Activismos feministas de jóvenes mexicanas: la insurrección al arte y la política *
Feminist Activisms of Young Mexican Women: Insurrection in Art and Politics
Activismos feministas de jóvenes mexicanas: la insurrección al arte y la política *
Papel Político, vol. 30, 2025
Pontificia Universidad Javeriana
Selvia Mirtala Vargas Kotasek a sel.vargas.03@gmail.com
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México
Recibido: 14 noviembre 2024
Aceptado: 25 abril 2025
Publicado: 18 septiembre 2025
Resumen: En la coyuntura actual del feminismo mexicano es posible identificar diversos activismos con los que las jóvenes buscan responder al recrudecimiento de la violencia machista en el país. Inmersa en ese contexto, esta investigación, planteada con base en las epistemologías feministas y los estudios culturales, busca comprender la acción política artística de dos proyectos que realizan gráfica feminista en la Ciudad de México: Reaciaediciones y Yellooowgirl. Para esto, se abordan tres aspectos: los espacios públicos donde se distribuye la gráfica (calles de la ciudad y la red social Instagram), el proceso creativo de las jóvenes artistas y la propuesta estética que representan las imágenes para el imaginario feminista actual. Con el uso de la metodología de producciones narrativas y del análisis estético de algunas imágenes de los proyectos, es posible concluir que las creadoras de los proyectos subvierten las imposiciones de género y juventud a las que se enfrentan, a través de la acción política artística que realizan con la creación y distribución de su gráfica, posibilitando con ello espacios otros de arte y política que se oponen a las concepciones hegemónicas de estos ámbitos, al tiempo que contribuyen a un imaginario feminista nutrido de imágenes contrahegemónicas.
Palabras clave:feminismo, activismos, arte, género, estudios culturales.
Abstract: In the current situation of Mexican feminism, it is possible to identify various forms of activism with which young women seek to respond to the resurgence of patriarchal violence in the country. Immersed in this context, this research raised from feminist epistemologies and cultural studies, sought to understand the artistic political action of two projects that perform feminist graphic in Mexico City: reaciaediciones and yellooowgirl. To do this, three aspects were addressed: the public spaces where the graphic is distributed (streets of the city and the social network Instagram), the creative process of the young artists and the aesthetic proposal that the images represent for the current feminist imaginary. Using the methodology of narrative productions and the aesthetic analysis of some images of the projects, it was possible to conclude that the creators of the projects subvert the impositions of gender and youth they face through the artistic political action they carry out with the creation and distribution of their graphic work. In doing so, they open alternative spaces for art and politics that challenge the hegemonic conceptions of these fields, thus contributing to a feminist imaginary enriched with counterhegemonic images.
Keywords: Feminism, Activism, Art, Gender, Cultural Studies.
Introducción
El movimiento feminista, que ha cobrado fuerza en los últimos años como respuesta al recrudecimiento de la violencia machista en México, ha posibilitado diferentes formas de hacer política que atraviesan la vida de miles de mujeres mexicanas y de la sociedad en general, dando como resultado una revolución que es no solo política, sino también creativa. Lo anterior se deriva de la diversidad de activismos que es posible reconocer actualmente, muchos de los cuales son llevados a cabo por mujeres jóvenes que articulan sus demandas políticas con expresiones artísticas.
En este trabajo de investigación, producto de la Maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco en México, entre el 2020 y el 2022, analicé una de esas formas de activismo feminista a partir del acercamiento a la producción y distribución de gráfica que realizan dos proyectos artísticos y políticos de la Ciudad de México: Yellooowgirl, creado por Larisa, que realiza pegas e ilustraciones, y Reaciaediciones, creado por Ana, artista e ilustradora feminista.
Los proyectos mencionados tienen en común la producción y distribución de gráfica que se sitúa en la coyuntura del feminismo mexicano actual, 1 puesto que mantienen un constante diálogo con ideas, reivindicaciones y reflexiones que han permitido a Ana y Larisa tomar consciencia sobre su situación como mujeres jóvenes y realizar acciones políticas y artísticas para enfrentar, entre otras, las imposiciones de género y juventud que atraviesan todas las dimensiones de sus vidas, entre ellos, ser activistas y ser artistas.
Género y juventud son categorías que se manifiestan como estructuradoras sociales y que están apegadas a expectativas respecto a lo que es ser mujer joven, en ese sentido, en el marco de esta investigación, estas categorías me permiten analizar la forma en que las jóvenes viven y significan sus prácticas artísticas y políticas. Estas se enfrentan (o apelan) a discursos institucionales que provienen de la familia, la escuela, la religión y los medios de comunicación que definen el deber ser (Reguillo, 2002 , citado en Viera, 2017), reproduciendo o enfrentando con ello estructuras de poder como el patriarcado y el adultocentrismo. Si bien estas categorías se muestran como condicionantes de las vidas de las jóvenes,
ninguna estructura del poder es perennemente un éxito rotundo; las estructuras de poder siempre tienen fugas. Por lo tanto, las relaciones de poder que definen la lucha en curso para mantener o transformar el estado actual de las cosas tienen que ser entendidas en términos de un equilibrio más bien frágil y móvil en un campo complejo de fuerzas, en lugar de en términos del potencial para la victoria completa de un campo coherente y homogéneo sobre otro o la fragmentación completa y dispersión de energía. Más aún, el poder es siempre resistido y la subordinación siempre se vive de forma activa. (Grossberg, 2016, p. 36)
Por lo tanto, también es posible reconocer las formas en las que las jóvenes logran subvertir algunas de esas imposiciones a través de prácticas artísticas y políticas, cuyos antecedentes en nuestro país se pueden encontrar en el arte feminista desde la década de los setenta, cuando el movimiento se encontró con el arte y produjo potentes demandas respecto a la situación de las mujeres mexicanas. Desde entonces, cada vez que la lucha de mujeres toma un curso distinto de acuerdo con los procesos sociales, políticos y económicos vigentes aparecen también expresiones estéticas encabezadas por mujeres jóvenes que, utilizando lenguajes alternativos, buscan cambiar las condiciones de subordinación femenina (Lau, 2016).
La articulación del arte y la política que se configura en los activismos de los proyectos colaboradores no es asumida como una mera suma de contenido político a expresiones artísticas o como un proceso de estetización de las prácticas políticas, sino que, a partir de la caracterización que hace Ana María Castro (2018) respecto al nexo entre arte y política, retomo la categoría acción política artística para nombrar las prácticas que son objeto de esta investigación, ya que, de acuerdo con la autora,
la idea de acción política artística feminista es más amplia y adecuada en la medida en que las artes y las políticas feministas han transformado y transforman tanto el mundo del arte como el de la política en sus ideas canónicas y limitantes, con lo cual se supera la subordinación de las formas a los contenidos y su ejercicio meramente utilitario, porque el propio medio se convierte en acción política. En todo ello el arte va adquiriendo un lugar significativo en las políticas feministas, frente a lo cual considero importante diferenciar la apropiación de algunas herramientas de determinadas expresiones artísticas para acciones puntuales, de la apuesta por el arte como acción política feminista. (Castro, 2018, p. 27)
En ese sentido, es de suma importancia problematizar las concepciones hegemónicas sobre política y arte, ya que las acciones que realizan las jóvenes mediante la producción de gráfica no corresponden con las formas tradicionales e institucionalizadas de ambos ámbitos, sino que se relacionan con prácticas y espacios utilizados, en gran medida, por jóvenes. De esta manera, entiendo lo político como las prácticas de las jóvenes creadoras que reflejan posicionamientos y formas de enfrentar las relaciones de poder, abriendo espacios de disputa discursivos y simbólicos; lo artístico, no como algo neutro, definido y exclusivo de un espacio y una clase, sino en relación con la política y que, por lo tanto, trasciende las estructuras autorreferenciales del campo del arte para abarcar también el contexto sociopolítico, de manera que pueda enfrentar la concepción hegemónica y elitista que lo caracteriza (Castro, 2017, 2018).
