Habitar colectivo en las riberas del Biobío. Enclaves residenciales de la industria del papel*

Collective Living at the Biobío Riverbanks. Residential enclaves of the paper industry

Habitar coletivo nas beiras do Biobío. Conjuntos residenciais da indústria de papel

Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, vol. 12, núm. 23, 2019

Pontificia Universidad Javeriana

Leonel Pérez Bustamante a

Universidad de Concepción, Chile


Pablo Fuentes Hernández

Universidad del Bío-Bío, Chile


Fecha de recepción: 09 Septiembre 2017

Fecha de aprobación: 31 Mayo 2018

Fecha de publicación: 22 Abril 2019

Resumen: El presente artículo estudia parte relevante de los conjuntos habitacionales que son testimonio del habitar colectivo característico de la industrialización chilena promovida por el Estado, y que están insertos en el sistema urbano del río Biobío, comprendido entre la ciudad de Nacimiento y el Gran Concepción. El estudio se concentra en el tercio final del Biobío porque allí se asentaron numerosas industrias con impacto en el habitar colectivo. De igual manera, se relevaron antecedentes históricos a partir de fuentes documentales y secundarias para posteriormente enfocarse en el análisis de su configuración urbana y explorar los valores de estos conjuntos habitacionales como patrimonio industrial. El recinto Facela en Laja, el conjunto Papeles Bío-Bío en San Pedro; y los conjuntos Coinac y J. Durán en Nacimiento, materializaron conjuntos y piezas urbanas de marcado carácter colectivo, conectados a sus industrias originarias, en donde el río es, no obstante, integrado como un elemento paisajístico con presencia determinante.

Palabras clave: paternalismo industrial, habitar colectivo, patrimonio urbano.

Abstract: This work studies a relevant part of the residential conglomerates evincing the collective living typical to the industrialization in Chile, promoted by the State, which are embedded in the urban system of the Biobío River. It spreads from the city of Nacimiento to Gran Concepción. The study focused on the last third of the Biobío River because lots of industries settled therein with a great impact on the collective living. Likewise, the historic background was outlined based on both documentary and secondary sources and then the work focused on analyzing the urban configuration and exploring the values of these residential complexes as an industrial patrimony. The Facela enclosure in Laja, the development Papeles Bío-Bío in San Pedro; and the developments Coinac and J. Durán in Nacimiento were produced as urban pieces and sets with a clear collective intent, linked to their parent industries while integrating the river as a landscaping element with a defining presence.

Keywords: industrial paternalism, collective living, urban patrimony.

Resumo: Este artigo estuda parte relevante dos conjuntos habitacionais que são testemunha do habitar coletivo característico da industrialização chilena promovida pelo Estado e que estão inseridos no sistema urbano do rio Biobío, compreendido entre a cidade de Nacimiento e o Gran Concepción. O estudo concentra-se no terco final do Biobío porque lá foram estabelecidas numerosas indústrias com impacto no habitar coletivo. Mesmo, antecedentes históricos foram pesquisados a partir de fontes documentais e secundárias para se focar após na análise da configuração urbana e explorar os valores destes conjuntos habitacionais como patrimônio industrial. O recinto Facela em Laja, o complexo Papeles Bío-Bío em San Pedro e os conjuntos Coinac e J. Durán em Nacimiento, materializaram conjuntos e peças urbanas de marcado carácter coletivo, conectados a suas indústrias originarias, onde o rio é, no entanto, integrado como elemento paisagístico com presencia determinante.

Palavras-chave: paternalismo industrial, habitar coletivo, patrimônio urbano.

Introducción

En la actualidad, las ciudades chilenas se enfrentan a la tensión entre los avances modernizadores y la necesidad de los habitantes de determinados barrios de conservar su espacio, en tanto eje central de su memoria e identidad social. Los sistemas urbanos viven períodos de alta fragmentación por la expansión, el desarrollo inmobiliario y el deterioro ambiental, lo que los sitúa en un momento de transformación crítica. Una forma de pensar la ciudad desde una perspectiva más integrada, lleva a una revalorización de los espacios construidos en el pasado.

El espacio urbano corresponde a un sistema complejo, en el cual interactúan múltiples fuerzas de tipo económico, político o social; y que, en distintos tiempos, modifican su forma para mejorarla o, en el peor de los casos, para que desaparezca. Así, “la forma de la ciudad siempre es la forma de un tiempo de la ciudad y hay muchos tiempos en la forma de la ciudad” (Rossi, 1995). Bajo esta premisa es que las denominadas zonas industriales son de sumo interés en la vitalidad y el desarrollo de la ciudad, ya que por la diversidad de los modelos políticos-económicos han desencadenado cambios en las formas de habitar colectivo e individual, lo que ha generado nuevas prácticas en el espacio de la vivienda y de su entorno.

Es en ese contexto que recuperar el patrimonio industrial en el sur de Chile cobra relevancia, ya que su conservación “interesa crecientemente, en relación al desarrollo regional y con la identidad” (Capel, 2014, p. 42). El patrimonio industrial es un patrimonio emergente, el cual comprende tanto los componentes de la cultura material arquitectónicos, técnicos, simbólicos, artísticos, funcionales; como los inmateriales, es decir, las culturas del trabajo (Álvarez, 2008).

Debido a que estos bienes y prácticas culturales son albergados en un espacio específico, se vuelve cada vez más importante el análisis integral del patrimonio industrial. Así, el estudio de dicho patrimonio requiere un estudio del patrimonio urbano, siendo entendido éste como el conjunto de elementos, edificios, paisajes urbanos y estructuras espaciales que poseen un valor documental de los procesos históricos que generaron (Cano, 2007). Esto debería impactar en la revitalización de todo un entorno local.

