Color Piel: un proyecto de autorreconocimiento en diálogo con la imagen ilustrada*

“Color Piel”: a self-recognition project in dialogue with the illustrated image

Color Pele: um projeto de autorreconhecimento em diálogo com a imagem ilustrada

Wilson Borja

Color Piel: un proyecto de autorreconocimiento en diálogo con la imagen ilustrada*

Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 19, núm. 1, 2024

Pontificia Universidad Javeriana

Wilson Borja **

Universidad Nacional de Colombia, Colombia


Recibido: 18 julio 2023

Aceptado: 15 septiembre 2023

Publicado: 01 enero 2024

Resumen: Este es un artículo reflexivo que hace un recorrido por los más de ocho años en los que el proyecto Color Piel ha circulado. Este recopila algunas de las experiencias e itinerancias del proyecto, desde su concepción pasando por cómo muchas personas le han dado vida. El proyecto nace como una reacción al oficio de ilustrador que desempeñé por varios años, cuestiona, entre otras, las representaciones ilustradas de cuerpos racializados en medios impresos, pero con el tiempo se extendió a incluir otro tipo de narrativas.

Palabras clave:racismo estructural, racismo en la infancia, etnoeducación y educación propia, infancias libres de racismo, estrategias para la reparación.

Abstract: This is a reflection piece which takes a look back over the more than eight years in which the Color Piel (“Skin Color”) project has been circulating. It compiles some of the experiences and itinerancies of the project, from its conception, passing through the way in which many people have infused it with life. The project was born as a reaction to my work as an illustrator for several years, questioning, among others, the illustrated representations of racialized bodies in print media, but over time it expanded to include other types of narratives.

Keywords: structural racism, racism in childhood, ethno-education and self-education, childhoods free of racism, strategies for repair.

Resumo: Este é um artigo reflexivo que lança um olhar sobre os mais de oito anos em que o projeto Color Pele tem circulado. Este recopila algumas das experiências e itinerâncias do projeto, desde a sua conceição até quantas pessoas lhe deram vida. O projeto nasceu como reação ao labor de ilustrador que exerci durante vários anos. Questiona, entre outras, as representações ilustradas de corpos racializados na mídia impressa, mas ao longo do tempo foi-se estendendo a outros tipos de narrativas.

Palavras-chave: racismo estrutural, racismo na infância, etnoeducação e autoeducação, infâncias livres de racismo, estratégias para o reparo.

El proyecto

Este trabajo toma la forma de artículo reflexivo con la intención de recoger los cerca de ocho años de vida del proyecto Color Piel. Este es un proyecto de creación colectiva autogestionado que habla y explora las narraciones de personas que ocupan cuerpos racionalizados (Viveros Vigoya 2016, 17-39), invitando en un primer momento a ilustradoras o ilustradores a participar con sus aportes desde la imagen a esas reflexiones. Empieza como una reacción al oficio que desempeñé como ilustrador por varios años en editoriales y revistas culturales en Colombia, y cuestiona las representaciones de cuerpos racializados desde la práctica de la ilustración en medios impresos, pero que se ha ido extendiendo para incluir otro tipo de testimonios. En su forma física, Color Piel es una colección de 20 postales en formato cuadrado impresas en papel por ambas caras: una cara registra un texto de entre 500 y 700 caracteres y la otra la imagen que lo ilustra (figura 1).

Color Piel ilustra una serie de relatos sobre la racialización de los cuerpos. Es un conjunto de narraciones desde las voces y experiencias personales de afrodescendientes. También es un recorrido por formas y estrategias de división y exclusión, que como prácticas sociales cotidianas fueron instauradas desde la Colonia. Quinientos años después estas prácticas perviven tejidas en el entramado vital de las Américas.

Este es el texto que abre la primera versión entregada en 2015, escrito por el maestro Julián Velásquez, ilustrador, docente, investigador y colaborador amigo de este proyecto desde sus inicios. Fue en este año cuando este toma forma de objeto físico con la serie de postales; sin embargo, Color Piel empezó a gestarse diez años atrás durante mis últimos años de pregrado en la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia, de la mano de la maestra Zenaida Osorio Porras. Personas ilustradas: La imagen de las personas en la iconografía escolar colombiana(Osorio Porras 2000) fue una guía importante durante este primer desarrollo. Sentadxs en la sala de profesores una vez por semana y a lo largo de lecturas y discusiones, se dio el primer texto que se incluyó en mi tesis titulada “Casa & Media” en 2003.

Color Piel, título del proyecto, está basado en mi experiencia personal y se remonta a los años de infancia en los que aún no tenía las palabras para verbalizar la violencia que se puede evidenciar contenida en una barrita de pigmento de color, parafina y madera. La conexión se dio fácilmente, ya que durante mis años de formación como ilustrador una de las primeras técnicas de ilustración que trabajé fueron los lápices de colores. Intrigado por su origen, encontré que esa caja tan inocente de colores Prismacolor en Latinoamérica, con una fábrica de producción importante en Colombia (“Prismacolor a Venezuela” 1996), no era otra cosa que la versión traducida del Flesh Tint, o “color carne”, de a marca Crayola (Ellis y Yeh 1998), una caja de barras de cera de colores lanzada en la feria mundial de Chicago en 1895 cuando Estados Unidos atraviesa la etapa de segregación y leyes Jim Crow. El “color carne” o “Color Piel” se crea en el momento en el que en este país por ley constitucional se definen las personas “separadas pero iguales” (Dodson y Diouf 2004).

