“Estamos los ganadiarios y están los ganaderos”: microfísicas del poder en un sistema campesino de abasto agroalimentario en México*

“There Are the Cattle Ranchers and There Are the Ranchers”: Microphysics of Power in a Peasant Agrifood Supply System in Mexico

Tlacaelel Rivera Núñez , Elena Lazos Chavero

“Estamos los ganadiarios y están los ganaderos”: microfísicas del poder en un sistema campesino de abasto agroalimentario en México*

Cuadernos de Desarrollo Rural, vol. 19, 2022

Pontificia Universidad Javeriana

Tlacaelel Rivera Núñez a

Instituto de Ecología, A. C., México


Elena Lazos Chavero

Universidad Nacional Autónoma de México, México


Recibido: 31 enero 2021

Aceptado: 10 febrero 2022

Publicado: 30 diciembre 2022

Resumen: Tras el surgimiento del concepto de régimen agroalimentario, los estudios rurales experimentaron un recambio en las lecturas internas del poder de las sociedades agrarias, frente a los análisis verticales sobre las relaciones contractuales que los complejos agroindustriales establecen con los campesinos. A partir de una investigación mixta, que incluyó observación participante, encuestas a 120 grupos domésticos y entrevistas con sujetos sociales clave, retomamos una lectura foucaultiana para analizar críticamente la conformación histórica, así como las implicaciones actuales de las microfísicas del poder que se reproducen en un sistema campesino de abasto agroalimentario en Chiapas, México. Se concluyó una reflexión alrededor del carácter de epifenómeno rural que expresan los micropoderes campesinos.

Palabras clave:microfísicas del poder, abasto agroalimentario, comunidades agrarias, campesinado, epifenómeno rural.

Abstract: After the emergence of the concept of agrifood regime, rural studies experienced a change in the internal readings of power in agrarian societies, as opposed to the vertical analysis of the contractual relations that agroindustrial complexes establish with peasants. Based on a mixed research, which included participant observation, surveys of 120 household groups and interviews with key social subjects, we took up a Foucauldian reading to critically analyze the historical conformation, as well as the current implications of the microphysics of power that are reproduced in a peasant agrifood supply system in Chiapas, Mexico. A reflection on the character of rural epiphenomenon expressed by peasant micropowers is concluded.

Keywords: microphysics of power, agrifood supply, agrarian communities, peasantry, rural epiphenomenon.

Introducción

A partir de la década de 1980, las tradiciones académicas de estudios campesinos, cambio agrario y sociología rural comenzaron a experimentar un recambio notable hacia la investigación de los sistemas agroalimentarios (Sevilla-Guzmán, 2006). Estas escuelas de pensamiento transitaron de los debates clásicos sobre la estructura social rural (Galeski, 1977), las dinámicas campesinas de clase (Bernstein, 2010), las estructuras agrarias (Kay, 1974) y la economía campesina (Shanin, 1971; McNetting, 1993), al análisis sobre la penetración de la industria de agroquímicos, las entidades de financiamiento agrícola y las cadenas de distribución de alimentos en los sectores campesinos (Janvry, 1983; Goodman y Watts, 1997). El recién acuñado concepto de ‘régimen agroalimentario’ (Friedmann, 1987), ofreció un marco analítico pertinente para dimensionar la escala de sistema-mundo en las relaciones contractuales que establecen los sectores agroindustriales con el campesinado a través de la agricultura (McMichael, 2009).

En el surgente marco de investigaciones agroalimentarias, rápidamente primaron los análisis sobre la coordinación vertical de los sistemas alimentarios y se comenzaron a denunciar las evidentes subordinaciones que representaban para los sectores campesinos, así como la integración de los mismos a los complejos agroindustriales (Rubio, 2001; Van der Ploeg, 2009). Los análisis sobre la conformación y reproducción del poder al interior de las propias sociedades campesinas (Bartra, 1972; Scott, 1985; Wolf, 1990), se vieron eclipsados tanto por las lecturas sobre el poder hegemónico de los corporativos agroalimentarios y el papel de los Estados neoliberales, como por el poder emancipador de los movimientos campesinos (Desmarais, 2008; Vergara‐Camus y Kay, 2017). Las expresiones cotidianas de poder entre el campesinado y sus implicaciones internas pasaron a ser de interés marginal (Tria Kerkvliet, 2009; Soper, 2019).

En este trabajo se busca retomar el análisis sobre las formas en las que los poderes campesinos se hallan presentes dentro de las propias regiones agrarias, los mecanismos a través de los cuales se despliegan y los efectos que generan. Para ello fueron recuperados los aportes de Foucault (1978), sobre las ‘microfísicas’ o atributos moleculares del poder. Siguiendo a Foucault, las microfísicas expresan los siguientes cinco rasgos que permiten caracterizar de qué manera el poder se reproduce en todo cuerpo y fenómeno social: a) localización: el poder no solo se ubica arriba en el Estado o el mercado sino en todos los intersticios sociales; b) subordinación: el poder no solo representa supraestructura sino también infraestructura; c) propiedad: el poder es una estrategia, no algo que se posee, por tanto, se ejerce; d) legalidad: el poder no solo es elemento jurídico sino que adquiere múltiples mecanismos normativos y de legitimación; e) propósito: el poder no solo es represivo, también puede ser constructivo.