Desde esta perspectiva, nos insertamos en la preocupación nacional sobre la conservación patrimonial, dando cuenta de la conformación y despliegue de una dinámica industrial y socio-productiva que adquirió relevancia y protagonismo en la zona sur de Chile, particularmente asociada a casos emblemáticos, susceptibles de identificar en momentos históricos específicos. Se reconoce en el proceso de industrialización momentos diferentes: industrialización temprana, a finales del XIX y principios del siglo XX (textil, carbón, lecheras, cerveceras, etc.); industrialización planificada, conducida desde el Estado a partir de los años 30 y 40 (acero, electricidad, etc.); y la industrialización tardía, con industrias de nuevo tipo dentro de un proceso de desindustrialización a partir de 1973 con la dictadura militar (celulosa, forestal, etc.).

Por ello es que se desarrolla un estudio de casos que mediante un proceso exploratorio y cualitativo releva cuatro conjuntos habitacionales generados por la industria fordista, promovida por el Estado chileno a partir de la segunda mitad del siglo XX. 1 El primer paso es un estudio histórico que levanta información a partir de la revisión de fuentes documentales. El segundo, se centra en la descripción y análisis de su configuración urbana, profundizando en su espacialidad. El registro y la observación directa de los recintos habitacionales permiten explorar sus valores como patrimonio industrial.

Patrimonio industrial y proyecto habitacional en Chile

Desde una perspectiva territorial, en Chile, la valoración como patrimonio de los espacios productivos construidos por la industria es un proceso relativamente reciente, tanto como práctica de puesta en valor, como objeto de investigación. Esta última se ha enfocado principalmente en el período de industrialización temprana, con énfasis en el legado minero del salitre (Garcés, 1999), del cobre (Garcés, 2003; Garcés, Cooper y Baros, 2007) y, en menor medida, del carbón (Pérez, 2008; Ganter y Brito, 2017), aunque ha avanzado hacia las posibilidades del turismo para su valoración (López, 2010). También ocurre que se ha prestado mayor atención a aquellos espacios de mayor escala, que fueron creados directamente por la gran industria durante la primera mitad del siglo XX, siguiendo el modelo de company town. Respecto de la vivienda en específico, Garcés, Rioseco y Guerra (1992) y Godoy (2015) estudiaron, respectivamente, las estructuras morfológicas del habitar en el campamento cuprífero de Sewell, y las relaciones entre paternalismo y construcción de espacio habitacional en la ciudad de Lota, e identificaron prácticas empresariales y control social traducidos en una habitación regulada por la empresa.

En síntesis, las investigaciones sobre el patrimonio industrial se desarrollan fundamentalmente a partir de la década de 1980 (López y Pérez, 2013), en torno al legado de la minería, cuando ya contaban con un respaldo conceptual del ámbito de la preservación patrimonial, y particularmente de la valoración del patrimonio industrial, desarrollado a partir de los años sesenta.

Sin embargo, mucho menor ha sido la valoración como patrimonio industrial del espacio productivo y social del modelo fordista chileno, en especial la vivienda y los conjuntos urbanos asociados a las fábricas, que han tendido a quedar opacados –incluso excluidos– de los registros que han centrado su mirada en la influencia y efectos económicos de las nuevas factorías. Entonces, ¿qué cambios e interacciones urbanas introdujeron aquellos enclaves habitacionales y sus espacios sociales construidos por la industria a partir de la segunda mitad del siglo XX?

En el marco del proceso de Industrialización Sustitutiva de Importaciones, y para el sur de Chile, Monsálvez, Jaña y Ruiz (2014) enfatizan la influencia y presencia norteamericana en el desarrollo y la ejecución del proyecto siderúrgico chileno, particularmente la creación de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP) y la construcción de la usina de Huachipato en Talcahuano; pero también destacan que los efectos de esta política económica pueden ser percibidos a nivel local en las comunidades que recepcionaron estas nuevas formas de industria a gran escala, lo que cambió definitivamente el paisaje urbano del Gran Concepción.

En efecto, a partir de la década de 1950, y con el apoyo del Estado, comenzó un proceso de consolidación de este polo industrial con la instalación de otras industrias (químicas, metalmecánicas y pesqueras), refinería de petróleo, obras de infraestructura de apoyo a la producción y conjuntos residenciales para los trabajadores. Fuentes y Pérez (2012) demostraron cómo la consolidación de la zona como área industrial de importancia estratégica nacional tuvo entre sus principales consecuencias espaciales el emplazamiento de una cantidad importante de conjuntos habitacionales desarrollados partir de la instalación de dichos enclaves industriales. Asimismo, destacan que estas agrupaciones propusieron una nueva lectura del espacio público, y la aparición de espacios verdes como articuladores de los conjuntos; y afirman que este ordenamiento habitacional, fundamentado en los principios de la arquitectura y el urbanismo moderno, llegaría a ser característico del Gran Concepción hasta los años setenta.

Más al sur, para el territorio austral de Chile, Domínguez (2011) tuvo el mérito de relevar el campamento petrolero Cerro Sombrero, construido en Tierra del Fuego por la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP) a partir de 1958, como uno de los proyectos de arquitectura y urbanismo moderno más relevantes edificados en Chile, lo que evidenció la relación morfológica establecida por una planificación y un trazado en torno al cerro Side y al río homónimo. El autor destaca, además, su complejidad funcional y localización geográfica, las cuales supusieron un gran esfuerzo técnico y logístico para la materialización de una de las company town más australes del mundo. En síntesis, el trabajo aporta al reconocimiento y a la difusión de este enclave habitacional como un patrimonio local asociado a la actividad petrolera de la región de Magallanes.