Grupo de postales Color Piel
Figura 1.
Grupo de postales Color Piel


Empiezo a pensar en el primer texto desde el lugar de enunciación de una persona afrodiaspórica, que podría también definirse como mixed race o biracial, para citar los términos en inglés, hijo de una mujer blanco-mestiza proveniente de La Palma, Cundinamarca, y un hombre afrocolombiano con origen en el Pacífico colombiano, específicamente Condoto, en el Chocó. Ambos normalistas y personas migrantes que llegan a la capital del interior del país durante la década de 1970 como maestros de escuela y en búsqueda del ascenso social a través del acceso a la educación superior. Sumándole a la experiencia familiar, esto se combina en ese momento con la experiencia de trabajar como ilustrador para varias editoriales en Colombia, como Norma, Santillana, Escuelas de Futuro, y revistas culturales como El Malpensante, Número, Bacanika y Signo y Pensamiento.

Estar sentado en la misma mesa escuchando las conversaciones de editores decidiendo cómo los contenidos de los libros destinados para colegios públicos y privados se abordaban de maneras diferentes desde el punto de vista de la imagen ilustrada, lo cual siempre me pareció problemático. Estas conversaciones trataban el uso o no del color y la calidad de las ilustraciones que se encargan a los profesionales de este oficio, además de referirse a la representación de las personas afrodescendientes.

Todo esto siguió resonando por un poco menos de una década, y gracias al encuentro en el verano de 2012 en Nueva York con Trilce Ortiz,1 el proyecto terminó de tomar forma. Trilce, escritora afrodescendiente, comunicadora y bruja, como ella misma se define, para este momento ya había escrito los textos de “Delabee”, “Domástica”, “Olor a hierbas”, “La artesana”, “Buenos días, Joe” y “Otra”, incluidos en la primera edición de Color Piel. Después de varias conversaciones alrededor de experiencias compartidas con Trilce, se decide que estos textos tienen el potencial de convertirse en un proyecto con imágenes para problematizar un imaginario colectivo construido sobre las bases de un racismo estructural. Es allí donde empiezo a convocar a ilustradoras o ilustradores, personas muy cercanas que para el momento ya sumaban varios años de experiencia trabajando y lidiando sin muchas herramientas con estas preguntas en diferentes entornos de la industria editorial. Estas personas de manera afortunada estaban abiertas a aportar con su talento a este tipo de reflexiones. Los menciono a continuación con total agradecimiento: Luisa Uribe, Pilar Berrío, Lorena Álvarez, Paula Ortiz, Jorge Lewis, Henry González, Andrés Gómez Penagos, Pablo Villafrade y Julián Velásquez.

La primera impresión se realiza entonces en 2015 con los primeros diez relatos escritos en español por Trilce y por mí. La entrega de los primeros ejemplares se hizo inicialmente en la exposición titulada Chere Sur en la galería Casatinta en Bogotá, que incluyó, entre otras, algunas piezas de mi tesis de maestría. Dentro de esta exposición, se organizaron las charlas “Quieto Pelo”, de Liliana Angulo; “Póngame un negro”, de Zenaida Osorio, y “La cruz a cuestas”, de Wilson Borja, todas con una asistencia significativa para este espacio. Estudiantes y grupos de activistas fueron parte importante de esa audiencia, y el voz a voz se convirtió en el vehículo de difusión de Color Piel. Los primeros ejemplares se agotan rápidamente durante esta temporada y para suplir la falta de estos decido hacer una publicación online en Issuu. Después de las primeras lecturas y eventos en los que se compartió el material, más personas se sumaron a escribir acerca de sus experiencias y lxs ilustradorxs siguieron aportando con su trabajo.

La segunda entrega en 2018 suma 10 relatos más a los 10 ya escritos: Ángel Perea, Paola Lucumí, Loretta Meneses y Valentino Aristado, autoras y autores de origen afrocolombiano, deciden en ese entonces aportar con sus experiencias. Estos 20 textos se traducen al inglés gracias a la colaboración de Alex Quinn y se imprime la segunda edición. En ambos casos, el número de ejemplares impresos fue de 500. Tanto autorxs como ilustradorxs participaron voluntariamente aportando su trabajo, los únicos costos que asumí fueron los de impresión y traducción. Desde el principio pude establecer la gratuidad de la entrega de este material para ser compartido, ya que lo importante a mi parecer estaba centrado en un proceso pedagógico y de reflexión no en una transacción comercial. Al igual que la primera edición, aproveché la oportunidad para entregar ejemplares dentro de la exposición de mi serie de dibujos Más blanco no se puede. Para esta exposición, igualmente tuvimos varias charlas: “Gente fea y enferma”, de Julián Velásquez; “Des VER: Materiales para hacer imágenes de Zenaida Osorio”, y Más blanco no se puede: Apropiación de la cultura, la estética y la música afro”, de Ángel Perea. Todas las personas asistentes se llevaron un ejemplar de Color Piel.

