La influencia de la Alianza para el Progreso en la vivienda colectiva tras el terremoto de 1960 en Chile. Caso de estudio: Población Kennedy, Puerto Montt*

The Influence of the Alliance for Progress in the Collective Housing after the 1960 Earthquake in Chile. A Study Case: Población Kennedy, Puerto Montt

A influencia da Aliança para o Progresso na habitação coletiva após o terremoto de 1960 no Chile. Caso de estudo: População Kennedy, Puerto Montt

Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, vol. 14, 2021

Pontificia Universidad Javeriana

Carolina G. Ojeda a

Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile


Recibido: 20 Enero 2020

Aceptado: 17 Septiembre 2020

Publicado: 30 Julio 2021

Resumen: La Alianza para el Progreso (AP) oficializó su influencia en Chile a partir de 1961 en las áreas de educación, política, ingeniería y construcción habitacional, consolidándose esta preponderancia tras el terremoto de 1960 (9,9 Mz Richter). En el sector habitacional, la AP aportó de forma directa a la materialización de viviendas colectivas y unifamiliares (llamadas “aldeas”) en todo el sur chileno con 35.000 unidades de vivienda para 182.000 personas entre 1961 y 1965. En este artículo se analiza desde una perspectiva historiográfica este proceso de construcción de viviendas, poniendo especial énfasis en la Población Kennedy en Puerto Montt, la cual fue construida hacia 1965 como el primer block de departamentos de la capital de la región de Los Lagos. Asimismo, se reconstruyen algunos de sus logros, ya que tras 55 años constituye un hito en el sur de Chile, principalmente por su materialidad en hormigón armado, por sus formas enmarcadas en el movimiento moderno en arquitectura, y por ser un ícono vivo de la influencia material del programa de la AP.

Palabras clave:Alianza para el progreso, Chile, terremoto, vivienda colectiva, reconstrucción.

Abstract: The Alianza para el Progreso or Alliance for Progress (AP) made official their emergence in Chile since 1961 in the areas of education, politics, engineering and residential building, and consolidated their prevalence after the 1960 earthquake (9.9 on Richter scale). Regarding the residential housing, the AP made a direct contribution by building single-family housing and collective complexes (named as “villages”) throughout Southern Chile, completing 35 000 housing units for 182 000 people, between 1961 and 1965. Under a historiographic perspective, this paper examines this process of housing development and puts special emphasis on the Población Kennedy, located in Puerto Montt, built about 1965 as the first apartment block in the capital city of Los Lagos region. In the same vein, this paper recaps some achievements by the AP after 55 years, which today are landmarks in Southern Chile. Their importance is mostly due to the reinforced concrete used as the main material and the shapes designed according to modern architecture trends, thus becoming a living icon of the material influence by the AP program.

Keywords: Alianza para el Progreso, Chile, earthquake, collective housing, reconstruction.

Resumo: A Aliança para o Progreso (AP) oficializou sua influência no Chile a partir de 1961 nas áreas de educação, política, engenharia e construção habitacional, consolidando essa preponderância após o terremoto de 1960 (9,9 Mz Richter). No setor habitacional, a AP contribuiu diretamente à materialização de moradias coletivas e unifamiliares (chamadas de “aldeias”) em todo o sul chileno com 35000 unidades de moradia para 182000 pessoas entre 1961 e 1965. Neste artigo analisa-se desde uma perspectiva historiográfica esse processo de construção de moradias, com ênfase especial na População Kennedy em Puerto Montt, construída por volta de 1965 como o primeiro bloco de apartamentos da capital da região de Los Lagos. Da mesma forma, reconstroem-se algumas das suas conquistas, já que após 55 anos constitui um marco no sul do Chile, principalmente por sua materialidade em concreto armado, por suas formas enquadradas no movimento moderno da arquitetura, e por ser um ícone vivo da influência material do programa da AP.

Palavras-chave: Aliança para o progresso, Chile, terremoto, habitação coletiva, reconstrução.

