Fraccionamientos cerrados en los entornos segregados del Área Metropolitana de Guadalajara y sus experiencias espaciales*

Gated Communities in Segregated Environments of the Guadalajara Metropolitan Area and its Spatial Experiences

Complexos habitacionais fechados nos entornos segregados da Área Metropolitana de Guadalajara e suas experiências espaciais

Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, vol. 13, 2020

Pontificia Universidad Javeriana

Salvador Sevilla Villalobos a

Universidad de Guadalajara, México


Recibido: 03 Septiembre 2019

Aceptado: 22 Enero 2020

Publicado: 29 Diciembre 2020

Resumen: La globalización en los contextos latinoamericanos ha convertido a los fraccionamientos cerrados en uno de los negocios vinculados a la urbanización que mayor grado de rentabilidad tiene, al posicionar una red de residencias fortificadas particulares a partir de su adaptabilidad en los contextos históricos y socioculturales en los que se localizan. El avance en los estudios de estos entornos, sin embargo, limita a concebirlos como entidades que mantienen en su interior individuos en estado de enclaustramiento, ajenos del mundo público. Con la intención de evidenciar su existencia, particularidad como nuevo agente de la urbe y el grado de participación, el presente texto expone los comportamientos espaciales cotidianos de la población de uno de estos desarrollos inmobiliarios ubicados en la zona marginada del Área Metropolitana de Guadalajara, el fraccionamiento Jardines de San Rafael, al centrarse en explorar las relaciones multiescalares que influyen en que estos sean conformados.

Palabras clave:exclusión social, experiencias espaciales, fraccionamientos cerrados, globalización, movilidad social.

Abstract: Globalization in Latin American contexts has made gated communities one of the businesses linked to urbanization that has the highest degree of profitability, by positioning a network of private fortified residences based on their adaptability in historical and socio-cultural contexts in which They are located. The progress in the studies of these environments, however, limits them to conceiving them as entities that keep in their interior individuals in a state of cloisteredness, outside the public world. With the intention of evidencing the existence, its particularity as a new agent of the city and the degree of participation, this text exposes the daily spatial behaviors of the population of one of these real estate developments located in the marginal area of ​​the Metropolitan Area of ​​Guadalajara, the Jardines de San Rafael subdivision, by focusing on exploring the multi-scale relationships that influence their formation.

Keywords: gated communities, globalization, social exclusion, social mobility, space experiences.

Resumo: A globalização nos contextos latino-americanos transformou os complexos fechados em um dos negócios vinculados à urbanização com maior grau de rentabilidade, ao posicionar uma rede de moradias fortificadas particulares a partir da sua adaptabilidade nos contextos históricos e socioculturais nos que estão localizados. O avanço nos estudos destes entornos, no entanto, limita-se a concebê-los como entidades que mantém no seu interior indivíduos em estado de clausura, fora do mondo público. Com o intuito de demonstrar sua existência, sua particularidade como novo agente da urbe e grau de participação, o presente texto expõe os comportamentos espaciais cotidianos da população de um destes empreendimentos imobiliários localizados na zona marginalizada da Área Metropolitana de Guadalajara, o complexo Jardines de San Rafael, ao se focar em explorar as relações multiescala que influenciam sua conformação.

Palavras-chave: Exclusão social, experiências espaciais, complexos habitacionais fechados, globalização, mobilidade social.

Introducción

Actualmente, el estudio de los fraccionamientos cerrados en Latinoamérica se ha vuelto un tema en constante discusión, debido al éxito comercial que este tipo de complejos residenciales han mantenido por lo menos durante los últimos veinte años. Si bien la exposición de estos ambientes usualmente se atribuye al auge del modelo de libre mercado y la instauración de la globalización, la visión rígida y sin espacialidad con la que esta última suele ser concebida tiende a confluir en teorías generalistas acerca del comportamiento social y consecuencias deterministas de su instauración en los territorios.

Más allá de los cambios económicos y tecnológicos que de forma general son atribuidos a la globalización, debe entenderse que por su aplicabilidad a nivel mundial en escenarios per se desiguales, esta representa un modelo definido por una multitud de relaciones políticas a diversas escalas -mundiales, estatales, regionales y localizadas- que participan en la construcción de espacios locales diferenciados, resultado de la relación dialéctica cotidiana entre subjetividades y estructuras, usos y costumbres. En este sentido, las condiciones de las urbanizaciones cerradas, como elementos de una ciudad, no solo responden a modelos arquitectónicos y funcionales para su construcción, sino que se adaptan a las condiciones socioespaciales de los territorios en los que son instaurados, situación que refleja espacio-temporalidades particulares.

Se puede entender a la espacio-temporalidad como el “movimiento y la comunicación a través del espacio, a la extensión geográfica de las relaciones sociales, y a nuestra experiencia de todo ello” (Massey, 2012, p. 114), en resumidas cuentas, a la posibilidad de acción/movilidad que las relaciones políticas multiescalares de una realidad se le otorga un espacio local diferenciado por la globalización -desde los estados-nación hasta las geografías corporales-, a los escenarios dispuestos para llevar a cabo la vida cotidiana, a los comportamientos espaciales.

En este sentido, a través de supuestos de las geografías posmodernas en la construcción de espacios por procesos de estructuración, el documento parte de la idea de que los fraccionamientos cerrados son parte y consecuencia en la construcción de espacio-temporalidades específicas de los sujetos que interactúan en sus perímetros, únicas en la historia de las ciudades y particulares a cada localización específica; en primer lugar, al formar parte de procesos de adaptabilidad del mercado inmobiliario/financiero en los territorios ante la búsqueda incesante de generación de renta y en segundo, al involucrar en ellos dadas sus particularidades, estratos poblacionales caracterizados por el fomento al consumo global y la persistencia de procesos históricos de exclusión al habitante externo.

