Cuerpos irregulares multinacionales: multiidentidades armadas y neopartisanos en la globalización*

Multinational irregular corps: Armed multi-identities and neo-partisans in globalization

Papel Político, vol. 25, 2020

Pontificia Universidad Javeriana

Luis Alexander Montero Moncada a

Escuela Superior de Guerra, Colombia


Juan David Mejía Gómez

Escuela Superior de Guerra, Colombia


Recibido: 26 Julio 2019

Aceptado: 08 Septiembre 2020

Publicado: 30 Diciembre 2020

Resumen: Conflictos armados contemporáneos, y de gran impacto internacional, como las guerras en Siria (2011 al presente) y la guerra en el Este de Ucrania (o del Donbass, 2014 al presente), vuelven a poner de manifiesto que en el campo de combate se enfrentan con mayor frecuencia guerrillas, mercenarios y formaciones paramilitares, en lugar de ejércitos tradicionales. La heterogeneidad de actores es impresionante, y llama la atención una clase específica que ha proliferado en los conflictos mencionados, las milicias de carácter multinacional y extremadamente ideologizadas. A pesar de su cada vez más extensa relevancia, han sido poco estudiadas y discutidas en el ámbito académico. Así las cosas, este artículo1 pretende caracterizar estos nuevos combatientes, reinterpretando el concepto de partisano como una posible categorización.

Palabras clave:Partisano, identidad, religión, partido político, ideología.

Abstract: Contemporary armed conflicts, and of great international impact, such as the wars in Syria (2011 to the present) and the war in Eastern Ukraine (or the Donbass, 2014 to the present), once again reveal that guerrillas, mercenaries and paramilitary formations, rather than traditional armies, are more frequently confronted on the combat field. The heterogeneity of actors is impressive, and a specific class that has proliferated in the aforementioned conflicts is striking: multinational and extremely ideologically-based militias. Despite their increasing relevance, they have been little studied and discussed in academia. Thus, this article aims to characterize these new combatants, reinterpreting the concept of partisans as a possible categorization.

Keywords: partisan, identity, religion, political party, ideology.

Introducción

Tal vez la transformación más significativa que ha teniendo la guerra en el último siglo ha sido el cambio de la guerra total entre Estados, que experimentamos con las guerras mundiales a otros arquetipos de guerra más diversos, donde se pueden ubicar las amenazas terroristas, guerras civiles, conflictos de baja intensidad, insurgencias criminales, guerras híbridas, guerras asimétricas o estrategias de guerra indirecta, propias en parte de la Guerra Fría, pero que persisten en el mundo posterior al enfrentamiento bipolar.

En el último medio siglo, la guerra directa entre fuerzas formales de Estados reconocidos se ha convertido en un fenómeno extremadamente extraño, el papel y la presencia de actores no estatales o estatales irregulares en los conflictos es cada vez más frecuente y relevante. Mercenarios, insurgencias, organizaciones criminales, milicias religiosas, regionales o transnacionales, formaciones paramilitares, terroristas, hackers, fuerzas especiales, entre otros actores no convencionales, que luchan contra o por el Estado, o entre sí, se han convertido en los protagonistas del acontecer bélico en el último medio siglo. En lo académico y analítico, aparecen nuevos y variados conceptos que se inscriben en la corriente de análisis de las llamadas “nuevas guerras”, conceptos que intentan explicar precisamente la transformación constante y dinámica entre los viejos conflictos interestatales y las guerras más contemporáneas, donde lo militar y lo civil, lo nacional y lo internacional, no se delimitan tan fácilmente como antes (Kaldor, 2001, pp. 15-117).

La evidencia sugiere que aumentan los conflictos bélicos en los que las fuerzas armadas en liza tienen estructuras mucho más pequeñas, flexibles, horizontales y dinámicas. Ergo, más pequeñas que los ejércitos convencionales, estas milicias son mucho más económicas y cohesionadas ideológicamente, aunque profundamente diversas la una de la otra en lo que respecta a su ideología, organización y objetivos, pero con una eficiencia demostrada en el campo de combate.

Un ejemplo paradigmático es la guerra civil Siria, que es mucho más que un conflicto entre gobierno y una insurrección definida y nacional. Este conflicto encierra el enfrentamiento entre más de una veintena de milicias, divididas y agrupadas en varios bandos, pero persiguiendo a su vez objetivos propios o ligados a intereses extranjeros.

Basado en esta complejidad, el presente artículo se enfoca en el análisis de un tipo muy específico de actor que ha proliferado en los conflictos de los últimos años: las agrupaciones de voluntarios combatientes multinacionales, que no pueden ser confundidas como simples organizaciones paramilitares o de mercenarios, pues tienen sus propias lógicas y dinámicas distintivas. El artículo explora el fenómeno de auténticas formaciones bélicas conformadas por voluntarios de diversas nacionalidades, pero cohesionados ideológicamente.

Estas agrupaciones multinacionales han sido comunes en dos de los más emblemáticos y geopolíticamente relevantes conflictos de la segunda década del siglo XXI: la guerra civil Siria (2011 a la fecha), y la guerra en el Donbass (o del Este de Ucrania, 2014 a la fecha). Por tanto, son estos dos conflictos los marcos geográficos, temporales y las fuentes de los casos expuestos y estudiados para este artículo.

La relevancia de estos sujetos de estudio estriba en lo comunes que se están haciendo estas organizaciones armadas en el marco de las nuevas guerras y el contexto globalizado, lo que hace de este un fenómeno a entenderse por su relevancia reciente como potencialmente futura. En general, entender las causas de esta migración combatiente, al partisano globalizado, si se quiere, es profundamente relevante para entender las nuevas dinámicas bélicas y de violencia descentralizada que parecen desafiar los viejos paradigmas de la guerra.

Este artículo también busca presentar un aporte teórico, al construir una categorización que permita catalogar de forma más precisa a las múltiples organizaciones combatientes a lo largo y ancho del planeta, que comparten características similares dado su componente multinacional e ideológico. En el mismo sentido, se busca revisar y desarrollar aún más la “Teoría del partisano” del pensador Carl Schmitt, quien es uno de los máximos referentes en cuanto a teoría de combatientes irregulares politizados.

