Los modelos urbanos CIAM en las universidades colombianas, 1945-1960*

CIAM Urban Models in Colombian Universities, 1945-1960

Os modelos urbanos CIAM nas universidades colombianas, 1945-1960

Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, vol. 14, 2021

Pontificia Universidad Javeriana

Giaime Botti a

The University of Nottingham, China


Recibido: 20 Enero 2020

Aceptado: 21 Septiembre 2020

Publicado: 30 Diciembre 2021

Resumen: Este artículo examina la introducción y la difusión de los modelos y las teorías CIAM en las facultades de arquitectura de las universidades colombianas desde las primeras experimentaciones en Bogotá —legibles en paralelo a unos proyectos urbanos de arquitectos formados fuera de Colombia—, hasta la llegada de los “expertos” internacionales —Le Corbusier, Sert, Wiener and Breuer—, quienes a través de sus actividad ayudaron a definir el marco para la difusión y consolidación de las practicas CIAM en las universidades. Basándose en fuentes de archivo y hemerográficas, este artículo documenta un variado corpus de proyectos de estudiantes que muestran una clara asimilación de los principios (zoning funcional, separación de tráfico), instrumentos (grille) y conceptos (centro cívico, unidad vecinal) elaborados por los CIAM. Una mirada más cercana, sin embargo, prueba que esta recepción tomó las formas de un “undiluted borrowing” (Stephen Ward), una rápida pero acrítica asimilación de ciertos elementos, en este texto etiquetados como “ortodoxamente” CIAM, mientras las posiciones críticas al interior de los mismos congresos, como las del Team X, pasaron básicamente inadvertidas en Colombia.

Palabras clave:Historia de la planeación, diseño urbano, enseñanza de la arquitectura, Colombia, América Latina.

Abstract: This article examines the introduction and spreading of the CIAM models and theories in the schools of architecture in Colombian universities from the first experimentation in Bogotá —that can be read parallel to some urban projects by architects educated abroad— to the arrival of international “experts” —Le Corbusier, Sert, Wiener and Breuer—, who helped to define the framework for the consolidation and spreading of CIAM practices in the universities. Based on archive and newspaper sources, this article presents an assorted corpus of student projects showing a clear appropriation of principles (functional zoning, traffic separation), instruments (grille) and concepts (civic center, neighborhood unit) produced by the CIAM. However, a closer look does prove that their appropriation was in the form of an “undiluted borrowing” (Stephen Ward), a quick but acritical comprehension of some elements “orthodoxly” labelled herein as CIAM. Notwithstanding, the critical stances in the same congresses, like the one by Team X, were virtually unnoticed in Colombia.

Keywords: history of planning, urban design, teaching of architecture, Colombia, Latin America.

Resumo: Este artigo examina a introdução e difusão dos modelos e teorias CIAM nas faculdades de arquitetura das universidades colombianas desde as primeiras experimentações em Bogotá —legíveis em paralelo com alguns projetos urbanos de arquitetos formados fora da Colômbia—, até a chegada dos “especialistas” internacionais —Le Corbusier, Sert, Wiener e Breuer—, que através das suas atividades ajudaram a definir o quadro para a difusão e consolidação das práticas CIAM nas universidades. Baseando em fontes de arquivo e hemerográficas, este artigo documenta um corpus variado de projetos de alunos que mostram clara assimilação dos princípios (zoning funcional, separação de tráfego), instrumentos (grade) e conceitos (centro cívico, unidade vicinal) elaborados pelos CIAM. Um olhar mais atento, no entanto, prova que essa recepção tomou as formas de um “undiluted borrowing” (Stephen Ward), uma rápida, mas acrítica assimilação de certos elementos, neste texto rotulado de “ortodoxamente” CIAM, enquanto as posições críticas ao interior dos próprios congressos, como as do Team X, passaram basicamente inadvertidas na Colômbia.

Palavras-chave: Historia do planejamento, design urbano, ensino da arquitetura, Colômbia, América Latina.

Introducción

La introducción de una práctica de planeamiento moderno en línea con las ideas de los CIAM en Colombia ha sido asociada a dos eventos. En primer lugar, los trabajos de la promoción de 1945 de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, desarrollados bajo la tutoría de Carlos Martínez y Jorge Arango (Arango, 1989); en segundo lugar, la asignación del encargo para el Plan Piloto de Bogotá a Le Corbusier en 1947 y la asesoría al Plan de reconstrucción de la ciudad costera de Tumaco a la firma Town Planning Associates de Paul Lester Wiener y Josep Lluís Sert. El mismo Plan de Bogotá, luego desarrollado en detalle por Sert y Wiener en forma de Plan Regulador (Hernández Rodríguez, 2004; Tarchópulos, 2006; Cortés Solano, 2007; O’Byrne Orozco, 2010), así como los planes de Medellín (Schnitter Castellanos, 2007) y Cali (Espinosa Restrepo, 2006), elaborados por los mismos, han atraído un gran número de investigaciones que proporcionan hoy un exhaustivo conocimiento sobre estos casos. Otros estudios han mostrado de qué manera la introducción de una práctica de planeación moderna encontró su primera formulación concreta ya en 1945 en algunos proyectos de Jorge Gaitán Cortés, que asumían algunos de los últimos planteamientos de Sert (Goossens, 2014).

En este artículo el término “planeamiento moderno CIAM” y la formula “modelos CIAM” utilizada en el título se refieren, ante todo, a la teoría de la “ciudad funcional”, desarrollada durante los años treinta, y definitivamente formulada con la publicación de las dos versiones de la “Carta de Atenas”, una década después (Sert, 1942; Le Corbusier, 1943). Un acercamiento teórico debatido en particular en el CIAM 4 “The Funcional City” de 1933, y alimentado por los ejemplos prácticos del Plan Macià de Barcelona dirigido por Josep Lluís Sert y Josep Torres Clavé en 1932, y del plan de Cornelis van Eesteren para Ámsterdam de 1933. Los principios del zoning según las “cuatro funciones” (habitar, trabajar, cultivar el espíritu y el cuerpo, circular) y la separación de los flujos de circulación peatonal de la vehicular, y más tarde el sistema de jerarquización vial, se destacan como elementos fundamentales de este acercamiento (Mumford, 2000). A nivel formal, el uso de la formula “planeamiento moderno CIAM” indica también una composición urbana hecha de objetos aislados, generalmente de forma regular y repetida, a menudo levantados del suelo a través de pilotis, para una composición geométrica sobrepuesta a un espacio concebido como un continuum (Rowe y Koetter, 1982). Además, el uso de este término implica una referencia al método comparativo de la “Grille CIAM”, elaborado en 1947 por Le Corbusier y el Ascoral, y a conceptos que se desarrollaron en la segunda posguerra, como los de unidad vecinal[1] (Sert, 2015) y centro cívico, en el marco del debate lanzado por Giedion, Sert y Léger sobre la “nueva monumentalidad” y luego la “síntesis de las artes” (Mumford, 2000).

