Autorrepresentación identitaria a través de las artes visuales: la experiencia del Taller de Fotografía Infantil Mapuche*

Self-Representation of Identity Through the Arts: The Experience of the Children Photography Workshop with Mapuche Students

Autorrepresentação da identidade através das artes: a experiência da Oficina de Fotografia Infantil com alunos Mapuche

Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 16, núm. 2, 2021

Pontificia Universidad Javeriana

José Mela Contreras **

Universidad de O'Higgins, Chile


Recibido: 10 Diciembre 2020

Aceptado: 22 Marzo 2021

Publicado: 01 Julio 2021

Resumen: Este artículo reflexiona sobre la experiencia del Taller de Fotografía Infantil Mapuche como una práctica de autorrepresentación identitaria a través del arte. Este taller, que tuvo una metodología cualitativa, se realizó en Santiago de Chile y tuvo como propósito entablar un diálogo sobre la capacidad de la imagen artística y fotográfica para elaborar un nuevo relato de la identidad mapuche en el escenario urbano. Los niños que participaron del proyecto indagaron sus experiencias familiares y personales para construir una imagen mapuche basada en sus imaginarios visuales. El resultado de este taller fue una serie de retratos que habilitan nuevas miradas y lecturas al fenómeno de la identidad étnica desde una perspectiva y posicionamiento de los retratados. Las imágenes recreadas conforman microrrelatos que se oponen al gran relato identitario de la sociedad que, en el caso de la identidad mapuche, impone estigmas y estereotipos.

Palabras clave:artes visuales e identidad, identidad mapuche, autorrepresentación, fotografía.

Abstract: This paper reflects on the experience of the Mapuche Children Photography Workshop as a practice of self-representation of identity through art. This workshop, which had a qualitative methodology, took place in Santiago de Chile and aimed to initiate a dialogue on the capacity of the artistic and photographic image to elaborate a new account of Mapuche identity in the urban context. The children who participated in the project examined their family and personal experiences in order to build a Mapuche image based on their visual imaginary. This workshop resulted in a series of portraits that enabled new views and readings of the phenomenon of ethnic identity from the perspective and positioning of those portrayed. The recreated images make up micro-stories that oppose the great identity narrative of society that, in the case of Mapuche identity, imposes stigmas and stereotypes.

Keywords: visual arts and identity, Mapuche identity, self-representation, photography.

Resumo: Este artigo reflete sobre a experiência da Oficina de Fotografia Infantil Mapuche como prática de autorrepresentação da identidade através da arte. Esta oficina, de metodologia qualitativa, foi realizada em Santiago do Chile e teve como objetivo iniciar um diálogo sobre a capacidade da imagem artística e fotográfica para elaborar um novo relato da identidade Mapuche no meio urbano. As crianças que participaram do projeto investigaram suas experiências familiares e pessoais para construir uma imagem Mapuche a partir de seus imaginários visuais. O resultado desta oficina foi uma série de retratos que possibilitam novas visões e leituras do fenômeno da identidade étnica na perspectiva e posicionamento dos retratados. As imagens recriadas constituem relatos que se opõem à grande história identitária da sociedade que, no caso da identidade Mapuche, impõe estigmas e estereótipos.

Palavras-chave: artes visuais e identidade, identidade mapuche, autorrepresentação, fotografia.

Históricamente, la imagen del mapuche ha sufrido un proceso de representación basado en criterios estéticos que evocan una figura distorsionada del indígena. Por un lado, las imágenes difundidas a través de los primeros registros fotográficos (daguerrotipos), al comienzo del siglo XX, nos transmiten admiración y un aura romántica hacia un pueblo con pasado guerrero e indómito; al mismo tiempo, la visión del mapuche hosco, salvaje, empobrecido y derrotado nos narra una identidad disonante con el ideario progresista de la sociedad chilena de la época.

Es necesario mencionar que este primer registro fotográfico construye una mirada representacional que ha transcendido a nuestra época, puesto que su trabajo, aunque influenciado por los códigos estéticos europeos de aquel siglo, siguen muy presentes en la memoria visual de buena parte de la sociedad chilena e, incluso, mapuche, debido a que no son pocos quienes se sienten reconocidos e identificados en los rostros y gestos de los retratados, asumiendo que esas imágenes reflejan fielmente una identidad pretérita indígena.

