El poder inteligente de China y Rusia en Asia Central: el oso y el dragón en la nueva ruta de la seda*

The Intelligent Power of China and Russia in Central Asia: The Bear and the Dragon in the Belt and Road Initiative

Papel Político, vol. 24, núm. 2, 2019

Pontificia Universidad Javeriana

Tatiana Gélvez Rubio a

Universidad de Essex, Reino Unido


Paula Prieto Ararat

Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


Recepción: 13 Agosto 2018

Aceptación: 23 Noviembre 2018

Fecha de publicación: 30 Diciembre 2019

Resumen: La región de Asia Central que comprende Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán resulta un área geoestratégica de interés para grandes potencias. Rusia provee cooperación en seguridad con la idea de garantizar la estabilidad regional; China por su parte, promueve sus relaciones basadas en comercio e inversión. Bajo el paradigma neorrealista, el presente artículo identifica la aplicación de estrategias de smart power de Nye (2009) por parte de China y Rusia en Asia Central. En este contexto, el documento presenta un análisis comparativo de las estrategias de poder, donde se concluye que si bien, históricamente Rusia se muestra como la potencia dominante en la región al orientar la cooperación política y militar, China podría considerarse el hacedor de una estrategia de smart power efectiva por medio de cooperación comercial.

Palabras clave:Asia Central, China, poder inteligente, nueva ruta de la seda

Abstract: The region of Central Asia, consisting in Kazakhstan, Uzbekistan, Turkmenistan, Tajikistan and Kyrgyzstan, is a geo-strategic area quite interesting to the great powers. Russia provides them security cooperation in the intent to ensure regional stability. On the other hand, China promotes relations with them based on investment and trade. Under the neorealist paradigm, this article identifies the application of Nye’s (2009) smart power strategies by China and Russia in Central Asia. In this context, this document provides a comparative analysis of the power strategies to finally conclude that despite Russia has been shown historically as the dominant power in the region, that directs the political and military cooperation, China could be seen as the creator of an effective smart power strategy based on the commercial cooperation.

Keywords: Central Asia, China, intelligent power, Belt and Road

El colapso de la URSS incrementó la competencia de grandes potencias por el poder en los territorios exsoviéticos, en los cuales, las acciones por la influencia en el corazón euroasiático revivieron los planteamientos geopolíticos clásicos de Mackinder (1904) sobre el control del área pivote y el poder internacional. En efecto, la región de Asia Central comprendida por las repúblicas exsoviéticas de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán 1 goza de una posición geográfica privilegiada que la constituye no solo como un corredor intracontinental y enclave económico rico en recursos naturales, sino también como un punto estratégico en seguridad. De esta manera, Asia Central se proyecta como una de las regiones más importantes del mundo, donde grandes potencias interactúan, cooperan y compiten (Megoran y Sharapova, 2013; Zhao, 2007).

Aunque tanto China como Rusia cuentan con intereses estratégicos en la región, diferentes autores han señalado que no existen incentivos para un enfrentamiento bélico directo como mecanismo de exclusión del territorio (Contessi, 2015; Freire y Kanet, 2010). Por el contrario, ambos países comparten preocupaciones frente a una mayor presencia militar de Estados Unidos en la región, que se ha visto materializada en acciones tales como el acuerdo de cooperación del espacio aéreo de Uzbekistán (2001), la cooperación para reducir las amenazas nucleares en Kazajistán (2010), el acuerdo de cooperación de la base aérea de Khanabad en Kakenova (2014) y la alianza estratégica entre Kirguistán y Estados Unidos para combatir el radicalismo islámico, que implicó el acceso de militares norteamericanos y la instauración de la base aérea de Manas 2 .

Al mismo tiempo, China se abre camino como potencia emergente, por medio de espacios de integración regional tales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y diferentes formas de participación accionaria en las empresas de Asia Central. Así mismo, ha enfocado sus estrategias en la promoción del comercio, las inversiones en infraestructura y la visión de 中国梦 (Zhōngguó mèng) “sueño chino” de Xi Jinping 3 , en el cual, el proyecto de la nueva ruta de la seda ha situado a Asia Central dentro del grupo de las regiones prioritarias en sus relaciones (Linn, 2013). Dicha iniciativa se constituye como un proyecto que busca darle el estatus de gran potencia a China y acercarse a Europa dado el debilitamiento económico de Estados Unidos como resultado de la gran recesión de 2008 y la crisis de la zona euro en 2010.

Rusia por su parte, se presenta como agente proveedor de seguridad, manteniendo su territorio como la principal ruta de transporte de gas y petróleo hacia Europa. Adicionalmente, conserva una tradición cultural arraigada en los países centro asiáticos, lo cual facilita mantener su área de influencia en la región. En este contexto, el objetivo de este artículo es analizar cómo se han desarrollado las estrategias de China y Rusia para ganar influencia en Asia Central. A nivel teórico, nuestro análisis está en línea con la noción de smart power de Nye (2009), en el cual, los Estados que desarrollen estrategias de política exterior que combinen acciones de hard power y soft power de manera efectiva serán más exitosos en el logro de sus intereses.

Metodológicamente, adoptamos una aproximación mixta basada en evidencia histórica y estadísticas particulares que capturan las estrategias de hard power en seguridad y comercio. Adicionalmente, se analizan los resultados de soft power de China y Rusia con base en el índice de McClory (2010), conocido como el “Soft Power 30”, el cual supera las visiones críticas de académicos, incluyendo Wilson (2015) y Albro (2015) frente al concepto de soft power de Nye (1990), así como las estrategias de China y Rusia por establecer vínculos culturales con los países de Asia Central.

Dentro de los resultados más relevantes se destacan los avances de China para consolidar su liderazgo por medio de estrategias centradas en comercio e inversión, acompañadas por el afianzamiento de mecanismos de integración tales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y su emblemático proyecto de la nueva ruta de la seda. Adicionalmente, se observa que Rusia también combina estrategias de hard power enfocado en la seguridad y soft power en la promoción de la cultura rusa, acompañado de un discurso irrendentista que hace énfasis en la necesidad de cercanía de los Estados exsoviéticos por medio de mecanismos de integración como la Comunidad de los Estados Independientes (CEI).

El artículo está dividido en cinco secciones, de las cuales la primera es esta introducción. La sección 2 expone los elementos teóricos fundamentales de nuestro argumento desde el paradigma neorrealista y el concepto de smart power planteado por Nye como una forma de analizar las estrategias de las potencias en su interacción con otros países más allá de la dualidad entre hard power y soft power, como una estrategia combinada de ambos mecanismos. Adicionalmente, se presenta una breve discusión y justificación de la pertinencia del paradigma teórico.

La sección 3 expone el panorama histórico general de la evolución de las relaciones políticas y organizaciones de integración en Asia Central, en el cual se incorporan y detallan las dinámicas comerciales y de inversión y política exterior para el caso de China y Rusia. La sección 4 presenta una novedosa aproximación comparativa entre China y Rusia en sus estrategias de smart power, en las cuales se identifica de manera paralela la forma en la que han venido avanzando estos dos países en sus relaciones con la región de Asia Central en cuanto a la seguridad, educación y comercio. Finalmente, se presentan algunas reflexiones y conclusiones.

Estrategias de política exterior y el smart power

Desde una concepción realista, el poder es el principal objetivo de los Estados en la política internacional, entendido como la habilidad de dominación, que representa un medio para alcanzar otros objetivos tales como la seguridad (Morgenthau, 1962). El constructivismo, 4 por su parte, concibe al poder como resultado de las relaciones sociales que no solo tiene en cuenta las capacidades o recursos, sino también incluye el significado que los agentes dan a dichas capacidades (Wendt, 1992). Empero, en el neorrealismo el concepto de poder no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio para alcanzar objetivos.

Desde esta postura, se asume que los Estados actúan por el principio de incertidumbre al no saber los intereses del otro y sus intenciones de adquirir más poder. Para Mearsheimer (2001), el poder es un medio para un fin, y el fin último es la supervivencia. En este sentido, el poder es definido como la capacidad de producir el efecto deseado 5 (Waltz, 1959, p. 205). Por lo tanto, el paradigma neorrealista presenta ventajas conceptuales al establecer factores para determinar el poder o las capacidades de un Estado 6 en el cual resultan las estrategias de política exterior como su principal mecanismo.

En este orden de ideas, los Estados enfrentan un dilema a la hora de desarrollar sus cursos de acción y su política exterior. De acuerdo con Waltz (1988), si un Estado tiene una posición débil, invita a que otro con una fuerza mayor lo disuada. Por el contrario, si este adopta una postura excesivamente fuerte, estaría incitando a los Estados más pequeños a optar por una posición hostil y asociarse para contenerlo 7 . Adicionalmente, Krasner (1992) plantea como un principio general que haya un equilibrio entre los compromisos y las capacidades del Estado a la hora de desarrollar una política exterior independientemente de su poder, 8 y considera que los dos grandes errores a la hora de ejecutarlas son extralimitarse o, por el contrario, hacer muy poco. En otras palabras, una política exterior tímida se arriesga a enfrentar posiciones más dinámicas por parte de otros Estados, disminuyendo sus capacidades de poder, mientras que una estrategia demasiado ambiciosa puede fracasar, ya sea por ser desafiada por otros Estados o porque resulta extenuante llevarla a cabo.