La importancia del arte feminista, en calidad de articulación de arte y política, recae en que las estéticas feministas han elaborado caminos de liberación sexual y de denuncia política, lo cual es posible porque, de acuerdo con Francesca Gargallo (2020), todas las acciones humanas se rigen por apreciaciones y normas estéticas, pues así aprendemos a percibir la realidad y a configurarla. En ese sentido, la lucha por la liberación de las mujeres está estrechamente relacionada con la estética feminista que se ha gestado desde las entrañas mismas del malestar vital de las mujeres y el deseo de lo no dicho, a la vez que ha desplegado la posibilidad de encontrar otras maneras de concebirse en el mundo; eso es subjetivarse (Gargallo, 2020).
Así, ante la necesidad de analizar la gráfica producida por Reaciaediciones y Yellooowgirl, retomo la estética feminista como la perspectiva teórica para analizar las imágenes de ambos proyectos y con ello comprender en qué consisten sus propuestas estéticas, cómo se construyen, cuál es su potencia política y qué impacto tienen tanto en la vida de Ana y Larisa como en el imaginario del feminismo mexicano, en el cual otras mujeres jóvenes se pueden ver representadas en su gráfica.
Si bien el arte y la estética son ámbitos que históricamente han sido creados en el androcentrismo que excluye y violenta a las mujeres (Gargallo, 2020), las aportaciones del feminismo a través del trabajo de artistas y teóricas del arte han permitido su apropiación y la creación de términos y referentes propios. Esto ha dado como resultado un bagaje importante respecto al papel de las mujeres en el arte, sus experiencias, sus representaciones y sus obras, al cual resulta importante aportar, con la experiencia de mujeres jóvenes mexicanas, para ampliar el concepto hegemónico de arte y de política.
El estudio de lo artístico suele ser relegado, por pensarlo importante pero no urgente, al asumir que su impacto es meramente recreativo, olvidando así su potencia política y la importancia que tiene en las transformaciones sociales, ya que cuenta con la capacidad de “incidir en los elementos simbólicos que dan sentido a las acciones de una determinada sociedad” (Gargallo, 2013, s. p.).
En ese sentido, el objetivo general de esta investigación consiste en comprender e interpretar la configuración de la acción política artística que las jóvenes creadoras de Reaciaediciones y Yellooowgirl realizan a través de la producción y distribución de gráfica feminista en la Ciudad de México. Los objetivos específicos son tres: 1) entender el uso de la calle y la red social Instagram como espacios públicos para expresar la gráfica feminista que producen las jóvenes, 2) explicar el proceso creativo de las jóvenes al producir gráfica y 3) identificar la propuesta estética feminista que realizan las jóvenes a través de su gráfica.
El abordaje de estos objetivos se realiza a través del método cualitativo, el cual me posibilita retomar los aportes de las epistemologías feministas y de los estudios culturales para construir un camino metodológico que me lleva a dar respuestas a los objetivos de la investigación. Para esto, recurro a las producciones narrativas y al análisis estético como herramientas metodológicas que me permiten comprender la acción política artística de Reaciaediciones y Yellooowgirl, así como realizar el abordaje de su gráfica feminista como propuestas estéticas que contribuyen al imaginario del feminismo mexicano.
La aproximación a únicamente dos proyectos respecto a todas las posibilidades de activismos presentes en México los últimos años responde, por un lado, a las circunstancias que derivaron de la pandemia por la covid-19, en la que se realizó la presente investigación; por otro lado, a la necesidad de profundizar en las características de los proyectos de manera que, como un estudio de caso, los resultados obtenidos abran posibilidades de abordaje de otros proyectos y activismos similares que articulen el arte, la política y el feminismo y que puedan aportar nuevas formas de acercamiento a las realidades de mujeres jóvenes en México y Latinoamérica.
En este artículo me centro en presentar el camino teórico-metodológico que construí para proponer un abordaje complejo y situado de la acción política artística de Reaciaediciones y Yellooowgirl, los resultados alrededor de los objetivos específicos y las conclusiones obtenidas. Estos se centran principalmente en explicar cómo, a través de la apropiación y uso de los espacios públicos, así como del proceso creativo, las creadoras de los proyectos configuran su acción política artística, ampliando las nociones de arte y política y abriendo fisuras a las estructuras de poder de género y juventud a las que se enfrentan.
Experimentación intelectual: el camino metodológico
Los estudios culturales y feministas en los que se inserta esta investigación invitan a mantener apertura metodológica para el acercamiento a la realidad que se estudia, por lo que, de acuerdo con ese posicionamiento epistemológico y político, se alientan maneras de experimentación intelectual (Grossberg, 2016). En ese sentido, a lo largo de este trabajo me permito experimentar para construir una propuesta metodológica que retoma el método cualitativo, las epistemologías feministas, los aportes de los estudios culturales, la estética feminista y la metodología de las producciones narrativas.
Si bien fueron los hallazgos del trabajo empírico los que marcaron la ruta para retomar distintas propuestas, la posición feminista de este trabajo se mantuvo firme a lo largo de todo el proceso, gracias a la propuesta de la teoría del punto de vista feminista, que sostiene que el mundo se representa desde una perspectiva particular y situada socialmente, enfatizando con ello el conocimiento situado basado en la experiencia de las mujeres y reconociendo que su vida y condición les proporcionan una óptica diferente para conocer la realidad (Blázquez, 2010). De esta manera, para acercarme a la producción y distribución de gráfica feminista, asumo que las jóvenes que la realizan tienen la ventaja epistémica sobre su acción política artística, por lo tanto, aunque la iniciativa para investigar estuvo en mis manos, sus voces y reflexiones son el eje central de esta investigación.
Los objetivos planteados en esta investigación me permitieron retomar los estudios culturales, ya que, como reconoce Mónica Cejas (2020), sus aportes posibilitan identificar, explorar y comprender una determinada coyuntura para matizar la manera en la que se expresan las relaciones de poder, en este caso, de género y juventud; a partir de esto, se encuentran las fisuras y se descubren las articulaciones del poder, tanto como dinámica estructural como modos de activar resistencias y disidencias —personales y colectivas—, lo que podríamos caracterizar como puntos de fuga.
El contextualismo radical, práctica intelectual de los estudios culturales, me permitió reconocer cómo se configuran las relaciones de poder a las que se enfrentan las creadoras de Reaciaediciones y Yellooowgirl y cómo se articulan de manera compleja con el feminismo mexicano actual, el cual se concibe en esta investigación como una coyuntura en términos de Grossberg (2016): una construcción de la articulación, desarticulación, rearticulación de las relaciones, que tiene que ser tallada como si fuera una configuración de fuerzas que produce un “lugar” temporal dentro de una geografía más complicada de lugares y espacios vinculados entre sí, es decir, como una coyuntura.
Para aterrizar esta práctica en la investigación, recurro a la metodología de producciones narrativas, la cual se enmarca en la propuesta epistemológica de los conocimientos situados y consiste en construir textos a partir de los significados que le dan las personas a sus experiencias, para posteriormente tratar los textos (narrativas) resultantes como producciones situadas que funcionan como material para elaborar interpretaciones en conjunto con las fuentes bibliográficas sobre el objeto de estudio (Balasch y Montenegro, 2003).
De acuerdo con esta metodología las narrativas no son solo historias que relatan sucesos, sino que se vuelven constructoras de significado, al mediar y articular la realidad social, esto es posible ya que el proceso de textualización no es la simple transcripción de lo conversado, sino que incorpora un patrón de significado a lo que de otra manera serían ideas arbitrarias e inconexas (Gandarias y García, 2014). La participación de las jóvenes en la creación de las narrativas no se limitó a que fueran entrevistadas para obtener la información, sino que, una vez construidos los textos, estos fueron compartidos con ellas para su revisión e intervención, de manera que la versión final contara con su aprobación. Esta característica convierte a las narrativas en productos políticamente responsables, ya que garantiza la agencia de las participantes quienes tienen la posibilidad de corregir y alterar el texto y trascender el contexto de producción, al poder repensar sus aportaciones (Balasch y Montenegro, 2003).