Por mi experiencia profesional, sabía que este sería el primer proyecto ilustrado que abordara el tema en Colombia. Inicialmente concebido como un libro con el primer tiraje, abandoné rápidamente la idea siguiendo el consejo de las personas que empezaron a usar este material, ya que argumentaban que sería mucho mejor que siguiera siendo un grupo de postales que se comparten en el salón de clase para hacer más dinámica la discusión. La publicación se convertía así en un material de etnopedagogía y autorreconocimiento.

Debo admitir que el propósito de este proyecto nunca estuvo perfectamente claro desde su concepción, pero mi intención siempre estuvo centrada en poner sobre la mesa diferentes problemas y generar discusiones, reflexionar en torno a la racialización y las maneras de representar este fenómeno a través de la imagen ilustrada. Me interesa profundamente controvertir la normalización y poner en evidencia las manifestaciones del racismo estructural en lo cotidiano, dar cuenta del día a día de las personas que habitamos estos cuerpos, construyendo un recuento desde experiencias personales que al ser tan comunes y repetitivas se suman a lo colectivo. Todos los textos que hacen parte del proyecto tienen como base testimonios o experiencias propias que evidencian una serie de microagresiones, de pequeñas violencias, algunas más complejas y dolorosas que otras, pero que suman a la división y el resquebrajamiento del tejido social que provoca el racismo. Para ejemplificar, cito varios a continuación:

Finalmente, Color Piel no se define como título del proyecto sino hasta 2014. Después de varias versiones y correcciones, el texto publicado en 2015 escrito por mí es este:

Ese día iba muy entusiasmado con mi caja nuevecita de colores Prismacolor que me compró mi mamá. Desde que me levanté solo pensaba que después del descanso tendríamos clase de dibujo y podría sacar mis colores y rayar. Al llegar la hora la señorita profesora nos pidió, seguramente pensando que podía ser algo que nos motivaba, que dibujáramos a nuestra familia. Nos dibujó un ejemplo muy básico en el tablero: Una familia constituida por cuatro personas, el padre, la madre, un niño y una niña muy rozagantes y felices, al lado una casa con el techo a dos aguas, chimenea, un carro y un camino que lleva a las montañas donde aparece un arcoíris. Una imagen muy común en los libros de texto.

Empecé a tener problemas cuando mi compañerito de pupitre levantó la mano y le preguntó a la señorita profesora cómo podía hacer el color de la piel y ella sin dudarlo un segundo le señaló dentro de una caja de colores igual a la mía que era facilísimo, ahí estaba un color que al ladito decía en dorado “Color Piel”. Mi frustración de niño de 7 años creció cuando constaté que el tono de ese lápiz era un rosa cálido.

En el momento en el que la señorita profesora preguntó por qué no había empezado el ejercicio libre de dibujo, le contesté que solo iba a poder dibujar a mi mamá porque mi papá, mis dos hermanas, mi hermano menor y yo teníamos la piel oscura y el pelo crespo aún más oscuro que la piel, además no vivíamos en una casa sino en un apartamento de un edificio de ladrillos rojos en un conjunto cerrado.

La caja de colores no tiene el color de mi familia. (Borja 2015)

Otro texto de mi autoría basado en una experiencia familiar es “Curriculum vitae”, en el cual trato de entender más sobre el racismo internalizado que yo mismo había vivenciado, con la intención de dar una muestra de las tantas estrategias que se generan para encajar en contextos en los que el racismo opera:

Tiempo después pude entender por qué ese día mi papá se opuso tanto a que usara esas fotos. El día que me las tomé estaba estrenando nuevo look, con las trenzas largas con las que tanto le gustaba a mi hermano jugar. También tenía el sastre azul y los aretes bonitos que había comprado con el primer sueldo en uno de los trabajos temporales que tenía en vacaciones mientras estaba estudiando en la universidad. En la pared de la sala ya estaba enmarcado el primero de los cuatro diplomas que vendrían tiempo después, de tanto en tanto mi papá señalándolos comentaba cómo deberíamos sentirnos orgullosos por el hecho de haber ido a la universidad, nos contaba cómo la abuela Esperanza sin saber leer ni escribir había sido el banco de todo el barrio Platinero de Condoto, toda la gente le confiaba a ella sus ahorros. Siempre decía que recordaba que cuando la gente pasaba camino a la mina con su bateas se despedían diciéndole Adioooos Esperanchuuuuu!

Ya tenía todo listo: mis hojas de vida impresas y varias entrevistas para esa semana, había terminado una carrera en la mejor universidad pública del país y ya tenía cierta experiencia laboral, eso me llenaba de seguridad, así que terminé por pensar que me veía muy fea en las fotos, esa semana tenía tiempo y podía volverlas a tomar, pensé un poco molesta, volví a preguntarle a mi papá por qué razón no podía usar las fotos, el despegó los ojos del periódico que siempre lee en las mañanas, me miró por encima de las gafas y con su voz pausada dijo:

—Puede que eso de poner las fotos esté de moda, pero es que es mejor sin foto, yo sé lo que te digo, si la pones van a saber que eres negra, es mejor que solo te evalúen por tus capacidades y no por tu apariencia.