El artículo subsiguiente se divide en cinco partes adicionales a esta introducción. La primera consiste en la discusión teórica alrededor de estas agrupaciones de voluntarios combatientes multinacionales, así como una propuesta de categorización para ellas. La segunda parte es un análisis del rol que juega la ideología al interior de estas organizaciones. A lo que sigue el análisis del contexto de los conflictos estudiados: el sirio y el ucraniano, en la tercera parte. La cuarta parte expone algunos de los casos más importantes e interesantes de organizaciones multinacionales de combatientes que hacen presencia en los conflictos anteriormente mencionados, y que se ajustan al tipo estudiado: multinacional y cohesionada ideológicamente. La parte final de este artículo consiste en la exposición de conclusiones y reflexiones sobre el por qué, el comportamiento y el potencial futuro de los voluntarios multinacionales.

El voluntario internacional: ¿soldado, mercenario, insurgente?

Desde el derecho y las definiciones dominantes en la literatura no especializada, la visión que hay sobre los combatientes intervinientes en las guerras resulta bastante limitada. Para el derecho internacional los combatientes son simplemente de dos tipos: regulares (que se ciñen a los derechos y deberes contenidos en los convenios de la Haya, de Ginebra y a los protocolos adicionales a estos convenios) y los irregulares, que son básicamente combatientes por fuera del derecho de la guerra, pero sujetos del derecho penal (como terroristas, saboteadores, espías, etc.). Dentro de los combatientes regulares se encuentran, evidentemente, los soldados de los ejércitos estatales convencionales y los guerrilleros (o partisanos) de insurgencias formales y organizadas (de Preux, 1989, p. 46). En la actualidad han aumentado los combatientes que hace unas pocas décadas se tenían por escasos e irregulares, como los mercenarios o, desde la perspectiva estatal, se ha visto un mayor énfasis en las agrupaciones de fuerzas especiales, que, pese a pertenecer a ejércitos regulares, conducen operaciones de guerra especial e irregular, y no declaradas.

Hace poco más de medio siglo, Carl Schmitt escribía sobre el “partisano” (lo que en muchos países conocemos como guerrillero o insurgente), y lo hacía desde una perspectiva no jurídica, sino más histórico-política. El partisano schmittiano era un combatiente irregular que daba la espalda a la guerra convencional y al derecho de los conflictos. Luchaba una guerra ilimitada, donde las convenciones normativas sobre combatiente y uso de la violencia eran irrelevantes. De aquí que los partisanos de los que Schmitt hablaba fueran tomados por otros como terroristas y criminales de guerra. Para Schmitt la teoría del partisano no solo es una teoría sobre la guerra, sino también una teoría sobre “la enemistad” (Schmitt, 1966, pp. 15-24).

Otras características del partisano, aparte de su irregularidad, son enunciadas por Schmitt a partir de su fuerte compromiso con una causa política2 y un estilo de guerra móvil donde el frente no está definido. Finalmente, el partisano schmittiano ostenta una relación muy especial con la tierra, Schmitt llamó a esto “el carácter telúrico” del partisano, señalando que estaba atado a la tierra, y luchaba por expulsar a un poder político que consideraba ajeno al terreno en el que se encontraba circunscrito (1966, pp. 25, 34). A lo largo de su obra, Schmitt valida su concepto del partisano con diversos casos históricos perfectos a su categorización, particularmente con el caso de las guerrillas españolas y rusas que combatieron ejércitos extranjeros durante las guerras napoleónicas.

Schmitt menciona repetidas veces en su texto que los partisanos suelen agruparse en “Cuerpos Francos” o, lo que es lo mismo, en cuerpos libres. Esta denominación, usual en la historiografía militar española, se usa para designar a agrupaciones guerrilleras, bandas de mercenarios y formaciones paramilitares de voluntarios que actuaban a favor del Estado, aunque por iniciativa propia y en el contexto de una ocupación extranjera (Rabinovich, 2015). La expresión se usa principalmente para describir a grupos de estas características en la guerra de independencia y demás guerras civiles españolas del siglo XIX (Feliú de la Peña, 1840, pp. 208-210, 291-295). El concepto equivalente en el alemán, Freikorps, tuvo mayor desarrollo teórico, histórico y fama que su equivalente en español. Freikorp3 fue la palabra usada para designar a los cuerpos paramilitares de los diferentes Estados alemanes durante el siglo XIX, y en el siglo XX este término se aplicó a las milicias paramilitares partidistas, particularmente a las de derecha nacionalista, estos cuerpos de milicianos altamente politizados posteriormente convergerían en gran medida en las milicias nacionalsocialistas alemanas, desde donde nacerían las famosas y poderosas Sturmabteilung (SA) y las Schutzstaffel (SS). Esta última agrupación fue inicialmente un cuerpo paramilitar de voluntarios, que llegaría a operar junto al ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, y que tuvo una envergadura considerable e incluyó entre sus filas a fascistas de todas las nacionalidades europeas (Bishop, 2012), cumpliendo así las características enunciadas por Schmitt, al menos en el factor ideológico referido, pues se convirtió en la práctica en una fuerza regular.

Lo relevante del partisano de Schmitt y los Cuerpos Francos (Freikorps) en esta reflexión son los paralelismos con las modernas agrupaciones de voluntarios multinacionales. Hablamos en todos los casos de organizaciones militares, donde la adhesión a ellas era predominantemente libre, donde había una autonomía parcial o total frente al Estado, y donde el componente político era muy intenso, siendo más común la lealtad a un partido u organización política que al gobierno. Solo había una diferencia fundamental, los Cuerpos Francos históricos siempre se circunscribieron a un ámbito nacional, tanto en lo territorial como en lo ideológico y, de hecho, eran unidades fuertemente nacionalistas.