La elección de las producciones narrativas como metodología recae en que una de las potencialidades de
la narrativización de ciertos fenómenos sociales radica en la posibilidad de observar la tensión entre narrativas dominantes ―que pueden servir para silenciar o invisibilizar historias que no encajan o salen de la norma― y narrativas contrahegemónicas en las que se ponga en juego la visibilización y la creación de imaginarios y prácticas liberadoras. (Gandarias y García, 2014, p. 100)
De esta manera, realicé tres narrativas a través de los siguientes pasos:
Sesiones de trabajo: me reuní con Ana y Larisa, primero de manera individual y luego de manera colectiva, en sesiones en las que compartieron sus puntos de vista respecto a sus prácticas artísticas y políticas a partir de la experiencia de sus proyectos artísticos y políticos. Utilicé guías de trabajo que incluyeron preguntas respecto a cuatro ejes de análisis construidos a partir de las preguntas de investigación y de las categorías analíticas: 1) quiénes son Yellooowgirl y Reaciaediciones, 2) uso de espacios públicos, 3) activismo feminista y 4) gráfica feminista
Textualización: en esta fase realicé el recuento de las ideas obtenidas en las sesiones de trabajo y el resto de las técnicas (diario de campo y etnografía virtual) para elaborar una primera versión de las narrativas: una individual de Reaciaediciones, una individual de Yellooowgirl y una colectiva en la cual textualicé los puntos de vista de las dos creadoras en diálogo conmigo, la investigadora.
Revisión del texto: las jóvenes revisaron y propusieron ajustes que se incluyeron en la versión final de las narrativas. De acuerdo con García y Montenegro (2014), este paso resulta fundamental para compensar el ejercicio de poder que se presentó en el proceso de textualización, en que, como investigadora, hice una interpretación de todo lo platicado en las sesiones de trabajo. De esta manera, Ana y Larisa pudieron leer, cambiar, cuestionar y apropiarse más de los textos.
Aceptación expresa: las jóvenes aprobaron las narrativas como textos que reflejan su posición respecto a la acción política artística que realizan a través de la producción y distribución de gráfica.
Una vez finalizadas las narrativas, durante el análisis y la redacción del resto de la investigación, utilicé los textos en relación isomórfica con el resto de la bibliografía para abordar los objetivos de la investigación. Con este uso mi intención fue colocar al mismo nivel de importancia las narrativas (que representan los puntos de vista y experiencia de las jóvenes) y las referencias bibliográficas (que implican el punto de vista de otras autoras respecto a los temas abordados), con la intención de nutrir la difracción del conocimiento sobre la acción política artística de los proyectos colaboradores. 2
De acuerdo con Gargallo (2020), lo simbólico se entiende como el instrumento de comprensión de toda cultura, pues los símbolos son imágenes que, de manera sutil, nos llevan a retener o rechazar, a valorar u olvidar, a emocionarnos y a identificarnos. En ese sentido, y ante la limitación de las producciones narrativas para incorporar aspectos no textuales, consideré necesario proporcionar otro ángulo para abordar el objeto de estudio: el análisis de algunas de las imágenes producidas por Ana y Larisa.
Para ello, recurrí a la estética feminista que me permitió generar un análisis de la gráfica que develara las relaciones de poder que se presentan en el contexto de los proyectos y la forma en que sus creadoras abren fisuras en ellas a través de la creación de gráfica, ya que la estética feminista no se preocupa por las formas artísticas de manera aislada, sino que
relaciona la construcción del gusto y las imposiciones sociales y culturales, subrayando de diversas maneras que el gusto es una compleja construcción ideológica cuyas finalidades son los patrones de distinción que facilitan el control social. El gusto se vincula con el cuerpo y la producción de las artes a través de la evaluación social de la persona que crea objetos, representaciones, sonidos e imagen. Una lectura feminista del gusto revela cómo incide en las discriminaciones sexistas, racistas y clasistas. (Gargallo, 2020, p. 56)
En primer lugar, identifiqué los temas más frecuentes en la gráfica de los proyectos y que son importantes para sus creadoras. Ambos coincidieron en cuatro: la protección ante la violencia machista, la importancia de generar una relación más amorosa con el cuerpo y la imagen corporal, el cuidado de la naturaleza y los ecosistemas y la importancia de hablar sobre los afectos y las emociones. Estos temas son abordados en su gráfica a través de la representación del cuerpo femenino (la mayoría de las veces) y representan las reivindicaciones feministas con las que ellas se identifican; por lo tanto, son los ejes centrales de su acción política artística.
Una vez identificados los temas, seleccioné cinco imágenes de cada proyecto obtenidas de la etnografía digital, una de cada tema y dos más para mostrar la importancia en su gráfica de la representación del cuerpo, para obtener un total de doce imágenes, cuyo análisis estético me permitió establecer un diálogo con las narrativas presentes en el resto del análisis. La selección de las imágenes correspondió a que fueran representativas de cada tema y que estuvieran disponibles para aparecer en el trabajo de investigación en términos de calidad técnica.
Resulta importante mencionar que esta investigación se realizó en un contexto global particular: la pandemia ocasionada por el surgimiento del virus SARS-Cov-2, causante de la enfermedad covid-19. Esta situación produjo que fueran necesarias diversas formas y medidas de aislamiento social desde marzo del 2020 para evitar su propagación, lo que tuvo consecuencias en las vidas de todas quienes participamos en esta investigación iniciada y desarrollada en estas condiciones y, por lo tanto, conllevó ajustes metodológicos, sobre todo para el trabajo empírico. 3
El posicionamiento epistemológico que parte del feminismo y los estudios culturales me permitió brindar una aproximación parcial y situada de las prácticas artísticas y políticas de las jóvenes mexicanas que participan en este trabajo, no sin aceptar que esta propuesta puede fallar en comprender la totalidad del fenómeno a estudiar. Sin embargo, “la necesidad política de responder las preguntas formuladas por el espacio problemático para hacer frente a la crisis orgánica, como mejor se puede, exige que uno no renuncie a toda autoridad, que uno no abandone el esfuerzo para contar una historia mejor” (Grossberg, 2016, p. 41).
Proyectos colaboradores
Reaciaediciones es una cuenta de Instagram que, al momento de la investigación, era seguida por 3271 personas. Esta cuenta surge como un trabajo escolar de Ana en enero de 2019, el cual ha crecido para convertirse en un espacio virtual con contenido que tiene que ver con reflexiones feministas, experiencias que las atraviesan y temas políticos. En 2020, Ana tenía veinticinco años y era habitante del sur de la Ciudad de México. Hystera la acompañaba como la figura simbólica de una mujer mayor que ella, que vivió experiencias fuertes en su vida y que ha resignificado a través del arte, que la aconseja cuando es necesario. Ana siempre tuvo claro que quería ser artista, por eso, aunque en algún momento dudó sobre estudiar formalmente una carrera de arte, finalmente entró a estudiar a la Esmeralda (la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes de México), lugar con el que permaneció en constante tensión al mostrarse crítica con las formas en que se piensa y enseña el arte en esa institución, aunque también reconoce que fue el espacio que le permitió encontrarse, hablar y aprender con sus compañeras y compañeros. Ana se posiciona como feminista a partir de ciertas experiencias personales que la llevaron a encontrar en el movimiento un espacio seguro, aunque también permanece distante con ciertos discursos o prácticas con las que difiere.
