La potencia fanzinera y la archiva feminista: apuestas para tejer la memoria activista *

The Power of the Fanzine and the Feminist Archive: Stakes for Weaving Activist Memory

Alejandra Nallely Collado Campos

La potencia fanzinera y la archiva feminista: apuestas para tejer la memoria activista *

Papel Político, vol. 30, 2025

Pontificia Universidad Javeriana

Alejandra Nallely Collado Campos a

Universidad Nacional Autónoma de México, Colombia


Recibido: 12 noviembre 2024

Aceptado: 12 abril 2025

Publicado: 18 septiembre 2025

Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar el lugar de los fanzines en la construcción y preservación de la memoria colectiva del movimiento feminista, así como su relación con otras prácticas de archiva feminista. Se examinan los temas, problemáticas y reivindicaciones abordadas en los fanzines feministas y su relación con las agendas feministas situadas en diferentes momentos y contextos. A partir de la investigación-acción participativa (IAP) en espacios fanzineros enmarcados dentro de activismos feministas, se atienden conceptos teóricos tales como prácticas culturales feministas, archiva y memoria feminista, experiencia y militancia gozosa. Este artículo reflexivo involucra un diálogo necesario y una contribución con miras a pensar en la importancia del resguardo de la memoria histórica feminista a través del fanzine como herramienta de creación, recolección, sistematización y construcción de saberes situados; asimismo, contribuye a la memoria de los debates y el análisis en el feminismo contemporáneo, en continuidad con las genealogías que lo han construido, comprendiendo el proceso de apropiación feminista como una espiral dotada de prácticas y herramientas de creación y colaboración con las que nos nombramos, posicionamos, resignificamos discursos e historias, hacemos memoria y la retejemos.

Palabras clave:fanzine feminista, archiva feminista, activismo, memoria.

Abstract: The aim of this paper is to analyze the place of fanzines in the construction and preservation of the collective memory of the feminist movement, and its relationship with other feminist archival practices. It examines the themes, issues and demands addressed in feminist fanzines, and their relationship with feminist agendas situated in different moments and contexts. Based on Participatory Action Research (PAR) in fanzine spaces framed within feminist activisms, theoretical concepts such as feminist cultural practices, feminist archives and memory, experience and joyful militancy are addressed. This reflective article involves a necessary dialogue and a contribution to think about the importance of safeguarding feminist historical memory through the fanzine as a tool for creation, collection, systematization and construction of situated knowledge, as well as contributing to the memory of debates and analysis in contemporary feminism, in continuity with the genealogies that have built it, understanding the process of feminist appropriation as a spiral endowed with practices and tools of creation and collaboration from which we name ourselves, position ourselves, re-signify discourses and histories, make memory and re-weave it.

Keywords: Feminist Fanzine, Feminist Archive, Activism, Memory.

Introducción

La palabra fanzine proviene de los términos en inglés fan, ‘fanático/a’, y zine, ‘revista’. Fue acuñada en 1940 por Russ Chauvenet, un personaje clave en la historia del fandom 1 de ciencia ficción, comunidad en la cual se originó el primer fanzine en 1930: The Comet, 2 como celebración del décimo aniversario del Science Correspondende Club, momento en el que los fanzines eran mejor conocidos como fanmagazines o fanmags (Galaxina, 2017, p. 19).

Los fanzines son considerados como un tipo de edición no profesional e independiente. Se publican en pequeños tirajes, sin periodicidad fija ni fines de lucro; se publican en forma de revistas con tipo de edición no profesional e independiente, también como folletos o flyers, aunque ya es posible encontrar fanzines digitales y en formatos de audio, foto y video. Elaborados por y para fans, mayormente colectivos, antisistema y contraculturales, los fanzines se caracterizan, de acuerdo con Rian Lozano (2022), por

utilizar medios de bajo coste: fotocopias, técnicas artesanales de dibujo y escritura, “corta y pega”, impresiones basadas en modos diversos de estampación, collage, etcétera. En este sentido, los fanzines, como el monstruo de Frankenstein, están hechos de remiendos variados: el resultado final suelen ser trabajos que contravienen los presupuestos estéticos clásicos de belleza, orden y armonía. (pp. 24-25)

La práctica fanzinera suele implicar la reunión de personas con intereses comunes que comparten saberes, experiencias y subjetividades, reconociéndose como especialistas empíricas en temas diversos, sin requerir de la validación y legitimación de una estructura con saberes hegemónicos ya instaurados. En la creación fanzinera convergen diversas prácticas y expresiones culturales que transgreden lo que históricamente ha sido considerado como arte o como discurso legítimo de la memoria. Además de lo mencionado por Lozano (2022) (es decir, estampación, collage y escritura), podemos nombrar más prácticas vinculadas a la creación gráfica como la ilustración, la fotografía, la cianotipia, técnicas botánicas; adicionalmente, técnicas textiles y de encuadernación, como el fotobordado, la cartonería y la papiroflexia, entre otras.

Los fanzines son originales y únicos y también son fotocopiados; son anticensura y anti-alta cultura; son experimentación, horizontalidad, voluntad, imaginación y autogestión. En realidad, pueden ser lo que quieran: pueden ser congruentes y también contradecirse, pueden ser puentes entre temas que parezcan incompatibles o irreconciliables, pero sobre todo ―y según esta premisa desarrollo este trabajo― son repositorios de memorias, procesos y tejidos colectivos. Un registro de las historias sin lugar, las que subyacen a la historia única (Adichie, 2018).

De acuerdo con este planteamiento, el objetivo de este artículo es analizar el lugar de los fanzines en la construcción y preservación de la memoria colectiva del movimiento feminista y su relación con otras prácticas de archiva feminista. En ese sentido, busco responder a la siguiente pregunta: ¿qué lugar ocupan los fanzines en el activismo feminista y cómo se relacionan con la preservación de la memoria colectiva, las prácticas críticas, pedagógicas y artísticas y otras prácticas de archiva feminista?

Estudiar los fanzines en el ámbito académico nos permite entenderlos como expresiones críticas de la cultura, la historia y la sociedad, generadas por las perspectivas que a menudo son marginadas o subrepresentadas en otros medios. Por esto, propongo pensar los fanzines como espacios libres, accesibles y creativos para la expresión, la organización y la resistencia, para la creación de vínculos y comunidades, la visibilización de temas marginados y la documentación de la lucha feminista.

El fanzine en contexto

Los fanzines son el borde y el cruzamiento entre una publicación independiente, un medio libertario, un medio otro, una expresión contracultural, una experiencia estética y un género discursivo subalterno. Como su propia historia nos lo dice, provienen de la rebeldía, la pasión y la transgresión por parte de comunidades excluidas o al margen de las ideas predominantes. Les anteceden las plaquettes, la literatura de cordel, las liras populares, los one penny books, los chapbooks, el arte postal, los folletos con ideas políticas contrahegemónicas y las autoediciones libertarias y experiencias editoriales relacionadas con las revoluciones políticas y sociales, planteadas desde el siglo XVIII (Galaxina, 2017, p. 20; Alvarado, 2021), al mismo tiempo que todas esas formas siguen existiendo en las posibilidades fanzineras actuales.

Sin embargo, el fanzine ya en forma data de los años veinte y se consolida en diferentes geografías desde los años cincuenta y sesenta (Galaxina, 2017, pp. 17-19), todo esto de la mano de avances tecnológicos, como la evolución de la impresión en offset y la llegada de las fotocopiadoras. Su apogeo se encuentra generalmente asociado a movimientos considerados subculturales como el punk, los teddy boys 3 y la cultura geek, 4 particularmente entre los fans y el público consumidor-creador de cómics. Es por ello que la cultura fanzinera tiene un vínculo significativo con el espíritu de las filosofías del do it yourself (DIY), el do it together (DIT) y el do it with others (DIWO).

En la Ciudad de México, específicamente, el auge del fanzine se dio a mediados de los años ochenta (Martín del Campo, 2020), presente en su mayoría como manifestación del movimiento punk y de la escena musical alternativa, como una forma de difusión del trabajo y actividades de bandas locales, así como de ideas no hegemónicas de imposible publicación en cualquier medio impreso existente. De ahí la idea de autopublicarse, autodifundirse y autogestionarse de acuerdo con las premisas del DIY, DIT y DIWO, según los saberes no instituidos, reconocidos o convencionales.

En ello, el Tianguis del Chopo fue y es un espacio imprescindible en la formación de la contracultura mexicana y del consumo alternativo (Monsiváis, 1995; Ramírez, 1996), un lugar de creación, difusión e intercambio de fanzines que comparte su genealogía con el Museo Universitario del Chopo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sede de la primera fanzinoteca en México inaugurada en 2013 y cuya memoria se encuentra digitalizada de manera parcial en el Archivo desobediente, 5 repositorio publicado en 2021. Los temas abordados por los fanzines en México han sido diversos, no solo aquellos relacionados con la escena musical de la época, sino con manifestaciones artísticas-políticas feministas, LGBTIQ+, ambientalistas, anarquistas, antiespecistas y aspectos variados de la autogestión en lo literario, la autopublicación y la escena alternativa en general.