Visualmente, la representación identitaria ha estado marcada por la mirada de un otro, en general no mapuche, que mira y retrata. En materia de alteridad, implica que el indígena es visto y, por ende, juzgado bajo patrones estéticos y etnorraciales disonantes con la autopercepción que tienen de sí mismos los mapuches. En ese sentido, la mirada que históricamente se ha construido en torno a la identidad mapuche confiere un estatus inferior al indígena en contraste con las representaciones de otras identidades, tal como la chilena, exaltada a través de múltiples representaciones históricas y artísticas.

Las imágenes disponibles del pueblo mapuche crean y difunden estereotipos que no representan la realidad de este pueblo, sobre todo, cuando en la actualidad han surgido experiencias provenientes del trabajo de artistas que tensionan y resignifican esta identidad visual.

Este artículo incluye en su análisis de la imagen mapuche contemporánea una propuesta de autorrepresentación fotográfica con niños estudiantes mapuches, que, en su día a día, asumen su identidad mapuche como parte de su historia familiar urbana. Son nuevos espectadores de las transformaciones que el significado de ser mapuche ha sufrido en los últimos años, hasta el punto de hablar de una mezcla identitaria, mapuche y urbana, que los caracteriza y estimula a repensar lo indígena desde lo híbrido.

La construcción identitaria del indígena como un subordinado

El cuerpo indígena es el cuerpo de la vergüenza, cabizbajo, con mirada al suelo, la vergüenza se constituye en un imperativo social, el indio debe sentir vergüenza por su naturaleza, y las instituciones creadas para el disciplinamiento de los cuerpos indígenas deben sembrar la incomodidad en el indio al reflejarse en el espejo.

Ana Millaleo

El estigma del indio surgió con el asentamiento de los conquistadores españoles en Centroamérica y Suramérica, y el consiguiente proceso de estratificación étnico y racial que ubicó al indígena, al igual que a los mulatos y mestizos, en un estatus identitario inferior al de las mujeres y de los hombres europeos. De esta manera, el origen racial y étnico creaba una barrera social, cultural y política que separaba y diferenciaba los distintos estratos de la sociedad colonial.

Al respecto, Quijano (2014) afirma que fue precisamente la diferenciación racial y étnica entre los nacidos en territorio conquistado versus territorio europeo la génesis de las relaciones de colonialismo y colonialidad entre unos y otros. De esta manera, es posible reflexionar que las relaciones de poder entre indios, negros y mestizos nacidos en América, por un lado, y europeos, por el otro, operaban a través de una clasificación social y una dinámica de dominación que incluía el fenotipo (piel oscura o rasgos mestizos) como el signo del subordinado.

Con el paso de los siglos, esta condición de subordinación se extendería en la sociedad chilena a través de prejuicios y estigmas contra el otro diferente, en este caso, el indígena, su cultura y rasgos identitarios. La construcción de una identidad chilena se erige, de hecho, sobre un discurso de carácter hegemónico bajo el concepto de una única nación, una sola identidad, desconociendo identidades otras como la mapuche (Bengoa 2000, 2012; Marimán et al. 2006). Bajo esta condición de identidad subordinada, es posible afirmar, entonces, que el pueblo mapuche ha sido visto y, luego, etiquetado bajo determinadas categorías representacionales impuestas por la sociedad chilena dominante. Estas categorías, que persisten en la actualidad, lo describen como el “buen salvaje”, asociado con la figura heroica y romántica de un indígena que se alza contra el conquistador español. En contraparte, se los representa como el “mal salvaje” capaz de incomodar el discurso identitario que busca homogeneizar, y toda vez que se moviliza para exigir una convivencia de respeto hacia la preservación y promoción de su identidad, herencia cultural, territorial y espiritual.

Este conflicto identitario, que tiene en los estereotipos del indígena un correlato visual de su presencia y participación en la vida sociocultural y política, tiene profundas connotaciones en la percepción que las actuales generaciones de chilenos y mapuches poseen sobre este pueblo originario. Al respecto, Caggiano (2012) nos señala que las imágenes disponibles sobre grupos minoritarios o marginalizados en una sociedad, tal como ocurre con los indígenas, evoca diferencias, exclusiones y desigualdades identitarias en el escenario social y local de un país producto de una mirada racializada. Cabe reflexionar ¿de qué manera han operado estos estereotipos en la sociedad chilena y mapuche y qué significados ha traído consigo esta mirada que describe Caggiano?