Igual me las volví a tomar esa semana, pero no las volví a pegar en la hoja de vida después de que varias aplicaciones de trabajo fueran rechazadas. (Wilson Borja, “Curriculum vitae”)

Para seguir matizando estas reflexiones, otro de los textos que escribí para el proyecto se titula “Uno del montón”, que relata igualmente una experiencia vivida en uno de los viajes que disfruto tanto:

En cada lugar de La Habana los cubanos se dirigían a mí con ese acento cálido y armonioso que solo había oído de la voz de los soneros. Me sentía como en casa, en familia, ser uno más del montón. Los últimos 5 años siendo el único estudiante negro en la facultad en la capital del país me enfrentó a eso de sentirse parte de una minoría. Aparte de Cali, Buenaventura y Bogotá no conocía otras latitudes.

Varios turistas europeos tomaron algunas fotos del lugar incluyéndome a mí en el encuadre como si fuera otro personaje exótico del lugar. Los cubanos, por otro lado, siempre me confundieron con el guía turístico de mis compañeros de universidad con los que viajaba por primera vez fuera del país. Pero lo que más recuerdo de este viaje es el comentario del vendedor en el morro cuando escuchó mi acento valluno respondiendo que venía de Colombia:

—¡No sabía que en Colombia también había negros!

—¡Claro que sí, hay un montón! Así como hay negros en todos y cada uno de los países del continente americano —le respondí—. Ese paso por la universidad no había sido en vano, allá fue donde escuché por primera vez eso que llaman la diáspora africana.

—Tú sabe, chico, ver un negro viajando por aquí es toda una novedad. ¿Tú me entiende? ¡Los negros somos pobres!

No tuve un comentario inteligente para contradecir tan cruda afirmación. Su comentario me hizo pensar en cómo las migraciones han forjado la historia de los afrodescendientes. Llegamos a este continente con la migración forzada más grande e infame de la historia de la humanidad, hemos sido desplazados y asesinados por la violencia que azota a Latinoamérica y sumidos en el olvido de la historia no podemos darnos el lujo de viajar para conocer la realidad que compartimos con nuestros hermanos. (Wilson Borja, “Uno del montón”)

Otro de los textos que me ayudó a entender las dolorosas complejidades de ser el producto de un matrimonio interracial fue “Muertos de hambre”:

¡En algún punto se me agotaron las excusas! Igual qué más da, ellos ya son grandecitos y entienden lo que pasa. Creo que soy yo la que necesita creer en esas excusas, para ser honesta, yo creo que esas excusas me han ayudado a llevar el dolor todos estos años. Cuando eran más pequeños bastaba con decirles que su tío Alfonso era una persona muy ocupada. Y es cierto después de que murió papá él asumió su rol de hombre de la casa y trabajó mucho para ayudar a todos mis hermanos. Todos le debemos mucho.

Por eso llegado el momento se sintió con toda la autoridad para desaprobar mi matrimonio con Tito, ese hombre alegre, responsable y trabajador que conocí por varios amigos que teníamos en común en la universidad. Por parte de mi familia, a la boda que fue corta, solo asistieron mis dos hermanas. Me imagino que este evento para Alfonso jamás ocurrió.

—Si quiere traer más de esos muertos de hambre a este mundo allá usted.

Esta fue la última advertencia que escuché de él, de esto ya hace 20 años. Ya no hablamos después de esto. Mis hijos ya no preguntan por él, no se complican la vida buscando explicaciones de por qué nunca hubo contacto con su tío o el resto de la familia, entienden que Alfonso no los considera parte de su familia.

Ellos a él tampoco. (Wilson Borja, “Muertos de hambre”)

Uso la bicicleta como medio principal de transporte, es una de las actividades al día de hoy que más disfruto durante la semana, pero esta experiencia nunca ha estado exenta de ser permeada por asociaciones discriminatorias. El texto que relata esta se titula “La cicla”:

Empacadas las 9 cajas de libros pesados, gruesos y llenos de imágenes que usaba para mostrarles a mis alumnos lo que me inspiraba al dibujar, estaba lista para ir a buscar mi nuevo apartamento. Mi amiga se casaba en dos meses y mi plan era esta vez probar vivir sola después de 3 años de compartir ese apartamento que tantas buenas experiencias había albergado. En búsqueda de ese nuevo espacio para mí, encontré en el mismo sector universitario un edificio antiguo recién remodelado para estudiantes y profesionales. Estaba perfectamente ubicado a mitad de camino entre la universidad y el estudio. Ya tenía todos los papeles que siempre solicitan y estaba segura de que con lo que ganaba en la universidad era más que suficiente para que me aprobaran la solicitud.

No le tomó mucho tiempo a la señora que recibía las solicitudes mirar mi bicicleta y mi atuendo para elaborar una frase cortante y salir al corredor para evitarme:

—No nos interesa arrendarle a gente con bicicleta, no hay espacio para esas cosas aquí, los pisos se pueden dañar!

Pensé para mis adentros qué ridículo, si el anuncio dice que son apartamentos para estudiantes y no hay espacio para carros en el edificio, si es que la señora estaba esperando algún ejecutivo con Mercedes Benz. La señora que hacía el aseo de la oficina en ese momento viendo mi decepción me dijo en voz bajita:

—Si quiere mejor espere a don Efraín, él es más buena gente, lo que pasa es que a la señora no le gusta la gente rumbera.