Estos dos últimos textos aportan dos dimensiones que se consideran relevantes para el análisis del espacio residencial y el habitar colectivo. Fuentes y Pérez (2012) informan sobre la importancia del Análisis de la interacción conjunto-ciudad, destacando complejos de dimensiones controladas con accesos y límites usualmente determinados y específicos, lo que ayuda a su identificación urbana, y fomenta la idea de unidad vecinal o barrio. Asimismo, proponen una escala dimensional intermedia, cuyos emplazamientos en zonas periurbanas, en ese entonces, han servido de suturas espaciales que tejen el espacio metropolitano. Domínguez (2011), en tanto, acentúa la trascendencia del Análisis morfológico de las estructuras urbanas de los conjuntos habitacionales, para este caso, un poblado. En las nuevas estructuras habitacionales derivadas de la lógica industrial de mediados del siglo XX, se advierten nuevas parcelaciones, presencia de usos peatonales junto a los vehiculares, espacios públicos amplios junto a otros controlados e incorporación de áreas verdes en todas las escalas. En síntesis, se trata de una adaptación y apropiación de los principios del urbanismo moderno sobre un contexto regional.

Adicionalmente, ¿qué valores sociales revela el espacio residencial generado por la industria fordista en tanto que patrimonio? Brito y Ganter (2014), a partir del caso del histórico sector de Higueras, creado por la Siderúrgica Huachipato a partir de la década de 1940 del siglo XX, comprobaron la “conformación de un inédito y emblemático modo de habitar el espacio en la escala del Gran Concepción” (pp. 49-51), advirtiendo la existencia de un potente arraigo donde el territorio se convierte en un espacio vivencial y experiencial. Para Lefebvre (2013), el primero se trataría del espacio percibido, en tanto que es más cercano a la vida cotidiana, ya que el habitante desarrolla la experiencia del espacio; mientras que el segundo, se trataría del espacio de representación que alberga imaginarios, pues los habitantes desean seguir viviendo en los lugares en los que han ido forjando su memoria social y su identidad colectiva, lo que desprende un importante sentido afectivo respecto del barrio. Esto resulta significativo en un contexto actual, en el cual la tendencia es al desarraigo de las relaciones sociales y la fragmentación del espacio urbano.

Más recientemente, Acevedo y Rojas (2015) han puesto en valor el patrimonio asociado a la experiencia histórica que vivieron los trabajadores de ENAP, quienes habitaron cuatro de los campamentos petroleros 2 construidos en Tierra del Fuego, Chile, y lograron tanto un registro de la historia de la empresa estatal, como de la construcción y urbanización de esta isla, pero siempre a partir de los sujetos, lo que releva la experiencia de vida en los campamentos. A partir de ello, Acevedo, Ciselli y Rojas (2016) compararon el Campamento Central, creado por la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en Comodoro Rivadavia (Chubut, Argentina), con el Campamento Cerro Sombrero, emplazado en Tierra del Fuego (Chile), indagando en las relaciones entre patrimonio e identidad de las comunidades de ambos espacios urbanos –barrio en el caso argentino y poblado en el caso chileno– formados en la década de 1970 por las dos empresas petroleras estatales. En ambos trabajos, se hace énfasis en el valor y las potencialidades que asumen estos espacios residenciales en tanto que patrimonio industrial, desde que poseen reconocimiento oficial relacionado con su pasado petrolero y su arquitectura.

En estos trabajos se enfatiza implícitamente en dos aspectos: el rescate de memoria en los habitantes y los tipos de tejido social. Respecto al primero, el rescate de la memoria colectiva opera recuperando las significaciones del espacio construido por las empresas, lo que ha posibilitado la conformación de una identidad territorial. El segundo aspecto intenta identificar lógicas de gestión mediante las cuales la industria contribuyó a crear conjuntos habitacionales y poblados; y concluye, en términos generales, que el tejido social va íntimamente relacionado con la concepción del espacio urbano.

En este sentido, siguiendo a Waisman (1990), en el caso de la habitación obrera amparada por la industria, se puede establecer que si se asigna trascendencia a la consolidación de la identidad cultural del grupo social que la habita, el patrimonio urbano arquitectónico incrementará su valor por su capacidad de identificación y apropiación como componente de ese grupo. En consecuencia, tanto para los bienes patrimoniales como para su tratamiento, las operaciones de rescate, o refuncionalización, estarán determinadas por vías altamente creativas, más allá de las meramente estéticas. Así, los valores a reconocer concurren vinculados a las vivencias sociales en concomitancia con el papel que el objeto arquitectónico desempeña en la historia social, a su interpretación, a su capacidad de conformar un entorno significativo y a su papel de fragmento urbano; sin descuidar, ni su valor estético, ni su originalidad.

El río Biobío y la industrialización chilena en la segunda mitad del siglo XX

El río Biobío ha sido determinante en la historia chilena, ya que su anchura, caudal y longitud lo instalan como uno de los principales cauces de agua dulce en el territorio (Parra, 2018). En la Conquista, tuvo una decisiva vocación de frontera; su cauce sirvió para frenar la ocupación española sobre el territorio nacional, la cual luego fue resistida por el pueblo mapuche, lo que explica la proliferación de fuertes defensivos en ambas orillas. En 1861, a partir de la violenta anexión del territorio sur, llamado eufemísticamente “Pacificación de la Araucanía”, se fundaron a su vera numerosos asentamientos, y la instalación de diversas factorías junto a él en el siglo XX propició el desarrollo económico e industrial. Los desafíos urbanos determinaron dos formas de aproximación sobre el río: por una parte, ameritó la necesidad de cruzarlo, cuestión de gran relevancia para la ingeniería de carreteras y ferrocarriles; y por otra, la posibilidad que diversos asentamientos urbanos se situaran en sus orillas.

El río Biobío, que nace de la laguna Galletué y del lago Icalma, posee una longitud de 380 kilómetros y es el segundo más largo de Chile; solo lo supera el río Loa, con 440 kms. Su desembocadura al mar Pacífico en Concepción, lugar donde sus aguas vierten al mar, conforma la conurbación regional más importante de Chile, integrada por una serie de ciudades intermedias de gran desarrollo en el siglo XX. La desembocadura es un lugar amplio, donde el río alcanza un ancho máximo, que medido en el puente Juan Pablo II, el puente carretero más largo de Chile que une a Concepción con San Pedro de la Paz, alcanza a 2310 m.