El fanzine feminista, femzine o grrrlzine en la cultura contemporánea se vincula mayormente al feminismo riot de los años noventa (Galaxina, 2017, p. 19), el mismo que surge en Estados Unidos ligado a una escena musical alternativa en la que las riots grrrls se manifestaban contra el sexismo y el machismo en la escena musical, en la que predominaban géneros musicales como el punk, el hip-hop y el grunge, es decir, géneros al margen de la cultura establecida y que por sus propios orígenes y genealogías se consideraban manifestaciones de rebeldía y ruptura del status quo. El movimiento Riot Grrrl nombró las desigualdades construidas alrededor de la condición femenina dentro una escena discursivamente disruptiva; disputaban el espacio público cultural, no solo en el ámbito de la música, sino en los espacios públicos en general, utilizando el cuerpo y la creación artística rebelde como medios de expresión y protesta.

No obstante, en el contexto mexicano, desde los años setenta ya existían publicaciones feministas como La Revuelta, La Boletina, Fem y Cihuatl, las cuales se encuentran digitalizadas en el repositorio Archivos Históricos Feministas 6 del Centro de Investigaciones y Estudios de Género CIEG de la UNAM, proyecto que en sí mismo es prueba de la importancia de la preservación de la archiva para la reconstrucción de la memoria feminista. Si bien estas publicaciones no se consideraron como fanzines, es posible detectar la huella estética, temática y política que conforma la genealogía fanzinera feminista mexicana.

La estética fanzinera, como ya se ha mencionado, mantiene una estrecha relación con la idea del DIY: materiales reciclados, dibujos hechos a mano, viñetas, recortes, texturas y materiales de bajo costo. En los femzines se pueden encontrar, además, constantes referencias visuales a cuerpos femeninos no normativos, reutilización de imágenes y frases machistas resignificadas, representaciones que descentralizan al sujeto hegemónico y desafían estereotipos, revalorización de elementos como el glitter y los colores considerados femeninos.

En lo referente a los temas y problemáticas que se han abordado en la tradición fanzinera feminista se encuentran los siguientes: la denuncia de violencias estructurales y machistas como la gordofobia, la violencia obstétrica, el racismo; las brechas salariales, la medicalización de los cuerpos femeninos, la violencia en la pareja; demandas como el derecho al aborto, a la elección libre de la maternidad, a la educación sexual, a encarnar sexualidades disidentes y corporalidades no normativas, al reconocimiento del trabajo en el hogar y los cuidados, a ocupar los espacios públicos en lo profesional y artísticos, a representaciones culturales dignas; aspectos relacionados con la autogestión de la salud, emociones, autocuidado, vínculos relacionales y construcción de comunidad; la recuperación de autoras, colectivas, pensadoras y artistas feministas como referentes imprescindibles para la divulgación de los feminismos, hitos históricos y conceptos clave del movimiento; su relación con otras luchas como el ambientalismo, el racismo, el antibelicismo, el anarquismo, el animalismo, y las demandas y agenda correspondientes a los territorios donde se producen los fanzines.

El apogeo del fanzine no se ha extinguido, sino que se ha extendido a más espacios, comunidades, técnicas y formas de creación. Las herramientas digitales han logrado también otras posibilidades de autopublicación, alcance, plataformas y colectividades para los activismos feministas contemporáneos. Para los feminismos y movimientos situados al margen de lo establecido, los fanzines han sido una herramienta y un terreno que se ha disputado entre el machismo, la falta de espacios seguros para colectivizar y el poco reconocimiento que se da en diversos ámbitos a la creación femenina y feminista. Para la fanzinera Andrea Galaxina (2019), el fanzine

ha servido, para muchas, como espacio de socialización y de construcción de identidades, para reafirmarse, empoderarse y para poder hablar de cuestiones de las que era muy difícil hablar en otros lugares. Los fanzines han sido y son una herramienta pero también, en muchas ocasiones, la materialización del activismo cultural feminista.

Esto nos lleva a la reflexión sobre la importancia y la necesidad de hablar de fanzines feministas en la academia como un fenómeno de disruptivo que, aunque puede definirse de diversas formas, no puede ser encerrado en un solo concepto ni puede atraparse o situarse en un solo espacio o territorio. A esto se agrega la manera en la que grupos de personas y colectividades que apropian esta práctica comparten saberes, experiencias y subjetividades, en las que se reconocen como especialistas empíricas y autoras de temas diversos que no buscan la validación y legitimación de estructuras de reproducción en las que priman los saberes hegemónicos ya instaurados.

Con todos estos elementos propongo reflexionar sobre la potencia fanzinera como una apuesta por la memoria activista feminista, como una forma en la que activistas feministas se organizan para la acción creativa, discursiva, contestataria y afectiva, encaminada a la reparación de efectos producidos por heridas sistémicas, a través de prácticas culturales feministas que unifican creación, resistencia y subversión.

Abordajes fanzineros

El presente texto se propone explorar la potencia de los fanzines como herramientas para preservar y transmitir la archiva y memoria feminista. Una de las posibilidades de abordaje metodológico es la investigación-acción participativa (IAP), dada su capacidad de involucrar a las comunidades en procesos colaborativos de análisis, reflexión y producción de conocimiento. Este enfoque se justifica por el interés, no solo en generar datos analizables, sino también cocrear con las participantes y generar un impacto directo en las prácticas de preservación de la memoria feminista a través de los fanzines.

De acuerdo con un paradigma interpretativo —llamado también paradigma hermenéutico—, se reconoce la importancia de comprender las experiencias y significados desde el punto de vista de las personas involucradas, priorizando la subjetividad y la comprensión de los fenómenos sociales, entendida esta última como un proceso de interpretación situado, mediado por el lenguaje, la historia y la experiencia de los sujetos involucrados (González, 2001, p. 232), por encima de explicaciones objetivistas. Este enfoque ha sido desarrollado por diversos autores (Garfinkel, 1987[1968]; Geertz, 2003[1974]; Hammersley, 1984; Giddens, 1987; Guber, 1991), quienes desde distintas disciplinas han contribuido a consolidar una epistemología centrada en la interpretación del mundo social, según la perspectiva de quienes lo habitan.

La elección de este enfoque se respalda por la necesidad de interpretar las prácticas culturales y sociales de las participantes en su contexto específico, permitiendo que sus voces, experiencias y comprensiones del emerjan como elementos centrales. Es por esto que para la elaboración del presente artículo la participación de compañeras fanzineras fue una condición necesaria para la generación de conocimiento sobre el fanzine, sus prácticas y su relación con la memoria feminista. Guber (1991) refiere como herramientas intrínsecas a este tipo de investigación:

La experiencia directa, los órganos sensoriales y la afectividad que, lejos de empañar, esclarecen la dinámica cultural. Para ello, el investigador debe proceder con la inmersión subjetiva, […] comprender desde adentro a los sujetos, […] involucrándose, en la mayor medida posible en sus actividades y modos de vida. […] La presencia directa es, indudablemente, una valiosa ayuda para el conocimiento social, pero no porque garantice un acceso neutro y una réplica exacta de lo real, sino porque evita algunas mediaciones de terceros y ofrece lo real en su complejidad al observador crítico y bien advertido de su marco explicativo y su reflexividad. (pp. 111-112)

De esta manera, la autora confirma la importancia de la subjetividad en la generación de conocimiento, así como de los referentes empíricos y el aparato cognitivo de quien investiga.

Aunado a este argumento, es relevante hacer énfasis en lo significativo que es el contexto social, cultural y geográfico, ya que todo conocimiento se produce desde posiciones específicas, tanto de las participantes como de quien suscribe el trabajo. Dicho esto, la implementación de la IAP resulta una estrategia metodológica adecuada para comprender qué lugar ocupan los fanzines en el activismo feminista y cómo se relacionan con la preservación de la memoria colectiva, las prácticas críticas, pedagógicas y artísticas, así como otras prácticas de archiva feminista, en contextos sociales, culturales y geográficos específicos, con un conocimiento situado.

El fanzine en los bordes

La impartición del taller de fanzine Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista, en dos momentos distintos durante el año 2023, en el CIEG de la UNAM y en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco UAM-X, brindó la oportunidad de observar y analizar la presencia de los fanzines en espacios académicos universitarios, no solo en calidad de espacio de recolección de datos mediante la observación participante y notas de campo, sino como una forma de intervención y exploración colaborativa que permitió reconocer la capacidad de los fanzines para actuar como vehículos de memoria, resistencia y recuperación de saberes. Las participantes y cocreadoras principales en este estudio son activistas, artistas, estudiantes, profesoras y creadoras de fanzines feministas de diferentes edades y contextos culturales que se mostraron interesadas en asistir a los talleres.

