Introducción
En pleno siglo XXI, el orden establecido en la sociedad privilegia la división de roles entre mujeres y hombres, caracterizados por profundas desigualdades que desfavorecen a las mujeres, cuyas capacidades, conocimientos y aptitudes son menospreciadas (Rossell, 2021). Específicamente, en la organización de los sistemas alimentarios, en los que el rol social y económico de la mujer es una característica particular que la ha restringido a la compra y preparación de alimentos y a la producción y obtención de recursos (Usca Méndez et al., 2022).
Desde una perspectiva de género, la participación plena de la mujer en el sector agropecuario y en el acceso a oportunidades económicas y decisiones importantes para sus vidas ha sido limitada (Vega y Castro, 2023), pese a su rol esencial en la producción de alimentos, pues son ellas las que tienen un conocimiento profundo y una conexión intrínseca con la naturaleza (Núñez Puente, 2024). Específicamente, su rol en los sistemas de producción de animales menores, como la crianza de cuyes, es una actividad que constituye una fuente de generación de ingresos que aporta a la economía de las familias, además de que incide en el ámbito cultural y social, no obstante, es escasamente visibilizada como un trabajo que contribuye a subsistencia familiar (Malla Alvarado, 2021; Reyes Silva et al., 2021).
Pese a su importancia, las mujeres en el sector agropecuario se enfrentan a múltiples inequidades basadas en normas culturales y desigualdades estructurales que limitan su acceso a los recursos como ingresos, tierra, agua, financiamiento y capacitación técnica (Uduji et al., 2019). Estas inequidades afectan su capacidad productiva y tienen un impacto significativo en sus medios de vida (Harris-Fry et al., 2020). Además, en su práctica diaria de producción, esta situación no es diferente, pues las mujeres deben desafiar varios problemas de orden estructural y técnico (Stegagnini, 2023).
En el ámbito estructural, las mujeres rurales afrontan múltiples desafíos que implican transgredir el “techo de cristal”, expresión que se refiere a las barreras invisibles que limitan a las mujeres rurales avanzar hacia roles de liderazgo y toma de decisiones, pese a su experiencia y a sus conocimientos (Stegagnini, 2023). Otras de las limitaciones es la segregación horizontal conocida como “paredes de cristal”, que impide su acceso a remuneraciones dignas y justas; por el contrario, las confinan a tareas de subsistencia, perpetuando los estereotipos de género y los roles tradicionales (Stegagnini, 2023).
El “dilema de Wollstonecraft” se refiere a la contradicción generada entre el ámbito laboral y el dilema de la maternidad y cuidados, y es otra barrera que las mujeres deben transgredir, pues este restringe el tiempo y las energías de las mujeres para participar activamente en temas que inciden en sus vidas. Otro limitante es el “efecto Matilda”, que invisibiliza sus contribuciones y conocimientos (Stegagnini, 2023). En conjunto, estas limitaciones mantienen a las mujeres rurales en condiciones de desigualdad.
Desde el ámbito técnico, las mujeres dedicadas a la crianza de animales menores, como el cuy, se encaran a la escasa asistencia técnica y generación de tecnologías que les acerque a alternativas técnicas que mejoren la actual producción deficiente, en calidad y cantidad, lo que les ocasiona pérdidas económicas y les limita el mejoramiento de las condiciones de vida de sus familias (Usca Méndez et al., 2022).
Esta problemática puede ser entendida al abordar el estudio de la teoría de género, que, a decir de Baylina et al. (2024), es
una construcción
social, que se reproduce y se expresa espacialmente. Las personas actúan
cotidianamente de acuerdo con unas prácticas de género determinadas en los
lugares en que habitan. Estas prácticas regulan las relaciones de poder entre
géneros en la vida cotidiana y en los espacios en que se desarrollan. Las
organizaciones agrarias, las explotaciones familiares, las industrias, los
gobiernos locales, las instituciones, etc., muestran cómo hombres y mujeres
realizan actividades distintas y ocupan posiciones distintas. (Baylima et al.,
2020, pp. 164-165)
Por otra parte, el género se define como “un conjunto de roles, responsabilidades y oportunidades asignados a las mujeres en el marco de una sociedad y cultura dadas” (Peres Díaz, 2018, p. 2). Además, para este autor el género es un constructo social, aprendido a través de varios canales de socialización que tienen como base la cultura, asignando atributos, espacios y roles al “hombre” y a la “mujer” en determinados contextos y temporalidades.