Para académicos como Campbell y O ‘Hanlon (2006), el hard power comprende estrictamente el ejercicio de la fuerza, refiriéndose a la coerción por medio del aparato militar. Otros autores argumentan que el factor económico también está incluido en esta categoría, y consideran el uso de premios o sanciones —garrote o zanahoria— como mecanismo de ejecución de este tipo de poder (Nye, 2004; Wilson, 2008). Por ejemplo, brindar privilegios arancelarios, protección militar ante una amenaza o, por el contrario, el ejercicio de sanciones económicas, o el uso de la fuerza, son ejemplos de dichas estrategias de hard power.

Por otra parte, Nye (1990) propone el concepto de soft power, entendido como “la habilidad diplomática de un Estado de influenciar a otro para actuar de cierta manera por medio de tres recursos: su cultura, valores políticos y finalmente sus políticas exteriores” (p. 179). En este sentido, el autor resalta la capacidad de persuasión de las estrategias de un Estado hacia otro, sin tener que recurrir a la fuerza. En específico el autor plantea que:

Si un estado puede hacer que su poder parezca legítimo a los ojos de los demás, encontrará menos resistencia a sus deseos. Si su cultura e ideología son atractivas, otros seguirán más gustosamente. Si puede establecer normas internacionales consistentes con su sociedad, es menos probable que tenga que cambiar. Si puede apoyar a las instituciones que hacen que otros estados deseen canalizar o limitar sus actividades de la manera que prefiera el estado dominante, se puede evitar el costoso ejercicio del poder coercitivo o duro. (p. 167)

A pesar de las ventajas del concepto de soft power como una herramienta de política exterior, académicos de relaciones internacionales han generado críticas al respecto. Por ejemplo, Albro (2015) argumenta que el soft power está basado en una concepción limitada del poder desde una perspectiva norteamericana de las relaciones internacionales con un fuerte énfasis en las ideas liberales y de libre mercado (p. 386). Adicionalmente, Wilson (2015) plantea que la principal motivación de Nye es generar conceptos que sean afines a reafirmar la hegemonía norteamericana en la arena global, dejando por fuera otras formas de política exterior; para ilustrar su argumento, plantea que la noción de soft power resalta el rol de la sociedad civil, que es considerada una noción política occidental por naciones como Rusia y China.

En respuesta a estas posturas, Ang, Isar y Mar (2015) analizan a profundidad la definición de Nye, sobre la cual indican que el soft power es un término polisémico que cuenta con variantes en términos de representación y propósito, en las que diferentes narrativas nacionales dan forma a los conceptos de soft power y su proyección diplomática. Adicionalmente, autores como Callahan (2015) desvirtúan el argumento de Wilson (2015), al evidenciar que el ascenso de China en el sistema internacional ha venido incorporando gradualmente estrategias de soft power a su agenda internacional 9 , en las cuales, se evidencia el toque particular del gobierno chino fuertemente ligado a su tipo de gobierno de corte comunista, y en armonía con los cinco principios de coexistencia pacífica.

El smart power

Durante el siglo XXI, académicos como Walt (2010) han empezado a reconocer que los recursos de hard power cada vez ocupan un papel menos relevante dentro de las estrategias de política exterior de los Estados, mientras que las acciones de soft power han ido ganando espacio, puesto que proveen vías de política exterior sin los altos costos asociados al tradicional uso de la fuerza. No obstante, el mismo Nye reconoce que sigue siendo esencial el papel de las acciones en materia de hard power para hacer viable y eficaz el avance hacia estrategias de soft power 10 . En efecto, a pesar de que el hard power constituye la principal estrategia de los Estados desde el paradigma neorrealista, y el soft power esté asociado a la corriente de pensamiento neoliberal 11 , no pueden interpretarse como estrategias excluyentes. Como se observa en la Figura 1, existe una escala de diferentes niveles de comportamientos, que combinados hacen exitosas las estrategias de poder.

Espectro de los comportamientos del poder
Figura 1.
Espectro de los comportamientos del poder


Fuente: elaboración propia con base en Nye (2013).

En este contexto, Nye (2013) plantea que el Sistema Internacional se puede entender como un tablero de ajedrez que consiste actualmente en tres bloques: en la cúspide está el poder militar como legado histórico de la Guerra Fría, en el cual se encuentran los países con capacidades para generar estrategias de alcance mundial. En la posición intermedia del tablero se encuentra el poder económico, resultado del mundo multipolar de las últimas dos décadas. Además, el autor resalta que el escenario mundial actual presenta un poder adicional en el fondo del tablero, que está integrado por actores no estatales tales como los bancos, los hackers 12 y otros con capacidades de influenciar las relaciones internacionales (p. 562).

De aquí, que los Estados se enfrenten a un escenario con grandes desafíos, que genera presión para repensar sus estrategias hacia un proceso que esté más en línea con una “inteligencia contextual”, 13 que no es más que habilidades para el diagnóstico intuitivo de los tomadores de decisiones para crear estrategias tácticas y asertivas en el contexto internacional 14 . En concreto, Nye plantea que el smart power puede definirse como “la habilidad de combinar las capacidades de soft power y duro que estén disponibles para actores estatales y no estatales […]. los Estados pequeños siempre podrán generar estrategias de smart power” (Nye, 2013, p. 564).

Para Nye (2011, p. 209), la narrativa del smart power en la actualidad no se limita simplemente a maximizar el poder o mantener una hegemonía, sino a combinar recursos para estrategias exitosas, por lo que considera que una estrategia de smart power debe responder a las siguientes cuestiones: qué objetivos o resultados son priorizados, qué recursos están disponibles y en qué contexto, tener claras las fortalezas y debilidades de los Estados opositores, qué tipo de poder es conveniente usar para dicha estrategia (ya sea hard power o soft power), y por último tener una posición objetiva sobre las posibilidades de éxito de esta.

En conclusión, las estrategias para ganar poder en el escenario internacional han cambiado, por lo tanto, los Estados se han readaptado a dichos cambios fortaleciendo sus estrategias de manera articulada con el uso del hard power y soft power. En este sentido, la noción de smart power de Nye resalta la importancia del uso de la información y el contexto en el cual se toman acciones de política exterior. De aquí, que este sea un concepto amplio en el que no necesariamente los Estados que cuenten con mayores recursos militares o económicos tendrán el mejor manejo de smart power, sino aquellos que enfaticen las características particulares de cada acción para el logro de sus objetivos.

Panorama general de Asia Central

Históricamente nómada, la población de Asia Central 15 fue confinada a la creación de asentamientos forzados por parte de los soviéticos. En efecto, la expansión de la URSS y la adhesión de los países de Asia Central a las Regiones Autónomas Socialistas Soviética (RASS) durante los años treinta se desarrolló sin mayor atención a las características étnicas de los pueblos que habitaban dichos territorios. De esta manera, los soviéticos trazaron fronteras artificiales partiendo de diferencias políticas, con el objetivo de hacer una separación de los territorios conquistados por los turcos. Por otra parte, como lo muestra Djalili (2003), “la delimitación se concibió [como estrategia] para situar la administración central soviética en posición arbitral en caso de conflicto entre las entidades creadas” (p. 36).

En consecuencia, la región experimentó diversas problemáticas durante la década de los noventa. Por ejemplo, frente al manejo del arsenal nuclear de la Unión Soviética, no solo en Rusia sino también en Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán. Otra dificultad, fue el manejo de las fronteras entre las nuevas repúblicas, puesto que fueron arbitrariamente ecididas por Stalin (Freire y Kanet, 2010). Esta situación condujo a múltiples conflictos en los que se destacan el de Armenia y Azerbaiyán sobre Nagorno-Karabakh, la intervención de Rusia sobre Georgia (2008) y la alianza militar rusa con Ucrania y Georgia denominada estrategia de Seguridad Nacional 2020.

Países de Asia Central
Figura 2.
Países de Asia Central


Fuente: adaptación con base en Wikimedia Commons (2008).

Calidad de gobierno

Luego de la consolidación de las repúblicas independientes en la década de los noventa, estos países iniciaron un proceso de construcción de identidad con grandes desafíos a nivel político, económico y de sus relaciones con otros Estados. A nivel político, la relación Individuo-Sociedad-Estado, al ser algo relativamente reciente, condujo a un proceso sinuoso en la construcción de modelos de identidad nacional, en el sentido en que las lenguas, costumbres culturales entre otras, que definen a cada uno de los cinco territorios, fueron producto del régimen soviético; antes de esto la relación de territorio y orden político se daba en otras formas, como confederaciones tribales.

Aunado a lo anterior, las conflictivas nociones de desarrollo provenientes de oriente y occidente han obstaculizado la visualización del modelo político y social deseable para los ciudadanos de los países de Asia Central (Freire y Kanet, 2010).

Esta ausencia de paradigma ha conllevado a un mal desempeño en términos de gobernabilidad. En efecto, Asia Central comprende los países con menos libertades políticas de acuerdo con las estadísticas de Freedom House (2018), y una continua violación de los derechos humanos. Adicionalmente, sus resultados en términos de la calidad de gobierno no han sido favorables. Como se observa en la Tabla 1, los cinco países presentaron en general puntajes negativos en los índices de gobernabilidad del Banco Mundial. Por ejemplo, en promedio el puntaje de lucha contra la corrupción y rendición de cuentas muestra la poca capacidad de estos gobiernos para garantizar transparencia. Con respecto al imperio de la ley e inestabilidad política, hay divergencias sustanciales en las cuales Kazajistán evidencia resultados un poco mejores que el resto de la región. En este contexto, algunos gobiernos de Asia Central parecieran mantener en cierto sentido las prácticas de gobierno autoritarias del modelo soviético, al mismo tiempo que un modelo de democracias por imitación al estilo europeo.