De tal manera, el presente estudio pretende enfocar su mirada en las facultades de arquitectura de diferentes universidades colombianas, muchas de ellas establecidas en la década de los cuarenta, y mostrar las modalidades a través de las cuales los modelos CIAM entraron en las escuelas, remplazando en poco tiempo viejas maneras de concebir el urbanismo, hasta hacerse dominantes. En particular, se han individuado tres etapas para definir este proceso: un primer momento de cambio (1945-1946), limitado a la facultad de Bogotá, en el cual por primera vez se desarrollaron una serie de proyectos que mostraban una clara ruptura con los modelos anteriores, dominantes tanto en la universidad como en la práctica; una segunda etapa (1947-1951) durante la cual estas prácticas se difundieron en las facultades de arquitectura de Medellín y Cali gracias a la presencia de Le Corbusier, Sert y Wiener, y de algunos arquitectos en constante contacto con ellos; por último, el periodo de la definitiva consolidación de tales formas de concebir la ciudad durante los cincuenta (1952-1960), década que concluyó la experiencia misma de los CIAM después del encuentro de Otterlo de 1959, y que marcó la consolidación de un enfoque de la planeación, más orientado hacia lo económico.

A nivel teórico, explicando los procesos de transferencia de ideas en la planeación, Stephen Ward (2000) reconoce tres principales preocupaciones que han ocupado los investigadores: los mecanismos de difusión, generalmente identificables en el papel de específicos actores e instituciones; la transformación en términos de adaptación que sufren las ideas y las prácticas; y las causas de tal difusión. En este estudio, se mirará antes que todo a los mecanismos de difusión de las ideas de la planeación CIAM, mostrando el papel de determinados actores en este proceso. En un primer momento, se destacan agentes locales que habían entrado en contacto directa o indirectamente con ideas y protagonistas del debate contemporáneo sobre la planeación. En un segundo tiempo, se mira al papel de los “expertos” internacionales, palabra que delinea el paso en términos de autorepresentación de los arquitectos, de vanguardia de “artistas” a “expertos confiables” (Liernur, 2004). Siempre en el ámbito de la investigación de los mecanismos de difusión, este artículo se centra en lo ocurrido en una particular tipología de institución, que tiene como fin la producción y la transmisión del conocimiento: la universidad. O, más precisamente, las universidades colombianas en las cuáles en estas décadas se establecieron las primeras facultades de arquitectura. En cuanto a las transformaciones o “hibridaciones” (García Canclini, 1990) de las ideas a lo largo de un proceso de trasferencia y asimilación, aquí se mostrará la presencia de una cierta “ortodoxia” en la recepción de los contenidos. Una tipología de transferencia que, para volver a la terminología de Ward, podría quedar explicada con la fórmula del “undiluted borrowing”, un préstamo acrítico y sin substancial reelaboración (Ward, 2000). Con esta lectura no se quiere poner en duda ni el valor de específicos proyectos, ni el papel de algunos arquitectos —que a lo contrario fueron fundamentales en actualizar e integrar la practica local en el debate contemporáneo—, aún menos se quiere sugestionar que la producción arquitectónica de la época siguiera los mismos caminos. Sin dudas, el enfoque de este artículo queda limitado al ámbito de la planeación y, aún más específicamente, a las prácticas difundidas en las universidades, siendo estas los lugares privilegiados de debate y transferencia de conocimiento, y los centros en los cuales varios arquitectos activos en las prácticas de planeación también desempeñaban cargos de docencia.

Para llegar a tales conclusiones, esta investigación está respaldada por una extensa bibliografía secundaria y un amplio sistema de fuentes primarias. Entre estas, en primer lugar, hay que destacar la hemerografía de la época: revistas especializadas como Proa y periódicos universitarios como DYNA y Pórtico, respectivamente de la Escuela de Minas y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, o Universidad Pontificia Bolivariana, de la homónima institución en Medellín, proporcionan informaciones fundamentales para conocer los proyectos de grado de los estudiantes y los términos del debate en las escuelas. Por otro lado, en algunas bibliotecas y archivos universitarios se han encontrado no solamente algunas tesis inéditas, sino también documentos que ayudan a conocer el cuadro de la enseñanza en tales facultades. Finalmente, algunos proyectos de arquitectos de la época, a menudo publicados en estas mismas revistas, ayudan a definir una imagen clara sobre la práctica local en el periodo, facilitando así la construcción de un marco sobre las posiciones de los docentes y la producción de los estudiantes.

La ruptura con el pasado, 1945-1946

Desde su fundación en 1936 y hasta 1944, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, la enseñanza del urbanismo quedó en las manos del austriaco Karl Brunner, urbanista bien conocido en toda América Latina, y figura ajena a los planteamientos funcionalistas de los CIAM (Almandoz, 2006; Hofer, 2003). En 1945, a raíz de un encargo a Brunner en otra ciudad de Colombia, este fue remplazado por Carlos Martínez y Gonzalo Samper2, el primero formado en el Institut d’urbanisme de la Université de Paris, y principal vocero de Le Corbusier en Bogotá, el segundo en la University of Michigan.

