Empujando los “límites del archivo”: ejercicios antirracistas de historia institucional entre ciencias sociales y arte*

Pushing the “limits of archive”: anti-racist exercises of institutional history between social sciences and art

Empurrando os “limites do arquivo”: exercícios antirracistas de história institucional entre ciências sociais e arte

Bastien Bosa , Diana Carolina Angulo Ramírez

Empujando los “límites del archivo”: ejercicios antirracistas de historia institucional entre ciencias sociales y arte*

Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 19, núm. 1, 2024

Pontificia Universidad Javeriana

Bastien Bosa **

Universidad del Rosario, Colombia


Diana Carolina Angulo Ramírez ***

Universidad del Rosario, Colombia


Recibido: 03 enero 2023

Aceptado: 15 septiembre 2023

Publicado: 01 enero 2024

Resumen: El artículo presenta una reflexión a partir de un proyecto de investigación que busca reconstruir la historia de la Universidad del Rosario en relación con la esclavización y otras formas de opresión racial. Inicialmente, el proyecto tenía como objetivo examinar críticamente la historia de la opresión racial a través de una exploración de los archivos disponibles en un intento por arrojar luz sobre las vidas de las personas esclavizadas que estaban asociadas con la Universidad y enfatizar su humanidad y lucha por la libertad. Sin embargo, con el tiempo se ampliaron los objetivos para incluir iniciativas de historia pública que promovieran un diálogo entre las ciencias sociales y el arte, desde un enfoque antipatriarcal, antirracista y decolonial. Además del proyecto de investigación, se presentan cuatro iniciativas memoriales asociadas con este. Estas iniciativas incluyen un recorrido físico y virtual, una exposición de retratos imaginados creados con la ayuda de la inteligencia artificial (IA), una obra de teatro y un proyecto de exposición con artistas afrodescendientes. Tales iniciativas buscan crear consciencia sobre el pasado colonial de la Universidad y empujar los límites del archivo mediante la incorporación del arte y la historia pública.

Palabras clave:Esclavización, historias universitarias, antirracismo, arte, memoria.

Abstract: The article presents a reflection from a research project that seeks to reconstruct the history of the Universidad del Rosario in relation to enslavement and other forms of racial oppression. Initially, the project had as an objective to critically examine the history of the racial oppression through the exploration of the available archives in an attempt to shed light on the lives of the enslaved people who were associated with the University and to emphasize their humanity and struggle for freedom. Nevertheless, with time, the objectives were broadened to include initiatives in public history which promoted a dialogue between social sciences and art from an anti-patriarchal, anti-racist and decolonial focus. Besides the research project, four memorial initiatives associated with this are presented. These initiatives include a physical and virtual tour, an exhibition of imagined portraits created with the aid of artificial intelligence (AI), a play and an exhibition project with afro-descendant artists. These initiatives seek to raise awareness of the University’s colonial past and push the boundaries of the archive by incorporating art and public history.

Keywords: Slavery, university histories, anti-racism, art, memory.

Resumo: O artigo apresenta uma reflexão a partir de um projeto de pesquisa que visa reconstruir a história da Universidade del Rosario em relação à escravização e outras formas de opressão racial. Inicialmente, o projeto teve como objetivo examinar criticamente a história da opressão racial através da exploração dos arquivos disponíveis na tentativa de lançar luz sobre a vida das pessoas escravizadas que estavam associadas à Universidade e enfatizar a sua humanidade e luta pela liberdade. Contudo, ao longo do tempo os objetivos foram ampliados para incluir iniciativas de história pública que promovessem um diálogo entre as ciências sociais e a arte, a partir de um enfoque antipatriarcal, antirracista e decolonial. Além do projeto de pesquisa, apresentam-se quatro iniciativas memoriais associadas. Estas iniciativas incluem um tour físico e virtual, uma exposição de retratos imaginados criados com a ajuda da inteligência artificial (IA), uma peça teatral e um projeto expositivo com artistas quilombolas. Tais iniciativas visam criar consciência sobre o passado colonial da Universidade e empurrar os limites do arquivo mediante a incorporação da arte e a história pública.

Palavras-chave: Escravização, histórias universitárias, antirracismo, arte, memória.

Introducción

En este artículo, presentaremos reflexiones sobre experiencias de colaboración entre las ciencias sociales y el arte en un proyecto de investigación centrado en la historia de la Universidad del Rosario y su relación con la esclavización. El proyecto, titulado “La esclavización (y otras formas de opresión racial) en la historia de la Universidad del Rosario”, tiene como objetivo reconstruir una dimensión compleja y dolorosa de su pasado. Inicialmente, la investigación comenzó como un proyecto histórico convencional que pretendía examinar críticamente la historia de opresión racial que ha marcado su pasado mediante una exploración minuciosa de los archivos disponibles. Sin embargo, gradualmente el proyecto adquirió nuevas dimensiones relacionadas con lo que podríamos llamar la necesidad de ampliar/empujar “los límites del archivo”. De esta manera, este ha incorporado diversas “iniciativas memoriales” o de historia pública que buscan fomentar un diálogo entre las ciencias humanas y el arte siguiendo objetivos antirracistas.

Después de presentar el proyecto de investigación en general, así como nuestros “lugares de enunciación”, describimos cuatro de estas iniciativas: un recorrido físico y virtual pensado como contranarrativa de la historia institucional; una exposición de Retratos imaginados creados con la ayuda de un programa de inteligencia artificial (IA); una obra de teatro titulada Una línea de inventario y un proyecto de exposición con artistas afrodescendientes. Estos diferentes dispositivos artísticos y académicos que se parecen a lo que algunos artistas como Nikkolas Smith o Paula Bruner han denominado “artivismo”1 tienen como objetivo sensibilizar a la comunidad universitaria sobre la necesidad de analizar de manera crítica su pasado marcado por la esclavización, así como de emprender acciones concretas para combatir el racismo en los entornos educativos. Buscamos influir en las relaciones entre docentes, estudiantes, personal administrativo, personal de servicios generales, personal de seguridad y directivos, promoviendo una mayor comprensión y respeto por las diferencias.

Lugares de enunciación y localización

Este artículo es producto de la colaboración que tenemos como docentes-investigadores, reconociendo que contamos con perspectivas personales y profesionales distintas. Iniciamos este proyecto en 2020 motivados por dos intereses compartidos: en primer lugar, la investigación sobre la interacción entre la educación superior y la esclavización de personas de origen o ascendencia africana durante la Colonia; y en segundo lugar, la exposición de las profundas desigualdades que continúan afectando a las personas racializadas en la sociedad actual.

Esta colaboración ha llevado a reconocer y respetar nuestras diferencias, al mismo tiempo que hemos construido una sensibilidad académica compartida que integra el arte como un componente esencial de nuestro proyecto. Además, hemos llegado a acuerdos en relación con nuestras perspectivas y enfoques para comprender el mundo, considerando nuestras distintas trayectorias sociales. Somos conscientes de que el mundo y el ámbito académico que aspiramos a transformar a menudo perpetúan lógicas excluyentes y desiguales que nos recuerdan constantemente que provenimos de lugares distintos.

Para comenzar, es importante presentarnos como investigadores y compartir nuestros respectivos contextos que definen nuestros “lugares de enunciación”, definidos respecto del género, la pertenencia étnico-racial y la clase en esta colaboración. Hemos redactado este apartado a dos voces. Yo, Diana Carolina Angulo Ramírez, soy una mujer afrodescendiente que proviene de una familia de clase media. Mi familia paterna proviene de Barbacoas, en Nariño, mientras mi familia materna es de Quipile, en Cundinamarca. Crecí en Bogotá, así que me autodenomino como “afrobogotana” y he experimentado de cerca el racismo en mi vida cotidiana. Hago parte de la Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas Kambirí y por muchos años me dediqué al trabajo comunitario y la defensa de los derechos humanos. Mi locación y mi experiencia hacen que me interese investigar sobre los procesos de esclavización colonial. Por otro lado, como docente de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en la Universidad del Rosario e investigadora, descubrí que los estudiantes que se inscribían tenían una brecha de conocimiento sobre la historia de la esclavización de personas de origen o ascendencia africana, sus agencias y aportes a la construcción del país, producto del racismo estructural en Colombia. Esta situación me llevó a crear el Semillero de Estudios Afrodescendientes en la Universidad del Rosario, como un proyecto destinado a visibilizar la historia de las personas afrocolombianas y a posicionar los temas e investigadores afrodescendientes en la agenda académica.

Por mi parte, yo soy Bastien Bosa, un hombre blanco e hijo de maestros de una escuela primaria rural. Aunque soy originario de Francia, he vivido en Australia, donde llevé a cabo mi tesis doctoral sobre la compleja historia de las políticas de segregación y asimilación que afectaron a los pueblos indígenas en el sureste del país. Llevo más de quince años en Colombia desempeñándome como profesor de Antropología en la Universidad del Rosario. Durante este tiempo, he centrado mis intereses en el estudio de diversas formas de desigualdad, dominación y procesos de racialización. Mis pesquisas se han enfocado principalmente en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde he llevado a cabo un extenso proyecto de investigación en colaboración con miembros del pueblo arhuaco. Utilizando diversas fuentes, como genealogías familiares, historias orales, materiales visuales y archivos escritos, he explorado las complejas relaciones entre los indígenas y varios actores externos en el siglo XX, incluso colonos, misioneros y representantes del Estado.