De ahí que el género, como variable, ayuda a comprender los roles sociales, la condición y posición de mujeres y hombres en contextos específicos y cómo el orden cultural produce percepciones que norman la convivencia (Sigüenza Orellana, 2018). Desde esta perspectiva, las mujeres han jugado un rol importante “en las esferas de economía popular y solidaria; soberanía alimentaria […], y en los sistemas ambientales, sociales y políticos, todos ellos fundamentales, para el desarrollo local y la sostenibilidad de la vida”(Sigüenza Orellana, 2018, p. 2). Situación que es compartida por (Ortiz Ledesma y Barragán Mendoza, 2021), quien afirma que es importante “visibilizar el trabajo y vida de mujeres enfocadas en temas de Economía Social y Solidaria” (p. 248).
Las mujeres asumen un triple rol: reproductivo, productivo y comunitario. Desde el rol reproductivo, asumen las tareas domésticas y de cuidado de los “otros”. Estas tareas no son reconocidas, valoradas, ni remuneradas, pese a ser esenciales para el bienestar social y familiar (Zabala-Murillo et al., 2023).
En el ámbito productivo, las mujeres rurales participan activamente en las actividades agropecuarias. Esta participación resulta de la necesidad de garantizar el sustento familiar. En su rol comunitario, resalta su capacidad de liderazgo y organización, logrando incidencia política y la mejora de las condiciones de vida en sus comunidades (Zabala-Murillo et al., 2023).
Entre las tareas de su rol productivo se inserta la crianza de cuyes, según Pinchao-Pinchao et al. (2024), esta actividad es una herramienta potencial para fortalecer la autonomía económica de las mujeres rurales y la seguridad alimentaria, ya que, en el proceso de producción de cuyes, las mujeres participan activamente en el manejo diario de los animales (alimentación, cuidado sanitario, responsables de los procesos productivos), esto les permite acceder a ingresos económicos, lo que fortalece su empoderamiento económico.
De ahí que, las mujeres son agentes fundamentales para el desarrollo sostenible de sus territorios, ya que su trabajo en el hogar, la producción de cuyes y su participación en procesos asociativos son pilar centrales para la economía rural. Reconocer y fortalecer estos aportes resulta esencial para promover la igualdad de género y mejorar las condiciones de vida en estos espacios (Zabala-Murillo et al., 2023). A la vez, la asociatividad, como resaltan Cerroblanco-Vázquez et al. (2021), se configura como una estrategia de organización productiva indispensable para que los pequeños productores, entre ellos, las mujeres rurales, puedan enfrentar los retos actuales de un mercado globalizado. Puesto que, mediante la cooperación, la generación de confianza, el esfuerzo conjunto y la creación de entornos innovadores, la asociatividad facilita la inserción competitiva de estos actores en las cadenas de valor, fortaleciendo sus capacidades productivas y su reconocimiento social.
Por su parte, Barrientos (2019) sostiene que la asociatividad constituye una estrategia clave para enfrentar la competencia, ya que el trabajo colaborativo incrementa las oportunidades de acceso a créditos, a tecnologías y mejora las capacidades del capital humano, fortaleciendo así la construcción de cadenas de valor sostenibles. En el caso de los pequeños productores, la asociatividad resulta fundamental, pues les permite incrementar su volumen de producción y mejorar su capacidad de negociación, aprovechando las ventajas derivadas de las economías de escala.
En este contexto, surge la siguiente pregunta: ¿cuál es el rol diferencial de género en la actividad productiva de la crianza de cuyes en la unidad familiar de las parroquias de Baños, Tarqui y Ricaurte del cantón Cuenca de la provincia del Azuay?
Con la finalidad de dar respuesta a esta interrogante, la investigación se plantea como objetivo general analizar la participación de la unidad familiar en la crianza de cuyes en el Azuay, con el fin de evidenciar el rol diferencial de género en esta actividad productiva. Para alcanzar este objetivo, se propone caracterizar la situación demográfica de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes en el Azuay, estimar el impacto del género en las actividades de cuidado del proceso de crianza de cuyes y determinar las diferencias significativas entre hombres y mujeres en las responsabilidades relacionadas con la toma de decisiones sobre el uso de tierras, la comercialización de cuyes y el autoconsumo.
Metodología
La investigación implementó una metodología mixta (cuantitativa-cualitativa), de tipo descriptivo, explicativo, correlacional y causal de corte transversal, porque busca identificar propiedades y características del proceso de crianza de cuyes, describiendo las tendencias de quienes se dedican a esta actividad. Además, se pretende explicar las causas de la desigualdad entre los géneros y conocer la asociación de variables, mediante un patrón predecible para este grupo en un solo momento en el tiempo (Hernández et al., 2014).
La información cuantitativa procede de una fuente primaria, obtenidas a través de la encuesta estructurada sobre la situación de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes, levantada en el marco del proyecto de investigación “Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales en la producción de cuyes con enfoque de género para reducir su impacto ambiental”, llevado a cabo durante el periodo 2022-2025, con el financiamiento de la Universidad de Cuenca.