En estos procesos creativos y colectivos, el hacer-juntas operó como una práctica de subsanación y sublimación simbólica: permitió nombrar lo indecible en los espacios cotidianos y resignificar experiencias dolorosas a través del lenguaje visual en los collages, el dibujo, la escritura de poemas y la creación colectiva. A la par de las acciones de cortar, pegar, compartir consejos, imágenes y frases para los fanzines individuales y los colectivos, se generaron espacios de escucha y contención.

Otro aspecto fundamental del trayecto metodológico fue la participación como asistente en actividades con temáticas vinculadas al fanzine, el archivo y la creación feminista, específicamente en talleres impartidos por fanzineras artistas, gestoras culturales y activistas feministas en espacios que se encuentran en los bordes de la academia, la institucionalidad, el activismo y las artes. Es el caso de los talleres Perzines y Femzines: lo que esta fanzinoteca cuenta, impartido por Iurhi Peña y Gelen Jeleton, en el marco de las actividades de la fanzinoteca La Voz que Corre del CIEG; el taller Arte y archivo feminista para la memoria viva en acción, impartido por Rotminas (Ina Riaskov y Rotmi Enciso), en la Unidad de Vinculación Artística (UVA) de la UNAM en Tlatelolco, y el taller Fanzine Feminista, facilitado por las artistas, gestoras culturales y activistas latinoamericanas Lucía Moscoso y Julia Warmi en el marco del Festival RUDA Feminisme I (contra)cultura, organizado y gestionado por la librería La Carbonera en el Centre LGBT de Barcelona.

La participación en estas actividades como asistente permitieron atestiguar los debates que se habilitan en torno a la creación de fanzines, particularmente sobre las formas de producción y transmisión del conocimiento desde una perspectiva feminista situada. En el recorrido histórico y político que se fue construyendo entre talleristas y participantes, se subrayó que todo fanzine es político, de acuerdo con los aspectos estéticos que en sí mismos constituyen una forma de resistencia frente a las lógicas hegemónicas de legitimación del saber. Entre las reivindicaciones que emergieron, destacaron el reconocimiento de los saberes experienciales y no académicos, así como una crítica al lenguaje académico como barrera de acceso al conocimiento. Se abordaron también tensiones internas dentro del feminismo, particularmente alrededor de lo que se ha denominado el feministómetro 7 y las limitaciones de nociones como la sororidad cuando no se intersectan con desigualdades de clase y raza.

En las reflexiones colectivas surgieron temas profundamente personales y políticos, como las experiencias de migración resultado de despojos territoriales, el sentimiento de desarraigo, la urgencia de las redes de apoyo entre mujeres y la reivindicación de genealogías que no son necesariamente teóricas ni de la academia, sino las de las madres, abuelas, tías, vecinas y más mujeres que han sostenido la vida y la lucha desde otros lugares, sin conceptos teóricos.

Aunado a lo anterior, la coorganización, participación y asistencia a eventos académicos, artísticos, culturales y de divulgación, como mesas de discusión, conversatorios, mercaditas y espacios de trueque relacionados con la cultura del fanzine, así como visitas a fanzinotecas, fueron elementos que permitieron la observación e integración en las dinámicas de las comunidades fanzineras, para la comprensión del contexto y las prácticas alrededor de los fanzines feministas, dentro y fuera del margen institucionalizado, así como reconocer temáticas, estéticas y estrategias discursivas que preservan y tejen la archiva feminista para la preservación de la memoria colectiva.

El compromiso ético con las participantes estuvo presente desde el inicio de las actividades realizadas, en las que de manera concreta se dio a conocer que las motivaciones para la intervención o participación en dichas tareas partían de una implicación personal, política y afectiva con los fanzines y la pertenencia a la comunidad fanzinera, con el compromiso en todo momento del respeto, la escucha y la cocreación de espacios seguros y contemplando a las participantes como cocreadoras fanzineras.

Creación disruptiva, comunidad, fiesta en la cultura fanzinera

La propuesta en un primer punto fue identificar temas, problemáticas y reivindicaciones abordadas en los fanzines feministas, para posteriormente explorar su relación con las agendas feministas, situadas en momentos y contextos particulares, así como su integración a espacios institucionales universitarios. En los talleres realizados con la comunidad estudiantil en espacios académico se reflexionó sobre la práctica cultural del fanzine, tomando como punto de partida nociones como archiva, autohistoria, memoria, genealogías, experiencia y militancia gozosa, mediante la creación de fanzines individuales y colectivos, implementando técnicas de collage, dibujo, escrituras, manifiestos y algunas técnicas de bordado e intervención textil. Se tomaron como punto de partida las historias y experiencias de activismo feminista de las asistentes. A través del hacer-juntas se llegó al consenso de que la práctica fanzinera funge como un espacio político de acción, afectos y memoria histórica.

Las consignas-propuestas para detonar las creaciones individuales y colectivas se plantearon a partir de la interacción previa y la compartición de saberes sobre fanzines y activismo de las participantes. Los apartados del fanzine se pensaron como una serie de preguntas a responder de manera colectiva y libre, en una suerte de dinámica de cadáver exquisito y siempre con la apertura a crear más preguntas y consignas en el mismo tenor.

El primer taller se llevó a cabo como una actividad previa a la inauguración del XXX Coloquio Internacional de Estudios de Género Remolinos feministas desde los sures globales, cuyo propósito fue que los feminismos provenientes de los sures globales dialogaran sobre la crítica a la colonialidad y a las múltiples formas de generar conocimientos y saberes. Este evento incluyó en su convocatoria una línea de trabajo dedicada a las prácticas editoriales y archivísticas feministas (Borzacchiello, 2024), que derivó en una mesa de trabajo en el coloquio, además de la mesa de especialistas Fanzinear en los bordes: arte, academia y activismo en la construcción del espacio local, con la que se celebró la apertura de la fanzinoteca feminista La voz que corre, del mismo Centro. En ese marco, se promovió el taller en las redes sociales del CIEG y se invitó a la comunidad a inscribirse mediante el diligenciamiento de un formulario en línea que en pocas horas llegó a su cupo máximo, lo que mostró el interés por el tema. Se solicitó previamente a las interesadas que el día del taller llevaran imágenes de sus referentes y símbolos feministas, así como recortes y elementos de su archivo personal que quisieran utilizar en sus fanzines. Además de esto, tuvieron a su disposición revistas y periódicos para complementar. La actividad se realizó en la Casa Rafael Galván de la UAM, entidad coconvocante del coloquio. En dicho espacio se congregaron alumnas, profesoras, investigadoras, activistas, integrantes de colectivas y una niña de cinco años que acompañaba a su mamá.

En una primera etapa del taller, el grupo compartió su motivación para asistir, su relación con los fanzines y con el movimiento feminista. La mayoría había realizado, leído o adquirido fanzines antes, y varias de ellas realizaban fanzines de manera cotidiana, como parte de proyectos personales y colectivos de corte feminista; una profesora compartió su interés por los fanzines para integrarlos como herramienta pedagógica para sus clases.

Con una lista de reproducción musical creada con las canciones favoritas de cada asistente, y después de realizar un breve recorrido por la historia del fanzine feminista y revisar algunos ejemplos de femzines feministas del Abya Yala, las participantes elaboraron cada una un fanzine individual y aportaron contenidos para el fanzine colectivo. A continuación, se describen y analizan algunos apartados del fanzine colectivo.

1) ¿Quiénes somos?

Ante esta pregunta, las asistentes al taller y creadoras del fanzine respondieron: somos reinas, escritoras en proceso, fotógrafas, ¡puro ritmo!, cocreadoras, combatientes en diferentes lugares con diferentes historias y luchas, pedagogas, mujeres que saben latín —en referencia al título de la obra de Rosario Castellanos—, somos el grito de las que ya no están. Entre los elementos gráficos destaca la imagen de un grupo de jóvenes en una marcha feminista, la imagen de la escritora mexicana y una ilustración que remite a las manifestantes del bloque negro.

Estas respuestas condensan una afirmación colectiva de autodefiniciones múltiples que entretejen papeles creativos, identidades profesionales y posicionamientos políticos, mediante un ejercicio de enunciación que les permite construir una narrativa encarnada y situada según sus trayectorias diversas. En la dimensión visual, se refuerza y amplifica esta enunciación al evocar la acción directa y la ocupación del espacio público como estrategias de visibilización y resistencia feminista, así como la apuesta por formas de organización horizontal, por la autodefensa y confrontación simbólica o material ante las violencias estructurales. La integración de Rosario Castellanos con la referencia al título de una de sus obras establece una genealogía de disidencia literaria y política.

