tratado de Ancón que determinó que Tacna queda en territorio peruano y Arica en el chileno, lo que queda establecido en 1929. Las autoridades chilenas iniciaron en sus nuevos territorios un proceso denominado chilenización de Tarapacá que promovió el nacionalismo en la zona y la discriminación racial contra los habitantes afrodescendientes, eliminando o prohibiendo paulatinamente sus celebraciones (Gómez 2021, 127).

En 1993, luego del retorno de la democracia, el Gobierno de Patricio Aylwin crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) mediante la Ley n.º 19.253, organismo encargado de implementar los planes de desarrollo de los pueblos indígenas en Chile. Sin embargo, los afrodescendientes no fueron incluidos dentro de los 10 pueblos originarios que el Estado chileno reconoce en esta ley, lo que generó un proceso de articulación para los afrodescendientes chilenos que incluyó el rescate y la recreación del tumbe carnaval en Arica, una de las prácticas escénicas tradicionales de esa comunidad desaparecida.

Encabezadas y organizadas por miembros de la familia Salgado en Arica que promueven el “rescate” de la danza tumbe carnaval, nuevas comparsas afrochilenas la recrean por las calles de la ciudad, convirtiéndose nuevamente en una celebración representativa, lo que le ha permitido volver a realizarse en las calles de la ciudad en el siglo XXI (León Villagra 2020).

El movimiento reivindicativo de los afrodescendientes chilenos impulsado por el regreso del tumbe carnaval y las organizaciones ciudadanas en Arica lograron que en 2019 el Estado chileno otorgue el reconocimiento legal (Ley 21.151) al pueblo tribal afrodescendiente, identificándolo como patrimonio inmaterial del país sujeto de derechos.

Este proceso ha influenciado las manifestaciones artísticas desarrolladas en carnavales y fiestas religiosas de la zona central de Chile con agrupaciones que reivindican la danza y música afroamericana. Este hecho se pudo constatar durante el trabajo de campo llevado a acabo para esta investigación en el Carnaval Mil Tambores 2021 en colectivos de Valparaíso como la Conga Comparsa La Kalle, en actividades de su programa como la ceremonia de entrega y posterior izamiento de la bandera del pueblo afrodescendiente a la Oficina de Pueblos Originarios de la Alcaldía de Valparaíso durante la jornada inaugural y un taller de danza de tumbe afrochileno al día siguiente (figura 1). Por otra parte, en Santiago, agrupaciones de tumbe carnaval afroariqueñas han sido invitadas a presentarse en los carnavales más masivos como el de San Antonio de Padua (Torres 2013).

Afiche del Carnaval Mil Tambores 2021
Figura 1.
Afiche del Carnaval Mil Tambores 2021


Fuente: Corporación Mil Tambores (2023).

Antecedentes del Carnaval Mil Tambores de Valparaíso

Esta celebración nace a partir de un movimiento cultural de recuperación de espacios públicos que en 1999 demandó la recuperación de la antigua Feria del Mar para Valparaíso, un terreno que está emplazado en Playa Ancha frente al Estadio Municipal. Este espacio había sido destinado para una feria del mar por el presidente Salvador Allende y había sido inaugurado el 4 de agosto de 1973, un mes antes del golpe de Estado en Chile, de modo que fue una de sus últimas obras creadas antes de su destitución.

Luego del golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973, este espacio fue entregado en comodato a la división de Infantería de Marina de la Armada de Chile hasta la llegada de la democracia en 1990. En esta década, el terreno fue traspasado de manera irregular a un proyecto inmobiliario que no logra llevarse a cabo y, finalmente, la Armada de Chile decide dinamitar la infraestructura de la antigua feria, la cual queda como un terreno abandonado.

En 1999, miembros del Centro Cultural de Playa Ancha generan un movimiento cultural (al que se sumaron sindicatos, juntas de vecinos, colegios y vecinos del sector) para recuperar ese terreno para la comunidad. Así, nace el Carnaval Mil Tambores, como una forma de visibilizar la demanda ciudadana al Estado por la recuperación de ese parque público para el arte y la cultura. Actualmente, en el sector, se emplaza la Facultad de Artes de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), una de las dos universidades estatales de la Región de Valparaíso.

Este movimiento ciudadano motivó a la comunidad porteña a luchar por la recuperación de otros espacios públicos abandonados, como el actual Parque de las Artes Violeta Parra en Playa Ancha (@Parquevioletap), que antes era un sitio eriazo para depositar rellenos sanitarios y basura, y el Parque Cultural de Valparaíso (https://parquecultural.cl/), espacio cultural inaugurado en 2012 ubicado en lo que fueron las instalaciones de la cárcel pública de la ciudad entre 1846 y 1999, y que había quedado como un espacio abandonado en la primera década del siglo XXI.