Pensé qué boba, para qué traía la bicicleta y la pinta deportiva, eso no daba mucha credibilidad. Lo que no me quedó claro fue por qué la señora pudo inferir que me gustaba bailar. Seguramente en el cuerpo se me nota, pensé en ese momento.

Tardé un rato en apartar la frustración y darme cuenta quitándome los guantes y ver mis manos que no fue la bicicleta, ni las caderas bien formadas no solo por el baile, sino por los años de ejercicio en ese caballito de acero rojo que tenía desde la universidad. Lo que hizo que la señora me negara la posibilidad de presentar la aplicación para rentar ese apartaestudio que tanto me gustó fue el color de mi piel y los crespos largos que siempre van al aire cuando voy cuesta abajo a dictar mi clase de 2 de la tarde en la Escuela de Artes. (Wilson Borja, “La cicla”)

Las personas

Los diferentes usos que se le ha dado a esta colección han sido bastante diversos y nuevamente fuera de mi alcance. Este proyecto no tendría validez de no haber sido porque circuló acogido por las manos de muchas personas, varias de ellas pertenecientes a las diversas organizaciones del movimiento social afrocolombiano. Revisando los testimonios y las reflexiones que me han compartido es desde donde puedo hablar de la importancia, relevancia y pertinencia del proyecto.

Una de las primeras organizaciones con la que trabajé fue la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA), porque creí y aún creo que este proyecto podría convertirse en una herramienta útil y contribuir como la CNOA menciona en su página web: “aportar a los propósitos de la promoción de los derechos humanos y la formulación de políticas públicas con enfoque étnico-racial afrocolombiano. Contribuyendo así, a la eliminación de la discriminación racial y la inclusión adecuada en la construcción de la nación colombiana, que la organización enuncia en su misión y visión” (CNOA 2023).

Dora Inés Vivanco, coordinadora de varios proyectos y procesos en la CNOA, me cuenta en una entrevista que siempre vio el proyecto como una oportunidad para dialogar con la imagen ilustrada. Cuenta cómo esta colección entró a hacer parte de los procesos de formación de creación de contenidos en los talleres con comunidades en las regiones. Dice que con admiración pudo observar cómo líderes o lideresas de estas regiones han seguido usando estas láminas para sus procesos y conservan aún expuestas en las paredes las ilustraciones después de cinco o siete años de haberlas recibido.

La maestra María Isabel Mena, responsable entre muchos otros proyectos de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA) y África en la escuela, además de ser una de las personas que conoce el proyecto desde su concepción, menciona sobre Color Piel que el proyecto ha funcionado para plantear metodologías de investigación y en su caso para el trabajo con niños o niñas. Menciona también que esta colección hace un aporte importante trayendo de nuevo la pregunta de qué significa el color de piel y cuál es el impacto en la construcción identitaria de la primera infancia desde diferentes categorías: lo estético, lo conceptual y lo artístico.

Fundación Universitaria Los Fundadores, Bogotá, Colombia,2015
Figura 2.
Fundación Universitaria Los Fundadores, Bogotá, Colombia,2015


Figura 3. Casa N.N, Medellín ,Colombia, 2016
Figura 3.
Figura 3. Casa N.N, Medellín ,Colombia, 2016


Salón de ilustración Imagenpalabra, Lima, Perú, 2017
Figura 4
Salón de ilustración Imagenpalabra, Lima, Perú, 2017


Salón de ilustración Imagenpalabra, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2017
Figura 5 y 6.
Salón de ilustración Imagenpalabra, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2017


Otro de los lugares que recuerdo visitar con el proyecto fue una de las cátedras del programa de Licenciatura en Educación Infantil en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en Bogotá a cargo de la maestra Dinah Orozco, poeta afrocolombiana y docente. En este encuentro, discutimos sobre los textos e imágenes que Color Piel presenta y cómo el proyecto podría influenciar sus propias propuestas metodológicas en los proyectos de final de semestre y cómo estas se implementarían en sus prácticas profesionales. Estos proyectos tenían el reto de plantear estrategias pedagógicas haciendo uso de imágenes para trabajar desde la etnoeducación con las primeras infancias en las escuelas.

Otros ejemplares fueron entregados en la Corporación Afrocolombiana de Desarrollo Social y Cultural (Carabantú) en Medellín, que trabaja talleres de formación en fotografía y cine como herramienta etnoeducativa con jóvenes y niñxs pertenecientes a población migrante en los barrios periféricos de la ciudad. Otra de las organizaciones que recibió ejemplares fue el Proceso de Comunidades Negras (PCN), una de las organizaciones más antiguas e importantes en el país, ya que articula a más de 140 organizaciones de base, consejos comunitarios y personas que trabajan constantemente en la transformación de la realidad política, social, económica y territorial de las comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras, mediante la defensa y reivindicación de sus derechos individuales, colectivos y ancestrales, como lo citan en su página web.

Los lugares

Nuevamente, cuando concebí este proyecto nunca tuve muy claros sus alcances, y uno de estos es que de manera afortunada y, sobre todo, espontánea este proyecto ha recorrido varios lugares de Colombia, además de otras latitudes, con la posibilidad siempre de exhibirse en espacios diversos desde el punto de vista de su enfoque y población. En ese recorrido, siempre he tratado de que los lugares auspicien espacios de diálogo y discusión, ya que la complejidad de estos problemas no siempre son recibidos con la capacidad de escucha que se esperaría, y en este caso una imagen no vale más que mil palabras; esa imagen hay que discutirla varias veces y de muchas maneras. No cuento con un registro exacto de dónde y cómo se ha expuesto, trabajado y compartido este proyecto, pero hago mención de algunos de ellos.