Registro fotográfico de la
sección ¿Quiénes somos? del fanzine
colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 1.
Registro fotográfico de la sección ¿Quiénes somos? del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

2) ¿En qué creemos?

Como respuesta a esta interrogante, las participantes del taller y creadoras del fanzine expresaron: en la comunidad, en conocer y comprender los procesos de otras personas, en la educación, en la terapia, en las señales del cuerpo, en lo sagrado y lo sabio del ciclo menstrual, en el amor, en la belleza, en el arte, en el autocoñocimiento y en que los ideales de belleza lastiman. Esta página del fanzine muestra la fotografía de jóvenes activistas con una pancarta en el metro de la Ciudad de México, que contiene la ilustración de una vulva con una serpiente y en la que sobresalen las palabras comunidad, amor, colectiva.

Esta declaración de creencias subraya la importancia de los vínculos, la escucha, la contención y la recuperación de saberes corporales, ancestrales e intuitivos, históricamente deslegitimados por epistemologías hegemónicas. En cuanto a los elementos gráficos, estos actúan como vehículos simbólicos de una narrativa politizada que vincula cuerpo, deseo, espiritualidad, sanación y acción colectiva en los espacios públicos, lo que resulta en una enunciación ética y estética en la que se configuran formas alternativas de creer, saber y luchar con una mirada feminista.

Registro fotográfico de la
sección ¿En qué creemos? del fanzine
colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 2.
Registro fotográfico de la sección ¿En qué creemos? del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

3) ¿Qué nos enrabia?

Las respuestas registradas en esta sección del fanzine fueron: la violencia del capitalismo gore (Valencia, 2010); la indiferencia; la anulación; el borramiento de nuestra existencia, vida, historia y saberes; los estándares de belleza. La parte visual de esta página integra recortes intervenidos con imágenes de series románticas de televisión y de guerras y publicidad de toallas sanitarias desechables, que representa la sangre en color azul y el hashtag #NoPasaNada, en referencia a un eslogan famoso de esos mismos productos que invisibilizan los procesos menstruales; también se refiere a la actitud de la sociedad ante las violencias hacia niñas y mujeres y su indiferencia, como si no pasara nada.

Esta sección constituye una cartografía emocional y política del malestar, una denuncia colectiva que se inscribe en el recurso fundamentalmente feminista de hacer de la rabia una herramienta creadora y política, no solo para visibilizar mecanismos de opresión, sino para movilizar formas de resistencia y rearticulación subjetiva. En la parte visual, a través de actos de apropiación y resignificación de discursos hegemónicos, se cuestiona y critica el amor romántico, la cultura bélica y las violencias simbólicas hacia niñas y mujeres, subvirtiendo los lenguajes de los medios de masas y denunciando su papel en la reproducción de imaginarios que banalizan o niegan las experiencias corporales y políticas de las mujeres.

Registro fotográfico de la
sección ¿Qué nos enrabia? del fanzine
colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 3.
Registro fotográfico de la sección ¿Qué nos enrabia? del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

4) ¿Qué nos sana?

En esta sección, las participantes del taller y creadoras del fanzine expresaron: disfrutar al aire libre y conspirar con nuestras amigas, leer, las redes de apoyo, la magia, el arte, las amigas, escribir poemas. Las páginas centrales del fanzine muestran los vínculos afectivos entre amigas, con una foto intervenida, ilustraciones y un pequeño collage en el que se besan en la boca dos personajes femeninos bastante conocidos en narrativas de cine y televisión, de universos distintos (la serie Game of Thrones y las películas de Disney), pero denotando estereotipos representacionales similares. Alrededor de las imágenes sobresalen las frases “redes de apoyo”, “sanamos nuestra cuerpa, sanamos la tierra”, “conspirar con las amigas”, “y nos crecieron alas” y una cita de Alejandra Pizarnik: “Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos” (2003[1973], p. 311).

Aquí es posible identificar cómo las creadoras del fanzine hacen una declaración colectiva de las prácticas cotidianas y simbólicas que les permiten habitar el mundo según la lógica del cuidado colectivo y el autocuidado. Se revela una política afectiva y relacional que resignifica lo íntimo como espacio de sanación y subversión, reafirmando la potencia de lo colectivo como formas de sostener la vida en contextos de violencias estructurales. Las imágenes de esta sección subvierten, además, las narrativas heteronormativas y celebran otras formas de vínculo, deseo y cuidado, además de descentralizar el lugar de la relación de pareja (un elemento central del amor romántico) como lo más importante en la vida de las mujeres. Las frases seleccionadas para complementar la sección remiten a una ética feminista que reconoce la interconexión entre cuerpo, territorio, comunidad y sanación, que articula también una poética-política del lenguaje y la escritura como acto reparador.

Registro fotográfico de la
sección ¿Qué nos sana? del fanzine
colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 4.
Registro fotográfico de la sección ¿Qué nos sana? del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

5) Espacios de acción

Para el contenido de esta sección se solicitó a las participantes creadoras que enunciaran sus espacios de acción feminista. Sus respuestas fueron armar la fiesta, los refugios, las calles, la pedagogía, la rebelión, el hogar, el aula, el internet. En dicho apartado se encuentran imágenes de grupos grandes de estudiantes en marchas feministas, de Virginie Despentes y un pequeño collage con la ilustración de una joven encapuchada, con fuego de fondo.

En esta sección se puede dar cuenta de la multiplicidad de territorios físicos, simbólicos y digitales en los cuales las participantes ejercen su activismo feminista, en donde desdibujan los límites entre lo público y lo privado, entre lo íntimo y lo colectivo, expandiendo el campo de lo político a través de prácticas subversivas cotidianas. La sexualidad se hace presente también como territorio de acción.

La imagen de Virginie Despentes condensa la genealogía de un pensamiento feminista de corte punk que ha cuestionado frontalmente los mandatos de género, la cultura de la violación y la moral conservadora. Junto con la frase “sin liberación sexual no hay liberación social” se articula un anclaje teórico-político entre cuerpo, deseo y emancipación. Las imágenes en general enuncian territorios de acción y los expresan como espacios vivos de organización y afectos. La inclusión de frases como “las calles siempre son nuestras” y “lucha desde la pedagogía para vivir, incido desde la educación para hacer revolución” refuerza una perspectiva en la que, ocupar estos espacios (urbanos, educativos o íntimos) se convierte en acto performativo de reapropiación y transformación.

Registro fotográfico de la
sección Espacios de acción del
fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 5.
Registro fotográfico de la sección Espacios de acción del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

6) Genealogías

Entre las genealogías feministas de las creadoras del fanzine colectivo se encuentran: Gloria Anzaldúa, Silvia Federici, Marcela Lagarde, Rosamaría Roffiel, Alejandra Pizarnik, Octavia Butler, Chimamanda Ngozi Adichie, Audre Lorde, Bell Hooks, Graciela Hierro, madres, bisabuelas y defensoras del territorio.

Aquí se revela una constelación diversa y situada de referentes teóricos, poéticos, afectivos y políticos que trazan la genealogía plural y diversa de las participantes-creadoras, en la que se articulan saberes del Sur global, pensamiento negro, feminismo chicano, crítica anticolonial, ecofeminismo y literatura en diversos géneros. Esta combinación de voces desobedece a la lógica tradicional del saber autorizado y, en su lugar, privilegia la transmisión de saberes a partir de la experiencia, la corporalidad, la resistencia y la escritura íntima; pero no solo eso, ya que estas mujeres toman su propio linaje como un nodo de ese tejido que sostiene, inspira, impulsa y acompaña las prácticas feministas de las participantes.

Registro fotográfico de la
sección Genealogías del fanzine
colectivo producto del taller de fanzine Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista
(2023)
Figura 6.
Registro fotográfico de la sección Genealogías del fanzine colectivo producto del taller de fanzine Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

7) Himno

Para cerrar los contenidos del fanzine se invitó a las compañeras a escribir y sentipensar frases según su experiencia feminista que, para ellas, podrían ser un himno. La propuesta fue unir esas frases al estilo de un cadáver exquisito y crear una pieza. El resultado fue el siguiente:

Nosotras las mujeres somos laureles, nos organizamos con esta misión: sanar la Tierra y sanarnos, conociendo que sus ciclos son nuestros. Soñamos solidaridad, ciudadanía, dignidad, libertad. No callaremos. Aquí presentes, somos explosión donde florecemos. Cada una te decimos: cuestiónalo todo. Que el miedo no te paralice y que la rabia te organice con nuestras hermanas. La lucha nos sostiene con ternura.