Los rasgos descritos se expresan en una política general, al igual que las relaciones, dispositivos de reproducción y efectos del micropoder. Por política general, Foucault (1978) se refiere al hecho de que cada conjunto social histórico y espacialmente determinado, genera su régimen de verdad dentro del cual cobran sentido los discursos y las prácticas que buscan sujetar la subjetividad de unos individuos por otros al interior del mismo conjunto social. Los micropoderes, a su vez, se ejercen a través de las asimetrías que existen entre los sujetos en todas las rejillas de la sociedad, en las cuales se dan interacciones de fuerzas duales. El ejercicio del micropoder implica dispositivos de reproducción, como son el conjunto de subjetividades, cargos, técnicas y sanciones que tienen lugar en las relaciones asimétricas. Finalmente, los micropoderes generan efectos en la configuración de sujetos y en expresiones materiales de dominación, así como de desigualdad social. Por lo tanto, el análisis microfísico del poder en un cuerpo social dado, se concreta observando cómo se han conformado y desarrollado históricamente las relaciones de poder –análisis genealógico– e igualmente de qué manera se ejercen, legitiman incluyendo cuáles efectos producen en la actualidad –análisis crítico– (Lynch, 2014).

Teniendo en cuenta lo anterior, el marco analítico de Foucault sobre las microfísicas, es altamente operativo para retomar las lecturas del poder al interior de las sociedades campesinas dentro de las investigaciones agroalimentarias, partiendo de un entendimiento antropológico de lo agroalimentario; en el que ‘agri’ connota los medios de producción agrícolas en tanto ‘alimentario’ los modos de vida rurales a través de los cuales, las familias campesinas en un territorio espacial y temporalmente determinado, buscan garantizar su abasto (Pretty, 2002; Cernea y Kassam, 2006; Lazos, 2017). El enfoque de microfísicas del poder, permite desarrollar correlatos sobre las relaciones de dominación, así como de desigualdad que tienen lugar al interior de los propios territorios campesinos, mismas que eventualmente juegan un papel central de engranaje con los ampliamente analizados poderes verticales y contractuales desplegados desde fuera de las regiones agrarias (Nuijten, 2003).

Partiendo del enfoque foucaultiano descrito, el objetivo general a desarrollar en esta investigación gira en torno a un análisis horizontal y ascendente –genealógico y crítico– sobre las expresiones, así como los efectos más básicos que las microfísicas del poder campesino generan en el sistema de abasto agroalimentario de seis ejidos –comunidades agrarias– emplazados dentro de la Cuenca Alta del Río El Tablón [CART], en la Sierra Madre de Chiapas, México. Los objetivos específicos de investigación fueron: a) reconstruir la conformación y el desarrollo histórico de las microfísicas del poder campesino en la micro-región; b) describir las dinámicas y relaciones sociales a través de las cuáles se ejercen y legitiman dichas microfísicas del poder; y c) analizar los efectos sobre la reproducción social y el abasto agroalimentario al nivel de grupos domésticos [GD].

Los resultados de la investigación se desarrollan en torno a tres ejes centrales. Primero, se describe de qué manera los campesinos de la CART trasladaron las relaciones de subordinación laboral experimentadas durante los sistemas de peonaje de las fincas, a la conformación de ejidos con sistemas de derechos de propiedad sobre la tierra y toma de decisiones diferenciadas internamente en función de su previa posición dentro del latifundio, de sus orígenes mestizos o indígenas y de su historia de arribo a la micro-región. Segundo, se analiza cómo la diferenciación interna en los ejidos se robusteció a partir de la participación disímil de los GD en los programas gubernamentales de producción comercial de maíz, de reconversión ganadera, de transición agroforestal, así como a raíz del éxito o fracaso de las migraciones laborales hacia Estados Unidos. Las diferencias se polarizan en dos sectores de GD: los que se encuentran en expansión de sus ciclos de reproducción social –referidos como ganaderos– y quienes se encuentran en ciclos de reproducción social al límite –auto referidos como ganadiarios–. Tercero, se reportó que la mayoría de los GD ganadiarios experimentan condiciones subalimentarias temporales anualmente, así como una permanente falta de empleos formales dentro de la micro-región agraria, vulnerabilidades sociales que son aprovechadas por los GD ganaderos para ejercer microfísicas del poder a través de una dinámica de jornales rurales mal pagados y de la centralización del abasto agroalimentario interno.

Metodología

Área de estudio

La CART es un espacio montañoso neotropical de aproximadamente 24.000 ha ubicado en el sur de México. Representa un territorio con una historia socioambiental dinámica y disputada entre múltiples actores. En menos de 70 años de poblamiento, la micro-región ha vivido el tránsito agrario de la propiedad privada de fincas forestales y ganaderas a la estructura de ejidos (Cruz-Morales, 2014); experimentó el auge agrícola nacional de la década entre 1970 a 1980 como uno de los graneros de México y el posterior derrumbe agroalimentario de 1990 por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte [TLCAN] (Appendini, 2014). En la misma década, vivió procesos de reorganización socioproductiva hacia la ganadería a partir de pequeños financiamientos bancarios (Valdivieso-Pérez et al., 2012), el decreto federal como Reserva de la Biosfera La Sepultura [REBISE] y la incorporación al Programa Man and The Biosphere Programme, The United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization [MAB-UNESCO] en la siguiente década. A partir de entonces, una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales han arribado a esta cuenca buscando promover proyectos agroforestales del tipo ‘economía verde’ (Adams, 2017), entre los que destacan: la producción de variedades de café de conservación, la extracción de resina de Pinus oocarpa y el aprovechamiento de palma Chamaedora quezalteca (Heinze et al., 2020).

