El objetivo es analizar las contribuciones de la sociología y la antropología a la construcción del objeto de estudio de la ecología política en tanto campo de estudio en el que se discuten las relaciones de poder en torno a la naturaleza. Se realizó un análisis de las herramientas teórico-metodológicas provenientes de estas dos disciplinas con el fin de destacar sus aportes a este espacio de pensamiento. Se sostiene que aquello definido como “natural” es construido en un campo de fuerzas necesariamente conflictivo, atravesado por desiguales relaciones de poder entre agentes sociales, en el que se dirimen formas contrapuestas de apropiación de la naturaleza, y se plantea que los análisis de las formas en que los grupos sociales se vinculan con sus lugares, preocupación central de la ecología política, deben operar a través de este supuesto para estudiar los conflictos en los procesos de apropiación de la naturaleza. Así, las herramientas teórico-metodológicas de la sociología y de la antropología permiten reconocer el carácter histórico y sociocultural de estos procesos y comprender los mecanismos a través de los cuales agentes subalternos denuncian la existencia de injusticias ambientales y proponen alternativas que cuestionan al modelo hegemónico.
The aim herein is to analyze the contributions by the sociology and the anthropology to the construction of the study object of the political ecology as the study field dealing with the power relationships concerning the environment. An analysis of the theoretical-methodological tools from these two disciplines was conducted in order to highlight its contribution to this space of thinking. It states that what is defined as “natural” is actually built on a field of necessarily contending forces, crossed by unequal power relationships between the social agents. In it, the opposite ways of appropriating the nature are settled. It is also set out that the analyses of how the social groups are linked to their places –the core concern in the political ecology– must work based on this assumption to study the conflicts found in the processes for appropriating the nature. This way, the theoretical-methodological tools from the sociology and the anthropology enable to recognize the historic and sociocultural nature of these processes and to understand the mechanisms whereby subaltern agents report existing environmental injustices and propose alternatives questioning the prevailing model.
O objetivo é analisar as contribuições da sociologia e a antropologia para a construção do objeto de estudo da ecologia política como campo de estudo no que as relações de poder em torno da natureza são discutidas. Realizou-se análise das ferramentas teórico-metodológicas provindas destas duas disciplinas a fim de destacar suas contribuições a este espaço de pensamento. Suste-se que aquilo definido como “natural” é construído num campo de forças necessariamente conflituoso, atravessado por relações desiguais de poder entre agentes sociais, em que se resolvem formas opostas de apropriação da natureza e se coloca que as análises de as formas em que os grupos sociais são ligados com seus lugares, preocupação central da ecologia política, devem operar através deste pressuposto para estudar os conflitos nos processos de apropriação da natureza. Assim, as ferramentas teórico-metodológicas da sociologia e a antropologia permitem reconhecer o carácter histórico e sociocultural desses processos e compreender os mecanismos pelos quais agentes subalternos denunciam a existência de injustiças ambientais e propõem alternativas que questionam o modelo hegemónico.