Introducción. La Alianza para el Progreso (AP) en el sector habitacional y el gran terremoto de 1960

Durante la década de los 60, en Chile existían importantes diferencias ideológicas fomentadas por la tensión internacional entre el mundo capitalista y comunista (Collier y Sater, 1996), además de altos índices de pobreza estructural (Sierra, 2002), caracterizada por la escasez del número de viviendas (Hidalgo, 2005) (tabla 1). Tras el Censo de 1952 (Instituto Nacional de Estadísticas, 1952), que “señaló un 19,3% de viviendas rurales malas y 55,2% menos que regulares” (“Ciento veinticinco familias”, 1965, p. 32), varios sectores chilenos iniciaron críticas que alzaban la voz sobre estas condiciones de habitabilidad paupérrimas, especialmente para cubrir las necesidades de sus 5.932.995 habitantes a nivel nacional. En esta época se planteaba como hipótesis al crecimiento vegetativo como causa del aumento de población que, a su vez, fomentó la escasez de viviendas (“Crisis de la Construcción”, 1967), algo que confirmaría el Censo de 1960, que ya mostraba un crecimiento a 7.374.115 habitantes, que exponía una tasa anual de crecimiento geométrico de 2,56% doblando a la anterior de 1,47% (Instituto Nacional de Estadísticas, 1960, p. 14).

Tabla 1.


Número de edificación total de viviendas en Chile entre 1960 y 1966 según su tipo



Fuente: “Crisis de la Construcción” (1967, pp. 3-4)

Una de las iniciativas que se proponía de parte del gobierno de la época era de la Corporación de la Vivienda (Corvi), que planeaba realizar 22.700 viviendas en el sexenio de 1965-1970 (“Ciento veinticinco familias”, 1965, p. 32), sin embargo, esto no sería suficiente dadas las proyecciones de la población, la precariedad económica y los bajos niveles de educación formal de una gran parte de los habitantes, que impedían realizar ahorro e inversiones (de Ramón, 2003; Montenegro, 2016). Es en ese contexto cuando aparece en acción la Alianza para el Progreso (AP), la cual tenía como meta fundamental lograr “elevar los niveles de vida de los pueblos de América Latina en un plan que ellos mismos han elaborado en Punta del Este (Uruguay)” (“En Chile hay una revolución”, 1965, pp. 3-4; Johnson, 1967). Este programa de desarrollo fue liderado por el presidente norteamericano John F. Kennedy, quien calificó a la AP como “un vasto nuevo plan de diez años para las Américas, un plan para transformar la década de 1960 en una década histórica de progreso democrático” (Kennedy, 1961).

Carl Bauer y Luis Catalán (2016) explican que estas buenas intenciones tenían como trasfondo en realidad “una alternativa moderada a un cambio político más radical, como la revolución de Fidel Castro en Cuba”, un sentimiento que fue recogido en la prensa local de la época:

... como los EE. UU. no realizan este esfuerzo de ayuda colectiva animados por un puro espíritu filantrópico, sino acicateados por la necesidad de contener la marea comunista en el mundo y muy en especial en América, es comprensible que vigile la inversión tan cuantiosa a que se ha comprometido para que ella surta los efectos apetecidos, de amortiguar las tensiones sociales y alejar todo peligro de levantamiento extremista. (“Ayuda de EE. UU.”, 1961)

Otros autores coincidirán mucho más adelante en este enfoque crítico hacia la ayuda material norteamericana (Dunne, 2016; Field, 2014; Agudelo Villa, 1966; Lleras Camargo, 1963; Uribe Arce, 1974; Latham, 1998), algo que se verá explicitado en un discurso por el propio presidente chileno Eduardo Frei Montalva (1967) y por Phillip O’Brien (1969), un cronista de ese entonces, quien relacionaba con la intencionalidad de que “la AP estuvo menos interesada en la estabilización y en las reformas significativas que en asegurar que el Frente de Acción Popular (FRAP) no ganara en las elecciones de 1964 [estableciendo elementos que] pudieran ser fácilmente identificables como proyectos de la AP”.

En el sector habitacional, la AP aportó a la materialización de viviendas unifamiliares (llamadas en esa época “aldeas”) en todo el sur de Chile, al añadir a los esfuerzos chilenos aproximadamente 35.000 unidades de vivienda para 182.000 personas entre 1961 y 1965 (“La Alianza para el Progreso”, 1965). También, se entregaron viviendas colectivas multifamiliares que correspondían a bloques de departamentos de tres a cuatro pisos en varias comunas chilenas. De esta forma, intentaban cumplir uno de los objetivos de la AP, “ejecutar programas de vivienda en la ciudad y en el campo para proporcionar casa decorosa a los habitantes de América” (Alianza para el Progreso, 1961). Estas iniciativas fueron financiadas con créditos y donaciones (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 1960) que entregaba el gobierno norteamericano a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (ADI) ⸻actual Usaid⸻ a países que cumpliesen impostergablemente tres condiciones (“En Chile hay una revolución”, 1965, pp. 3-4):

