Identificación del paisaje cultural en un barrio histórico a través de sus jardines urbanos: el caso de Barrio República, Santiago de Chile*

Identification of the Cultural Landscape in a Historic Neighborhood through its Urban Gardens: The Case of Barrio República, Santiago de Chile

Paulina Alvarado Castro , Alfonsina Ramírez Scheel , Macarena Núñez Escudero

Identificación del paisaje cultural en un barrio histórico a través de sus jardines urbanos: el caso de Barrio República, Santiago de Chile*

Apuntes: Revista de estudios sobre patrimonio cultural, vol. 36, 2023

Pontificia Universidad Javeriana

Paulina Alvarado Castro a

Universidad de Las Américas, Chile


Alfonsina Ramírez Scheel

Universidad Nacional de La Plata, Argentina


Macarena Núñez Escudero

Investigadora independiente


Recibido: 02 septiembre 2022

Aceptado: 10 mayo 2023

Publicado: 15 agosto 2023

Resumen: Los jardines urbanos en barrios con historia aportan a su imagen patrimonial, relevando sus atributos. En Barrio República, ubicado en Santiago de Chile, surge la necesidad de encausar la idea de que estos espacios, ubicados en las calles, pasajes y avenidas, sean identificados como paisajes culturales por sus valores históricos y sociales, que hablan de pertenencia y vinculación actual urbana con sus residentes y vecinos/as. Todo ello, con base en la comprensión del concepto según distintos autores, un análisis historiográfico y el desarrollo de entrevistas realizadas a lo largo del proceso, que dan cuenta de la importancia de los jardines en las diversas formas de vida, antiguas y actuales, permeando en las relaciones sociales y manteniendo así un espíritu de comunidad que las une y fortalece.

Palabras clave:jardines urbanos, paisaje cultural, patrimonio urbano, Barrio República, Santiago de Chile.

Abstract: Urban gardens in neighborhoods with history contribute to their heritage image and highlight their attributes. Their historical and social values talk about sense of belonging to the plance and create link with its inhabitants. In Barrio República, located in Santiago de Chile, arises the need to identify as Cultural Landscapes the spaces located in the streets, passages and avenues. This research is based on the meaning of Cultural Landscapes according to different authors, the historiographical analysis and the development of interviews carried out throughout the process. As a result has been shown Urban gardens' relevance for local people, regardless their lifestyle, contributing in their social relationships, keeping community spirit that unites and strenghtens them.

Keywords: urban gardens, cultural landscape, urban heritage, Barrio República, Santiago de Chile.

Introducción

Patrimonio y paisaje son conceptos que no se relacionaron entre sí desde sus inicios (Azkarate y Azpeitia, 2016), si bien hoy en día es difícil desligarlos, en especial cuando aportamos elementos naturales a la dinámica social-cultural. La idea de identificar un paisaje cultural, como una conjunción de nociones que articula el patrimonio material e inmaterial y el espacio habitado (Ojeda Leal, 2014), es algo que en determinados barrios históricos ha existido desde hace mucho tiempo en relación con sus áreas verdes, pero que ninguna persona ha reparado en identificar, ya sea porque la mencionada unión está desapareciendo o porque no se le ha dado la relevancia suficiente. En el caso de Barrio República, ubicado en el centro de la ciudad de Santiago de Chile (figura 1), ambas razones coinciden.

Barrio República es uno de esos lugares históricos caracterizados por su pasado aristócrata, con unas decisiones urbanas que marcarían su identidad local. Hasta 1850 fue sector rural, pues luego de una serie de intervenciones en los alrededores, entre las que destaca el diseño y construcción de un parque público (Parque O’Higgins), se definió su destino: los sitios comenzaron a incrementar su valor por su incorporación a la traza urbana y comenzaron a atraer a familias de clase media-alta (De Ramón, 2000), quienes construyeron allí sus residencias: “Su alto precio y la categoría social del comprador hizo que se levantaran residencias muy suntuosas con estilos diversos que diferenciaban claramente a cada una de sus vecinas” (De Ramón, 1985, p. 218).

Su ubicación céntrica y la categoría de las familias que habitaban el lugar hizo que la gestión pública fuese muy eficiente, haciendo de este barrio un sector privilegiado en cuanto a alumbrado público, alcantarillado y arbolado urbano en todas sus calles, que bordeaban grandes casonas con antejardines, patios e invernaderos. Estas características lo convirtieron en uno de los sectores residenciales más reconocidos de la ciudad desde finales del siglo XIX.