Este ejercicio de escritura colectiva permitió que las voces de las participantes se entretejieran en un texto poético que celebra la potencia del lenguaje y la lucha compartidas. En esta composición, se reconocen elementos clave de la cosmovisión feminista de las creadoras: la conexión entre cuerpo y Tierra, la sanación como praxis colectiva, el derecho a la palabra y a la rebeldía, la importancia de la organización con la rabia y la ternura, de cuestionarlo todo, de organizar la rabia, de interpelar a otras mujeres a resistir, acompañarse y florecer juntas. Este himno no remite a una identidad feminista homogénea ni a un mandato normativo. Es el mapa de un territorio simbólico y afectivo.

Registro fotográfico de la
sección Himno del fanzine colectivo
producto del taller Autohistorias fanzineadas
para tejer la memoria activista feminista (2023)
Figura 7.
Registro fotográfico de la sección Himno del fanzine colectivo producto del taller Autohistorias fanzineadas para tejer la memoria activista feminista (2023)


Fuente: fotografía de autoría propia.

Este fanzine colectivo se configuró de manera orgánica como un espacio de enunciación, memoria y resistencia en el que las participantes tejieron saberes encarnados a partir de la experiencia, la afectividad y la imaginación política. A través de sus composiciones y escrituras, configuraron una cartografía afectiva y política que no solo documenta, sino que también crea comunidad y es una de las muchas herramientas que sostiene la lucha feminista cotidiana. El fanzine se encuentra disponible para su consulta en el acervo físico de la fanzinoteca La voz que corre del CIEG UNAM.

El segundo taller (impartido con alumnado del 4.° trimestre de la licenciatura en Comunicación Social de la UAM-X) fue un ejercicio más íntimo y personal, cuya convocatoria se hizo personalmente a través de una de sus profesoras, que cedió una sesión de su clase para realizar femzines. Al ser una actividad de menor duración, las dinámicas de elaboración se organizaron en equipos. A diferencia del primer taller, no todo el grupo tenía referencias o conocimiento sobre los fanzines, aunque sí sobre feminismo y activismos diversos. Después de una breve introducción, recorrido histórico y ejemplos de femzines, el grupo de estudiantes se dio a la tarea de elaborar sus fanzines en equipo. De la misma forma que en el taller anterior, se pidió al grupo que llevaran imágenes, recortes y elementos de su archivo personal que quisieran utilizar en sus creaciones.

En estos fanzines se articularon dimensiones íntimas y políticas de las vidas de las participantes, al abordar experiencias como la neurodivergencia —particularmente el autismo y la ansiedad—, con sus respectivas críticas a la medicalización, la institución médica y al estigma que suele acompañar a dichos diagnósticos. Estas vivencias se entrelazaron con relatos de violencia familiar y escolar, así como con narrativas sobre sus trayectorias de llegada al feminismo y otras formas de activismo como el capacitismo, el antiespecismo y el antiadultocentrismo; la importancia de los vínculos de amistad como sostén afectivo, y la influencia de referentes académicos, culturales, musicales y literarios en sus propios recorridos.

En este segundo taller, por tratarse de una sesión más breve y por la carga emocional de los contenidos compartidos, no se realizó registro fotográfico y varios fanzines fueron concluidos fuera del espacio presencial. No obstante, esta dinámica no impidió el desarrollo de procesos de reflexión colectiva, escucha activa y toma de conciencia en torno a temas de relevancia común.

Participar en talleres creativos, tanto como asistente como en el papel de facilitadora, permitió el involucramiento activo en procesos de resistencia feminista, a través de la producción y resignificación de prácticas artísticas en el margen. Estas experiencias incluyeron la elaboración de un átomo social y retratos fotográficos; piezas de fotobordado; pancartas para la marcha del #25N; una intervención urbana con paste-ups monumentales, en la que se homenajeó a la artista y activista feminista Isabel Cabanillas, víctima de feminicidio en Ciudad Juárez, en el año 2020 (Figura 8), y la creación colectiva de fanzines, en los que se integraron diversas técnicas visuales y gráficas desarrolladas de forma colaborativa (Figuras 9 y 10).

Registro fotográfico en el
taller Arte y archivo feminista para la memoria viva en acción (2023),
impartido por Rotminas (Ina Riaskov y Rotmi Enciso) en
la UVA de Tlatelolco
Figura 8.
Registro fotográfico en el taller Arte y archivo feminista para la memoria viva en acción (2023), impartido por Rotminas (Ina Riaskov y Rotmi Enciso) en la UVA de Tlatelolco


Fuente: fotografía de autoría propia.

Registro fotográfico en el
taller Perzines y Femzines:
lo que esta fanzinoteca cuenta (2024), impartido por Iurhi Peña y Gelen Jeleton en el CIEG UNAM
Figura 9.
Registro fotográfico en el taller Perzines y Femzines: lo que esta fanzinoteca cuenta (2024), impartido por Iurhi Peña y Gelen Jeleton en el CIEG UNAM


Fuente: fotografía de autoría propia.

Registro fotográfico en
el taller Fanzine feminista (2024), impartido por Lucía Moscoso y Julia Warmi en el Centre LGBT, en el marco del Festival RUDA Feminisme I
(contra) cultura en Barcelona
Figura 10.
Registro fotográfico en el taller Fanzine feminista (2024), impartido por Lucía Moscoso y Julia Warmi en el Centre LGBT, en el marco del Festival RUDA Feminisme I (contra) cultura en Barcelona


Fuente: fotografía de autoría propia.

Algunos de los temas que predominaron en estas actividades fueron: la importancia del archivo para mantener viva la memoria en casos de migración y de pérdidas de vínculos, así como para documentar las experiencias colectivas de los contextos inmediatos y conectarlas con la memoria existente; para dar cuenta de las violencias históricas que se tienen que seguir nombrando, como el despojo de la tierra, los recursos naturales y el cuerpo de las mujeres, no solo de su fuerza de trabajo, sino de sus vidas, refiriéndose al feminicidio, ya que entre las asistentes había víctimas colaterales de feminicidios cercanos. Además de la necesidad de hacer memoria, se habló de la importancia de ocupar espacios en los cuales juntarse a compartir, hablar, ser escuchadas y llorar sin ser juzgadas, hacer redes y crear juntas.

Si bien estos talleres se desarrollaron en contextos institucionales, su estructura y enfoque se ubica en la intersección entre el activismo, la academia y el arte, lo que les otorga un carácter híbrido y disruptivo. Otro aspecto a tomar en cuenta es que no todas las asistentes eran estudiantes o profesoras, pues algunas estaban más involucradas en las artes y en el activismo, o simplemente se habían acercado a los talleres porque sentían la necesidad de explorar distintas formas de expresión y sentir vinculadas al feminismo.

En este orden de ideas, fue posible constatar que estas prácticas fomentan una politización de lo personal y lo artístico a través de la creación de fanzines, los cuales funcionan como vehículos de resistencia y reflexión feminista. A través de ejercicios de autoedición colectiva se evidenció cómo las creadoras participantes no solo recuperan y visibilizan memorias colectivas de las luchas feministas pasadas, pues además documentan el presente activista y generan un archivo vivo que sigue en expansión.

En los talleres se promovió una desjerarquización en la generación de conocimiento, lo que desafía los límites tradicionales entre el conocimiento académico y los saberes activistas. En la producción colectiva de material tangible, se contribuyó activamente a la construcción de una memoria activista feminista anclada en lo histórico y reconfigurada en el presente inmediato mediante la creación de redes y saberes compartidos. Esto reitera la importancia de las prácticas artísticas al margen como herramientas poderosas que siguen siendo esenciales para las genealogías que sostienen y dan paso a las luchas feministas contemporáneas.

Fanzinear la academia

En cada evento académico se dio la posibilidad de documentar los abordajes, las dinámicas y discusiones en dichos espacios en torno a los fanzines feministas, así como de incidir en su desarrollo, lo que permitió atestiguar cómo las voces y perspectivas feministas fanzineras están presentes y activas. La reflexión en dichos espacios fue crucial para establecer espacios de diálogo y reflexión sobre la importancia de los fanzines y su potencial crítico, afectivo, vinculante y comunitario.

La participación como coorganizadora y asistente a eventos académicos, artísticos y culturales vinculados al fanzine fue oportuna para su registro como espacios que difunden y analizan los fanzines feministas, proporcionando y gestionando plataformas colaborativas para el diálogo entre arte, academia y activismo. Una de las discusiones más presentes fue aquella que debate sobre las implicaciones de llevar el fanzine a espacios institucionalizados y sobre la posibilidad de que este pierda su potencial subversivo en estos. Algunos de los consensos a los que se llegó colectivamente sobre este debate, sin que eso implique que se haya resuelto, es que estos espacios-borde académicos que habita el fanzine, más que institucionalizarlos, absorberlos o apropiarlos, busca preservarlos, cuidarlos, mapearlos, nombrarlos, constelarlos e incentivar que sigan en movimiento.