El mismo año, Carlos Martínez y Jorge Arango, hace poco regresado de una pasantía en Harvard, tomaron la dirección de los trabajos de grado de la Facultad. Es entonces que un grupo de estudiantes, bajo la tutoría de los dos, elaboró las primeras visiones de una transformación radical del centro de Bogotá, según los principios del urbanismo de los CIAM. En el primer número de la revista Proa, fundada en 1946 por los dos arquitectos, bajo el dicente título “Para que Bogotá sea una ciudad moderna”, se publicaron los proyectos de los estudiantes, que, en palabras de uno de ellos (Burbano, 1987), unían las escalas de la arquitectura y del urbanismo, y proponían una transformación del centro histórico colonial a partir de las nuevas necesidades impuestas por el tráfico vehicular. En estos trabajos —de la Ciudad del Empleado, de Enrique García, a la reconstrucción de la Carrera 6. de Pablo Lanzetta— se podía notar un diseño basado en grandes bloques aislados que rompía con la morfología tradicional de la ciudad. Aún más claro era el proyecto de Edgar Burbano para la Carrera 6., publicado en el mismo número de la revista: a partir de los croquis se aprecian largos bloques apoyados sobre pilotis, que se independizan de la malla vehicular de acuerdo con la lógica de la separación de los flujos de circulación. Antes de llegar a Proa, los proyectos fueron exhibidos en los salones de la Biblioteca Nacional (Sociedad Colombiana de Arquitectos, 1945), en un evento que puede ser considerado como la primera muestra pública de una visión de total ruptura con las formas urbanas tradicionales. Es importante notar, además, que estos proyectos, al involucrar diferentes cuadras de la ciudad, asumían una escala anteriormente no prevista en los trabajos de los estudiantes. Una rápida mirada a la revista de las facultades de Ingeniería y Arquitectura, en la cual se publicaron en los años anteriores varios trabajos de talleres y de tesis grado, puede fácilmente probarlo.

Mientras tanto, en la revista Proa aumentaba la presencia de proyectos urbanísticos de corte moderno. La presentación de la Ciudad del Periodista en Río de Janeiro, de Pablo Camargo, fue utilizada por Carlos Martínez (1946) como pretexto para criticar la edificación de baja densidad dominante en Bogotá. Poco más tarde, un equipo conformado por el mismo Martínez, Enrique García, José J. Angulo y Luz Amorocho presentó un ambicioso plan de reurbanización del centro de la capital en formas radicalmente nuevas (Amorocho et al., 1946) (Figura 1). Más aún, en este periodo, algunos jóvenes arquitectos, en mayoría de formación norteamericana, empezaron a desarrollar planes de claro corte CIAM. Jorge Gaitán Cortés, Jaime Nieto Cano, Álvaro Ortega y Gabriel Solano diseñaron, entre 1945 y 1946, el plan maestro de la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga, en palabras de Maarten Goossens (2014), el “primer ejercicio de urbanismo en Colombia que aplica recursos modernos como los edificios en altura para liberar espacio a nivel de suelo, la separación de flujos vehiculares y peatonales y la zonificación por usos”. Los mismos Gaitán, Ortega, Solano y otros presentaron poco más tarde otro proyecto en formas parecidas: la Ciudad del Empleado (número 7 de Proa, de 1947).

Plan de reurbanización del centro de Bogotá
Figura 1
Plan de reurbanización del centro de Bogotá


Amorocho et al. (1946).

Fuente: Amorocho et al. (1946).

De tal manera, a la fatídica fecha de 1947, año de la primera visita de Le Corbusier, en Colombia ya se habían desarrollado varios planes que no solamente mostraban una clara apropiación de la estética internacional de los bloques aislados elevados sobre pilotes, sino también recogían las formas más generales de asentamiento propias del urbanismo de los CIAM y los principios de zonización funcional y separación de tráfico. Así que a la llegada de los “expertos” internacionales, los que se podrían considerar “pioneros” —por ejemplo, Jorge Gaitán— ya había puesto en práctica las ideas de los maestros europeos. Después del proyecto de la Universidad Industrial de Santander y de la Ciudad del Empleado, Gaitán fue también encargado, por el Instituto de Crédito Territorial, del plan maestro del barrio Muzú, demostrando una sensibilidad en el diseño que anticipaba muchos de los anhelos para una escala más humana que pronto surgirían en los CIAM (Goossens, 2014).

Mientras tanto, al interior de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional en Bogotá, a pesar de los cambios, las líneas en el ámbito del urbanismo quedaban variadas. Por un lado, de acuerdo con las fichas del Fondo Historia Laboral, del Archivo Central Histórico de la Universidad Nacional de Colombia, se registraba la presencia de docentes de formación norteamericana, como Jorge Gaitán (entre 1944 y 1946), Álvaro Ortega (en 1946), Gabriel Solano (en 1946 y 1949) y Jorge Arango (en 1945-1946) entre otros, así como la de Carlos Martínez hasta 1947. Su importancia en este sentido ha sido subrayada, sobre todo, por sus llamados desde las páginas de Proa a una práctica moderna de urbanismo en línea con los planteamientos de los CIAM (Mondragón López, 2010). En un artículo en particular, publicado bajo el seudónimo de Eupalinos (1946), Martínez manifestaba claramente la nueva dimensión del urbanismo, que ya definía “regional” e introducía la palabra “planificación”, haciendo también referencia al programa del curso de Planning de Harvard. Y también Jorge Arango (1946) no se olvidaba de contar, en la misma revista, sus impresiones de viaje sobre las obras de la Tennessee Valley Authority. Sin embargo, en este mismo periodo en la Facultad se registraban posturas diferentes (Botti, 2019): desde la de Leopoldo Rother, nunca encargado de un curso de urbanismo, pero influyente a través de sus clases de teoría que mostraban los modelos de las ciudades jardín inglés y de las siedlungen alemanas, hasta Karl Brunner y Santiago Esteban de la Mora, arquitecto español, cuyo acercamiento casi “sittiano” al urbanismo se vio bien reflejado en su posterior libro Planeamiento versus arquitectura (de la Mora, 1952).

Los “expertos” internacionales y la difusión de una nueva práctica, 1947-1951

En el junio de 1947, Le Corbusier pisaba por primera vez el suelo colombiano entre una muchedumbre de estudiantes de arquitectura en fiesta. Invitado por el alcalde Fernando Mazuera Villegas, al principio de 1949 firmaba un contrato para la elaboración del Plan Piloto de la capital (O’Byrne Orozco, 2010). Poco tiempo antes, Josep Luis Sert había empezado su labor de consultor del Ministerio de Obras Públicas para la reconstrucción de la ciudad costera de Tumaco, arrasada por un incendio en 1946. En este proyecto de reconstrucción, liderado por Jorge Gaitán, participaron muchos arquitectos de la primera promoción de la Universidad Nacional: Luz Amorocho, Edgar Burbano, Fernando Martínez, Eduardo Mejía, Gonzalo Samper y Hernán Vieco. En el plan, la ciudad fue dividida en tres zonas: el puerto, el centro cívico y una unidad vecinal. Junto con la ya mencionada Ciudad del Empleado, esta representó el primer ejemplo en Colombia (Goossens, 2014) de unidad vecinal a la manera delineada por Sert en Can Our Cities Survive? (1942). Las obras del puerto se concluyeron en 1952, y las de la primera cuadra residencial ya en 1950 (Schnitter Castellanos, 2007).