La ecología política es un espacio de pensamiento en el que confluyen diversas disciplinas, como la economía, la sociología, la antropología, la historia ambiental, la geografía, entre otras. Existe cierto consenso en reconocer que tiene como objeto estudiar las maneras en que los distintos grupos sociales se relacionan con los lugares en los que viven, dan sentido a sus mundos y postulan las maneras que consideran más adecuadas de acceder a y utilizar los elementos biofísicos (
Este artículo tiene como objetivo identificar y analizar los aportes de dos disciplinas específicas (la sociología y la antropología) al objeto de estudio de dicho espacio de pensamiento. A partir de una definición de
Según
Desde esta perspectiva, los autores proponen dos dimensiones de análisis para el estudio de los conflictos ambientales: el estudio de la realidad ecológica de los problemas en cuestión y la indagación sobre las formas en que sus orígenes remiten a relaciones de poder que estructuran las sociedades locales. En otras palabras, se sostiene que el estudio de dichos conflictos debe incorporar una dimensión biofísica que, desde disciplinas como la ecología y la biología, permita dar cuenta de las causas y de los impactos asociados a cada uno de ellos. Sin embargo, al mismo tiempo, el estudio debe incorporar una dimensión sociocultural que ponga de manifiesto que los conflictos ambientales se constituyen en un campo de fuerzas necesariamente conflictivo, atravesado por desiguales relaciones de poder entre agentes sociales y en el que aquello señalado como “natural” o “ecológico” es también “político” (
El abordaje de “lo político” se nutre de algunos aportes de la sociología. Uno de ellos es la propuesta desde la teoría marxista, que entiende que la vida social es conflictiva y que las relaciones sociales son contradictorias. No solo se sostiene que el conflicto es inherente a la vida social, sino también que, en la medida en que los seres humanos solo pueden (re)producir su subsistencia de manera colectiva, la relación de los hombres con el medio natural “es siempre mediada por relaciones sociales de dominación y de consenso” (
Según
En este sentido, distintas corrientes de la ecología política comparten el precepto marxista de que el conflicto es inherente tanto a las relaciones de los hombres con el lugar en el que viven como a las de los hombres entre sí. De acuerdo con
Retomando esta mirada sociológica,
Desde una perspectiva económica,
Posteriormente, diversos investigadores plantearon la necesidad de analizar los procesos de apropiación de la naturaleza en su conjunto, tomando en consideración tanto su producción como su circulación, distribución y consumo. Tal es el caso de
En un esfuerzo por precisar en qué consiste la ecología política,
En consecuencia, esta acepción de
La perspectiva marxista tradicional sostiene la existencia de una primera contradicción del capitalismo entre las fuerzas de producción y las relaciones de producción, esto es, entre el capital y el trabajo. Cuando los capitales individuales buscan incrementar sus ganancias y reducir los costos ejerciendo presión sobre el trabajo, se produce un decrecimiento en la demanda y como resultado se reducen las ganancias del capitalista. En otras palabras, la explotación del trabajo por parte del capital genera, en última instancia, sobreproducción (
De forma complementaria,
Desde esta perspectiva, se señala que la dinámica de maximización de la tasa de ganancia tiende a afectar negativamente las condiciones de producción, las cuales están conformadas por las condiciones físicas externas, como los bienes territoriales y la naturaleza exterior en general, la reproducción de la fuerza de trabajo y las condiciones físicas y de servicios públicos que permiten la producción, como tecnología, infraestructura, bienes, servicios públicos, etc. La degradación creciente de estas condiciones de producción tendería a la creación de una escasez de estos bienes y llevaría a una crisis capitalista (
Si la crisis producida por la primera contradicción del capitalismo emerge de la decreciente demanda en relación con el incremento de la producción (sobreproducción), la crisis producida por la segunda contradicción emerge de la disminución de la oferta frente a la creciente demanda (subproducción). Esta contradicción, asociada a la degradación de las condiciones de producción, se produce por los costos crecientes de ciertos bienes y recursos que antes estaban disponibles gratuitamente o a bajo costo. En ese sentido, la creciente degradación de los recursos naturales (como el agua, el aire, el suelo, etc.) produce un incremento de los costos y origina una crisis de subproducción.