Una referencia de lo anterior la encontramos en las representaciones visuales del mapuche en la educación chilena (figura 1) si pensamos en las imágenes (ilustraciones y fotografías) utilizadas en los libros de estudio como dispositivos para recrear identidad. Diversos autores (Frías 2011; Godoy et al. 2006; Canales-Tapia 2018; Villegas 2015) han descrito que la educación chilena de las últimas dos décadas, en particular la historia de Chile, ha tenido en los pueblos originarios omisiones y juicios ideológicos y culturales capaces de afectar la percepción que se tiene de ellos en la sociedad. Nos referimos a la percepción de un pueblo anclado a un pasado histórico y rural e, incluso, indómito que contrasta con la realidad de una etnia activa en la vida cultural y social del país. Por este motivo, en palabras de Laso (2015), las imágenes difundidas en los textos pueden ser consideradas como cínicas, puesto que en ellas “se materializa un cinismo de la mirada […] [que establece] las bases de un prejuicio visual que terminó por imponerse como un racismo de la mirada desplegada sobre el otro” (25). Villegas (2015), incluso, va más allá cuando afirma que los discursos lingüísticos que acompañan o reemplazan a las imágenes de mapuches en los textos escolares reafirman un estereotipo negativo, tal como el mapuche insurrecto y violento, al que es preciso controlar y someter.

(Izquierda) Representación mapuche en libro de Historia de Chile. Fuente: Enciclopedia de las Tareas Escolares. Consultor de Ciencias Sociales 2.ª parte, J-ZEditorial Apuntes, 1986. Imagen escaneada. (Derecha) Mujer mapuche tejiendo con su telar.
Figura 1.
(Izquierda) Representación mapuche en libro de Historia de Chile. Fuente: Enciclopedia de las Tareas Escolares. Consultor de Ciencias Sociales 2.ª parte, J-ZEditorial Apuntes, 1986. Imagen escaneada. (Derecha) Mujer mapuche tejiendo con su telar.


Fuente: Libro [online] de Historia, Geografía y Ciencias Sociales 2.º básico. Texto del estudiante. Editorial Santillana, 2019 (consultado el 18 de noviembre de 2020)

En concordancia con los autores mencionados, Turra et al. (2017) señalan que a lo largo de la enseñanza de la historia nacional los pueblos originarios han sufrido un proceso de devaluación de su identidad y formas culturales, “por medio de distorsiones, estereotipos y caricaturización de sus modos de vida” (347), que no contribuyen a una representación objetiva de su identidad. En ese sentido, las categorías identitarias que las ilustraciones y fotografías han construido y narrado conforman un cuerpo representacional con connotaciones pedagógicas, puesto que han contribuido a enseñarnos, de una forma distorsionada, cómo son, cómo debemos ver, y lo que es más importante, qué trato merece el pueblo mapuche.

Representación y autorrepresentación fotográfica como práctica de reflexión y resignificación identitaria

Identidad y su representación a través de la imagen fotográfica

Nos situamos en un paradigma crítico cuando abordamos la relación entre identidad, territorio y su representación, ya que comprendemos las prácticas representacionales en un contexto poscolonial que exige enunciar el lugar desde donde se erige la mirada de quien busca representar al otro. Por ese motivo, pensamos la identidad como un proceso constante de construcción y reconstrucción relacionado con una encrucijada de la raza, la etnia y la cultura (Restrepo 2007). En esa encrucijada, es útil pensar la identidad como una diáspora que busca problematizar, descubrir y visibilizar nuevos significados, conexiones y representaciones de lo mapuche en la actual sociedad chilena, fuera del territorio conocido tradicionalmente como el wallmapu o lugar donde, ancestralmente, han habitado las comunidades indígenas.

En ese contexto, la fotografía contemporánea nos provee la posibilidad de ejercer un pensamiento crítico y reflexivo sobre el estatus de las imágenes y su relación con la representación identitaria de grupos históricamente minoritarios o excluidos. La representación como un proceso creativo de formulación de signos, códigos culturales e interpretaciones de realidad que se traduce en imágenes (Spencer 2014; Van der Zalm 2006) puede, por consiguiente, construir un relato con nuevos significados sobre lo que consideramos real (Soulages 2005), en este caso, la representación del pueblo mapuche con una mirada que ha tenido un relato oficial identitario segregado y excluyente. Tal como se pregunta Valdés: “¿es posible, hoy, la reflexión crítica? […] ¿Hay posibilidad de ser otra cosa que consumidores de imágenes previamente seleccionadas por otros?” (citado en Jaar 2017, 8).