Así es como la organización del carnaval se establece con el nombre de Corporación Mil Tambores que organiza la celebración cada año con cinco ejes de gestión que consideran irrenunciables:

  1. • Se realiza bajo el concepto del derecho a reunión.

  2. • La convocatoria es autogestionada por las mismas agrupaciones participantes.

  3. • No se permite el financiamiento del carnaval vía sponsors que sean empresas transnacionales.

  4. • El carnaval cada año debe estar asociado a la demanda de un movimiento social en lucha (en su última edición de 2022 fue “por el derecho a la vivienda”).

  5. • El carnaval se realiza el primer fin de semana de octubre (Santiago Aguilar, comunicación personal, 17 de enero de 2023).

En 2003, el casco histórico de Valparaíso es declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (Unesco), resultado de un proceso de postulación que se había iniciado en 1998 bajo la presidencia del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. En la decisión, se consideró la particularidad de la ciudad en cuanto a su traza urbana, espacios públicos, arquitectura y medios de transporte como los trolleys y ascensores (Consejo de Monumentos Nacionales 2004, 31-35).

En paralelo, durante la primera década del siglo XXI, el Gobierno de Chile inicia los Carnavales Culturales de Valparaíso en el periodo del presidente socialista Ricardo Lagos Escobar, quien planteó durante su campaña presidencial que la cultura estaría en el centro de su Gobierno y propuso el desarrollo de fiestas de la cultura en todo el territorio (Pinochet Cobos 2017, 6). En el caso de Valparaíso, el Carnaval Cultural se inicia en 2001 hasta 2010, año que asume el Gobierno de Sebastián Piñera Echeñique, primer candidato presentado por el conglomerado de partidos de derecha que es elegido democráticamente presidente en el país desde la década de 1960, con el mandato de Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964).

La razón declarada por la nueva Administración para clausurar el Carnaval Cultural de Valparaíso fue la crítica a la acumulación de basura que generaba en la ciudad y al desorden público que provocaba la celebración porteña asociada a la estética carnavalera, implementando en su reemplazo el Festival de las Artes, que buscaba proponer una celebración con mayor control y estándares internacionales (Pinochet Cobos 2017, 9). Es importante identificar que el Carnaval Cultural de Valparaíso tenía claras diferencias con el Carnaval Mil Tambores, ya que el primero tenía un carácter oficialista al ser creado y solventado por dos Gobiernos de centroizquierda pertenecientes al conglomerado político que gobernó Chile desde el retorno a la democracia (Concertación de Partidos por la Democracia, 1988-2009), representados en los Gobiernos de Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet Jeria. Durante este carnaval, realizado entre Navidad y Año Nuevo cuando la ciudad recibe millares de turistas, se realizaban grandes conciertos de los grupos musicales más emblemáticos de la música popular chilena, mientras el Carnaval Mil Tambores ha mantenido en sus casi veinticinco años de historia una organización autogestionada basada en organizaciones comunales artísticas no profesionales integradas por ciudadanos.

En 2010, asume el Gobierno de centroderecha del presidente Sebastián Piñera, que marca un hito en la historia del Carnaval Mil Tambores. En la edición de ese año, el carnaval se identifica con el naciente movimiento social que demanda una asamblea constituyente para la redacción de una nueva constitución, que se hiciera cargo de las demandas que eran manifestadas en marchas y convocatorias1 representativas del descontento social en temas como el costo de la educación universitaria, la búsqueda del reconocimiento de los pueblos originarios y la protección del medio ambiente, entre otros.

Ese mismo año la Corporación Mil Tambores denomina la celebración el Carnaval Constituyente, lo que, en opinión de Santiago Aguilar (comunicación personal, 17 de enero de 2023), determina el inicio de la tensiones con el Estado. Para respaldar tal afirmación, recuerda que ese año organizaron como parte de las actividades del carnaval un seminario sobre las asambleas constituyentes en el que se invitó a tres embajadores de países latinoamericanos que habían vivido estos procesos (Bolivia, Ecuador y Venezuela) para contar las experiencias de sus respectivas naciones en la UPLA, y recibieron un anuncio de bomba en el lugar cuando estaban los tres embajadores dentro. Se realiza un concierto en la caleta El Membrillo con las bandas emergentes más destacadas de la música chilena (Chico Trujillo, Los Trukeros, entre otros), que congregó una gran cantidad de público disgregada con fuerzas especiales de Carabineros de Chile a través de gases lacrimógenos que impidieron finalizar la presentación de las bandas y generaron un enfrentamiento entre los asistentes y las fuerzas de orden.2

Al respecto, Santiago Aguilar, vocero de la Corporación Mil Tambores y uno de sus fundadores, señala: “Nosotros nos declaramos como el Carnaval por la Asamblea Popular Constituyente en 2010 y eso detona toda la animadversión que hasta el momento no se había expresado por los grupos de poder de manera tan feroz” (comunicación personal, 17 de enero de 2023).