A mediados del siglo XX, cuando el proceso intensivo de industrialización se desencadenó en Chile, motivado, entre otros, por las necesidades impuestas por el entorno político económico de la posguerra, una serie de industrias transcendentales para el desarrollo nacional se ubicó en sus orillas en emplazamientos estratégicos (figura 1).

Localización de industrias y conjuntos habitacionales en torno al
río Biobío
Figura 1
Localización de industrias y conjuntos habitacionales en torno al río Biobío


Fuente: ilustración de P. Miranda, con base en información de los autores de la investigación

Para entonces, el modelo político de modernización nacional privilegiaba con urgencia el incremento de la actividad industrial como soporte del progreso económico y social. Para el caso, el gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941), cuya consigna política era “gobernar es educar”, impulsó a través de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) 3 , la actividad productiva nacional.

Tal objetivo debió abordarlo en sus inicios ejecutando directamente las acciones que permitieran echar las bases de la industrialización del país, para lo que creó grandes empresas, indispensables para el desarrollo de Chile, como la Empresa Nacional de Electricidad (Endesa), la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), la Compañía de Acero del Pacífico (CAP) y la Industria Azucarera Nacional (Iansa), entre otras. (Corporación de Fomento de la Producción [Corfo], s. f.).

Inmediatamente a continuación, este impulso tuvo correspondencia con el gobierno de Juan Antonio Ríos (1942-1946) –el cual aconteció en coincidencia con el fin de la Segunda Guerra Mundial– cuyo lema transmutó en gobernar es producir (Echeñique y Rodríguez, 1990, p. 72)

La Corfo pretendía apoyar la industria privada otorgándole crédito barato y subvenciones en un intento por consolidar las políticas de sustitución de importaciones, que en las décadas anteriores funcionaron con relativo éxito para los bienes de consumo, como la alimentación y el vestuario, en relación con los bienes de capital. Corfo apoyó, directa o indirectamente, diversos proyectos nacionales de inversión privada ligados a múltiples sectores de la industria y variados actores económicos. Según Rosenblitt y Nazer (2002), “entre ellos, destaca la promoción de la reforestación con pino, que además de pretender recuperar los suelos erosionados, persigue como objetivo la creación de empresas que tuviesen como principal insumo la madera y la celulosa” (p. 25).

En torno a la desembocadura del río Biobío, se instalaron en sus bordes diversas industrias características del desarrollo industrial regional, a saber: la Población Obrera Caupolicán-Chiguayante (1946), la Villa Presidente Ríos (1949), de la Siderúrgica Huachipato de la CAP 4 ; la Población Papeles Bío-Bío (1955) de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones S. A. (CMPC) 5 , y la Villa Spring Hill (1971) de la ENAP 6 . Varias de ellas asociaron la instalación fabril con colectivos habitacionales para sus trabajadores como un modo mancomunado de asociatividad productiva.

Temporalmente, los primeros antecedentes que vinculan fábrica y residencia en los márgenes del tercio final del río Biobío, se deben a la Población Obrera Caupolicán-Chiguayante (1946) y a la Villa Presidente Ríos (1949). La primera, mediante un concurso habitacional, desarrolló incipientemente las primeras ideas funcionales del urbanismo moderno aplicadas a los conjuntos de vivienda colectiva generadas por la industria en el sur de Chile. Por su parte, el proyecto para la Villa Presidente Ríos (1949), encargado a los arquitectos Sergio Larraín G. M. y Emilio Duhart, premios nacionales de arquitectura, como complemento de la Industria Siderúrgica Huachipato, constituye la primera ciudad moderna en Chile. Fue concebida no como un barrio, sino como una ciudad obrera independiente, 7 una opción que reflejaba una aspiración de complejidad funcional, espacial y social promovida por la visión modernizadora del Estado (Fuentes y Pérez, 2007).

Bajo el gobierno de Jorge Alessandri (1958-64), se promueven leyes que facilitan la construcción y el financiamiento para la vivienda, lo que favorece a diversas industrias. La CMPC, por ejemplo, resultó una industria modelo en este sentido. Previamente, bajo casi dos décadas de presidencia de Alessandri, iniciadas en 1938, CMPC había comenzado a liderar y asumir, desde el sector privado, un proceso de modernización desde lo agrícola a lo industrial: “en el plano forestal, ya en 1940, la Papelera había dado un paso importante al adquirir el predio Los Pinares, cerca de Concepción, con una de las reservas más importantes de pino insigne de la región…” (González, 2005). Esto explica otra de las razones para proporcionar vivienda para los trabajadores.

Paternalismo empresarial y proyecto habitacional a mediados del siglo XX

A comienzos de la década de 1950, CMPC toma la decisión de construir una fábrica de papel y otra de celulosa, por lo cual inició la búsqueda de terrenos para las plantas industriales en ubicaciones estratégicas en San Pedro, sector entonces perteneciente a Coronel, emplazado en la mitad de una franja industrial costera del Gran Concepción; y en el poblado de Laja, aprovechando la confluencia de los ríos Laja y Biobío, de líneas férreas fundamentales para el transporte ferroviario, y de la presencia de recursos vitales como agua y bosques. Así, CMPC tiene un carácter refundacional consolidando asentamientos incipientes en territorios poco habitados. Hacia 1958, para los 2407 trabajadores que laboraban en las plantas de operación, la empresa había construido 1013 habitaciones (González, 2005) en las fábricas emplazadas en centros poblados.

A mediados de 1950 surge, en el seno de la Universidad de Concepción, la idea de establecer dentro de la zona una empresa dedicada a la producción de papel periódico, utilizando como principal insumo la madera de pino (Industrias Forestales [Inforsa], 2010; Cifuentes, 2012) 8 . Esta fue fundada en 1956 como Industrias Forestales S. A (Inforsa) 9 , y comenzó a operar en 1964. El capital necesario para impulsar su proyecto industrial lo obtienen con la venta directa de acciones de la sociedad (marinos, carabineros, mineros y profesores, todos jubilados, y en menor número un pequeño grupo de obreros), a la que se incorporan inversionistas canadienses, con aval de Corfo.