Para ello, se centra la atención en el fraccionamiento Jardines de San Rafael, una célula residencial de acceso restringido, ubicada en una de las zonas segregadas al oriente del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), al representar un estudio innovador que busca explorar los estratos sociales de complejos residenciales en esta situación marginal de la ciudad, pero, sobre todo, abonar a la comprensión de los comportamientos interterritoriales que caracterizan a la vida cotidiana en las complejas ciudades metropolitanas del siglo XXI.

Metodología

El fenómeno se estudió bajo un enfoque cualitativo y exploratorio para el caso de la ciudad, se realizó una metodología de investigación enfocada en la comprensión de las espacio-temporalidades de los habitantes de un caso de estudio típico (Giménez Montiel y Heau Lambert, 2014), el fraccionamiento Jardines de San Rafael en Tonalá, Jalisco. Las técnicas de recolección de datos indagan acerca de los comportamientos espaciales cotidianos, de los que se acepta, son la expresión de la espacio-temporalidad o la exposición de la relación dialéctica entre distribución espacial de los recursos y las identidades locales.

Con el anterior fin, la investigación se centró en 2 estrategias de análisis de datos, la primera de ellas refiere al trabajo de documentación, enfocado al análisis histórico del proceso de conformación espacial del AMG, con énfasis hacia la formación de la red de urbanizaciones cerradas en la urbe y la compresión de identidades locales a través de la ubicación en la ciudad y la participación en los procesos de marginalización de la misma; se elaboró, además, cartografía temática para comprender la distribución desigual de recursos en la ciudad -sistema de plazas comerciales, espacios verdes, red vial, núcleos de producción terciarizados, marginación, entre otros- y la interacción con los habitantes del fraccionamiento.

La segunda estrategia se enfoca en los identitarios y rutinas del caso de estudio, se aplicaron encuestas cualitativas (Jansen, 2013) bajo criterios de cuota a partir de la edad y el sexo -30 encuestas de 60 reactivos, 16 mujeres y 15 hombres, todos ellos mayores de edad por su capacidad de movilidad en la ciudad- con el principal propósito de documentar la jornada cotidiana, sumado al trabajo de observación directa participante y no participante -de los meses de enero a junio del año 2018-, con el objeto de reafirmar las actividades rutinizadoras (Lindón, 2004) y comprender aspectos particulares de las identidades de esta célula residencial a partir de la percepción espacial. Para ello, se diferenciaron dos escalas primordiales: las dinámicas en el espacio público y comercial en la ciudad en primera instancia; y el espacio doméstico y las relaciones al interior del fraccionamiento como la segunda.

El fraccionamiento cerrado y su situación en el contexto mexicano

Debe entenderse que, si bien el fraccionamiento cerrado no tiene origen a la par de las dinámicas de la globalización (Castillo Rodríguez, 2016), los contextos latinoamericanos han cobrado especial relevancia a partir de que las políticas estatales se abrieron a la participación de la iniciativa privada, pues parte sustancial de ello es el accionar del capital privado y el marketing inmobiliario en los usos de suelo de proyección urbana dispuestos por las entidades estatales.

El fraccionamiento privado, fraccionamiento cerrado, urbanización cerrada o gated community, entre otros nombres recibidos a lo largo de diversas latitudes en el mundo, es una forma de producción residencial en parcelas de suelo que privan la intervención estatal dentro de ella (Ickx, 2002), por lo general de carácter monofuncional habitacional de densidades bajas, en situación de enclaustramiento a razón de la delimitación de fronteras físicas, y que por lo regular mantienen un control de acceso o guardias de seguridad.

Si bien, en un principio esta modalidad de vivienda surgió como una forma de residencia en los suburbios -como una tendencia marcada por el agotamiento de las ciudades industrializadas-, su éxito como producto conllevó a la génesis de fraccionamientos con estos principios a diversos estratos sociales. De esta forma, lo que en un principio representó un esquema característico de las élites sociales a través la venta de exclusividad, protección, bienestar y distinción, se volvió un modelo de construcción en serie con objetivos de generación de renta, al ofrecer alternativas a través del diseño de fraccionamientos cerrados de alta densidad para la clase media y baja (Borsdorf, 2002; Cabrales Barajas, 2006).

Estas células habitacionales, a las que Roitman acertadamente denomina “falsas urbanizaciones cerradas” (Roitman, 2016, p. 16), por la característica de ofrecer estatus social y mejores condiciones de vivienda en contextos carentes de infraestructura y amenidades, han aprovechado especificidades socioculturales impregnadas en las subjetividades latinoamericanas que han repercutido en su innegable éxito comercial y a que en la actualidad sean una de las opciones predilectas de creación inmobiliaria, tanto por privados, como por la sociedad y el Estado.

De acuerdo con Castillo Rodríguez (2016), este modelo de ciudad -las gated communities de clase alta- ha encontrado su mayor exposición a lo largo de las metrópolis estadounidenses. Al enunciar a autores estudiosos en esa nación como Davis, Mckenzie, Blakely y Gail, el autor llega a la deducción de que estos destacan en la región desde la década de los setenta, a la par de la entrada del modelo neoliberal, aunque la vivienda en el suburbano comienza casi hacia finales de la guerra civil en el país.

La diferencia con las ciudades latinoamericanas con alta presencia de fraccionamientos cerrados radica en las condiciones que han provocado el florecimiento de estos entornos. Si bien en ambos casos la exclusión social es el principal propulsor que condiciona a buscar entornos residenciales vigilados, los fenómenos que causan a este sentimiento difieren entre sí; para el caso norteamericano, Castillo Rodríguez (2016) destaca condiciones raciales que impulsaron a las clases privilegiadas dirigirse a los suburbios -aunado el surgimiento y creciente dependencia al automóvil-, mientras que en Latinoamérica, destaca la percepción de la inseguridad social como el primordial condicionante de ello (Prada Trigo, 2011; Vidal-Koppmann, 2014).