La CART es la porción más poblada de las zonas de amortiguamiento de la REBISE, con alrededor de 6000 habitantes. Esta población integra aproximadamente 1500 GD congregados en 12 ejidos. El GD es la expresión económica básica de reproducción social, aunque también existen múltiples figuras asociativas productivas y comerciales. Generalmente los GD combinan la agricultura de maíz y fríjol para el autoabasto, con la ganadería a pequeña-mediana escala o alguna otra actividad agroforestal, dependiendo de la cantidad de tierra, la estructura familiar, así como la de otros medios productivos con los que dispongan (García-Barrios et al., 2020). Además de la ganadería y los proyectos agroforestales, la migración internacional a Estados Unidos junto con las transferencias monetarias del tipo seguridad social brindadas por el gobierno federal representan importantes medios de ingreso económico para los GD.

Técnicas e instrumentos de bonanza de la información

El encuadre metodológico del estudio fue una investigación mixta, de tipo descriptiva y por etapas anidadas, que incluyó como instrumentos de bonanza informativa la observación participante, la aplicación de encuestas y el desarrollo de entrevistas a profundidad. La observación participante, iniciada en 2017, fue del tipo moderada (DeWalt y DeWalt, 2001), partiendo de esta la investigación profundizó de manera no intrusiva en la vida social de seis ejidos con el objetivo de recuperar información cotidiana sobre la estructura social, así como las dinámicas agroalimentarias de las comunidades agrarias (Bernard, 2011). Los autores del presente artículo, participaron en asambleas ejidales, reuniones de las organizaciones productivas, visitas a los puntos regionales y locales de abastecimiento de alimentos, registraron el suministro itinerante de los mismos e hicieron recorridos guiados por las diferentes unidades de producción agrícola y forestal de la micro-región; ámbitos y dinámicas de observación que fueron registrados sistemáticamente a través de diarios de campos.

A partir de la observación participante, se diseñó una encuesta estructurada que incluyó dos secciones: la primera para detallar la economía campesina de los GD (Van der Ploeg, 2014) y la segunda enfocada en conocer la procedencia, cantidad, temporalidad, así como el costo de ciertos alimentos con lógicas de abasto diferenciadas en la micro-región. De acuerdo a la naturaleza de la reproducción social campesina, la escala temporal de la encuesta para ambas secciones fue la retrospectiva al ciclo anual 2017. El instrumento fue aplicado en 2018 a una muestra no probabilística de 120 GD en los seis ejidos, organizados de la siguiente manera: 20 hogares cuya principal actividad laboral giraba alrededor del café (ejido Tres Picos), 20 de la resina (ejido California), y así sucesivamente para la palma (ejido Tierra y Libertad), la ganadería (ejido Los Ángeles), la agricultura milpera (ejido Ricardo Flores Magón) y los jornaleros rurales (localidad Los Laureles). La muestra se construyó a conveniencia y el criterio de utilidad consistió en buscar capturar el mayor contraste socioproductivo en la micro-región.

Finalmente, se realizaron 12 entrevistas a profundidad (Berry, 1999), con alguno de los fundadores de cada ejido, así como autoridades ejidales locales o representantes de las organizaciones de productores presentes en la región. Las entrevistas se centraron en profundizar el devenir histórico de la conformación de los ejidos, así como en la posibilidad de detallar las lógicas de reproducción del poder entre las organizaciones productivas. Las mismas fueron desarrolladas en los contextos domésticos de los entrevistados o bien en los espacios de trabajo de las organizaciones. En su totalidad los participantes fueron hombres de entre los 40 y los 70 años de edad, ya que son quienes ocupan los puestos estratégicos en las dirigencias locales.

Análisis de los datos

La información de los diarios de campo y las transcripciones de las entrevistas fueron sometidas a un procesamiento de codificación abierta, axial y selectiva para arribar a categorías teóricas fundamentadas en los datos (Strauss y Corbin, 1997), así como para recuperar en un sentido emic la voz de los propios sujetos sociales.

En la primera sección de la encuesta fueron seleccionadas 15 variables que se consideraron centrales para entender la economía campesina de los GD (tabla 1). Debido a que entre las variables había tanto datos numéricos como categóricos, se empleó un Análisis Multifactorial de Datos Mixtos –FAMD, por sus siglas en inglés– en el entorno y lenguaje de programación R, para generar un modelo estadístico explicativo. FAMD es una algoritmia que integra el método de componentes principales, al igual que la correspondencia múltiple para analizar conjuntos de datos que contienen variables cuantitativas y cualitativas, las cuales permiten definir la influencia equilibrada, así como la asociación de tales variables (Pagés, 2004). Posteriormente, se emplearon los resultados del modelo explicativo generado para desarrollar un análisis de conglomerados K-medias en el mismo lenguaje de programación, a través del cual fue definido una tipología de GD. Finalmente, se desagregaron las medias de las variables relacionadas a los medios de producción de cada conglomerado para mostrar la demarcada polarización social campesina existente en la micro-región.

Tabla 1.
Variables sociales y productivas empleadas para construir un modelo explicativo sobre la economía campesina de los hogares rurales
Variables sociales y productivas empleadas para construir un modelo explicativo sobre la economía campesina de los hogares rurales

PROGAN: Programa de Producción Pecuaria Sustentable y Ordenamiento Ganadero y Apícola
PROCAMPO: Programa de Apoyos Directos al Campo
PROSPERA: Programa de Inclusión Social
Programa 65 y +: Programa Pensión para Adultos Mayores
PSA: Programa de Pago por Servicios Ambientales


Fuente: elaboración propia

Resultados

El origen de los ejidos de la CART: sistemas internos de acceso a la tierra y toma de decisiones