Ese año el Carnaval Mil Tambores comienza una nueva década en la que tanto el Gobierno de Sebastián Piñera como la prensa y parte de los habitantes de la ciudad-puerto inician una campaña de hostigamiento a su existencia en busca de que sea clausurado de forma definitiva. Los fundamentos oficiales para esta crítica son las toneladas de basura que generaría en la ciudad durante sus tres días de celebración, el descontrol del orden público al recibir miles de visitantes que visitan la ciudad y consumen alcohol en las calles quienes no pueden ser controlados por la policía.

Estos puntos de vista se ven representados en un editorial del diario El Mercurio de Valparaíso luego de la edición de ese año en la que se señala que “la solución para no lamentar desmanes luego de las actividades denominadas culturales es simplemente no autorizar este tipo de eventos” (Salazar 2010). A pesar de tales amenazas, el carnaval se sigue realizando durante el primer periodo presidencial de Sebastián Piñera (2010-2014), por un lado, enfrentando esta campaña en los medios en contra de su realización cada año, y por otro, gestionando el aumento en el número de agrupaciones culturales integradas por jóvenes y participantes que valoran su realización como un espacio donde se agrupan las diversas demandas de los movimientos sociales que empiezan a replicarse en todo el país durante esa década.

Un ejemplo de la visión positiva de los participantes de este carnaval se puede observar en el reportaje “Carnaval Mil Tambores 2012: A recuperarlo todo”, de Rosario Monma, realizado por la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales. Una de las entrevistadas, al ser consultada por cómo relaciona el Carnaval Mil Tambores con las demandas sociales que tensionaban la situación política del país, señala: “Venimos todos a lo mismo, todos nosotros estamos de acuerdo, somos cientos de personas luchando por lo mismo” (Monma 2012).

En paralelo a las críticas a la organización y al carácter político del carnaval, también surgen voces que cuestionan a las agrupaciones artísticas en su calidad estética por representar culturas foráneas que no representan la identidad cultural chilena, en una época en la quelas estéticas de las danzas y la música eran mayoritariamente inspiradas en las batucadas de Brasil. Esta visión se identifica tanto en columnas de opinión en la prensa, blogs y recursos digitales, como en artículos académicos como el de Carla Pinochet Cobos (2017), quien señala que, “si la consigna es la masividad y la inclusión, desde las trincheras ilustradas de la definición de cultura podemos convenir que Mil Tambores se caracteriza por un bajo espesor cultural, que se deja seducir por la diversión cortoplacista y el efectismo de la fiesta” (14).

Durante el segundo Gobierno de Michelle Bachelet Jeria, el Carnaval Mil Tambores aumenta hasta en 40 000 asistentes, incluye agrupaciones de todo el país e internacionales, y recibe financiamiento estatal directo para cubrir parte de sus gastos de realización. Durante este periodo, a pesar de contar con el respaldo del Gobierno, la campaña en la prensa se mantuvo enfocada en los efectos negativos que el carnaval provocaba en la ciudad. Prueba de ello es un reportaje emitido por el canal Chilevisión en 2017 en el que en sus siete minutos de duración se enfocan en la basura dejada el día posterior a su pasacalle final, en los borrachos que duermen en las calles y en la destrucción del patrimonio (“Festival de los Mil Tambores dejó un balance positivo” 2017). En contraste, el alcalde del municipio, Jorge Sharp, señalaba que en la edición de ese año se había reducido, de 300 toneladas de basura del año anterior, a 141,gracias a “a la coordinación entre el municipio, las fuerzas de seguridad, los funcionarios del aseo y los vecinos”, lo que era destacado en la página web del influyente diario El Mercurio de Santiago como un “positivo balance” de la edición de ese año (“Valparaíso realiza positivo balance de Mil Tambores: Se retiró la mitad de basura que el año pasado” 2017).

En marzo de 2018, se inicia el segundo periodo presidencial de Sebastián Piñera como representante del conglomerado de centroderecha Chile Vamos. En abril, el Centro Cultural Playa Ancha, asociado al Carnaval Mil Tambores, organiza la tradicional quema de Judas durante la Semana Santa, actividad que se desarrolla hace más de sesenta años en la ciudad y que esta vez se realizó en la plaza Waddington, ante numeroso público. En esta ocasión, se quemó una figura de varios metros de altura que asemejaba al candidato presidencial de extrema derecha José Antonio Kast, quien se había postulado en la última elección presidencial y había despertado las críticas de los sectores progresistas por declaraciones consideradas violentas y agresivas contra las minorías por los organizadores del evento (Valladares 2018).