Se puede decir que el éxito de las urbanizaciones cerradas en Latinoamérica1 es consecuente con una amalgama perfecta entre la situación física de las urbes por la imposición de diversos modelos de desarrollo -en el que la globalización encuentra lugar actualmente- e identidades locales surgidas de la política de consumo, exclusión y privatización, mismas que confluyen como una resolución ideal de abrigo a las realidades conflictivas en las que residen.

Por un lado, las urbes son extensas áreas caracterizadas por la distribución desigual de la renta y alta concentración de capital en función de la dinámica de las ciudades-globales2, condición que fomenta la exposición de escenarios de marginación y miseria que posicionan a estos modos de vivienda como los óptimos (Calonge Reíllo, 2013; Camus, 2015). Esto, de la mano con la cultura de consumo (Bauman, 2003), posibilita la adquisición de status, y genera las condiciones capaces de integrar a los participantes del proyecto urbano a las dinámicas globales. En este sentido, los fraccionamientos cerrados son la “expresión territorial de la privatización del espacio, del encerramiento y aislamiento sociourbano, adoptados como un estilo de vida globalizado” (Ciccolella y Mignaqui citados en Galaviz Mosqueda et al., 2014, p. 53).

Por otro, resalta la persistencia de valores coloniales en las subjetividades sociales, caracterizadas por estamentos basados en la posición socioespacial con respecto a los principales centros y pivotes de sus entornos, los que proyectan a los sectores pormenorizados por la modernización económica como elementos de riesgo. En este contexto, la urbanización cerrada representa una escapatoria a los entornos de inseguridad de la ciudad marginada y del ethos socialmente penado, situación de la que el mercado inmobiliario se ha aprovechado para hacer de estas condiciones un argumento perfecto de marketing (Vidal-Koppmann, 2014).

Más allá de que sus contextos físicos promuevan la fragmentación urbana, desvanezcan el tejido social y recreen problemáticas de importancia para los sectores urbanísticos, consecuencias hacia su exterior provocadas por su construcción (Castillo Rodríguez, 2016; Duhau, 2011; Hidalgo Dattwyler et al., 2003; Janoschka, 2002; Pfannenstein et al., 2017). Para el presente texto, las condiciones en la región que promueven la situación de encerramiento en un fraccionamiento cerrado, las nuevas identidades globales reconformadas por el modo de vida globalizado y las relaciones al interior/exterior de este fomentan un comportamiento espacial diferenciado de cualquier otro existente en la ciudad postindustrial, imprescindible de abordar al representar el surgimiento de estos estratos como nuevo actor político de la sociedad y la economía.

De esta forma, se debe entender que la condición de autoexclusión que el residente de la gated comunnity -sea esta de cualquier estrato socioespacial- ha adoptado como el ideal, es también aquella que “trae implícita la concepción de la ciudad como un espacio caótico, inestable, descontrolado e inseguro del que es necesario autoexcluirse como alternativa de autoprotección” (Galaviz Mosqueda et al., 2014, p. 54), alimentando así un sentido de paranoia que se ve nutrido mediante el desconocimiento del otro o de lo otro, de lo desconocido que no se busca explorar, de la incertidumbre.

Las condiciones de aislamiento social, de la mano con las nuevas transformaciones globales en las ciudades, como lo son la dinámica de suelo, y la redistribución de sitios de consumo y producción, configuran nuevas experiencias espaciales y singulares identidades caracterizadas por la condición espacio-temporal de la que las políticas multiescalares disponen en cada espacio local (Swyngedouw, 2013), al comprender que ellas recrean escenarios diferenciados de concentración/segregación de renta, distantes y fragmentados, que exigen una rutinización de experiencias marcadas por la interconexión y la movilidad constante.

Al igual que el contexto latinoamericano, los entornos mexicanos evidencian la adaptabilidad de políticas neoliberales a contextos socioculturales específicos (Hidalgo Dattwyler y Janoschka, 2014; Prada Trigo, 2011). Para el éxito de las gated communities, Cabrales diferencia tres principales factores que contribuyeron a su posicionamiento en las grandes ciudades: la imposibilidad estatal de garantizar derechos ciudadanos básicos, una carencia normativa en planeación territorial rebasada por las condiciones de libre mercado y la imposición de este modelo de ciudad como el ideal y principal (Cabrales Barajas, 2006).

Este tema ha sido abordado principalmente desde la parte académica, al respecto Castillo Rodríguez reconoce que los sitios de mayor producción documental se centran en las ciudades de Puebla, Culiacán, Nogales, Tijuana, Ciudad Juárez, Guadalajara, Toluca y Ciudad de México (Castillo Rodríguez, 2016, p. 3); estos suelen enfocarse en la descripción histórica de conformación urbana y los condicionantes estructurales que han incidido en su proliferación, donde se presta una mayor atención a aquellos característicos de las clases medias y altas, el modelo gated community de élite.

La revisión bibliográfica, sin embargo, lleva a considerar que se tiene información reducida en cuanto a las condiciones en las falsas urbanizaciones cerradas o fraccionamientos cerrados populares dirigidos a los estratos medio-bajos. Para el caso de la ciudad de Guadalajara, autores como Camus (2015), Ruiz Velazco Castañeda (2005), Calonge Reíllo (2013), y Roitman (2004) se sumergen en las dinámicas espaciales de urbanizaciones cerradas élite, donde reconocen la necesidad de incorporar las dinámicas existentes en estos entornos particulares de las áreas marginales; no existen, sin embargo, referentes que den cuenta de las dinámicas espaciales que de estos sitios presentan.