En definitiva, según
El concepto
Por otra parte, si los conflictos son constitutivos de la vida social, sus resoluciones involucran mecanismos de poder, tomas de decisiones y discursos que las legitiman en desmedro de otras posibles alternativas. Desde esta perspectiva, la ecología política es el estudio de los conflictos, siempre existentes aunque en ocasiones ocultos: tal como lo plantean
Las políticas ambientales son uno de los mecanismos a través de los cuales el Estado busca mediar en las disputas en torno a lo ambiental y resolver los conflictos que emergen. Sin embargo, dichas políticas construyen los problemas de modos particulares y, en ocasiones, contribuyen a ocultar las relaciones de fuerza que los generan (
En esta dirección, uno de los aportes centrales de la sociología a la ecología política consiste en brindar herramientas para incorporar la dimensión política en los procesos de apropiación de la naturaleza y, más ampliamente, en la cuestión ambiental. La teoría de los campos sociales, desarrollada por Bourdieu, sostiene que las relaciones de poder son constitutivas de los campos en los que se producen las disputas (
Cabe preguntarse entonces cómo se construye “un problema ambiental”. La ecología política no niega la existencia de alteraciones biofísicas que resultan riesgosas para la continuidad de la vida. Sin embargo, que la idea de una “crisis ambiental” haya adquirido tanta magnitud en la agenda política amerita ser explicado como un hecho social, en términos de Durkheim. También es importante preguntarse por qué estas situaciones constituyen un problema para los Estados, que se sienten interpelados para generar regulaciones sobre la apropiación de la naturaleza a través de normativas específicas. En virtud de su poder soberano, no solo pueden generar dichas regulaciones sino que además tienen la atribución de castigar a quienes las infringen.
El hecho de que la “crisis ambiental” se haya convertido en una preocupación de instituciones de gobierno internacionales como la ONU y de los Estados nacionales puede ser entendido como parte de un proceso de institucionalización de lo ambiental (
Si las políticas ambientales son parte de la gubernamentalidad ambiental, primero se debe entender qué es la gubernamentalidad. Este concepto, de origen foucaultiano, refiere a “lo que orienta y legitima las conductas de los actores” (
La gubernamentalidad ambiental es un tipo de gubernamentalidad particular, propia de la modernidad ecológica, que refiere “a los saberes, las políticas, las instituciones y las subjetividades vinculadas a la emergencia del ambiente como un dominio que necesita de la regulación y de la protección” (
Esto no implica, sin embargo, que los objetivos de las políticas ambientales y sus maneras de concebir el desarrollo y la sustentabilidad no hayan variado a lo largo del tiempo: en las últimas décadas, el culto a la vida silvestre y la proliferación de parques nacionales y otros espacios de exclusión de la actividad humana han cedido paso ante el avance de aquello propuesto como “desarrollo sostenible”, orientado a compatibilizar dimensiones económicas, sociales y ambientales a través de una regulación en las relaciones entre la sociedad y la naturaleza.
De todas formas, las políticas ambientales (en tanto tecnologías de gobierno) proponen ciertas alternativas para la preservación del medio ambiente y, por tanto, excluyen otras posibilidades simultáneamente. Como resultado, se instaura un universo de sentido en el que se moldean las subjetividades de los agentes que toman parte en la lucha por la manera más adecuada de relacionarse con el entorno, privilegiando a ciertos actores y marginalizando a otros.
En los últimos años, diversos estudios han abordado estas temáticas al analizar proyectos ambientales que propugnan la conservación y el desarrollo, estudiando las lógicas de las burocracias ambientales y las iniciativas de investigación científica y de gestión ambiental (
Si bien la ecología política estudia las relaciones de poder en torno a la apropiación de la naturaleza, no se puede suponer que este objeto de apropiación sea algo externo al individuo. Siguiendo a Marx, los seres humanos se relacionan con su entorno a través del trabajo, que es producido en el marco de relaciones sociales orientadas por las interpretaciones que los hombres realizan de sus circunstancias materiales. En esta línea, algunos investigadores indagan cuál es el papel del discurso en la emergencia de la cuestión ambiental, en la acción política en la resolución de las problemáticas ambientales y en las formas en que los agentes subalternos operan dentro del universo de sentido de “lo ambiental” (