Por este motivo, no cabe duda de que las imágenes fotográficas del pueblo mapuche creadas hacen más de cien años atrás nos continúan atrayendo hoy por su capacidad de representar y elaborar un complejo discurso visual e identitario. Los principales archivos fotográficos de lo que tradicionalmente conocemos como lo mapuche en la sociedad chilena evidencian la conformación de un estereotipo, que, a la luz de nuevas interpretaciones, comprendemos como un dispositivo visual que anula la capacidad del representado para participar en la elaboración y lectura crítica de su propia imagen. Al observar los registros fotográficos de los denominados “fotógrafos de la frontera”, Christian Valck, Gustavo Milet y Obder Heffer (finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX), se advierte una profunda huella en la configuración estética y representacional de la imagen mapuche (Alvarado 2001; Alvarado y Möller 2011; Alvarado et al. 2001; Azócar 1998; Crow 2013). No obstante, sus imágenes constituyen lo que Reyero (2013) describe como marcas estereotipadas de representación de la alteridad, puesto que adquieren el estatus de una representación etnográfica y mimética de la realidad histórica del mapuche. Estas imágenes reproducen códigos representacionales de una fotografía que opera como una ilustración o testimonio del indígena, cuyos rasgos fenotípicos, gestualidad, vestimenta y pose podemos reconocer en la actualidad.

En el escenario histórico en que se encuentra el pueblo mapuche, inspirado por la búsqueda de su autodeterminación identitaria en el territorio chileno, es crucial tener la posibilidad de deconstruir su imagen y representación para explorar nuevos relatos (Noland 2006; Zeitlyn 2010), en contraposición a las narrativas étnicas y raciales dominantes. En ese contexto, las artes visuales y, en particular, la fotografía contemporánea ofrece nuevas lecturas identitarias más relacionadas con una práctica autorrepresentacional muy vinculada a una capacidad de agencia (Yang y Bautista, 2008). La elaboración de autoimágenes pueden ser pensadas como un dispositivo para desplegar otras lecturas de lo que conocemos como lo indígena y lo mapuche, más lejanas de la legitimidad de los discursos institucionalizados y mucho más cercanas al punto de vista de quien vive la experiencia identitaria y se autoobserva.

Si consideramos lo que señala Didi-Huberman (2008) acerca de que las imágenes esconden, a lo menos, dos verdades que le son más o menos evidentes a sus espectadores, un proceso de investigación identitaria basada en las artes visuales como la fotografía debe contemplar un proceso reflexivo que facilite la comprensión del uso de la imagen para ahondar, desmontar y repensar el relato identitario convencional del mapuche. Pensamos, por ejemplo, en la obra de la artista Paula Pailamilla, que, por medio de la performance (como medio) y de la fotografía (como registro), reflexiona sobre la presencia mapuche en el espacio urbano y el estereotipo que marca lo indígena; sus obras Etnoturismo (2017) y Mi cuerpo es un museo (2019), ayudan a conformar esta idea. Lo mismo la obra del artista visual Sebastián Calfuqueo, quien en sus performances You will never be a Weye (2015) y Mapu Kufüll (2020) usa los medios visuales y audiovisuales para tensionar y reelaborar el discurso político visual e identitario que sitúa al indígena en la condición de exótico y marginal, excluido y subordinado.

Guissele y Jean Paul en el taller de fotografía mapuche.
Figura 2.
Guissele y Jean Paul en el taller de fotografía mapuche.


Fuente: registro visual de la investigación, 2017

Por otro lado, los nuevos medios y la digitalización de la imagen como herramientas fotográficas contemporáneas trajo consigo el fin de la confianza en la representación mimética de la realidad y la caída del estatus de verdad de la realidad fotografiada. El retoque o la edición digital convierte a la nueva imagen fotográfica en blanco fácil para la manipulación y, paradójicamente, les otorga a los sujetos/productores de fotografías la capacidad de reproducir, multiplicar y compartir sus propios repertorios fotográficos (Gunthert 2014). La fotografía digital, entonces, rompe con las prácticas tradicionales de representación, ya que ahora son los usuarios fotográficos quienes pueden manipular sus representaciones, les otorgan sentido y valor representacional a sus imágenes al construir sus propias ficciones, sus propios relatos autobiográficos, recreando y compartiendo su identidad con otros usuarios y espectadores. En este sentido, la experiencia y obra de los Talleres de Fotografía Social Aiwin (Jösch y Astete 2009) es un aporte a una relectura de la representación identitaria del mapuche que aún persevera en espacios institucionales, tales como museos, galerías o libros, y se ve enturbiada, puesta en tensión y resignificada, mediante la capacidad de autorrepresentación. Tal como se puede apreciar en la Figura 2 la fotografía digital ofrece la posibilidad a nuevas representaciones y lecturas identitarias a quienes no son especialistas, en este caso, a través del retrato de niñas y niños mapuche.