La unidad de análisis son las personas jefas de hogar de las familias criadoras de cuyes de tres casos de estudio, definidos por su relevancia provincial en la producción de cuyes. Se trabajó con un muestreo estratificado con afijación proporcional a la parroquia (Tarqui, Baños y Ricaurte). A partir de una población de 46 702 con un nivel de confianza del 95 %, una proporción estandarizada de 50 % de éxito y 50 % de fracaso y un margen de error máximo permisible del 4 %, se obtuvo una muestra de 546 personas.
Los datos obtenidos se analizaron a través de técnicas de estadística descriptivas e inferenciales, utilizando para esto el procesamiento de datos y el análisis empírico se ejecutan a través de los programas estadísticos IBM SPSS® 25 y Stata/IC15.0®.
Entre las técnicas de análisis de datos, se recurrió al Modelo Logit Binomial (MLB). En la literatura empírica se presentan diferentes modelos econométricos, de acuerdo con el propósito de la investigación, considerando una variable dependiente y variables independientes definidas a priori a corto o largo plazo.
Siguiendo el enfoque teórico, se propone la construcción y estimación de un modelo econométrico Logit Binomial. Este modelo es adecuado cuando la variable dependiente es de naturaleza cualitativa, específicamente binaria o dicotómica, es decir, solo puede tomar dos valores (0 y 1). En cambio, las variables explicativas pueden ser cuantitativas, cualitativas o una combinación de ambas (Gujarati y Porter, 2009).
Especificación del MLB. La regresión logística binomial calcula la probabilidad de que ocurra un evento o resultado: P (Y
i
=1) representa
la probabilidad de que la variable dependiente sea 1; en lugar de que el
resultado alternativo sea 0; la probabilidad de que Y no sea 1 es: P (Y
i
≠1) = 1- P (Y
i
=1).
Variable dependiente. Género (GEN) es una variable dicotómica (dummy) que toma valor 1 si la persona encuestada se identifica como femenino y 0 si es masculino. Así, la especificación binaria logística es adecuada cuando las variables endógenas son dicotómicas. La función de distribución logística (acumulativa) se especifica de la siguiente forma:
Donde Pi
(Yi
=1) es la probabilidad de que una persona se identifica como género
femenino, Zi
es la función de un vector k de variables
explicativas Zi
=β0
+β1x1
. Si Pi
(Yi
=1) es la
probabilidad de ser una persona de género femenino, entonces 1- Pi
(Yi
=1) es lo
contrario. Además, a medida que Zi
varía de −∞ a
+∞, Pi
varía entre 0 y
1. Ahora Pi
/(1-Pi
) es la razón de
las probabilidades de ser una persona de género femenino respecto de la
probabilidad de que no lo sea. Para fines de estimación, se toma el logaritmo
natural:
Donde Li
es el logaritmo de la razón de las probabilidades, está relacionado linealmente con las variables explicativas xi
y desde el punto de vista de la estimación también es lineal en los parámetros; β0 es un intercepto, β1
,β2
…βk
son un vector de parámetros desconocidos a ser estimados; xi es un vector de variables explicativas relevantes; y Ui
representa el término de error estocástico. En este contexto, los parámetros del modelo se estiman mediante el método de máxima verosimilitud (MLE, por su sigla en inglés) y mediante el programa estadístico Stata/IC15.0®.
Con la intención de estimar el impacto del género en la participación en actividades de cuidado en la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes, y valorando el rol productivo de la mujer rural de la provincia del Azuay, en el cuestionario se utilizan algunas variables sociodemográficas y las relacionadas con las actividades de cuidado responsable de la crianza de cuyes. Se muestra la descripción de las siguientes 13 variables explicativas que fueron seleccionadas e hipotetizadas para la estimación del modelo (Tabla 1).
Tabla 1.
Descripción
de las variables explicativas utilizadas en el modelo
Nota.
La tabla describe las
variables del estudio, elaborada con base en datos de la encuesta “Estado
situacional de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes”, del
proyecto “Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales en la
producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Para la toma de datos cualitativos se recurrió a la técnica de entrevista individual semiestructurada, caracterizada por ser un modelo de entrevista guiada y flexible. Esta fue aplicada a una muestra de cinco jefas de hogar seleccionadas a través de una muestra por conveniencia. Este número se determinó por saturación de datos, pues las respuestas comenzaron a repetirse.
Antes de la aplicación de la entrevista se elaboró una guía. La unidad de análisis son las mujeres jefas de hogar de las unidades familiares de las parroquias en estudio. Los datos obtenidos se analizaron mediante la aplicación de la técnica de análisis de contenido con el apoyo del software Atlas Ti 24.