Tabla 1.
Indicadores de gobernabilidad de Asia Central 1996-2016
Indicadores de gobernabilidad de Asia Central 1996-2016


Fuente: elaboración propia con base en datos de Banco Mundial (2018b).

Economía y crecimiento

Después de su independencia, las economías de Asia Central experimentaron una transición desde un modelo de planeación centralizada hacia una economía de mercado con periodos de hiperinflación y desindustrialización, en el cual Kazajistán y Kirguistán han avanzado hacia la consolidación de economía de mercado, mientras que Turkmenistán y Uzbekistán aún están en proceso de transición. Por último, Tayikistán se encuentra en un estado intermedio (Batsaikhan y Dabrowski, 2017).

Como se muestra en la Figura 3, la tasa de crecimiento del PIB per cápita se ha mantenido alrededor del 10% desde el año 2000, aunque la región como un todo se ubica dentro del grupo de renta media baja, con un promedio de 4934, presenta fuertes disparidades al interior de la región: en 2017 mientras que Kazajistán alcanzó el producto per cápita a precios constantes de 2010 por un valor de 10.867, Turkmenistán, 7317, Uzbekistán, 2031, Kyrguistán, 1070 y Tayikistán, 1020 (Banco Mundial, 2018a).

Crecimiento del PIB per cápita Asia Central (1991-2016)
Figura 3.
Crecimiento del PIB per cápita Asia Central (1991-2016)


Fuente: elaboración propia con base en estadísticas del Banco Mundial (2018a).

A nivel de crecimiento económico, el comercio internacional representa uno de los componentes más importantes del PIB, en el cual, para los casos de Turkmenistán y Kazajistán, como se muestra en la Figura 4, hay una alta participación de los ingresos del sector petrolero. En efecto, los países de Asia Central experimentaron una bonanza económica durante 2000-2005 por el incremento en los precios de las materias primas, en el cual, para los casos puntuales de Turkmenistán y Kazajistán, al menos un 25% del PIB de los países estaba asociado a ingresos petroleros. Sin embargo, esta prosperidad se vio afectada por la caída en el precio de los recursos energéticos y la gran recesión de 2008, la cual disminuyó las remesas de los migrantes.

Porcentaje del PIB por petróleo
Figura 4.
Porcentaje del PIB por petróleo


Fuente: elaboración propia con base en estadísticas del Banco Mundial (2018a).

Organizaciones multilaterales

En la arena internacional, el concepto de integración regional es débil, 16 ya que no se ha logrado articular una visión de desarrollo económico ni una identidad comunes, como sí se evidencia en procesos de integración regional en el sudeste asiático 17 . Por ejemplo, mientras que Turkmenistán se considera como un Estado del Caspio cercano a Irán y Azerbaiyán, Tayikistán dirige su atención al sur de Asia, y Kazajistán se considera un país euroasiático con un único puente geográfico hacia el oeste (Imanaliev, 2008).

A continuación, se presenta un panorama general de los intereses en seguridad, así como las diferentes organizaciones multilaterales que han surgido como mediadoras en los Estados de Asia Central.

Como lo ilustra Akiner (2004), “todas las relaciones exteriores pasaban por Moscú, por lo que cuando se desintegró la Unión Soviética de pronto, estos nuevos Estados se encontraron sin estrategias definidas en política exterior que les permitieran responder a los retos del entorno, regional e internacional”. Adicionalmente, la guerra de Afganistán (2001-2014), como resultado de los sucesos del 11 de septiembre, ha transformado la distribución del poder. De aquí, se reconocen tres mecanismos principales de integración: la Comunidad de los Estados Independientes (CEI), la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC).

En primer lugar, la CEI es una organización conformada por los Estados exsoviéticos, que surgió como un foro de discusión para promover la cooperación. Dentro de los principales avances se destaca la firma del Tratado de Seguridad Colectiva, enfocado en la creación de una fuerza antiterrorista y ejercicios militares conjuntos. En la esfera económica, la agenda comercial ha avanzado en la creación de aduanas comunes y acuerdos de libre comercio que están en proceso de consolidación.

En segundo lugar, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS, creada en 2001) actualmente conformada por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán Tayikistán, y Uzbekistán 18 ha sido un mecanismo de integración regional liderado de manera activa por el gobierno chino, que atiende a múltiples motivaciones. En primer lugar, cuenta con un interés fundamental en la profundización de la confianza militar en las fronteras. Según García (2014), “la OCS es una entidad regional erigida para contrarrestar los ‘tres males’ compartidos: el terrorismo, el separatismo y el extremismo” (p. 228). Adicionalmente, la organización busca favorecer los requerimientos chinos de abastecimiento energético por medio de acuerdos para el suministro de gas y petróleo a largo plazo, en el cual, el discurso del gobierno de Beijing guarda coherencia con la idea de aprovechar las reservas de la zona.

Finalmente, la OTSC surge en 1992 el marco de la CEI como una alianza militar promovida principalmente por Rusia y con participación de Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán y Kirguistán. Uzbekistán hizo parte de la organización hasta 2012, mientras que Serbia y Azerbaiyán participan como miembros observadores desde 2013. Su principal interés es proveer un marco de cooperación contra el terrorismo y narcotráfico como principales ejes temáticos, así como proveer apoyo en desastres naturales y catástrofes industriales.

Frente al multilateralismo, de acuerdo con Swanström (2015), la aproximación China difiere de la rusa. En términos geopolíticos el multilateralismo representa para China estabilidad estatal en la zona, y por ende un incremento del intercambio comercial, lo cual es algo positivo puesto que va en línea con sus objetivos y su posición de fortaleza, mientras que para Rusia se concibe desde una posición de declive, ya que la presencia China en la región implica un juego de suma cero de acuerdo con sus concepciones tradicionales de dominio de la región.

Si bien la OCS no ha logrado concretar estructuras multilaterales al nivel de la CEI o la OTCS en cuanto a seguridad, en parte por la preferencia rusa de seguir poniendo sus esfuerzos sobre este tema en las organizaciones que lidera y no en un organismo liderado por China (International Crisis Group, 2013), la creación de la Estructura Regional Antiterrorista (RATS, por sus siglas en inglés) es una muestra del rol independiente que está forjando.

Esta estructura, con base en la capital de Uzbekistán, tiene como finalidad la elaboración de una base de datos de actores terroristas, separatistas o extremistas en la región, y ser un espacio para intercambio de información entre miembros de la OCS. La RATS es vista como un mecanismo efectivo, 19 que llegaría a tener avances significativos en materia de seguridad para la región una vez se haya fortalecido la relación de los Estados de la zona con China.

Sin embargo, la alianza estratégica de Rusia con China por medio de instancias multilaterales, en un contexto donde sus relaciones comerciales en la región han estado en declive durante la última década, la alejaría cada vez más de su objetivos de controlar militar y económicamente dicha zona, por lo que se encuentra en una encrucijada entre seguir avanzando de la mano de Beijing y ceder ante una ganancia relativa o impulsar un liderazgo de manera solitaria, lo cual implica adquirir unos compromisos que excederían sus capacidades, por lo que sería un curso de acción poco probable.

Política exterior

Dentro del grupo de países de Asia Central, Kazajistán es considerado como punto de entrada a la región, se evidencia su tímido relacionamiento con los países de occidente —especialmente Europa— por ser considerado un gobierno autoritario. Por tanto, ha optado por acuerdos de cooperación bilateral en seguridad y comercio con Rusia 20 . Al ser una pieza clave de la región, este Estado fortalece su cooperación con Rusia por medio de la OTSC para garantizar beneficios comerciales y de seguridad. Por otro lado, coopera con China por medio de la OCS para garantizar beneficios económicos.

Tayikistán, por su parte, es el país que ha presentado mayores preocupaciones en materia de seguridad. Desde su independencia en 1992, se ha mantenido bajo el gobierno de Emomali Rahmon, y Rusia ha sido su principal aliado militar para mantener la estabilidad en la frontera con Afganistán 21 . Como lo plantea Djalili (2003), a diferencia de Uzbekistán, los estrechos vínculos militares con Rusia impiden a Dushanbé adoptar decisiones importantes en política exterior sin contar con su apoyo (p. 434).

Uzbekistán, por el contrario, ha forjado lazos de cooperación con Estados Unidos. Por ejemplo, ha participado en programas para la paz con la OTAN, y cooperado en el marco de la lucha antiterrorista. En primera instancia, ha buscado contrarrestar la presión rusa en la zona, y contar con un aliado para combatir al Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), adicionalmente, ha abandonado la OTSC en varias ocasiones por temor a una violación de su soberanía por parte de Rusia, y ha dado prioridad a hacer ejercicios conjuntos a través de la OTAN antes que con este organismo (De Haas, 2017). En cuanto a su relación con la OCS, el presidente Karimí ha demostrado la voluntad de una participación constante en la organización en temas de intercambio y alianzas comerciales, dejando claro que esta debe ser la dirección que debe tomar la OCS, y manifestando su rechazo a que el bloque se encamine hacia una alianza militar.