Uno de los primeros espacios que nos abrió las puertas en 2015 fue el Salón ImagenPalabra, liderado por Julián Velásquez, lo cual ocurre en Bogotá en las paredes de la Biblioteca de la sede principal de la Fundación Universitaria Los Libertadores en Chapinero (figura 2); posteriormente llegó con el mismo Salón ImagenPalabra a Medellín a la Casa NN en 2016 (figura 3); en el siguiente año el Salón ImagenPalabra llega a Lima y Color Piel también se exhibe allí (figura 4). Ya agotados los ejemplares impresos, diseño para el proyecto una versión en un formato más grande que se exhibe en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (figura 5) gracias a la gestión de la profesora Elieth Meléndez, también acompañando el Salón ImagenPalabra en 2017.

Debido a que en su mayoría las ilustraciones fueron creadas por egresadas o egresados de la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia, el proyecto se presentó en el Salón de Diseño Gráfico de 2016 (figura 6).

Color Piel pudo ser leído por las estudiantes o los estudiantes del Instituto Técnico Popular de la Costa (ITPC) en Tumaco gracias a la invitación de las maestras Zenadia Osorio y Diana Farías dentro del proyecto Voltear la Espalda que se desarrolló en 2019 con la ayuda de la comunidad universitaria de la sede de la Universidad Nacional de Colombia en este territorio (figura 7).

Estudiantes de pregrado de la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional usaron Color Piel para trabajar con las estudiantes de grado 11 de la Institución Educativa Misional Santa Teresita. A partir de los textos las estudiantes escribieron sus versiones de Color Piel.

Proyecto Voltear la espalda, Universidad Nacional de Colombia , Instituto Técnico Popular de la Costa ITPC Tumaco, Colombia, 2017
Figura 7.
Proyecto Voltear la espalda, Universidad Nacional de Colombia , Instituto Técnico Popular de la Costa ITPC Tumaco, Colombia, 2017


En 2018, tuve la oportunidad de viajar con el proyecto a España y gracias a la gestión de Ivonne González, cantautora afrocubana, pudimos desarrollar junto con la exposición un taller abierto al público en el Taller de Intervenciones Críticas Transfeministas Antirracistas Combativas (TICTAC) en Barcelona (figura 8). Un par de meses después y gracias al acompañamiento de Yeison García y Rubén Bermúdez, activistas afroespañoles, Color Piel tuvo un espacio dentro del Festival Conciencia Afro en el centro cultural Matadero Madrid (figura 9), para después llegar a las paredes de la librería United Minds ubicada en Valencia y liderada por Deborah Ekoka, gestora cultural, autora, editora y librera afroespañola.

Una de las últimas exposiciones en Bogotá se dio en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño por invitación de Sergio Jiménez. Gracias al presupuesto disponible decidí elaborar una versión de exposición en un formato más grande y en un material más duradero y adecuado para la itinerancia del formato de exposición (figura 10).

Alejandra Egido, actriz afrocubana y directora del grupo Teatro en Sepia, gestionó la llegada de Color Piel a Argentina. Adriana Schotendler abrió las puertas para discutir el proyecto en la reunión de producción, un encuentro periódico que hace parte de la Licenciatura en Gestión Cultural en la Universidad de Avellaneda (figura 11).

Las preguntas

Creo que uno de los componentes más importantes que han acompañado a este proyecto a través de su recorrido son las preguntas que han guiado las discusiones, así como las que se han generado tanto para las personas que han leído los textos como para la gente que ha colaborado en el desarrollo del proyecto en los diferentes talleres y espacios. Preguntas que se generan al ver las imágenes. Preguntas que han generado otras preguntas que con seguridad después de un poco más de quince años de haber escrito el primer texto se seguirán generando. Nunca establecí un cuestionario o metodología específica para empezar, me parecía importante que el uso que cada persona le diera a este material surgiera de manera espontánea y acorde con las condiciones en las que se diera ese encuentro.

Ti.e.ta.e. Taller de intervenciones críticas transfeministas antirracistas combativas, Barcelona, España, 2018
Figura 8.
Ti.e.ta.e. Taller de intervenciones críticas transfeministas antirracistas combativas, Barcelona, España, 2018


Festival Conciencia Afro - Matadero, Madrid, España, 2018
Figura 9.
Festival Conciencia Afro - Matadero, Madrid, España, 2018


Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, Colombia, 2017
Figura 10.
Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, Colombia, 2017


Licenciatura en Gestión Cultural, Universidad de Avellaneda, Argentina, 2018
Figura 11.
Licenciatura en Gestión Cultural, Universidad de Avellaneda, Argentina, 2018


Una serie de preguntas frecuentes, incómodamente frecuentes, pero que dejó de ser sorpresa en las charlas y los espacios donde se exhibió el proyecto fueron estas: ¿Un momento, pero estas historias sí son ciertas? ¿No te estás inventando todo esto? ¿No estás exagerando un poco? ¿De verdad eso le ha pasado a alguien porque a mí nunca me ha pasado? Estos cuestionamientos dejaron la evidencia de por qué sigue circulando la idea de que el racismo es algo que no existe o que es algo del pasado y que si es cierto que existe es mejor no hablar de esto, que es mejor pasar la página y empezar de cero porque para qué seguir alimentando el odio entre las personas si todos somos iguales ante los ojos del Señor.