Mientras tanto, en 1948, la Alcaldía de Medellín contrató a la firma Town Planning Associates TPA de Sert y Wiener para la elaboración del Plan Regulador de la ciudad, que fue entregado en el febrero de 1950. Este previó la creación de grandes sectores residenciales conformados por unidades vecinales de 5500-6000 habitantes con servicios comunales para más unidades y una banda de verde lineal dotada de equipamientos urbanos que se sumarían a los del centro cívico, concebido como una extensión del centro histórico (Schnitter Castellanos, 2007). Poco más tarde, la firma TPA fue contratada también para el Plan Piloto de Cali, gracias a la intermediación del arquitecto y consejero municipal Alfonso Caicedo (Espinosa Restrepo, 2010).

En el octubre de 1947, también Marcel Breuer, amigo de Jorge Arango, Álvaro Ortega y Gabriel Solano —todos pasados por Harvard—, y también conocido de Jorge Gaitán, viajó a Bogotá, quedándose cuatro semanas y trabajando como consultor del Ministerio de Obras Públicas3 (Marcel Breuer Digital Archive, 1949a). Su objetivo era conseguir el encargo del Plan Piloto de la ciudad, por el cual recibió el respaldo de Solano y Gaitán en frente a la Sociedad Colombiana de Arquitectos y la Sociedad Colombiana de Ingenieros (Marcel Breuer Digital Archive, 1948). Después de este momento, Breuer permaneció a la espera, pero los sostenedores de Le Corbusier se revelarán más influyentes:

Corbusier, Wiener and Sert, their friends and admirers finally got for them the so-talked about, masterplan of Bogota. After a year and a half of intrigue, or shall we say diplomacy, they, at least, have reached their goal. I wonder how this peculiar team is going to work. I hope, they will be more efficient than the office of the master plan of Buenos Aires, which I saw. (Marcel Breuer Digital Archive, 1949b)

De tal forma, si la introducción de las ideas de ascendencia CIAM se remonta a la actividad de algunos arquitectos colombianos de formación internacional, la siguiente consolidación de estas ideas y su transformación en prácticas universalmente reconocida al interior del campo disciplinar se puede adscribir a la labor conjunta de estos arquitectos y de los mencionados “expertos” internacionales entonces activos en el país. Una colaboración efectiva en los entes públicos de planeamiento, pero que, sin embargo, mostró prontamente sus reflejos en el trabajo de los profesionales colombianos, y en las facultades de arquitectura que al final de los años cuarenta ya se habían establecido en varias ciudades4.

Las revistas de la época ayudan a encuadrar el debate y las prácticas en el campo del planeamiento en las universidades, mostrando tanto las ideas conocidas y debatidas a través de textos de Le Corbusier o de comentarios sobre él5 y otros arquitectos cercanos a los CIAM, como los proyectos inspirados de tales prácticas. Fernando Martínez y Eduardo Mejía6 dirigieron proyectos de corte típicamente CIAM para la promoción de 1950 de la Facultad de Arquitectura de la UNC de Bogotá (Proa, 1951). Los asentamientos industriales de Paz de Río y Belencito fueron concebidos por los estudiantes como conjuntos residenciales para trabajadores alrededor de dos centros cívicos. El primero (Figura 2) de estos centros fue diseñado en formas bastantes cerradas en torno a una plaza cuadrada; el segundo, en forma más articulada (Figura 3), con varias plazas y una mayor complejidad volumétrica resultante de edificios de diferentes alturas, generalmente elevados sobre pilotes (Figura 4).

Proyecto de Centro Cívico para Paz de Río
Figura 2
Proyecto de Centro Cívico para Paz de Río


Promoción de 1950, Facultad Nacional de Arquitectura. (1951).

Proyecto de Centro Cívico para Belencito
Figura 3
Proyecto de Centro Cívico para Belencito


Promoción de 1950, Facultad Nacional de Arquitectura.

Proyecto de Centro Cívico para Belencito
Figura 4
Proyecto de Centro Cívico para Belencito


Promoción de 1950, Facultad Nacional de Arquitectura.

El mismo año, un grupo de estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (Faciolince et al., 1950a, 1950b) presentó un trabajo de grado con objeto de articular el proyecto del Plan Piloto de la ciudad de Caldas en el Departamento de Antioquia. El trabajo se abría con dos epígrafes de Le Corbusier y presentaba amplias referencias a la “Grilla CIAM” y la “Carta de Atenas”7 como guías para el proyecto. De acuerdo con el principio del zoning, las residencias estaban organizadas en tres unidades vecinales, dos de las cuales eran para trabajadores, mientras que el comercio ocupaba el área central en conexión con el centro cívico. Basándose en lo publicado en la revista Universidad Pontificia Bolivariana, no es posible conocer mucho más que unas tipologías de edificación de clara estética internacional. El desarrollo del proyecto, además, pudo probablemente contar con alguna crítica por parte de Sert, al cual fue mostrado (Rodríguez et al., 1950).

Ambos proyectos muestran claramente la nueva escala de trabajo requerida a los estudiantes para sus proyectos de tesis. En este sentido, es clara la diferencia al comparar estos con los de la primera parte de los años cuarenta, como ya se señalaba en referencia a lo publicado en Ingeniería y Arquitectura. Cartas del decano Eduardo Mejía —otro profesional formado en Harvard después de estudios en la University of Pennsylvania— muestran la voluntad de acercarse a la escala de la planeación regional y de afrontar los problemas reales del entero territorio nacional, utilizando informaciones de primera mano provenientes de los censos nacionales:

En la parte concerniente a Urbanismo se efectúan trabajos sobre actuales problemas colombianos, con todo el acercamiento posible a la realidad. Por ejemplo, en la actualidad se están adelantando estudios sobre tres regiones de Colombia, a cuál más interesantes: 1) El trapecio Amazónico, con su problema humano, industrial, y económico. 2) El Puerto de Barranca, comprendiendo toda la región petrolera correspondiente. 3) El Municipio de Vianí, como estudio de su transformación social, económica. … Para llevar a feliz término estos trabajos, se requiere un profundo conocimiento de la región desde todos sus aspectos. Es decir, lo que comprende, Geografía, Física, Geografía Humana Medio ambiente e Historia. (Archivo Central Histórico de la Universidad Nacional de Colombia [ACHUNC], 1948b)