Kirguistán, por su parte, ha presentado acciones en la misma línea que Uzbekistán, fortaleciendo la cooperación con Estados Unidos. Las decisiones de política exterior de este país tienen un peso determinante en la relación Rusia-China, debido a la frontera que comparte este país con China. Al delimitar con la región autónoma de Xingjiang y tener presencia del grupo separatista Hizb-ut Tahrir, la principal preocupación de China es el refuerzo que podría producir la presencia de Estados Unidos a dichas ideas separatistas. Rusia es quien se encarga de mantener un equilibrio y ser el principal oferente de seguridad a un Estado políticamente débil y sin recursos naturales, por lo tanto, la permanencia y participación en la CEI, la OCS y en la OTSC son prioridad en el interés nacional de este Estado (De Haas, 2017).

Por último, Turkmenistán es el Estado con mayor reserva y principal proveedor de gas natural en Asia Central, representa una excepción en términos de integración, al ser el único de los cinco países que ha tomado una posición política neutral permanente, y por ende no hace parte de la OCS ni la OTSC. Además, desde 2005 participa en la CEI, pero en calidad de miembro asociado. Aunque está fuertemente relacionado con Rusia debido a las rutas de transporte del gas, su relación es tensa debido a posiciones divergentes frente a las fronteras marítimas en el mar Caspio. China por su parte, es su principal cliente de gas natural, y es considerado como un aliado importante en la búsqueda de inversiones para diversificar las rutas de salida del gas hacia Europa.

El smart power de China y Rusia: un análisis comparado

Como se mencionó, para el logro de estabilidad política y crecimiento económico, los países de Asia Central han optado por una aproximación con base en alianzas estratégicas bilaterales para incrementar los flujos comerciales, atraer flujos de inversión y mejorar la cooperación en tecnología. Históricamente, Rusia ha sido el principal actor en la región en términos de seguridad. El único con capacidades militares para proveer estabilidad a los Estados más débiles 22 como Kirguistán y Tayikistán, y hacer frente a movimientos radicales, especialmente en Uzbekistán. Por lo tanto, los intereses en el área de seguridad regional son tratados por Rusia como una problemática doméstica y no imperialista, justificando que cualquier desestabilización en esta área geográfica tiene una repercusión directa en su seguridad nacional (Laruelle, 2009).

En este contexto, Rusia se muestra como un actor político y económico que intenta reafirmar su influencia en la cuenca del mar Caspio. Según Freire y Kanet (2010), Rusia busca estrategias para balancear su política exterior diversificando aliados, manteniendo a la CEI como prioridad, y alineando sus intereses nacionales en el sector energético, principalmente en los Estados de Kazajistán y Uzbekistán, donde están vigentes proyectos de explotación y adquisición de gas y petróleo. A pesar de lo anterior, Rusia no tiene un liderazgo garantizado en la región. La condición de repúblicas exsoviéticas, así como una política exterior intervencionista de Moscú hace que los lazos históricos, en vez de favorecer la posición del Estado ruso, resulten contraproducentes y sean percibidos como una amenaza a la soberanía de estos países.

Adicionalmente, la creciente presencia de China ha generado una pérdida de los privilegios de Rusia como principal socio comercial, por lo que el Estado ruso ha tenido que diversificar sus intereses económicos hacia otros sectores como la industria militar, la minera, telecomunicaciones, agricultura y transporte (Sinitsina, 2012). De hecho, el renovado poder económico chino de los años noventa y albores del siglo XXI lo consolida como un nuevo aliado que aleja a los países de la región de la dependencia histórica de Rusia. Bajo el principio de no injerencia en los asuntos internos, provee nuevas fuentes de financiación para proyectos energéticos generando más autonomía que la del Kremlin.

Es importante anotar que de los cinco países que componen Asia Central, tres comparten frontera directa con China, por lo que esta última busca por medio de diplomacia asegurarse un ambiente periférico favorable con sus vecinos, así como detener los movimientos secesionistas. Adicionalmente, las inversiones en Asia Central garantizan recursos energéticos para el desarrollo productivo del sistema económico chino (Rumer, Trenin, y Zhao, 2007).

Esta sección presenta las relaciones de ambos Estados en la región desde los factores de seguridad y comercio tradicionalmente considerados como estrategias de hard power, aunque no exclusivos de este 23 , y desde los factores de diplomacia pública y cultural como instrumentos de soft power. Por último, se muestra el desempeño de estos países en el índice de soft power internacional “Soft Power 30”, (McClory, 2010) 24 .

Estrategias de smart power de China y Rusia

La estrategia de China hacia los países de Asia Central se ha dado de manera paralela a la evolución del gobierno de Beijing de una diplomacia periférica basada en el impulso de la idea del “sueño chino” de Xi Jinping. Se pueden identificar cuatro aspectos prioritarios para China en Asia Central: la contingencia de movimientos secesionistas en la provincia de Xingjiang, el abastecimiento de recursos energéticos y la expansión de la economía china en servicios de infraestructura y comercio de bienes manufacturados (O’Neill, 2014; Shambaugh y Yahuda, 2008). Finalmente, tal vez el más importante en la actualidad, la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda que permitió el ascenso de Asia Central en la lista de regiones prioritarias para Beijing y la movilización significativa de recursos materiales y diplomáticos con impactos en la fluidez de las relaciones (Schoen y Kaylan, 2014; Kang, 2017; Zhao, 2007).

Para el caso de Rusia, durante la década de los noventa no mostró interés en su relación con Asia Central, al estar sumida en la crisis económica de la terminación del orden bipolar. De hecho, durante el periodo postsoviético, varios países tuvieron problemáticas con habitantes de origen étnico ruso. En general, las relaciones con algunos Estados estuvieron solamente enfocadas en el área de seguridad, como es el caso de Kirguistán y Tayikistán. En el caso de Turkmenistán, las relaciones fueron casi inexistentes (Nygren, 2010).

El inicio de la era de Putin en el año 2000 marcó un giro significativo en la aproximación rusa a la región, ya que las problemáticas regionales habían cambiado, y el papel de Rusia como proveedor de seguridad resultaba clave en la lucha contra el fundamentalismo islámico y la continuación del problema de “fronteras porosas” como factor de crimen e inseguridad, especialmente en relación con Afganistán.

Por lo tanto, sus objetivos en la región consisten en contrarrestar la influencia de actores externos, brindar estabilidad y así asegurar su presencia militar, mantener los privilegios de la extracción y transporte de recursos naturales y preservar el legado histórico y cultural. De acuerdo con su concepto de política exterior, el Estado ruso prioriza las relaciones bilaterales con sus socios más cercanos de la región, Kazajistán y Kirguistán, y en un segundo plano considera a las distintas organizaciones como la OTSC como mecanismo para relacionarse con los diferentes actores.

Seguridad

China comparte 1700 kilómetros de frontera con Kazajistán, 1000 kilómetros con Kirguistán y 450 kilómetros con Tayikistán, por lo que luego de la disolución de la URSS, la inestabilidad de las nuevas repúblicas incrementó las preocupaciones en seguridad de frontera 25 . En este contexto, bajo el emblema 友好的邻居 (Yǒuhǎo de línjū) “vecino amigable” China ha buscado la resolución de disputas territoriales, promoviendo así un vecindario tranquilo.

Adicionalmente, el surgimiento de repúblicas independientes a finales de los años noventa avivó los movimientos separatistas en la región de Turquestán del Este o provincia de Xingjiang 26 , región que cuenta con lazos étnicos y geográficos con los países de Asia Central. De esta manera, con la firma del Tratado de Profundización de la Confianza Militar en regiones fronterizas con Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Rusia en 1996, China reafirmó la cooperación en esta área en línea con una política nacional de unidad que también ha desarrollado para otros territorios considerados problemáticos como Taiwán y Tíbet.

Rusia generó presencia en Tayikistán, donde desde 2006 cuenta con su base militar más grande en el extranjero, con alrededor de 7000 soldados, y planea ampliar dicho número y ejercer labores en este territorio hasta el año 2045 (De Hass, 2017). En Kirguistán, posee la base aérea de Kant, la cual está incluida en los protocolos del sistema de defensa de la OTSC. Como legado de la Unión Soviética, Kazajistán cuenta con diversas instalaciones militares rusas, por medio de tratados bilaterales y acuerdos económicos Rusia sigue haciendo uso de gran parte de estos (Contessi, 2015). Por otra parte, Uzbekistán y Turkmenistán han optado por una posición hermética a la hora de permitir la presencia militar rusa a comparación de los otros tres Estados, sin embargo, han cedido a la elaboración de acuerdos bilaterales para la realización de ejercicios militares conjuntos.

Por otra parte, la comercialización de armamento chino en la región es un aspecto que puede afectar la dirigencia rusa de acuerdo con el último reporte de transferencia de armamento (Stockholm International Peace Research Institute, 2017). A pesar de que Rusia sigue siendo el mayor exportador mundial después de Estados Unidos, en el último cuatrienio su porcentaje de exportación se redujo en un 7,1%, mientras que el porcentaje de China, ubicado en el quinto lugar, se incrementó en un 38%. Si bien el 78% de las armas importadas por Kazajistán, el país con el PIB más alto de la región, provienen de Rusia, China ha logrado imponerse como el segundo importador de armas en Turkmenistán (el Estado más reacio a participar en instancias multilaterales de la región) después de Turquía, con un 28% y ubicando a Rusia en tercer lugar, con un 14%.