Si bien García Peralta (2010), así como Rodríguez Chumillas (2006) y Pfannenstein et al. (2017) tratan aspectos macroescalares que dan razón del surgimiento de esta tipología residencial en los contextos segregados de la ciudad, no exploran cómo la política sociocultural de exclusión latente en las subjetividades de estos entornos influye en sus prácticas cotidianas, formas de vivir la ciudad, y percepciones, e incentivan a la creación de nuevos estamentos en la urbe tapatía.

Así, al formar parte de las ciudades latinoamericanas, el AMG representa un escenario global único consecuente con una división regional de recursos -desigual a través de la relación norte-sur global-, que configura un heterogéneo espectro físico en el que las urbanizaciones cerradas -diferenciadas entre sí debido a esta división regional- juegan un papel fundamental, pues además de representar un hábitat común en la red residencial de la ciudad, confieren en sus perímetros habitantes con ideales de segregación coloniales que se envuelven en las dinámicas de privatización y consumo globales, diferenciados entre sí a través de espacio-tiempos particulares.

El Área Metropolitana de Guadalajara, estratificación espacial y nuevas identidades cotificadas

La ciudad de Guadalajara en el estado de Jalisco ha sido desde su formación, en el año de 1542, un centro importante por sus características geográficas, pues es capaz de enlazar regiones del norte y del sur global, así como de conectar estados de América, Asia, Europa y Oceanía. Desde sus inicios se encargó de diferenciar a sus élites de la clase obrera y marginada, sustentándose principalmente por la disgregación de aspectos raciales, comportamientos y tradiciones.

Apoyados en la geografía a través de la división natural del río San Juan de Dios -hoy en día, conocida como Calzada Independencia-, la ciudad ha mantenido una marcada división de clases entre el hemisferio carente, segregado y conflictivo del oriente y el modernizado, central y desarrollado del Poniente (Camus, 2012, p. 215).

Pese a lo anterior, Guadalajara mantuvo un crecimiento poblacional discreto hasta finales de la primera mitad del siglo XX, donde cae en una inercia de industrialización, inclusión de políticas de desarrollo y nuevas estrategias de modernización (Arias, 2000; Cabrales Barajas, 2000; Núñez Miranda, 1998, 2011; Tello Díaz, 2014). En este sentido, la segunda mitad del siglo XX representó cambios significativos en el orden de la ciudad tapatía. Resultado de las condiciones anteriormente mencionadas, se obtiene al habitante un millón en el año 1964 (Cabrales Barajas, 2010), justo a la par de su proceso de metropolización, en donde el boom demográfico, las relaciones comerciales prexistentes y la división estamental tradicional integraron progresivamente a los primeros municipios: Zapopan, San Pedro Tlaquepaque y Tonalá (Lara y Mateos, 2015).

Hasta esta época, la ciudad se caracterizó por la inclusión de políticas benefactoras a favor de la construcción de vivienda popular, en primer lugar, provocada por la promoción masiva de regularización de suelo de origen irregular en las crecientes periferias (Núñez Miranda, 2007), que ante la incapacidad estatal de dotar de servicios básicos para llevar a cabo la vida, crearon escenarios precarios e inaccesibles; por otro lado, por la responsabilidad estatal de la generación de vivienda de interés social.

Lo anterior fomentó la génesis de distinciones sociales, incluso entre la población segregada de la ciudad; criterios espaciales, económicos y culturales sirvieron como detonantes para la instauración de nuevas divisiones sociales que formulaban en los idearios de los habitantes la figura del poblador segregado, inadmisible. El ciudadano rezagado de Guadalajara se ha creado entre la condición constante de ascenso social hacia el poniente de la ciudad y el repudio a los nuevos escenarios segregados, visión que permea los nodos de concentración financiera-global contemporánea.

Pese a que en esta temporalidad, las políticas económicas benefactoras persistían, la influencia del libre mercado y sus repercusiones socioeconómicas eliminaron la inercia espacial física oriente-poniente y estructuraron nuevos espacios de fomento a la división social; la descentralización industrial hacia la periferia sureste -ante la búsqueda de creación de polos de desarrollo-, la dinámica de consumo basada en nodos comerciales que tuvo origen con la inauguración de Plaza del Sol en 1964 (Núñez Miranda, 2007) y la influencia creciente del suburbanismo norteamericano significaron sus detonantes.

De acuerdo con Cabrales Barajas y Canosa Zamora (2002), el año de 1967 registra la construcción de la primera urbanización cerrada de estilo campestre en la metrópoli, situación que enuncia la génesis de una dinámica creciente de asentamientos de estas características e incentiva a la creación de escenarios heterogéneos de compartimento espacial entre residentes de clase alta y baja -dentro y fuera de la célula residencial-. No obstante, y de acuerdo la visión de Camus, son “las nuevas formas de habitar la ciudad en condominios cerrados que han irrumpido especialmente desde la década de 1990” (Camus, 2012, p. 192) las que han tenido mayor relevancia en los procesos de estratificación social.

Los años noventa representaron la integración oficial del estado Mexicano a las políticas de libre mercado mediante el Tratado de Libre Comercio (Borja y Castells, 2002); ello, tal y como se ha expuesto, trajo consigo una serie de reformas legislativas a escalas nacionales, estatales y locales que han repercutido en las condiciones actuales de la metrópoli Jalisciense.

Se pueden destacar dos aspectos inerciales a esta integración, que han influenciado de forma drástica en la formación de la ciudad, el primero de ellas es la despreocupación estatal por la creación de vivienda al otorgar el control total de la producción de la misma a privados (Arias, 2000; Cabrales Barajas, 2000; Lara y Mateos, 2015); segundo, la creación de políticas estatales en el año 2000 que fomentan a la génesis masiva de vivienda (Núñez Miranda, 2014), esto “en aras de lograr mayores índices de desarrollo y reducir aquellos indicadores mundiales vinculados a la pobreza y la marginación” (Sevilla Villalobos, 2019, p. 105).