  1. Que el país necesite ayuda tras una catástrofe,

  2. Que los créditos sean destinados a obras de progreso social o a obras de capitalización (puentes, caminos, etc.),

  3. Que el país permita que expertos de USA revisen sus planes de desarrollo

Estas acciones se enmarcan en una época en que la institucionalidad habitacional chilena todavía no constituía un órgano centralizado capaz de tomar decisiones propias. Recién en diciembre de 1965, mediante la ley 16.391 (D. O. 16/12/65) (Biblioteca Nacional de Chile, 2020) se creó el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) (“Crean Ministerio de Vivienda”, 1965, p. 1; Raposo y Valencia, 2004, p. 117):

El accionar de este ministerio estaría asesorado por una entidad constituida como Consejo Nacional de la Vivienda y secundado por empresas autónomas del Estado que actuarían como entidades ejecutoras:

La ayuda norteamericana fue fundamental para estos procesos, ya que Chile habría recibido créditos por cerca de 180 millones de dólares de la época (“En Chile hay una revolución”, 1965, pp. 3-4), que si no podían ser pagados serían renegociados en Norteamérica. Paralelamente, la naciente organización privada que agrupaba a las empresas inmobiliarias, la Cámara Chilena de la Construcción (CCHC) apoyaba estos esfuerzos a través de asesorías técnicas de materia de construcción de viviendas y políticas de desarrollo. Raposo y Valencia (2004, p. 117) rastrean esta influencia hacia los años 50:

R. D. Hudson, director de la Nacional Association of Home Builder de Estados Unidos de Norteamérica, vino a Chile por primera vez en 1957 en el marco del denominado Punto Cuarto y desarrolló posteriormente una importante y prolongada labor de apoyó técnico a la CORVI, especialmente en lo concerniente a la organización de la construcción habitacional y gestión de nexos técnicos con la CCHC.

Tras los recurrentes desastres naturales en Chile, este tipo de programas, que involucraban gran cantidad de recursos económicos y de ayuda técnica, serán una forma de hacer que la política se vuelva concreta, tangible o visible para las y los ciudadanos chilenos, alentando sentimientos pronorteamericanos, al comprender que estos recuerdos siempre están situados dentro del mundo social en el que el individuo está incrustado (Cubitt, 2007). Esto se expresó en la prensa nacional al establecer que los fondos norteamericanos “contribuyeron a aliviar el agudo problema habitacional que existía antes del maremoto de 1960, y que fue terriblemente afectado por este” (“La Aldea ‘Mississippi’”, 1965, p. 22).

Este terremoto no fue cualquier movimiento telúrico, ya que se considera como el más grande que se ha registrado, cuyo epicentro fue en Valdivia (Tarbuck et al., 2005). Oficialmente las cuentas eran aterradoras desde el primer momento, con 1600-2200 personas muertas en todo el país (Macías, 1960; Servicio Geológico de Estados Unidos, 2009a, 2009b; Calvert, 1969), lo que se agravó para los habitantes del sur de Chile, cuando sucedieron las erupciones de los volcanes Puyehue en 1960 y Calbuco en 1961 (Holpzafel, 2009; Daga et al., 2014; Saint-Amand, 1961).

Particularmente, la ciudad de Puerto Montt sufrió la destrucción del 80% de sus construcciones por el terremoto, el maremoto y los posteriores incendios (Castro et al., 2015). Un cronista narra el desastre: “De pronto el gigante enloqueció y empezó a repartir mazazos a diestra y siniestra, dejando brutalmente herida a toda la ciudad” (Olave, 1961). El apoyo norteamericano se sintió durante los siguientes años desde la creación de un puente aéreo que recibió los aviones Globe Master y helicópteros de la Armada de Estados Unidos (Holpzafel, 2009; Saint-Amand, 1961), que realizaban viajes de emergencias entre Santiago y Puerto Montt.

Posteriormente, el apoyo norteamericano a esta ciudad se concentraría en la entrega de viviendas (unifamiliares y bloques), la construcción de un hospital de campaña (Departamento de Defensa de los Estados Unidos, 1960) y la construcción de establecimientos educacionales, lo cual fue recibido con alegría por la población afectada (Ibarra, 2000; “Puerto Montt”, 1964), especialmente porque la ayuda entregada por el gobierno norteamericano era (y es hoy en día) tangible en muchos aspectos como escuelas, casas y puentes (Taffet, 2001), e instaló en el imaginario latinoamericano de que esta nación buscaba la paz y la justicia (Cobbs Hoffman, 1988).