Lejos de minimizar la importancia de estos aspectos de “posicionalidad”, hemos construido el proyecto de investigación reconociendo la relevancia de lo “personal” en el desarrollo de este proceso. Es evidente que el proyecto ha implicado múltiples contradicciones y cuestionamientos. Yo, Diana Carolina, como mujer afrodescendiente en un mundo académico blanco, racista, clasista y sexista, me preguntaba si sería posible abordar de manera autónoma y pertinente según mis propios estándares el tema de los procesos de esclavización y sus violencias sin que me afectara personalmente, lejos del dolor y los malos sueños que me producía estudiar archivos y padrones de esclavizados.

Me hacía las siguientes preguntas: ¿cómo se podría hacer visible que el sistema colonial basado en la dominación, violencia y segregación sentó las bases ideológicas del racismo que todavía afecta a las personas afrocolombianas en la actualidad? y ¿sería posible llevar a cabo una investigación desde entornos académicos que aún no pueden considerarse enteramente libres de racismo y discriminación racial para profesores y estudiantes afrocolombianos?

Para abordar algunas de estas preguntas, utilizamos como guía la “epistemología alternativa” (Collins 2022). Esta guía se basó en tres postulados clave.

El primer postulado se centra en la voluntad de incorporar mis experiencias personales en cuanto mujer afrocolombiana como un elemento enriquecedor de la investigación en contraposición al enfoque positivista de las ciencias sociales (Ribeiro 2020). Este postulado no pretende que mis experiencias expliquen todas las situaciones que viven las mujeres afrodescendientes en general, pero reconoce que mi posicionamiento social me hace compartir con otras mujeres afrodescendientes un pasado común y la experiencia del racismo en diferentes contextos.

Con el segundo postulado, que se centra en el uso de la empatía y la compasión en el lenguaje, hemos promovido un enfoque basado en la generación de afectos, la reflexividad, la cooperación y la comprensión mutua en el proyecto de investigación (Ortiz et al. 2018). En este sentido, hemos trabajado como compañeros de equipo, reconociendo que pueden surgir desacuerdos y oportunidades de resolución de conflictos en el proceso de descolonización de la investigación. Nuestro objetivo es, por un lado, crear una comunidad académica sensible y respetuosa que incluyera a estudiantes, docentes y aliados tanto internos como externos, y, por otro, llevar la empatía y la compasión al proceso de investigación y visibilizar los conocimientos “otros”, las “epistemes otras”, las “historias otras” (Albán Achinte 2012), las de los ausentes, los negados, los ocultos, sacando a la luz las historias de las personas esclavizadas, humanizando y dignificando sus relatos a través de procesos memoriales y artísticos.

Por último, el tercer postulado se enfoca en la necesidad de ser responsables y éticos en la transmisión del conocimiento y en las investigaciones de archivo. Desde un enfoque antirracista, esto implica tomar medidas en la sociedad que visibilicen el racismo colonial, sus efectos en el presente y proponer estrategias para combatir las opresiones raciales tanto en el ámbito académico como en la vida cotidiana. Esto incluye la condena de estereotipos y representaciones que perpetúen la idea de la inferioridad racial de las personas afrodescendientes en comparación con las personas blancas, así como la idea de superioridad racial utilizada para justificar la dominación, la exclusión y la violencia. El enfoque antirracista también busca descentralizar las estructuras de poder basadas en la raza y cuestionar el valor material y simbólico asociado a estas estructuras, según señalan Mosquera (2020) y Viveros Vigoya (2020).

De este modo, nuestro proyecto se aparta de la visión tradicional y “objetiva” de la investigación en la que a menudo los investigadores se ven como observadores neutrales sin ninguna responsabilidad hacia sus sujetos de estudio. Consideramos fundamental destacar que desde nuestro punto de vista no es posible investigar los procesos de esclavización sin una perspectiva de justicia social y racial. Esta perspectiva implica denunciar tanto el racismo inherente al sistema esclavista como sus consecuencias en nuestro mundo actual, prestando especial atención a las prácticas discriminatorias que persisten en el sistema educativo.

Además, nuestro proyecto aboga por un enfoque que no solo es antirracista, sino también antipatriarcal. Para resaltar las historias de las mujeres esclavizadas de origen o ascendencia africana que fueron invisibilizadas por el colonialismo, hemos adoptado el concepto de colonialidad del género propuesto por Lugones (2008). Este concepto pone de relieve la existencia de estructuras de dominación, explotación y exterminio que se han mantenido durante los últimos cinco siglos y que han afectado de manera diferente a hombres y mujeres. Invita a analizar las intersecciones entre las dominaciones colonial/étnico-racial y de género, y aleja de la limitada perspectiva que se centra únicamente en hombres y mujeres blancos, burgueses y heterosexuales. En su lugar, nos anima a considerar las experiencias de brutalización, abuso y deshumanización que sufrieron las personas esclavizadas en el sistema colonial (Cariño Trujillo 2019). Esta visión permite superar las dicotomías convencionales de colonizador/colonizado y hombre/mujer, y reconocer cómo se entrelazan estas dimensiones.

El proyecto de investigación

La Universidad del Rosario, fundada en 1653, fue una de las primeras universidades en la Nueva Granada colonial y ha permanecido hasta hoy como una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de Colombia. El Archivo Histórico es extremadamente valioso, ya que contiene miles de documentos originales tanto manuscritos como textos impresos que pueden ayudarnos a comprender mejor los procesos socioculturales que han marcado la historia de la nación. Sin embargo, hasta ahora estos documentos se han utilizado principalmente para escribir historias institucionales celebratorias que en general carecen de una perspectiva crítica. La mayoría de las publicaciones basadas en investigaciones realizadas en el Archivo Histórico tienden a pasar por alto, por ejemplo, las diversas formas de exclusiones sociales relacionadas con la clase, la etnia y el género que han caracterizado tanto la historia del país como la de la Universidad.

Universidades que estudian la esclavización

Nuestro proyecto, que comenzó oficialmente en junio de 2021, tiene como objetivo examinar de manera detallada y crítica algunos de los documentos de archivo disponibles para reflexionar sobre las diversas formas en que la dominación étnico-racial ha desempeñado un papel central en la historia de la Universidad. Desde los inicios de la Conquista hasta el siglo XIX, en varias regiones del país, el trabajo forzado de personas de origen o ascendencia africana fue fundamental para la producción y exportación de bienes, como el oro, la plata y la caña de azúcar. El pasado de la Universidad no es ajeno a esta historia, de hecho, la esclavización constituyó una condición esencial para su creación, así como para su sostenimiento durante casi dos siglos. Por un lado, la Universidad se benefició, desde su fundación en el siglo XVII hasta el siglo XIX, del trabajo, los productos y las ganancias provenientes de la esclavización de personas de origen o ascendencia africana, así como de otras formas de trabajo no libre que implicaban la explotación de grupos indígenas. Por otro lado, fue diseñada explícitamente para educar a los descendientes de los conquistadores, exigiendo que todos los estudiantes demostraran su “limpieza de sangre”

Es importante destacar que nuestro proyecto de investigación fue inspirado, en gran medida, por iniciativas similares que han tenido lugar en varias instituciones de Estados Unidos. Como parte del proyecto, en 2022, la Universidad fue la primera universidad latinoamericana en asociarse al consorcio Universities Studying Slavery (USS). Este grupo de instituciones de educación superior, liderado por la Universidad de Virginia, incluye a más de ochenta instituciones, principalmente en Estados Unidos, pero también en Canadá, Irlanda, Inglaterra y Escocia, que se han embarcado en el desafiante camino de investigar y enfrentar el legado histórico de la esclavización y la discriminación racial en las universidades, así como promover prácticas de reconciliación y reparación. Creemos que muchas universidades latinoamericanas podrían inspirarse en los avances logrados por este consorcio, dado que las historias de esclavización y opresión racial han ocurrido tanto en el norte como en el sur del continente. Para lograrlo, debemos estar dispuestos a analizar de manera crítica algunos aspectos dolorosos de nuestro pasado y reconocer el lugar que han ocupado en nuestras historias los grupos étnico-raciales históricamente marginados y descuidados.

Un proyecto centrado en historias singulares

Uno de los objetivos del proyecto ha sido arrojar luz sobre las vidas de los hombres, mujeres, niños o niñas esclavizados que fueron considerados “propiedad” de la Universidad que vivían o trabajaban en sus haciendas. Nos hemos propuesto contar sus historias singulares y enfatizar su humanidad, reconociendo al mismo tiempo las dificultades que enfrentaron y su búsqueda de la libertad (Vergara Figueroa y Cosme Puntiel 2018).

Al inicio del proyecto, usamos las metodologías clásicas de la investigación histórica, tratando de encontrar en el archivo de la Universidad, y en otros archivos, como el Archivo General de la Nación y el Archivo General de Indias de Sevilla, los documentos disponibles para entender las vidas de las personas que fueron esclavizadas por o en la Universidad (y también de personas afrodescendientes libres cuyas vidas fueron asociadas a la Universidad), así como los contextos más generales que han moldeado sus existencias.