Una investigación en el terreno de la identidad a través de la fotografía busca empujar los límites de lo conocido. De esta forma, esta investigación se puede pensar como un esfuerzo para provocar una transformación de lo social y evocar nuevas lecturas y significados de la cultura mapuche en el escenario sociocultural y político chileno.

Autorrepresentación identitaria: la experiencia del Taller de Fotografía Infantil Mapuche en el colegio Mustafa Kemal Ataturk

La experiencia realizada en 2016 con el respaldo del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC),1 se desarrolló en el colegio municipal de la comuna de Lo Prado, Mustafa Kemal Ataturk. El establecimiento fue seleccionado por el equipo debido a que en su proyecto educativo se declaraba una institución promotora de la inclusión y multiculturalidad, que concentra su labor educativa en niños y niñas en condición de vulnerabilidad social.

Cabe señalar que el colegio tenía antecedentes previos trabajando con la cultura y el pueblo mapuche, ya que la realizadora, Pamela Pequeño (2012),filmó la experiencia de la educadora mapuche, Elba Huinca, quien enseñaba el mapudungún a los estudiantes más pequeños del colegio. Del mismo modo, el establecimiento tenía una matrícula escolar de niños y niñas hijos de familias inmigrantes, sumado a la ascendencia indígena y mapuche de varios de sus estudiantes. Es necesario considerarlo porque el colegio fomentaba una educación inclusiva y multicultural en sus actividades escolares regulares.

Descripción metodológica y colaboradores

La experiencia del taller tuvo un enfoque cualitativo e interdisciplinar basado en el aporte de las artes a la producción de conocimiento científico. En ese ámbito, el proyecto toma como referencia un enfoque posmoderno del arte y su vínculo con la educación, ya que se comprende como “una forma de producción cultural destinada a crear símbolos de una realidad común”. De esta forma, el arte en la actualidad se valora por su capacidad de evocar “minirrelatos de varias personas o grupos sin representación en el canon de grandes artistas” (Efland et al. 2003, 126).

Por otro lado, la metodología se basa en el uso de las imágenes o los datos visual-fotográficos para generar evidencia y explorar los distintos significados de identidad (Banks 2001; Rose 2014), y en el grupo focal, ya que todos los niños participantes compartían su ascendencia mapuche y el colegio como el espacio en común para conocer y desarrollar su experiencia identitaria. Por ese motivo, fue importante incorporar un enfoque biográfico narrativo que ahondara en sus historias de vida, pues pone el foco en lo que cada uno de los estudiantes narra sobre su ascendencia e identidad mapuche (Bolívar y Domingo 2006).

El proyecto estuvo enmarcado en el objetivo del CIIR de “reflexionar acerca de la interculturalidad a través del encuentro entre las ciencias sociales y el arte”. Por consiguiente, el equipo de investigadores estuvo conformado por los antropólogos María Paz Bajas y Felipe Maturana, y el doctorando y artista visual José Mela. En ese sentido, el proyecto funcionó como un dispositivo artístico, de connotaciones pedagógicas, para evocar nuevos relatos identitarios en el escenario urbano de Santiago de Chile (figura 3).

Su implementación contempló un trabajo de tres meses en el colegio con un grupo de cuatro estudiantes de ascendencia mapuche que cursaban el 7.º año de enseñanza básica, de 13 años. Los niños estudiantes y colaboradores del proyecto fueron escogidos de forma aleatoria gracias a la gestión de la encargada de desarrollo personal y convivencia de la escuela. Los requisitos para su selección incluyeron una participación voluntaria, con asentimientos informados y poseer ascendencia mapuche. De este modo, cuatro fueron los estudiantes que aceptaron la invitación, quienes conformaron un grupo mixto compuesto por dos chicos y dos chicas: María José, Guissele, Jean Paul y Felipe. Todos conocían su ascendencia indígena a través de su propia familia, ya que eran mapuches su padre, madre o abuelos.