Materiales y métodos

Esta investigación se enmarca en los estudios microhistóricos (Ocampo López, 2009), concretamente de la historia local de Puerto Montt posterremoto de 1960. En particular, se busca indagar sobre la posible influencia norteamericana de la AP en el impulso de la reconstrucción tras la catástrofe, estudiando al conjunto habitacional de vivienda social Población Kennedy. Dado que no existen evidencias de estudios previos sobre este tema utilizando este caso de estudio, se establece a esta investigación como exploratoria.

Se realizó una investigación con uso de fuentes primarias y secundarias escritas (Flick, 2004), utilizando una búsqueda de términos asociados a la población Kennedy y la Alianza para el Progreso (AP), consultando de forma presencial los periódicos El Mercurio de Santiago y El Sur de Concepción para todo 1965; y, de la misma forma presencial, las revistas especializadas en arquitectura: del Colegio de Arquitectos de Chile CA del año 1987 y SUMA de 1960-1970. El periódico El Llanquihue de Puerto Montt fue consultado de forma virtual en los años en que aparecían mencionadas tanto la Población Kennedy como la AP: 1964, 2012, 2013, 2015 y 2019.

Para corroborar el estado actual de la vivienda colectiva se realizó una visita a terreno, se tomaron fotografías y se revisaron presencialmente los planos originales del conjunto gracias a las gestiones de la Dirección de Obras Municipales de Puerto Montt.

Resultados

La Alianza para el Progreso en la reconstrucción habitacional y urbana del sur de Chile y de Puerto Montt posterremoto de 1960

Hacia 1965 fueron donadas por la AP treinta y una aldeas con un total superior a 1321 viviendas unifamiliares de un piso (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 1960) (figura 1), que poseían “tres dormitorios, cocina, baño y patio o huerto” (“Ciento veinticinco familias”, 1965, p. 32), las cuales fueron entregadas oficialmente por la Fundación de Viviendas y Asistencia Social y de la Misión Económica de los Estados Unidos, ubicadas en las zonas afectadas por el terremoto en ocho provincias del país, fueron nombradas en honor a los diferentes estados norteamericanos como “homenaje a la cooperación que permitió levantarlas” (“Ciento veinticinco familias”, 1965, p. 32). Así también, se construyeron “locales comerciales, centros comunitarios, culturales y asistenciales” (“La Aldea ‘Mississippi’”, 1965, p. 22), muchos de los cuales aún se aprecian hoy en día en comunas como Los Muermos, Fresia, Puerto Montt, Calbuco y Puerto Varas.

Vale la pena destacar el caso que no solo existió una influencia norteamericana, sino que también existió apoyo del gobierno de México en el “Plan Chileno-Mexicano de Cooperación Fraternal 1960-1964”, que construyó la población “Anahuac” (Tampe, 2003, p. 385), con más de 100 viviendas unifamiliares, ubicada en la costa puertomontina, y el edificio de arquitectura moderna “Casa de Arte Diego Rivera” que fue diseñado por los arquitectos Sergio Soza y R. Bulnes, finalizado en 1964 (“La cooperación chileno-mexicana”, 2014).


Figura 1.

Figura 1.

Fotografía de la Aldea Campesina “Texas” ubicada en la localidad de Rafael cerca de Puerto Montt (1961). Este nombre se da a modo de homenaje a los estados norteamericanos y a la ayuda que prestaba la AP en la zona.



Fuente: Biblioteca Congreso Nacional de Chile (1960).

Tras la catástrofe de 1960 se realizaron análisis y estudios de ingenieros enviados desde el gobierno de los Estados Unidos de parte de la Agencia Interamericana de Desarrollo (Usaid) y la Sección de Planificación Urbana del Ministerio de Obras Públicas (1961-1964) (Raposo y Valencia, 2004, p. 3). Ellos prestaron su asesoría técnica para planes de inversión posdesastre en la ciudad, al concretar el Plan General de Desarrollo de Puerto Montt, enfocado en las necesidades de vivienda e infraestructura a cargo de ingenieros y arquitectos norteamericanos en conjunto con el Ministerio de Hacienda chileno (Leonhardt, 1964), que retomaron un año después el Minvu y la Corvi (Leonhardt, 1965).