También el sucesor de Mejía en la decanatura, Hernando Pinzón Isaza, había cruzado estudios de especialización en urbanismo y construcción en Inglaterra entre 1947 y 1948, estudiando en la Universidad de Durham con Joseph Stanley Allen, una importante figura del urbanismo inglés que allí fundó el Departamento de Planeación Urbana y Regional, exactamente en 1947. En el informe sobre su estancia, Pinzón presentaba su experiencia de estudio, que incluía cursos en planeación urbana y rural, estudios de caso sobre los planos de Londres, Coventry, Birmingham, Exeter, Plymouth y West Hartlepool; visitas a industrias de producción de viviendas prefabricadas y en asentamientos así construidos. El colombiano notaba que los problemas de la reconstrucción eran los mismos de hace cincuenta años, pero ahora se afrontaban de acuerdo con las “cuatro funciones”:

Hoy no se ha planeado para obtener un llamativo dibujo sobre una hoja de papel, siguiendo ejes de simetría o formando círculos y semicírculos, o trazando avenidas radiales alrededor de un monumento o de una catedral; se ha proyectado para el hombre que vive y trabaja en la ciudad, con una lógica relación entre el hogar y el lugar de trabajo; se ha proyectado para proporcionar una vida alegre e higiénica a una población acomodada dentro de ciertos límites, con un coeficiente de densidad adecuado y en una área donde los principales factores no solo son aire, luz, belleza, espacio y verdura; sino la seguridad del peatón, el libre movimiento de los vehículos y la eficacia y rapidez de los transportes. (ACHUNC, 1949b)

El informe se concluía con algunas sugerencias, incluida la idea de instituir una facultad de urbanismo en la universidad, y de enviar otros arquitectos a estudiar estos temas en Inglaterra (ACHUNC, 1949b).

Volviendo a los proyectos estudiantiles antes mencionados, cabe destacar un segundo hecho. En ellos se aprecia la homogeneidad de herramientas —“Carta de Atenas”, “GrilleCIAM”— y la reproposición de elementos —unidad vecinal, centro cívico— típicamente CIAM. Si a todo esto se suma la estética de las tipologías arquitectónicas que acompañan las propuestas, los resultados son unos planes “ortodoxamente” CIAM. Préstamos acríticos para volver a usar la terminología de Stephen Ward, aún más porque, si es cierto que temas del debate de la posguerra como lo del centro cívico entraron en el discurso, en cualquier caso, parecen haberlo hecho de manera muy superficial. La reflexión sobre la “síntesis de las artes” —para Giedion y Sert un tema a estrictamente relacionado a lo del centro cívico— en Colombia, a diferencia de otros países latinoamericanos, quedó bastante alejada del debate, aunque obviamente no fue desconocida. Carlos Arbeláez Camacho —delegado CIAM desde 1946 para Colombia, según algunos, y director de la Oficina del Plan Regulador de Bogotá entre 1950 y 1952 (Salcedo, 1980)—, por ejemplo, en su curso de Introducción a la Arquitectura en el año preparatorio de la carrera no olvidó el tema, como prueba su programa:

  1. 1) Relación entre la Arquitectura contemporánea y la anterior … 2) Relación entre la Arquitectura, la Sociología y el Urbanismo … 3) Vivienda colectiva … 4) Relación entre la Arquitectura y las artes plásticas … 5) Monumentalidad … 6) El arquitecto ante la sociedad. (ACHUNC, 1949a)

  2. 2) De hecho, las conexiones directas con los CIAM se fortalecieron en ocasión del evento de Bérgamo en 1949, cuando, a raíz del contemporáneo desarrollo del Plan Piloto de Bogotá, la delegación colombiana contó con Jorge Arango, Alberto Iriarte, Fernando Martínez, Herbert Ritter (entonces jefe de la Oficina para el Plan Regulador de Bogotá), Francisco Pizano de Brigard, Bruno Violi, José Weissberger, además de Rogelio Salmona y Germán Samper, listados como estudiantes franceses (APB-1). Después de Italia, con 15 delegados, Francia, Reino Unido y Suiza con 12 y Holanda con 9, Colombia fue así el país con más participantes, primero entre los vecinos latinoamericanos. En cambio, en el CIAM de Hoddesdon en 1951, participó solamente Germán Samper (APB-2), aunque en la prensa colombiana también hizo el nombre de Hernán Vieco (Laguado, 1951), que en estos años residía en París. En este evento, Le Corbusier y Sert presentaron los respectivos planes para Bogotá y Medellín (Mumford, 2000). Mientras tanto, en la recién fundada Universidad de los Andes, la Facultad de Arquitectura, dirigida por Jorge Gaitán, empezaba sus labores de acuerdo con un plan de estudios que, según Carlos Martínez (1949), habría sido sometido a discusión en el CIAM de Bérgamo. En una entrevista, Álvaro Ortega, docente en la Facultad, subrayaba la importancia de la planificación general “como elemento coordinador de todos los esfuerzos” (Proa, 1950).

A nivel de organización de la enseñanza, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, alrededor de 1946 el pénsum preveía tres cursos de urbanismo, respectivamente, al tercer, cuarto y quinto año (ACHUNC, 1946). Más tarde, con la reforma de Eduardo Mejía en 1948, la enseñanza de la materia se integró en los talleres de proyecto ya desde el segundo año (ACHUNC, 1948a), con un enfoque hacia la planeación regional. En todo esto, la Facultad, a pesar de una constante referencia a los modelos académicos norteamericanos, seguía concibiendo a la formación del arquitecto en manera amplia e integral. Así se escribía en una memoria de 1945:

En efecto, la Facultad de Arquitectura aspira a formar a un Arquitecto constructor, es decir un diseñador desde el punto de vista artístico capaz al mismo tiempo de calcular una obra. Además, se aspira a formar también al urbanista. Ahora bien, estas tres actividades se suelen considerar en los Estados Unidos como especialidades separadas. …. Luego, en definitiva, el plan que se propone mantiene los cinco años anteriores, para formar un profesional que ha de cubrir especialidades que, en otros países, como en Estados Unidos, se enseñan en más de seis años. (ACHUNC, 1945)

Y en una ya citada carta de Mejía, así se leía en referencia al taller integrado de proyecto:

Dentro de este Taller, el cual se cursa todos los años con un máximo de intensidad, están comprendidas todas las materias que conciernen no solamente al Arquitecto como tal, sino al Urbanista y al Constructor. (ACHUNC, 1948b)