Empero, no se visibiliza un protagonismo militar de China a pesar de su interés de ganar terreno en esta área por diversas razones. En primer lugar, para la mayoría de los países de Asia Central el lenguaje militar operativo sigue siendo ruso y los militares kazajos están más familiarizados con las técnicas de entrenamiento rusas 27 . En segundo lugar, incluso siendo de interés de los Estados centro asiáticos construir alianzas con China, el soft power ejercido por Moscú, basado en sus tradiciones compartidas difícilmente puede ser igualado por otra nación, al menos no en un corto periodo de tiempo. En tercer lugar, es evidente que por motivos estratégicos China dará prioridad a la cooperación militar en la región de Asia Pacífica, por lo que obtiene una ganancia relativa al dejar que Rusia asuma los costos en seguridad en Asia Central.

Comercio

El incremento de la demanda de energía y su condición de importador neto de petróleo desde 1993 han generado que China se involucre más allá de la agenda de seguridad en Asia Central. En efecto, el gobierno de Beijing desarrolló la estrategia 繁荣的邻居 (Fánróng de línjū) “vecino próspero” 28 . Como se observa en la Figura 5, el comercio entre China y los países de Asia Central ha mantenido una tendencia creciente.

En el caso de Rusia, el gobierno del Kremlin ha reactivado su interés comercial en la región con el aumento de los precios del gas y el petróleo a finales del siglo XX, asegurando su participación en la producción y transporte de estos recursos, además de mantener la mínima presencia extranjera posible en la movilización de estos. Entre las rutas y proyectos más relevantes 29 está el gasoducto Central Asia Center (CAC), que pasa por los territorios de Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán hasta llegar a Rusia, y el Oleoducto del Consorcio del Caspio (CPC) para exportar petróleo desde el mar Caspio en Kazajistán hasta la costa rusa del Mar Negro desde 2001.

Crecimiento del comercio entre China y Asia Central
Figura 5.
Crecimiento del comercio entre China y Asia Central


Fuente: elaboración propia con base en datos del Observatorio de la Complejidad Económica (2018).

Debido a los bajos precios pagados por Rusia a los productores de Asia Central relativo a los cobrados a los compradores de Europa, aunado al interés de occidente en la obtención de recursos, los Estados centroasiáticos se han interesado por encontrar rutas alternativas de exportación. Sin embargo, hasta la fecha no hay una alternativa concreta más allá de la posible inclusión de Kazajistán en el oleoducto Bakú́-Tiblisi-Ceyhan (BTC), uno de los más grandes proveedores de crudo desde Azerbaiyán hasta el mediterráneo en la costa de Turquía, la proyección del gasoducto Nabucco West para conectar el gas de Asia Central con Turquía, y las conversaciones de un posible oleoducto subterráneo entre Turkmenistán y Azerbaiyán (Nygren, 2010).

Las exportaciones de los países centro asiáticos evidencian una disminución de las exportaciones hacia Rusia desde 2010, a excepción de Kazajistán, el cual ha presentado una tendencia estable. Tayikistán ha mostrado una disminución, al pasar de 5,80 miles de millones de dólares en 1998 a 3,70 miles de millones en 2013. Kirguistán, por su parte, ha visto una disminución en sus exportaciones, al pasar de 9,15 miles de millones de dólares en 1999 a 7,01 miles de millones en 2014, respectivamente (ver Figura 6).

Crecimiento del comercio entre Rusia y Asia Central
Figura 6.
Crecimiento del comercio entre Rusia y Asia Central


Fuente: elaboración propia con base en datos del Observatorio de la Complejidad Económica (2018).

Las trayectorias de comercio, por otra parte, muestran que el valor de las exportaciones de Asia Central a China ha venido aumentando. Como consecuencia, en 2009 China sobrepasó a Rusia y la Unión Europea como socios comerciales de los países de Asia Central (Chen, 2015). Este cambio se explica por el proceso de transformación de la economía de los países centroasiáticos luego de su proclamación como repúblicas independientes. Rusia, por su parte, ha mostrado una tendencia decreciente el valor del comercio con Asia Central, como se observa en la Figura 7, para el año 2017 la participación de China en el comercio de Turkmenistán fue del 44%, mientras que Rusia solamente obtuvo un 7%, en el caso de Kirguistán los intercambios comerciales con China ocuparon el 29%, mientras que con Rusia fueron del 18%, en el caso de Tayikistán y Kazajistán la participación de ambos países es similar. Este escenario ubica a China en ventaja como aliado comercial, donde el proyecto de la ruta de seda representa para los cinco de Asia Central una mayor conectividad y diversificación de socios comerciales a futuro, dejando relegado el ejercicio de hard power de Rusia, al menos en el control de rutas de transporte de recursos naturales.

Participación de China y Rusia en el comercio de Asia Central
Figura 7.
Participación de China y Rusia en el comercio de Asia Central


Fuente: elaboración propia con base en Stratfor (2018).

Dentro de la región se destaca Kazajistán como uno de los actores económicos más dinámicos. De acuerdo con las cifras del Observatorio de la Complejidad Económica del MIT (2018), durante 2017 Kazajistán exportó hacia China 5,86 billones de dólares con una participación dentro de las exportaciones del país del 13%. Los principales rubros de exportación fueron cobre refinado (19%), mineral de cobre (16%), aleaciones ferrosas (15%), petróleo crudo (15%) y químicos radioactivos (18%). Para el caso de Rusia, las exportaciones en 2017 fueron de 4,73 billones de dólares con una participación del 11% entre las que se encontraron hierro laminado en caliente (11%), productos laminados planos de hierro, mineral de cobre (9,1%) y briquetas de carbón (5,4%).

En términos de importaciones, durante 2017 el principal país de origen para Kazajistán reportó compras por 11,6 billones de dólares desde Rusia, que representan el 38% de sus importaciones, donde se evidencia una gran variedad de productos que van desde té (0,19%) pasando por productos de limpieza (2,1%) y automóviles (2,3%), hasta petróleo refinado (8,1%). Las importaciones desde China alcanzaron en 2017 5,6 billones de dólares, con una participación del 17%, entre los principales productos se encontraron equipos de radiodifusión (8%), computadores (3,4%), y caucho (1,9%). De acuerdo con esta información, se puede concluir que tanto como a nivel de importaciones como exportaciones, en la composición de las canastas de exportación de China y Rusia no existe una rivalidad en cuanto a los productos que demandan y ofrecen a Kazajistán.

Para el caso de Uzbekistán, su principal socio comercial durante 2017 fue Suiza (3,68 billones de dólares), con una participación del 44% de las exportaciones concentradas completamente en oro, de las cuales el 42% fueron gas y petróleo. Hacia Rusia exportó 1,01 billones de dólares que representaron el 12% del comercio. Con respecto a las importaciones, China reportó compras por 2,72 billones de dólares con una participación del 24%, entre los principales productos se encontró maquinaria industrial (3%), tubería de acero (3,6%), fibras sintéticas y lanas (4,6%) y neumáticos (3%), entre otros.

En el caso de Tayikistán, su principal socio comercial es Kazajistán, con el que intercambió bienes por un valor de 301 millones de dólares, con una participación del 32%, sus principales rubros de exportación son el mineral de zinc (48%) y el mineral de plomo (37%), el comercio con China fue de 48,5 millones de dólares, con una participación del 4,9% y estuvo principalmente enfocada en minerales (76%), en el caso de Rusia las exportaciones representan menos del 1% del total de exportaciones. A nivel de las importaciones, Tayikistán importó 1,3 billones de dólares, con una participación del 43%, los rubros de importación son variados y van desde enseres para el hogar (3,2%) hasta vehículos (2,9%). Las importaciones desde Rusia alcanzaron un valor de 687 millones de dólares, que representan el 23%, entre los principales rubros se encuentra el petróleo refinado (25%), aceites (6,8%) y chocolate (2,6%), entre otros.

Para 2017, el 83% de las exportaciones de Turkmenistán se realizaron hacia China, con un valor de 5,93 billones de dólares, que estuvo completamente concentrado en gas y petróleo, el comercio con Rusia solamente representó el 1,2%, con un valor de 83,1 millones de dólares, los principales productos de exportación fueron algodón (33%), polímeros (35%) y enseres del hogar (17%). En términos de importaciones, se identifica como principal socio comercial a Turquía, con una participación del 30%, por un valor de 1,01 billones de dólares. Turkmenistán importó bienes por un valor de 361 millones, que representaron el 11%, dentro de los principales rubros estuvo la maquinaria agrícola (13%), vehículos para la construcción (11%) y tubería de acero (4,4%).

Finalmente, Kirguistán registró exportaciones hacia Rusia por un valor de 269 millones de dólares, y con una participación del 14% enfocados principalmente en manufacturas (14%) y productos agrícolas (14%). Las exportaciones hacia China representaron el 5,3% por un valor de 101 millones de dólares, y estuvieron concentradas principalmente en minerales (35%), tabaco (21%) y petróleo refinado (6,9%). A nivel de importaciones, el principal origen en 2017 fue China, con una participación del 45% por un valor de 2,7 billones de dólares en productos variados del hogar y manufacturas. Rusia, por su parte, representó el 23%, los principales bienes importados fueron petróleo refinado (39%), chocolate (2,4%) y medicamentos (1,8%).