En la CART, hasta las décadas de 1960-1970 continuaban reproduciéndose residuos de poder de los sistemas finqueros (Helbig, 1976). Aún bajo un régimen latifundista, las familias campesinas constituían el sistema laboral de peonaje que mantenía las fincas de ganadería extensiva, café de sol y aserraderos bajo propiedad de veintidós familias poderosas de la capital de Chiapas (Cruz-Morales, 2014). En dicho sistema de explotación laboral existían cinco tipos de subordinaciones diferenciadas: vaqueros, peones de confianza, arrendatarios, temporaleros y peones acasillados. Los vaqueros o patrones vivían en la ‘casa grande’ y se encargaban de manejar las fincas, a cambio de compartir una parte de las ganancias de los dueños. Los peones de confianza estaban radicados cerca a la casa grande, eran responsables de forzar el trabajo de los peones acasillados, así como a los temporaleros. Por su parte, los arrendatarios mantenían las economías de enclave a través de la producción de alimentos, a cambio de una renta anual por porciones de tierra, que solía ser pagada también con servicios de trabajo. Los temporaleros provenían de otros ranchos y comunidades indígenas, eran requeridos exclusivamente durante temporadas particulares de cosecha. Finalmente, los peones acasillados vivían en las afueras de las fincas, estaban atados prácticamente a lo largo de su vida para pagar las deudas que contraían en las ‘tiendas de raya’ que abastecían a un alto precio los alimentos estrictamente necesarios (Bazant, 1975).

A partir de la década de 1950, cuando tiene lugar una movilización generalizada de campesinos que comienzan a reclamar tierras en lo que denominamos ‘arrebato agrario tardío en Chiapas’, las familias campesinas de la CART iniciaron una lucha por la tierra que se extendió hasta 1980, la cual logró la resolución presidencial de cerca del 80% del territorio micro-regional como ejidos (Cruz-Morales, 2014). La dinámica de poblamiento de los ahora ejidos de la CART, trajo consigo el arribo de población mestiza de regiones aledañas de Chiapas y de otros estados del sur y occidente del país, así como de población maya tzotzil, tzeltal y zoque de los Altos de Chiapas –se estima que aproximadamente el 10% de la población actual de la CART es indígena–.

Dentro de esta conglomeración de pobladores con diferentes antecedentes de subordinación laboral durante la época finquera, de lucha por la tierra y de matrices étnico-culturales, rápidamente se estableció en los ejidos de la CART un sistema de derechos comunitarios diferenciado internamente sobre la propiedad de la tierra, así como la toma de decisiones. Generalmente los peones de confianza y acasillados que radicaban en las fincas se establecieron como ejidatarios —propietarios de tierra con voz y voto en la asamblea ejidal–, los mestizos provenientes de regiones aledañas junto con los de otros Estados fueron acogidos como pobladores –dotados de pequeñas propiedades de tierra con voz, pero sin voto en la asamblea ejidal– y finalmente los indígenas fueron incorporados a los ejidos como avecindados –la mayoría de ellos sin propiedad de la tierra y sin voz ni voto en la asamblea ejidal–. Los GD indígenas dependían de la renta de tierras o del sistema de producción ‘al partir’ para subsistir, cosechar maíz y fríjol en tierras de un tercero o criar ganado ajeno con sus propios medios, para después dividir las ganancias en partes iguales.

En los propios ejidatarios también se dio una dinámica de diferenciación entre quienes eran peones de confianza versus los peones acasillados. Los primeros acapararon cantidades de tierras considerablemente mayores, fueron quienes ocuparon los puestos dentro del comisariado ejidal, favoreciéndose de la influencia política en materia agraria que representaban las 4000 papeletas electorales de la micro-región para ganar las elecciones de representantes del núcleo urbano rector. En el siguiente relato del hijo de un campesino fundador de uno de los ejidos, se aprecia un pasaje sobre cómo continuaron reproduciéndose las relaciones jerárquicas de las fincas durante la conformación de los propios ejidos:

En Los Ángeles ya tenía varios años que habían sacado al patrón de la finca y andaban haciendo reuniones por la noche organizando sacar al patrón de lo que hoy es el ejido California. Para ese entonces, mi papá era el peón de confianza del patrón. Entonces una noche le mandan hablar de Los Ángeles –ejido aledaño– a escondidas a mi papá, a una reunión y ya le dicen que van a sacar al patrón con todo y su hato y a quemar la casa grande. Y pues que si ¿él de qué lado está? ¿si se queda o se va?, como quien dice. Mi papá les dijo que se quedaba, pero lueguito vino a decirle al patrón. El patrón pues ya ni amaneció aquí, hasta el ganado dejó. Al día siguiente que vienen los de Los Ángeles pues hablar con mi papá, para comenzar a organizar la tierra y hacer todo lo del registro del ejido. Y a él pues le tocó empezar el reparto de tierras, como que seguía mandando pues, lo seguían respetando por haber sido el de confianza. Nos tocó harta tierra y quedarnos con ganado todavía.

Campesino, 51 años de edad, ejido California, 15 de marzo de 2017

Polarización social campesina: ganaderos y ganadiarios

El reparto tardío de tierras marginales en México tuvo por objeto tanto contener la presión social de las movilizaciones campesinas, como incorporar parajes geográficos relegados a la configuración política y económica nacional a través de la integración para que fueran proveedores de productos agropecuarios de bajo costo para las ciudades primadas, a cambio de participar de los programas públicos de apoyo a la agricultura. Dos de los principales programas de gobierno de los cuales participó la CART fueron: el Programa Nacional Alimentario y el Sistema Alimentario Mexicano [SAM], bajo operación de 1967 a 1982. Ambos proyectaban un incremento de la frontera agrícola nacional para la producción de granos básicos, a través de políticas de subvención para la adquisición de insumos industriales y semillas mejoradas en empresas estatales, así como de políticas de fijación de precios de garantía (Appendini, 2014).