Análisis de resultados
Caracterización sociodemográfica de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes
Los resultados del análisis del perfil sociodemográfico evidencian que el 89,6 % de las personas responsables de la crianza de cuyes pertenecen al género femenino, mientras que los hombres representan el 10,4 %. En cuanto a las edades, los grupos representativos se encuentran entre el rango de 25 a 44 años (28,9 %) y de 45 a 54 años (28,8 %). En tanto que los rangos de edad con escasa representatividad corresponden a los jóvenes menores de 24 años con un 0,2 % y a las personas adultas mayores con 0,4 % (Tabla 2).
Respecto al nivel de educación, el mayor porcentaje 39,7 % se observa en la categoría nivel de educación primaria. En contraste, el nivel de educación con menor representación 0,2 % corresponde al cuarto nivel. Por otra parte, el 65,0 % de las personas encuestadas afirman estar casados/as. Su ocupación principal es “cuenta propia” con el 75,0 %, seguida de la categoría “trabajador/a no remunerado del hogar” con el 12,3 %. Finalmente, el 76,7 % de las personas entrevistadas afirman “NO” pertenecer a organización alguna (Tabla 2).
Tabla 2.
Características sociodemográficas de las
personas encuestadas
Nota.
La tabla describe
características sociodemográficas de las personas encuestadas, a partir de
datos de la encuesta “Estado situacional de la unidad familiar responsable de
la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto “Inclusión sostenible de
subproductos agroindustriales en la producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Estos hallazgos reflejan que la crianza de cuyes es una actividad predominantemente femenina, de edad media, con niveles de educación primaria y con tendencia al trabajo por cuenta propia. Esta situación, a decir de las personas entrevistadas, corresponde a una actividad doméstica que les permite garantizar el sustento para su familia, ya sea por el autoconsumo del cuy o por los recursos que les permite obtener a través de su comercialización. Al respecto afirman que “creo que la crianza del cuy, está dentro de la familia, como un trabajo principal, digamos, es el medio de sustento económico que tenemos cada uno de nosotras” (mujer de 59 años, productora de cuyes, comunicación personal, 2024).
Respecto a la tendencia al trabajo independiente, las personas afirman que esto se debe a las “escasas oportunidades laborales porque en el campo nuestro trabajo se centra en la agricultura y la crianza de animales menores” (mujer de 41 años, productora de cuyes, comunicación perondal, 2024). Así también, en términos de organización comunitaria, los datos muestran que la participación es mínima, la mayoría de las personas participantes no están afiliadas a asociaciones o grupos comunitarios. Al respecto afirman que “en nuestra parroquia no existe asociación de ningún tipo, nos falta unirnos y trabajar juntos” (hombre de 60 años, productor de cuyes, comunicación personal, 2024).
Impacto del género en las actividades de cuidado del proceso de crianza de cuyes
A fin de determinar el impacto del género en las actividades de cuidado del proceso de crianza de cuyes, se presenta un análisis econométrico de las variables continuas, discretas y dicotómicas utilizadas en la investigación. En la estimación del modelo de regresión logística se ha considerado una muestra final de 546 hogares, después de tener en cuenta la disponibilidad de datos de las variables sociodemográficas y las relacionadas con las actividades de cuidado de las personas responsables de la crianza de cuyes.
La tabla 3 muestra los coeficientes de las diferentes variables utilizadas en la estimación del MLB a nivel de los hogares, los efectos marginales (cambios en probabilidades), los odds ratios (fuerza de asociación), sus errores estándar robustos y los intervalos de confianza. El modelo estimado vincula una variable de respuesta binaria (1 = femenino, 0 = masculino) con las principales actividades de cuidado en la unidad familiar responsable con base en el uso de tecnologías pecuarias básicas en la crianza de cuyes, como la desparasitación, la resiembra de potreros, el abono o la fertilización de potreros, la vacunación, la separación de hembras y machos, si cuenta con asesoramiento técnico, si ha recibido capacitación técnica, así como si tiene acceso a crédito productivo.
Tabla 3.
Resultados del modelo de
regresión logística binomial para la variable GEN
Nota.
Modelo de regresión logística binomial. Se presentan coeficientes,
efectos marginales, OR e IC al 95 % para la variable dependiente GEN. Tabla
elaborada a partir de datos de la encuesta “Estado situacional de la unidad
familiar responsable de la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto
“Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales en la producción de
cuyes” (2024).
Fuente: elaboración propia.
A partir de estos resultados, se interpretaron los coeficientes del modelo estimado, desde su significancia hasta el efecto e impacto existente entre variables (signo de los coeficientes +/–). El resultado de la regresión logística binaria muestra que existe un impacto positivo y negativo del género en algunas variables sociodemográficas y las relacionadas con las actividades de cuidado de las personas responsables de la crianza de cuyes. Los resultados también evidencian que los valores correctamente clasificados de la especificación y confiabilidad de la regresión del MLB estimado representan el 90,46 %.