El hecho provocó la reacción contraria de la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, que señaló que “no basta con condenar y lamentar. Hay que demandar que los actores políticos que han liderado esta violencia se hagan responsables” (“Todos opinaron sobre la quema de Judas a José Antonio Kast en Valparaíso” 2018). En septiembre, la nueva representante gubernamental de cultura de la Región de Valparaíso, Constanza Harvey, anunció que no se le entregarían los 40 millones de pesos a la Corporación Mil Tambores asignados de forma directa por el Gobierno anterior para su organización. Las razones esgrimidas por la autoridad fueron el daño a la ciudad que genera el carnaval, la acumulación de basura y la no concursabilidad de esos fondos que podrían ser asignados a otras actividades culturales que también merecerían este financiamiento (Hansen 2018).

La Corporación Mil Tambores en respuesta emitió un comunicado en el que acusaba al ataque y al asedio político y mediático del Gobierno Central, del Ministerio de las Cultura, las Artes y el Patrimonio, de grupos reaccionarios, conservadores y oportunistas, del Mercurio de Valparaíso y algunos directivos del PCdV [Parque Cultural de Valparaíso] que ponen en riesgo el uso democrático y responsable de los espacios públicos para la ciudadanía. (24horas.cl 2018)

Junto con esto, anunciaron que suspenderían la edición de 2018 por falta de recursos para organizar el evento masivo de cierre del carnaval, manteniendo solo los pasacalles barriales (24horas.cl. 2018). Sin embargo, por parte de la Municipalidad de Valparaíso se argumentó que, pese al daño que genera, el primer fin de semana de octubre de 2019 vuelve a realizarse el carnaval celebrando veinte años de existencia y contando con el apoyo en los medios del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, representante de la coalición “Frente Amplio” que actualmente gobierna con el presidente Gabriel Boric. En una nota televisiva emitida por Televisión Nacional de Chile el edil valora la asistencia de más de 4.000 personas al Carnaval destacando la participación de jóvenes, niños y familias que son parte de las agrupaciones culturales que se presentaron. En la misma nota se señala que luego del evento la cantidad de basura disminuyó, que se instalaron más de 80 baños públicos en la ruta de los pasacalles y la realización de una campaña de distribución de bolsas de basura a los participantes para estimular la conciencia en el cuidado de la higiene de la ciudad. (“Más de 4mil personas en el Carnaval Mil Tambores” 2019)

Solo dos semanas más tarde, en Santiago un grupo de estudiantes comienza una evasión masiva en el pago del Metro de la capital en protesta por el alza de 30 pesos en el valor del pasaje. Tales protestas alcanzarían un punto máximo de crisis el viernes 18 de octubre de 2019 cuando, junto con las evasiones, se sumó el incendio de algunas de las estaciones del transporte público, edificios patrimoniales y una revuelta social en todo el país que se denominó el estallido social chileno. En Valparaíso, las protestas se iniciaron al día siguiente e incluyeron el incendio de edificios patrimoniales, como el del diario El Mercurio de Valparaíso, la Gobernación de la Región de Valparaíso y supermercados del centro de la ciudad.

El sábado, 19 de octubre, el presidente Sebastián Piñera declara el estado de emergencia para las comunas del Gran Santiago y el inicio del toque de queda en todo el país a partir de las 20 horas. En su declaración en cadena nacional, señaló que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, lo que despertó las críticas políticas, de la ciudadanía y del propio general del Ejército a cargo de la Región Metropolitana, Javier Iturriaga del Campo, quien, en la misma conferencia, señaló que era “un hombre feliz, no estoy en guerra con nadie” (“General Iturriaga: Soy un hombre feliz, no estoy en guerra con nadie” 2019).

En las semanas y los meses posteriores, se desarrollaría una crisis social en el país que puso en duda la continuidad del Gobierno de Sebastián Piñera y del sistema democrático. La llegada de la pandemia por covid-19 en marzo 2010 obligó a medidas de confinamiento que devolvieron en parte a los movimientos sociales a sus hogares y disgregaron su organización, ya que a su vez activaron las organizaciones barriales en torno a las ollas comunes y apoyo sanitario, continuando con soluciones políticas que buscaron conducir el descontento social por la vía de la redacción de una nueva constitución política para Chile que incluyera tales demandas. Sin embargo, este proceso no ha sido resuelto por la vía electoral, puesto que, luego del rechazo al texto propuesto por el 62 % de los votantes en septiembre de 2022, los partidos políticos han determinado generar un segundo proceso que se desarrollará en 2023 en busca de un acuerdo constitucional que canalice las demandas del proceso anterior.