En contraste, los grupos analizados en la investigación, y presentados más adelante, obedecen a ideologías internacionalistas, religiosas, raciales o pannacionalistas (algunos buscan consolidar nuevas nacionalidades basados en interpretaciones históricas). En estos modernos cuerpos de voluntarios multinacionales, la nacionalidad es relativamente irrelevante. Así la diferencia entre un cuerpo de voluntarios alemanes, o españoles, del siglo XIX y un cuerpo franco del siglo XXI es su carácter globalizado e ideológico, que entra a competir con la vieja ideología nacionalista que fue dominante en tiempos pretéritos. Los cuerpos francos de hoy tienen miembros de múltiples nacionalidades, y su lucha está más motivada por un partido o idea política, histórica o mítica, más que por un Estado.

Por lo tanto, es posible afirmar que la literatura existente sobre el ethos de los combatientes de los conflictos del siglo XXI requiere una nueva categorización que delimite con mayor claridad a los integrantes de estas organizaciones armadas, que sin embargo no se aleja del todo del modelo de los viejos cuerpos francos/partisanos. Así, el concepto de Cuerpo Irregular Multinacional (CIM) puede llegar a ser incorporado como una concepción nueva y útil al fenómeno estudiado, y es la que se propone en este artículo; expresión que se compone de los términos “cuerpo”: entendido como una fuerza militar cohesionada y con cierta unidad; “irregular”: es una fuerza de voluntarios heterogéneos no-estatal o paraestatal; y “multinacional”: con una composición de tropa de múltiples nacionalidades y una ideología que apunta en sentido no nacionalista o internacionalista, al menos en los sentidos étnicos, raciales y de ciudadanía.

Así las cosas, y aplicando la anterior propuesta conceptual, basada en Schmitt y en el concepto de cuerpo franco, pero común a los casos estudiados en los conflictos ucraniano y sirio, resultaría la definición de Cuerpo Irregular Multinacional como una fuerza de combate compuesta por individuos de diferentes nacionalidades, deslocalizados y sin un referente territorial inherente a un origen étnico, que adhirieron libremente a esta fuerza por intensos motivos ideológico-políticos. No se trata de un simple mercenario que pelea por una paga, sino en este caso el catalizador es el convencimiento ideológico transnacional. Algunos de estos cuerpos combatientes suelen ser encontrados luchando en el bando de un Estado como fuerza paramilitar, o son patrocinados de manera directa o indirecta por un Estado, o grupo de estos. Sin embargo, su filiación y lealtad es más partidista e ideológica que estatal, ganando un relevante nivel de autonomía incluso en estos casos. Como elemento final están los métodos que emplean en su actividad militar, siendo los más variados desde estrategias y tácticas de guerra convencional hasta llegar a formatos de guerra asimétrica, cibernética o acciones terroristas, entre otras. El límite de sus tácticas está dado por la limitación material o de voluntad, mas no por restricciones legales o de la costumbre de la guerra.

Es importante reiterar que la definición aquí propuesta hunde sus raíces en la teoría del partisano de Carl Schmitt, y puede ser entendida como una derivación y adecuación de esta. De hecho, Schmitt suponía que el partisano podría convertirse en un guerrero que luchará a escala globalizada gracias al avance tecnológico, un “partisano industrial”, o incluso que luchará en el espacio exterior como “cosmopartisano” (1966, pp. 106-112). No es casualidad que el filósofo italiano Franco Volpi se preguntará, sobre de una revisión de la obra de Schmitt, ¿sí era el partisano “el último centinela de la tierra”?, pues el partisano parece haber degenerado, o evolucionado si se quiere, en el terrorista moderno, que lucha sin restricciones territoriales operando a lo largo del globo y amparado en la alta tecnología del siglo XXI, abandonando así su vínculo con una territorialidad específica (Volpi, 2013, pp. 112-116).

Son muchos los que plantean el cambio nuclear en la teoría del partisano, pero realmente la transformación en la naturaleza de este combatiente no es radical, y salvo en pequeños aspectos, la teoría schmittiana es versátil y aún permanece robusta y vigente. Sandoval identifica teóricos que consideran que la evolución del partisanismo es el terrorista internacional, y si bien el partisano hacía uso de tácticas de terror, subsisten diferencias de amplio calado entre un partisano y alguien que se dedica en exclusiva a la actividad terrorista sin un ethos ni visión política transnacional (Yousef Sandoval, 2018). Antes de degenerar completamente en el terrorista aparece, a consideración de la presente reflexión, un neopartisano, quien puede usar tácticas terroristas, pero no se remite exclusivamente a estas.

Debido a esto, el vocablo “neopartisano” ha sido muy utilizado en la literatura contemporánea, pero de manera simplista, como sinónimo de terrorista. Este concepto es diferente aquí, recoge casi toda la propuesta de Schmitt, pero difiere en la relación que tiene este combatiente con la tierra, que es sustituida por una relación más intensa aún en el ámbito político, donde una ideología política de carácter más universalista es la piedra angular. Serían los neopartisanos quienes se resisten a este fenómeno conocido “como el fin de la historia y las ideologías”, o más bien quienes resisten en tiempo presente al liberalismo triunfante de la posguerra fría, no solo simples terroristas (Laleff, 2014).

Uno de los neopartisanos históricamente más visibles fue Ernesto Guevara (El Che), que llegó a plantear una lucha inspirada por una ideología internacionalista: el comunismo. Bajo esta perspectiva, jamás permitió la captación total de un Estado sobre su persona, y al final de sus días terminó enemistado con sus patrocinadores la Unión Soviética y Cuba. Aunque un caso individual, el Che sigue siendo un paradigma y antecedente en cuanto combatiente deslocalizado territorialmente y versátil, pero fuertemente comprometido con una causa internacional.

Por otro lado, es posible plantear como uno de los primeros Cuerpos Irregulares Multinacionales (CIM) o, en otras palabras, una de las primeras organizaciones neopartisanas, a las “las brigadas internacionales”. Una formación paramilitar multinacional de comunistas, que viajaron a España durante la guerra civil de este país (1936-1939) respondiendo a un pedido de auxilio del partido comunista español, para luchar en el bando del izquierdista gobierno republicano (Baxell, 2014). Esta fue la primera vez en la que hombres de diferentes nacionalidades acudían libre, voluntaria e individualmente a un país extranjero a constituir una fuerza militar de miles, que lucharía, no por motivos nacionalistas, sino por una causa política de carácter internacional: el comunismo. Este fue el primer CIM que podemos identificar como tal en la historia.