El hecho de que los fanzines feministas ocupen cada vez más espacios en la academia es muestra de cómo los activismos han ido resquebrajando las estructuras de saber-poder resguardado, toda vez que el fanzine no funge solo como objeto artístico, sino también como un medio de intercambio y circulación de saberes colectivos. En el conversatorio Archiva ruidosa: saberes y prácticas del fanzine feminista en la academia-activista, se habló del fanzine como un ruido que rompe diversos silencios mediante la protesta, la indignación, la interferencia y la alteración del mensaje que se convierte en acción, en memoria, en rebeldía y en resistencia.

Otro aspecto importante, observado y vivenciado durante estas actividades, es la práctica del trueque y donación de fanzines tan común en esta cultura, lo que refleja toda una serie estrategias comunitarias que resiste lógicas mercantilistas y se alinea con una ética feminista de la creación y distribución de conocimiento, sin dejar de subrayar los componentes de la risa, la fiesta, el ruido y los afectos como aspectos fundamentales del ambiente fanzinero.

La visita a fanzinotecas situadas en los marcos académicos (fanzinoteca La Voz que Corre del CIEGy la fanzinoteca Archivo Desobediente del Museo del Chopo UNAM) brindó elementos para identificar distintas aproximaciones a la conservación y circulación de fanzines feministas, que va desde la autoedición y la autogestión hasta la preservación institucionalizada. En estos contextos, los fanzines se archivan como objetos artísticos y culturales, como testigos de luchas feministas pasadas y presentes, archivos vivos que documentan movimientos sociales, resistencias y saberes comunitarios, como fuentes de conocimientos con un espacio propio para su consulta.

En el acercamiento a la fanzinoteca del Museu d’Art Contemporani de Barcelona MACBA, se accedió a su acervo de 573 materiales catalogados como fanzines, cuya clasificación archivística sigue en proceso. En este espacio se consultaron cerca de treinta fanzines mexicanos en los que se identificaron técnicas artísticas y aspectos relacionados con la memoria activista feminista en México en distintos momentos históricos, con algunas temáticas reiteradas como cuerpo, sexualidad, defensa del territorio, maternidades, diversidad sexo-genérica, crítica al antropocentrismo, luchas anticoloniales, antirracismo, violencia de género, ancestralidad y vínculos afectivos.

Finalmente, la visita al taller-editorial La Maquinucha Ediciones del Instituto Gráfico de Oaxaca reveló el papel del fanzine en la construcción de memoria e identidad colectiva local. Este espacio, abierto a la comunidad, facilita la creación y distribución accesible de obra gráfica y editorial, incluyendo los fanzines, los cuales son utilizados como medios de crítica social y preservación de saberes locales. A través de estos fanzines, se manifiestan discursos contestatarios que se oponen a las narrativas hegemónicas estatales y comerciales, posicionándose como elementos clave en la resistencia cultural y la preservación de las identidades locales y la creación artística con la tradición gráfica oaxaqueña, al mismo tiempo que preserva en sus acervos la memoria de luchas feministas, agrarias, antirracistas, ambientalistas y alimentarias como las más sobresalientes en la búsqueda.

Todos estos son aspectos que consolidan al fanzine como una archiva del activismo feminista, no solamente en lo relacionado a su materialidad y su visualidad (que es muy importante en sus narrativas), sino en la profundidad de lo discursivo, lo temático, sus formas de preservación y adaptación y las formas de construir conocimiento a partir de la investigación-creación-colaboración.

Ya sea en espacios institucionalizados o autogestionados, los fanzines son archivos vivos que desafían las narrativas dominantes, permiten la generación de saberes feministas, preservan de memorias activistas y promueven la creación de discursos alternativos en diferentes contextos, situándose en los márgenes de la cultura oficial. La cultura fanzinera, por tanto, además de un vehículo para la resistencia feminista, es también como un espacio vital para la creación de redes y la conformación de comunidades activistas.

La potencia de la archiva feminista

A partir de lo desarrollado en este artículo hasta el momento, se exponen las siguientes reflexiones: por un lado, el fanzine se afianza no exclusivamente como un objeto de deleite estético, del recuerdo o como la publicación de edición especial coleccionable, sino que, para que cada fanzine exista, se da previamente un proceso colectivo de compartir pensamiento, reflexión, procesos y haceres creativos en los que, por otro lado, se registra también lo impropio y lo incómodo.

El fanzine es, entonces, una creación colindante, comunitaria y contextual que suma voces, que recupera partes de la memoria política-artística de luchas feministas, de sus procesos de autocrítica y de contradicciones; es una forma de escritura en la que es posible mirar el saber y la experiencia activista feminista según otras perspectivas, en la que se puede entrar y salir de la literatura, del arte, de la institución, del activismo, de las autorías y de cada frontera imaginable. Son creaciones colectivas que resguardan huellas y registros de una memoria histórica.

Este artículo se ha enfocado en la revisión de los fanzines como fenómeno cultural y en sus procesos como prácticas culturales que producen significados y que pueden ser utilizadas como herramientas de resistencia, de cambio social y de transformación en las normas culturales opresivas. Son fanzineras que desafían el orden establecido con recursos en los bordes.

Las creatividades subversivas que se atestiguan en los fanzines, aquellas resistencias incrustadas en las grietas del sistema, son planteadas a partir de la experiencia, con la creación reparadora y la juntanza para escribir, intervenir, ilustrar, cortar, pegar y suturar, así como para articular agencia cultural, comprendida esta como

un grupo de iniciativas, prácticas artísticas y pedagógicas que, a través del uso de la cultura y sus artefactos, desde perspectivas no académicas, autogestionadas, populares, comunitarias y creativas, apuestan por la transformación social desde una táctica de lo “okupa”, proponiendo formas diversas de la política. (Garzón Martínez et al., 2019, p. 58)

A través de los talleres fanzineros, se observó que estas prácticas habilitan procesos de resignificación del dolor y del silencio, en los cuales la creación se convierte en una tecnología de la memoria encarnada y en una forma de sanación colectiva. Las heridas sistémicas, invisibilizadas o normalizadas por las estructuras sociales y simbólicas, encuentran un lugar al nombrarlas, compartirlas y encaminarse colectivamente hacia procesos que apunten a la catarsis y a la reparación.

En cuanto a la noción de archiva feminista, propuesta por Mónica Mayer en 2013 como parte de la consolidación de un trabajo realizado desde 1989 en la muestra Polvo de Gallina Negra. Mal de ojo y otras recetas feministas, 8 aquella busca visibilizar el arte de la diversidad de mujeres y el arte feminista en particular, además de cuestionar los cánones establecidos y los procesos de legitimación que excluyen a la creación no hegemónica.

La archiva feminista recopila y preserva materiales que documentan y crean memoria de la herstory, de las diversas luchas y contribuciones de las mujeres en la recuperación de sus derechos y de una vida digna, sin violencia. Esta archiva se compone de documentos escritos, publicaciones, fotografías, grabaciones de audio, videos, piezas de arte, artefactos, correspondencia, archivos personales, archivos de gestión, centrales e históricos y todo material que registre las prácticas artísticas y culturales feministas.

Emanuela Borzacchiello, propone el estudio del archivo “dando pasos hacia atrás… escuchando y mirando hacia abajo, hacia adentro” (2019, p. 180) y retoma a Patricia Arenas (2019):

Ese mirar hacia abajo es también una forma de mirarse a sí misma, de indagar en lo más profundo del ser humano para comprender el porqué de ciertos acontecimientos. […] La materialidad que simboliza la memoria nacional de las epopeyas, las conquistas y las transformaciones por lo general nos obliga a mirar hacia arriba, en dirección a un lugar en lo alto desde el cual se nos presenta la magnificencia de un pasado remoto. […] Pero si mirar hacia arriba, a esos lugares de memoria, nos permitió conocer las grandes lecciones de la historia, desviar la mirada hacia abajo, al piso, al cemento, a la tierra, nos deparó con lo invisible, con el silencio y con lo subterráneo.

Ese mirar hacia abajo es mirar hacia las prácticas feministas que no necesariamente se consideran arte, conocimientos o memorias válidas según otras esferas de poder. Ese desviar la mirada hacia el pasado, hacia lo complejo, lo que se contradice o hacia donde no se ha mirado, es una forma de “mostrar lo que se ve desde la alcantarilla”, en términos de Alejandra Pizarnik (2023[1962]).