El arquitecto puertomontino egresado de la Universidad de Chile, Néstor Holfzapfel (1927) se destacó por ser uno de los grandes articuladores de la reconstrucción (Lobos Contreras, 1997), así como también, por ser uno de los puntos más altos de la Arquitectura Moderna en madera en el sur de Chile (Cerda-Brintrup, 2019):

Yo construí 136 escuelas en su mayoría rurales y de emergencia, lo que fue un récord. Construí las primeras 250 casas en la población 18 de septiembre, las primeras casas de la Pichi Pelluco. Tal vez todo lo que yo hice lo hice con fondos de la AP, pero eran fondos de ayuda que llegaban de los EE. UU. al Estado chileno. (Poza et al., 2012, p. 80)

Holfzapfel propuso expandir la ciudad alrededor del borde costero hacia las localidades de Calbuco y la carretera Austral (Poza et al., 2012, p. 85), en oposición a los estudios norteamericanos que proponían expandirse hacia el norte utilizando las terrazas naturales conectando con la ciudad de Puerto Varas y la capital, Santiago (figura 2). En consecuencia, el gobierno chileno decidió tomar la segunda opción, reforzando la idea de que las decisiones que se tomaron a nivel de gobierno central fueron dirigidas por las ideas o la influencia política de la AP, cambiando la fisonomía de la ciudad para siempre. En lo anterior, coincide N. Holfzapfel, quien presenta a la ciudad de previo al terremoto como “una pobreza en los barrios, un comercio de tres o cuatro centros comerciales poderosos diríamos y las costumbres distintas, conservadoras, una ciudad que limitaba con los cerros, no había nada arriba” (Poza et al., 2012, p. 78).

Así, la ciudad inició una etapa de crecimiento rápido hacia sus terrazas para hacer frente a la masiva llegada de población campesina, como también de funcionarios públicos que llegaban a Puerto Montt (Poza et al., 2012, p. 89), lo que se aprecia en las cifras oficiales del Censo de 1960 (Instituto Nacional de Estadísticas, 1960, p. 27), que identificaban un decrecimiento entre la población puertomontina observada en el Censo anterior de 1952 (Instituto Nacional de Estadísticas, 1952, p. 30), de 49.487 a 41.681 habitantes. Para fines de la década del 60[1], la población llegaría a ser más de 90.000 personas (Tampe, 2003, p. 237), que habitaban en las zonas que, para ese entonces, eran consideradas como periferia: “Puerto Montt después de 1960, entró en una nueva etapa de su vida, experimentando un cambio profundo, pasando desde la antigua y pequeña capital de Provincia, a una urbe moderna, ágil y dinámica” (Tampe, 2003, p. 235).

Sin embargo, los problemas de reestructuración urbana de Puerto Montt no han disminuido tras los cambios propuestos por los norteamericanos, sino que más bien se han agudizado con el tiempo: disgregación del espacio físico, formación de nuevos nodos de centralidad en las crecientes periferias y el incremento de la segregación socio espacial (Utrilla y Veli, 2004).


Figura 2.

Figura 2.

Esquema del crecimiento urbano de Puerto Montt de acuerdo con sus diferentes etapas que muestra la orientación de ese crecimiento hacia el norte de la ciudad utilizando sus vías principales y terrazas naturales



Fuente: Municipalidad de Puerto Montt (2009)

Población Kennedy en Puerto Montt: descripción del conjunto y rol en el sur de Chile a sus 55 años de existencia

El conjunto de vivienda social “Condominio John F. Kennedy” —conocido popularmente como Población Kennedy— respondió a las necesidades de restitución de vivienda tras el terremoto de 1960. Este conjunto fue planeado en 1962[2] por los arquitectos de la Universidad de Chile, Mario Recordón[3] (1922-1944) y Alberto Sartori[4] (1936-2008), ambos destacados representantes del movimiento moderno, que muchas veces fue no muy bien comprendido, pues rompía con lo tradicional hasta 1950 (Torrent, 2012), como lo explica el propio Mario Recordón: “la técnica, la ciencia, la industria, la investigación están ahora a disposición de la arquitectura y así se ha consolidado el concepto de arquitectura moderna” (Colegio de Arquitectos, 1987, p. 13).