Sin embargo, dar vida a sus historias y experiencias no ha sido una tarea fácil. La razón es sencilla: si bien el Archivo Histórico de la Universidad es riquísimo en documentos, se registra muy poco sobre la vida de las personas esclavizadas. Las fuentes históricas disponibles, como escrituras de venta, padrones de esclavos y actas de su gobierno y haciendas, fueron producidas dentro del sistema esclavista que trataba a las personas como “propiedades”. La Conquista de América dio lugar a un mundo construido sobre un modelo profundamente eurocéntrico, clasista, sexista y racista, centrado en el catolicismo y justificando la explotación de las personas esclavizadas, a quienes se les asignaba unos “atributos físicos, morales, psíquicos e intelectuales que permitía signarles un lugar inferior en la jerarquía racial” (Mosquera 2020). De este modo, no existen textos que reflejen el punto de vista de las personas esclavizadas. En general, lo que sabemos sobre ellos proviene únicamente de lo que los esclavistas han escrito. Esto significa que las fuentes tienden a mencionar solo los aspectos de sus vidas que eran de interés para los “dueños”.2

Siempre podemos hablar de una “violencia de las fuentes” en historias marcadas por el colonialismo. En el caso de la esclavización, la situación es extrema, ya que los registros disponibles reducen explícitamente a las personas esclavizadas a su condición de “propiedad” (Fuentes 2016; Hartman 1997). Por ejemplo, la mayoría de las personas esclavizadas han ingresado en los registros históricos de la Universidad, y posteriormente en su historia, solo porque fueron mencionadas como “propiedad” o “mercancía”, enumeradas en inventarios, así como en registros de compra y venta.3 Esto significa que, por lo general, las personas esclavizadas tienden a desvanecerse de los registros tan rápido como aparecieron. Se mencionan sus nombres, o, por lo menos, su existencia, en un documento y luego desaparecen por completo del registro histórico. Este carácter fugaz de las menciones de las personas esclavizadas dificulta, para no decir, imposibilita, la producción de narraciones históricas conformes al género de las historias de vida o de los relatos biográficos en el caso de las personas esclavizadas.

Nuevas metodologías: la fabulación crítica

La escritora e historiadora cultural Saidiya Hartman es una de las autoras que nos ha guiado frente a estas dificultades, invitándonos a “explorar los límites del archivo”. Hartman (2007) describe la experiencia de una joven esclavizada a bordo de un barco negrero, aun cuando el archivo al cual ha tenido acceso solo incluye cuatro palabras sobre la niña: “the said Negro girl” (“la mencionada niña negra”). Desde su punto de vista, el archivo puede determinar lo que es posible saber o no sobre su vida, pero no tiene por qué determinar nuestras interpretaciones o condicionar nuestras narrativas. Nuestro proyecto se inscribe claramente en el camino abierto por Hartman, tomando en serio la invitación a escribir sobre personas cuyas vidas fueron desposeídas/despojadas y que dejaron muy pocas huellas.4 Esta propuesta de la fabulación crítica es una invitación a entablar un diálogo que trascienda las fronteras disciplinarias de las ciencias sociales. Su objetivo es acercarnos a lo que ha sido silenciado, a lo que no ha sido considerado, y a imaginar la “resistencia del objeto” en el contexto de la trata transatlántica. En este contexto, nos proponemos narrar las historias de las personas esclavizadas, aunque somos plenamente conscientes de que estas historias son imposibles de recuperar en su totalidad, ya que los archivos solo revelan fragmentos violentos de las experiencias individuales y singulares de aquellos que fueron esclavizados. El desafío entonces es contar estas historias desde dentro y fuera del archivo, tal como lo ha sugerido Hartman (2008).

La revisión de archivos históricos busca reinterpretar el pasado del pueblo afrocolombiano y se convierte en el hilo conductor que permite entender la ruptura que representó la diáspora africana. Además, nos esforzamos por narrar “la historia otra”, la historia de los esclavizados, basándonos en relatos fragmentados sobre sus actividades, sus posibles historias de resistencia y agencia, y sus experiencias de separación familiar. De este modo, intentamos acercarnos a las verdades ocultas detrás de un sistema jurídico represivo que avaló crímenes que aún hoy permanecen impunes. El poder de descubrir una parte de la historia de nuestros ancestros africanos se convierte en una medida restaurativa, ya que contribuye a armar el rompecabezas de la historia del pueblo afrocolombiano.

Para cerrar este punto, es esencial destacar el desafío emocional que conlleva investigar los procesos de esclavización de personas de origen o ascendencia africana, desenterrando un pasado poco estudiado y reconocido. Como investigadores plenamente conscientes de estos desafíos emocionales, consideramos que las historias de las personas esclavizadas invitan a reconectar con nuestras “trayectorias” personales diferentemente vinculadas con los tres continentes: América, África y Europa reconociendo las dificultades inherentes a estos ejercicios en un mundo profundamente marcado por el racismo.

Estrategias pedagógicas: lucha contra la discriminación racial en escenarios educativos e iniciativas memoriales

Quisiéramos presentar a continuación cuatro iniciativas memoriales asociadas con el proyecto y las actividades del Semillero de Investigación Estudios Afrodescendientes, que pretenden sensibilizar a los estudiantes, el público en general, la Universidad y a su comunidad sobre este pasado difícil y poco reconocido. Estas cuatro iniciativas tienen, indudablemente, el objetivo de crear una mayor conciencia dentro de la comunidad académica sobre el pasado colonial de la Universidad, pero tienen también la ambición, de distintas maneras, de “empujar los límites del archivo”. En cada una de estas iniciativas, hemos intentado entrelazar los enfoques decoloniales, antirracistas y antipatriarcales que caracterizan el proyecto, de manera de construir modos “reparadores” y “éticamente responsables” en la apropiación de conocimiento.

Los espacios universitarios, al igual que otros entornos, son susceptibles a la violación de los derechos de las personas que conforman la comunidad, ya sea debido a factores internos o externos a la Universidad. En ocasiones, el entorno cotidiano se deteriora y se toleran actitudes de racismo, carencia de oportunidades para el crecimiento, la discriminación y el acoso por distintas razones (género, pertenencia étnico-racial, clase, etc.), sesgos implícitos, etc., convirtiendo a las universidades en espacios poco seguros para los estudiantes. Nuestra estrategia pedagógica se enfoca en promover la equidad, la coherencia, la justicia y la autonomía, con el objetivo de fomentar la reflexión, la sensibilización y el aprendizaje. Para lograrlo, es esencial que nos planteemos algunas preguntas cruciales: ¿qué tipo de mensajes estamos transmitiendo a los estudiantes?, ¿qué herramientas podemos emplear para contribuir a la construcción de entornos libres de discriminación racial y de género? y ¿cómo podemos ser coherentes entre nuestro discurso y nuestra práctica sobre el respeto por las diferencias? Las cuatro iniciativas que presentamos a continuación tienen el propósito de sensibilizar a los espectadores sobre la esclavización de individuos de origen o ascendencia africana, así como de los pueblos indígenas. También buscan resaltar las graves implicaciones del racismo, que incluyen la hipersexualización, exotización, exclusión y marginalización de las personas afrodescendientes, como consecuencias significativas de los procesos históricos que se abordan. A través de estas representaciones, deseamos promover la reflexión en la comunidad académica sobre la importancia de reconocer y respetar la diversidad, la multiplicidad y la diferencia.

“La ruta afrodiásporica: huellas de la esclavización en el pasado rosarista (1653-1851)”

La primera iniciativa memorial que hemos realizado alrededor del proyecto fue la construcción de un recorrido guiado de 14 paradas por el claustro, en colaboración con el Museo de la Universidad del Rosario (MURO) y el Archivo Histórico, utilizando los materiales de archivo que hemos encontrado en el curso de la investigación. El recorrido está disponible en formato físico y digital, este último es un proyecto de humanidades digitales que se hizo público en 2023 para conmemorar el 370 aniversario de la Universidad, y que permite que el público tenga acceso a todas las fuentes primarias identificadas en la investigación (Bosa y Angulo Ramírez 2023).

El recorrido guiado comienza en la estatua del fundador de la Universidad, fray Cristóbal de Torres y Motones (1573-1654), ubicada en el centro del claustro. La primera parada utiliza su “documentos fundacionales”, representados por las constituciones que la estatua de fray Cristóbal tiene en sus manos. Se trata de evidenciar la estrecha conexión entre la historia de la Universidad desde su inicio y la esclavización de personas de ascendencia africana y la explotación de los pueblos indígenas. Esto significa que, contrariamente a los imaginarios predominantes en Colombia, la Universidad puede reinterpretarse como un lugar significativo para las historias afrocolombianas e indígenas.

Podríamos decir en este sentido que esta parte de nuestra historia institucional ha permanecido “oculta a plena vista”, una frase acuñada en un informe de la Universidad de Brown en 2006 para describir cómo los vínculos de esta con la esclavización a menudo han sido pasados por alto a pesar de su carácter innegable (Brown University 2023). La Universidad, al igual que muchas otras universidades de origen colonial en todo el continente americano, aún no ha examinado sus propias conexiones históricas con la esclavitud y el comercio transatlántico de esclavos, a pesar de que estas conexiones son fundamentales para su historia.

En la segunda parada, los visitantes ingresan en otro edificio conocido como la Casa Rosarista, que tiene una serie de salones que han sido nombrados, sin mucho análisis crítico, con los nombres de las haciendas que solía poseer la Universidad. Los visitantes aprenden sobre el papel crucial que desempeñaron las personas esclavizadas en su establecimiento y sostenimiento durante casi dos siglos (1653-1834). Además, llegan a comprender que esta historia de esclavización está entrelazada con la violencia contra los pueblos indígenas, particularmente a través de los sistemas de encomienda y concierto.5 La tercera estación se centra en el tema de la libertad y destaca la importancia de las prácticas de “cimarronaje” y de los “palenques” en la historia de la esclavización, incluso en la región de Bogotá, que generalmente está ausente en las representaciones públicas de la historia de la esclavización en Colombia, así como la necesidad de reconocer diferentes formas de resistencia. Las cuarta y quinta paradas, ubicadas donde solían estar la cocina y los dormitorios, invitan a los visitantes a reconocer que en ciertas épocas la esclavización era parte de la vida cotidiana dentro del claustro y que había presencia de personas afrodescendientes e indígenas alrededor de la Universidad, un espacio tradicionalmente representado como “blanco” tanto durante la Colonia como la República.