A pesar de que en términos generales el SAM representó un boom en la producción de maíz en la región de la CART –misma que llegó a ser considerada ‘el granero del sur del país’, la propiedad de tierras y la participación en la toma de decisiones al interior de los ejidos de la CART ocasionaron que los GD campesinos se diferenciaran en dos sectores: quienes lideraban la producción intensiva de maíz mejorado a través de apoyos productivos brindados por el gobierno, y los que continuaban con sus pequeñas producciones de maíz y fríjol para el autoabastecimiento (Valdivieso et al., 2012). Durante dicho periodo la CART llegó a entregar a la entonces acopiadora nacional de alimentos la Compañía Nacional de Subsistencias Populares [CONASUPO], más de 10.000 toneladas anuales de maíz a precios de garantía, lo que significa que el primer sector de GD comenzó a percibir sumas monetarias considerables que fueron distanciando socialmente del segundo grupo.

A partir de la segunda mitad de década de 1980, la economía nacional entró en una etapa de crisis estructural que se caracterizó por la instrumentación de políticas de ajuste heterodoxas entre las que destaca el recorte del 52% a la inversión pública destinada al sector agrícola, la flexibilización de las importaciones de alimentos, insumos y maquinarias bajo esquemas de crédito preferencial con Estados Unidos, así como la necesidad de integrarse al bloque de América del Norte para subsanar los desajustes económicos (Barkin, 1987). La desaparición de CONASUPO en 1990 y la entrada en vigor del TLCAN en 1994 significaron el desmoronamiento de la producción comercial de maíz en la CART, lo que llevó al reajuste en la reproducción social de los GD a través de dos tipos de respuestas: (1) los ejidatarios con mayor estatus económico y social se sumaron a los paquetes ganaderos que el gobierno ofrecía a través de créditos bancarios para adquirir vientres, sementales y equipamiento ganadero que les permitió consolidar la incipiente ganadería que ya se practicaba en la micro-región, y (2) los pobladores y avecindados detonaron una fuerte oleada migratoria de adultos y jóvenes hacia Estados Unidos en busca de generar economías de remesas.

Posteriormente el arribo de asociaciones civiles nacionales e internacionales a la CART, para promover proyectos agroforestales en sinergia con las políticas de conservación de la REBISE, se encontró con una demarcada polarización social interna en los ejidos. Durante la producción maicera y la reconversión ganadera, las dirigencias locales promovieron esquemas sociales para participar en los proyectos agroforestales, a partir de la conformación de figuras asociativas fuertemente influidas por la propiedad de la tierra, al igual que los derechos ejidales. Esto, aunado a las recientes políticas gubernamentales de apoyo al campo, igualmente condicionadas a los títulos de propiedad de la tierra, registro ejidal o adscripción a figuras asociativas legales que han contribuido a exacerbar aún más la polarización social interna.

Como se puede apreciar en el modelo estadístico presentado en la figura 1, la economía campesina de los GD, diferencia dos conjuntos de variables: en primer lugar, tiene en cuenta los medios de producción y los apoyos externos, los cuales se encuentran altamente correlacionados entre sí y son las variables que más contribuyen a explicar el modelo; en segundo lugar, se correlacionan la disposición de fuerza de trabajo agrícola con el número de integrantes. Al trasladar el espacio estadístico del modelo a un análisis de conglomerados K-medias, se evidencia que los 120 GD se agrupan en torno a cuatro subgrupos (tabla 2). El conglomerado 1 corresponde a los GD que más acumulan medios de producción; el conglomerado 2 a los GD que incorporan un nivel intermedio de medios de producción, así como la fuerza de trabajo; el conglomerado 3 a los GD más pauperizados que cuentan con escasos medios de producción y poca fuerza laboral; finalmente el conglomerado 4 es representado por GD marginales en cuanto a medios de producción, pero con alta disponibilidad de fuerza laboral agrícola.


Figura 1.



El análisis de conglomerados K-medias muestra que la economía campesina en la micro-región se estratifica de manera vertical. En la misma tabla 2 se observa cómo los GD del conglomerado 1 reciben tres veces más apoyos gubernamentales que los GD del conglomerado 3 y 4, y generan en promedio diez veces más ingresos. También se puede apreciar que en el conglomerado 1 figuran GD que son propietarios de cerca de 200 hectáreas productivas, mientras que en los conglomerados 3 y 4 existen GD que no disponen de tierras propias y que se ven obligados a arrendar parcelas para llevar a cabo actividades productivas de autoabasto. Por su parte, 15 GD (7,5%) de los conglomerados 1 y 2 poseen el 66% del ganado, mientras que el 63% de los GD no cuentan con ninguna cabeza. Dicha polarización social entre GD es percibida y referida de manera cotidiana por los propios sujetos locales a través del ethos campesino ‘ganaderos’ y ‘ganadiarios’:

Aquí en los ejidos está muy fácil entenderle a cómo nos ganamos la vida y salimos adelante los campesinos. Estamos los ganadiarios y están los ganaderos: los ganaderos son los que desde que se fundaron los ejidos se fueron quedando con las mejores tierras, algunos que migraron y les fue bien se hicieron de su ganado, han sido comisariados ejidales, presidentes de las cooperativas… es que también se saben mover con los políticos de Villa Flores [núcleo urbano rector]… ahora ya tienen hasta sus negocios; y pues los ganadiarios somos todos los demás, los más pobres, los que ahora sí que sembramos nuestro maicito y frijolito para la comida de la familia y tenemos que trabajar para alguien más para sacar la paga. Vamos del día a día como se dice, por eso decimos ganadiarios.