Ambos arquitectos lograron crear un conjunto habitacional articulado con el centro de la ciudad de Puerto Montt, a 2 km de la plaza de armas, que fue el primer edificio de departamentos de la ciudad. Fue construido por la Caja de Empleados Particulares (Empart) (Aguirre y Salim, 2009) y ejecutado por la Empresa Ralco S. A. (“A mediados de 1965”, 1964, p. 9). Este conjunto de 120 departamentos está formado por nueve bloques de construcción en altura de tres a cuatro pisos, que se repiten en la misma orientación SO-NE. Poseen dos tipos de volúmenes: uno en H y otro en tiras (figura 3), que se encuentran emplazados de forma dispersa. Se encuentra dividido en unidades emplazadas en un terreno de dominio común que le pertenece al Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu), en donde sus habitantes se encuentran amparados en la Ley de Copropiedad Inmobiliaria 19.537 de 1997 (Soy Chile, 2015). Asimismo, se inserta en un barrio cercano a servicios autónomos articulados con la trama urbana existente de carácter público: un Servicio de Atención Primaria de Urgencia “Angelmó”, y una escuela primaria mixta, la Escuela número 10 “Angelmó”, inaugurados en 1964. No poseen patios interiores ni zonas de áreas verdes propias actualmente, por lo que el sector de juegos infantiles/deportivos encuentra fuera del cierre perimetral construido el 2015, que es mantenido por la municipalidad local.


Figura 3.

Figura 3.

Ubicación en el tejido urbano del conjunto habitacional Población Kennedy en Puerto Montt



Fuente: Google Earth Pro

Este conjunto posee dos características que lo hacen llamativa desde su materialidad. La primera de ellas es que, siguiendo los parámetros norteamericanos de la época del 60, fue el primer edificio que posee paredes de hormigón armado mucho más gruesas de lo que se hacía en la época (Von Hoffman, 1996; “Proyecto busca mejorar edificios”, 2012, p. 2). La segunda característica es que posee techumbres con una inclinación considerable de por lo menos 30º, que sigue la topografía que conforma la terraza en que se encuentra ubicado (figura 4) y que lo hace únicos en el sur de Chile. Esto último se podría explicar por las intensas lluvias que vive la zona, que posee un clima marítimo lluvioso con una precipitación media anual de 1724,3 mm y aproximadamente 219,83 días de lluvia al año (Rodríguez Puebla et al., 2012).

Figura 4.

Figura 4.

Las techumbres, las bajadas de aguas lluvias y fachadas fueron remodeladas gracias a fondos gubernamentales del Minvu durante el 2015



Fuente: archivo propio.


Figura 5.

Figura 5.

Inclinación de los bloques del conjunto habitacional Población Kennedy, siguiendo la topografía de Puerto Montt, se destaca en el edificio del fondo la caja de escaleras exterior



Fuente: archivo propio

La circulación cotidiana hacia el exterior se realiza a través de escaleras interiores que permiten subir a cada piso y medio para los bloques en forma de H, así como por escaleras exteriores en forma de cajas en los bloques en tiras de 3 m de ancho (figura 5). La circulación peatonal se realiza a través de pequeñas calles interiores (Calbuco, Santa María, Alaska y Arizona) que conectan a los bloques entre sí a través de espacios de planta libre como estacionamientos y patios. Sin embargo, no conectan exteriormente a la avenida principal Salvador Allende, ya que estas circulaciones están limitadas con un gran cierre perimetral en forma de cerco metálico que fue agregado posteriormente gracias a fondos gubernamentales ($ 534.631.500 CLP) del programa de “Mejoramiento de Condominios Sociales” del Minvu, que comenzó en 2012 (“Proyecto busca mejorar edificios”, 2012, p. 2) y finalizó en 2015 (“Más de 100 vecinos”, 2015, p. 23). Otro mejoramiento actual es el realizado por el mismo Minvu sobre el sistema de evacuación de aguas servidas que presentaba fallas importantes en sus tuberías originales de fierro fundido desde hace más de veinte años (“Trabajan para terminar con los malos olores”, 2019, p. 4). Se realizó una inversión de 480 millones de pesos para repararlo, en el marco de diferentes programas de la gestión de la vivienda social, enfocado en condominios sociales impulsados desde el gobierno central (Vergara, 2016).