A manera de conclusión preliminar, encontramos que, aunque los neopartisanos o Cuerpos Irregulares Multinacionales (CIM) evidencian ejemplos en la historia del siglo XX, no es sino con la postrimería de la Guerra Fría que se encuentran con una mayor incidencia, pero, especialmente, con unas características transnacionales propias, tanto en su composición, deslocalización y una renovada visión con los referentes geográficos formales, como en su direccionamiento operativo a la hora de ejercer la violencia.

La nación como ideología, la ideología como una nación

Ya hemos señalado la diferencia entre los viejos cuerpos francos y los contemporáneos CIM: es esencialmente el rompimiento del vínculo con la tierra natal, lo que repercute en la composición multinacional de los CIM y la adopción de una intensa ideología transnacionalista o internacionalista variada en contenidos. Contrasta la ideología fundamental del cuerpo franco clásico que era casi que exclusivamente el nacionalismo, lo que se traducía en cuerpos francos de nacionalidad uniforme, o pluralidad nacional limitada.

No obstante, profundizando en aquel fenómeno nacionalista, este no se circunscribía únicamente a los cuerpos francos, sino que era la tendencia política común de los siglos XVII al XX, y que fue fundamental en la fundación y consolidación de los modernos Estados nacionales. El nacionalismo actuaba como una idea que cohesionaba a millones de personas distintas, pero con algunos elementos en común: idioma, cercanía geográfica o con rasgos culturales similares. Para uno de los teóricos fundacionales de las relaciones internacionales, Hans Morgenthau, la nación, y por ende el nacionalismo, han sido básicamente “ideologías políticas” que buscan establecer un vínculo de identificación entre grandes masas humanas y una élite política. Este vínculo establecido con éxito termina llevando, inevitablemente, a la construcción de una ficción jurídica con efecto en la realidad: el Estado (Morgenthau, 1986, pp. 132-142).

Más tarde, durante el siglo XX, irrumpieron las ideologías totalitarias e internacionalistas, donde el comunismo particularmente aparecía como una ideología lo suficientemente fuerte para disputarle a los nacionalismos el monopolio de la identificación con las masas. Lo identitario en el marxismo no es lo nacional, si no la condición de clase. De aquí que la máxima comunista fuera obviamente: “¡Proletarios del mundo: uniros!” (Marx y Engels, 2012).

Así, si la nación se sostenía en una ideología, al igual que el partido político, ergo este tenía la capacidad de constituirse, en casos específicos, en una nación para la psique del sujeto. Es importante aquí recordar de nuevo la teoría schmittiana:

…la adhesión a un partido revolucionario implica nada menos que la captación total. Otros grupos y organizaciones, sobre todo el Estado actual, no consiguen integrar tan completamente a sus miembros y adherirlos como un partido en lucha revolucionaria capta a sus combatientes activos. En la amplísima discusión sobre el llamado Estado totalitario aún no se llegó a la conciencia general que hoy día, no el Estado como tal, sino el partido revolucionario como tal es el que representa la verdadera y, en el fondo, la única organización totalitaria. (Schmitt, 1966, pp. 25-26)

De nuevo el caso del Che Guevara es bastante representativo, un hombre que pierde la ciudadanía argentina, renuncia a la cubana y se enlista para la lucha revolucionaria en el Congo. La real nacionalidad de Guevara, su patria, era el comunismo, en cuanto fue la única constante en su vida.

Lo anterior es importante, en cuanto fundamenta uno de los argumentos de este artículo, según el cual los CIM son en realidad autónomos respecto a cualquier Estado, o al menos potencialmente autónomos. Sin embargo, no se puede negar que un Estado, o grupo de estos, puede beneficiarse coyunturalmente de la lucha de los neopartisanos. Schmitt ya señalaba esto en su teoría, cuando expresaba la permanente existencia de un “tercero interesado” en la victoria partisana, o más bien la derrota de los enemigos comunes. Lo usual es que se diera un apoyo en pertrechos y finanzas por parte de un Estado interesado a la causa partisana, sin que esto implicase una captación real del cuerpo franco por dicho Estado (Schmitt, 1966, pp. 103-106); un fenómeno que sigue presentándose hoy día, y que podremos ver cuando en el aparte que estudia los CIM que combaten en Siria y Ucrania.

En la teoría contemporánea de la guerra tenemos los conceptos de delegado (proxy) y de guerra subsidiaria (proxy warfare). En términos simples, el proxy es el actor que un Estado delega para luchar frente a un enemigo y no comprometerse directamente en las hostilidades; la guerra subsidiaria es el tipo de guerra que se libra mediante terceros, mediante delegados. Agrupaciones guerrilleras, de partisanos, terroristas, irregulares o del más diverso tipo, han sido financiadas, armadas o impulsadas a lo largo del último siglo por las grandes potencias, para hacer daño a sus enemigos sin atacarlos directamente. De hecho, la guerra mediante delegados irregulares fue una de las formas más comunes de confrontación durante la Guerra Fría. La dirección estratégica de muchos Estados parece concebir la guerra mediante delegados como una guerra más barata, en cuanto no hay implicación de propias tropas, lo que hace que no haya bajas de ciudadanos propios y se mitigue una opinión pública negativa. Adicionalmente del costo político, de entrenamiento y reputacional, al momento de luchar con proxies el costo logístico esto es el costo económico de movilizar el ejército convencional no está presente (Groh, 2010).

Y, aunque en apariencia el apoyo a un proxy, como un CIM, es más barato, si se tiene en cuenta exclusivamente el costo relacionado con pertrechos de guerra, inteligencia, asesoría y entrenamiento, existen otros riesgos, derivados de la administración de información de inteligencia en manos de terceros, la auténtica lealtad y la pérdida de control de la violencia generada por este.