A mediados de la década de 1980, concretamente en 1986, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones adquiere Inforsa y vende Papeles Bio Bio. Así mismo, la CMPC toma la decisión de dejar de producir en dicha planta papelera en noviembre de 2013, asegurando que los costos de la energía eléctrica hacían inviable seguir operando. Una muestra de preocupación y de los efectos de esta la decisión se expresaba así: “(…) el año pasado despidieron a 100 personas, a las que se sumarán otras 202 el 30 de noviembre, último día en que operará…hay otros 300 trabajadores contratistas que prestan servicio a la planta…que también se verán afectados” (Vargas, 2013). Papeles Bio Bio ha seguido produciendo en manos de diversos conglomerados empresariales privados hasta la actualidad. De este modo, el rol de CMPC resulta central en las transformaciones económicas, urbanas y sociales ocurridas en este territorio a lo largo del río Biobío.

Conjunto Papeles Bio Bio en San Pedro. Enclave autónomo primario

La fábrica Papeles Bio Bio se ubica cerca de la desembocadura del río Biobío con el Océano Pacífico, en la actual comuna de San Pedro de la Paz del Gran Concepción. Inicia su construcción en 1953; y sus operaciones, en 1957 (Papeles Bio Bio, 2017). El conjunto Papeles Bio Bio es un emprendimiento particular de CMPC en tanto que empresa de capitales privados. Fue concebida como un enclave de autonomía limitada, definido espacial y funcionalmente respecto de la industria y, en consecuencia, del tejido urbano. Se trata de un conjunto relativamente modesto en su superficie, aunque con infraestructura básica suficiente como para caracterizar un barrio. Sus límites son el río Biobío, por el norte; la línea férrea y el antiguo camino a Coronel –hoy Avda. P. A. Cerda–, por el sur; terrenos de FF. EE., por el este; y sector Huertos Familiares de San Pedro, por el oeste (figura 2).

Vista del complejo
industrial, circa 1957
Figura 2
Vista del complejo industrial, circa 1957


Fuente: archivo Pérez (2008)

El terreno se divide rotundamente entre industria y sector habitacional, este último posee una estructura de sectores bien diferenciados donde factores funcionales y sociales aparecen bien expresados. En términos ambientales, es un sistema permeado por amplias áreas verdes y espacios libres, donde las edificaciones, no mayores a dos plantas, se supeditan a este concepto urbano. Este sector se caracteriza por la ausencia perceptual de límites particulares que lo identifican como un espacio común y continuo. A pesar de ello, existen distintas tipologías residenciales que remiten a estratos laborales diferentes; es decir, viviendas para altos cargos, técnicos y empleados, y para operadores. Todas ellas conviven en calles, pasajes y plazuelas que forman un todo continuo y armónico. A este sistema se suman equipamientos y servicios como: jardín infantil, policlínico, sala dental, club, casino y varias áreas deportivas, como canchas de tenis, fútbol, etc. Los equipamientos son espacios de encuentro y aglutinación social. De este modo, donde se intercalan espacios, viviendas y equipamientos se produce una integración espacial que mitiga las segregaciones sociales (figura 3).

Conjunto Papeles
Bio Bio
Figura 3
Conjunto Papeles Bio Bio


Fuente: ilustración de P. Miranda, con base en información de los autores de la investigación

En Papeles Bio Bio, como apuntó Gutiérrez (1997), el emplazamiento habitacional es estratégico; las viviendas asignadas a las jefaturas ubicadas próximas al acceso imponen su presencia a modo de control sobre el ingreso al conjunto, vigilando quien entra y sale. En este caso, la segregación social entre obreros, trabajadores y administrativos opera con moderación. Si bien sus viviendas no están mezcladas en el conjunto, su disposición organizada en diferentes subespacios es reconocible como asociadas a un solo espacio habitacional. Para el caso, diferentes mecanismos de congregación estaban dispuestos: equipamientos básicos comunes, infraestructuras, circulaciones, áreas verdes, etc.

Las edificaciones habitacionales son de tres tipos. Las primeras son viviendas aisladas, destinadas para jefaturas ubicadas a un costado del acceso al complejo; las segundas son viviendas pareadas para otros mandos intermedios; y las terceras, en hilera continua, están destinadas a operarios. En el diseño resulta elocuente el uso de antejardines abiertos de las viviendas que forman parte del espacio colectivo (figura 4.).

Vivienda en hilera
para operarios. Planta baja Bock D
Figura 4
Vivienda en hilera para operarios. Planta baja Bock D


Fuente: elaboración propia

El conjunto posee una autonomía primaria, en la medida que cuenta con infraestructuras mínimas y necesarias que aseguran, para todas las edades y requerimientos sociales, una vida de barrio. Se trata de una intervención colonizadora del borde sur del Bio Bío, que asocia la construcción de una industria privada con aseguramiento de la manutención de la fuerza trabajadora en el lugar. CMPC entrega a esta vivienda en comodato, de modo que habitación e industria forman parte de un ciclo de producción aislado, reglado y apadrinado, donde la empresa favorece al trabajador a cambio de un comportamiento moderado.

Inforsa en Nacimiento: viviendas para ejecutivos y técnicos

El carácter agrario y vitivinícola de la ciudad de Nacimiento, fundada en 1603 en la confluencia del rio Vergara con el río Biobío al sur de la región, cambia radicalmente con el establecimiento y el inicio de operaciones de Inforsa.

A comienzos de 1963, y casi simultáneamente a la construcción de un complejo de viviendas para huéspedes y operarios solteros, se inicia la edificación de una población de mediana envergadura, destinada a familias de ejecutivos y técnicos de la fábrica, la cual estaba emplazada en las faldas del cerro de la Cruz, hacia el poniente. El conjunto se llamó Julio Durán (figura 5), en memoria de uno de los promotores de la fundación de la empresa. Se componía de amplias viviendas pareadas, con alrededor de 104 m2 (Cifuentes, 2012), pensadas para albergar una familia completa y servidumbre, ya que contaban con un dormitorio de servicio (figura 6).