Por otra parte, a fin de comprender de qué modo se construye socialmente “lo ambiental”, en este artículo se analizará otro concepto central en la definición de
El estudio de las maneras en que la “naturaleza” es construida o fabricada socialmente es enriquecido por diversos enfoques antropológicos, como veremos en la siguiente sección. En lo que respecta a los aportes de la sociología sobre esta cuestión, cabe destacar la existencia de diversas teorías que señalan las consecuencias políticas de las construcciones socioculturales. Entre otros autores, se puede resaltar a
En esta misma dirección se orientan algunos trabajos que se concentran en analizar los efectos de las nociones hegemónicas sobre la naturaleza en la reproducción de las desigualdades sociales (
Por ejemplo,
Esta visión imperialista construyó una América como entidad simbólica cargada de negatividad que legitimó el accionar colonialista, el despojo y el sometimiento de sus poblaciones (
Otros estudios, en el marco del neoliberalismo contemporáneo (
Finalmente, resta referirnos al cuarto concepto incluido en la definición de
Los conflictos ambientales, entonces, son campos de fuerzas en los que distintos agentes disputan la apropiación, el usufructo y el control de la naturaleza (
Según
En síntesis, la sociología ha realizado diversos aportes a la ecología política y a la constitución de su objeto de estudio. Los estudios producidos a partir de la teoría marxista brindan herramientas conceptuales para comprender los procesos de apropiación de la naturaleza en su vinculación con el sistema capitalista en el cual se insertan y para poner de manifiesto las consecuencias que trae el uso abusivo de la naturaleza por parte del capital. Complementariamente, las perspectivas desarrolladas por sociólogos como Foucault y Bourdieu también aportan lo propio para incorporar la dimensión política en dichos procesos de apropiación de la naturaleza. El estudio de los conflictos ambientales desde la ecología política requiere, inexorablemente, analizar las relaciones de poder entre los diferentes agentes sociopolíticos que participan en estos campos de lucha.
Finalmente, la sociología contemporánea también ha brindado elementos teórico-metodológicos para analizar los procesos de fabricación social de la naturaleza. Más específicamente, dar cuenta de las formas en que los discursos hegemónicos y subalternos operan a lo largo del desarrollo de los conflictos ambientales permite comprender las maneras en que los agentes sociales construyen simbólicamente a la naturaleza. Las lógicas colonialistas construyeron una América cargada de negatividad que legitimó el despojo y el sometimiento de las poblaciones. En la actualidad, dichos procesos se reconfiguran para continuar existiendo y producir nuevas formas de despojo. De este modo, se evidencia que la fabricación social de la naturaleza (en el doble juego de “lo material” y “lo construido”) tiene implicaciones políticas: el poder sobre la naturaleza es también poder sobre otros humanos.
A partir de un análisis de sus orígenes intelectuales y políticos,
En la década de 1950, los antropólogos enmarcados en la ecología cultural se preguntaron por las estrategias que distintas culturas desarrollaron para adaptarse a sus ambientes (
En las décadas de 1960 y 1970, el desarrollo de la antropología ecológica (
En este sentido, la antropología ambiental contemporánea ha mantenido el interés por considerar la dimensión ecológica, pero ha logrado hacer énfasis también en la dimensión política (
Según la definición previamente mencionada, la ecología política estudia las relaciones de poder en torno a la naturaleza en términos de su fabricación social, apropiación y control. En esta dirección,
Las discusiones más recientes en el campo de la ecología política también resaltan el carácter entretejido de las dimensiones discursiva, material, social y cultural de la relación entre el ser humano y la naturaleza (
Por otra parte,
La Modernidad se caracteriza por la creencia en la evidencia de que existe una naturaleza que funciona según una serie de reglas que se aplican a todos los seres vivos (
lo que diferencia a los humanos de los no humanos
es la conciencia reflexiva, la subjetividad, el poder de dar de un significado, la matriz de símbolos
y el lenguaje. […]. [A su vez,] los grupos humanos se distinguen los unos de los
otros por su manera particular de utilizar sus aptitudes en virtud de una suerte
de disposición interna que denominamos cultura. (p. 33, traducción propia)
La construcción de la naturaleza y lo natural como un elemento separado de lo social y lo cultural es, entonces, propia de esta época.