Mientras tanto en Medellín, en la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Minas de la UNC, el pénsum de los años cuarenta preveía un curso de urbanismo teórico-práctico al cuarto año y un taller al quinto (número 1 de Pórtico, de 1947). En la Facultad se miraba desde cerca las experiencias de Bogotá, como demuestran algunos artículos que comentaban positivamente los trabajos de grado de 1945 dirigidos por Martínez y Arango (Tobón Uribe, 1947, 1948) y, más tarde, el Plan Regulador de Bogotá (números 11-12 Pórtico, de 1952) y de Medellín (número 7 de Pórtico, de 1950). En la Universidad Pontificia Bolivariana, cuya Facultad de Arquitectura y Urbanismo fundada en 1943, había sido la segunda en el país, la presencia de Nel Rodríguez y Antonio Mesa constituía un fundamental trait d’union con el mundo de los CIAM, siendo el primero el jefe de la Oficina del Plan Regulador de Medellín y el segundo un entusiasta sostenedor de Le Corbusier y el último miembro colombiano en contacto con los CIAM aún a mediados de los años cincuenta, aunque probablemente involucrado ya desde 1951 (Mumford, 2000, p. 205; APB-3).

En este mismo periodo, también en las facultades y en los cursos de ingeniería los principios de la planeación CIAM eran conocidos. Una tesis de grado para optar al título de ingeniero civil y de minas sobre el sistema de abasto de Medellín presentaba un detallado capítulo que trazaba la historia del urbanismo hasta llegar a los ejemplos más contemporáneos, citando varios arquitectos cercanos a los CIAM y con obvias referencias a la actividad de Le Corbusier, Sert y Wiener en Colombia (Restrepo y Upegui, 1949).

La consolidación de una planeación “ortodoxa”, 1952-1960

El desarrollo de los planes de Bogotá, Medellín y Cali entre el final de los años cuarenta y los primeros cincuenta, la consecuente presencia temporal de Le Corbusier, Sert y Wiener, y las relaciones que muchos profesionales colombianos establecieron con ellos llevaron al principio de la década a una definitiva consolidación de las teorías de planeación CIAM en la práctica de los arquitectos, así como en las universidades. Otra vez, proyectos de grado de estudiantes y textos publicados en revistas universitarias muestran la consolidación de una práctica de planeación CIAM en las facultades de arquitectura. Una práctica que se podría definir como “ortodoxa” por recoger rápida e integralmente ideas y métodos de la vieja guardia de los CIAM, sin mostrar la misma prontitud en la recepción de las críticas —internas y externas— a tales planteamientos. De hecho, si no parece extraña una falta de interés hacia las críticas externas8 a los CIAM en un periodo aún caracterizado por la ilusión de una modernización, cuya esencia quedaba encarnada en los valores de la ciudad funcional, resulta más interesante destacar que tampoco fue recibida una parte de las más recientes elaboraciones de los CIAM mismos. Por un lado, el tema del Corazón de la ciudad-centro cívico, que puede ser visto como una enmienda a los límites de las “cuatro funciones” y un reconocimiento de la necesidad de incluir espacios cívicos y con valor simbólico en la nueva ciudad, fue prontamente asumido en Colombia, tal vez gracias a la presencia de Sert, y aplicado en planes cuyo marco teórico era aún lo de la “Carta de Atenas” y de la “Grille CIAM”. Por el otro, las posiciones críticas que se desarrollaron más tarde y que llevaron a la formación del Team X no fueron asimiladas con la misma rapidez. El “Statement on Habitat”, también conocido como “Manifiesto de Doorn” de 1954 (Smithson, 1982), a través del cual se rechazaba por primera vez abiertamente el urbanismo de la “Carta de Atenas” en favor de nuevas categorías basadas en la “asociación humana” (Mumford, 2000, p. 239), pasó completamente inadvertido en el medio colombiano9.

En la Universidad Pontificia Bolivariana, los estudiantes acompañaban el desarrollo del Plan Piloto y Regulador de Medellín con diferentes investigaciones y propuestas: mientras una tesis (Duque et al., 1952) estudiaba las tipologías de iglesias para las unidades vecinales previstas, otra (Fajardo et al., 1952) se ponía como objetivo el estudio de las zonas más afectadas por las transformaciones vinculadas a la implementación del Plan. Como en otros casos, la tesis contenía apartados de la “Carta de Atenas” y una explicación de las diferencias entre Plan Piloto y Regulador. En el trabajo, que detallaba la intervención a la escala de la manzana en varios puntos críticos de la ciudad, se notaban también algunas propuestas habitacionales. En particular, se destacaba el diseño de una vivienda colectiva que los estudiantes proponían como una solución que seguía literal y explícitamente a los “cinco puntos” de Le Corbusier.

En Cali, en la Universidad del Valle, un grupo de estudiantes (Bernal Guzmán et al., 1955; ver número 99 de Proa, de 1956) desarrolló como tesis el proyecto de un Plan Regulador para la ciudad de Palmira bajo la dirección de Darío Mejía y la consultoría de Jorge Bernal y Luis Vera Rojas, éste último arquitecto chileno formado en Michigan, y subjefe de la División de Planeamiento de la Unión Panamericana. Otra vez, el trabajo se mostraba como un perfecto ensayo de planeación CIAM. El territorio era sectorizado por funciones de acuerdo con los principios de la “Carta de Atenas” y el trazado organizado en supercuadras. Las residencias eran agrupadas en Unidades vecinales —dotadas de centro de consumo, cinematógrafo e iglesia— reunidas en torno a una plaza, y contaban también con un centro de salud, un kínder y escuelas masculinas y femeninas cerca de un parque. Las viviendas eran de baja altura, con la excepción de un edificio de apartamentos (Figura 5). En el medio del amplio sector residencial, y en contacto con un parque lineal que seguía el caudal de un cuerpo de agua, estaba localizado el centro deportivo de la ciudad, dotado de varios equipamientos y canchas. Entre la zona industrial y comercial de la ciudad y los sectores residenciales, y cerca del mismo parque lineal, era previsto el centro cívico (Figura 6), en el cual se distinguían, además del Palacio Municipal y el Palacio Nacional, equipamientos culturales que incluían biblioteca, museo, teatro y escuela de bellas artes, y también un puesto de salud, un cuartel de bomberos, un hotel y varios bloques de oficinas. De manera parecida a la propuesta de Le Corbusier para Bogotá, el centro cívico incluía en sus alrededores a una serie de grandes bloques de vivienda dispuestos según una orientación diferente de la ortogonal de los edificios públicos y de oficinas. En general, la tipología de la composición aparecía cercana a la del centro cívico de Medellín y Chandigarh, clasificados por Jaqueline Tyrwhitt et al. (1952 p. 106) como “composición geométrica abierta”10: los edificios se mostraban como unidades independientes al interior de una composición geométrica en la cual predominaba el vacío.