Activismo artístico en el contexto de pandemia posestallido

Las manifestaciones y agrupaciones artísticas tuvieron un rol protagónico durante los cinco meses en los que se desarrolló el estallido social chileno en las calles (octubre de 2019-marzo de 2020) con el fin de mantener el movimiento cohesionado y como punto de reunión para iniciar las marchas que eran acompañadas por agrupaciones con instrumentos de viento y percusión, como fue el caso de la Banda Dignidad en Santiago, que en momentos sirvieron de obstáculo para evitar un enfrentamiento directo entre los manifestantes y las fuerzas policiales (Bronfman y Álvarez 2023).

En el caso de Valparaíso, muchas de las comparsas de la ciudad presentadas cada año en las celebraciones de la región como el Carnaval Mil Tambores se sumaron a las marchas convocadas durante esos meses, de modo que fueron protagonistas de los encuentros realizados en plazas y calles de la ciudad. Ese fue el caso de la Banda de Bronces San Pedro, agrupación formada a mediados de la década pasada para participar en celebraciones populares de la región y que ha logrado consolidar una organización que incluye ensayos semanales, vestuario común y un repertorio que comprende melodías emblemáticas de las fiestas religiosas del Norte Grande de Chile, junto con composiciones propias que le han dado una identidad sonora particular.

Víctor Choque, miembro fundador de la agrupación, recuerda cómo fue la participación de la banda en las marchas y manifestaciones durante el periodo del estallido social:

Sabemos que es parte importante del arte visualizar estas necesidades. Cuando surgió el estallido social de nuestro país, nosotros nos hicimos parte del movimiento de las manifestaciones en Valparaíso. A veces, las manifestaciones eran espontáneas y autoconvocadas, lo que nos impedía organizarnos para presentarnos como banda, en bloque como tal. Sin embargo, tú ibas a las manifestaciones y había un bloque de la Banda San Pedro o unos pocos miembros que se unían a las agrupaciones que se formaban con otros colegas que llegaban con sus instrumentos. (comunicación personal, 18 de enero de 2023)

Al respecto, para entender la cantidad y variedad de agrupaciones artísticas y culturales que participaron en las manifestaciones de esos meses, es necesario entenderlo como un proceso que se inicia desde la primera década del siglo XXI asociado a los primeros movimientos y demandas ciudadanas, en los que el Carnaval Mil Tambores fue un referente como espacio de desarrollo de estos.

Santiago Aguilar, vocero de la Corporación Mil Tambores y uno de los fundadores del carnaval, señala:

Lo nuestro surge como una marcha en demanda del espacio público para el arte y la cultura. La ex-Feria del Mar debía ser recuperada para la ciudadanía y lo que hace Mil Tambores es salir como una marcha carnavalera, como una festividad, distinto a lo que se había hecho hasta esa fecha en Chile e inaugura una manera de entender la movilización, de entregarle al movimiento social una estética. Eso va a crecer y se irá alimentando en el 2006 con el movimiento de los pingüinos, en el 2011 con el movimiento estudiantil, y que luego tendrá su mejor performance en el estallido, que es un carnaval prácticamente. Desaparecen las figuras políticas y entra el Pikachu, un duende, un Pareman, un hombre nalka. La figura de la primera línea es una especie de cómic, la figura central no es el Che Guevara sino un perro con un pañuelo. Hay una estética carnavalera que es parte del movimiento social en lucha que se expresa a partir del 18 de octubre, que yo creo que venía construyéndose desde mucho tiempo atrás. (comunicación personal, 17 de enero de 2023)

El estado de catástrofe implementado por el presidente Sebastián Piñera en 2020 debido al covid-19 se mantuvo como estado de excepción hasta el 30 de septiembre de 2021. Durante este periodo, las convocatorias masivas fueron prohibidas, lo que afectó no solo la realización de marchas y movilizaciones relacionadas con las demandas sociales y el proceso de redacción de una nueva constitución, sino también la fuente laboral para la gran mayoría de los artistas que tuvieron que enfrentar la precarización en sus condiciones de vida, lo que obligó a muchos a reinventarse en otros oficios.