La antropología también ha realizado aportes significativos para caracterizar los procesos de
El autor señala que ambas formas de colonización pueden coexistir, pero que la segunda tiende a aparecer especialmente cuando la apropiación directa es resistida por los movimientos sociales. Explica que esta forma de colonización de la naturaleza por el capital es más sutil pero también más perversa, porque implica una mayor dominación cultural: las disputas por la naturaleza quedan inevitablemente enmarcadas en un capitalismo ecologizado que enmascara la dominación en un discurso que promueve la conservación del ambiente. Por ello, argumenta que este proceso de colonización de la naturaleza tiene lugar a través de su conquista semiótica. Como postula
Retomando este último punto, la antropología ha realizado aportes teórico-metodológicos sustantivos para el estudio de este tipo de conflictos.
Cabe preguntarse entonces sobre el margen de agencia que aquellos agentes que se ubican en las posiciones menos ventajosas de este campo de lucha tienen para resistir o confrontar las prescripciones hegemónicas. Los estudios etnográficos sobre resistencias, confrontaciones, negociaciones y alianzas entre distintos agentes en el marco de los conflictos ambientales dan cuenta de las variadas maneras en que la agencia popular tiene lugar en la interfaz de la cultura y la política (
Las aproximaciones antropológicas sobre los conflictos también pueden iluminar las lógicas de los colectivos sociales que denuncian la existencia de problemas o injusticias ambientales, así como proponer alternativas. Podríamos considerar que este tipo de estudios conforma una suerte de antropología para el ambientalismo en la medida en que los investigadores toman posición frente al conflicto sin poner bajo la lupa las maneras en que los subalternos movilizan ciertas representaciones para fundamentar sus demandas. Desde esta aproximación, diferentes trabajos han analizado la resistencia a la megaminería (
Pero existe también un corpus de estudios que podrían agruparse en la antropología del ambientalismo que se concentran en criticar las maneras en que “la cuestión ambiental” es construida por los agentes hegemónicos pero que señalan que también es hablada en esos términos por los subalternos (
De esta manera, los enfoques antropológicos contemporáneos le conceden una importancia central “a la politización de las representaciones”, es decir, “al papel jugado por los discursos con sus efectos políticos y materiales” (
La categoría
Según
Así,
Desde la década de 1980, la etnoecología pretendió dar cuenta de los saberes locales en relación con la naturaleza, con la intención de revalorar la armonía con que se relacionan los pueblos originarios con su entorno (
Estas perspectivas resultaron en la producción de una imagen estática y romántica de los agentes locales (
En la ecología política, como se señala en este artículo, cobra relevancia incorporar los enfoques antropológicos que permiten conocer las maneras en que la naturaleza es construida o fabricada. El análisis de las luchas discursivas permite dar cuenta de aspectos constitutivos de los conflictos sociales en los que se dirime la apropiación y uso de lo que se concibe como
las relaciones entre [los] seres humanos […] y [entre
estos y] la naturaleza se construyen a través de relaciones de poder (en el saber,
en la producción, en la apropiación de la naturaleza) y de los procesos de “normalización”
de las ideas, discursos, comportamientos y políticas. (p. 6)
En este apartado se puso en evidencia que la antropología aporta múltiples herramientas teórico-metodológicas para analizar los conflictos ambientales. Por un lado, se señalaron algunos enfoques que permiten indagar sobre las maneras en que se politizan las representaciones en torno a la naturaleza en el marco de su fabricación social. Además, se hizo referencia a los estudios sobre su conquista semiótica, señalando que actualmente nos encontramos en la fase ecológica del capital, en la que el capitalismo se autolegitima en nombre del uso racional y sostenible de la naturaleza y ejerce una forma más perversa de colonización a través de una mayor dominación cultural.