Proyecto de Unidad Vecinal para Palmira
Figura 5.
Proyecto de Unidad Vecinal para Palmira


Bernal et al. (1956).

Proyecto de Centro Cívico para Palmira
Figura 6
Proyecto de Centro Cívico para Palmira


Bernal et al. (1956).

En este periodo, se notan también investigaciones que abordan el problema de la planeación a nivel más teórico. Un texto publicado en Medellín, por un arquitecto probablemente recién egresado de la Universidad Nacional (Omaña, 1953), discutía sobre la necesidad de elaborar un Plan Piloto para la ciudad de Bucaramanga. A pesar de las críticas a Le Corbusier, Sert y Wiener por “implantar las soluciones dadas en otros países por ellos mismos”, el autor del texto no se alejaba mínimamente de los planteamientos más ortodoxos de los CIAM. Para él, las actividades humanas quedaban satisfactoriamente resumidas en las “cuatro funciones” de la “Carta de Atenas” y el sistema de la “Grille CIAM” parecía suficiente para “el análisis del problema urbano”. En su visión, la nueva expansión de la ciudad habría sido regida por un sistema vial que conectaba diferentes distritos formados por varias unidades vecinales, definidas como “un conjunto dentro de la urbe misma con vida propia, es decir con los servicios de escuela primaria, plaza de mercado, teatro, etc.”. Además, la ciudad habría disfrutado de un Centro cívico que “condensaría los servicios social mayores, formando, el centro de vital interés de la ciudad”. Un estudiante de la Universidad del Valle (Ortiz, 1959), en cambio, presentaba una tesis que terminaba con un análisis comparativo de diversos planos de la posguerra, inclusive los de Chimbote, Lima, Medellín y Tumaco de Sert y Wiener y de Saint-Dié de Le Corbusier.

En esta última parte de la década de los cincuenta, mientras los planos reguladores de Bogotá, Medellín y Cali quedaron básicamente desatendidos, otras ciudades se dotaron de instrumentos parecidos. En Barranquilla, la firma norteamericana Town Planning Collaborative, juntamente con la Oficina del Plan Regulador de la ciudad, desarrolló un plan que preveía la realización de un centro cívico en correspondencia del ya construido Edificio Nacional de Leopoldo Rother y de los palacios de la Gobernación y Municipal entonces en obras. El centro habría tenido que completarse con el Palacio de Justicia, de las Comunicaciones, así como con oficinas privadas, comercio, restaurantes y espacios culturales, como el Museo Regional y el Teatro Municipal, para formar un “verdadero corazón de la ciudad, el orgullo de la comunidad, el símbolo de su nivel cultural, y el verdadero lugar de reuniones y concentraciones de sus ciudadanos” (Proa, 1957). Que todo esto no haya ocurrido es hoy algo notorio. En el mismo periodo, Eduardo Mejía, César Garcés y Eduardo Mendoza entregaron y publicaron en 1958 el Plan Piloto de Tunja, encargado por la Alcaldía de la ciudad. Según la propuesta, la capital boyacense quedaba organizada en cuatro distritos, cada uno dotado de un carácter funcional proprio, y unidades vecinales para diferentes grupos sociales. Se destacaban en particular el distrito “B”, que contenía el centro cívico en correspondencia con el centro histórico, viviendas de estrato alto y zona comerciales y de servicio (Mejía et al., 1958)11.

Al final de la década, en cualquier caso, la disciplina de la planeación12 estaba atravesando cambios profundos, asumiendo instrumentos y alcances que ya no pertenecían más al mundo de la arquitectura —desde el cual provenían todos los profesionales que implantaron las ideas CIAM en Colombia—, sino más bien al de las ciencias sociales, y de la economía, en particular (Taylor, 1998). Esto permite cerrar esta investigación aproximadamente con el final de la década de los cincuenta, recordando que en 1956 se estableció la Sociedad Colombiana de Planificación y también la Sociedad Interamericana de Planificación (Camacho, 2007). En esto, el papel del Cinva, en el cual por ejemplo enseñaba el ya mencionado César Garcés, fue sin duda fundamental (Ramírez Ríos, 2011), pero todavía sigue siendo básicamente desconocido por falta de investigaciones específicas.

Conclusiones

Este estudio, además de documentar un variado corpus de proyectos estudiantiles que demuestran la importancia que los temas de planeación empezaron a tener en las facultades de arquitectura colombianas en la segunda mitad de los años cuarenta, interpreta estos trabajos como muestras de los procesos de recepción de modelos e ideas en un determinado campo disciplinar. Retomando el concepto de “undiluted borrowing” de Stephen Ward, estos proyectos muestran claramente el carácter acrítico del “préstamo” que se cumplió en las universidades, lugares supuestamente privilegiados de elaboración teórica y experimentación, libres de los vínculos y de las urgencias de la práctica. Además, ellos señalan una recepción que quedó limitada a la asimilación de los principios, instrumentos y conceptos más ortodoxos de los CIAM: la “Carta de Atenas” como una “Biblia” cuyo único replanteamiento posible no fue nada más que la agregación del concepto de centro cívico. Un concepto en efecto recibido muy rápidamente, gracias a la presencia de Le Corbusier, Sert y Wiener. Por otro lado, no solamente se oyeron poco las críticas externas a los CIAM, sino también las internas, como las del Team X, tal vez porque la mayoría de los protagonistas colombianos —arquitectos y docentes— se habían formado en Europa y Estados Unidos, en contacto con las ideas de Sert y Le Corbusier, y con ellos mismos habían trabajado en Colombia. Cabría finalmente notar que —en un campo historiográfico que aún necesita de más estudios sobre el funcionamiento de las facultades de arquitectura en Colombia— este pequeño trabajo no solamente contribuye en esta dirección, sino también sienta las bases para seguir investigando tanto en los modelos de enseñanza académica como en las prácticas de planeamiento en las décadas sucesivas a las al centro de este artículo. En este sentido, habría que volver a analizar los desarrollos a partir de los años sesenta —tanto en términos generales de debate como de manera puntual con referencia a planes— para contextualizar mejor los cambios que entonces se registraron, esta vez sí empujados, entre otras cosas, por un rechazo de las teorías funcionalistas sobre la ciudad. Como algunos estudios han demostrado (Tarchópulos, 2006; O’Byrne Orozco, 2018) —y como algunas polémicas aún muestran13—, la herencia de ideas y prácticas del periodo en las ciudades colombianas ha sido importante y aún cargada de consecuencias. La sectorización funcional, con todos sus problemas, o la falta de cuidado en el diseño del espacio urbano han sido interpretadas como consecuencias de la aplicación de tales modelos, mientras, por otro, lado justamente se ha valorado, por ejemplo, la clarividencia de Le Corbusier a la hora de entender el valor ecológico del sistema natural de Bogotá. Al final, los proyectos aquí analizados son principalmente trabajos de estudiantes, pero, a pesar de sus ingenuidades, dibujan ciudades que habrían podido ser y no han sido. Tal vez asimilando la lección de Le Corbusier en Bogotá, en el mencionado proyecto para el Plan Regulador de Palmira, los estudiantes entendieron el valor ecológico de los zanjones, diseñando un parque lineal que, además de preservar el cauce, conectaba el centro cívico al bosque municipal. Hoy en día, a la Calle 32A aún queda el nombre de “parque lineal”, pero recorriéndola, por encima de un zanjón enterrado, muy poco permanece de tal idea y de su naturaleza.