Yellooowgirl es el alter ego de Larisa, quien en 2020 tenía veintisiete años y habitaba la periferia sur de la Ciudad de México. Ella abrió esta cuenta en abril del 2018 como un espacio para expresar a través de la escritura y el dibujo las cosas que le pasan, lo que siente y piensa, sin que las demás personas supieran que era ella; al momento de realizar esta investigación contaba con 2722 personas que la seguían. Larisa es comunicóloga y desde que era niña le gusta dibujar y estar en contacto con prácticas artísticas; ella se nombró artista a partir de un proceso alejado de la academia o las instituciones, más cercano con otras mujeres, sus amigas. Larisa se asume ecofeminista y, aunque se siente segura de priorizar y construir con otras mujeres, también permanece en constante tensión con identificarse como feminista, pues existen discursos y prácticas con los que no está de acuerdo.
Al momento de la realización de esta investigación, ambos proyectos se situaron en la Ciudad de México, un espacio geográfico clave para la lucha feminista mexicana actual debido a que ahí se encuentran las representaciones del gobierno federal, además de otras condiciones que generan que las movilizaciones feministas sean constantes y sus discursos formen parte de la cotidianidad de gran parte de mujeres jóvenes que habitan la ciudad.
La calle e Instagram en la subversión del arte y la política
Al pensar en el uso de las calles por parte de Reaciaediciones y Yellooowgirl, fue de suma importancia hablar de apropiación, ya que existe una articulación de sus prácticas con las relaciones de poder que se presentan en ese espacio que funciona como reproductor de estas, pero también como posibilidades de acción, tal como lo demuestran Ana y Larisa en muchos de los mensajes de su gráfica, pero sobre todo en sus prácticas.
La gráfica que Ana y Larisa comparten a través del paste up (técnica que consiste en pegar con engrudo ilustraciones impresas ―pegas― en los muros de la ciudad) muestra una subversión de la oposición público-privado que las relegaría a esto último, ya que al apropiarse de las calles se posicionan no solo como sujetas de política, también de cultura, dejando de lado la oposición naturaleza-cultura, que históricamente ha colocado a las mujeres como representaciones, pero no como creadoras de ellas. Así, mueven las fronteras entre lo público y lo privado no solo en el marco de protestas feministas, sino como una práctica cotidiana que les permite que esa apropiación no sea efímera: “Siempre traigo engrudo y con la bici, pues se me hace muy fácil que pego, me muevo, pego, me muevo. Entonces, pues, eso ha sido muy entretenido, ha sido de conocerme mucho” (Larisa, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 178).
En contraste con la visión tradicional y androcéntrica del arte a partir de la cual las obras son hechos aislados de su contexto, y las estructuras sociales e institucionales en las que la artista vive y trabaja son meras “influencias” (Nochlin, 1971), para Ana y Larisa el arte es la forma de hacer política, ya que no se trata de darle a lo político un toque estético, sino de hacer lo político (Castro, 2018; Bermúdez y Cuenca, 2018): “Yo sentía que eso se contraponía con esta versión del arte que es superprivilegiado y blanco, que es el cubo blanco, que es este lugar de museos y exhibición, de galerías, de eventos, de compras, de subastas” (Ana, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 165).
A partir de sus intervenciones son ellas quienes deciden cómo ser vistas; qué experiencias comparten; qué diálogos establecen, cómo, cuándo y dónde lo hacen, lo que hace de estas prácticas artísticas una forma de política, al permitirles salir del espacio privado donde, irónicamente, las mujeres suelen ser más violentadas que en el espacio público. Así, las calles pasan de ser espacios plagados de imágenes hegemónicas de mujeres, que no corresponden con las experiencias de las jóvenes, a ser hábitat de mensajes creados por ellas y que pueden ser recibidos por cualquier persona transeúnte que detenga la mirada ante su gráfica. Las jóvenes pasan de ser percibidas y representadas por y para la mirada de los demás a ser productoras de lo que se percibe, creadoras de las irrupciones al paisaje urbano.
Al ser parte de la coyuntura del feminismo mexicano actual, ambos proyectos ocupan el espacio sociodigital como parte de su acción política artística, a través de la red social Instagram, la cual reconocen como un punto de encuentro con otras mujeres: “Se ha creado entre los seguidores una comunidad sobre todo de mujeres, en la que siempre están al pendiente de lo que se va sacando y que también es un espacio de reflexión” (Ana, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 170). “He conocido algunas personas que hacen street art, personas de la ciudad, del Estado, de otros estados, y eso estuvo muy chido, que se han podido armar encuentros entre diferentes personas que tal vez no hubiéramos coincidido” (Larisa, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 179).
Estas acciones de encuentro y reflexión en redes sociales se presentan también como acciones políticas, al inscribirse en un espacio que también es público, aunque lo sea en condiciones diferentes al espacio urbano, ya que se necesita un dispositivo electrónico y acceso a internet que permitan la conexión con otras personas. Esta se genera de manera distinta al ser posible establecer relación tanto con personas que se conocen de manera presencial como con desconocidos, siendo precisamente esta la característica que la dota de carácter público.
Daniela Cerva (2020), quien retoma a Tasia Aránguez, reconoce que estas acciones se vinculan con la toma de conciencia feminista, que en etapas anteriores del movimiento se dio a través de grupos de reflexión:
A diferencia de estas formas de organización que requerían una presencia física, hoy en día las redes favorecen la autonomía y la comunidad horizontal entre mujeres, vinculando lo local con lo global. Es decir, hoy en día esta conciencia se va alimentando de la información que circula a través de las redes de comunicación y las tecnologías virtuales. (Cerva, 2020, p. 182)
A través de sus perfiles en Instagram, es posible ver que el uso que Ana y Larisa le dan esta red social no solo es para publicar sus creaciones, sino también para reflexionar sobre problemáticas que les atraviesan como mujeres jóvenes, buscar generar encuentros con otras mujeres y documentar acciones que sobrepasan el espacio sociodigital, tal como es posible ver en las fotografías que comparten de las intervenciones del espacio urbano que realizan, permitiendo comprender su gráfica en diálogo con las calles.
Ana y Larisa narran fragmentos de su historia a veces en forma de dibujos, a veces en palabras y otras veces con ambas, con los cuales comparten aspectos de sus vidas en los cuales la vulnerabilidad impera, pero que, al sacarlo de lo privado, lo vuelven político para reconocerse creadoras de cultura, actoras de la política, sujetas del feminismo, escritoras y dibujantes de su historia, de nuestra historia como jóvenes mexicanas que habitan un país que nos sigue arrojando muerte y ante lo cual respondemos con arte, con vida. Así, las calles de la Ciudad de México y la red social Instagram se vuelven el espacio de la política otra y del arte otro, lejos de sus concepciones hegemónicas y cerca de corresponder con las experiencias y reflexiones que ambas articulan en sus prácticas.
Si bien los espacios públicos responden a las relaciones de poder que los configuran, su papel en las prácticas artísticas y políticas de Ana y Larisa se relaciona con la subversión de ciertas normas establecidas en el género y la juventud, lo cual, en el ámbito artístico, ha representado su exclusión como artistas y su constante representación como objetos percibidos desde la mirada androcéntrica y en el ámbito político las ha conferido al espacio privado para cumplir un papel doméstico. Así, su producción gráfica desafía estas imposiciones y se articula como práctica artística-política que posibilita que se asuman activistas, feministas y creadoras.