Finalmente, se mostró que las investigaciones etnográficas realizadas en el marco de la antropología ambiental contemporánea permiten conocer las estrategias de acción que agentes dominantes y subalternos llevan adelante en estas disputas. Las ideas esencialistas que postulan la existencia de supuestas “conexiones naturales” entre los pueblos indígenas y el ambiente pueden perpetuar en el tiempo las relaciones de desigualdad. Sin embargo, en otras ocasiones, estas mismas imágenes idealizadas pueden ser utilizadas estratégicamente por estos mismos grupos o por otros que accionan en su defensa con el fin de participar en los campos de lucha y disputar dicha desigualdad.
En este artículo se han presentado los aportes realizados por estas dos disciplinas a este espacio de pensamiento. Como se ha señalado, la teoría marxista brinda elementos para comprender los procesos de apropiación de la naturaleza en su vinculación con el sistema capitalista en el cual se insertan, y el marxismo ecológico ha puesto de manifiesto las consecuencias del uso abusivo de la naturaleza por parte del capital. También se han desarrollado estudios desde la antropología que retoman los preceptos marxistas para mostrar cómo se produce la conquista semiótica de la naturaleza.
Retomando dichas perspectivas, se planteó que los estudios acerca de la expansión del capital sobre la naturaleza se enriquecerían si se complementaran con otros que pusieran en evidencia cómo el capitalismo se autolegitima en nombre del uso racional y sostenible de la naturaleza y de qué maneras ejerce una forma más perversa de colonización a través de una mayor dominación cultural. Esta tarea requiere un esfuerzo epistemológico de autoobjetivación del sujeto objetivante, ya que, tal como hemos visto más arriba, este capitalismo ecologizado enmascara la dominación en un discurso que promueve la conservación del ambiente.
Al mismo tiempo, algunos antropólogos y antropólogas han señalado que la apropiación de la naturaleza no solo es histórica y social, sino también cultural. Retomando estas perspectivas, se sostuvo que la ecología política debe atender a cuestiones vinculadas con los regímenes culturales de apropiación.
El análisis de la dimensión política de estos procesos de apropiación de la naturaleza también puede enriquecerse con sustantivos aportes provenientes de ambas disciplinas. Diversos sociólogos y sociólogas han sentado los lineamientos conceptuales básicos para analizar los discursos y sus efectos de verdad en relación con el poder, el papel de la ideología y el ejercicio de la violencia simbólica legítima por parte el Estado, y estudios contemporáneos desde esta disciplina muestran cómo los discursos hegemónicos y subalternos operaron (y continúan operando) en el desarrollo de lógicas colonialistas y extractivistas en América Latina. En el mismo sentido, múltiples trabajos producidos por antropólogos y antropólogas se han concentrado en analizar los efectos de las nociones hegemónicas sobre la naturaleza en la reproducción de las desigualdades sociales. Así, la antropología ambiental contemporánea complementa las perspectivas sociológicas a la hora de analizar las formas en que se politizan las representaciones sobre la naturaleza al indagar cuáles tipos de realidad se están construyendo, por quién, para quién, con qué propósito y con qué efecto político.
Finalmente, en este artículo se han señalado las herramientas conceptuales y metodológicas propuestas por ambas disciplinas, orientadas a aprehender en su complejidad los conflictos en torno a la apropiación de la naturaleza. El supuesto antropológico de que “lo natural es inherentemente construido” es fundante de la ecología política, al igual que el supuesto sociológico de que “lo social es inherentemente conflictivo”. De este modo, se sugiere que el análisis de las formas de vinculación de los diferentes grupos sociales con sus lugares, en tanto objeto de estudio de la ecología política, debe estar orientado por dichos supuestos.
En otras palabras, analizar las disputas sobre cuáles son las formas más adecuadas de apropiación de la naturaleza requiere considerar que aquello señalado como natural es siempre construido y que es construido en un campo de fuerzas necesariamente conflictivo atravesado por relaciones de poder entre agentes sociales ubicados diferencialmente. Solo de esta manera la ecología política podrá capturar adecuadamente la dimensión política de estos procesos y dar cuenta de los modos en que las diversas formas de relación con la naturaleza son puestas en tensión en los conflictos ambientales.
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