La ciudad de Guadalajara en el siglo XXI se ha caracterizado por la producción desenfrenada de vivienda en sus diversas tipologías que, aunado a las formas previas de producción inmobiliaria ad-hoc a las condiciones locales de cada territorio en la metrópoli, configuraron un extenso mosaico espacial de estructuras diferenciadas espacial, histórica y socialmente.

Marginación en el Área Metropolitana de Guadalajara a través de la Calzada Independencia
Figura 1.
Marginación en el Área Metropolitana de Guadalajara a través de la Calzada Independencia


Fuente: elaboración propia con base en el Consejo Nacional de Población (2017) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010)

Actualmente, el AMG se encuentra conformada por nueve municipios3, mismos que acorde la dinámica de las ciudades globales y la competitividad territorial necesaria para participar en los procesos de la globalización, juegan un papel específico para hacer de esta unidad urbana un nodo relevante para la economía financiera global. Como se muestra en la figura 1, las relaciones políticas multiescalares, suscitadas a lo largo del proceso de conformación metropolitana, han reubicado los centros financieros y comerciales de la ciudad hacia su poniente -justo en la anterior ciudad modernizada, los sitios de bajo nivel de marginación-, por contraparte al oriente que se vuelve la representación de monofuncionalidad residencial.

La dinámica financiera, la inercia del suelo en tiempos neoliberales (Muñoz, 2008), las nuevas formas de hiperconsumo (Bauman, 2003), la redistribución espacial inequitativa de la renta y la persistencia de procesos de acumulación por desposesión (Harvey citado en Scahill, 2018), conllevaron a la construcción de sitios específicos en donde el tipo global de residencia -que ya se ha expuesto, posiciona a la urbanización cerrada-suburbana como el modo ideal de vida global- ha constituido limitados espacios de desarrollo, donde destacan los municipios de Guadalajara y Zapopan como aquellos encargados de llevar a cabo la actividad financiera e industrial de la metrópoli (Partida, 2014).

Estas islas de bienestar en la ciudad, definidas así por Ruiz Velazco Castañeda (2005), al seguir las dinámicas de las ciudades en la globalización, recrean una inercia de espacios cada vez más excluidos de las actividades globales. En este contexto, las urbanizaciones cerradas forman parte de esta dinámica y se distribuyen -sin dejar de lado la base de autosegregación- de forma jerárquica a partir de estas relaciones globales.

Al ser un monopolio exitoso para los contextos del AMG, los cotos, concepto surgido del término Cautus (Camus, 2015), y que tiene origen en la metrópoli tapatía para referirse a las urbanizaciones privadas, han creado una compleja red capaz de desenvolverse en heterogéneas condiciones locales de la urbe. Al considerar la dinámica de la competitividad territorial actual, debe asumirse que el mercado inmobiliario ha logrado recrear cotos para cada una de las identidades del AMG; más allá de las tradicionales urbanizaciones cerradas suburbanas de élite, la globalización ha creado en la metrópoli tapatía un amplio espectro de viviendas fortificadas que han repercutido en la creación de nuevas identidades únicas en el contexto mundial, dada a la posición social oriente-poniente persistente en la subjetividad del residente.

Si bien, diversos autores reconocen la existencia de este tipo de falsas urbanizaciones cerradas en los entornos de la metrópoli Tapatía (Calonge Reíllo, 2013; Camus, 2015; Ruiz Velazco Castañeda, 2005), se puede destacar un análisis descriptivo más profundo al realizado por Pfannenstein et al. (2017). De acuerdo con lo mostrado por los autores, el siglo XXI representa un incremento en las tasas de crecimiento de las urbanizaciones cerradas. Así, al referenciar un total de 2722 urbanizaciones para el año 20154, crean una tipificación particular de gated communities que evidencia dos extremos en el AMG; por un lado, la persistencia superficial de la urbanización cerrada de lujo -42,18% del total de cotos se encuentran en esta categoría-; y, por el otro, la presencia cada vez mayor de fraccionamientos de clase media baja, 35,36% de las superficies totales corresponden a células semicerradas y de interés social (Pfannenstein et al., 2017).

Al analizar los anteriores datos en su comportamiento espacial, estos se adhieren a los supuestos expresados con anterioridad acerca de la reconfiguración física de la ciudad global y la incidencia de políticas de privatización y exclusión: en el AMG las urbanizaciones de restringido acceso

dirigidas a clases medias y altas tienen una clara tendencia a mantenerse cerca de los fraccionamientos de lujo, y así poder aprovechar la plusvalía que generan, mientras que los fraccionamientos de interés social se concentraron en la parte este y sureste del área metropolitana, situación que va de la mano a la inercia de la ciudad-global y la expulsión de los no deseados. (Pfannenstein et al., 2017, p. 178)

El conocimiento del comportamiento socioespacial de la ciudad de Guadalajara, acompañado del análisis espacial del fenómeno de las gated communities y su diversificación, lleva a considerar ya no solo que Guadalajara muestra “condiciones que permitan la gentrificación de la ciudad” (Hidalgo Dattwyler y Janoschka, 2014, p. 17), sino que las políticas multiescalares en la urbe que condicionaron la proliferación de este modelo residencial, y las cuales a través de su éxito comercial se posicionan como el “ícono urbano del privilegio y un buen símbolo de poder” (Camus, 2015, p. 14), han creado escenarios socioculturales diversos a partir de condiciones espaciales, temporales y económicas específicas.

De esta forma, pese a que los residentes de los cotos de Guadalajara tienen como propulsores de su situación la política de exclusión, la sensación de inseguridad social en los espacios públicos y la búsqueda de ascenso social, los procesos de conformación, diferenciación oriente-poniente y localización en la ciudad recrean identidades cotificadas diferenciadas entre sí, que se construyen y reconstruyen a través de las condiciones que el sistema de libre mercado y la inercia de la globalización predisponen para la metrópoli tapatía.