El conjunto se proyectó en dos tipos de vivienda muy similares entre sí (tipo A aisladas, y tipo B pareadas), pero levemente diferentes en sus revestimientos. El conjunto estaba compuesto originalmente por 51 casas, de las cuales aún existen 44. El gran tamaño de los lotes, en relación con la vivienda, se explica porque inicialmente los terrenos pertenecían a Inforsa, y su intención era ir subdividiéndolos a medida que fuera necesario (Cifuentes, 2012). El plan original contemplaba la llegada de un número mayor de extranjeros, técnicos y obreros calificados, ya que también se compró en Canadá la maquinaria necesaria para producir el papel y para procesar la fibra de la madera. De este modo se generarían pasajes peatonales de acceso a algunas de las viviendas, como el originalmente trazado al oriente de las primeras casas del cerro.

Población Julio
Durán
Figura 5
Población Julio Durán


Fuente: ilustración de P. Miranda, con base en información de los autores de la investigación

Vivienda pareada
(tipo B), Población Julio Durán
Figura 6
Vivienda pareada (tipo B), Población Julio Durán


Fuente: Cifuentes (2012)

El recinto FACELA en Laja como conjunto autónomo y paralelo

Si bien el origen de Laja se remonta a 1872, originado por los trabajos de prolongación de la línea férrea desde la ciudad de San Rosendo a la de Angol, solo en 1953, cuando comienza la construcción de la planta de la CMPC, se producen cambios en la actividad económica del poblado (Pascual y González, 2006). En 1959, entra en operación Laja, la primera planta de celulosa en Chile y, apenas iniciadas las operaciones, comienza una etapa de crecimiento poblacional, después de haber sido por largo tiempo un poblado dormitorio de San Rosendo. CMPC atrae trabajadores de los alrededores que llegan a instalarse a Laja, que debió incrementar sus servicios en bancos, registro civil, hospital, supermercados, etc. (Gallardo, 2016).

La construcción de la planta industrial también trajo como consecuencia la obra de un recinto residencial denominado Facela (Fábrica Celulosa Laja), ubicado en el costado nororiente adyacente a la industria (figura 7). Facela, de modo similar a Papeles Bio Bio en San Pedro de Coronel, incorporó entre sus instalaciones industriales un conjunto de viviendas estandarizado asignadas sus trabajadores.

Vista aérea del
recinto Facela, circa 1964
Figura 7
Vista aérea del recinto Facela, circa 1964


Fuente: archivo CMPC

Se trataba de un recinto cerrado predeterminado por una escisión fundamental que asegura la interdependencia funcional y la necesaria separación ambiental entre dos programas opuestos y, a su vez, mancomunados: vivienda e industria al alero de una empresa privada (figura 8). Este espacio también se caracterizó por estar claramente independizado del resto de la ciudad, expresado por una reja que se recuerda estaba abierta hasta cerca de la medianoche. Después, solo podían ingresar quienes vivían dentro del recinto, mientras que durante el día todas las instalaciones estaban al servicio de los papeleros y sus familias (Gallardo, 2016) 10 . En su período de auge, este conjunto contó con viviendas para los cargos gerenciales más importantes, y con servicios como un supermercado, 11 un consultorio médico, farmacia, colegio y canchas para practicar deportes.

Espacialmente, el recinto habitacional se trataba de un sistema quebrado de manzanas rectangulares que a partir de 1954 recibió, por el oriente, bloques de viviendas en hileras continuas para operarios; y, por el occidente, viviendas pareadas llamadas casas Kinder. Posteriormente, a partir de 1958 especialmente, en la década de 1960, hacia el sur y más alejadas en distancia y altura, en un trazado orgánico se ubicaron distintas casas para gerentes. Por el norte, concentrados próximos al acceso principal, se emplazaron distintos equipamientos y servicios de tipo social, cultural y recreativo; y la zona deportiva, en la zona oriente del terreno.

En resumen, se pueden diferenciar dos grandes formas de habitación: las viviendas aisladas o pareadas, destinadas a jefaturas, que ocupan loteos abiertos para viviendas preferentemente rodeadas de patios y jardines; y las viviendas en continuidad, destinadas a operarios, que ocupan manzanas regulares donde el antejardín es claramente un espacio diferente de los patios traseros.

Conjunto Fábrica
Celulosa Laja
Figura 8
Conjunto Fábrica Celulosa Laja


Fuente: ilustración de P. Miranda, con base en información de los autores de la investigación

Actualmente, Facela se encuentra en un proceso de desmantelamiento de las viviendas que ahí se encuentran, y del conjunto residencial queda muy poco (Silva, 2016) 12 . La mayoría de sus construcciones han desaparecido, incluyendo equipamientos como la farmacia, el supermercado y el consultorio médico. Lo que queda son unas pocas casas, además de canchas de tenis, un estadio, el fortín y el colegio. Las viviendas que aún quedan en pie están desocupadas (Salcedo, 2015) 13 , solo algunas son utilizadas como oficinas. Este es el estado actual de lo que llegó a ser una ciudad dentro de otra ciudad (figura 9).