Inserto un listado de varias de ellas distinguiendo a lxs diferentes actores que han hecho parte de este viaje:

Para lxs autores de los textos:

Para las personas en los talleres:

Para lxs ilustradores:

Para matizar este artículo, presento el texto que Carlos Correa, investigador independiente, en su estancia posdoctoral, escribe sobre de Color Piel en mayo de 2022. Este texto fue leído y compartido con las personas que participaron en el proyecto Culturas de Anti-Racismo en América Latina (CARLA). Proyecto que está siendo desarrollado por instituciones en Argentina, México y Colombia a través de Mara Viveros, profesora titular de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia en conjunto con Peter Wade de la Universidad de Mánchester (University of Manchester 2023).

1. Etno-pedagogía: acción antirracista

Las imágenes, tanto ilustradas como animadas, entran en un circuito de la producción de imágenes, provocando reacciones a veces de extrañamiento, de incomprensión o de exotización, sobre todo cuando esas imágenes no circulan por medios familiares del activismo afro. De modo que cuando la imagen despierta reacciones favorables o desfavorables está mostrando su potencial antirracista en dos sentidos. El primero de ellos tiene que ver con el sentido pedagógico. La imagen enseña/muestra que la gente afro no es como la “pintan”. El segundo sentido es de reajustes y reordenamientos de los sentidos racializados sobre la gente afro. Esto quiere decir que los consumidores de las imágenes tienen que hacer el esfuerzo por desacomodarse y luego reajustar las asunciones que tenían sobre la gente afro, sus experiencias cotidianas y las exclusiones sistemáticas que enfrentan. Para ello, la imagen está relacionada con un contexto cuyos elementos son “cotidianos”, elementos, referentes comunes que no siempre son exclusivos de las culturas afro, pero que adquieren una connotación particular cuando son movilizados por la gente afro. Un ejemplo de esto es la bicicleta. La imagen e ilustración sobre la historia de la chica en bicicleta nos muestra cómo un elemento común, un medio de transporte, adquiere connotaciones racializantes cuando es portada/usada por una persona negra, distintos a cuando es usada por una persona blanca. Color Piel nos enseña que la imagen no es neutral, es portadora de significaciones y sus efectos pueden ser antirracistas y contribuir a una pedagogía antirracista cuando entre a disputar representaciones convencionales sobre la gente afro.

2. Las imágenes tienen contenidos narrativos

Aunque no todas las imágenes afro, ya sean ilustradas o animadas, deben estar necesariamente acompañadas de textos, en el caso de Color Piel, la integración texto-imagen, tan revisada por los postestructuralistas en el pasado, cobra un nuevo sentido cuando, tanto texto como imagen, articulan sentidos de denuncia de la racialización y el racismo. Las imágenes son explícitamente narrativas, esto quiere decir que su rol y su significado está completado y complementado por el texto. Las imágenes muestran una intertextualidad e intericonicidad que se refleja en el diálogo con estéticas afro sobre: mundos imaginados, espiritualidad en lo cotidiano, apariencia y estética afro centrada. En esa medida, las imágenes de Color Piel no buscan entretener sino educar, su consumo no busca ser masivo sino selectivo y su orientación es política y no únicamente estética.

3. Activismo de la imagen, tipología de la imagen antirracista

En las imágenes de Color Piel aparecen retratadas personas afro con características y rasgos estéticos definidos y recurrentes que buscan conformar no solo una estética afro referenciada sino una experiencia del racismo que se vuelve inter-subjetiva, es decir, no es individual, sino sistemática y colectiva. Proponer una tipología de la imagen antirracista puede resultar ambicioso, pues puede haber muchos disensos a la hora de acordar ¿qué es una imagen antirracista? ¿Esa imagen debe mostrar explícitamente al cuerpo afro, estéticas negras, rasgos humanoides? ¿Una imagen antirracista necesita siempre del texto, tiene que ser narrativa o indéxica del racismo? Estas preguntas, en vez de buscar desorientar o desarticular la intención activista antirracista, buscan ampliar las posibilidades ilimitadas que la imagen en sí misma posee y los significados que puede generar. Lo cierto es que si se quiere que una imagen “sea” antirracista, ya sea ilustrada o animada, debe “querer serlo”. La intencionalidad al servicio de la estética y de la forma serían la clave o al menos el camino para empezar a concebir una imagen ilustrada antirracista.

Ahora bien, también hay que preguntarse ¿la imagen antirracista debe circular por medios alternativos de producción y circulación de la imagen? ¿Las editoriales que trabajan con ilustraciones que son mayoritariamente blancas pueden llegar a ser antirracistas porque publican imágenes y trabajos “de o sobre gente negra”?

Reflexiones

Después de casi ocho años de circulación, aún no sé si pueda elaborar un listado de conclusiones claramente definidas, sobre todo porque el proyecto sigue teniendo vida y generando conversaciones. Desde la última edición tengo el plan de ampliar el proyecto con más textos y más ilustraciones con personas racializadas de otras latitudes, tanto escribiendo como ilustrando, incluso he pensado en llevarlo a un formato audiovisual con animación como su vehículo.