Fue el caso de los integrantes de la Banda San Pedro de Valparaíso que, como recuerda Víctor Choque, tuvieron que recurrir a diversas estrategias de ayuda colectiva para apoyar a los integrantes que estaban en mayores dificultades:

El inicio del confinamiento generó el cese inmediato de las actividades de la banda, que tenía compromisos laborales futuros que fueron cancelados. Muchos de los integrantes dependen económicamente de tocar en vivo, sin contar con ese presupuesto, la vida cotidiana se nos complejizó. Lo que nosotros hicimos fue acudir a la virtualidad para hacer una contención emocional en la banda y saber las necesidades que estaba teniendo cada uno. Nosotros contábamos con un fondo de emergencia y con eso pudimos ayudar en parte a algunos compañeros. (Víctor Choque, comunicación personal, 18 de enero de 2023)

La precarización de los músicos en Chile ya se había visto afectada luego del estallido social por el inicio del toque de queda, lo que se agudizó con la pandemia, contabilizando dos años en los que no se pudieron realizar espectáculos con música en vivo (octubre de 2019-octubre de 2021). Un estudio realizado durante el primer semestre de 2020 por el Observatorio Digital de la Música Chilena (2020) identificaba “tres problemáticas principales: una precariedad de base en las condiciones laborales de los trabajadores de la música, un fuerte impacto económico en el sector por el cese y cancelación de eventos, y una percepción de inseguridad e incertidumbre relacionada a la fragilidad económica que subyace a la crisis sanitaria” (44).

Por su parte, los organizadores del Carnaval Mil Tambores buscaron la forma de que en un contexto de confinamiento total y estrictas restricciones se otorgaran pases de movilidad que permitían estar en el exterior por periodos acotados, de todas maneras el carnaval se realizara y se mantendría su continuidad anual, que no se había interrumpido desde su inicio. Santiago Aguilar recuerda cómo lograron realizarlo ese año:

En el peor momento de la pandemia igual, hubo Mil Tambores, fue la única actividad que se mantuvo. Eso demuestra que la voluntad de los que hacemos el carnaval es incombustible. Sonaron las trompetas, sonaron los tambores. Fue muy pequeño, pero adecuado a la recolección de alimentos para las ollas comunes. Lo hicimos con unos permisos especiales que tenían las ollas comunes para salir a la calle. Los únicos que tenían esa autorización eran ellos y los servicios de salud. Entonces, logramos que en estas listas de personas autorizadas para las ollas comunes incluyeran miembros de las comparsas para que salieran a recolectar alimentos, pero lo hacían con música. De esa manera, logramos que hubieran tres o cuatro pasacalles barriales en la fecha en que se celebra el carnaval en octubre. (comunicación personal, 17 de enero de 2023)

En 2021, las restricciones se fueron gradualmente flexibilizando y permitieron que la Banda San Pedro pudiera celebrar su aniversario en la caleta El Membrillo en la fecha en que en la región se celebran las Fiestas de San Pedro, patrono de los pescadores, en junio. De todas maneras, para realizarlo tuvieron que reunirse sin autorización juntándose de forma sorpresiva en el lugar, hasta que llegaron los Carabineros a obligarlos a retirarse porque habían traspasado el horario del toque de queda.

Recuperar el espacio público: Carnaval Mil Tambores 2021

El primer fin de semana de octubre de 2021 fue el primero sin restricciones de movilidad, luego del levantamiento del estado de excepción en Chile a fines de septiembre, producto de la pandemia que había sido decretada un año y medio antes. Para esa fecha, se contabilizaban 37 476 fallecidos en el país y las cifras de contagios comenzaban a experimentar una nueva alza (Plan de Acción Coronavirus 2021).

En ese contexto, los organizadores del Carnaval Mil Tambores decidieron realizarlo nuevamente con sus tres días de actividades apelando al concepto de derecho a reunión, con lo que se consiguió realizar el pasacalle final con un trayecto que recorrió gran parte del centro histórico de la ciudad, que abarcó desde plaza Sotomayor hasta el parque Italia, algo que no se había realizado como convocatoria abierta desde 2017. Fue la primera celebración popular que se efectuaba en el país luego del confinamiento por la pandemia por covid-19, y la convocatoria al pasacalle final congregó a más de 30 comparsas de distintas zonas del país y más de 1000 asistentes (“Así fue el paso del Mil Tambores 2021 por las calles de Valparaíso” 2021).

Santiago Aguilar explica cómo pudieron sortear las medidas:

Ha existido un mecanismo por parte de los gobiernos para impedir que el carnaval se realice y es declararlo como un “evento masivo”. Nosotros nos hemos resistido a aquello y nosotros no pedimos el permiso como evento masivo, sino que utilizamos un derecho, que es el derecho a reunión, que es irrenunciable en nuestro modelo de gestión. Porque el día que nosotros nos declaremos como evento masivo van a ocurrir dos cosas: el evento se privatiza y le pones una camisa de fuerza del cual ya nunca podrás salir. (comunicación personal, 17 de enero de 2023)

Basado en esta estrategia de apelar al derecho a reunión, que es una figura legal con la que se realizan las marchas y convocatorias de los movimientos sociales, el evento logró ser realizado en 2021, a diferencia de otras celebraciones de gran convocatoria como la Fiesta de La Tirana, que no han vuelto ha ser oficialmente realizadas luego de la pandemia.