Vista actual
del ex conjunto habitacional, deshabitado y en demolición, que asemeja un parque
Figura 9
Vista actual del ex conjunto habitacional, deshabitado y en demolición, que asemeja un parque


Fuente: elaboración propia

El proyecto habitacional como ejercicio de cooperativismo obrero

Población Coinac en Nacimiento: los sindicatos y la vivienda obrera

En 1965, los sindicatos obreros de Inforsa comienzan a presionar a la dirección de la empresa ya que no se habían realizado intervenciones para satisfacer la demanda de vivienda de los trabajadores. Las construcciones realizadas a la fecha estaban orientadas completamente a los empleados y gerentes, pero no a los obreros. De este modo, 250 socios conforman la Cooperativa Obrera Inforsa Nacimiento (Coinac), y le solicitan a la empresa que se otorguen los “bonos de vivienda” –los cuales financiaban los arriendos de los trabajadores– a modo de préstamo para poder construir un nuevo conjunto habitacional (Inforsa, 1986) 14 . Se trata de un conjunto urbano compuesto de casas pareadas y de calles abiertas, dispuesto en varios niveles en un cerro (figura 10), siguiendo las curvas de nivel. Se generaron pasajes peatonales y escaleras que conectan las viviendas de la parte alta con las del plano. Estos pasajes, dependiendo de los sectores y equipamiento que conectan, tienen un uso intensivo, por lo cual se han ido deteriorando y perdiendo. Siguiendo principios del urbanismo moderno, en el área cercana al economato se proyectaron espacios de uso público, como canchas y otros recintos de esparcimiento. Las numerosas áreas verdes fueron la primera gran intervención de espacio público en la ciudad. Posteriormente, en este conjunto se concretaron, de forma paulatina, otros equipamientos, como el Club de Empleados.

Conjunto Cooperativa
Obrera Inforsa Nacimiento (Coinac)
Figura 10
Conjunto Cooperativa Obrera Inforsa Nacimiento (Coinac)


Fuente: ilustración de P. Miranda, con base en información de los autores de la investigación

Las viviendas fueron construidas en un tipo de planta única, pero tienen terminaciones distintas. Las casas más económicas eran entregadas en obra gruesa y con las instalaciones funcionando, mientras que las viviendas de mayor costo se entregaban revestidas y con terminaciones de muros y piso (Cifuentes, 2012). Son viviendas básicas y pequeñas de 44,5 m2 que fueron pensadas para albergar una familia de cuatro personas. La población Coinac es un ejercicio de cooperación estratégica entre trabajadores e industria, impulsor del desarrollo del sector poniente de la ciudad, que logró generar un conjunto residencial consolidado.

En cuanto a los tipos arquitectónicos, se debe mencionar que para los casos de Facela y Papeles Bio Bio, la vivienda en hilera continua constituye la intervención arquitectónica más distintiva, debido a la organización habitacional estandarizada y seriada que traduce la imagen de la familia obrera aglutinada en un edificio continuo, sin distinción ni independencia social, lo que privilegia la imagen de lo colectivo. En cambio, para Julio Durán y Coinac ha prevalecido la vivienda pareada o aislada, que acentúa el sentido de la vivienda en propiedad, necesariamente con mayor aislamiento y realza la representación del bien familiar individual por sobre el conjunto colectivo.

Conclusión: valores urbanos de los enclaves habitacionales de la industria del papel

En cuanto a su gestión, los cuatro conjuntos residenciales responden a dos estrategias productivas diferentes: una es una opción de origen privado (recinto Facela y conjunto Papeles Bio Bio), y la segunda es mixta (conjuntos Coinac y J. Durán). En el primer modo, en ambos casos comparece una dependencia corporativa directa; y sobre los dos últimos –por su origen cooperativo– una autonomía espacial y de propiedad de la vivienda, lo que a mediados del siglo XX consolida el sueño de la casa propia como patrón ideológico de las políticas asociadas al Estado.

En relación a la interacción conjunto/ciudad, la mayoría de los conjuntos residenciales se construyeron extramuros de la ciudad tradicional. Tanto las poblaciones J. Durán y Coinac, como el recinto Facela, son proyectos fundacionales pero interiores, en los cuales el río Biobío es apenas un instrumento del sistema fabril, una dependencia del agua dulce como recurso territorial. El Conjunto Papeles Bio Bio es un proyecto colonizador del borde, donde el río juega un papel estructurador haciendo de límite del sistema industrial donde la población es parte componente. El río es límite y frontera, de percepción amplia y de escala descontrolada, potencialmente amenazante.

La morfología de las estructuras urbanas de los conjuntos habitacionales fue diversa. Los conjuntos Papeles Bio Bio y Facela dan cuenta de una estrategia industrial privada pero avalada por el Estado, que incluye el proyecto residencial como parte del ciclo productivo, ocupándose de construir recintos de autonomía relativa y limitada de notorio control socioespacial, en forma de enclaves. En cambio, la acción habitacional de Papelera Inforsa, probablemente por su origen como empresa mixta, despliega una acción constructora de ciudad con base en tejidos urbanos abiertos que tendió, posteriormente, a la coproducción del espacio residencial, lo que en el conjunto Coinac en Nacimiento se expresa claramente en el cofinanciamiento de urbanización y edificación.

Lo anterior se relaciona directamente con el tipo de tejido social que fomentan. En términos generales, se encuentran distintos tipos de construcciones: el enclave habitacional cerrado expresado en el impulso privado y paternalista de CMPC; la gestión cooperativa de producción de vivienda operaria, lideradas por los trabajadores de Inforsa, en la cual predomina la relación operario-gestor-propietario y conjuntos abiertos insertos o vinculados con el resto de la ciudad, subsidiados por la fábrica con apoyo del Estado. El tejido social va íntimamente relacionado con la concepción del espacio urbano, por lo que el primer tipo se desarrolla al interior del espacio productivo, omitiendo o regulando el contacto urbano; mientras que en el segundo tipo sobresale el interés por fundar tejido urbano abierto, de amplia cobertura espacial y poblacional.

Con respecto a las tipologías arquitectónicas del habitar obrero, en los cuatro casos analizados se detonaron nuevas periferias con innovadoras soluciones arquitectónicas y urbanas que interpretaron diversas formas de habitación contemporánea. El diseño de tres tipos edificatorios –aislado, pareado y continuo– tiene como trasfondo la estratificación política de mediados del siglo XX, a saber, clase baja, media y alta. La industria privada, en el caso de Papeles Bio Bio y FACELA, intenta corromper esta estigmatización a través de viviendas dignas organizadas entre articulaciones ambientales y funcionales en un espacio homogéneo cerrado, evidentemente dependiente de la industria. Se trata de soluciones residenciales que hacen de cada conjunto una pieza propia del engranaje industrial y productivo.