En el caso de María José, llamaba la atención su interés por querer conocer más sobre la identidad mapuche tradicional, de manera de contrastar sus propias opiniones de lo que conocía como lo mapuche. Guissele y Felipe, en tanto, manifestaban más interés en la fotografía y poder compartir más con sus compañeros, fuera del espacio cotidiano de la sala de clases.

Grupo de adolescentes mapuche en el taller de fotografía.
Figura 3.
Grupo de adolescentes mapuche en el taller de fotografía.


Fuente: M. P. Bajas y F. Maturana, registro audiovisual de la investigación, 2017.

Jean Paul, por su lado, expresaba sus ganas de contar su experiencia como mapuche de ciudad que describía como un mapuche de población (en atención a que el concepto de población en Chile se entiende como el poblador de barrios periféricos o marginales).

La invitación, que se extendió al grupo de adolescentes, fue dialogar en torno a sus experiencias identitarias e indígenas en el contexto de la ciudad (figura 3). La reflexión que se produjo estuvo acompañada de imágenes mapuches que cada uno de ellos recreó a través de dibujos en sus conversaciones, además de la visualización de archivos fotográficos históricos (de los fotógrafos de la frontera) y contemporáneos del pueblo mapuche (fotógrafos y artistas visuales actuales) para gatillar el debate. De esta forma, el taller “se propuso funcionar como un ejercicio de autorreflexión y autorreconocimiento identitario, con el objetivo de pensar(se) y narrar(se) desde las experiencias cotidianas personales e, incluso, familiares” (Mela 2020, 217), tratando de responder a la pregunta ¿cómo visualizo mi identidad mapuche en la ciudad? y ¿me representan estas imágenes fotográficas como mapuche?

Construcción visual de la imagen mapuche: un proceso de reflexión y recreación identitaria en formato de taller

Durante cada semana el equipo de trabajo se reunió con el grupo de niños y niñas para conversar sobre su ascendencia mapuche desde una perspectiva de un conocimiento biográfico. El diálogo se abría con una pregunta general sobre su día a día para comenzar a conversar de lo mapuche en su cotidianidad. En todo el primer mes de trabajo de taller, nos abocamos a conocer más de cada uno de nosotros, includo algunas anécdotas del investigador para mediar y facilitar sus opiniones. Las primeras sesiones, entonces, estuvieron dedicadas a conocer sus historias familiares y personales, de modo de identificar qué concepto identitario reconocían como propio, esto es, si se adherían a una identidad como chilenos mapuches (mezcla identitaria) o como chilenos o mapuches, cada una por separado.

Durante el transcurso de las semanas siguientes al primer mes, quedó claro que el grupo completo se adhería a una identidad chilena-mapuche: se reconocían con ascendencia indígena en que sus apellidos eran un antecedente. Sin embargo, en el proceso de visualización y diálogo en torno de imágenes fotográficas, se desprendió que identificaban claramente dos categorías de mapuche: el mapuche de campo, conformado por personas que vivían en las comunidades del sur de Chile, y los mapuches de ciudad, esto es, quienes trabajan y viven en Santiago de Chile. Esta relación entre sus historias de vida y las imágenes era importante porque les permitía sentirse más autorrepresentados por las imágenes contemporáneas, en proximidad con su realidad familiar y personal.

A este respecto, ya en el tercer mes de taller, las imágenes de los fotógrafos de la frontera fueron reconocidas como un registro de cómo eran los mapuches en la antigüedad, debido, principalmente, a la estética de las imágenes (blanco y negro, poses, entorno natural o rústico), mientras que las fotografías actuales les parecieron más acertadas para describir un mapuche más cercano a su cotidianidad (color, gestualidad, vestimentas, escenario o fondo urbano).

“Veo que en estas fotos los mapuches son como de otra época… no tienen que ver mucho con cómo son ahora, más a la moda, menos tristes” (María José, comunicación personal, 20 de abril de 2016). Es interesante, entonces, destacar que el grupo comprendía que, visualmente, era difícil sentirse identificados con las imágenes disponibles en los textos escolares que utilizan registros históricos mapuche, puesto que se enfocan en presentar una imagen tradicional del mapuche, aun cuando compartan los rasgos fenotípicos de las mujeres y hombres observados en las fotografías que lucían como uno de ellos.

Retrato de Felipe con sus vestimentas mapuche.
Figura 4
Retrato de Felipe con sus vestimentas mapuche.


Fuente: registro visual de la investigación, 2017.

José Mela Contreras, Estudiantes mapuches, 2017, fotografía.
Figura 5.
José Mela Contreras, Estudiantes mapuches, 2017, fotografía.