Esta edición contó con el apoyo de la Municipalidad de Valparaíso en los aspectos logísticos y fue divulgada por las redes sociales de la Corporación Mil Tambores en un comunicado que señala que el carnaval defiende la Convención Constituyente, que en esos momentos preparaba la propuesta de nueva constitución y que buscaban revitalizar la vocación turística y cultural de la ciudad luego del estallido social y la pandemia (véase comunicado de la convocatoria al carnaval 2021 en https://www.facebook.com/miltamboresvalparaiso/photos/a.242488199196029/4231618256949650/).

Durante el trabajo de campo realizado en la celebración, se pudo observar una masiva participación de compañías de batucadas y danzantes (con cerca de cien integrantes), bailes de inspiración surandina acompañadas de bandas de bronces (se observaron por lo menos cinco de estas agrupaciones), comparsas o blocos recreando bailes de inspiración afroamericana, como samba, murga y ritmos afrocubanos. Estos últimos grupos fueron los que manifestaron de forma más explícita su asociación con las demandas que fueron parte del estallido social, incluso pancartas asociadas a la liberación de los presos durante el estallido (figura 2).

“Sin justicia no hay paz. Libertad a lxs presxs politicxs”. Conga Comparsa La Kalle. Carnaval Mil Tambores, octubre de 2021
Figura 2.
“Sin justicia no hay paz. Libertad a lxs presxs politicxs”. Conga Comparsa La Kalle. Carnaval Mil Tambores, octubre de 2021


Fuente: Fotografía de Ricardo Álvarez Bulacio

La diversidad de estéticas asociadas a las agrupaciones actuales es un elemento reconocido por los entrevistados que identifican la última década como el inicio de este proceso que se vio potenciado con la participación de estas agrupaciones en las movilizaciones ciudadanas del periodo, lo que incentivó la búsqueda de nuevos referentes culturales para sus presentaciones que han transformado las sonoridades y danzas del Carnaval Mil Tambores actual, que en sus inicios se identificó con las batucadas de Brasil y los instrumentos de percusión.

Santiago Aguilar señala al respecto:

Desde el 2010 a la fecha, ha crecido enormemente. Ya no son solo tambores, actualmente andan por ahí en número con los instrumentos de viento […] Hemos creado una cultura de carnaval pidiendo prestado las formas al resto del continente. A los afrocubanos, a los afroperuanos, a los afrobrasileños, lo altiplánico-andino de Bolivia, todo es prestado. Hay un ámbito que ha ido creciendo ahora, por ejemplo, el tumbe, que es el reconocimiento del mundo afrochileno, que ha ido dejando de lado el mundo de las batucadas, también está sucediendo con la murga uruguaya. (comunicación personal, 17 de enero de 2023; figura 3)

Esta diversidad estética fue identificada en la edición de 2021 con una distribución similar entre las distintas sonoridades latinoamericanas que son interpretadas por las agrupaciones participantes. Víctor Choque recuerda la importancia que tuvo el carnaval de ese año con el fin de retomar la motivación de estas agrupaciones para volver a la calle y para la ciudadanía desde el punto de vista de dar un elemento esperanzador de que la pandemia iba quedando atrás:

Yo observaba que la gente cuando veía que venían las bandas y los bailes había un impulso de elevar su ánimo y era justamente lo que yo entendía que la gente necesitaba en ese contexto de pandemia. Despejarse y vibrar bonito […] El haber realizado el Carnaval Mil Tambores fue de todas maneras un acierto. El hecho social como tal creo que fue muy positivo. Contribuyó a que la población dejara ese miedo que nos estaban metiendo. (comunicación personal, 18 de enero de 2023; figura 4)

En octubre de 2022, se vuelve a realizar el Carnaval Mil Tambores en lo que se esperaba fuera la celebración por la aprobación de la nueva constitución que cerrara el ciclo de crisis social e iniciara una nueva etapa. La derrota de la opción que aprobaba el texto y el actual proceso liderado por el Congreso Nacional ha sido analizado como un fracaso de los movimientos sociales que generaron el proceso anterior. Sin embargo, la alta participación de las agrupaciones y el nacimiento de nuevas que aparecen demuestran que el interés por mantener vivo el movimiento por el cambio social sigue vivo en Valparaíso. Santiago Aguilar reflexiona al respecto: “Yo creo que el carnaval o las expresiones carnavaleras se constituyen en los bolsillos de resistencia de este movimiento transformador porque que la alegría y la felicidad tienen su propia agenda” (comunicación personal, 17 de enero de 2023).