La red de urbanizaciones cerradas en el AMG representa un complejo mosaico de entidades en donde residen individuos con un proceso de formación subjetiva diferenciados entre sí -además de las condiciones superestructurales que condicionaron a la formación misma del coto-, lo que evidencia que estas deben ser tratadas de forma específica y exhaustiva hacia la creación de un verdadero análisis estos entornos residenciales.

Los análisis descriptivos de las urbanizaciones cerradas llevan equivocadamente a tan solo crear idearios generales respecto esta tipología de vivienda, que confluyen hacia la percepción del habitante del coto como una persona non grata para los participantes del mundo público de la ciudad; más allá de las repercusiones urbanísticas de los cotos en el AMG, debe entenderse que el habitante de estos sitios es a la vez víctima de un sistema de relaciones políticas que convergen y lo localizan en esa situación de enclaustramiento.

Ante este contexto, el presente documento evidencia -basado en las experiencias de los fraccionamientos de lujo- que pese a obedecer a la lógica del marketing inmobiliario y las políticas neoliberales de suelo urbano, la posición espacial de un fraccionamiento dirigido a un estrato social de clase media-baja-espectro no estudiado de esta red en el AMG, los cotos en zonas segregadas de la urbe- representa la tenencia de elementos identitarios únicos; y, por tanto, espacio-temporalidades diferenciadas por la búsqueda dispar del involucramiento a la globalidad.

Las prácticas espaciales del fraccionamiento Jardines de San Rafael

De acuerdo con el trabajo de Sevilla Villalobos (2019), debe considerarse al fraccionamiento Jardines de San Rafael como una urbanización cerrada ubicada en el oriente del AMG, en la zona urbana del municipio de Tonalá, uno de los sitios de mayor marginación de la metrópoli, y que cuenta con 255 viviendas diferenciadas en 3 modelos diversos, dirigidas a sectores de clase media-baja. El hacinamiento, las circunstancias de la vivienda y las condiciones espaciales que su localización le supone se vuelven los principales elementos a considerar para catalogarlas de tal manera (figura 2).

Viviendas en el fraccionamiento Jardines de San Rafael
Figura 2.
Viviendas en el fraccionamiento Jardines de San Rafael


Fuente: elaboración propia (2018)

A manera de síntesis, se puede particularizar a la población de este nicho residencial como una de clase asalariada -abogados, profesores, administrativos, entre otros oficios- con prestaciones sociales -en su mayoría mujeres-, con un alto grado de preparación académica -más del ochenta por ciento rebasa la educación superior-, biparental en su mayoría y con un promedio de dos hijos, provenientes de sitios céntricos excluidos ciudad -colonias populares de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá-, y que muestran una marcada dependencia a la presencia cibernética, la movilidad continua y el empleo de automóvil, con un promedio de uno por familia.

Tal y como se ha ahondado a lo largo del presente documento, los procesos de conformación de la ciudad-global traen consigo una serie de cambios estructurales que han conformado en el coto Jardines de San Rafael, espacio-temporalidades diferenciadas de los diversos estratos sociales con los que conviven; en primer lugar, al pertenecer a una dinámica de autoexclusión, vida suburbana y diferenciación social como lo es la urbanización cerrada; y, en segundo, al mantener en sus subjetividades una inercia de segregación al habitante del oriente de la ciudad, del residente marginado e incapaz de subsistir en la globalidad.

De esta forma, a pesar de desarrollarse en un contexto espacial que históricamente se ha caracterizado por la persistencia de la marginación -el territorio de Tonalá-, las identidades de los sujetos entrevistados revelaron que estos tienden a percibir espacios afines a una lógica de vida modernizada; las prácticas cotidianas llevadas a cabo por algunos habitantes del fraccionamiento en estudio revelan la constante búsqueda de integración a la cultura global a partir del consumo y reproducción de la vida suburbana, prácticas espaciales únicas y diferenciadas tanto de los estudios creados en los contextos segregados (Arias, 2010), como de los contextos de mayor grado de bienestar en la ciudad.

Si bien implica un análisis superficial, estos comportamientos espaciales han sido analizados en dos grandes esferas, las cuales, en conjunto y codependencia, componen al ciclo de acciones rutinizadoras (Lindón, 2004) que conciertan a las jornadas cotidianas de la vida global: la vida productiva y el contexto doméstico.

El recurso temporal y la vida productiva

De acuerdo con Igarza (2009), el recurso temporal de la jornada de los individuos del mundo occidental suele ser consumido por las acciones que conllevan al sostenimiento de la economía, de las que destacan aquellas vinculadas a la producción y la generación de renta, las educativas y la satisfacción del ocio. A diferencia de los cotos tradicionales de élite, los cuales tienen a su disposición la mayor cantidad de equipamientos y servicios posibles -consecuente a la plusvalía de suelo-, la configuración espacial del AMG obliga a que los habitantes del coto San Rafael lleven la ejecución de jornadas caracterizadas por los flujos interterritoriales y la alta demanda de recurso temporal.

De los 30 habitantes del fraccionamiento que fueron entrevistados, 26 de ellos consideran utilizar más de 10 horas de su tiempo del día para llevar a cabo sus responsabilidades diarias, este tiempo se ve acrecentado a medida que las responsabilidades de trabajo no remunerado se hacen presentes -cuidado de los hijos, responsabilidades de cuidados a padres que no residen en el mismo domicilio, trabajo de cuidado personal-, situación en la que el análisis con perspectiva de género otorga un papel trascendental y que merece todo un debate al respecto.

