La diabetes tipo 2, como enfermedad crónica, además de los efectos sociales y económicos que tiene para un país, también afecta la vida de la persona que la padece (
Los anteriores factores pueden influir en la adherencia terapéutica, la cual —intencionada o no— es un problema complejo (
La
Según la naturaleza del objeto y la finalidad de la situación, el núcleo central podrá tener dos dimensiones: una funcional, en la que el núcleo central lo constituyen los elementos más importantes para la realización de la tarea, y una normativa, en que intervienen directamente dimensiones socioafectivas, sociales e ideológicas. En este tipo de situaciones se puede pensar que una norma, un estereotipo o una actitud fuertemente marcada estarán en el centro de la representación. Para que un objeto sea motivo de una representación social los sistemas periféricos deberán estar directamente asociados con el objeto y originar dos tipos de representaciones sociales: 1) las autónomas, cuyo principio organizador se sitúa al nivel del objeto mismo, y 2) las no autónomas, cuyo núcleo central se sitúa fuera del objeto.
Los sistemas periféricos, cuya determinación es más individualizada y contextualizada, constituyen lo esencial del contenido de la representación. Desde este planteamiento, es necesario que al diseñar, aplicar y evaluar intervenciones de enfermería, se identifiquen los objetos que provocaron la sociogénesis de la representación social, sus elementos, el núcleo central y los sistemas periféricos, los cuales deben permear toda la intervención. De esta manera, se asegura la aceptación y la aplicación en la vida diaria de la persona y mejoran la relación objeto-sujeto.
Para la investigación se llevó a cabo una revisión integrativa utilizando como guía el método prisma de artículos (
La búsqueda se realizó en bases de datos informatizadas: Web of Science, Medline, PubMed, SciELO, LILACS, Bireme y CUIDEN. La revisión proporcionó estudios que cumplían los siguientes criterios de inclusión: a) estudios cuantitativos y cualitativos sobre representaciones sociales de la diabetes tipo 2 en mujeres; b) escritos en inglés, español, francés o portugués, y c) investigaciones publicadas desde 1999 a 2016. Esto con el propósito de reunir conocimientos y dar respuesta a las preguntas orientadoras: ¿cuál es la representación social que la mujer tiene sobre la diabetes tipo 2? ¿Qué elementos integran el núcleo central y los sistemas periféricos de la representación social? En total se seleccionaron 120 artículos, y de estos se eligieron 45 que cumplían con los criterios de representaciones sociales de las mujeres con diabetes tipo 2 como tema central. En los trabajos escogidos se identificó cómo se abordaba el tema de acuerdo con las palabras clave y el objetivo planteado (
La recolección y análisis de contenidos
mediante el método de similitudes y diferencias (
La sociogénesis de la representación social está compuesta por tres fases:
Señalan que el motivo de la enfermedad fue el “estrés, un susto, un enojo, una impresión, un castigo, o designio divino; que tal vez fue por un coraje, peleas un mal echado un mal karma o malos actos que durante su vida hayan hecho” (
En estos relatos se aprecia la voz popular sobre las causas que originan la enfermedad, las cuales pueden ser correctas o incorrectas. Esto probablemente predisponga la norma para la acción hacia el tratamiento.
Sin embargo, algunas mujeres no alcanzan a dar identidad social a la diabetes y no tienen “apego a la alimentación, medicación y actividad física, convirtiéndose en receptoras y objetos pasivos, llevan vida sedentaria y transgresión dietética, ni toman ni hacen la dieta correcta, consumen bebidas y alimentos que causan enfermedad, no reconocen beneficios de la medicalización, argumentan que tantos cambios no lo pueden soportar y no harán lo que les dicen, ni modificarán, ni harán nada y ni tomarán nada” (
A continuación, se describen los elementos que integran la representación social que tienen las mujeres sobre la diabetes tipo 2: creencias, opinión hacia el profesional de la salud, información y actitud.
Las mujeres tienen la creencia que la medicación no es
necesaria, esto es, alivia una cosa, pero enferma otra, y después ya no hace efecto.