La articulación de lo artístico y lo político: el proceso creativo
El posicionamiento respecto al arte y los objetivos de este trabajo me llevan a distanciarme de un abordaje individual y aislado del proceso creativo; son estas mismas razones las que me llevan a no abandonar su estudio, pues considero que es parte crucial de la comprensión sobre la articulación de la producción artística y acciones políticas de Reaciaediciones y Yellooowgirl, ante el propio reconocimiento de parte de Ana y Larisa de la importancia del proceso creativo en la producción de su gráfica:
El proceso es importante porque ahí aprendes de ti, ahí se transforman tus sentimientos en cosas ya visuales, compartes cómo puedes llegar a ser una imagen, aprendes un chingo de ti misma, puedes vulnerarte y se genera un encuentro contigo que puede ser tú sola o con tus amigas o en otro grupo. (Ana y Larisa, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 186)
Al situar los proyectos en la coyuntura del feminismo mexicano se reconoce que su proceso creativo está respondiendo a ese contexto, lo cual lo dota de un potencial político que requirió no dar por sentado que la producción de gráfica, al estar relacionada con sus creadoras como mujeres feministas, es en sí misma una práctica feminista, sino más bien analizar si es así y comprender por qué.
En ese sentido, se puede hablar del proceso creativo como una creación crítica y consciente con la que Ana y Larisa plasman las reflexiones que como creadoras y artistas jóvenes tienen respecto a su contexto. Ambas significan el proceso creativo como espacio de generación de preguntas y de respuestas a distintas voces, dando cuenta de que, aunque sean sus manos las que plasman la imagen en Instagram y en la calle, son ideas reflexionadas colectivamente las que representan el contenido de su gráfica.
Cuando creas una propa de algo que te duele, se está sanando porque es un proceso de transmutar una emoción. Salir a pegar todas las cosas que sientes, aligera, porque las haces conscientes y te liberas de esas cargas al reproducir en masa todo lo que sientes y llevarlo al espacio público, cuando lo pegas, te liberas. Y puede que dure un día o tres años, pero ya no está en ti, ya está allá fuera volando y puede generar muchas reacciones, porque es la emoción viva. (Ana y Larisa, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 186)
Si bien resulta importante alejarme de la fragmentación del proceso también es cierto que el acto de crear representa una serie de acciones, sin dejar de lado que es un proceso que no necesariamente se reduce a la secuencia lineal y estricta de esos pasos (Cruz, 2012). Como menciona Francesca Gargallo (2004):
Hablar del momento creador es hablar de un acto y de una actividad real, material y sensible desarrollada por una persona (sola o en diálogo con otras) cuando resume sus sensaciones en una composición. La composición artística trasciende las técnicas, pero se realiza sobre unos materiales, en ellos o con ellos cuando estos se funden con las sensaciones. […] No siempre tiene una finalidad explícita, pero necesariamente produce algo: un objeto finito (un lienzo, una obra de teatro, una instalación, un poema, una novela, un estribillo, una sensación impactante) y una respuesta positiva o negativa en quien está expuesto a ese objeto. (s. p.)
Ana menciona que lo primero que hace es hacerse preguntas sobre la imagen que va a crear, permitiéndose con ello sentir y contar sus experiencias:
El proceso que tengo para realizar mis imágenes es un proceso en el cual tengo que hacerme un par de preguntas antes de comenzar a dibujar. Lo primero que me pregunto es: ¿cuál es mi objetivo al realizar la imagen?, ¿quién lo va a ver?, ¿cómo me afecta este tema y cómo podría vulnerarme en la imagen? Algo que me gusta mucho es el posicionamiento de la ternura radical porque me permite vulnerarme y contar mis experiencias a través de un acompañamiento conmigo misma y con otras mujeres que posiblemente vean mi obra. (Ana, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 172)
Por su lado, Larisa describe su proceso creativo como libre, menciona algunas acciones como bocetear de manera rápida o modificar un poco el dibujo; sin embargo, mientras pinta, el mayor énfasis está en las emociones que le hace sentir plasmar sus experiencias en imágenes:
Mi proceso creativo lo describo libre. […] Mis experiencias se convierten en imágenes de manera muy casual. Cuando algo me pasa o estoy platicando con una amiga, apunto la frase en mis notas, ya sea de mi teléfono o una libreta, siempre intento escribir palabras que después retomo cuando quiero dibujar. Cuando una experiencia feliz la plasmo, siento que puedo reconocer y valorar más en sí la situación con quién la compartí, cómo me sentí, qué aprendí y cómo me transformó. Cuando empiezo a dibujar no lo hago con esa intención definida, sino que lo hago porque me gusta, me hace sentir feliz, segura, me gusta documentar las situaciones que atravieso positivas, negativas y las más complejas. (Larisa, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 180)
Es posible ver que, si bien las acciones concretas que implica la creación de gráfica resultan importantes, ambas creadoras significan sus procesos a través de las emociones que las atraviesan y que ahí se transforman en lo que ellas deciden. Asimismo, ambas reconocen la importancia del proceso en términos de la apertura de espacios para compartir con otras personas y el diálogo que establecen con otras mujeres.
Lo anterior resulta en un proceso que parte de la creación artística, pero no se limita a ella, por lo que es posible reconocer la producción de gráfica como prácticas artísticas articuladas con su posicionamiento político, a partir del cual las jóvenes cuestionan el lugar que les fue dado y accionan para construir referentes propios. Así, los materiales son transformados en gráfica a través de pasos que no son siempre los mismos (mediante fases que buscan expresar lo que están viviendo y reflexionando), lo cual les permite accionar políticamente ante una historia de exclusión y silenciamiento. Esto, en el marco de la coyuntura del feminismo, representa una de las consignas que ha acompañado a este movimiento desde hace décadas: lo personal es político. “Me parece importante colectivizar las experiencias porque muchas veces las problemáticas son sistemáticas” (Ana, 2021, citada en Vargas, 2022, p. 173).
Comprender su proceso creativo posibilita situar a Ana y Larisa como creadoras con condiciones sociales e históricas específicas, que poseen miradas ligadas a sus experiencias como mujeres jóvenes que viven la Ciudad de México, situadas en un auge del feminismo que ha puesto en la esfera pública múltiples reflexiones sobre las condiciones de las mujeres. Esta coyuntura les ha permitido responder ante la complejidad de un contexto que las coloca en desventaja en ciertos aspectos, pero que también les permite contar con la posibilidad de realizar acciones de subversión. Así, crear gráfica feminista no solo se reduce a plasmar consignas feministas en el papel, sino a transmutar las emociones que provienen de saberse en un mundo patriarcal que las ha relegado de los espacios públicos, de la creación y de la política, para transformarlas en reflexiones y acciones que, aunque parecen individuales, se muestran colectivas en el propio proceso y, así, apropiarse de ellos.
Insurrección gráfica: la propuesta estética feminista
El análisis de la gráfica de Reaciaediciones y Yellowgirl amplía la comprensión del contexto donde se encuentra y las relaciones de poder a las que se enfrentan sus creadoras, ya que exponernos a un objeto o a una acción de arte remite a personas, evidencia culturas y, por supuesto, consigna las construcciones de los géneros sexuales que las atraviesan (Gargallo, 2020). A partir de esto, me fue posible situar las imágenes y las intenciones de sus creadoras en la coyuntura del feminismo mexicano y con ello comprender el significado y papel que tienen esas imágenes al ser parte del lenguaje simbólico que el movimiento feminista despliega en las redes sociales y en las calles de la Ciudad de México. 4
Ana y Larisa coinciden en los temas que consideran importantes y por lo tanto reivindican a través de su acción política artística: la protección ante la violencia machista, la importancia de generar una relación más amorosa con la imagen corporal, el cuidado de la naturaleza y los ecosistemas y la importancia de hablar sobre los afectos y las emociones. A partir del análisis de su gráfica fue posible identificar que abordan estos temas a través de la representación del cuerpo, mostrando así reivindicaciones relacionadas con el movimiento feminista en el cual se reconocen como activistas.