Campesino de 48 años de edad, de la localidad Los Laureles, 17 de marzo de 2017

Tabla 2.
Medidas aritméticas y límites máximos y mínimos de las variables que explican la mayor diferenciación social interna entre los conglomerados de hogares definidos a partir del modelo de economía campesina
Medidas aritméticas y límites máximos y mínimos de las variables que explican la mayor diferenciación social interna entre los conglomerados de hogares definidos a partir del modelo de economía campesina


Fuente: elaboración propia

Vulnerabilidades sociales, dinámica de jornales rurales y centralización del abasto agroalimentario

Con el devenir de los años, la desigualdad campesina entre ganaderos y ganadiarios ha demarcado tres grandes derroteros en la reproducción social de los GD: (i) quienes completan fácilmente los ciclos reproductivos anuales y se encuentran en expansión de sus medios productivos; (ii) los que aún logran completar sus ciclos reproductivos con sus propios medios productivos y fuerza laboral agrícola; (iii) quienes con sus medios productivos no completan sus ciclos reproductivos anuales y requieren disponer su fuerza laboral en los mercados de trabajo para lograr una supervivencia al límite. En esta tercera dinámica de reproducción social, presente en la gran mayoría de los GD ganadiarios, se experimentan dos grandes vulnerabilidades sociales de particular interés para el estudio: oportunidades nulas de trabajo asalariado regular y demarcaciones temporales de condiciones subalimentarias.

En la micro-región de estudio y en el hinterland contiguo –zona rural de influencia– no existen oportunidades de trabajo asalariado regular para los campesinos. Para incorporarse a un mercado de trabajo, los campesinos tienen que emigrar a los núcleos urbanos regionales, a las zonas turísticas, al norte del país o a los Estados Unidos. La falta de empleos regulares en la micro-región, así como las dificultades que representan las dinámicas migratorias para los GD, han sido aprovechas por los GD que ostentan grandes cantidades de medios de producción para contar con la disponibilidad de jornales rurales a bajo costo.

De acuerdo con nuestros análisis, entre los 120 GD estudiados en la CART se generaron un total de 12.711 jornales rurales en un año, de los cuales 8265 fueron requeridos por solo diez GD principalmente ganaderos. Dicho grupo de GD comparte tener como propiedad más de 60 hectáreas productivas, contar con más de 30 cabezas de ganado o con una producción anual de maíz que asciende a las 20 toneladas, actividades en las que es requerida la fuerza laboral campesina pagada de otros GD. En dicha dinámica se expresa la siguiente tensión agraria: en gran medida la acumulación de medios de producción y expansión de la reproducción social de los GD ganaderos, se da mediante la explotación de la fuerza de trabajo de los GD ganadiarios, así como los jornales rurales generados por los GD ganaderos han permitido que la micro-región no se convierta totalmente en un paisaje de remesas o subsidios gubernamentales como está sucediendo en una gran cantidad de regiones campesinas en México. Por ejemplo, de los 120 GD encuestados el 56% tienen historial migratorio laboral de alguno de sus miembros, pero actualmente solo el 9% cuentan con una migración vigente.

Las mismas dinámicas de adelgazamiento de los medios de producción y de trabajo rural marginal, han sido los causantes de que la mayoría de los GD ganadiarios experimenten carestía alimentaria. Como se reportó en los trabajos sobre “La paradoja del hambre campesina” (Bacon et al., 2014) y “Los meses flacos” (Morris et al., 2013), planteamientos que dilucidan la imposibilidad de los hogares rurales para abastecer sus necesidades alimentarias anuales a través del autoconsumo o la adquisición monetaria, el 74% de los GD reportan condiciones subalimentarias demarcadas temporalmente, siendo esta de al menos seis meses al año para un 36% de los GD (tabla 3). Los GD conciben las condiciones subalimentarias como dejar de disponer de maíz y frijol totalmente o bajar el consumo habitual de manera considerable en alguna temporada del año, así como no disponer de los medios monetarios para comprar alimentos consumidos regularmente. El período de escasez estacional alimentaria en la CART se da entre los meses de mayo a noviembre, lo cual corresponde con el período de renovación del ciclo productivo agrícola consecutivo a los meses de cosecha y bonanza de alimentos (diciembre-abril).

Tabla 3.
Distribución de hogares campesinos que enfrentan meses subalimentarios y estacionalidad de la carestía alimentaria a lo largo de un ciclo productivo anual
Distribución de hogares campesinos que enfrentan meses subalimentarios y estacionalidad de la carestía alimentaria a lo largo de un ciclo productivo anual


Fuente: elaboración propia

La vulnerabilidad alimentaria de los GD ganadiarios ha sido igualmente aprovechada por los GD ganaderos para expandir su reproducción social a través del acaparamiento del comercio interno de alimentos en la micro-región. Se documentó cómo algunos GD ganaderos acaparan la provisión de los alimentos de la canasta básica de las tiendas de co-administración estatal-comunitaria Diconsa [Sistema de Distribuidoras CONASUPO] a precios económicos, con el fin de vaciarlas y forzar el consumo a precios elevados en sus abarrotes locales, debido a la falta de regulación gubernamental ya que muy pocos GD ganadiarios pueden hacer consumos al mayoreo en el núcleo urbano rector por la falta de flujo monetario, así como los costos de transporte: ¡Dumping micro-regional campesino!