Rechazan la medicación por incomodidad de tomar muchas pastillas; además, por sí
solas, las pastillas no curan, tomarlas cansa y dan náuseas. Es una porquería de
remedio que no vale. Lo toman solo cuando se acuerdan o lo dejan de tomar hasta
por seis meses. Modifican la dosis y el horario de tratamiento. Creen que la insulina
causa ceguera, genera vulnerabilidad física, ocasiona baja actividad sexual, pérdida
de peso y provoca cansancio, daña al cuerpo y daña el riñón, lo que incrementa el
miedo a su uso (
Las mujeres opinan que el equipo de salud considera al paciente apático, negligente y desinteresado de su padecimiento. Hay médicos malos que hasta hacen daño con lo que recetan. Solo mandan los estudios, dictan horarios, recomiendan hacer ejercicio, se enojan si dices que no tomaste el medicamento, amenazan con usar insulina si no cumples el tratamiento, son útiles y amables; pero “no te toman en cuenta al dictar dietas; son profesionales, pero distintos e impersonales” (
En específico, “la enfermera tiene un toque personal y da un aliento de vida, sus pláticas y consejos tienen mayor impacto y ayudan a vivir con la enfermedad” (
En cuanto a la alimentación, opinan que “afecta la convivencia, es limitada, la dieta no considera la alimentación cultural, se establece desde el punto de vista médico y nutriólogo que no toman en cuenta su contexto simbólico, social, cultural y temporal, el seguirla excluye de las actividades sociales y genera sensación de segregación, disocia el vínculo energético sobre todos los seres, suscita caos, choque y mixtificaciones, altera las situaciones culturales y es una meta difícil de seguir y de lograr, porque es difícil modificar la alimentación y se convierte en una lucha constante por el cambio de hábitos” (
Además, el “dinero dificulta su seguimiento, son alimentos especiales y caros que no les gustan y no tiene buen sabor, como no se les informa sobre lo que deben y no deben comer para evitar incrementar los niveles de glucosa en sangre, hace que les de mucha hambre y no puedan comer. Opinan que el ejercicio no es necesario, con el trabajo diario es suficiente, además requiere vestimenta especial y no tienen tiempo, solo deben realizarlo las personas con pobre control metabólico u obesidad, si no están gordas no lo necesitan, tienen resistencia a practicarlo por miedo a caídas, tropiezos y por la falta de hábito para realizarlo” (
Las mujeres con diabetes solicitan información que les defina el padecimiento para perfeccionar los conocimientos, que se les enseñe a reconocer síntomas de hiperglucemia e hipoglucemia e identifiquen por qué se presentan las dolencias del cuerpo, cabeza, ojos, piernas y de otros síntomas como hambre, excreciones urinarias constantes, olvido, sudoración, sed constante y el cansancio que quita fuerza, quedando decaídos, con sueño, sin ganas de hacer nada, se sienten borrachas, con boca reseca, amarga y con hormigueo en la cara, la baja actividad sexual y bajo interés. Identifican la glucosa alterada porque sienten inquietud en todo el cuerpo, “deseos de beber mucha agua, mareos, debilidad, temblores, sensación de frío y piel de gallina, palpitaciones y nerviosismo” (
Con la experiencia que se adquiere, se renuncia a la amenaza, y el compromiso con la enfermedad disminuye, por lo que se puede presentar riesgo de estar “inconsciente” y morir, aunque el temor no es a la muerte, sino a la forma de morir (amputado) (
En las mujeres es común encontrar el “sentimiento persistente de preocupación, miedo, tristeza, ansiedad, enojo, desesperación, angustia, rabia, temor, depresión, tensión y la ira diabética, dejándose arrastrar por el fatalismo, la incertidumbre, la vergüenza, el sufrimiento, la culpa, el abatimiento y la decepción” (
En la enfermedad, la fe se hace presente y se establece la relación con ese ser supremo a través de rezos, peticiones y promesas. Le piden que no se desarrolle la enfermedad y puedan recuperar la salud, les prolongue la vida, dé fortaleza para curarse y adaptarse a la nueva vida, vivir sin dolor y sobrellevar su enfermedad (
Como resultado del análisis de similitud, el núcleo central quedó estructurado por los conceptos
dominantes de padecimiento, alimentación, medicación y ejercicio, toda vez que fueron
los conceptos más mencionados por las mujeres. Estos dan estabilidad a la representación
social, y los sistemas periféricos se integraron con los conceptos más comunes como
cuidados, medicina tradicional, profesionales de la salud,
familia, apoyo de otros, trabajo, género femenino, servicios de salud, cambio de
hábitos, conocimiento y educación, que corresponden con el sistema periférico contextual. Raramente, los conceptos
citados por las mujeres quedaron integrados en el sistema periférico individual:
desesperanza, curso de la enfermedad, cuidados, causa
de la enfermedad, autoestima, significado común de la enfermedad, sentimientos disfuncionales,
actitud, vivir con la enfermedad, negar la enfermedad, síntomas de la enfermedad,
fe en Dios y esperanza como puede observarse en la
Para enfermería, el cuidado es su razón de ser; por tanto, la situación de cronicidad actual le exige replantear ese cuidado desde lo cognitivo y desde lo psicológico. Diversos autores como Montalvo-Prieto et al. (
Este trabajo permitió identificar que los elementos que integran el núcleo central, concordando con Torres et al. (
Los hallazgos marcan la pauta para planear intervenciones que, como señala Pisano y González (
En síntesis, la enfermedad crónica, lejos de ser solo síntomas y signos, es un evento que modifica la vida de la mujer, su familia y su entorno. Esto hace necesario que, al planear el cuidado de enfermería, se tomen en cuenta las necesidades en específico de las mujeres tanto en lo cognitivo como en lo psicológico; pensar no solo en el modelo biomédico, sino en todos los saberes y formas de mejor atención con las que se busca prevenir, tratar, controlar, aliviar o curar un padecimiento. Por tanto, este artículo de revisión intenta aportar una forma diferente de enfrentar el problema de la diabetes tipo 2, en el desarrollo de programas de intervención enfocados en modificar la representación social de la enfermedad y la adherencia terapéutica, a fin de mejorar la calidad de vida de las mujeres.
El estudio se limitó a explorar la representación social que tienen las mujeres sobre la diabetes tipo 2, toda vez que se requieren programas de intervención que en su diseño tomen en cuenta el sentido común de lo que piensa y dice la gente que padece la enfermedad, utilizando teorías como la del núcleo central para favorecer el cuidado de enfermería.
*Artículo original de investigación