Como artista visual, y más importante siendo profesor de ilustración y animación, me interesa que el proyecto siga haciendo presencia en todos esos espacios académicos en los que las personas que concentran su tiempo en la creación de imágenes puedan tener un lugar de entendimiento y discusión un poco más diverso del que les ofrece el discurso hegemónico y desafortunadamente eurocéntrico de sus espacios de formación. Como es allí donde se sigue aprendiendo a reproducir sin cuestionar imágenes que siguen estando al servicio de la exotización, la discriminación, la folclorización y la opresión, y así crear imaginarios que atentan contra la humanidad y los derechos fundamentales de muchas personas, creo que es crucial seguir interviniendo estos espacios desde esta suerte de activismo, o “artivismo”, como en varias ocasiones se le ha catalogado a Color Piel.

Podría decirse que la consecuencia lógica de este proyecto después de varios años de circulación es que se suma a las diferentes formas de resistencia desde las prácticas artísticas y culturales que me interesa seguir explorando de la mano de otras personas. Construir en colectivo en este punto del recorrido para mí es fundamental. Esperaría que este, así como otros proyectos que pueda desarrollar en el futuro próximo, se convierta en estrategias para la reparación tanto simbólica como histórica, uno de esos pasos necesarios para seguir hacia delante como humanidad. Deseo de corazón que este tipo de materiales pueda dotar de más herramientas a las personas que trabajan con las comunidades de base, que aporte a que infancias libres de racismo puedan moverse con fluidez y sigan remendando esa colcha de retazos desleída que tenemos para cubrirnos en la noche fría del contexto de la opresión actual.

Color Piel tiene claramente un enfoque antirracista e interseccional, habla de las desigualdades y esto claramente genera incomodidad, el común denominador del proyecto tanto para facilitadorxs como para lectorxs. Enfrenta realidades complejas, pero al mismo tiempo se ha convertido en herramienta de autorreconocimiento, etnoeducación y educación propia. Ha propiciado la discusión en diferentes niveles, ha estado en muchos espacios y sigue estando presente en lugares que hasta ahora escribiendo este artículo empiezo a visualizar.

Este proyecto sigue, claro que sigue, así como desafortunadamente el racismo sigue.

REFERENCIAS

Borja, Wilson. 2015. “Color Piel”. https://wilsonborja.com/color-piel

Carr, Dennis. 2012. “The Beinecke Map: Iconography and Physical Properties”. En Painting a Map of Sixteenth-Century Mexico City: Land, Writing, and Native Rule, editado por Mary E. Miller y Barbara E. Mundy, 9-30. New Haven: Yale University Press.

CNOA (Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas). 2023. “¿Quiénes somos?”. https://convergenciacnoa.org/quienes-somos/

Dodson, Howard y Sylviane A. Diouf. 2004. In Motion: The African American Migration Experience. Nueva York: Schomburg Center for Research in Black Culture.

Ellis, Margaret Holben y M. Brigitte Yeh. 1998. “The History, Use and Characteristics of Wax-Based Drawing Media”. The Paper Conservator, 22, n.º 1: 48-55. https://doi.org/10.1080/03094227.1998.9638608

Osorio Porras, Zenaida. 2000. Personas ilustradas: La imagen de las personas en la iconografía escolar colombiana. Bogotá: Colciencias. http://repositorio.minciencias.gov.co:8080/handle/11146/331

Peñaranda Angulo, Verónica, Yaír André Cuenú y Uriel Cassieni, comps. 2023. De fuego y tiempo: El cuento afrocolombiano contemporáneo. Lugar Común.

“Prismacolor a Venezuela”. 1996. El Tiempo, 21 de octubre. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-555374

University of Manchester. 2023. Corporación de Danza Afrocolombiana Contemporánea Sankofa. https://sites.manchester.ac.uk/carla/home/english/our-collaborations/colombia/

Viveros Vigoya, Mara. 2016. “Blanqueamiento social, nación y moralidad en América Latina”. En Enlaçando sexualidades: Uma tessitura interdisciplinar no reino das sexualidades e das relações de gênero, compilado por Suely Messeder, María García Castro y Laura Moutinho, 17-39. Salvador: Universidade Federal da Bahia.

Notas

* Artículo de reflexión.

1 Escritora, reside actualmente en Brooklyn, Nueva York, su trabajo más reciente fue incluido en De fuego y tiempo: El cuento afrocolombiano contemporáneo (Peñaranda Angulo et al. 2023).

Notas de autor

** Diseñador gráfico por la Universidad Nacional de Colombia. Ha trabajado creando imágenes para libros y revistas por más de veinte años. Actualmente combina su práctica artística con la labor docente en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Exbecario Fulbright con Master of Fine Arts, University of Arkansas. ORCID: https://orcid.org/0009-0005-9748-1537 Correo electrónico: waborjam@unal.edu.co

Información adicional

CÓMO CITAR: Borja, Wilson. 2024. “Color Piel: Un proyecto de autorreconocimiento en diálogo con la imagen ilustrada”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 19 (1): 104-125. https://doi10.11144/javeriana.mavae19-1.cpad

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