A través de sus imágenes (situadas en las redes sociales o en los muros de la Ciudad de México), es posible ver las fisuras que Ana y Larisa abren en esas relaciones de poder que se encarnan en los cuerpos de las mujeres, generando espacios de reflexión colectiva con otras jóvenes y contribuyendo a la construcción de símbolos subversivos que contrarrestan las representaciones hegemónicas que imponen cómo deben ser los cuerpos de las mujeres versus imágenes reales, creadas con sus experiencias, que sirven como nuevas y más reales referencias para otras jóvenes. En otras palabras, están haciendo política desde y para el cuerpo.
La representación del cuerpo en la gráfica de Reaciaediciones y Yellooowgirl no es exclusivamente una cuestión de biología, sino una situación del ser, como menciona Cynthia Pech (2007), de la capacidad del ser humano de volcarse hacia sí mismo y buscarse en esta, es decir, como categoría introspectiva que hurga más allá de lo que se ve. En la producción gráfica, Ana y Larisa se conciben como sujetas, al demostrar su capacidad creadora a través de la producción de representaciones que parten del cuerpo para compartir sus reflexiones y experiencias, dando cuenta de que el cuerpo es un productor/reproductor de sentido que tiene un lenguaje muy particular: la historia personal y social de cada persona (Pech, 2019).
Carmen Hernández (2006) propone dos posturas con las que se pueden leer las imágenes que deconstruyen, reinterpretan, reinventan, reproducen o afirman sentidos en las imágenes hegemónicas: la valoración positiva de lo femenino y la crítica a lo femenino como visión estereotipada y construcción simbólica subordinada, las cuales, según la autora, son contradictorias, pero también pueden ser complementarias.
En las imágenes creadas por Ana y Larisa, es posible reconocer estas posturas como complementarias de la crítica que articulan respecto a las representaciones hegemónicas de las mujeres. La primera de ellas, que se refiera a la valoración positiva de lo femenino, se reconoce en la mayor parte de la gráfica de ambos proyectos no solo porque hacen representaciones de cuerpos femeninos, sino sobre todo por los temas que tocan. Para ambas, la relación con la naturaleza y su cuidado es tanto un elemento estético como un tema recurrente en su gráfica. En la creación artística y de acuerdo con la visión androcéntrica del arte, se ha asignado y relegado a las representaciones de la naturaleza como tema exclusiva y despectivamente femenino; por lo tanto, el hecho de que retomen el uso de flores, plantas y paisajes pudiera parecer que reproduce esta dicotomía, sin embargo, hay una intención distinta, ya que lo hacen como una demanda de su lucha y como analogía de sus procesos personales, no como una muestra de la delicadeza de lo femenino.
El hecho de que la expresión de sus emociones y afectos sea un tema importante para ellas representa una disolución de las fronteras entre lo público y lo privado, asunto que Hernández (2006) identifica como parte de su propuesta, pues, si bien parece que ser emocional es propio de la feminidad, esto siempre está condicionado a que la expresión de las emociones apele a la debilidad, a un papel pasivo, a las emociones correctas para una mujer y que sea en espacios privados. Por lo tanto, el hecho de que Ana y Larisa coloquen los afectos en la esfera pública, de acuerdo con sus propias condiciones, representa una ruptura de la representación tradicional de lo femenino, resaltando además la vulnerabilidad ya no desde un lugar pasivo, sino como sujetas de sus propias experiencias que se reconocen en sus procesos y los politizan al vincularlos con las estructuras de poder que los generan y al compartirlos con otras mujeres.
Por lo tanto es posible identificar cómo Larisa y Ana mantienen una postura crítica ante algunas de las imposiciones de género que se presentan en su contexto y que permean en sus experiencias como mujeres jóvenes, que si bien no las coloca fuera de las relaciones de poder que se generan, sí les permite tener agencia ante ellas. El resultado de esto son imágenes subversivas que son parte del imaginario del feminismo mexicano actual, con las cuales Ana y Larisa no solo representan otras formas del cuerpo de las mujeres, sino que significan sus experiencias y las politizan al colocar sus reflexiones y afectos en los espacios públicos.
¿Es posible, entonces, nombrar feminista a la gráfica de Reaciaediciones y Yellooowgirl? Me parece que sí. La gráfica de ambos proyectos simboliza imágenes subversivas respecto a las representaciones hegemónicas de las mujeres, y aquellas han sido creadas con la consciencia de las opresiones que viven Ana y Larisa como mujeres jóvenes. De acuerdo con Eli Bartra (1994), así se caracteriza el arte decididamente feminista, es decir que no es casual o instintivo, sino que parte de lo que son las mujeres y no quieren ser, lo que representa así una impugnación voluntaria de la realidad.
La gráfica es feminista porque existe una relación compleja entre esta y la coyuntura del feminismo mexicano, con la cual Ana y Larisa permanecen en constante diálogo y muestran, a veces, cierta distancia hacia discursos y prácticas con las que no están de acuerdo, reconociendo que no todas las luchas de las mujeres son feministas. Estas tensiones no son novedosas en el movimiento feminista, pues este nunca se ha presentado homogéneo y, por lo tanto, esta distancia que a veces marcan las creadoras no impide que su gráfica se pueda nombrar feminista. De hecho, las contribuciones que hacen a las representaciones contrahegemónicas del cuerpo de las mujeres, la identificación que otras jóvenes generan con sus imágenes y la postura crítica hacia las relaciones de poder con las que la producen permiten reconocer que son herederas de lo que el arte feminista inició en la década de los setenta respecto a la creación de propuestas estéticas feministas.
Así, es posible reconocer que la acción política artística de los proyectos Reaciaediciones y Yellooowgirl representa una propuesta estética que contribuye al desafío de las imposiciones de género y juventud a las que se enfrentan sus creadoras y otras jóvenes mexicanas, a través de la producción y distribución de gráfica feminista que, a su vez, forma parte un imaginario creado por y para las mujeres. Esto resulta fundamental en la lucha, ya que sin una propuesta estética feminista no hay posibilidad de que las mujeres creen y recreen una simbología de tintes distintos a los dominantes (Gargallo, 2020).
Conclusiones: dibujando fisuras al poder
El camino metodológico construido por epistemologías feministas y los estudios culturales me permitió conocer distintos aspectos de las experiencias de Ana y Larisa como jóvenes situadas en un contexto particular, en el cual, por una parte, se articulan las relaciones de poder a través del recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres, expresada de múltiples formas en distintos ámbitos de su vida; por otra parte, demuestra que las jóvenes mexicanas, específicamente las protagonistas de esta investigación, están lejos de aceptar esas violencias como parte de las condiciones que les son dadas, por lo que encuentran formas de subversión que representan fisuras a las imposiciones establecidas con el género y la juventud, a través de su acción política artística.
Al caracterizar la distribución de la gráfica de Ana y Larisa a través del paste up, es posible hablar de una apropiación de las calles de la ciudad, pues el espacio público urbano no es neutro, sino que reproduce las relaciones de poder que lo genera. Hechos como el acoso sexual, la criminalización de las protestas feministas y otras formas de violencia que viven las jóvenes mexicanas en el espacio urbano son formas de relegarlas al ámbito privado.
La apropiación que hacen permite hablar de la calle como un espacio otro del arte, pues si bien ellas participan en espacios alternativos gestionados, las calles fungen como uno de sus principales lienzos, las cuales no necesitan curadoras ni críticas de arte porque tienen muros vacíos y transeúntes, quienes se vuelven público de sus obras. Por su parte, la política tradicional ha sido un ámbito negado a las mujeres jóvenes al no abrir espacios o procesos acordes a sus experiencias. Por lo tanto, las jóvenes creadoras se vuelven sujetas de una política otra a través de la apropiación estética de las calles; en ese momento no están ocupando puestos de representación democrática o ejerciendo su derecho al voto, sino haciendo política con uno de sus referentes: pegar gráfica. Con este simple pero subversivo acto, están siendo sujetas políticas, al ser creadoras y tomar la decisión de dónde y cómo distribuir sus creaciones.