La preservación de la memoria feminista a través de la archiva resulta fundamental para la construcción de identidades, para el registro de “el cambio social como un hecho creativo” (Mujeres Creando, 2005, p. 231) y el papel de las mujeres como creadoras de lenguajes y símbolos, que disputan espacios de protagonismo y visibilidad activa para grupos e identidades cuyos relatos y archivos no se encuentran en la narrativa hegemónica. Llegado este punto, es importante reflexionar con esta mirada para reconocer la importancia del contenido visual, gráfico, textual y discursivo en los fanzines feministas y cómo estos influyen en la recepción y comprensión del mensaje, así como la forma en la que las activistas feministas expresan, resisten, informan, convocan, organizan, reivindican, sacan a la calle los feminismos y resisten las diversas opresiones de género, raza, clase y todas aquellas que se entrecrucen en sus contextos y experiencias particulares.

Hacer fanzines es poner el cuerpo y la experiencia vital, crear constelaciones afectivadoras (Collado, 2021) de luchas, temas, territorios, sentires y miradas situadas. Teresa de Lauretis (1984) teorizó la experiencia como

el proceso por el cual se construye la subjetividad para todos los seres sociales. A través de ese proceso uno se ubica o es ubicado en la realidad social y de ese modo percibe y comprende como subjetivas (referidas a y originadas en una misma) esas relaciones —materiales, económicas e interpersonales— que de hecho son sociales y, en una perspectiva más amplia, históricas. (p. 159)

Esa experiencia acuerpada que produce conocimientos, historia, relatos, apropiaciones y memoria, ese hacerlo una misma y con las demás, involucra un ejercicio intelectual de creación que no solo denuncia, sino que también contribuye a identificar, reparar y suturar colectivamente y en procesos acompañados las heridas sistémicas del patriarcado, el capitalismo, el sexismo, el racismo, el machismo, la gordofobia, el clasismo, la transfobia, la lesbofobia y mucho más, según las violencias que fueron referidas por las asistentes a las actividades hasta aquí enunciadas: violencia sexual; abusos; acoso; control sobre el cuerpo y la sexualidad; violencia médica; imposición de normas estéticas; patologización y medicalización; exclusión de los relatos oficiales, de la producción de conocimiento y de la memoria histórica; imposición de la maternidad, invisibilización del deseo fuera de la norma; la desvalorización del trabajo de cuidados; la violencia académica y estatal; el despojo de los territorios, y el feminicidio. Violencias invisibilizadas, naturalizadas, minimizadas y negadas.

Juntarse a hacer fanzines implica, entonces, el reconocimiento de lo no nombrado; de la experiencia situada; de la producción de información desde otros lugares; de otros discursos posibles; del desplazamiento de saberes colectivos que apuestan por lo lúdico y lo afectivo, y la posibilidad de una militancia gozosa (Federici, 2022). Mirar y escuchar la archiva fanzinera feminista es poner la experiencia vital al centro, recuperar la memoria de prácticas culturales feministas, con las cuales es posible “visibilizar cómo las mujeres crean, significan, dan sentido, casi siempre luchando, para romper, resignificar, subvertir esa ‘naturalización’ que conforma su cuerpo, su experiencia, su ser en la cultura” (Garzón Martínez et al., 2019, p. 50); es reconocer, crear, compartir y habitar un espacio en el que la preservación de la memoria contrahegemónica es un aspecto fundamental.

En este sentido, la acción de fanzinear es por sí misma una disrupción, una intervención colectiva que trae al frente experiencias y saberes que han sido marginados y que por mucho tiempo no tuvieron cabida en el conocimiento institucionalizado o en la experiencia reconocida como valiosa o importante para nombrarse. Una serie de maniobras afectivas en pos de preservar la memoria y las huellas de la lucha feminista, sus contextos, sus agendas y reivindicaciones, así como las experiencias desterritorializadas y en búsqueda.

Es la memoria colectiva relatada y registrada por los saberes subalternos, de acuerdo con las prácticas artísticas como forma de resistencia y la toma de conciencia de las violencias históricas pasadas y presentes. Estas prácticas artísticas no equivalen a la memoria oficial, pues justo lo que hacen es encumbrarse más allá del control de la violencia sobre la memoria y dan cuenta de los abusos, los despojos, los abandonos, no solamente para no olvidarlos y denunciarlos, sino para reivindicar rebeldías, subversiones y el derecho a reconstruir sus historias, además de su utilidad para que se puedan comprender las tramas complejas de poder en las que todo esto sucede:

Es a través de determinadas prácticas de memoria que nos damos sentido a nosotras mismas como sujetas sociales, y que construimos sentidos de pertenencia y diferencia que dotan de cierta coherencia a nuestras identidades que son a su vez siempre generizadas. (Troncoso y Piper, 2015, p. 67)

La práctica fanzinera es un manifiesto, un posicionamiento que se sigue construyendo, espacios que cuestionan las miradas tradicionales en la producción, acceso y difusión de saberes feministas, luchas con la capacidad de autoeditarse, de realizar maniobras alternativas que activen y afectiven la memoria feminista a golpe de grapas, fragmentos, recortes, trozos y trazos, de interrupción, reparación, juego, contagio, descanso, recreo, desobediencia, desviación, glitch 9 y anomalía. Es dominio de técnicas a puro error, improvisación, lenguajes otros, recreación, reparación, otro aspecto central del hacer-juntas. El fanzineo como práctica coyolxáuhtica 10 [sic] de unir y reconstruir lo que la violencia trocea. Son creatividades subversivas ejercidas según la experiencia, con la creación reparadora, la acción, la voluntad y el deseo de juntarse a escribir, intervenir, ilustrar, cortar, pegar y suturar.

Hacer fanzines es la posibilidad de una contranarrativa y una contramemoria, una pasión activa, liberadora; la posibilidad de un recreo necesario en la escuela de la rabia, como propuso Cristina Rivera Garza (2021). El recreo como ese espacio de alianzas, de alimentarse, nutrirse, descansar, estirarse, caminar, repararse. Fanzinear para denunciar, sí, para dolerse e indignarse, pero también para celebrar que las fronteras, los bordes y las grietas que encarnan siguen siendo habitables gracias a los afectos, a vínculos y a las pasiones. En la expresión de Gema Villegas: “¡El fanzine está más vivo que nunca!” (2018, p. 15).

¿Por qué siguen siendo necesarios los fanzines también en los bordes de los espacios institucionalizados? Para nombrar lo innombrado, para reconocerlo. Para darle lugar a las utopías. Para buscar los resquicios en los que se puede vivir de otra manera. Para generar espacios de vitalidad para sobreponerse al dolor y las violencias. Porque la imaginación “tiene el poder de demostrar que el estado de las cosas no es permanente, ni universal, ni necesario” (Kroeber Le Guin, 2004, p. 162). Para problematizar la historia única que quiere borrar las memorias de resistencia. Para poner al centro la vida, la creación, el hacer-sentir-juntas. Porque en ningún momento, al hacer fanzines se posterga la vida.

A manera de cierre

Los fanzines, en calidad de artefactos culturales producidos en los márgenes de los circuitos editoriales oficiales, configuran un espacio político de enunciación desde donde activistas interpelan, cuestionan y rehacen los discursos hegemónicos sobre sus cuerpos, memorias, saberes y afectos. El lugar de los fanzines en la construcción y preservación de la memoria colectiva activista y su relación con otras prácticas de archiva feminista es primordial para comprender temas, problemáticas y reivindicaciones, así como su relación con las agendas feministas situadas en diferentes momentos y contextos. También es sustancial pensar el papel de los fanzines en la construcción de la identidad feminista y sus vínculos con otras subculturas y formas de expresión, como el punk, la cultura geek, el arte callejero y la cultura popular, entre muchas otras. Se trata de vínculos para nada casuales.

A partir de una mirada situada y encarnada, se ha evidenciado cómo estas producciones gráficas y narrativas son portadoras de una huella temática densa y polifónica: las violencias patriarcales vividas en contextos familiares, escolares, institucionales o médicos; los tránsitos hacia el feminismo como proceso político y afectivo; las resistencias cotidianas; la elaboración de duelos y heridas; las genealogías personales y colectivas, y la construcción de redes de apoyo y cuidado. Esta constelación temática se entrelaza con una estética que rechaza la perfección y la lógica del mercado y, en su lugar, privilegia el error, la mancha, el trazo desprolijo, la escritura íntima, el collage, el bordado y la apropiación de imágenes como formas de subversión visual y política.

Hacer fanzines y estudiar fanzines, es decir, fanzinear en la academia, es un acto parecido al hackeo de un sistema dominante. Himanen (2021) define a la persona hacker como alguien que puede reprogramar sistemas con la pasión y con el deber que conlleva su saber. Pasión y saber son elementos centrales de los fanzines, llegar a los espacios para ser un punto de siembra y de transformación, para reprogramar. Fanzines como glitch, ese aparente descuido del sistema en el que nos infiltramos con el error, con lenguajes vivos y cambiantes, para transformar los vínculos a partir del arte, lo político y lo tecnológico: fallos, distorsiones y cambios en el voltaje que no permiten que una acción se ejecute correctamente. Un cambio de voltaje aparentemente tan minúsculo que ningún fusible podría protegerlo (Russel, 2021, p. 35).