Las sexta y séptima paradas, ubicadas en la antigua oficina de la rectoría y en la capilla, invitan a realizar un examen honesto y abierto de la brutal violencia inherente a la esclavización, ahora reconocida como un crimen contra la humanidad, así como del papel complejo de la Iglesia en la historia de la opresión racial.

Las paradas octava, novena y décima se encuentran en una placa que rinde homenaje a Luis Antonio Robles, destacado afrocolombiano del siglo XIX, quien, además, fue colegial; en el Archivo histórico, y en la Biblioteca. Su propósito es promover una reflexión crítica sobre la práctica de honrar a individuos racializados en la Universidad, visibilizando el hecho de que a menudo han sido silenciados en las narrativas institucionales, así como sobre la importancia de los archivos, con todas sus parcialidades y silencios, para investigar estas historias. Estas tres paradas buscan enfatizar la triple violencia histórica que sufrieron las personas esclavizadas: a lo largo de sus vidas, en los archivos y en los libros de historia institucionales.

Las siguientes estaciones se centran más en los esclavizadores que en los esclavizados: la undécima parada, ubicada en la sala más ceremonial de la Universidad, el Aula Máxima, destaca el papel de sus miembros, y no solo de la institución en sí, en la perpetuación de la esclavización; las paradas duodécima y decimotercera, situadas cerca de placas que honran la memoria de Francisco José de Caldas (un destacado intelectual criollo) y José Celestino Mutis (el líder español de la Real Expedición Botánica de 1783 a 1816), subrayan las estrechas conexiones que algunos intelectuales asociados con la Universidad tenían con la institución de la esclavitud y otras formas de opresión racial.

La última parada del recorrido es un pedestal vacío que se encuentra en la entrada principal, conocida como la plazoleta del Rosario. Este pedestal solía sostener la estatua del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, pero fue derribada por un grupo de indígenas misak durante las protestas sociales de 2021. Este acto buscaba darle un nuevo significado a la construcción del pasado y poner de relieve el genocidio al que fueron sometidos los pueblos indígenas durante la invasión española que inició hace quinientos años y se prolongó durante varios siglos.

Este lugar permite concluir el recorrido, con una historia étnico-racial de Colombia después de 1851 y las consecuencias duraderas de la esclavización. Estas consecuencias se manifiestan en la exclusión, la marginalización y el racismo estructural, institucional y sistemático que enfrentan los afrocolombianos y los pueblos indígenas en el país. Además, recuerda que la nación colombiana fue construida sobre la base de la violencia, la dominación y la jerarquización racial, conceptos que cimentaron las estructuras coloniales y sentaron las bases ideológicas de la discriminación racial que persiste en la sociedad actual. Finalmente, el recorrido concluye con una reflexión sobre la importancia de evaluar la violencia racial y estructural en la historia de la Universidad desde la abolición hasta el presente, y de considerar críticamente el lugar que ocupan las minorías étnico-raciales actuales en ella. Esto pone de manifiesto que los procesos de racialización no deben entenderse como un tema del pasado institucional, ya que continúan vigentes con nuevas manifestaciones y desafíos.

“Retratos imaginados: vidas afrodescendientes en el pasado rosarista”

Una segunda iniciativa memorial del proyecto, explícitamente construida como un intento de “empujar los límites del archivo”, se relaciona con un proyecto visual basado en la construcción, con el apoyo de un programa de inteligencia artificial (IA), de once “retratos imaginados”, que evocan las historias de hombres, mujeres y niños de origen o ascendencia africana, esclavizados, que tuvieron un vínculo con el pasado de la Universidad: Antonio, Agustín, Santos, Micaela, María Luisa, José del Rosario, Josefa, María Matamba, Alfonsa y sus dos hijos, María Josefa y Ana María Cuéllar. Todos ellos eran personas de origen o ascendencia africana que fueron esclavizadas por la Universidad entre 1667 y 1826, algunos en el claustro y otros en las haciendas, que aparecen en documentos de archivo.6 La exposición tiene como objetivo principal fungir como un dispositivo memorial y una estrategia pedagógica para combatir el racismo y la discriminación en contextos educativos. Es importante reconocer que en la comunidad universitaria aún persisten estereotipos, representaciones racializadas y desigualdades sociorraciales que requieren ser abordados. De este modo, los retratos invitan a los miembros de la comunidad rosarista (estudiantes, docentes, personal administrativo, de servicios generales y de seguridad) a acercarse, desde algunos casos singulares, a episodios dolorosos de la historia de la Universidad y a conectarse emocionalmente con ellos. Al mostrar estas “historias otras”, la exposición desafía a los visitantes a reflexionar sobre la necesidad de la empatía y la comprensión de las diferencias. No es solo un medio para difundir y apropiar los primeros resultados de la investigación, sino también una herramienta de sanación, especialmente para las personas afrodescendientes de la comunidad académica. Hemos escogido la forma de los “retratos” por dos razones principales (figura 1).

El retrato para luchar contra la “deshumanización”
Figura 1.
El retrato para luchar contra la “deshumanización”


Por un lado, el género del retrato parecía apropiado para romper con la lógica deshumanizante de la trata esclavista (lógica que es también la de los archivos de la trata).7 El hecho de presentar a los espectadores imágenes de personas, mas no solo fragmentos de documentos que las trataban como mercancías, parecía un paso importante para que estas personas del pasado sean vistas y reconocidas como lo que fueron: seres humanos. Como ya lo hemos dicho, uno de los objetivos centrales de nuestro proyecto consiste en intentar dignificar y humanizar la forma en que hemos entendido las vidas de las personas esclavizadas, a través de un enfoque decolonial y antirracista de memoria histórica reparador, ético, responsable y sanador. Este pasado ha sido difícil de investigar y de contar, pues es un pasado que contiene las bases ideológicas de la discriminación racial. En la actualidad, la discriminación racial es uno de los grandes problemas que aquejan a la población afrodescendiente y que desafortunadamente se ha extendido hasta el ámbito educativo. Por ello, desde el proyecto proponemos que la transformación de la narrativa sobre la esclavización se realice a través del arte contemporáneo a partir del enfoque decolonial y antirracista de memoria histórica que permita luchar contra la discriminación racial en los escenarios educativos.

En este contexto, el ejercicio que hemos realizado puede interpretarse como un intento de imaginar “retratos imposibles”, dado que nunca sabremos cómo eran “realmente” estas personas y que sus vidas remiten hoy a un “pasado irrecuperable”. Los retratos pueden interpretarse, en este sentido, como soportes para producir el equivalente visual de lo que la Hartman (2019) llama la “fabulación crítica”, refiriéndose a la producción de narrativas alternativas que reivindican una dimensión creativa para poner en cuestión las versiones deshumanizantes de la historia que conservan los repositorios.8 Su mensaje podría ser resumido de la siguiente manera: no debemos rendirnos, o sentirnos impotentes, ante las violencias y los silencios de los documentos. Siguiendo estas recomendaciones, queremos defender la idea de que los “retratos imaginados”, por más ficticios o imaginarios que sean, siempre serán más “verdaderos” que los archivos producidos dentro de un sistema que ha contribuido a la deshumanización sistemática de las personas, reduciéndolas al estatuto de “bienes fungibles”. De cierta forma, uno de los mensajes de la exposición, y del proyecto en general, es que, si queremos producir unos relatos históricos más profundos y convincentes sobre las personas esclavizadas, no podemos limitarnos a lo que los archivos dicen de ellas: tenemos, de hecho, el imperativo moral de usar nuestra imaginación para alejarnos de lo que representan.9 Los investigadores que en una especie de fetichismo del archivo no se despegan de los documentos para producir sus interpretaciones históricas se condenan a reproducir su violencia inherente.10 Ahora bien, si queremos romper la lógica deshumanizadora de los archivos, que no son solo un “reflejo” de la violencia pasada, sino que constituyen una forma de violencia en sí misma, debemos encontrar maneras de autonomizarnos o emanciparnos, por lo menos parcialmente, de ellos. Un argumento central, en este respecto, es que la construcción de los relatos (y de los retratos) puede iniciar con los archivos históricos, pero que debe hacerse también a pesar y en contra de lo que nos dicen de las personas que fueron esclavizadas.11 Paradójicamente, en vez de acercarnos a las experiencias de estas, muchos de los documentos disponibles nos alejan de ellas: funcionan como una pantalla, un espejo deformante.

De este modo, hemos construido los “retratos imaginados” como una apuesta arriesgada, pero también humilde y reflexiva, para un inicio de emancipación frente a los archivos y sus violencias. Sabemos que los retratos, a pesar de su apariencia realista, tienen una dimensión ilusoria, o incluso engañosa, y reconocemos que son, claramente, producciones de nuestro presente. Sabemos, del mismo modo, que nuestro proyecto de investigación no permitirá volver al pasado, ni reconstruir de manera profunda e íntima las experiencias de las personas que fueron esclavizadas en o por la Universidad. Hay que reconocerlo: son muchos los aspectos de sus existencias que serán imposibles de conocer basándonos en el archivo existente.12 No sabemos casi nada, por ejemplo, sobre la vida cotidiana de las personas esclavizadas, sobre sus pensamientos o sus sentimientos. Tampoco tenemos imágenes de ninguna de ellas. Pero defendemos la idea de que la investigación y la exposición fueron construidas tanto para generar inquietudes y plantear preguntas como para formular respuestas. Estas preguntas van en dos direcciones principales. Algunas se relacionan con las condiciones de producción de los archivos y las maneras en que producimos narrativas históricas. ¿Cómo contar las historias de hombres, mujeres y niños y niñas cuyas vidas fueron brutalizadas, fragmentadas y silenciadas y sobre las cuales solo tenemos una información fragmentaria? ¿Cómo estas personas entraron en el archivo y posteriormente en la historia? ¿En qué sentido las condiciones en las que estas vidas aparecen y desaparecen en los archivos son reveladoras de las experiencias de la esclavización? Otras preguntas se centran en las maneras en que estas vidas pudieron haber sido vividas. Si bien las imágenes expuestas pretenden ser representaciones plausibles de los rostros y de la apariencia física de estas personas, y si bien pretenden evocar sus espíritus y personalidades, social e históricamente construidos, sabemos que no son más que construcciones retrospectivas y que las vidas que pretenden evocar seguirán siendo, en gran parte, misteriosas para nosotros. En este sentido, la función de los retratos no es más que despertar en los visitantes una sensibilidad histórica y ayudarles a construir una conexión emocional con estas personas, como la hemos sentido los investigadores del proyecto.