Inversión: el cinturón económico de la nueva ruta de la seda

En términos de inversiones, para el caso de China se destaca la presencia de la Corporación de Petróleo China (CNPC, por sus siglas en inglés) en el sector petrolero de Asia Central, se ha venido aumentando la participación accionaria en la explotación de gas y petróleo. Por ejemplo, con Kazajistán en la actualidad posee el 85 por ciento en Aktobe Munaigaz 30 y una inversión de 41,8 billones de dólares en Petro Kazajistán, que es la mayor empresa de explotación de gas natural en este país. Adicionalmente, se destaca el oleoducto de Kazajistán, que es el primer proyecto de infraestructura energética transnacional de China, con un costo estimado de 3 billones de dólares, y longitud total de 3000 kilómetros.

Durante el gobierno de Xi Jinping, China ha planteado la importancia de unir esfuerzos alrededor de la creación de una nueva ruta de la seda que busca consolidar un corredor transcontinental entre Asia y Europa 31 . Como se evidencia en la Figura 8, es un proyecto que cuenta con dos tipos de espacios geográficos: una porción terrestre que involucra naciones de Asia Central y Europa del Este, y una conexión marítima que integra la mayoría de los países del sudeste asiático.

Trayectos de la Nueva Ruta de la Seda
Figura 8.
Trayectos de la Nueva Ruta de la Seda


Fuente: Kim (2016).

En lo referente a Asia Central en específico, el proyecto busca la construcción de un corredor transcontinental entre Asia y Europa. En este contexto, en 2013 el presidente Xi anunció el proyecto con su histórico discurso “promoción de la amistad de pueblo a pueblo y la creación de un futuro mejor” en la universidad Nazaryeb, en Kazajistán (Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, 2013), con el que el gobierno chino busca “aumentar la comunicación y dar luz verde a la integración económica regional en términos de políticas y leyes”, donde además se señaló la importancia de que Asia Central mejore su conectividad para abrir el tránsito desde el Océano Pacífico 32 al Mar Báltico, y gradualmente se genere una red de transporte que conecte el Este, Oeste y Sur de Asia (Xinhua, 2013). En este proyecto, el premier Li Keqiang ha firmado acuerdos de cooperación bilateral y multilateral por valor de 140 mil millones de dólares para el avance de la construcción de infraestructura a través de Euroasia. Adicionalmente, en el año 2014 el presidente Xi introdujo por primera vez las bases de la visión China de la comunidad euroasiática (Arase, 2015).

El soft power de China y Rusia

El índice de soft power (McClory, 2010) se compone de seis dimensiones: digital, empresa, educación, cultura, relaciones, gobierno y opinión pública. Para el caso de China, el país ha venido ganando posiciones en el uso de este tipo de poder. La estrategia de promoción de cultura e idioma con los institutos Confucio se ve reflejada en el incremento del índice de educación. Adicionalmente, los esfuerzos en posicionar sus empresas e inversión también se evidencian en el índice de empresa. Con respecto a los indicadores digital y cultural, la mejora no ha sido significativa. En ambos ítems China cuenta con una gran capacidad de la cual puede tomar ventaja: una cultura milenaria y una inversión sostenida en ciencia y tecnología desde inicios del siglo XXI.

Rusia figura en el puesto 28 del ranking en el año 2018, en el análisis realizado por The Soft Power 30 (2017), se identifica como fortaleza la constante participación en organizaciones multilaterales y un desempeño fuerte de su red de embajadas, lo cual explica su puesto a nivel de relaciones, en el cual se mantuvo entre los primeros 10 países dos años consecutivos. Por último, como debilidad identifican la variable de gobierno, donde las pocas garantías para la oposición y las acusaciones como régimen autoritario lo pusieron en el último puesto en el año en que debutó en dicho ranking, y donde solo ha podido ascender un número en los últimos dos años.

Tabla 2.
Evolución del Índice de poder blando China y Rusia
Evolución del Índice de poder blando China y Rusia


Fuente: The Soft Power 30 (2017).

El concepto de soft power no es nuevo para el contexto chino. Históricamente se identifican las primeras acciones en esta área durante el liderazgo del presidente Mao, en el cual fueron emblemáticas las estrategias del premier Zhou Enlai en la 乒乓外交 (Pīngpāng wàijiāo) “diplomacia del ping pong” y el establecimiento de los cinco principios de coexistencia pacífica. Sin embargo, es solamente durante el gobierno de Hu Jintao bajo el lema de 好邻居 (Hǎo línjū) “buen vecino”, cuando se da por primera vez una agenda dinámica en este aspecto con el establecimiento de los primeros Institutos Confucio a nivel global (Liu y Tsai, 2014), donde el presidente Hu expresó en Asia Central que: “la influencia china se debe reflejar tanto en estrategias de hard power que incluyan la ciencia, tecnología, economía y el poder de defensa nacional, así como estrategias de soft power como la cultura”.

Durante la presidencia de Xi Jinping, la región ha experimentado una presencia activa de las compañías multinacionales chinas. No obstante, el comercio y los proyectos de infraestructura han traído consigo una creciente inconformidad civil y sentimientos anti chinos, manifestados en protestas en todos los países de Asia Central. Esta inconformidad ha estado animada por diversos factores, tales como la precarización de las condiciones laborales —especialmente en la explotación de minerales— y una percepción de pérdida de puestos de trabajos al contar con una participación significativa de mano de obra china, que además ha generado un choque cultural y enfrentamientos entre los trabajadores chinos y los locales (Laurelle y Peyrouse, 2012).

Frente a esta situación, el gobierno chino ha optado por una estrategia de soft power enfatizada en la diplomacia cultural 33 , en la cual se prioriza la difusión del idioma y las tradiciones chinas como herramienta básica de las relaciones. En palabras del presidente Xi, esta cooperación se basa en 传播,促进和建立联系 (Chuánbò, cùjìn hé jiànlì liánxì) “Difundir, promover y establecer vínculos”. Para los países de Asia Central en específico, el presidente Xi, durante sus visitas entre 2012 y 2013, planteó que el gobierno chino proveería 30.000 becas a los estados miembros de la OCS, también que se realizarían intercambios académicos de 10.000 profesores y estudiantes de institutos Confucio en estos países (Gurbanmyradova, 2015).

Como resultado, hoy existen doce institutos Confucio en Asia Central, excluyendo Turkmenistán (Li, 2018), y centenares de aulas para la enseñanza de mandarín, en las que se destaca la experiencia de Kirguistán, que cuenta con el mayor número de centros de enseñanza chinos. Un aspecto importante es que estos centros se han abierto en ciudades que cuentan con una alta dinámica comercial con China, por lo que se evidencia que existe una clara intención del cambio en la percepción. No obstante, autores como Glaser y Murphy (2009) plantean que China debe trabajar en el fortalecimiento de las agencias estatales que llevan a cabo estas estrategias (embajadas, ministerio de relaciones exteriores entre otros) y los institutos Confucio para generar una mayor armonía institucional.

En la región de Xingjiang, el gobierno chino inauguró cinco centros de investigación. Así mismo, ha realizado reuniones de delegaciones de alto nivel con autoridades locales y aumentado la presencia de los medios chinos, tales como la radio de Xinhua, CCTV, que transmite para Xingjiang y varios países de Asia Central (Gurbanmyradova, 2015).

En conclusión, a pesar de los avances de China en la promoción de la cultura y el idioma, los esfuerzos siguen siendo limitados con respecto a los efectos negativos del incremento de población china en Asia Central. Por ejemplo, la población tayika ha manifestado malestar al interpretar como imposición cultural la masiva presencia de restaurantes chinos, los centros médicos, así como el poco uso del idioma local. Además, debido a que Tayikistán no resulta un destino prioritario de las estrategias de soft power de China, las acciones diplomáticas han sido limitadas para atender las preocupaciones locales en este país, pues el gobierno chino ha decidido enfocar sus energías en formar élites de poder que estén familiarizadas con la cultura China, y así generar un ambiente positivo para la inversión.

En cuanto a diplomacia pública, Milosevich-Juaristi (2016) ha identificado tres términos utilizados en documentos oficiales de política exterior: за рубежем (za rubiezhëm) “el exterior cercano”, русский мир (Ruskii Mir) “el mundo ruso” y соотечественник (sootechestvenik) “compatriota o el que está con la patria”. En el documento oficial sobre el concepto de política exterior (Rusia, Ministerio de Relaciones Exteriores, 2016) se menciona la intención de posicionar a la Federación Rusa como centro de influencia en el mundo actual, fortalecer el legado histórico nacional y la identidad cultural de los pueblos de Rusia.

La agencia federal para los asuntos de colaboración con la CEI 34 , compatriotas en el extranjero y Cooperación Humanitaria internacional Россотрудничество (Rossotrudnichestvo), derivada del Ministerio de Relaciones Exteriores, es el principal mecanismo de soft power y diplomacia cultural en Rusia. Entre sus objetivos está la promoción de la educación e idioma ruso, la difusión de la historia, religión y cultura nacional, dirigidos a compatriotas en el exterior o nacionales de repúblicas exsoviéticas que continúen identificándose con el Estado ruso, así como la difusión en medios de la presencia cultural y humanitaria rusa al considerar poca objetividad en los medios europeos y norteamericanos sobre la verdadera imagen de su país.

En lo referente a educación e idioma, se estima que durante 2014 de 50.000 estudiantes kazajos en el exterior, al menos 28.000 escogieron Rusia como destino educativo, así como también se conoció que, en las instituciones de educación superior de Kazajistán, el idioma ruso es el que más demanda tiene, con un 34% de personas inscritas en comparación a un 3% de alumnos que optaron por el idioma inglés (Gussarova, 2017). De esta manera, Kazajistán, con un 67% en población rusoparlante, ocupa el primer lugar en la región, seguido de un 38% por Kirguistán y en un tercer lugar, se ubica Tayikistán con un 35% de la población que es competente en dicho idioma (Kirill, Kozievskaya, y Yatsenko, 2008).