En este punto, lo importante a destacar es el papel que ha jugado el proceso de financiarización de la ciudad para reconfigurar los flujos cotidianos a los nodos productivos; la condición espacial del fraccionamiento Jardines de San Rafael en el oriente segregado conlleva a que los desplazamientos a los centros laborales sean más extensos y diversificados que otros estratos de la ciudad. Contrario a los flujos hogar-trabajo documentados para la comprensión de las identidades de sujetos de clase social baja que laboran en la maquila electrónica (Ramos Esquivel, 2015) o los recorridos diarios a razón del comportamiento tradicional católico de las personas de estratos sociales élite (Calonge Reíllo, 2013), los habitantes del coto revelan nuevos comportamientos y movimientos a lo largo de la ciudad, que los posicionan como parte de un nuevo proceso estamental.

El grado de preparación académica de los entrevistados, mismo que va de un nivel medio-superior hasta superior, posiciona a su desarrollo en los principales centros de producción de la ciudad, acorde a la ciudad-global; la diferencia con los estratos de la cúspide social radica en que la flexibilización del sistema productivo actual y la imposibilidad de emular a plenitud el modo de vida suburbano-porfiriano de la ciudad (Camus, 2012) condiciona la formación de geometrías en la urbe más extensas en tiempo y espacio, mayormente planificadas a razón del núcleo familiar -ante la tenencia de 1 automóvil y el promedio de 2 hijos- y con un mayor número de actividades a realizar. En este punto, nuevamente los roles biopolíticos del género juegan un papel fundamental.

En la construcción de geometrías de la ciudad llevadas a cabo por los habitantes de Jardines de San Rafael, se evidencia además la influencia de la política de exclusión y una latente identidad global caracterizada por el repudio al individuo no sujeto a los procesos de privatización de bienes. De esta forma, pese a que las dinámicas de la ciudad-global y los procesos de urbanalización en el AMG (Muñoz, 2008) comienzan a disponer espacialmente a los actores del coto de alternativas de producción, consumo y recreación más accesibles -espacial y económicamente-, los procesos de conformación identitarias condicionan una afinidad hacia los principales centros de la ciudad al poniente, que pese a ser más distantes, representan la interconexión con las inercias globales y cibernéticas.

Lo anterior puede ser reafirmado en la figura que evidencia la distribución espacial de plazas comerciales y espacios públicos verdes (figura 3), ya que en esta se puede demostrar que pese a que el AMG ofrece una vasta oferta de equipamientos públicos e incluso de plazas comerciales con servicios acordes con las exigencias globales de consumo -centros comerciales y tiendas de autoservicio, bancos, franquicias de alimentos, espacios de esparcimiento, entre otros-, estos se decantan hacia localizaciones que exponen un grado de vinculación a la vida modernizada.

Principales centros de consumo de los habitantes del fraccionamiento Jardines de San Rafael
Figura 3.
Principales centros de consumo de los habitantes del fraccionamiento Jardines de San Rafael


Fuente: elaboración propia con base en el Instituto Metropolitano de Planeación (2018) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010, 2018)

El caso de los espacios públicos de esparcimiento no es distinto, las sesiones en campo demostraron que las condiciones en las cuales estos equipamientos se encuentran están por debajo de las expectativas de la lógica modernizadora de capital, que las evidencian como elementos descuidados, deteriorados e incluso en estado de abandono. Al seguir la lógica de consumo global, a pesar de mantener una vecindad próxima hacia los sitios de residencia -un parque se encuentra a aproximadamente a 200 metros-, los habitantes que fueron entrevistados consideran inseguros y feos/desagradables a los espacios públicos que los rodean.

Lo anterior se ve reforzado ante la imagen de inseguridad que el fraccionamiento Jardines de San Rafael obtiene de su entorno inmediato, el efecto de enclaustramiento causado por vivir dentro de murallas, sumado a los procesos de historicidad que han consolidado al municipio de Tonalá como un territorio de la metrópoli pobre, rezagado, segregado y, sobre todo, peligroso, ocasionan la predilección del habitante del coto hacia los centros globales que sus recursos -temporales, espaciales, culturales y económicos- le posibilitan.

En este sentido, se puede concluir que los comportamientos espaciales de los habitantes del Fraccionamiento Jardines de San Rafael, ubicados en el municipio de Tonalá, se caracterizan por ser extensos en tiempo, dependientes al transporte privado, con múltiples nodos en los espacios productivos de la ciudad, programados a la par del núcleo familiar y en función que el modo de vida global, compuesto por el consumo, la privatización y la constante expulsión al no integrado a estas políticas posibilita, condiciones diferenciadas para sus homólogos en el área poniente de la ciudad.

El mundo semiprivado del coto y el contexto doméstico

La condición de las jornadas cotidianas posiciona a que los habitantes del coto se encuentren la menor parte de su tiempo en sus sitios de residencia. Incluso el considerar que los comportamientos espaciales se conforman de manera compartida y multinodal lleva a dar por hecho que, en las jornadas diurnas, el paisaje dentro del coto tiene una impresión de inactividad y soledad perceptible a primera impresión, pues su uso queda rezagado a tiempos limitados de actividad en las últimas horas del día.

Los tiempos de mayor actividad en el fraccionamiento fluctúan entre las 6:00 y 8:30 horas por la mañana, y las 18:00 y 20:00 horas para la tarde, horarios que representan, por un lado, lapsos cortos de inactividad en entornos del fraccionamiento y, por otro, que estas actividades sean realizadas en horarios oscuros que incrementan la percepción de inseguridad de los entornos vecinos.

De esta forma, el fraccionamiento que en el lapso de promoción inmobiliaria fue ofertado como un espacio amurallado verde y limpio, seguro y suficiente como para garantizar una multifuncionalidad de servicios y equipamientos, una extensión más del entorno doméstico del hogar; en la ejecución de actividades diarias representa un espacio de contigüidad entre los sitios inseguros de la Tonalá segregada y el espacio privado dentro del hogar.