Debemos mencionar, para cerrar este punto, que uno de los aspectos polémicos del proyecto es que las imágenes no fueron realizadas por artistas, sino con el apoyo de un programa de IA (DALL-E).

Podemos evocar tres posibles riesgos asociados con el uso de estas tecnologías en los ámbitos artísticos y académicos. El primero se relaciona con lo contradictorio que resulta hablar de retratos “humanizadores” cuando estos fueron producidos por “no humanos”. El segundo tiene que ver con las complejidades morales y políticas asociadas a la voluntad de representar utilizando programas elaborados por compañías cuyo funcionamiento se conecta con las violencias del sistema capitalista global contemporáneo y las formas modernas de explotación a personas del pasado que vivieron y murieron en circunstancias de privación de su libertad, en particular cuando se trata de niños y niñas. Finalmente, el último riesgo se relaciona con lo que podríamos llamar las “políticas de la representación”: perpetuar y reforzar los estereotipos en vez de luchar contra ellos; reabrir las heridas del pasado en vez de sanarlas; proponer representaciones inadecuadas o anacrónicas del pasado; aceptar de manera acrítica los sesgos de los algoritmos; entre otros. Sabemos que la exposición no podrá mitigar por completo estos riegos y tampoco resolver todas las incertidumbres ligadas al uso de tecnologías novedosas. Esperamos, sin embargo, que sea una oportunidad para fomentar debates y generar procesos de concientización sobre los peligros y beneficios de la IA.

La triangulación de representación memorial

Latriangulación de representación memorial es una forma innovadora de llevar a cabo procesos pedagógicos y de reconstrucción histórica y memorial, que hemos utilizado en la exposición. Así, cada retrato se basa en tres elementos que forman un triángulo y dan forma a las representaciones de las personas esclavizadas (figura 2):

De este modo, el teatrino, donde se exhiben los retratos, se ha convertido, en el tiempo de la exposición, en un lugar de resistencia y reexistencia.

Por un lado, recordar las historias de Antonio, Agustín, Santos, Micaela, María Luisa, José del Rosario, Josefa, María Matamba, Alfonsa y sus dos hijos, María Josefa y Ana María Cuéllar, es una forma de resistir el olvido, el racismo y la negación de incluir sus nombres en la historia institucional, más allá de un simple inventario. Los retratos en el teatrino se convierten en un recordatorio para el mundo blanco y colonial de que mientras se rinda homenaje sin crítica a quienes perpetuaron el sistema esclavista y sus prácticas no habrá justicia racial.

Por otro lado, la exposición puede entenderse como un acto de reexistencia, entendiendo que la trata de seres humanos, a partir de la Declaración y Programa de Acción de Durban de 2001, se considera un crimen de lesa humanidad, y las personas esclavizadas fueron sus víctimas. Este acto busca eliminar cualquier estigma relacionado con nuestra identidad, apariencia y cultura, liberándonos de sentir vergüenza por quiénes somos y por nuestros antepasados. Se trata de una resignificación de la historia y sus narrativas en un esfuerzo por avanzar hacia la justicia racial.

Triangulación de representación memorial
Figura 2.
Triangulación de representación memorial


El retrato en las colecciones del MURO. El formato retrato individual interesaba porque se trata del principal género artístico de las colecciones institucionales del MURO en conexión con sus orígenes coloniales; en este sentido, la exposición ha sido pensada para generar un diálogo con los retratos ya exhibidos en la Universidad. Si estas imágenes evidencian su larga historia que, ya lo hemos dicho, celebra sus 370 años en 2023, reflejan poco la diversidad poblacional del país. Impacta, por ejemplo, que ninguno de los cuadros expuestos en los muros de la Universidad representa en primer plano a una persona afrodescendiente o indígena. Durante mucho tiempo, y hasta el día de hoy, las únicas personas que han sido resaltadas y celebradas a través de estos retratos pertenecían exclusivamente a los sectores más pudientes y poderosos de la sociedad. El Aula Máxima, el salón donde se realizan la mayoría de los actos ceremoniales o protocolarios, es probablemente uno de los lugares más emblemáticos en este paisaje universitario. Ahora bien, cuando observamos sus paredes, un mensaje evidente es que somos una universidad conectada con la historia del país. Pero otro mensaje, casi tan evidente como el primero, es que esta historia solo la hicieron poderosos hombres blancos criollos. En este sentido, podríamos decir que el hecho de exponer los rostros de personas afrodescendientes, entre los cuales se encuentran mujeres, niños y niñas, en un lugar visible representa un paso importante en un escenario tradicional como la Universidad del Rosario, donde no ha habido reconocimiento público ni procesos de memoria sobre los vínculos entre la institución y la historia de la trata de personas esclavizadas.

De manera general, todas las formas de adorno que se encuentran en el entorno universitario y que se han vuelto parte de nuestros “paisajes” (las placas conmemorativas, las imágenes, las representaciones, las pinturas, etc.) mandan “mensajes” a nuestra comunidad académica (los directivos, profesores, estudiantes, personales administrativos, etc.), pero también al público exterior. Estos mensajes hablan, implícita o explícitamente, de quiénes creemos que somos, pero también de cómo pensamos que deberíamos ser. Ahora bien, como en el caso de muchas instituciones que tienen un origen colonial, debemos reconocer que la “cultura visual” que ha caracterizado a la Universidad hasta ahora ha mandado mensajes “excluyentes”: la visibilidad histórica de unos ha sido acompañada por la supresión de las vidas de otros. Es evidente, por ejemplo, que las narrativas institucionales implícitas han tendido a asociar sistemáticamente la “excelencia” a un grupo social restringido, dejando por fuera a grandes sectores de la población, por razón de género, raza o clase: las mujeres, los grupos afrodescendientes o indígenas, las clases populares, etc.

La Universidad, sin embargo, ha dejado de exigir “limpieza de sangre” hace muchos años: los hombres blancos criollos de las clases altas ya no son los únicos que pueden estudiar en ella. De hecho, como muchas instituciones de educación superior en el mundo entero, la Universidad ha entendido que en pleno siglo XXI la defensa de la diversidad no constituía solo un imperativo moral, sino una condición necesaria para aspirar a la excelencia. Durante siglos, las instituciones educativas de élite fueron construidas sobre un modelo que ponía en equivalencia la “calidad social” y la “calidad académica”: las mejores escuelas estaban diseñadas para formar jóvenes varones de las clases más privilegiadas. Este postulado, sin embargo, ha sido radicalmente criticado: lejos de constituir una virtud, la falta de diversidad, entendida desde el género, la clase o la raza, se interpreta hoy como una limitación para instituciones que pretenden contribuir a la construcción del conocimiento. En línea con estos cambios, la Universidad ha realizado importantes iniciativas para transformarse en una institución más inclusiva: no solo a través de programas de becas, sino también de la creación de diversos centros dedicados a la celebración y promoción de la diversidad (Plurales, UR Intercultural, etc.).

La exposición Retratos imaginados debe entenderse en este contexto. Podemos resaltar, a este respecto, dos intenciones principales. La primera se relaciona con el presente y con la necesidad de celebrar la diversidad étnico-racial en los espacios públicos de la Universidad: así sea de manera incipiente, los retratos pueden ayudar a que nuestro entorno sea un mejor reflejo del mundo plural que esta pretende encarnar. La segunda, quizá la más importante, tiene que ver con el pasado y con la necesidad de contrarrestar la invisibilidad de las personas afrodescendientes e indígenas en nuestra historia oficial para reivindicar su presencia y su relevancia. Uno de los hallazgos centrales de nuestra investigación ha sido demostrar cómo las historias de opresión racial habían permanecido hasta ahora “ocultas a plena vista”: aunque no lo hemos querido reconocer, existe en nuestro archivo histórico una abundancia de evidencias definitivas para mostrar que las personas afrodescendientes e indígenas no han tenido un lugar periférico en el pasado de la Universidad sino central. Basta con abrir las páginas iniciales de nuestras constituciones (el primer punto es el de las haciendas) para entender que la esclavización y la encomienda constituyen asuntos fundacionales de nuestra historia.

Para cerrar este punto, es importante mencionar que la exposición fue presentada en un lugar muy visible y concurrido en el claustro histórico: el teatrino, un pequeño teatro ubicado en el antiguo comedor. Este escenario ha permitido tener, a lo largo del primer semestre de 2023, una gran afluencia diaria de público (unos 2000 estudiantes y 150 visitantes diarios), así como una interesante yuxtaposición de eventos: reuniones informales, presentaciones culturales y académicas, actividades de grupos estudiantiles, etc. Además de esta presencia “espontánea” de visitantes, hemos organizado en colaboración con el MURO y con el Archivo Histórico eventos de distintas naturalezas: visitas guiadas,13 conferencias y debates académicos.14 Más allá de los números, el impacto de la exposición se ha podido medir a través de las emociones y reacciones personales que han transmitido varios de los visitantes, que fueron tocados por esta voluntad, por primera vez, de dignificar y humanizar la forma en que hemos entendido la vida de las personas esclavizadas en la Universidad.15

Una línea de inventario

La tercera iniciativa, titulada Una línea de inventario, es una obra de teatro que evoca de manera poética las vidas de las mismas once personas que aparecen en los retratos imaginados.16 De hecho, la obra ha sido pensada de manera articulada con la exposición: la puesta en escena hace que los personajes parezcan “salir” de sus cuadros respectivos. Escrita a partir de los resultados del proyecto de investigación, y dirigida por Catalina Mosquera y Julián Díaz del colectivo teatral Diookaju Arte Afro, la obra utiliza la actuación, la danza, la música y el video como herramientas narrativas para permitir que el espectador tenga una experiencia sensible y significativa.