Guerra del Donbass y guerra civil Siria: el apogeo de la guerra posmoderna

La guerra del Donbass (o del Este de Ucrania, 2014 al presente), que enfrenta a las fuerzas armadas ucranianas y a una fuerza insurrecta en el este del país con un aparente grado indeterminado de apoyo del Estado ruso; así como la guerra civil Siria (2011 al presente), que enfrenta al Estado Sirio y sus aliados internacionales contra una amplia variedad de agrupaciones insurgentes y terroristas, apoyadas, en principio, por Estados foráneos, probablemente pasen a la historia como las dos guerras más emblemáticas de la segunda década del siglo XXI. Estos dos conflictos, que, aunque se suponían de orden interno y más cercanos a una guerra civil, han derivado en escenarios internacionales poco previstos. Si bien estas dos guerras carecen de los niveles masivos de letalidad de algunos de los conflictos más representativos del siglo pasado4 , han sido fuente de constante tensión internacional y han vuelto a destrozar la sensación general del mundo pacifico de la posguerra fría, de la misma forma que lo hicieron los atentados terroristas del 9/11.

Especialmente a partir de los años 70, pero con mucho mayor énfasis luego del fin de la Guerra Fría y el inicio del paradigma de la Globalización, el debate académico y conceptual de las relaciones internacionales, ciencias militares, la geopolítica, los estudios estratégicos, de seguridad y defensa han visto aparecer varios conceptos y herramientas analíticas muy poderosas que intentan explicar y describir la naturaleza bélica de este siglo que empieza. Guerra Hibrida (García Guindo et al., 2015), Guerra No-lineal, Guerra Informativa (Mölder y Sazonov, 2018), Guerras de Cuarta y Quinta Generación (Álvarez et al., 2017, pp. 169-247), entre otros, son conceptos y planteamientos teóricos que han tenido su manifestación práctica en los conflictos sirio y ucraniano, y evidentemente podemos señalar que la guerra en Siria y en el Donbass presentan una complejidad impresionante en términos de actores participantes, estrategias y tácticas empleadas; incluso, y a pesar de la denominación que reciben, estas guerras no están realmente delimitadas geográficamente y su conflictividad se extiende de diversas maneras por otras zonas geográficas del mundo y el ciberespacio (Ucko y Marks, 2018).

En la guerra civil Siria, por ejemplo, es claro que el Estado Sirio y sus fuerzas armadas han recibido apoyo de docenas de organizaciones irregulares, que cumplen funciones paramilitares, tanto nacionales como internacionales Hezbollah entre las más notorias, al mismo tiempo que apoyo logístico, de inteligencia, operacional y de agrupaciones de fuerzas especiales de Rusia e Irán (incluyendo a la controvertida compañía de mercenarios rusos Wagner). Por contraparte, los adversarios del Estado sirio no forman un frente único, sino que se dividen en una veintena de milicias y movimientos armados que actúan de manera descentralizada o luchando entre sí (Laborie Iglesias, 2013). Entre los más conocidos oponentes del Estado sirio están los kurdos del norte de Siria (o Estado del Rojava), apoyados por Estados Unidos, quienes, a su vez, combaten simultáneamente contra Turquía y el Califato Islámico o Daesh; el Ejército Libre Sirio, apoyado inicialmente por tropas del ejército Turco, pero desbandado y mutado en una fuerza autónoma y radical cuando menos desde el 2017; y la milicia islamista “Organización para la liberación del Levante” (o Hay'at Tahrir al-Sham), que aparentemente recibe financiamiento de algunos sectores y grupos de interés del golfo pérsico (Phillips y Valbjørn, 2018). Las tácticas y estrategias puestas en marcha por todos los actores del conflicto han sido del abanico más amplio: guerra convencional, asimétrica, urbana, ciberguerra, guerra química, terrorismo, hambruna, etc.

El conflicto en el Donbass es algo más simple, pues todos los actores se aglutinan en dos bandos, y no ha resultado tan sangriento como el sirio, ni ha sido tan visible comunicacionalmente. De un lado está el bando progubernamental o ucraniano, en el que convergen las fuerzas del Estado ucraniano y agrupaciones paramilitares, quienes reciben el apoyo muchas veces indirecto⸻ de Estados Unidos y Europa en forma de armamentos y pertrechos. El otro bando, el separatista o prorruso, está compuesto por decenas de milicias de las más diferentes características e ideologías, sin embargo, la mayoría de las fuerzas separatistas se aglutinan alrededor de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (Mulford, 2016). Se sabe del apoyo y participación del Estado ruso en el conflicto, pero el grado y tipo de implicación de este es confuso. En el conflicto ucraniano la guerra se ha desarrollado en diferentes etapas como guerra convencional, asimétrica, urbana, de trincheras, guerra informativa y propagandística.

Una de las características más comunes de ambos conflictos es la internacionalización, manifiesta en la participación de fuerzas estatales foráneas, así como en la participación privada e individual de extranjeros, algunos de los que participan en los conflictos a manera de mercenarios o contratistas privados, pero un gran componente de los implicados foráneos en estas guerras lo hacen por razones ideológicas, ya sean políticas o religiosas, no tienen ningún ligue territorial evidente, no lo hacen por motivos étnico ni históricos y se aglutinan en lo que denominamos CIM.

Siria y Ucrania: exponentes de la guerra neopartisana

Siria y Ucrania reúnen en sus campos de batalla a más de una veintena de CIM, todos ellos con los más diversos matices de índole política y militar, pero manteniendo la esencia de esta categoría, desarrollada en el primer aparte de este artículo. No obstante, y por efectos metodológicos, se han escogido solamente cinco representantes de la categoría, teniendo en cuenta cuatro factores: capacidad de incorporación, visibilidad ideológica, capacidad operativa y visibilidad comunicacional.

CIM sirios

International Freedom Battalion (IFB)

Es una fuerza de combatientes de diferente origen nacional, de ideología izquierdista, que lucha al norte de Siria, y en la que han convergido miles de extranjeros para apoyar la revolución socialista del Rojava (Kurdistán Sirio). Sus militantes son de las más diversas partes del mundo, pero principalmente turcos, europeos y estadounidenses. Sus militancias políticas son comunistas, feministas y anarquistas (Harp, 2017).