Es decir, la variable género femenino se explica por la variable edad, estado civil, trabaja actualmente (trabajador activo). Asimismo, se relaciona con actividades de cuidado responsable en la crianza de cuyes como resiembra de potreros (RPotreros), abona o fertiliza potreros (Ab_FPotreros), separa las hembras de los machos (R_cuyes H-M), así como ha recibido capacitación técnica (Cap_Tec). Sin embargo, las variables nivel de estudios (excepto la categoría Tercer Nivel/Universidad), pertenece a alguna organización (ORG) y actividades de cuidado, como desparasitación (DESP), vacunación (VAC) y asesoramiento técnico (Ase_Tec), tienen un impacto negativo y no resultaron estadísticamente significativas en la estimación del modelo. Eso indica que deben implementarse mejoras en estas prácticas de cuidado, pues tienen incidencia en las personas responsable de la crianza de cuyes.
Aunque la variable edad resulta significativa al 1 %, presenta un impacto negativo con respecto a la variable género, lo que implica que crecer en edad se asocia con una menor probabilidad de que las personas de género femenino realicen estas actividades. Efectivamente, un aumento de un año en la edad disminuye la probabilidad de las mujeres de realizar estas actividades. Igualmente, la variable capacitación técnica muestra los mismos resultados, existe significancia estadística con un impacto negativo (p < 0,1). Estos resultados evidenciaron que existe una baja cobertura de capacitación técnica, lo que alerta probablemente la presencia de barreras que impidan mejorar u optimizar la crianza de cuyes por parte de una persona de género femenino.
Por el contrario, las variables .stado civil que trabaja actualmente, la resiembra de potreros, abona o fertilizapotreros y separa las hembras de los machos son las únicas variables que presentan un impacto positivo con respecto al género, además de ser estadísticamente significativas. En este caso, ser un trabajador activo actualmente incrementa la probabilidad de ser una persona mujer.
En específico, las variables, resiembra de potreros y abona o fertiliza potreros, tienen una relación significativa con un impacto positivo con un 90 y 95 % de confianza (p < 0,1; p < 0,05, respectivamente) en relación con la variable género, lo que indica un mayor esfuerzo por mantener la calidad y disponibilidad de forraje, así como darle mayor importancia a mantener la fertilidad del suelo para asegurar la producción de forraje. Asimismo, cuando se tiene como práctica separar las hembras de los machos en la crianza de cuyes, se presenta un impacto positivo y significativo (p< 0,1), en este caso, existe un manejo reproductivo controlado de cuyes por parte de las personas de género femenino. (Tabla 3).
Por último, se aplica el test de Hosmer-Lemeshow como una herramienta para verificar si el MLB ajusta bien los datos utilizados, así como la Curva ROC y el área bajo la curva (AUC) que permite evaluar el desempeño general del modelo según sensibilidad y especificidad. El valor p > 0,05 del test de H-L indica que el MLB ajusta bien los datos. La AUC es de 0,82, lo que indica que el MLB tiene un muy buen desempeño general, diferenciando correctamente entre personas de género femenino y masculino (Figura 1). Por lo tanto, el modelo de regresión logística presenta un buen ajuste y las probabilidades predichas pueden considerarse confiables para este conjunto de datos.
Figura 1.
Curva
ROC y valores de sensibilidad y especificidad del MLB
Nota.
Las figuras muestran el desempeño del modelo predictive, elaboradas a partir de
datos de la encuesta “Estado situacional de la unidad familiar responsable de
la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto “Inclusión sostenible de
subproductos agroindustriales en la producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Diferencias significativas entre hombres y mujeres en las responsabilidades relacionadas con la toma de decisiones sobre el uso de tierras, la comercialización de cuyes y el autoconsumo
Continuando con el análisis, con la finalidad de determinar la existencia de diferencias significativas entre hombres y mujeres en las responsabilidades relacionadas con la toma de decisiones sobre el uso de tierras, la comercialización de cuyes y el autoconsumo, se utilizó el programa IBM SPSS® 25, que facilitó el análisis por medio del uso de la prueba de chi-cuadrado (χ²).
Para determinar si existe una diferencia significativa entre los resultados esperados y los observados en una o más categorías, en este caso, las tres variables de análisis acorde a la toma de decisiones presentan tres categorías (1 = acuerdo mutuo, 2 = toma decisión mujer, 3 = toma de decisión hombre), considerado que si p < 0,05, existe una diferencia significativa entre hombres y mujeres respecto a la toma de decisiones sobre el uso de tierras; en cambio, si p≥ 0,05, no hay evidencia suficiente para afirmar que hay diferencias significativas; el mismo criterio se establece para las demás variables.