Historias imposibles

Como en el caso anterior, este proyecto pretende entrelazar la investigación histórica sobre archivos con una forma de expresión artística, en este caso el arte dramático, para profundizar en nuestros ejercicios de “fabulación crítica” en relación con lo que pudieron haber sido estas vidas esclavizadas tanto en las haciendas como en el claustro. Así, la construcción de cada escena, elaborada alrededor una persona particular, ha iniciado con las informaciones sesgadas y fragmentadas proporcionadas por las fuentes, para luego emanciparse de los parámetros de los archivos.

Como lo hemos mencionado, la presencia en el Archivo Histórico de la mayoría de las personas esclavizadas se limita a una “línea de inventario” (para retomar el título de la obra), en un “libro de cuentas” o en un “padrón de esclavos”.17 Ahora bien, el teatro constituye un recurso invaluable para contrarrestar esta presencia fragmentada de los esclavizados en el Archivo Histórico: la libertad creativa ligada a la dramatización permite romper más fácilmente que en el caso de investigaciones estrictamente académicas con la lógica de constitución de los archivos, claramente ligada a un sistema de poder excluyente. Si en las fuentes disponibles las personas esclavizadas no tienen voz y son casi siempre “cosificadas”, no es el caso de la obra de teatro. Esta ha sido construida precisamente para subvertir las jerarquías y colocar al frente del escenario a sujetos históricos, que han permanecido hasta hora anónimos, en una especie de “oscuridad histórica”. Tanto el texto como la puesta en escena constituyen un intento para dar vida a sus historias personales, de una manera que sea a la vez tangible y accesible, pero también justa y respetuosa. Además, en el texto y en la puesta en escena, hemos adoptado un enfoque antipatriarcal que coloca a las mujeres esclavizadas de ascendencia o descendencia africana y sus experiencias en el centro de la obra. Esto implica explorar sus vivencias de violencia sexual, física y simbólica, así como los desgarradores momentos de separación de sus hijos, quienes estaban expuestos a la crueldad de la compra y venta. Este enfoque se esfuerza por destacar que estas mujeres no eran simplemente objetos mercadeables, sino individuos con experiencias únicas y significativas. Reconoce que las experiencias de hombres y mujeres esclavizados eran inherentemente diferentes, y así incorpora una perspectiva de género en el análisis crítico del colonialismo.

La creación teatral permite cumplir el sueño inalcanzable para los investigadores sociales que se quedan en los límites estrictos de sus disciplinas18 de “resucitar vidas de las ruinas”, para retomar una expresión de Hartman: reconstruir las vidas de las personas esclavizadas, a pesar de la escasez de las fuentes y de sus múltiples sesgos. Podríamos decir, en este sentido, que el proyecto es simultáneamente demasiado ambicioso y muy humilde. Ambicioso porque busca responder a preguntas a las cuales no se pueden proporcionar respuestas certeras o definitivas. ¿Cómo las personas esclavizadas daban sentido a sus vidas a pesar de la mercantilización y la dominación que las aplastaban? ¿Cómo hubieran contado la historia en sus propias voces? Pero el proyecto implica también mucha humildad, ya que debemos aceptar que por necesidad gran parte de nuestras narraciones tienen dimensiones inciertas, irresueltas y contradictorias.19 La historia que queremos contar no se puede narrar contando lo que ocurrió, sino especulando sobre lo que hubiera podido ocurrir, insertando, en la medida de lo posible, las experiencias de las personas en los contextos históricos que las produjeron. El trabajo con los actores permite “imaginar” los aspectos de las vidas de los esclavizados que no llegaron a ser registrados en el Archivo Histórico, así como rellenar los múltiples vacíos que resaltan de los silencios y de los sesgos de los archivos, pero sin llegar a cerrar definitivamente las interpretaciones, dado que nunca podrán ser verificadas de manera definitiva. En este sentido, el texto de la obra propone alternar unas narraciones especulativas sobre lo que pudieron ser las vidas de las personas esclavizadas y unas reflexiones sobre la imposibilidad de reconstruir estas.

Un diálogo entre pasado y presente

Es importante resaltar que la obra ha sido construida explícitamente a partir de un diálogo entre el pasado y el presente. El punto de partida de la narración son dos adolescentes afrodescendientes contemporáneos que un día de protesta buscan refugio en la Universidad y descubren por casualidad los documentos relacionados con su pasado esclavista. A medida que los adolescentes esculcan los archivos, las personas esclavizadas regresan uno por uno, como “fantasmas”, al claustro, como saliendo de sus cuadros, expuestos en el lugar: cuentan sus historias y reflexionan sobre ellas. De este modo, la obra ha sido pensada como un viaje permanente entre los siglos XVII, XVIII y XIX, y nuestro presente. En este sentido, las personas esclavizadas a las cuales los actores dan vida no invitan solo a descubrir un pasado lejano, sino a problematizar e interrogar un presente aún marcado por la esclavización y sus legados.

Hay, en este diálogo entre presente y pasado, varias apuestas éticas. Una de ellas se relaciona con la necesidad de afirmar que estas vidas, a pesar de haber sido despreciadas, fueron, y aún son, importantes. ¿Sobre quiénes escriben los historiadores? ¿Cuáles son las vidas a las que dan importancia? Estas preguntas tienen más que ver con apuestas éticas del presente que con el pasado en sí mismo. En la historiografía más tradicional, los investigadores determinaban la “importancia histórica” de las personas en función de su “importancia social”. En esta lógica, los miembros de los grupos más privilegiados de la sociedad eran considerados los únicos capaces de “hacer la historia”. Esta situación ha cambiado y la disciplina histórica es hoy mucho más incluyente. Sin embargo, la manera de determinar la “importancia” de una vida, “desde el punto de vista histórico”, puede seguir siendo problemática. Así, para muchos investigadores, el hecho de haber dejado fuentes suficientes en los repositos de archivos constituye una condición sine qua non para ser objeto de narrativas históricas. La idea parece apenas lógica: hay que ser “investigable” para ser “investigado”. Sin embargo, varias autoras, como Hartman (1997, 2007, 2008) o Fuentes (2016), han mostrado que el criterio de la “importancia archivística” podía conducir implícitamente a reproducir el criterio de la “importancia social”. La obra nos invita precisamente a cuestionar esta situación: no es porque solo quedan en el Archivo Histórico menciones minúsculas y fragmentadas sobre un grupo de personas que sus vidas deben ser consideradas de este modo. El reto es inseparablemente ético y metodológico: si aceptamos que sus vidas fueron importantes, debemos aceptar el desafío de escribir historias que inician con fragmentos deshumanizantes, pero que no se quedan con la deshumanización.

Una segunda apuesta ética conectada con esta importancia de reconocer y respetar la humanidad de las personas esclavizadas cuestiona las posiciones subjetivas y objetivas de quienes investigan y proponen interpretaciones y representaciones a partir de la lectura de las fuentes primarias. Una renovación importante del campo de estudio sobre los procesos de esclavización ha sido precisamente el rechazo del modelo de una academia desapasionada y distante tanto en sus procesos de investigación como en sus modos de escritura. De nuevo, los escritos de Hartman (1997, 2007, 2008) o Fuentes (2016) son muy inspiradores: estas autoras han desarrollado aproximaciones empírica y teóricamente sofisticadas que enfatizan la necesidad de romper radicalmente con la violencia distante y fría que caracteriza muchas de las fuentes históricas disponibles para estudiar la esclavización, como los certificados de compraventa o los inventarios. Al desafiar la imagen de los académicos “objetivos” y “emocionalmente distanciados” como encarnaciones de la “ciencia verdadera”, reivindican como mujeres afrodescendientes el hecho de tener vínculos afectivos y políticos fuertes con la historia que intentan reconstruir. De este modo, estas autoras han asumido completamente la necesidad de reemplazar en las investigaciones sociales e históricas el ideal de objetividad por el de reflexividad: han demostrado que en determinadas circunstancias los lazos emocionales con su objeto de estudio, atravesados en este caso por la cuestión del dolor, podían transformarse en motores potentes para la construcción del conocimiento, en lugar de ser obstáculos, como lo sugiere la tradición positivista.