El caso más emblemático encontrado en la micro-región sobre el ejercicio interno del poder en el ámbito del suministro de alimentos, lo representa el abasto campesino de carne de res. En esta dinámica de abasto una sola familia de ganaderos aprovisiona el 71% del consumo total, contraintuitivamente la ruta de precios interna es mayor que al exterior de la micro-región, a pesar de que se trata de una zona ganadera que produce su propia carne de res (tabla 4). La familia ganadera compra el bovino “en pie” a $30 MXN/Kg, para después pasarla por ‘el canal’ y venderlo a $120 MXN/Kg, bajo el argumento de promover ‘la calidad’ de los alimentos campesinos (Appendini et al., 2003) a través de regulaciones normativas ejidales. Sin embargo, como dejan ver los siguientes relatos antagónicos, actualmente el 18% de los GD encuestados no logran consumir carne de res al menos una vez al año por falta de medios para acceder a los altos precios locales impuestos:

Lo pasamos por asamblea ejidal que la carne se tenía que comprar de adentro de la Sierra por las cuestiones de las enfermedades, que se estaban teniendo de comprar carne mala y vieja de afuera… Se fijó el precio de $120/kg y se comprometió lo de ir a vender dos veces a la semana en cada ejido… También se estableció lo de la multa de $5000 al que trajera carne a vender que no fuera de la Sierra; se puede comprar en Villa Flores –núcleo urbano rector– y en Chanona –hinterland rural– pero lo mínimo, ahora sí que nomás lo del consumo del hogar como se dice.

Campesino, 45 años, del ejido Los Ángeles, 25 de marzo de 2017

La carne es un negociazo que están haciendo los de Los Ángeles. Fíjese usted, nos compran en $30/kg de ganado en pie como decimos y luego lo venden en $120 solo por pasarlo al canal… Se volvió un lujo comer carne acá, y eso que somos zona ganadera y campesina.

Campesino, 67 años, del ejido Ricardo Flores Magón, 13 de marzo de 2017

Tabla 4.
Fuentes de aprovisionamiento, ruta de precios y total de kilogramos de carne de res consumidos por los hogares campesinos
Fuentes de aprovisionamiento, ruta de precios y total de kilogramos de carne de res consumidos por los hogares campesinos


Fuente: elaboración propia

Discusión

En la micro-región agraria estudiada al igual que en su sistema de abasto agroalimentario observamos la existencia de estratos sociales, un proceso de diferenciación campesina interna, así como, dinámicas de desposesión y marginalización. En concordancia con las nociones de la estructuración social rural (Galeski, 1974), los medios de producción en la CART entrañan un factor de carácter dominante en donde el acaparamiento por parte de algunos GD conlleva a la desposesión de otros, hasta el grado de polarizar sus posiciones sociales. Dicha polarización corresponde con el planteamiento de la diferenciación campesina interna, debido a la conformación de sectores ganaderos y ganadiarios diferenciados a partir del control de la tierra junto a la división interna del trabajo (Cousins, 2013; Van der Ploeg y Ventura, 2014; Álvarez et al., 2018; Van der Ploeg, 2018). Tal diferenciación desemboca en una dinámica campesina de tipo marginalización, en la cual los GD ganaderos se encuentran en expansión de su reproducción social a expensas de la reproducción ‘al límite’ de los GD ganadiarios (Ellis, 1993; Bernstein, 2010).

La diferenciación interna en la CART no tuvo su origen en el parcelamiento de tierras que promulgó la reforma al carácter indivisible de la propiedad social agraria en México, como presupone la narrativa convencional, sino que se acarrea de los propios residuos de poder de los sistemas de producción finqueros, se traslada y ajusta a las dinámicas de conformación y funcionamiento interno de los ejidos, después comienza a entretejerse con dinámicas exógenas como las relaciones comerciales junto a las ciudades rectoras, los mercados de tierras, el asistencialismo de Estado conjunto a las políticas conservacionistas en sinergia con los proyectos agroforestales del tipo ‘economía verde’ (Adams, 2017). En la micro-región de estudio la marcada polarización social tampoco ha conducido al surgimiento de movilizaciones que funcionen como fuerzas sociales duales, situaciones conflictivas entre ambos sectores y a la consecuente lucha por el poder como prevén los análisis de estructura social rural (Sevilla-Guzmán, 2006).

En el sistema estudiado se observó que el poder campesino, más que manifestarse en disputas sociales explícitas, se expresa y tiene sus efectos de forma tanto básica como cotidiana a través de relaciones microfísicas. Dichas microfísicas del poder campesino se ejercen a través de: a) sistemas ejidales de derechos junto a la toma de decisiones diferenciados por la propiedad de la tierra y la historia de arribo a las comunidades, b) la fijación y homogenización de un salario bajo para la álgida dinámica de jornales rurales que se vive en la micro-región, c) la centralización del abasto de alimentos, d) el acaparamiento de apoyos gubernamentales y no gubernamentales por parte de las figuras asociativas, e) altas tasas de interés y desposesión de tierras por los préstamos rurales internos.

Como mecanismos de legitimización del ejercicio de las microfísicas del poder campesino se encontraron los prestigios sociales caciquiles reproducidos de la diferenciación laboral de las fincas, al igual que el origen mestizo sobre el indígena, la ocupación de los comisariados ejidales y los cargos de las figuras asociativas productivas por parte de campesinos bien posicionados internamente, también las alianzas consecuentes de intermediación política y comercial que generan las dirigencias campesinas (Wolf, 1990), con las instituciones de gobierno locales y los mercados regionales (café, ganado, palma y resina). Entre los principales efectos que ocasionan las microfísicas en la CART, se pudo identificar la erosión en los medios de producción, las rupturas de los ciclos reproductivos sociales, las condiciones subalimentarias, el relegamiento en la toma de decisiones comunitarias y las subyugaciones identitarias.