Uso de tierras
La tabla 4 muestra que, en los hogares liderados por hombres, la mayoría reportó que las decisiones se toman en acuerdo mutuo (64,9 %), mientras que un porcentaje menor indicó decisiones tomadas exclusivamente por mujeres (19,3 %) o por hombres (15,8 %). En contraste, en los hogares encabezados por mujeres, el 56,2 % señaló que es la mujer quien toma la decisión, seguido por decisiones consensuadas (26,6 %) y decisiones tomadas exclusivamente por hombres (17,2 %).
Tabla 4.
Distribución de la
toma de decisiones sobre el uso de tierras según sexo
Nota.
Presenta la
distribución de decisiones sobre uso de tierras según sexo, elaborada a partir
de datos de la encuesta “Estado situacional de la unidad familiar responsable
de la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto “Inclusión sostenible de
subproductos agroindustriales en la producción de cuyes” (2024).
Fuente: elaboración propia.
Además, los resultados de la prueba estadística indican un valor de p< 0,05, lo que confirma la existencia de una diferencia significativa entre hombres y mujeres en cuanto a la toma de decisiones sobre el uso de tierras (Tabla 5). Por lo tanto, se concluye que el sexo influye significativamente en la forma en que se deciden los usos del suelo. Según los datos, las mujeres son quienes, en mayor proporción, toman decisiones sobre el uso de tierras destinadas a la crianza de cuyes (Figura 2).
Tabla 5.
Resultados de la prueba chi-cuadrado
(χ²) para
la asociación entre variables categóricas (TD-UT y sexo)
a
0 casillas (0,0 %) han
esperado un recuento menor que 5. El recuento mínimo esperado es 9,71.
Nota.
La tabla presenta los resultados de la prueba chi-cuadrado (χ²) que evalúa la
asociación entre la toma de decisiones sobre el uso de tierras (TD-UT) y el
sexo, elaborada a partir de datos de la encuesta “Estado situacional de la
unidad familiar responsable de la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto
“Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales en la producción de
cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Figura 2.
Uso
de la tierra en la crianza de cuyes
Fuente:
elaboración propia.
Comercialización de cuyes
La tabla 6 muestra que, en los hogares liderados por hombres, el 56,1 % de las decisiones sobre la comercialización de cuyes son tomadas por mujeres, el 33,3 % en acuerdo mutuo y solo el 10,5 % por hombres. En contraste, en los hogares encabezados por mujeres, el 91,2 % de las decisiones son asumidas por ellas mismas, el 7,6 % se toma en conjunto y apenas el 1,2 % por hombres.
Tabla 6.
Resultados del análisis de toma de decisiones sobre la comercialización de
cuyes según sexo
Nota.
La tabla presenta los resultados del análisis de toma de decisiones sobre la
comercialización de cuyes según sexo, elaborada a partir de datos de la
encuesta “Estado situacional de la unidad familiar responsable de la crianza de
cuyes”, realizada en el proyecto “Inclusión sostenible de subproductos
agroindustriales en la producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Dado que el análisis arroja un valor de p < 0.05, se confirma una diferencia estadísticamente significativa entre hombres y mujeres en la toma de decisiones sobre la comercialización de cuyes (Tabla 7). En este sentido, se evidencia que las mujeres son, en su mayoría, quienes deciden sobre la compra y venta de cuyes (Figura 3).
Tabla 7.
Resultados de la prueba chi-cuadrado (χ²) para la asociación
entre sexo y toma de decisiones sobre uso de tierras
a
1 casillas (16,7 %) han
esperado un recuento menor que 5. El recuento mínimo esperado es 1,25.
Nota.
La tabla presenta los resultados de la prueba chi-cuadrado (χ²) para la
asociación entre sexo y toma de decisiones sobre uso de tierras, elaborada a
partir de datos de la encuesta “Estado situacional de la unidad familiar
responsable de la crianza de cuyes”, realizada en el proyecto “Inclusión
sostenible de subproductos agroindustriales en la producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Figura 3.
Compra
y venta de cuyes
Fuente:
elaboración propia.
Autoconsumo
La tabla 8 revela que, en los hogares liderados por hombres, el 50,9 % de las decisiones sobre el autoconsumo de cuyes son tomadas por mujeres, el 40,4 % en acuerdo mutuo y solo el 8,8 % por hombres. En los hogares encabezados por mujeres, el 90,2 % de estas decisiones son asumidas por ellas mismas, el 9,4 % se toma en conjunto y apenas el 0,4 % por hombres. En términos generales, el 86,1 % de los 546 hogares encuestados reporta que las decisiones sobre el autoconsumo son tomadas por mujeres, ya sea de forma exclusiva o consensuada, mientras que la participación masculina exclusiva es mínima (1,3 %).