La revolución del Rojavá es un proyecto político de organización social llevado a cabo por los líderes políticos Kurdos de Siria, que intenta establecer una democracia participativa, directa y feminista, así como una economía socialista y cooperativa. Poco después de iniciado el proceso que se constituyó gracias al vacío de poder que generó la guerra civil siria, la zona fue invadida por el Daesh (Kardaş y Yeşiltaş, 2017). Tras el pedido de auxilio que realizarían los partidos comunistas kurdos y turcos, miles de hombres y mujeres del mundo se sumarían al Batallón Internacional de la Libertad, una unidad neopartisana que defendería esta propuesta revolucionaria, primero del Daesh y más tarde del ejército turco.

Esta unidad tuvo una participación notable en la conquista de la ciudad de Raqqa, considerada como uno de los bastiones de poder político y el centro de gravedad militar del Daesh en el centro de Siria. En esta operación, el batallón perdió a docenas de sus hombres a manos de los yihadistas. Las tácticas del IFB parecen circunscribirse a la guerra urbana, y el número de sus miembros está indeterminado, aunque se estima una cifra de algunos miles. Aunque tiene una retórica antiimperialista y anticapitalista muy marcada en su propaganda y propuesta política, esta unidad fue apoyada indirectamente por los Estados Unidos en el contexto de su estrategia hacia los kurdos sirios y la guerra contra Daesh. También recibió algún apoyo táctico de las fuerzas armadas rusas.

Una de sus unidades mediáticamente más conocidas es The Queer Insurrection and Liberation Army (TQILA), una pequeña fuerza compuesta por homosexuales y transgeneristas que lucha contra Estado Islámico, y busca retribuir a esta organización por la persecución y asesinato masivo de homosexuales que ha llevado a cabo, así como promover una política y revolución de género no convencional (Kentish, 2017).

Partido Socialnacionalista Sirio (PSS)

El PSS es un partido político poco convencional al estándar occidental y contradictorio. Tiene una ideología de orientación de derecha que emula el fascismo europeo de los años 30 del siglo XX. Cuenta con su propia organización paramilitar y no está circunscrito a un territorio específico, ya que se presenta a procesos electorales en dos países diferentes, Siria y Líbano. Actúa clandestinamente en otros países donde tiene prohibida la participación política, principalmente Jordania, aunque también realiza trabajo político limitado en regiones de Irak. Fue fundado hace casi un siglo, como un movimiento partisano de liberación nacional, que buscaba el establecimiento de un Estado Sirio independiente de Francia. Con el tiempo evolucionó a un partido transnacional que busca la formación de un Estado panárabe, laico, nacionalista, que ocupe las actuales Siria, Líbano, Jordania, Palestina e Israel, así como el sur de Turquía, Irak occidental y Egipto oriental (Pipes, 1988).

En años recientes, la rama paramilitar del PSS ha constituido una milicia multinacional, que lucha en la guerra civil Siria y por la unificación de Siria y Líbano. Las Águilas Huracanadas han participado en casi todas las campañas militares de trascendencia en el occidente del país, aglutinando en sus filas a un grupo cada vez más importante de combatientes. A pesar de su ideología radical, esta fuerza ha ganado un grado de reconocimiento en la población siria y es claro que su lealtad es para con su partido antes que para con cualquier Estado (Samaha, 2016). De momento su accionar violento se ha mantenido dentro de parámetros irregulares estándar y no se ha registrado ninguna recurrencia a actividades terroristas, aunque su reclutamiento ha sido regional, atrayendo a jóvenes de diferentes países del Medio Oriente y descendientes de sirios en otras partes del mundo.

Califato Islámico o Daesh (Dawla al islamiya al Irak u al Sham)

La famosa organización extremista y fundamentalista es quizás el paradigma supremo de los CIM y neopartisanos. El Califato Islámico, comúnmente denominado en Occidente Estado Islamico, es tanto una fuerza militar multinacional, como un grupo terrorista, un movimiento religioso y un partido político radical global (Rich, 2016). Derivado de la lógica expansiva de un califato, no tiene un anclaje territorial estático, sino, por el contrario, tiene por objetivo la continua expansión, por lo que hace presencia en Europa como agrupación terrorista, con redes de propaganda y reclutamiento, así como en Siria e Iraq, donde llegó al clímax como fuerza militar convencional, y en Chechenia, Libia y Afganistán como guerrillero y terrorista (Azami, 2016), además de su acción constante en el ciberespacio (Lakomy, 2017).

Para 2015, el número de combatientes extranjeros de Estado Islámico (es decir de nacionalidades diferentes a la siria o iraquí donde tenían su principal frente de batalla) era de entre 20 mil y 30 mil hombres de casi 100 nacionalidades diferentes, siendo Túnez el principal país de procedencia de estos combatientes. A nivel europeo, Rusia, Francia y Reino Unido vieron como miles de sus jóvenes se enlistarían en este grupo para combatir en Siria e Iraq o constituir células de ataque o “lobos solitarios” para atentar en Europa. Incluso cientos de chinos, australianos y norteamericanos se unirían a esta fuerza (Institute for Economics and Peace, 2015, pp. 45-48).

El Califato Islámico combina en su lucha por la revolución fundamentalista global metodologías de guerra convencional, asimétrica, activismo político (Whiteside, 2016), propaganda, terrorismo y hasta un incipiente intento de guerra cibernética (Graham-Harrison, 2015).

CIM ucranianos

Batallón Azov

El batallón Azov es en la actualidad una unidad de combate adscrita a la Guardia Nacional Ucraniana, pero inició su existencia como una organización paramilitar. Fue uno de los muchos, y famosos, batallones de voluntarios que aparecieron en el bando ucraniano al iniciar la guerra (Mulford, 2016, pp. 100-102). Con el tiempo, el Estado ucraniano formaría la Guardia Nacional, donde recogería a una gran parte de estos batallones de voluntarios, y los depuraría de sus elementos más politizados y extremistas en un proceso de profesionalización.

Sin embargo, antes de este momento de captación por el Estado, a mediados de 2015, el batallón Azov sería uno de los CIM más protagónicos de la guerra, no solo por su encarnizada e intrépida lucha contra los rebeldes separatistas, sino por sus radicales posturas políticas de extrema derecha, cercanas a los neonazis, que le permitieron atraer a cientos de combatientes extranjeros a sus filas (Sanders, 2017, pp. 41-44). Entre los miembros del batallón había alemanes, suecos, rusos y hasta un pequeño y extraño puñado de neonazis y derechistas brasileños. La posición racista y extremista de esta unidad fue tal, que los Estados Unidos vetaron a esta fuerza la posibilidad de recibir cualquier tipo de ayuda, del paquete de asesorías y material que brindaba a las fuerzas militares ucranianas (Bershidsky, 2015).