Este conjunto fue pensado desde sus inicios como vivienda colectiva familiar para sectores medios de la sociedad: “Los sectores de clase media —profesores, contadores, enfermeras, funcionarios públicos, pequeños comerciantes— dieron forma a las poblaciones “Kennedy” (1965), “Techo Para Todos” (1968), “Manuel Montt” (1969) y “Mirasol” (1971)” (Centro de Estudios del Patrimonio Histórico de la Provincia de Llanquihue, 2006). Por ello, existen características en este conjunto que otros complejos de clases populares de la época no poseían (Hidalgo, 2005), lo que se ve reflejado en la composición de sus plantas que repiten la misma orientación SO-NE, la existencia de patios buscando una vida comunitaria activa, y su ubicación tan cercana al centro fundacional de la ciudad (figura 3). Cada tipo de bloque posee una distribución diferente de sus espacios interiores para evitar una excesiva estandarización del espacio habitado y no poseen terrazas (Vodanovic y Jacobsen, 2014, p. 12; Álvarez et al., 2013). El bloque principal posee una planta libre en el primer piso en donde existen doce locales comerciales, y luego conserva dúplex en los pisos superiores. Los bloques de cuatro pisos que tienen forma de H poseen departamentos de un dormitorio simple con una distribución interior de forma horizontal. Los bloques de cuatro pisos en tiras poseen departamentos de dos dormitorios de tipo dúplex y una distribución en donde los dormitorios están en el primer y cuarto piso, mientras que la cocina está en el segundo y tercer piso.

Una tipología habitacional muy presente en la época, y que es necesario mencionar, fueron los bloques de departamentos de 3-4 pisos realizados a partir de 1962, conocidos como “Bloques 1010/1020” (San Martín, 1992; Bitácora Virtual, 2008), creados por Corvi, que estaban distribuidos en más de 2000 unidades a lo largo de todo Chile (figura 6). Además, poseían variaciones de acuerdo con el clima de la zona en donde se ubicaban: en la zona norte buscaban evitar un excesivo asoleamiento cambiando la orientación oriente-poniente, y en el sur poseen aleros en la entrada de cada bloque, buscando proteger de las intensas lluvias de la zona (Costas Moreno, 2017). A diferencia de las viviendas unifamiliares, los departamentos estuvieron impregnados en el estilo arquitectónico que comenzaba a asomarse como dominante en Chile, es decir, con un estilo moderno (Eliash y Moreno, 1989; Torrent, 2012) o modernista (Norris, 2018). Este estilo propiciaba bloques unitarios privilegiando grandes espacios de áreas verdes para reinterpretar la manzana tradicional, cuyas dimensiones facilitaban el encuentro de sus habitantes en estos espacios comunes (Fuentes y Pérez, 2012).


Figura 6.

Figura 6.

Fotografía del conjunto de bloques 1020 realizado por Corvi en calle Almirante Latorre esquina Ruta 5, en la ciudad de Castro, en el sur de Chile. Se aprecian las diferencias con el conjunto de Población Kennedy, especialmente en las techumbres y en las escaleras



Fuente: Conjunto catastrado por Costas Moreno (2017). Imagen de Google (s. f.)

La Población Kennedy se diferencia de la tipología de bloques 1010/1020, tanto en diseño como en fachada, especialmente en el ángulo de inclinación de techumbres, la disposición de una caja de escaleras fuera del edificio, y en su programa (inclusión de locales comerciales y con el equipamiento de servicios fuera del conjunto), por lo que no ha sido considerado en los catastros que se han realizado de los bloques 1010/1020 (Costas, 2017; Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile, 2014). Este conjunto seguía más de cerca los parámetros de construcción norteamericanos de la época en el uso de hormigón armado (concrete) con líneas gruesas simples privilegiando el uso por sobre la estética (Campens, 2017). Lo anterior obtenido en el ámbito de la cooperación internacional, y también gracias al fuerte apoyo económico otorgado por la AP para la construcción de viviendas en las zonas afectadas por el terremoto de 1960, sin el cual no hubiese sido posible construir esta parte de la ciudad.

Conclusiones

La AP realizó un trabajo importante en la política y práctica de construcción habitacional en Chile durante todo su periodo de funcionamiento (1961-1970), tanto en el plano de la asistencia técnica como en el financiamiento a través de créditos o donaciones. Este apoyo fue fundamental para ayudar a paliar la crisis de vivienda que se denunciaba en la época, por lo que se financiaron aldeas de viviendas unifamiliares y bloques de departamentos multifamiliares. Esta crisis, que se manifestaba tanto en la cantidad de viviendas disponibles como en su calidad, se agudizó rápidamente tras el terremoto y tsunami del 22 de mayo de 1960 con una magnitud de 9,5 MW.