Otro recurso ha sido el desarrollo de medios audiovisuales como el canal público RT. De acuerdo con Dougherty (2013), el hecho de que el canal no solo se enfoque en mostrar aspectos del país, sino de mostrar una visión “alternativa” de los sucesos internacionales, y por ende contenidos críticos sobre Estados Unidos, puede interpretarse como la manera en que el Estado ruso define su rol internacional; más allá de proyectar valores propios, el objetivo radica en retar el establecimiento occidental, y que así lo perciban los países receptores de dicho canal.

Ryazantsev (2016) plantea también cómo resulta atractiva la mano de obra de la población de Asia central para las empresas rusas. Sin embargo, no se evidencia que el gobierno tenga esta iniciativa de atraer migrantes como mano de obra de manera oficial o se pueda identificar como un recurso de soft power, esto puede ser debido a que es el Estado ruso quien tiene que asumir los costos de atención médica o educación de los migrantes y sus familias, y no la empresa que emplea dicha población.

Por último, se identifica al factor religioso por medio de la iglesia ortodoxa como otro recurso para forjar una identidad común entre las repúblicas exsoviéticas, aunque la relevancia de este se considera mínimo en una región donde la mayoría de su población es musulmana, comparado con la relevancia que puede tener entre los Estados exsoviéticos de Europa del Este. Tomando como referencia las disputas con Georgia y Ucrania, se ha considerado que el soft power para Rusia es un primer paso de una estrategia para luego ejercer hard power (Milosevich-Juaristi, 2016). En una primera fase se genera empatía por los lazos culturales y religiosos, seguida de ayuda financiera, para finalmente usar estrategias de desinformación culpando al Estado en cuestión de segregar a la minoría étnica rusa, y así tener una excusa para intervenir.

Desde una perspectiva crítica, Walker y Ludwig (2017) denominan las formas de influencia rusa como poder agudo, ya que por un lado se está vociferando un discurso de modernidad y pluralismo, mientras que por otra parte se realizan prácticas propias de un gobierno autoritario, como censura y manipulación de información. Un ejemplo de esto es la constante campaña de desacreditación a los gobiernos occidentales 35 .

Finalmente, es preciso anotar que ambos países evidencian su interés por desarrollar estrategias de soft power, donde tienen en común el uso de los medios de comunicación, el idioma y la promoción de sus valores tradicionales. Para el caso de Rusia, apoya sus mecanismos de hard power en el ámbito de seguridad, acompañado de una mayor familiaridad de los ciudadanos de Asia Central con la cultura y lenguaje ruso. Así mismo, la cantidad de estudiantes de Asia Central en Rusia es significativamente mayor que en China. En este panorama, la estrategia de smart power rusa tiene un discurso basado en la necesidad de reconexión con los Estados de la zona, pues estos hacen para de la gran civilización Moscovita, Kievana Zarista, y sobre todo soviética (Trenin, 2002). En efecto, la tradición soviética está enmarcada en un discurso de unidad como herramienta efectiva para seguir manteniendo a los Estados centroasiáticos receptivos en temas de presencia y cooperación militar rusa.

China, por su parte, ha configurado una estrategia de smart power donde su fortaleza radica en su importante posición en el área de intercambio comercial como mecanismo de hard power y un discurso de lucha a los tres males que identifica en la región (terrorismo, separatismo y extremismo), que le ha permitido algunas acciones en materia de seguridad. Además, ha diseñado un discurso de la concepción de Eurasianismo, fundamentado en la creación de canales transcontinentales de comercio rememorando la idea antigua de la ruta de la seda, lo cual daría a China la posibilidad de incrementar la velocidad y eficiencia de sus exportaciones hacia Europa, donde Asia Central representa un área pivote. Por último, es preciso anotar que las acciones de China en términos de intercambios educativos son menores en comparación con Rusia.

Conclusiones

Como se ha mencionado, China y Rusia han actuado bajo una alianza estratégica de corto plazo, en la cual contribuyen mutuamente en pro de sus propios intereses. y así evitan una mayor participación de Estados Unidos en la región. Sin embargo, evidencian estrategias diferentes en el fortalecimiento de sus alianzas a largo plazo.

Desde la declaración de independencia de los países de Asia Central hace más de dos décadas, dos hechos significativos han cambiado el panorama de la región: la declaración de la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos y el ascenso de China en escenario internacional. A pesar de que China y Rusia cooperan en marcos de integración regional como la OCS para contrarrestar la presencia norteamericana en los países de Asia Central, se evidencian diferencias en las estrategias y objetivos de ambos Estados. Tanto China como Rusia tienen en común desafiar los dictámenes occidentales en el sistema internacional, el dragón asiático acepta y se beneficia de la globalización y el liberalismo económico 36 generado por el orden liberal, mientras que Rusia concibe dicho orden como una amenaza y lo desafía, como lo hizo en 2014 con la anexión de Crimea.

En este sentido, se considera que a corto plazo no hay incentivos para una competencia entre los objetivos de ambos actores en la región, y Rusia ha logrado mantenerse como el principal actor de influencia, haciendo uso de su discurso de unidad basado en el legado histórico compartido para seguir reforzando sus estrategias de hard power en la zona. Además, no existe una rivalidad comercial, pues los países de Asia Central muestran trayectorias de comercio diferentes en su relación con China y Rusia. Sin embargo, se observa que, desde un análisis a largo plazo, China, a parte de lograr una estrategia de smart power por medio del sector comercial, ha empezado a avanzar en materia de seguridad y difusión cultural, lo cual pone en riesgo el rol de Rusia, que ya viene con un declive en materia de intercambio comercial en la región.

Como se detalló, el avance en las relaciones entre China y los países de Asia Central diverge significativamente. Se destacan los casos de las relaciones con Kazajistán y Turkmenistán como estrategias de garantía de los recursos naturales. Sin embargo, para China resultaría beneficioso contar con un mayor avance en la cohesión regional como lo ilustra la experiencia de Asean en el sudeste asiático, donde resulta clave que Kazajistán logre proyectarse como un líder regional que avance en la propuesta de un mecanismo de integración regional de los cinco países, pues de las tres analizadas en este documento (CEI, OCS, STSC), ninguna evidencia un liderazgo al interior de los países de Asia Central en la misma forma en que Indonesia proyectó su liderazgo en Asean.

La Nueva Ruta de la Seda representa, en la actualidad, la prioridad número uno del gobierno de Beijing, en el cual su estrategia ha sido revivir el valor histórico de esta importante ruta comercial para fomentar la cooperación. Empero, uno de los potenciales obstáculos es la sinofobia que la mayor presencia china ha generado en los ciudadanos de los países de Asia Central. De aquí, que es importante que la agenda internacional de China cuente con estrategias de soft power, en las cuales aún debe fomentar en mayor escala los intercambios académicos que aún son tímidos comparados con las estrategias rusas. Adicionalmente, China cuenta con un potencial en la cooperación en ciencia y tecnología que resulta un aspecto de gran interés de estos países por la potencialidad de diversificación comercial y modernización productiva que puede beneficiar a los países receptores.

Las relaciones de Rusia y los países de Asia Central se vuelven a fortalecer a comienzos de siglo, al contar con Kazajistán y Kirguistán como principales socios, mientras que Turkmenistán y Uzbekistán se han mostrado más prevenidos para cooperar con Moscú. Por medio del mecanismo de integración regional y acuerdos bilaterales ha podido lograr una cooperación militar en la región, estableciendo bases militares rusas en Tayikistán y Kirguistán, así como el uso de antiguas instalaciones militares soviéticas en Kazajistán, aun mas importante, ha logrado establecerse como el actor principal con capacidad de responder ante cualquier amenaza en la región.

En línea con los planteamientos de Nye (2009), los Estados no pueden basar completamente sus estrategias de política internacional en el hard power. Como se evidencia en la experiencia de China en Asia Central, el gobierno de Beijing experimentó, durante las últimas tres décadas, un giro de una estrategia completamente basada en medidas de hard power hacia la combinación de estrategias de hard power y soft power. En este sentido, China podría considerarse el hacedor de una estrategia de smart power efectiva en la región de Asia Central, que en primera instancia irrumpe en la zona con medidas económicas y comerciales para ir abonando un terreno donde sus acciones en seguridad y propagación de sus valores culturales puedan ser digeridas más fácilmente, una vez las economías de los Estados centroasiáticos hayan sido dominadas por el dragón.

Referencias

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Notas

1 Von Humboldt introdujo en 1843 el concepto de Asia Central para hacer referencia a los territorios separados de los océanos y enmarcados por Rusia y China. Por su historia y fisonomía física, Asia Central se extiende hasta Mongolia y el noreste de China. Sin embargo, este concepto suele aplicarse a las cinco repúblicas exsoviéticas (García, 2014, p. 218).

2 Autores como Toktomushev (2015) anotan que esta intervención ha venido disminuyendo, en parte por una activa participación de China y Rusia, pero también por una ruptura del intervencionismo de los Estados Unidos. En el caso de Manas, la base fue regresada por el cuerpo militar norteamericano al ejército de Kirguistán en el año 2014.