También se constató cómo dentro del poder campesino reproducido en la CART se despliegan los atributos que Foucault (1978) planteó como constitutivos de las microfísicas: propiedad y subordinación, manifiestas en el ejercicio del poder a partir de la acumulación diferenciada de los medios de producción; localización, expresado en la base de instituciones locales como el ejido y las figuras asociativas productivas; acción y legalidad, el prestigio, estatus social, los acuerdos y multas ejidales en materia agroalimentaria como expresiones normativas; propósito, las tensiones represivas-constructivas reflejadas en la dinámica de jornales rurales mal pagados que a su vez aminoran la drástica transformación de la CART a paisajes de remesas y subsidios con la centralización del abasto interno de alimentos a la par de la búsqueda de una calidad alimentaria campesina.

En términos agroalimentarios, el presente trabajo representa el caso de estudio de un territorio campesino que permite reflexionar e ilustrar los enormes desafíos que para él en boga, marco de movilización política de la soberanía alimentaria significan: esencializar y generalizar una inherente moralidad campesina; el dualismo virtuoso versus, vicioso entre la pequeña escala campesina y la gran escala empresarial; la estrechez de centrar los análisis en territorios emblemáticos o faros de esperanza que finalmente se encuentran inmersos en matrices y coyunturas campesinas más amplias que enfrentan enormes retos tanto agrarios como agroalimentarios; la sobredimensión de un planteamiento político que, a partir de lógicas campesinas propias de los ámbitos locales, proyecta la gran transfomación del régimen agroalimentario global (Agarwal, 2014; Bernstein, 2014; Edelman, 2014; Alonso-Fadrejas et al., 2015). Desde el entendimiento de los autores también como campesinistas, dichos argumentos denotan sobreidentificaciones ideológicas que a su vez son simplificaciones conceptuales, las cuales no favorecen la emergencia de resultados críticos y contraintuitivos.

Por ejemplo, en el abasto de carne de res analizado en el apartado de resultados, se ilustró contraintuitivamente una lógica campesina de abasto agroalimentario soberana y caciquil al mismo tiempo (Gilruth‐Rivera, 2016). Siguiendo con la definición de soberanía alimentaria planteada por la propia Vía Campesina en la Declaración de Nyéléni, en el abasto de carne de res estudiado, los propios ejidos definen su dinámica productiva, agraria y alimentaria de la siguiente forma: el producto es sano, nutritivo, culturalmente adecuado y producido de manera ecológica bajo prácticas de ganadería silvopastoril, su comercialización es local, la distribución geográficamente cercana se encuentra disponible a lo largo del año. Además, representa un caso en donde los propios campesinos y no instancias reguladoras externas son quienes se encuentran al centro de la producción, distribución y consumo agroalimentario. Sin embargo, en el abasto de dicho alimento se reproducen profundas relaciones sociales de desigualdad y exclusión, no obstante, su carácter campesino.

Este estudio también confronta algunos de los presupuestos de las agendas de acción política sobre los medios de vida sustentables. En su vertiente intervencionista, tales aproximaciones centran sus esfuerzos en comprender los capitales que requieren los hogares campesinos para, a partir de inyecciones de recursos externos, buscar la manera de generar accesos que les permitan responder a las múltiples y constantes perturbaciones socioeconómicas que se experimentan en las zonas rurales (Morse y McNamara, 2013). En estos enfoques rara vez se consideran las relaciones de poder que se reproducen dentro de las poblaciones rurales y campesinas. De manera paradójica, las inyecciones externas de capitales y capacidades, al desconocer la existencia y dinámica de los micropoderes campesinos, terminan por retroalimentar la polarización social interna como ocurre con los proyectos agroforestales en nuestro caso de estudio.

Conclusiones

A partir de las reflexiones recogidas en los análisis antropológicos sobre las regiones rurales concretas, sin demeritar los valiosos esfuerzos de denuncia que reclaman los movimientos campesinos así como las militancias académicas respecto a los despojos causados por los intereses extractivos hacia los territorios agrarios, consideramos importante no subsumir los entendimientos críticos sobre las problemáticas, los cambios y las contradicciones internas que de manera creciente experimentan las sociedades campesinas contemporáneas alrededor del mundo. Además de los concurridos enfoques tanto de economía política como de agroecología política, es importante retomar lecturas ascendentes y horizontales del poder a través de estudios reflexivos y críticos que permitan dilucidar las contradicciones internas en las sociedades campesinas. Teniendo en cuenta lo anterior podremos analizar con detenimiento y mesura los retos, así como las oportunidades reales del campesino en planteamientos tan ambiciosos como las nuevas reformas agrarias integrales y las transformaciones estructurales de los regímenes agroalimentarios a las escalas de Estados nacionales y del sistema mundo moderno..

Finalmente, se considera que las microfísicas del poder campesino deben ser entendidas como una realidad subyacente o epifenómeno presente en las relaciones sociales internas de la gran mayoría de las zonas rurales alrededor del mundo. El reto después de escudriñar las microfísicas a través de las cuales se reproducen dichos poderes en contextos rurales dados y analizar los efectos que ocasionan, es llegar a proponer alternativas que logren mediar o incluso contrarrestar las relaciones de desigualdad que pueden estar generando. Una veta que entraña el vacío principal del presente trabajo es estudiar los micropoderes campesinos bajo la interseccionalidad de género y generación.

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Notas

* Artículo de investigación

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: aaron.rivera@inecol.mx

Información adicional

Cómo citar este artículo: Rivera Núñez, T., y Lazos Chavero, E. (2022). “Estamos los ganadiarios y están los ganaderos”: microfísicas del poder en un sistema campesino de abasto agroalimentario en México. Cuadernos de Desarrollo Rural, 19. https://doi.org/10.11144/Javeriana.cdr19.egeg

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