En las semanas finales, el grupo señaló que verse como un mapuche, esto es, tener el pelo negro y liso, los ojos oscuros y la piel morena era un signo evidente de la ascendencia indígena, mientras que la vestimenta y aparecer retratado en un entorno natural no era esencial para identificar a quien pudiera pertenecer a la etnia. “De allí que mirar y reconocer los patrones visuales que han conformado una identidad visual mapuche fue relevante para promover su participación en una práctica fotográfica exploratoria […] [para producir] nuevas imágenes — nuevos relatos identitarios— acerca de su etnicidad” (Bajas y Mela 2018, 53), tal como se aprecia en el ejercicio de autorrepresentación fotográfica (figura 4).

Ahora bien, también es necesario señalar que durante las discusiones el grupo reconoce en el pueblo mapuche una etnia en conflicto, esto es, que actualmente lucha por sus derechos y contra la discriminación. Los niños asumen que los mapuches son tachados de indios y feos por el resto de la sociedad por el hecho de poseer rasgos distintos de un chileno común (una imagen muy influenciada por los medios de comunicación como la televisión). Esta discriminación se percibe por el uso de fotografías que no coinciden con su realidad cotidiana, según el grupo de niños. En ese sentido, y siguiendo a Pink (2007), las imágenes están íntimamente relacionadas con nuestras identidades personales, narrativas, estilos de vida y culturas, y conforman “definiciones de historia, espacio y verdad” (2). Por este motivo, se puede comprender que identificar los rasgos mapuches con los de una persona fea esta directamente vinculado con el estereotipo visual que se ha difundido de este pueblo.

Como cierre del taller, todo el grupo fue invitado a participar de la creación de una obra fotográfica a través de un ejercicio creativo, que tuvo una connotación pedagógica en el sentido de que fue necesario sensibilizar al grupo en la importancia de construir un relato visual basado en una autorrepresentación que incluyera elementos identitarios, tales como prendas de vestir o la elección de una postura corporal (figura 5). De esta manera, el grupo participó activamente del proceso al escoger vestir ropas o elementos tradicionales en sus retratos fotográficos, ya que les permitía sentirse como un mapuche más tradicional, mucho más acorde con las historias familiares que sus padres les narraban de sus abuelos u otros miembros de su familia. En paralelo, sus autorrepresentaciones pueden interpretarse como una reapropiación identitaria, pues significa apropiarse de elementos como el uso de vestimenta típica mapuche para construir un nuevo relato basado en la libertad para elegir cómo quieren ser vistos por compañeros de escuela, familias y el resto de la sociedad, en contrapunto a la fotografía patrimonial. En términos identitarios, una obra como la que se llevó a cabo avanza en articular una práctica fotográfica acorde con una identidad que se piensa como una diáspora, con una multiciplicidad de experiencias identitarias, sin necesidad de excluir una por sobre otra.

Por último, es relevante destacar que los estudiantes participaron del proceso expositivo al asistir a la inauguración de la muestra en el Centro de Extensión UC en el centro de la ciudad, teniendo la posibilidad de apreciar su trabajo en el circuito artístico de la urbe en un diálogo directo con el barrio (periferia) donde se llevó a cabo la experiencia. Posteriormente, cada uno recibió una copia de sus fotografías en una última sesión del taller en la escuela.

Conclusiones

A partir de esta experiencia, se ha concretado una colaboración entre las artes y la antropología que generó nuevos diálogos y reflexiones para levantar conocimientos en ambas disciplinas. La interdisciplinariedad tuvo como resultado la constatación de la existencia de un tránsito entre dos identidades (chilena y mapuche) y su puesta en escena por adolescentes y estudiantes de ascendencia mapuche. Este hecho es fundamental porque sienta las bases de la necesidad de abordar el fenómeno identitario desde una perspectiva artística y pedagógica que amplíe el diálogo identitario en la sociedad chilena. Esto último en atención a que las imágenes del pueblo mapuche se socializan en el campo de la educación por medio de su difusión en textos escolares y otros medios de consulta visual.

Tras haber finalizado todo el taller y realizando un paralelo con la experiencia del taller de fotografía Azentún (Mela 2020), es posible aseverar que este segundo grupo de estudiantes no evocaba imágenes con connotaciones performáticas, esto es, imágenes que recrean nuevas categorías de lo mapuche y que establecieran un disenso con los imaginarios visuales de lo que la sociedad. Los niños no se interesaron por resignificar imágenes de museos o archivos patrimoniales, por el contrario, su motivación estuvo en una autorrepresentación como mapuche de ciudad, con una visualidad cercana a una mezcla identitaria.