3 En 2013 Xi Jinping es designado como presidente de China con tres desafíos: incrementar la demanda interna, y luchar contra la corrupción y la distribución de la tierra (ver Gélvez Rubio, 2014). En este contexto, el presidente lanza “el sueño chino” que, de acuerdo con su discurso de 2012, se describe como “construir un país socialista moderno próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado y armonioso que puede ser alcanzado en 2049 cuando la República Popular China celebrará su centenario” (la traducción es nuestra). Tomado de Jinping (2014).

4 Se considera pertinente contrastar las diferentes definiciones del término poder, empezando con el paradigma realista, y posteriormente el enfoque constructivista, con el fin de justificar finalmente por qué la definición desde el neorrealismo brinda las ventajas conceptuales de las cuales parte el análisis.

5 Waltz (1979) especifica que el poder consta de los siguientes componentes: tamaño del territorio y población, dotación de recursos, capacidad económica, fuerzas armadas, estabilidad política y competencia (p. 131).

6 Esta concepción relativa del poder neorrealista resulta coherente con la noción amplia de poder en ciencias sociales, plateada por Harsanyi (1987), en la cual se establece que el poder es un concepto relativo a las habilidades de cada agente, por lo que es dinámico y depende del contexto.

7 Este dilema se identifica gracias a Walt (1985), quien plantea que las alianzas en el Sistema Internacional se desarrollan bajo las dinámicas de “balancing y bandwagoning”.

8 Los Estados tienen como reto diseñar una política exterior que no implique mayores costos, y en algunos casos alinearse con otros actores estratégicos para disminuir dichos esfuerzos.

9 En el séptimo congreso del Partido Comunista en 2007, el presidente Hu Jintao afirmó que: “El gran rejuvenecimiento de la nación china estará definitivamente acompañada por la expansión de la cultura china”.

10 Por ejemplo, una imagen positiva puede facilitar la aceptación de acciones militares o ceder ante compromisos de seguridad de un Estado. Por el contrario, la percepción de un ejército fuerte ayuda a obtener un reconocimiento positivo por otros.

11 Nye (2011) aclara que su definición es descriptiva, simplificando al soft power como una forma de alcanzar un resultado deseado, mas no corresponde a una visión de idealismo o liberalismo.

12 El autor resalta el rol de las tecnologías informáticas en esta configuración del poder, debido a la influencia de nuevos actores que pueden generar cambios en el panorama internacional más allá de los Estados, por medio del uso de la información, en el que se resaltan las acciones de WikiLeaks.

13 La categorización de las estrategias en los dos tipos de poder puede ser relativa y adaptarse al contexto. Por ejemplo, si un Estado más fuerte impone condiciones comerciales arbitrarias, se considera hard power. Por el contrario, si provee cooperación comercial, esta sería considerada como soft power.

14 El autor ilustra los casos de Reagan y Bush como excepcionales, mientras que analiza las de Bush Junior como poco asertivas en términos de smart power.

15 En la actualidad, de acuerdo con el CIA Factbook (2019), a julio de 2018 los países de Asia Central concentraban una población de aproximadamente 30.023.709 personas en Uzbekistán, 18.744.548 en Kazajistán, 8.604.882 en Tayikistán, 5.849.296 en Kirguistán y 5.411.012 en Turkmenistán.

16 Aunque no disponían de estrategias definidas en cuanto a su entorno regional y política exterior, rápidamente estas naciones crearon estructuras de gobierno, con lo que garantizaron en 1992 el reconocimiento de su soberanía por Naciones Unidas junto con sus diferentes programas de consolidación estatal (Akiner, 2004).

17 Asia Central cuenta con diversidad en orígenes étnicos: kazakos y kirguís son descendientes de antiguas tribus mongoles mientras que los tayikos son provenientes de los persas y los usbekos son de origen turco.

18 García (2014) plantea que la OCS ha sido ampliamente acogida como iniciativa regional, muestra de ello es que en la actualidad países como Pakistán, India, Bielorrusia y Sri Lanka participan en calidad de observadores.

19 La base de datos del RATS ha logrado consolidar información de 42 organizaciones y 1.100 individuos con supuestos vínculos con el terrorismo (Int. Crisis Group, 2013).

20 El actual presidente Nazarbayev ha manifestado públicamente que Kazajstán siempre será el vecino más cercano y más confiable de la Federación Rusa, lo cual hace parte del interés de pueblo kazajo (De Haas, 2017)

21 Después del 11 de septiembre, en un primer acercamiento del gobierno norteamericano rechazan la utilización de su territorio para realizar operaciones militares en Afganistán y solo hasta finales de 2012 el gobierno concede el permiso para hacer uso de dicho territorio por parte de tropas estadounidenses y participa en una serie de ejercicios militares conjuntos.

22 Tyagi (2011) define a un Estado débil de acuerdo con su rezago en condiciones básicas de gobernabilidad tales como la seguridad, servicios básicos y legitimidad del gobierno.

23 De acuerdo con Nye (2009) los recursos militares y económicos pueden usarse tanto para coaccionar como para atraer o persuadir, por lo que dependiendo de la manera como se usen pueden ser considerados como parte de una estrategia de soft power o duro.

24 Consta de dos partes, la primera datos objetivos distribuidos en seis dimensiones: digital, empresa, educación, cultura, relaciones, gobierno y opinión pública. Esta última, está compuesta por datos subjetivos de encuestas de percepción de acuerdo con la contribución a la cultura global, artículos de lujo, trato al turista y confianza.

25 Incluso, hoy existen algunos asuntos relacionados con frontera que no han sido solucionados.

26 El término Turquestán del Este fue usado por académicos rusos durante el siglo XVIII para hacer referencia a las áreas geográficas de Asia Central pertenecientes a China, luego durante la guerra civil China el Kuomintang llamaría a la rebelión de esta región como parte del enfrentamiento (Zhao, 2007)

27 Solamente 100 militares kazajos han recibido entrenamiento en academias militares chinas en las últimas dos décadas (Ramani, 2015).

28 entendido como el apoyo del gobierno a través de los bancos estatales -banco de exportaciones, banco de desarrollo chino y el banco de inversión e infraestructura asiático entre otros para proveer fondos de inversión a disposición de sus países vecinos en pro del crecimiento económico recíproco.

29 Se menciona aquellas rutas que tienen participación directa o una posible adhesión futura de los países centro asiáticos, sin embargo, hay una variedad de oleoductos y gasoductos que bordean la región y/o son las rutas de abastecimiento ruso hacia occidente como la Baku- Novorossiysk, oleoducto entre Azerbaiyán y Rusia, el proyecto Nord Stream, gasoducto de Alemania y Rusia. Así como rutas de Turkmenistán sin participación rusa como el gasoducto Dauletabad-Sarakhs-Khangiran con Irán y el TAPI (Turkmenistán -Afganistán -Pakistán -India) para abastecer de gas natural a India y Pakistán por medio de Afganistán (Velázquez, 2017).

30 Es la cuarta empresa de petróleo del país, su nombre hace referencia a la ciudad de Aktobe la cuarta más grande del país e inicio del oleoducto que conecta Kazajistán con Xingjiang (Zhao y Cui, 2011)

31 Para China el corredor de transporte hacia Europa es vital, debido a su alto flujo de comercio con el viejo continente, el cual, alcanzó un valor de €580 miles de millones en 2015 (García-Herrero, Liu, Summers y Zhang, 2017)

32 Para ello, también ha realizado esfuerzos en la construcción de vías de transporte férreas se constituyen como un punto importante de las relaciones China-Asia Central, en el cual cuenta con intereses de construcción de vías férreas en Ala Tau Pass y el puerto Huoerguosi en la frontera con Kazajistán, Torugart y Yeakeshtam en la frontera con Kirguistán y el puerto Kalasu en la frontera con Tayikistán.

33 De acuerdo con la UNESCO la diplomacia cultural busca fomentar el intercambio de visiones e ideas para promover el conocimiento de culturas y construir puentes entre comunidades.

34 Esta agencia con presencia en 73 países y tiene como prioridad dirigirse a la CEI por medio de Centros rusos de Ciencia y Cultura. Entre sus objetivos esta la promoción de educación rusa.

35 Esto no quiere decir que dichas campañas de desacreditación sean exclusivas de estos países. De hecho, gobiernos como el de Estados Unidos y la Unión Europea han restringido labores del canal RT considerándolo una amenaza, así como también tienen medios con posiciones radicales como es el caso de la cadena Fox news, que brinda información muchas veces catalogada como carente de objetividad.

36 Si bien China hoy cuenta con una influencia del Estado en el sector empresarial y en la economía al contar con un sistema político de corte comunista. En términos generales, sus acciones revelan una preferencia por estrategias de corte liberal a nivel económico: las reformas económicas lideradas por Deng Xiaoping en los años ochenta que dieron lugar a la empresa privada, la apertura económica de los años noventa que le abriría espacio a China en los mercados mundiales y de inversión extranjera. Además, desde su ingreso a la OMC en 2006 China inició una decidida búsqueda de su reconocimiento como economía de mercado.

* Artículo de investigación

Notas de autor

a Autora de correspondencia. Correo electrónico: tatiana.gelvezr@gmail.com

Información adicional

Cómo citar este artículo: Gélvez Rubio, T., y Prieto Ararat, P. (2019). El poder inteligente de China y Rusia en Asia Central: El Oso y el Dragón en la nueva ruta de la seda. Papel Político, 24(2). https://doi.org/10.11144/Javeriana.papo24-2.picr

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