La despolitización del batallón Azov llevó irremediablemente a la expulsión de varios de sus oficiales claves. Andrey Biletsky, quien fuera uno de los fundadores del batallón Azov y uno de sus oficiales más emblemáticos, fundaría posteriormente, y junto a varios veteranos más de Azov, un partido político de extrema derecha: Cuerpos Nacionales de Ucrania o National Corps, partido que contaría con su propio brazo paramilitar también constituido por veteranos expulsados del batallón Azov (Talant, 2016).

Batallón Vostok

Es una unidad insurgente de carácter neocomunista, que lucha en el bando separatista de la guerra del Donbass. Esta fuerza militar se compone de nacionales de los más diversos países, que están impulsados mayoritariamente por diversas concepciones ideológicas del socialismo (Rodríguez, 2015). Ha sido una de las fuerzas más importantes en el conflicto del Donbass participando en los combates por defender el aeropuerto y la ciudad de Donetsk, el epicentro del conflicto (Bigg, 2014). Se autodenominan como la “Milicia de las mil banderas” por su composición de origen tan heterogénea, ratificando visiblemente el carácter enunciado para los CIM.

El batallón Vostok aglutina a unidades tácticas aportadas por diversos movimientos y partidos políticos, uno de estos es la Esencia del Tiempo, de izquierda neosovietista, que tiene como objetivo la reconstrucción de la Unión Soviética. Como miembro de este movimiento político, se encuentra el neopartisano “Alfonso Cano” o “Alexis” (nom de guerre,) un colombo-español ⸻diferente al líder de la guerrilla FARC muerto en combate y que usaba el mismo alias que adhirió a este CIM en algún momento de 2014.

Desde entonces, este particular miembro se ha convertido en una pieza a emplear por la propaganda del movimiento, destinada a atraer voluntarios de habla hispana y exponer la visión del conflicto desde el punto de vista socialista (Atlantic Council’s Digital Forensic Research Lab, 2016). A esta milicia también se han sumado estadounidenses, chechenos, serbios, italianos y españoles.

Aunque el partido comunista ruso apoya abiertamente a este CIM, e intenta financiarlo en lo posible con el envío de insumos y pertrechos, también se pueden encontrar trazas de discusión sobre el control, financiamiento y apoyo táctico que eventualmente pueda tener Rusia a esta y otras unidades (Galeotti, 2016).

Comentarios finales. Los neopartisanos en la guerra contemporánea y futura

Evidentemente el propósito de este artículo no es caracterizar a todo movimiento irregular propio de los conflictos del siglo XXI con la categoría de neopartisano, ni mucho menos intentar hilar grueso alrededor de los conceptos de nuevas guerras, guerras asimétricas o híbridas. Por el contrario, el fin último es identificar, dentro del espectro amplio que nos ofrecen algunos de los conflictos contemporáneos, los casos donde se puede ajustar la categoría de neopartisano y abrir la discusión sobre la proyección futura. Por lo tanto, tras la caracterización conceptual de los neopartisanos y de Cuerpo Irregular Multinacional CIM, y del análisis de diversos grupos armados de voluntarios internacionales, es posible delinear algunas conclusiones de la relación que tienen estos con la guerra contemporánea.

Los Cuerpos Irregulares Multinacionales son una fuerza armada recurrente en la guerra contemporánea

Definitivamente existe un fenómeno migración multinacional hacia la guerra, personas de diferentes países a lo largo del globo marchan para unirse a las más diversas organizaciones armadas en los diferentes campos de batalla del mundo. El famoso sociólogo Zygmunt Bauman señala una suerte de neotribalismo violento que surge con razón al debilitamiento de las más antiguas instituciones sociales como la familia y la religión (en Europa); o, en algunos casos, del Estado, que empieza ser erosionado por la globalización. En este contexto las ideologías violentas se vuelven una forma de afirmación de la identidad (Bauman, 2004, pp. 32-37).

Hoy en día, más que los ejércitos convencionales, la pertinencia está en el estudio y entendimiento de las organizaciones terroristas y milicias internacionales, en cuanto que su número y protagonismo parece multiplicarse con el pasar de los años. Es por esto que se encuentra tan pertinente el concepto de CIM y de neopartisano, como nuevas formas de categorizar a uno de los actores centrales de la guerra posmoderna.

El reclutamiento es global, por lo que la propaganda y la guerra informativa resultan vitales

Como se analizó, los CIM, reclutan a un gran parte de sus combatientes por fuera de sus zonas de combate y control territorial, así que la penetración ideológica y propagandística de estas milicias es global. Ya sea un brasilero que se une al neonazi batallón Azov en Ucrania, un egipcio que se alista a las Águilas Huracanadas en Siria, un francés que se enrola a Estado Islámico en Iraq, o un norteamericano anarquista que va luchar a Siria contra el yihadismo, todos estos casos evidencian que los CIM llevaron adelante una eficiente campaña, no solo de propaganda en la que se engrandecen a sí mismos y su causa, sino también adelantaron campañas de desprestigio y desinformación sobre sus enemigos, e incluso sobre diferentes modelos de sociedades y valores alrededor del mundo.

La guerra es ilimitada en sus objetivos, no se permite constreñir por normas imperativas del derecho o por fronteras

Para la mayoría de los CIM, así como para las organizaciones terroristas, el uso de la violencia para lograr sus objetivos es ilimitado. Dado que no son fuerzas armadas estatales, no se ciñen al Derecho de la Guerra ni a ninguna otra norma del Derecho Internacional. De igual manera, el concepto jurídico de frontera, y con él la concepción de soberanía Estatal en lo jurídico, político o social no tiene sentido ni importancia para ellos, por esto todos los objetivos y métodos posibles para alcanzar la victoria se hacen válidos. Esta condición, de igual manera, resulta profundamente explicativa sobre el por qué los CIM tienen estímulos para inmiscuirse en los más diversos tipos de guerra, más allá de lo que las posibilidades materiales, los límites de la propaganda o la ideología les permitan.