En un contexto donde los muros de la ciudad son ocupados por publicidad, propaganda estatal y otras demandas políticas (lo que genera un exceso información), la subversión, en este caso, se moviliza hacia el silencio que se les impone en los espacios públicos y hacia el papel de pasividad e indiferencia que se espera de las juventudes y las mujeres, aunque el resultado (la gráfica) se pierda en el ruido de la ciudad.
En el caso de Instagram, como espacio sociodigital, no hablo de una apropiación puesto que, debido a las condiciones de edad, geográficas, socioeconómicas y coyunturales de Ana y Larisa, es un espacio que les es dado. Sin embargo, sí es posible hablar de un uso político y artístico que desafía a los espacios tradicionales del arte y la política a través de las prácticas y los significados que ellas le dan a este espacio, posibilitados por la articulación de sus experiencias con la coyuntura del feminismo mexicano actual.
Si bien el espacio sociodigital no implica la presencia y el contacto físicos, la interacción de Ana y Larisa con otras jóvenes que comparten experiencias, afectos y reflexiones similares posibilita que este espacio sea político a través de la construcción en colectivo, lo cual significa habitar juntas ese espacio y, por lo tanto, la cotidianidad. Ellas logran compartir reflexiones, apoyarse, dibujar, dibujarse, desnudarse, generar nuevas formas de relacionarse con sus cuerpos, crear estrategias y espacios que hacen frente a la violencia.
Al entender a Instagram como un espacio que forma parte de conglomerados de poder en los que también se ejerce violencia y dominación, es importante resaltar que a través de sus prácticas las creadoras no están transformando la red social en un espacio de libertad absoluta respecto al arte y la política tradicionales y hegemónicos. Sin embargo, ese no es su objetivo ni su responsabilidad. Ellas están tomando el espacio que les es dado y lo están utilizando para coexistir de manera compleja, como el resto de las personas, con todo lo que representa ese espacio sociodigital y que, sin ánimos de romantizar, ha formado parte crucial del crecimiento de movimientos sociales en los últimos años, siendo uno de ellos, el feminismo.
De esta manera, las calles de la ciudad e Instagram no son solo un telón de fondo de sus prácticas, sino una parte fundamental del proceso de concebirse sujetas en un contexto de relaciones de poder que les impone otro papel, el de ser objetos de representación, el cual se ve dado históricamente en el arte y en los espacios públicos a través de medios de comunicación hegemónicos.
Otro aspecto importante de la acción política artística de Reaciaediciones y Yellooowgirl es el proceso que las creadoras realizan para generar sus imágenes. Para Ana y Larisa la construcción de las imágenes representa la transmutación de emociones que no quieren dejar en el ámbito íntimo y privado. Por lo tanto, soltar sus afectos representa una forma de liberarse de aquello que reconocen como opresivo.
Según una concepción alejada del arte hegemónico y tradicional, el proceso creativo de Ana y Larisa representa la articulación de sus prácticas artísticas, sus acciones políticas feministas y el uso y apropiación que hacen de los espacios públicos, mostrando con ello la agencia que tienen como sujetas creadoras y políticas. Es la concreción de su acción política artística en imágenes y su distribución.
Las experiencias, las reflexiones y los afectos que viven y sienten como jóvenes mexicanas en la coyuntura del feminismo son el primer paso del proceso creativo. Para crear, parten de sí. Hablan, escriben y dibujan desde y sobre sí mismas, en respuesta a un contexto de relaciones de poder que les impone un deber ser. La subversión a ello es la inspiración para crear.
Crear las imágenes viene después. Con los materiales que tienen a su alcance y sus propios espacios producen gráfica a través de representaciones de cuerpos de mujeres; desafíos a los estándares de belleza que les imponen; recuperación de elementos de la naturaleza que provienen de su preocupación por el cuidado del medio ambiente; la expresión de sus emociones y afectos, y la legítima defensa ante la violencia que observan y viven en sus contextos. Esto muestra que es en el proceso creativo, en el que se articulan las demandas y reivindicaciones feministas, que Ana y Larisa reconocen como importantes y que son posibilitadas por su acción política dentro de la coyuntura del feminismo mexicano.
Finalmente, viene la distribución de la gráfica que, si bien de acuerdo con una noción tradicional de arte representa un momento diferente del proceso creativo, en el caso de Ana y Larisa forma parte del proceso de transmutar y liberar emociones. Esto se debe a que son ellas quienes distribuyen sus creaciones a través del uso y apropiación de espacios públicos.
De esta manera, el proceso creativo de Ana y Larisa forma parte de un arte otro que se aleja de los pasos rígidos y aislados de las nociones hegemónicas de ser artista, además de posibilitar representaciones contrahegemónicas de las experiencias, cuerpos, reflexiones y afectos de mujeres jóvenes. Asimismo, es posible reconocer la política otra en el proceso creativo de las creadoras, debido al carácter colectivo que lo acompaña en todas sus fases, pero también gracias a la subversión que demuestran al posicionarse como productoras de cultura que desafían la relación mujeres-naturaleza-espacio privado.
En el proceso creativo de Ana y Larisa se revelan los aspectos que retoman de sus condiciones, dando cuenta de un proceso situado en el cual se constituyen como sujetas creadoras, no solo de gráfica, sino de sus realidades; esto tiene como resultado imágenes que representan la propuesta estética con la que contribuyen a la lucha y al imaginario del feminismo mexicano actual.
La relación entre las imposiciones que viven las jóvenes mexicanas y las normas estéticas recae en que las primeras se establecen, fijan y reproducen en las sociedades a través de las segundas. Es decir, como mujeres jóvenes nos han enseñado que salir de noche a la calle es peligroso, un cuerpo gordo y con vellos es feo, una mujer rapada se ve mal, una mujer callada es bonita, la naturaleza y la mujer van de la mano porque son delicadas, una niña bien no se enoja. Aprendemos desde la niñez y a lo largo de la juventud estas normas que establecen lugares, espacios y formas de ser a las mujeres, las cuales se vuelven imposiciones por los castigos y consecuencias que reciben quienes las desafían. En ese sentido, una lucha por la liberación de las mujeres debe ser también una lucha para subvertir las normas estéticas que permiten su opresión.
A través de la producción de gráfica, con una posición crítica de las relaciones de poder, Ana y Larisa crean símbolos y representaciones contrahegemónicas que, a través de la problematización y, al mismo tiempo, reivindicación de aquello concebido como femenino, dejan de reproducir las normas que contribuyen a su opresión y la de otras jóvenes mexicanas. La distribución de esas imágenes a través del uso y apropiación de espacios propios de la coyuntura del feminismo contribuye a la creación del lenguaje simbólico que despliega el movimiento en lo público: un imaginario feminista que politiza las experiencias de mujeres jóvenes que lo crean, al ubicar sus reflexiones y afectos en el espacio público, pero también contribuye a ampliar las opciones que tienen otras jóvenes de representarse y de desnaturalizar las imposiciones de género y juventud que han aprendido, a través del reconocimiento de símbolos subversivos y contrahegemónicos.
De esta manera, es posible nombrar la gráfica de Ana y Larisa como una propuesta estética feminista, ya que son representaciones contrahegemónicas que juegan con la feminidad que se impone con el género y la juventud. Ana y Larisa retoman elementos que si bien están relacionados con lo femenino no buscan reproducirlo, sino que lo combinan con otras formas de representación que se alejan de lo normativo. Con esto demuestran que no aceptan esas imposiciones, sino que las moldean, deforman y distorsionan hasta crear otras formas de ser mujer joven, que se alejan de lo que impone el patriarcado y el adultocentrismo.