Han dejado claro que en el caso particular de las historias de la esclavización la sensibilidad y la empatía con el sufrimiento era precisamente lo que les había permitido desarrollar perspectivas nuevas, construir mejores relatos y proponer reflexiones más profundas. En este sentido, lo conmovedor que son sus textos escritos por personas que se dejan afectar por las historias que cuentan no le quita nada a su nivel de seriedad y de sofisticación. Podemos retomar a este respecto algunas ideas propuestas por Ndiaye (2022) sobre la tensión entre dos sentidos de la palabra evidencia. Por un lado, están las “evidencias” en el sentido de las pruebas escritas disponibles a partir de las cuales los investigadores están acostumbrados a escribir sobre el pasado. Por otro lado, está la “evidencia” en el sentido de algo obvio de lo problemático que son estas mismas “evidencias” producidas casi exclusivamente por los esclavistas para escribir una historia sensible de la esclavización. Podríamos decir que la obra juega permanentemente sobre la tensión entre estas dos formas de “evidencias”

Para cerrar este punto, parece importante aclarar un malentendido recurrente: no queremos decir que el compromiso político o emocional con el objeto de estudio garantice automáticamente la calidad de las narraciones históricas. De pronto, sobra decirlo, pero los “buenos sentimientos” no conducen necesariamente a “buenas narraciones históricas” (como lo expresa un dicho, “el camino del infierno está pavimentado con buenas intenciones”). En este sentido, hemos querido dejarnos guiar durante el proyecto y la escritura del guion por una “ética de la complejidad”. Esta se traduce en el hecho de reconocer, al construir nuestras narraciones, que las historias de esclavización son siempre moralmente complejas, llenas de paradojas y contradicciones. Se traduce también en el hecho de reconocer que nunca existe una sola versión de los hechos, una “historia única” (Adichie 2018), y que no se puede pensar el funcionamiento de la sociedad a partir de una simple división binaria entre los “buenos” y los “malos”, como si fueran categorías obvias. Así, tanto en el proyecto como en la obra hemos intentado enfatizar los matices, las ambigüedades y las tensiones.

“Quitarse la venda de los ojos”

El último proyecto que queremos mencionar brevemente es una propuesta de exposición de arte titulada Quitarse la venda de los ojos, que pretende reunir una serie de obras de arte de 14 artistas afrocolombianos contemporáneos interesados en la historia y los legados de la esclavización que desafían nuestra comprensión tanto del pasado como del presente de la sociedad colombiana.20 Si bien la mayoría de los artistas no produjeron obras basándose específicamente en los documentos de archivos encontrados en la investigación, sus intervenciones permiten un diálogo con los argumentos del proyecto. La exposición está pensada, en este sentido, como un cruce entre la investigación histórica, el arte y la memoria. Así, todos los artistas con los cuales hemos dialogado comparten una concepción de su oficio como una práctica social y políticamente comprometida: sus obras no son solo estéticamente poderosas, sino que invitan a cuestionar las narrativas que tradicionalmente han conformado nuestra comprensión de la sociedad colombiana y de su historia. Así, las obras seleccionadas por muy diferentes que sean permiten todas pensar cómo siguen operando en la Colombia de hoy varias formas de racismo y discriminación que se superponen y se entrecruzan no solo los prejuicios y sesgos implícitos, sino también el racismo estructural, el racismo cotidiano, el racismo color-blind, etc.

Todos los artistas interesados en participar son afrodescendientes y reivindican fuertes vínculos con la historia de la diáspora. Esto no significa, sin embargo, que la exposición esté construida desde un único punto de vista. De hecho, los artistas seleccionados reflejan la gran diversidad de la población afrocolombiana: cada uno tiene su singularidad tanto respecto del género, la sexualidad, la generación, la clase y el origen regional (Caribe, Chocó, Bogotá, Cauca, Valle, etc.), como respecto de sus prácticas artísticas y apuestas políticas, etc. Esta reunión en un mismo escenario de artistas tan diversos y complementarios sería sin duda la mayor fortaleza de la exposición.

Es importante señalar que a diferencia de las iniciativas anteriores está sigue siendo un proyecto que aún no se ha materializado. Lo hemos querido presentar, sin embargo, a la vez porque hemos avanzado en su planeación y porque el diálogo con el arte contemporáneo parece fundamental para resaltar que los proyectos de investigaciones históricas no pueden encerrarse únicamente en el pasado o en los archivos. Los artistas invitan a entender que no se puede pensar el pasado sin reflexionar simultáneamente sobre la persistencia de las desigualdades en nuestro mundo contemporáneo.

El mensaje central de la exposición es sencillo y directamente conectado con los propósitos generales del proyecto: la sociedad colombiana contemporánea debe encontrar el coraje moral para enfrentar su pasado, aunque sea doloroso. Si queremos construir una sociedad pacífica e inclusiva en el futuro, debemos empezar por reconocer las formas de opresión racial que han tenido lugar en el pasado y sus rezagos contemporáneos. Siguiendo estos objetivos, el arte es un poderoso medio para despertar la sensibilidad histórica y afectiva del público, que permite poner sobre la mesa debates difíciles de la historia de la nación que de otro modo serían complejos de abordar.

Ahora bien, estamos convencidos de que la Universidad a la vez por su historia y por sus características específicas en el presente puede constituir un ejemplo para muchas otras universidades en el ámbito nacional. El hecho de exponer obras producidas por artistas afrocolombianos del siglo XXI en un claustro del siglo XVII situado en el corazón del casco histórico de Bogotá manda un mensaje impactante. El claustro representa un escenario extraordinario, aunque poco convencional, para exponer piezas de arte. Las particularidades de su estética colonial a través de un juego de contrastes darán indudablemente un impacto extraordinario a la obra de artistas contemporáneos, que utilizarán formas creativas muy diversas: pintura, escultura, fotografía, artes escénicas, instalación, etc.

En conclusión, la exposición parece un proyecto importante, porque demuestra que, si tienen la voluntad política, las universidades pueden combinar la investigación, el compromiso público y las artes creativas, con el fin de involucrar a la sociedad colombiana en una conversación necesaria sobre un pasado violento y sus implicaciones para nuestro presente. Creemos que las obras de arte afrocolombianas contemporáneas pueden brindar al público la oportunidad de plantearse preguntas difíciles sobre la historia de la esclavización y sus legados en la sociedad colombiana contemporánea. Preguntas que tal vez algunos nunca se hayan planteado. Alejadas de visiones simplistas o polarizadas, las obras permitirán abrir una conversación sobre esta dolorosa historia desde un punto de vista emocional, crítico y reflexivo.

Conclusión: ¿hacia una mayor “justicia representacional”?

Las cuatro iniciativas memoriales que hemos presentado se conectan todas con asuntos de “justicia representacional”. En 1861, Frederick Douglass, un destacado pensador afroamericano del siglo XIX y abolicionista, pronunció una conferencia titulada “Pictures and Progress” sobre la importancia de las representaciones visuales para la imaginación histórica. En su discurso, reflexionaba sobre el poder transformador de las imágenes, resaltando su capacidad para influir en las opiniones públicas, así como en la formación de los prejuicios y las exclusiones raciales. En plena guerra de secesión, formulaba un argumento que hoy día parece visionario: más allá del enfrentamiento armado, las imágenes desempeñarían un papel fundamental en permitir a Estados Unidos construir una nueva manera de entenderse a sí mismos. En ciertas formas, en la pelea sobre la cuestión racial y la esclavización, las imágenes podrían volverse armas aún más potentes que los fusiles.

Más de un siglo y medio después, Sarah Lewis (2016), otra intelectual afroamericana y profesora de la Universidad de Harvard, ha retomado la discusión sobre las complejas intrincaciones entre imágenes, formas de racialización y justicia social, encontrando en el discurso de Douglass una potente inspiración conceptual (Sarah Elizabeth Lewis 2023). Desde su trabajo como historiadora del arte y curadora, Lewis insiste en la necesidad de superar la visión del arte como un “lujo” (o como una apuesta puramente estética), para entender, además, su dimensión profundamente política.

Según Lewis, las representaciones visuales tienen un poder asombroso tanto para construir como para desconstruir nuestros imaginarios. Por lo general, las múltiples representaciones que nos rodean (incluso pinturas, videos y fotografías, pero también esculturas y monumentos) tienden a encerrar nuestras maneras de entender el mundo en algo acostumbrado. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, las imágenes pueden ayudarnos a romper con nuestros supuestos, invitándonos, incluso, a cuestionar la estructura misma del universo que nos rodea. Son precisamente estos casos, en los que las imágenes logran alterar nuestras actitudes y percepciones de la historia y del orden social, que interesan de manera central a Lewis.

Contrario a la intuición según la cual los textos escritos y los debates “racionales” constituirían el motor del cambio en las sociedades, Lewis piensa que no se debe menospreciar el poder transformador del arte y de las representaciones visuales. En ocasiones, nos dice, las imágenes pueden tener un impacto y una eficacia mucho mayores a los de cualquier otro medio para ayudarnos a ver el mundo “con nuevos ojos”

El proyecto de Lewis se titula Vision & Justice precisamente porque quiere poner sobre la mesa el asunto de la “justicia representacional”. Todo el mundo aceptaría que el derecho a la representación, el derecho a ser reconocido justamente, constituye un asunto fundamental, y fundacional, para el buen funcionamiento de las sociedades democráticas. Es evidente, sin embargo, que este derecho, que se encuentra inextricablemente ligado a las formas de representación visual en el ámbito público, no se ha cumplido de la misma manera para todos los grupos sociales pensados en clave interseccional: clase, raza, género, etc. En este contexto, las luchas por el reconocimiento deben ser entendidas siempre, por lo menos en parte, como luchas por la representación.

Sabemos que el camino será largo para deshacer los imaginarios que han conducido a naturalizar, en los mundos académicos y más allá, las ausencias afrodescendientes e indígenas. Esperemos que los diferentes ejercicios memoriales que hemos presentado sean una primera invitación para cuestionar algunos de nuestros supuestos sobre quiénes cuentan en la sociedad tanto en el pasado como en el presente. Las imágenes y las representaciones artísticas pueden, en ocasiones, tener un impacto más fuerte que los escritos: quisiéramos que estas logren transmitir tanto desde las emociones como desde los argumentos y el pensamiento racional un sentido diferente de lo que ha sido la historia de la Universidad y, de manera general, del país.

REFERENCIAS

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Notas

* Artículo de investigación. Resultado del proyecto de investigación “La esclavización (y otras formas de opresión racial) en la historia de la Universidad del Rosario: Procesos archivísticos y memoriales”.