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Notas

* Artículo de investigación, producto parcial de la investigación doctoral Piattaforma Colombia. Scenari dell’architettura tra Europa e Americhe alle radici del discorso storiografico nazionale (1936-1963), desarrollada para optar al título de Doctor en Arquitectura en el Politecnico di Torino en el año 2017.

[1] Antes de ser apropiado por Sert, el concepto remonta a la tradición urbanística angloestadounidense, siendo el término utilizado por primera vez por Clarence Perry, para luego llegar a los CIAM a través del Plan de Londres (1938-1941) del Grupo MARS.

[2] De acuerdo con la documentación del Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, en 1946, también el español Santiago Esteban de la Mora fue encargado del curso de Urbanismo; el año siguiente, Brunner, Samper y de la Mora fueron responsables de los cursos de Urbanismo I, II y III; en 1948 tocó a Brunner, Angiolo Mazzoni y de la Mora. Luego, el curso fue integrado en los Talleres de Proyecto.

[3] En una carta, Breuer mencionaba haber trabajado en los siguientes proyectos: hospital de 3800 camas; 1100 unidades residenciales de bajo costo (probablemente el barrio Quiroga); mercado central y red de mercados locales; nuevo Palacio Presidencial.

[4] En Medellín, la Universidad Nacional de Colombia tenía un curso de arquitectura, aunque la Facultad como tal fuese constituida más tarde; la Universidad Católica Bolivariana (luego Pontificia), abrió la suya en 1943. En Cali, la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Valle empezó sus trabajos en 1947 y, en Bogotá, la Universidad de los Andes en 1948.

[5] Varios artículos de y sobre Le Corbusier fueron publicados antes y sobre todo después de su primera visita a Bogotá, en Proa (de Recasens, 1946; Martínez, 1947a y 1947b; Arango, 1947; Arbeláez Camacho, 1947; de Recasens, 1947; Tobito, 1947; Le Corbusier, 1947), Ingeniería y Arquitectura (Samper, 1947a y 1947b) y Pórtico (Mesa Jaramillo, 1947; Forum, 1947).

[6] El primero había tomado parte al proyecto de Tumaco y había estado a punto de ir a trabajar en el atelier de Le Corbusier durante el desarrollo del Plan Piloto; el segundo se había formado en la University of Pennsylvania y en Harvard, y había asumido la decantara de la Facultad en 1948.

[7] En la tesis la “Carta de Atenas” fue reproducida integralmente. Anteriormente, ya había sido publicada en Proa (CIAM, 1947) y en Pórtico (CIAM, 1950).

[8] Se hace referencia a todo aquel debate sobre la ciudad que involucró a Lewis Mumford entre otros y, más tarde, un variado grupo de autores, desde Kevin Lynch y Jane Jacobs hasta Aldo Rossi, los cuales a lo largo de los años sesenta atacarán desde diferentes perspectivas a las teorías y las prácticas de los CIAM.

[9] Con referencia a las críticas al interior de los CIAM, cabe recordar que cuatro arquitectos colombianos (se conocen los apellidos: Drews, Cleves, Samper y Velasco) participaron a la segunda escuela de verano CIAM en 1954 en Venecia y uno más (Rodríguez) a la cuarta en 1956. En tales ocasiones, se confrontaron con personalidades y temas que se alejaban de las antiguas posiciones basadas en la “Carta de Atenas” (Zuccaro Marchi, 2018, pp. 121-136).

[10] Tyrwhitt distingue entre “composición geométrica cerrada” (con los ejemplos de Lausanne, Chimbote, Oslo y Bogotá) y “abierta” (Medellín y Chandigarh) y “composición libre cerrada” (Coventry y Kolsdal) y “abierta” (Hiroshima y Gustavberg).

[11] La firma Arquitectos Urbanistas Asociados Ltda., conformada por los tres profesionales, según lo afirmado por ellos mismos, había trabajado en la revisión del Plan Regulador de Cali y estaba entonces desarrollando el Plan Piloto de Duitama, Boyacá, y asesorando el Plan Regional Piloto en Soacha, Cundinamarca.

[12] Nótese que, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, hasta la aprobación del pénsum de 1973, en el cual aparece la materia “Planificación urbana”, sigue utilizándose el término “Urbanismo”. En la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Atlántico en Barranquilla, en cambio, ya en 1958 la materia pasó de llamarse “Urbanismo” a “Planeamiento”.

[13] Se hace aquí referencia en particular al duro intercambio de ideas de 2015 en el blog Torre de Babel entre Willy Drews, Germán Téllez, Ricardo Daza y María Cecilia O’Byrne Orozco sobre Le Corbusier y el Plan Piloto de Bogotá.

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: giaime.botti@nottingham.edu.cn

Información adicional

Cómo citar este artículo: Botti, G. (2021). Los modelos urbanos CIAM en las universidades colombianas, 1945-1960. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, 14. https://doi.org/10.11144/Javeriana.cvu14.muuc

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