Con ello no muestran estar fuera de las relaciones de poder o ser inmunes a ellas, sino establecer una relación compleja que les permite, a través de su acción política artística, tener agencia ante ellas, es decir, abrir fisuras en las estructuras de género y juventud a través de la creación artística. Si bien Ana y Larisa mantienen ciertas tensiones con el movimiento que podría impedirles nombrar sus creaciones como feministas, la propuesta que generan con sus imágenes sí es posible nombrarla como tal, ya que contribuyen de manera importante al movimiento.
A lo largo del análisis retomo el arte feminista como antecedente de la acción política artística de Ana y Larisa, ya que es posible reconocer los importantes aportes que este movimiento artístico y político realizó al feminismo mexicano desde su surgimiento en la década de los setenta y que todavía es posible identificar en las problematizaciones que hacen las creadoras respecto a las instituciones del arte; en la posibilidad que tienen de generar representaciones contrahegemónicas y no androcéntricas del cuerpo femenino, y en la articulación que hacen de arte y política al producir nociones otras de ambos ámbitos. De esta manera, es posible decir que los proyectos Reaciaediciones y Yellooowgirl son herederos de lo que el arte feminista generó en México desde su llegada, de mano de la llamada segunda ola del feminismo.
Sin embargo, también existen distancias de la acción política artística de Ana y Larisa con lo que el arte feminista ha representado y representa actualmente en el país, pues hoy en día sigue ocupando los espacios de las instituciones del arte como museos y exposiciones, lugares lejanos de algunas de las prácticas de las jóvenes creadoras protagonistas de esta investigación. Esta distancia puede responder, entre otros factores, a una cuestión socioeconómica. Por lo tanto, si bien los alcances de este trabajo no profundizan en este aspecto, es posible plantearlo como una línea de continuidad en el tema.
Si bien en un futuro las distancias entre las prácticas artísticas de Ana y Larisa y lo que nombramos arte feminista pueden cerrarse, me parece que en el contexto actual existe la necesidad de diferenciarlas, pues es importante resaltar cómo, sin las ventajas que los espacios institucionales y el reconocimiento artístico pueden brindar, las prácticas artísticas de Ana y Larisa están ampliando las nociones de arte y política, principalmente, al generar espacios de diálogo y reflexión con otras mujeres en espacios accesibles a las juventudes feministas.
Resulta importante recalcar que las experiencias de ser mujer joven en México están cruzadas no solo por condicionantes que provienen del género y la juventud, sino también por otras estructuradoras sociales como la condición socioeconómica y la raza. Por lo tanto, una aproximación que permita mirar las implicaciones según estas categorías enriquecería los estudios de la acción política artística de jóvenes mexicanas. En ese sentido, es importante para mí ser consciente de las limitaciones del acercamiento que propongo en este trabajo, lo cual me llevó a ser cuidadosa con no brindar conclusiones totalizadoras y cerradas, sino a delinear preguntas posibles de abordar con la única certeza de que se abrirían más interrogantes que permitan continuar la investigación en este tema.
A lo largo de esta investigación, me permití experimentar para brindar una propuesta con la cual difractar el conocimiento sobre el objeto de investigación: una coyuntura en la que se presentan relaciones de poder, pero también importantes resistencias a ellas. Eso me llevó a comprender, a partir de la contextualización radical, que género y juventud no son categorías fijas, sino que se presentan complejas, dinámicas e incluso contradictorias, de acuerdo con las experiencias concretas de las jóvenes creadoras.
La creación, el trabajo y el activismo de Ana y Larisa superan por mucho lo que presento como parte de esta investigación. Por lo tanto, existe una complejidad mayor en su acción política artística de la que aquí puedo plasmar, lo cual me impide totalizar su propuesta. Sin embargo, me es posible concluir que la acción política artística de los proyectos Reaciaediciones y Yellooowgirl se configura de manera compleja a través del proceso creativo de ambas creadoras, en el que se da la transformación de sus experiencias y emociones en imágenes contrahegemónicas, que devienen de una posición crítica ante las relaciones de género y juventud con las que se enfrentan; este posicionamiento es facilitado por su articulación con la coyuntura del feminismo mexicano actual.
Las gráficas resultantes de este proceso, al ser distribuidas a través del uso y apropiación de los espacios públicos, se vuelven propuestas estéticas feministas debido a su contribución al imaginario del feminismo mexicano actual. Asimismo, en la configuración de su acción política artística, las jóvenes construyen nociones otras de arte y política, demostrando que, si bien han sido ámbitos de exclusión histórica y sistemática de mujeres jóvenes, ellas los apropian para mostrarse sujetas políticas y creadoras. Así, Ana y Larisa demuestran que ser mujer joven mexicana no es una esencia inamovible, sino que se (de)construye a través de las fisuras en las relaciones de poder de género y juventud que dibujan a través de su acción política artística.
Ante las duras realidades que enfrentamos las mujeres en México, la acción política artística de Ana y Larisa deja ver la posibilidad de crear políticas afirmativas que permiten transformar, a ritmo lento y a dimensiones locales, los imaginarios que perpetúan la violencia. Estoy convencida de que existen muchos otros proyectos como Reaciaediciones y Yellooowgirl, cuyas creadoras apuestan por el arte para crear realidades menos hostiles, más habitables, por y para nosotras. A través de esta investigación es posible reconocer la potencia política de esos espacios creativos y reconocer el importante papel que juegan en el movimiento feminista y en la vida de jóvenes mexicanas.
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Notas
*
Artículo de investigación
1
La coyuntura del feminismo
mexicano actual en la que se realizó esta investigación se irá develando de
manera situada a través de la muestra del trabajo de las colaboradoras. Sin
embargo, no sobra mencionar que esta coyuntura se gesta a través de movilizaciones
en la capital del país, en respuesta a casos como el feminicidio de Lesvy
Berlín Osorio en 2017 en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma
de México, el feminicidio y revictimización de Ingrid Escamilla, la violación
de una adolescente por parte de policías capitalinos y el feminicidio de
Fátima, casos que en 2020 propiciaron una movilización histórica el 8 de marzo,
seguida de un paro nacional al otro día. Estos son eventos puntuales situados
en un contexto de violencia extendida en todos los estados del país, asunto que,
con la llegada de la pandemia, recrudeció el relegar a las mujeres a sus
hogares, el espacio privado donde mayor violencia sufren.
2
En correspondencia con lo planteado en la propuesta metodológica de las producciones narrativas, los textos resultantes de la construcción colectiva de significado realizada con Ana y Larisa fueron retomados con el mismo valor que el resto de la bibliografía y de esa manera fueron citados. Para su referencia en este artículo, los cito como parte del trabajo de investigación en el cual se encuentran las narrativas completas, identificando siempre su autoría. Los textos pueden ser consultados en la tesis de Vargas (2022), que se encuentra en el Repositorio Institucional de la UAM-Xochimilco.
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Esta acción de cuidado formó parte de mi posicionamiento ético ante el trabajo de investigación con el cual busqué minimizar el impacto de las relaciones de poder que se generan. En ese sentido, al ser incapaz de garantizarles seguridad sanitaria a las colaboradoras al reunirnos presencialmente, preferí buscar formas de construcción del conocimiento complementarias al escaso trabajo de campo presencial. A lo largo de la investigación tuve otros encuentros con las jóvenes que no retomo de manera explícita en este trabajo porque no tenían otros fines más que acercarme como seguidora de su trabajo artístico y político, pero que ampliaron la confianza y relación entre nosotras.
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Es posible visualizar la gráfica de ambos proyectos en sus respectivas cuentas de Instagram. Las imágenes retomadas para este análisis y de las que derivan los resultados aquí presentados se encuentran en Vargas (2022).
Notas de autor
aAutora de correspondencia. Correo electrónico: sel.vargas.03@gmail.com
Información adicional
Cómo citar: Vargas Kotasek,
S., M. (2025). Activismos feministas de
jóvenes mexicanas: la insurrección al arte y la política. Papel Político,
30. https://doi.org/10.11144/Javeriana.papo30.afjm