En términos generales, es posible consignar que la ideología empresarial imperante a mediados del siglo XX establecía un paternalismo industrial determinado en el hábitat residencial como forma de fidelidad productiva. Esta modalidad iba más allá de la mera forma privada de la gestión industrial sobre la habitación, la cual había tenido auge en la zona desde mediados del siglo XIX hasta comienzos del XX, y que parecía superada por la idea de que el trabajador era un componente más del aparataje industrial, para quien su hábitat era una determinante más de la organización espacial. En otras palabras, establecía que el trabajador, y por extensión su familia, era un factor componente del sistema productivo y que la calidad de su bienestar estaba en directa relación con el éxito empresarial.

También, grosso modo, puede señalarse que las experiencias de cooperativismo operario, en lo referido a la producción residencial vinculada a la industria del papel y la celulosa asentada en torno al río Biobío, posteriormente tuvieron una propagación en sus aplicaciones prácticas, motivada principalmente por el cambio de modelo político y económico impulsado por la dictadura chilena a partir de 1973, y por el “sueño de la casa propia”, instalado como discurso. Se alcanzaron alianzas colaborativas entre industria y trabajadores, determinadas por un interés colectivo emanado de los propios trabajadores de las empresas, precisamente cuando estas últimas comienzan abandonar su tuición habitacional. Estas experiencias tuvieron mayor aplicación hacia la década de 1970, no solo en la acción de los trabajadores de Inforsa en Nacimiento –población Coinac, Villa Maitenrehue y otras–, sino también en la de los operarios de Papeles Bio Bio, en el sector Candelaria de San Pedro de la Paz –Poblaciones Candelaria I y Candelaria II– o el emprendimiento de la Población W. Schultz, en Laja, la cual fue promovida por trabajadores de la papelera Facela. En todos los casos, estas alianzas entre trabajadores e industria contaron con importantes aportes de las empresas y del Estado.

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Notas

* Artículo de investigación
Resultado de los Proyectos de investigación Conicyt/PIA SOC 1403, “Patrimonio industrial: Formas de habitar colectivo en el sur de Chile. Aportes para su puesta en valor y recuperación integrada”; y Fondecyt regular 1171100 "Patrimonio en la conurbación costera de Concepción: un estudio de las experiencias participativas de uso y reapropiación del espacio industrial"; ambos financiados por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) de Chile.

1 Encontramos aquí dos momentos: el primero es el llevado a cabo por las políticas económicas del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), el segundo fue el proceso de Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), en el cual el Estado es –a través de la Corfo (Corporación de Fomento de la Producción)– el encargado de promover el desarrollo industrial, tanto el de carácter estatal como el de iniciativa privada.

2 Dicho trabajo se centró en los campamentos de Tierra del Fuego: Clarencia, Percy, Cullen, Sombrero y Manantiales.

3 La Corfo fue creada en 1939, es el organismo del Estado chileno encargado de impulsar la actividad productiva nacional.

4 Fundada en 1946 como una empresa de propiedad mixta conformada por Corfo y otros inversionistas.

5 Sociedad Anónima abierta creada por Decreto Supremo N.o 589 del 12.03.1920, producto de la fusión de las empresas productoras de papel Ebbinghaus, Haensel & Cía., y la Comunidad Fábrica de Cartón Maipú.

6 Empresa estatal chilena creada por Ley N.o 9618 del 19.06.1950, en el gobierno de Gabriel González Videla.

7 Diseñada con cuatro unidades vecinales, para 7500 habitantes cada una, con núcleos equipados con infraestructuras básicas, fundamentalmente educacionales. Contaba con un centro cívico que albergaba una variada cantidad de equipamiento que aseguraba su funcionamiento autónomo.

8 Entre los gestores destacan Ingo Junge, ingeniero químico (fundador del laboratorio de productos forestales de la Universidad de Concepción), Fernando Valenzuela, abogado, quién sería gerente general de la empresa, y de Julio Durán, diputado por la 21a Agrupación Departamental y luego senador por Biobío, Malleco y Cautín.

9 Constituida por escritura pública de 2 de abril de 1956 y autorizada por Decreto Supremo del Ministerio de Hacienda No 3931 del 22 de mayo de 1956. Inscrita en el Registro de Comercio de Santiago el 7 de junio de 1956.

10 Posteriormente, el recinto se abre desde que la municipalidad de Laja invirtió en una calle de acceso para vehículos, lo que significó que la reja fue retirada y el acceso permitido a todos los habitantes de la ciudad.

11 Llamado Cofacela, donde todos los trabajadores de la empresa, denominados papeleros, podían comprar y pedir a crédito

12 La empresa decidió demoler este espacio habitado esgrimiendo como razón una serie de argumentos tecnocráticos.

13 En 2014 se anunció el cierre del colegio de la CMPC, uno de los mejores de la provincia. En enero de 2015 trabajadores denunciaron que se vieron obligados a comenzar a desocupar las viviendas que eran de la empresa. Dicho año también cerró el Club de campo.

14 La empresa acepta, conformándose los fondos de la cooperativa, además de los mencionados bonos, por dos préstamos mutuos a la “Caja Isabel Riquelme” de Laja, y un préstamo de US$255.000 dólares al Banco Interamericano de Desarrollo. El acuerdo incluía que el “préstamo” por los bonos de vivienda otorgados serían pagaderos a 20 años, mediante descuentos mensuales del sueldo.

Notas de autor:

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: leperez@udec.cl

Información adicional:

Cómo citar este artículo: Pérez Bustamante, L., y Fuentes Hernández, P. (2019). Habitar colectivo en las riberas del Biobío. Enclaves residenciales de la industria del papel. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, 12(23). https://doi.org/10.11144/Javeriana.cvu12-23.hcrb

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