1 El artivismo es un término que se refiere a la práctica de utilizar expresiones artísticas, como el arte visual, la música, el teatro, la danza, la literatura y otras formas creativas como una herramienta para abogar por cambios sociales y políticos, así como para crear consciencia sobre cuestiones importantes. En el contexto de la lucha contra el racismo y sus efectos, el artivismo se utiliza para educar, sensibilizar y movilizar a las personas, así como para promover la justicia social y la igualdad.

2 En algunos casos excepcionales, los documentos nos dan de manera no intencional indicios o pistas sobre cómo vivían las personas esclavizadas (sobre su trabajo, su familia, su ocio, etc.). En estos casos, podemos utilizar las fuentes de archivo a contrapelo (es decir, con fines contrarios a los para que fueron creados) para intentar desdibujar las experiencias de las personas esclavizadas. Los historiadores del colonialismo han formulado reflexiones muy importantes sobre los retos metodológicos asociados a la lectura de las fuentes (Stoler 2010).

3 Podemos señalar que varios intentos se han hecho para desafiar los principios archivísticos que han resultado en la marginación y alienación de las poblaciones marginalizadas y colonizadas. Berry (2023) propone, por ejemplo, realizar “descripciones reparadoras” como una forma de repensar las colecciones.

4 Para unas reflexiones sobre cómo superar las limitaciones metodológicas de los archivos coloniales tomando como caso el Caribe, véase Bastian et al. (2018). Los autores preguntan “cómo se puede subvertir el poder de los archivos para servir a los oprimidos en lugar de a los opresores, a los colonizados en lugar de a los colonizadores”. En el mundo entero, existen múltiples intentos no solo para interrogar los registros archivísticos, sino para reconceptualizar la idea misma de “archivo”.

5 Aunque el recorrido se enfoca principalmente en la cuestión de la esclavización, esta parada tiene como objetivo destacar la importancia de recordar que la racialización no se limitó exclusivamente a la experiencia afrodescendiente. No podemos pasar por alto, por ejemplo, cómo la Universidad también contribuyó a la construcción social e histórica de la identidad “indígena” al establecer conceptos como educación y saber.

6 Retratos imaginados: Vidas afrodescendientes en el pasado rosarista. Curaduría: Bastien Bosa, Diana Carolina Angulo Ramírez, Ingrid Frederick. Proyecto de investigación: “La esclavización (y otras formas de opresión racial) en la historia de la Universidad del Rosario: Procesos archivísticos y memoriales”. Museo de la Universidad del Rosario (MURO). La exposición está disponible en Google Arts & Culture en https://artsandculture.google.com/story/gwWRzJSZfx8ZPQ

7 Además, el retrato constituye un género atractivo para el público general, que parecía apropiado a fin de acercar las personas a una historia a la vez difícil y conmovedora.

8 El concepto de fabulación crítica se refiere a la producción de escritos de “no ficción especulativa”, basados en diversas fuentes históricas, así como en un conocimiento de la literatura. De este modo, las “fabulaciones” no se realizan de manera libre o descontrolada, sino que deben ser coherentes con los contextos en los cuales se insertan las historias reconstruidas (en atención, por ejemplo, a los marcos culturales o las jerarquías sociales y raciales que estructuraban el mundo donde se desarrollaron). Podríamos decir, en este sentido, que los “argumentos especulativos” no son contradictorios con el trabajo histórico (algunos afirmarán, incluso, que constituyen una dimensión central de este). Hartman (2019) explora la vida de mujeres negras en las ciudades estadounidenses a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y utiliza la “fabulación crítica” como una estrategia para reconstruir y dar voz a las experiencias y narrativas de estas mujeres que a menudo están ausentes en los registros históricos convencionales. La “fabulación crítica” implica un acto de imaginación radical y un compromiso con la creación de historias basadas en la especulación y la interpelación de las lagunas en la historia oficial, y así permitir la exploración de nuevas formas de conocimiento y resistencia.

9 Otra opción sería seguir buscando fuentes más abundantes, hasta encontrar los puntos de vista de los esclavizados. En circunstancias excepcionales, algunos autores han logrado cumplir el sueño de escribir una “historia a partes iguales” (Bertrand 2011). En muchos contextos, sin embargo, esta búsqueda termina siendo ilusoria: las borraduras y los silencios que caracterizan el archivo son el reflejo de un sistema de poder, en el cual clase, raza y género se articulaban.

10 Los silencios y sesgos de los archivos tienen consecuencias a su vez sobre los silencios y sesgos de la producción historiográfica. No son necesariamente los mismos sesgos y silencios, pero muchas veces coinciden. En el caso de la historia de la Universidad, muchos libros de historia institucional han reproducido conscientemente o no narrativas marcadas por la misma violencia de las fuentes.

11 Bloch (1949) es un autor clásico que ha dejado claro que la investigación archivística no implicaba someterse a la autoridad del archivo. Consideraba los documentos como “testigos a pesar de sí mismo”, dejando entender que los archivos debían ser “maltratados”, “trastornados” y “deformados” para hablar.

12 Podríamos decir que este pasado “ha pasado” y que no se podrá “recuperar” del todo.

13 Se realizaron 26 visitas especializadas entre abril y mayo de 2023, contabilizando 718 participantes.

14 Entre los eventos asociados a la exposición que tuvieron lugar en el primer semestre de 2023, podemos resaltar los siguientes: el conversatorio “Colonialidad del género: Agencias de mujeres esclavizadas”, con la historiadora Edna González; el Faculty Working Group de Colombian Studies Initiative: Past, Present, and Futures (UR-NYU) sobre “Historias y legados de la esclavización en Colombia”; el conversatorio “Agencias y ausencias en la historia: Infancias esclavizadas”, con las historiadoras María Isabel Mena y María Camila Díaz; el conversatorio “Ocultas a plena vista: Las historias de la esclavización y sus silencios”, con el historiador Rafael Díaz; el taller de danza y música afrocolombiana “Ombligados a la diáspora africana: Acercamiento de la comunidad rosarista a la historia afrocolombiana”, con los profesores John Mario Londoño y Pilar Quintero; el taller dramatúrgico “Una línea de inventario”, con los actores Catalina Mosquera y Julián Díaz; y, finalmente, el prelanzamiento de la obra de teatro Una línea de inventario.

15 Sería necesario, sin embargo, realizar una investigación más detallada sobre la “recepción” de la exposición, para evaluar sus efectos concretos en la comunidad universitaria. Si bien las expresiones artísticas pueden ser potentes herramientas para generar consciencia y promover la reflexión, es importante recordar que sus efectos no deben ser sobredimensionados. Por un lado, diversos factores históricos y personales pueden llevar a que muchas personas permanezcan indiferentes o resistentes ante las historias que se presentan. Por otro lado, es importante recordar que existe un riesgo real de instrumentalización de exposiciones antirracistas, en el que las instituciones pueden limitarse a resaltar la belleza estética de las obras sin abordar de manera significativa los temas subyacentes y sin promover un compromiso antirracista genuino.

16 La propuesta fue ganadora del concurso DocuArt 2022 del Archivo Histórico de la Universidad del Rosario.

17 Esta situación recuerda algunas reflexiones de Foucault (2014). Lo que sabemos de algunas personas equivale a “poco más que un registro de su encuentro con el poder” y que provee “un boceto precario de su existencia”.

18 Algunos argumentarán, sin embargo, que “maltratar” a los archivos hace parte de la esencia misma del trabajo histórico, para retomar una expresión de Bloch (1949).

19 El hecho de dejar claro para los lectores los límites de lo que no puede saberse remite a un principio central para todas las ciencias sociales: la reflexividad. Los investigadores tienen la obligación de explicitar a sus lectores los diferentes sesgos y límites que han moldeado la escritura de sus textos: tanto los sesgos y límites de los documentos como los de los mismos investigadores en su análisis de estos documentos. En el caso de la obra de teatro, la narrativa está construida para que los espectadores entiendan que las escenas son ejercicios de “fabulación crítica” (llenos de dudas, posibilidades e, incluso, deseos).

20 Algunos de los artistas con los cuales hemos conversado cuentan ya con una trayectoria ampliamente reconocida (Liliana Angulo, Mercedes Angola, Nelson Fory, Jean Carlos Lucumí, Fabio Melecios, Javier Mojica), mientras otros pertenecen a una generación emergente (Laura Campaz, María Mercedes Correa, Astrid González, Elbin Grueso, Diego Luis Mañunga, Yeison Riascos).

Notas de autor

** Pregrado en el Institut d’études politiques de Lyon, magíster en Ciencias Sociales por la École des hautes études en sciences sociales, doctor en Antropología Social e Histórica por la École des hautes études en sciences sociales. Profesor de la Universidad del Rosario en el programa de Antropología de la Escuela de Ciencias Humanas. Miembro del Grupo de Investigación: Estudios sobre Identidad” (ESI) Correo electrónico: bastien.bosa@urosario.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7157-8032

*** Abogada por la Universidad Santo Tomás de Aquino, especialista en Derecho Público y máster en Estudios Políticos e Internacionales por la Universidad del Rosario. Profesora de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos y coordinadora del Semillero de Estudios Afrocolombianos en la Universidad del Rosario, además de ser miembro de la Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas Kambirí. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1127-5926 Correo electrónico: diana.angulo@urosario.edu.co

Información adicional

CÓMO CITAR: Bosa, Bastien y Diana Carolina Angulo Ramírez. 2024. “Empujando los ‘límites del archivo’: Ejercicios antirracistas de historia institucional entre ciencias sociales y arte”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 19 (1): 80-103. https://doi10.11144/javeriana.mavae19-1.elaa

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