Conclusiones

Esta investigación ha indagado la historia del Carnaval Mil Tambores de Valparaíso e identifica su valor como uno de los antecedentes de lo que actualmente es el activismo artístico en Chile, al que se le ha asignado un papel protagónico y congregador en la revuelta social ocurrida en el país a partir de octubre de 2019 en numerosas investigaciones recientes, destacando elementos innovadores que surgen en diferentes ciudades y que fueron replicadas en otros procesos similares de países de América Latina (Vera 2019) y el mundo que ocurrieron en ese periodo (Un violador en tu camino, el performance chileno que se volvió el himno contra la violencia de género en varias ciudades del mundo” 2019).

Presentación desambos caporales en la plaza Aníbal Pinto, Valparaíso.
Figura 3.
Presentación desambos caporales en la plaza Aníbal Pinto, Valparaíso.


Fuente: Fotografía de Ricardo Álvarez Bulacio.

Banda San Pedro durante el pasacalle final del Carnaval Mil Tambores 2021
Figura 4.
Banda San Pedro durante el pasacalle final del Carnaval Mil Tambores 2021


Fuente: Fotografía de Ricardo Álvarez Bulacio.

El inicio del confinamiento en Chile decretado por el presidente Sebastián Piñera el 18 de marzo de 2020 interrumpió abruptamente un descontento social que estaba lejos de resolverse y obligó a muchas de las agrupaciones culturales y artísticas que lideraban muchas de estas convocatorias a disgregarse o reinventarse en otros oficios debido a la imposibilidad de realizar convocatorias públicas que duró por un año y medio.

El Carnaval Mil Tambores realizado en octubre de 2021 marca un hito en el reencuentro de las agrupaciones culturales autogestionadas y la comunidad de la Región de Valparaíso con las movilizaciones ciudadanas previas a la pandemia y con esta celebración popular, que debe luchar cada año con fuerzas políticas y de los medios de comunicación que buscan impedir su realización. A pesar de ello, en sus veinticuatro años de existencia, los organizadores han logrado realizarlo cada año en busca de que sea reconocida como parte del patrimonio inmaterial creado en el puerto.

Luego del rechazo a la propuesta de una nueva constitución por el 62 % de los votantes chilenos en septiembre de 2022, han surgido voces que cuestionan la supuesta contribución que tuvo la revuelta social y la ciudadanía movilizada para lograr cambios efectivos en la sociedad chilena, como el cambio a la carta magna que rige al país. Sin embargo, la motivación de estas agrupaciones y de instancias como el Carnaval Mil Tambores por seguir movilizadas apoyando causas que están lejos de resolverse en la sociedad chilena demuestra que la evaluación de la contribución de estos agentes culturales para generar cambios efectivos, como su identificación permanente con la demanda por una asamblea nacional constituyente, no siempre va de la mano de la contingencia política, que ha logrado instalar la vía institucional/ electoral como opción de resolución de tales conflictos.

REFERENCIAS

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Notas

* Artículo de investigación. Este artículo es parte de los resultados del proyecto de investigación “El rol de las bandas de bronce civiles en Santiago y Valparaíso en los movimientos sociales chilenos del siglo XXI” (Fondecyt 11231241), financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) del Gobierno de Chile

1. Si bien la convocatoria ha sido autogestionada, situación que mantiene actualmente, la Corporación Mil Tambores recibió durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet una asignación directa, a través del Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para cubrir parte de sus costos de organización.

2. El investigador a cargo de este artículo se encontraba presente en dicho concierto y puede constatar que se realizaba con normalidad hasta la llegada de Carabineros de Chile que lo clausuró, posiblemente por la falta de un equipo de seguridad a cargo del evento que pudiera actuar en caso de una emergencia ante la alta asistencia de público, lo que se podría argumentar que es responsabilidad de la corporación a cargo de su organización.

Notas de autor

** Doctor y magíster en Música por la Universidad de York (Reino Unido). Posdoctorado en el Humanities Research Centre de dicha universidad. Como investigador ha presentado su trabajo en conferencias internacionales, en revistas académicas y libros. Desde 2018, se desempeña como profesor asociado en el Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Información adicional

COMO CITAR: Álvarez Bulacio, Ricardo. 2023. “Carnaval Mil Tambores 2021 (Valparaíso, Chile): El retorno a la calle luego de la revuelta social y la pandemia”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 18 (2): 64-83. https://doi10.11144/javeriana.mavae18-2.cvrp

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