Mediante la experiencia del taller de fotografía se han incorporado nuevas representaciones visuales del pueblo mapuche, mucho más cercanas a la realidad sociocultural del indígena, porque aborda el fenómeno desde la mirada del propio mapuche. De ahí que reflexionar críticamente sobre los códigos representacionales y significados de estas imágenes es fundamental, porque, pensando en términos de Brecht (1927-1937), citado en Didi-Huberman (2008), nos sitúa en una “dialéctica de las imágenes” que intenta reflexionar sobre su relevancia en la esfera pública, escolarizada y artística, y en una toma de posición de parte del grupo de niños en cuanto a las formas y los contenidos, porque el grupo busca articular explícitamente una imagen basada en elementos estéticos tradicionales y contemporáneos. Más aún, estas imágenes nos conducen a un posicionamiento crítico sobre la capacidad de autorrepresentación indígena, teniendo muy presente que se persiste en difundir representaciones identitarias vinculadas a una visión tradicional del mapuche que impide articular sus propios significados identitarios.

En este sentido, haber destinado un tiempo importante a mirar/leer detenidamente las principales características visuales de una serie de imágenes consideradas patrimoniales o históricas, así como de varios fotógrafos contemporáneos, permitió un cruce de lecturas conformadas por una mirada actual y subjetiva del ejercicio representacional. Esta mirada se encuentra muy vinculada a identidades más híbridas, más permeables a otras y, por ende, en permanente construcción. Lo que es aún más importante es la capacidad de disentir de la imagen estereotipada, reconocible y ajustada al relato común y visual que se tiene del mapuche, relato que, en términos estéticos, sigue vinculado a un concepto identitario marcado por el estereotipo de su figura.

Desde esta perspectiva, los estudiantes mapuches urbanos que participaron del Taller de Fotografía Infantil Mapuche han configurado su identidad a partir de un entorno favorable a la diferencia cultural, como el colegio Mustafa Kemal Ataturk de Lo Prado, que se define como intercultural al albergar a niños de diversas etnias y nacionalidades. En un momento crucial para los pueblos originarios en Chile que asisten a su reconocimiento y participación por parte del Congreso chileno en la nueva Constitución del país, se vuelve más necesario avanzar en instancias de participación que los visibilicen ante la sociedad en su conjunto. De este modo, se comprueba, mediante la realización de fotografías como autorrepresentación, la existencia de una identidad mapuche urbana en tensión, en constante resignificación y disputa de sentido, comprendiendo el peso de la ciudad sobre sus cabezas y atestiguando los destellos de una identidad mapuche mucho más reconocible.

REFERENCIAS

Alvarado Pérez, Margarita. 2001. “Pose y montaje en la fotografía mapuche: Retrato fotográfico, representación e identidad”. En Mapuche: Fotografías siglos XIX y XX. Construcción y montaje de un imaginario, editado por Margarita Alvarado, Christian Báez Allende y Pedro Mege Rosso, 13-28. Santiago de Chile: Pehuén. Acceso el 20 de abril de 2021. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-9632.html.

Alvarado Pérez, Margarita y Carla Möller Zunino. 2011. Memoria visual e imaginarios: Fotografías de pueblos originarios siglos XIX y XXI. Santiago de Chile: Pehuén.

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Notas

* Artículo de investigación que analiza el resultado del proyecto Taller de Fotografía Infantil Mapuche realizado en Santiago de Chile en 2016.

1. El proyecto contó con el financiamiento del Fondo de Financiamiento de Centros de Investigación en Áreas Prioritarias (Fondap) y la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), con el folio 15110006.

Notas de autor

** Licenciado en Artes con mención en Pintura, magíster en Educación Interdisciplinar de las Artes y Doctor en Artes y Educación por la Universidad de Barcelona. Profesor de Artes Plásticas de la Universidad de Chile y académico e investigador del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de O’Higgins. ORCID: 0000-0003-1192-4519. Correo electrónico: jose.mela@uoh.cl.

Información adicional

CÓMO CITAR: Mela Contreras, José. 2021. “Autorrepresentación identitaria a través de las artes visuales: la experiencia del Taller de Fotografía Infantil Mapuche”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 16 (2): 60-75. http://doi.org/10.11144/javeriana.mavae16-2.arit

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