Tabla 8.
Resultados del análisis de toma
de decisiones sobre el autoconsumo de cuyes según sexo
Nota.
La tabla presenta los resultados del análisis de toma de decisiones sobre el
autoconsumo de cuyes según sexo, elaborada a partir de datos de la encuesta
“Estado situacional de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes”,
realizada en el proyecto “Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales
en la producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
El análisis estadístico muestra un valor de p < 0,05, lo que indica una diferencia significativa entre hombres y mujeres en cuanto a la toma de decisiones sobre el autoconsumo de cuyes (Tabla 9). Estos resultados evidencian que son las mujeres quienes, en su mayoría, deciden sobre el autoconsumo, y que el acuerdo mutuo es limitado. En conjunto, los hallazgos sugieren un claro predominio femenino en este ámbito (Figura 4).
Tabla 9.
Resultados de la prueba chi-cuadrado
(χ²) para
la asociación entre sexo y toma de decisiones en actividades de autoconsumo
(TD-AUTOCONS)
a
1 casillas (16,7 %) han
esperado un recuento menor que 5. El recuento mínimo esperado es ,73.
Nota.
La tabla muestra los resultados de la prueba chi-cuadrado (χ²) para la
asociación entre sexo y toma de decisiones en actividades de autoconsumo
(TD-AUTOCONS), elaborada a partir de datos de la encuesta “Estado situacional
de la unidad familiar responsable de la crianza de cuyes”, realizada en el
proyecto “Inclusión sostenible de subproductos agroindustriales en la
producción de cuyes” (2024).
Fuente:
elaboración propia.
Figura 4.
Consumo
familiar de cuyes
Fuente:
elaboración propia.
Desde la perspectiva cualitativa, esta tendencia es confirmada por los testimonios de las personas entrevistadas. Al respecto, una productora afirma que
como son
actividades que hemos realizado desde nuestra niñez, ya sabemos cómo hacerlo;
en la casa criamos cuyes en la muralla, cuando vienen a comprar, les vendemos y
esa platita la utilizamos para comprar alimentos para la familia, también en
días festivos tenemos cuyes para comer con la familia. (Mujer de 41 años,
productora de cuyes, comunicación personal, 2024)
Discusión
A partir de los resultados expuestos y en diálogo con el marco teórico-conceptual se responde a la pregunta de investigación evidenciando qué rol diferencial de género en la actividad productiva de la crianza de cuyes recae en las mujeres adultas, con edades que oscilan entre 35 y 54 años de edad, con niveles de estudio básicos, estado civil casadas y con ocupaciones con tendencia a trabajos independientes y amas de casa.
Estos datos concuerdan con los resultados de Chávez Tapia (2019) y de Lema Yánez (2019), en los cuales se evidencia que esta actividad es realizada mayoritariamente por mujeres, con nivel de educación primaria, con edad promedio entre 41 y 50 y que en su mayoría son amas de casa. Esta situación, según Camacho y Patiño (2023), Poma Sirpa (2022), Stegagnini (2023), les permite a las mujeres acceder a ingresos económicos para la subsistencia de sus familias rurales, a la vez que aportan a la preservación de prácticas culturales y sociales. No obstante, se enfrentan a múltiples desafíos que implica transgredir los estereotipos de género y los roles tradicionales (Stegagnini, 2023), limitaciones que mantienen a las mujeres rurales en condiciones de desigualdad.
En relación con el ámbito organizacional, los resultados de esta investigación evidencian que la mayoría de las personas entrevistadas no pertenecen a ninguna organización. Este hallazgo coincide con lo reportado por Bravo Guzmán et al. (2022), quienes identifican una escasa asociatividad entre las mujeres rurales productoras, atribuida principalmente al desconocimiento, la desconfianza y la sobrecarga de trabajo doméstico. Según estos autores, la limitada asociatividad restringe el acceso a economías de escala, a mejores condiciones de comercialización y a apoyos institucionales. Aunque se reconoce el potencial de la asociatividad para fortalecer la economía rural y la autonomía femenina, en la práctica persisten obstáculos estructurales y culturales que dificultan su consolidación en este tipo de actividades productivas.
Por otra parte, los resultados del impacto del género en las actividades de cuidado del proceso de crianza muestran que las variables resiembra y fertilización de potreros, separación de hembras y machos, estado civil y trabajo activo tienen un impacto positivo y significativo sobre el género femenino. En este sentido, Chávez Tapia (2019) afirma que los residuos que genera la producción de cuyes se utilizan para fertilizar los suelos y cultivos.