El fanzine es resistente y escurridizo al canon. Sigue siendo proscrito, contracultural, no importa dónde se lea o se haga. No hay manera, por ejemplo, de que se convierta en un objeto de estudio que pueda ser manipulado, conquistado y conocido a fondo. No se les puede extraer el saber. En todo caso, son documentos vivos, la archiva de una serie de huellas situadas al margen. Un fanzine okupa 11 los espacios, los recupera del vacío o del suspenso. Recupera lo que parece que no tiene mucha utilidad: papeles, recortes, material reciclado, una simple hoja y cualquier saber para plasmar ideas y sentires. Okupar para resignificar y recuperar los espacios arrebatados.

Particularmente para los feminismos, como movimientos también situados al margen de lo establecido, los fanzines han sido una herramienta y un terreno a través del cual disputar espacios seguros para colectivizar, para crear, para compartir. Lo anterior sobre todo al reconocer que los espacios de creación y publicación han sido, históricamente, lugares mayormente masculinizados, cerrados para ciertas identidades y experiencias vitales, en los que no ha habido lugar para reconocer determinados repertorios, voces y obras, en los que tampoco ha estado presente la horizontalidad, el reconocimiento de la otra persona y en muchos casos ni siquiera una apertura a la experimentación.

Hablar de la potencia de la archiva femzinera en la memoria activista es el reconocimiento de la importancia de su resguardo, así como del valor del fanzine como herramienta de creación, recolección, sistematización y construcción de la experiencia situada, ese saber-hacer con el sentir colectivo y la relacionalidad. Maniobras que producen significados, artefactos de resistencia y transformación que hackean la norma al utilizar la cultura y sus mecanismos.

Los fanzines, como expresiones públicas de saberes, rebeldías y reivindicaciones y como soportes materiales (y cada vez más digitales) y simbólicos de expresión política, afectiva y estética, pueden ser considerados una forma de manifiesto; no por nada han sido el formato predilecto de dicho género discursivo literario, uno de los canales esenciales a través de los cuales se ha encauzado el activismo feminista, la subversión y la creación artística. En su dimensión crítica, son campos de experimentación en los cuales se reescriben los lenguajes del poder, se disputan sentidos y se articulan vindicaciones políticas que emergen de los cuerpos y territorios específicos de quienes los producen. Son puntos de unión entre diversos tejidos colectivos y conectivos, voces en altavoz para el acceso a todo público, de esos espacios de existencia necesarios (Ribeiro, 2023) para saber-conocer otras formas de ver el mundo. Fanzinear para protestar, desacomodar, reacomodar, responder, proponer y reparar; para hacer de las fronteras, los bordes y las grietas espacios habitables.

El fanzineo feminista es un espacio político para confabular, confluir, encontrarse y revelar lo invisible. Reflexionarlo en el borde de la academia, el activismo y el arte contribuye a la memoria de los debates y análisis en el feminismo contemporáneo, en continuidad con las genealogías que lo han construido, comprendiendo el proceso de apropiación feminista como una espiral dotada de prácticas y herramientas de creación y colaboración colectiva, en las cuales nombrarse, posicionarse, resignificar discursos e historias y hacer memoria. Retejerla, siempre con una mirada al futuro.

Última página del fanzine
“La potencia fanzinera para tejer la memoria
activista” que guarda la memoria de esta investigación y que se encuentra
disponible para su consulta en la fanzinoteca La voz
que corre del CIEG UNAM
Figura 11.
Última página del fanzine “La potencia fanzinera para tejer la memoria activista” que guarda la memoria de esta investigación y que se encuentra disponible para su consulta en la fanzinoteca La voz que corre del CIEG UNAM


Fuente: elaboración propia.

Referencias

Adichie, C. N. (2018). El peligro de la historia única. Random House.

Alvarado, M. (2021). Feminismos del sur en formato fanzine. IV Jornadas de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo. Agrietar al neoliberalismo en Nuestra América, Mendoza, Argentina. https://bdigital.uncu.edu.ar/16964

Arenas, P. (2019). Mirar hacia abajo. Hacemos Memoria. https://hacemosmemoria.org/2019/04/04/mirar-hacia-abajo/

Borzacchiello, E. (2019). Entre archivos. Prácticas narrativas para descifrar la violencia y cuidar la vida. Atlante. Revue d’Études Romanes, 11, 179-193. https://journals.openedition.org/atlante/11079

Centro de Investigaciones y Estudios de Género CIEG UNAM. (2023). Archivos Históricos del Feminismo. Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). https://archivos-feministas.cieg.unam.mx/index.html

Borzacchiello, E. (2024). Convocatoria al XXX Coloquio Internacional de Estudios de Género “Remolinos feministas desde los sures globales”, UNAM. https://cieg.unam.mx/img/carrusel/Convocatoria-XXX-Coloquio-4.pdf

Collado, A. (2021). Hackear, acuerpar y afectivar el currículum feminista [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=ecOzDGekKK0

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Notas

* Artículo de investigación

Acerca de la autora Investigadora posdoctoral del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, becaria del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, asesorada por la Dra. María Isabel Belausteguigoitia. Docente, tallerista y profesional en Género, prácticas artísticas, culturales y en Comunicación. Doctora en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-X, licenciada en Comunicación Social por la misma universidad. Candidata del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) del Conahcyt en México.

1 El término deriva de fan y dominio (entendido como un grupo de personas o una comunidad). El fandom está compuesto por grupos de fans que comparten un interés común por productos y expresiones culturales, relacionados mayormente con la ciencia ficción: un libro, serie de televisión, película, videojuego, personaje o artista.

2 Este primer fanzine tiene como tema principal la historia del Science Correspondende Club, su conformación y artículos de interés para quienes integraban el club: relatos, análisis de productos culturales diversos relacionados con la ciencia ficción, así como propuestas de tramas y personajes para próximos números del fanzine, como se puede ver en este fragmento (Palmer y Dennis, 1930).

3 Cultura juvenil alternativa británica de principios de la década de 1950 y mediados de los sesenta. Eran conocidos por su estilo de dandies, su particular forma de vestir y pasión por el rock and roll y el R&B.

4 Cultura caracterizada por su afición y profundo interés en la informática, la cultura pop, los videojuegos, los cómics, las películas y música de culto y la ciencia ficción y la fantasía.

5 Véase Fanzinoteca (s. f.).

6 Véase Centro de Investigaciones y Estudios de Género CIEG UNAM (2023).

7 Es una expresión que se utiliza dentro de los feminismos para señalar actitudes punitivas, jerárquicas o excluyentes que cuantifican, en una posición de autoridad moral, quiénes cumplen con determinados estándares teóricos, éticos o políticos para nombrarse feministas. Suele derivar en vigilancia, cancelación, exclusión o desacreditación de quienes no alcanzan el estándar.

8 Véase Mayer (2014).

9 En el ámbito digital, especialmente en la informática y los videojuegos, el término glitch se refiere a un error o fallo en un programa, aplicación o juego, originado por su propio diseño o estructura. Este error no destruye el sistema, sino que se integra en él como una característica, transformando su funcionamiento original. En el Manifiesto del feminismo Glitch (Russell, 2021) el concepto se reapropia para aludir formas de disidencia frente al status quo, entendiendo el glitch como una manifestación de las fallas del sistema, que, al evidenciar sus limitaciones, impulsa transformaciones sutiles pero significativas desde dentro.

10 Coyolxauhqui es una diosa prehispánica que, según la mitología azteca, se cuenta que fue decapitada y desmembrada por su hermano Huitzilopochtli, quien arrojó el cuerpo al cerro de Coatepec. Si bien hay distintas versiones del mito, la feminista chicana Gloria Anzaldúa invita a reescribir y resignificar a la diosa villana, fragmentada y perdida en la oscuridad, como una diosa que se reconstruye a sí misma, se encuentra y renace en esa misma oscuridad.

11 Okupa, con “k”, alude a los movimientos de ocupación surgidos en España a mediados de los años ochenta, vinculados a la contracultura urbana y a corrientes anarquistas y autónomas. Su escritura alternativa enfatiza su carácter político y contestatario, asociado a prácticas que se mueven en los márgenes, como los fanzines, la cultura punk y los centros sociales autogestionados.

Notas de autor

a Autora de correspondencia. Correo electrónico: ale.collado.campos@gmail.com

Información adicional

Cómo citar: Collado Campos, A. N. (2025). La potencia fanzinera y la archiva feminista: apuestas para tejer la memoria activista. Papel Político, 30. https://doi.org/10.11144/Javeriana.papo30.pfaf

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