Uno de los conjuntos habitacionales de vivienda social que se construyó tras la catástrofe con la ayuda económica y asistencia técnica de la AP es la población John F. Kennedy de Puerto Montt. Este conjunto fue diseñado por los arquitectos Mario Recordón y Alberto Sartori en 1962, el cual fue pensado para la creciente clase media puertomontina que buscaba un lugar seguro y central para vivir, y fue inaugurado en 1965. Su estilo es de cortes modernistas con líneas simples y volúmenes funcionales en sus bloques de cuatro pisos, cada uno en forma de largas tiras, y otros en forma de H. Este conjunto habitacional posee dos características importantes dentro su construcción: sus gruesas paredes que siguieron los parámetros norteamericanos de construcción de la época y la orientación de las techumbres que se inclinan en un ángulo de 30º, siguiendo la topografía del lugar para proteger a la gente de las incesantes lluvias.

Se diferenció de los demás edificios modernos que utilizaban la madera que empezaban a asomar en la zona y de los bloques 1010/1020 propiciados por la Corvi desde la capital Santiago, ya que fue uno de los primeros en ser construido en hormigón armado, demostrando el interés por asimilar el estilo de construcción norteamericano, país en donde este material era un verdadero símbolo del progreso de la modernidad.

Actualmente posee 55 años, y denotaba abandono de parte del gobierno local, así como del Minvu, quien es su propietario legal. Gracias a un intensivo y costoso programa de remodelación se han mejorado, techumbres, fachadas y tuberías de aguas servidas entre 2015-2019 (534 millones + 480 millones de pesos). Ahora, con esta renovada apariencia sigue siendo testigo de los aconteceres locales, y soportando las catástrofes naturales que cada cierto tiempo azotan a nuestro país, siendo ejemplo de que con el apoyo del gobierno es posible mantener en buenas condiciones de habitabilidad los edificios de vivienda social del siglo pasado, manteniendo su calidad arquitectónica. Asimismo, es relevante el abrir nuevamente la discusión de este tipo de estudios de microhistoria, para inquirir sobre el aporte de esta organización internacional al desarrollo de la política habitacional y su contribución a la producción de vivienda económica en otras partes del territorio nacional, así como en otros países latinoamericanos, en una época particularmente relevante como lo fueron los 60.

Agradecimientos

La autora agradece el apoyo en la búsqueda de fuentes primarias a Karen Ojeda, a los funcionarios de la Biblioteca Central de la Universidad de Concepción, a los funcionarios de la Biblioteca Nacional, a los funcionarios de la Biblioteca Central de la Universidad San Sebastián Campus Concepción, a los funcionarios de la Biblioteca del Campus Lo Contador de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y a los funcionarios de la Dirección de Obras Municipales de Puerto Montt.

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Notas

1 El estudio de Rodríguez y Villa (1998) discute ambas cifras y sugiere que en 1952 habitaban en la comuna 49.000 personas, y en 1960 vivían 65.000 personas.

2 Esta fecha se obtiene de los planos originales del proyecto obtenidos gracias a la Dirección de Obras Municipales de Puerto Montt. Sin embargo, en el documento de Minvu “Catastro Nacional de Condominios Sociales” aparece datado en 1964.

3 Mario Recordón fue destacado con el Premio Nacional de Arquitectura en 1987 y se le reconoce por tener la influencia del arquitecto Carlos Buschmann, egresado de la Universidad de Chile, y también Premio Nacional de Arquitectura (1979). Se destacó por diseñar el Estadio Cubierto Metropolitano (Movistar Arena) y el Estadio Monumental, ambos en Santiago.

4 Alberto Sartori fue distinguido con el Premio Sergio Larraín García Moreno el año 2000. Se le reconoce el influjo de Frank Lloyd Wright y también de Louis Kahn. Se destacó por diseñar la medialuna de Rancagua, la parte nueva del Sport Francés, el estadio Cubierto de Santiago, el Estadio Monumental y el deportivo de Antofagasta (Villanueva, 2006).

* Artículo de investigación científica

Notas de autor

a Autora de correspondencia. Correo electrónico: ccojeda@uc.cl

Información adicional

Cómo citar este artículo: Ojeda, C. G. (2021). La influencia de la Alianza para el Progreso en la vivienda colectiva tras el terremoto de 1960 en Chile. Caso de estudio: Población Kennedy, Puerto Montt. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo, 14. https://doi.org/10.11144/Javeriana.cvu14.iapv

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