Por el contrario, la edad y la capacitación técnica presentan un impacto negativo. Situación que, a decir de Cantaro Segura et al. (2021), afecta la calidad y competitividad de la producción. Esto concuerda con lo que dice Lema Yánez (2019), quien afirma que la crianza de cuyes se realiza con bajo nivel de tecnificación. También se debe a la falta de asistencia técnica, como lo demuestran Ortiz-Oblitas et al. (2021).
Otras variables, como nivel de estudios, pertenencia a organizaciones, desparasitación, vacunación y asesoramiento técnico, no fueron significativas. Estos hallazgos están en discordancia con el estudio de Ortiz-Oblitas et al. (2021), quienes muestran que mayoritariamente las personas productoras de cuyes no son parte de alguna asociación de criadores, situación que limita su acceso a servicios técnicos y productivos brindados por las instituciones estatales. Esto concuerda con lo que proponen Cantaro Segura et al. (2021), quienes afirman que existe nula organización.
Respecto a las diferencias significativas entre hombres y mujeres en las responsabilidades relacionadas con la toma de decisiones sobre el uso de tierras, la comercialización de cuyes y el autoconsumo, los resultados muestran que en estas actividades son las mujeres quienes toman las decisiones. Resultados que concuerdan con los hallazgos de Alegre Fernández (2023), quien afirma que, cuando el sistema de producción predominante es el familiar-comercial, las decisiones del proceso son lideradas mayoritariamente por mujeres con el apoyo de otros miembros de la familia, sin embargo, cuando la producción se orienta más a la comercialización, son los hombres quienes deciden sobre el uso, acceso y control de los recursos.
Conclusiones
El objetivo central de este artículo fue analizar la participación de la unidad familiar en la crianza de cuyes en el Azuay, con el fin de evidenciar el rol diferencial de género en esta actividad productiva. Los resultados obtenidos permiten concluir que, respecto a la caracterización de la unidad familiar, son las mujeres adultas, casadas, con un nivel de educación primaria quienes se dedican principalmente a la crianza de cuyes, que la realizan por cuenta propia, pues es considerada una actividad doméstica que aporta a la alimentación familiar y a la generación de recursos económicos para la subsistencia familiar.
En el ámbito organizacional, se observa una escasa asociatividad, lo que evidencia que en las parroquias estudiadas la producción de cuyes se desarrolla principalmente en el entorno familiar y no a través de organizaciones formales. Esta situación limita su potencial como alternativa de empleo y desarrollo económico. A partir de este análisis, se concluye que fomentar la asociatividad con enfoque de género es una estrategia clave para mejorar la participación y el reconocimiento de las mujeres en esta actividad, al tiempo que fortalece las capacidades organizativas de las unidades familiares, favoreciendo la generación de economías de escala y el acceso a mercados más rentables.
Respecto al impacto de género en las actividades de cuidado del proceso de crianza de cuyes, los resultados muestran que tanto la edad como el acceso a la capacitación son barreras que limitan a las mujeres a mejorar el proceso de crianza de cuyes, pues a mayor edad disminuye la probabilidad de que las mujeres continúen realizando esta actividad. De igual manera, se muestra escaso acceso a capacitación técnica, situación que constituye un limitante para que las mujeres realicen esta actividad de manera eficiente. No obstante, las variables estado civil, que trabaja actualmente, la resiembra de potreros, abona o fertiliza potreros y separa las hembras de los machos tienen un impacto positivo para garantizar que las mujeres realicen la crianza de cuyes.
Por otra parte, respecto a la toma de decisiones sobre el uso de tierras, la comercialización de cuyes y el autoconsumo, los resultados muestran que son las mujeres quienes toman las decisiones al respecto, ya que la actividad está relacionada con el rol doméstico y de cuidado que es asumido por las mujeres.
En conclusión, la producción de cuyes en las parroquias de Baños, Tarqui y Ricaurte está liderada por las mujeres adultas, quienes se enfrentan a desafíos significativos, como la prevalencia de roles tradicionales, donde la producción de cuyes es considerada como una extensión de las tareas domésticas, por lo tanto, es desvalorizada e invisibilizada como un trabajo. Esta situación, sumada a la falta de capacitación técnica y la asociatividad, limita su potencial como una fuente de empleo que aporta al desarrollo económico, familiar y local.
Desde este contexto, es fundamental implementar estrategias que promuevan la asociatividad entre las personas productoras de cuyes con la finalidad de acceder a fuentes de capacitación y a recursos que fortalezcan esta actividad como fuente de empleo y promotor de la autonomía económica de las mujeres para su empoderamiento, y para el reconocimiento, la revalorización y la visibilización de su trabajo en el ámbito agropecuario. Frente a esta situación, es necesario continuar investigando con la finalidad de identificar factores que motivan la participación juvenil en esta actividad, pues se corre el riesgo de que sus prácticas se vayan desapareciendo.
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