Desde una perspectiva teórica ofrecida por Schmitt, los CIM tienen una relación más pura con la guerra, ya que el partisano no lucha en la “guerra domesticada” de derechos, sino que está inmerso en una enemistad más pura e interior, por encima de límites nacionales o un simple mercenario. Esto suele darle una ventaja comparativa a los CIM frente a fuerzas que tienen que operar bajo la égida del derecho internacional. En palabras de Clausewitz:

Muchas almas filantrópicas imaginan que existe una manera artística de desarmar o derrotar al adversario sin excesivo derramamiento de sangre, y que esto sería el verdadero arte de la guerra. Esta es una concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda parecer. En asuntos tan peligrosos como la guerra, las falsas ideas surgidas del sentimentalismo son precisamente las peores. Como el uso máximo de la fuerza física no excluye en modo alguno la cooperación de la inteligencia, el que se sirva de esta fuerza con crueldad, sin retroceder ante el derramamiento de sangre por grande que sea, obtiene ventaja sobre el adversario, siempre que éste no haga lo mismo. (2008, p. 30)

El peligroso juego de los proxies

Las sociedades occidentales se han vuelto posheroicas,

sociedades donde sus valores más preciados son la preservación de la vida humana y la obtención de los más elevados niveles de bienestar. Sociedades que ya no valoran el honor y el sacrificio ni están preparadas ni dispuestas a tolerar los costes de la guerra: las muertes y las cargas derivadas de ella. (Münkler, 2003, pp. 11-12)

Algo evidente a la luz de tendencias como ejércitos reducidos, poco presupuesto en los asuntos militares, abolición del servicio militar obligatorio y resistencia social a la participación en conflictos internacionales por parte, especialmente, de las sociedades europeas y norteamericanas.

Por lo tanto, resulta muy tentador una guerra menos costosa al usar proxies (Groh, 2010), donde muchos Estados se han dado en patrocinar e instrumentalizar fuerzas armadas irregulares para promover sus intereses internacionales. Entre estos proxies están los mercenarios, terroristas y algunos CIM. Esta tendencia del uso de una fuerza combativa que no se controla directamente, sino que realmente remite su fidelidad a una ideología política, resulta peligrosa. La ideología convierte a los CIM en “actores devotos” (Atran, 2006) con mayor disposición de participar en la guerra y soportar sus implicaciones psicológicas y morales, pero también es un factor que eleva la posibilidad de que terminen enfrentando a su Estado patrocinador si este no se mantiene coherente con las líneas ideológicas del CIM.

No es un secreto que el islamismo radical yihadista fue una ideología promovida y construida en buena medida por potencias occidentales en el contexto de la Guerra Fría, para derrotar a la Unión Soviética en Afganistán. Hoy, varias décadas después de financiar movimientos extremistas musulmanes, Estados Unidos y Pakistán se ven enfrentados a los herederos de esta ideología (Lair, 2002), en organizaciones como Al Qaeda y los Talibanes.

Guerra más compleja con políticas ideológicas, que con políticas pragmáticas de Estado

Como se ha enfatizado, los CIM suelen actuar más como actores devotos que como actores racionales, es decir carecen del pragmatismo y obligación que caracteriza a una organización política como el Estado que intenta abarcar y satisfacer múltiples intereses. Como ya señalaría Schmitt, la motivación ideológica partisana es totalitaria, en tanto la satisfacción del interés ideológico del partido, en este caso CIM, es prioritaria.

De igual manera, Clausewitz plantea que la guerra y la política están estrechamente relacionados, y que la solución usual a los conflictos suele ser la vía política-diplomática. Sin embargo, dada su naturaleza ideologizada, los CIM enrarecen la solución política de los conflictos y la vuelven algo más distante. Así las cosas, la guerra es más volátil, en cuanto los fundamentos de la política también son también más ambiguos: yihadismo, comunismo, racismo y otras categorías tanto sociopolíticas como religiosas, entran a contar en la arena de la definición política, lo que dificulta el cierre de los conflictos por vía de una negociación tradicional.

No obstante, la principal y más propositiva conclusión se puede encontrar en el hecho que la casi totalidad de CIM está en una lucha de facto contra buena parte del orden internacional, los poderes hegemónicos, los modelos de sociedad establecidos y visiones tradicionales. Los neopartisanos son reaccionarios de diverso grado tanto a la modernidad, como a la posmodernidad, y buscan un cambio, una “muy variada e individualista” revolución internacional. Todos los CIM expuestos en este artículo están en desacuerdo con la forma que tiene el mundo actualmente y buscan transformarlo, construyendo nuevas y muy amplias nociones de nacionalidad o de política.

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Notas

* Artículo de investigación científica.

1 El presente artículo es resultado de investigación científica y es presentado como opción de grado para optar el título de Magíster en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra, vinculado al proyecto de investigación “Proyección de Colombia en la geopolítica del Pacífico” en la línea de investigación “Estrategia, geopolítica y seguridad hemisférica”, adscrito a la maestría en Estrategia y Geopolítica.

2 El vocablo partisano proviene del italiano partidario.

3 En alemán también se usó la expresión Freischar, que designó en Suiza y parte de Alemania a bandas libres de soldados y mercenarios que se aglutinaban alrededor de un caudillo para luchar en revueltas nacionales o conflictos extranjeros. Este fenómeno registrado mayoritariamente en Suiza, un país de amplia tradición miliciana y mercenaria fue común desde el siglo XIV y posteriores (Dictionnaire historique de la Suisse, 2010).

4 El número de muertos es bastante inferior al de las guerras mundiales, la guerra de Corea, de Vietnam o las guerras de desintegración de Yugoslavia

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: alexander.montero@gmail.com

Información adicional

Cómo citar este artículo: Montero Moncada, L. A., y Mejía Gómez, J. D. (2020). Cuerpos irregulares multinacionales: multiidentidades armadas y neopartisanos en la globalización. Papel Político, 25. https://doi.org/10.11144/Javeriana.papo25.cimm

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