Las áreas comunes dentro del fraccionamiento Jardines de San Rafael suelen ser aprovechadas en los reducidos horarios de actividad, en su mayoría por niños y un mínimo número de padres que ejecutan actividades de monitoreo y cuidado, ya que gran parte de tiempo de ocio es utilizado en actividades en el ciberespacio al interior del hogar. Si bien este comportamiento es similar para los cotos de élite, debe reconocerse que para los últimos el condicionante de estas acciones se vuelve el comportamiento social permisible, donde destaca el caso de la mujer ociosa como una de las identidades diferenciadas en estos sitios (Camus, 2012), mientras que para los habitantes de San Rafael se vuelve una de las reducidas alternativas a desarrollar.

Es posible destacar de forma general dos elementos importantes que influyen en la manera diferenciada en cómo los habitantes de Jardines de San Rafael viven el contexto de su limitado espacio local; en primer lugar, al notar que las actividades se limitan a ser realizadas al interior del hogar -situación diversificada a razón de los roles de género-, lo que se sustenta en los procesos de formación y distribución espacial desigual de la renta en la ciudad. Contrario a posición de los fraccionamientos cerrados de lujo, la percepción de vulnerabilidad en el espacio segregado condiciona la movilidad y vuelve a la movilidad interterritorial la principal condición cotidiana, pues la actividad global se representa en los territorios centrales del AMG.

El segundo punto destaca las principales actividades que son realizadas en los contextos del hogar, en donde se puede evidenciar cómo, a pesar de carecer de recursos espaciales físicos inmediatos para llevar a cabo las actividades de inclusión a la vida global, la alternativa del ciberespacio es capaz de inmiscuirse en mundo doméstico, y de monopolizar y volver acto de privatización una necesidad tan indispensable como el hedonismo. La vida plena global en los contextos segregados representa pasar el tiempo sujeto a una plataforma intangible, en la que se consume y comercializa la vida doméstica, mientras se espera la llegada de un nuevo día.

Conclusiones

Como se ha expresado, la globalización como modelo de disputas multiescalares lleva a considerar que es capaz de crear contextos espaciales particulares en el sistema mundial; situación que, ante las dinámicas causadas por la inercia de las ciudades-globales, influye drásticamente en los contextos latinoamericanos, al crear no solo urbes segregadas por la dinámica de suelo, sino comportamientos espaciales únicos y diferenciados por los nuevos hábitos de producción, consumo y esparcimiento impuestos por esta política de escalas y los modos de vida global que resultan de ello.

En este sentido, las urbanizaciones cerradas en el contexto mexicano, y particularmente el AMG, son un reflejo de estas nuevas dinámicas. La integración del estado mexicano a las políticas de libre mercado y su éxito como producto residencial las ha proyectado como el modo ideal de vida ante los contextos globales de privatización y del incremento de la percepción de inseguridad en los escenarios públicos. Esta situación, no obstante, no omite los procesos de adaptabilidad sufridos para localizarse en un sitio estratégico de la ciudad, y fomenta la creación de una red de cotos desemejantes física, económica, histórica, cultural, social y espacialmente, en la que residen identidades en las que la exclusión tradicional del habitante rezagado se mantiene latente.

El análisis de los comportamientos espaciales del fraccionamiento Jardines de San Rafael, coto localizado en Tonalá, una de las áreas segregadas de la ciudad, representa tan solo un reducido espacio local del heterogéneo espectro social que compone a las urbanizaciones cerradas en la metrópoli Tapatía; sin embargo, es posible presenciar diferencias con los fraccionamientos de élite, en los que los comportamientos espaciales empleados para llevar a cabo sus procesos de cotidianidad dejan de lado a la continuidad espacial y vinculación social, y se representan en recorridos interterritoriales impulsados por una política de exclusión y la incesante búsqueda de integración global, situación que a la vez evidencia la necesidad de realizar estudios particulares para cada espacio-temporalidad cotificada.

Lo que se pretende destacar con este apartado es -en contraposición a los paradigmas actuales urbanísticos que anteponen modelos generales para la génesis de la ciudad sobre la comprensión particular- que el factor geográfico juega un papel indispensable en los procesos que regulan el bienestar; los comportamientos espaciales que la globalización ha impuesto mediante sus espacio-tiempos para las urbanizaciones cerradas en los territorios segregados del AMG pormenorizan la calidad de vida al emular un modelo de jornada que, si bien se ha adaptado, no ha sido diseñado para territorios excluidos de la ciudad-global.

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Notas

* Artículo de investigación científica y tecnológica
Artículo resultado de la tesis Los lugares en la globalización: género y ocio en el fraccionamiento Jardines de San Rafael en el municipio de Tonalá, Jalisco, 2008-2018, del Posgrado de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Maestría en Desarrollo Local y Territorio (MDLT), realizada de enero de 2017 a marzo de 2019.

1 Considerando a sus ciudades como producto directo de cambios estructurales impuestos por las dinámicas económicas ocurridas en primer mundo (Sassen, 2003; Vargas Hernández, 2005).

2 Término acuñado por Sassen (2003), en el que se hace mención que las ciudades en la globalización sufren procesos de reconversión y jerarquización a razón de la principal actividad económica del mundo: la financiera.

3 Guadalajara, Zapopan, San Pedro Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco de Zúñiga, El Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos y Zapotlanejo, en orden de indexación a las dinámicas metropolitanas.

4 Al respecto, Ickx (2002) menciona que para el año 2000, se tenían en la ciudad 150 unidades de este tipo.

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: s.sevilla@outlook.com

Información adicional

Cómo citar este artículo: Sevilla Villalobos, S. (2020). Fraccionamientos cerrados en los entornos segregados del Área Metropolitana de Guadalajara y sus experiencias espaciales. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, 13. https://doi.org/10.11144/Javeriana.cvu13.fces

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