Ubicación de Barrio República y Parque O’Higgins en relación con hitos urbanos de la ciudad de Santiago de Chile
Figura 1.
Ubicación de Barrio República y Parque O’Higgins en relación con hitos urbanos de la ciudad de Santiago de Chile


Fuente: Google Earth e intervención propia (2022)

Sin embargo, nuevos cambios históricos y sociales de Chile hicieron que Barrio República fuera mutando en sus tipos de habitantes y formas de habitar, convirtiéndose en una zona universitaria que convive con antiguos habitantes y con su arquitectura patrimonial. Pero algo que no ha desaparecido es la vocación de mantener sus áreas verdes, aun sin asociarlas al discurso patrimonial local.

El reconocimiento del patrimonio cultural de Barrio República (caracterizado por la protección oficial de buena parte de su arquitectura1) se ha olvidado de considerar a las áreas verdes como parte de su relevo, dado que constituyen una parte fundamental de la imagen urbana del sector, amparada por su historia y por un sentido de pertenencia hacia ellas por parte de sus propios habitantes, quienes reconocen la importancia de los jardines en sus vidas, mas no los asocian a algo mucho más profundo, que nace desde la identidad y la vocación botánica del barrio.

Todos los paisajes culturales en espacios urbanos son históricos y sobresalen por la suma de elementos patrimoniales que reflejan sus sociedades (Zárate, 2010). Es allí donde surge la pregunta: ¿los jardines urbanos de un sector histórico como Barrio República reúnen las condiciones para ser considerados paisajes culturales?

El objetivo de esta investigación es categorizar los jardines urbanos de Barrio República como paisajes culturales, describiendo los antecedentes históricos que sustentan la presencia de áreas verdes en la conformación del barrio, identificando su pertenencia y vinculación con los habitantes actuales y, finalmente, contrastando las condiciones que determinan los paisajes culturales con las características de los jardines del barrio para así responder la pregunta inicial.

Metodología

Llevar a cabo el proyecto de caracterizar los jardines urbanos de Barrio República implica recabar en su historiografía y explorar las múltiples dimensiones desde donde se puede enfocar esta práctica. Para esto, es necesario valerse de una metodología cualitativa, en la medida en que su especificidad y capacidad de recopilar información con distintas herramientas permite complementar saberes y datos necesarios para comprender este fenómeno de manera integral.

En ese sentido, la metodología cualitativa resulta necesaria para poder comprender los antecedentes históricos, así como el vínculo y sentido de pertenencia e identidad que los/as mismos/as vecinos/as han construido con los jardines del barrio, tanto desde fuentes secundarias como primarias. Esto es posible, toda vez que lo cualitativo señala la realidad como una construcción subjetiva e intersubjetiva, donde los mismos actores sociales intervinientes —es decir, aquellos que “están ahí”— son quienes contribuyen a producir y reproducir los saberes (Sautu et al., 2005). De esta manera, la metodología cualitativa da importancia a los códigos, los significados y las reglas de significación que establecen los mismos individuos (Canales, 2005) y con ello permite al investigador percibir las formas de relacionarse y actuar de las personas.

Para fines de esta investigación, la metodología cualitativa tiene dos momentos que hacen referencia a las fuentes desde donde se obtienen los datos, ya sea primarias o secundarias. Las fuentes secundarias responden al material historiográfico que da cuenta de las distintas etapas históricas vividas en Barrio República, a fin de trazar un bosquejo material y cronológico del barrio —urbanización del sector, presencia de jardines durante sus distintos periodos, tipificación de especies, usos del espacio— por medio de un trabajo descriptivo que permite identificar la presencia e impacto de las áreas verdes en las prácticas sociales del barrio, mostrando las características del lugar por medio de la tipificación y medición de sus elementos (Lafuente y Marín, 2008) para, finalmente, situarnos en contexto al momento de hablar con los/as vecinos/as.

Por otra parte, las herramientas que responden a la recopilación primaria son las entrevistas y los focus group. El focus group (o grupo focal) consta de una reunión o espacio donde confluyen varias personas con la finalidad de conversar o discutir sobre un tema en particular. De esta manera, los grupos focales son un marco que capta representaciones ideológicas, valores, formaciones originarias y afectivas dominantes en un determinado estrato o sociedad (Ortí, citado en Valles, 1999a). Esta herramienta, enmarcada en la metodología participativa, busca indagar en las percepciones de distintas personas —particularmente vecinos/as y trabajadores— que tienen contacto directo con los jardines urbanos del barrio y que pueden guardar distintas perspectivas en torno a este tema. Así, se propicia un ambiente donde pueden aparecer los distintos testimonios y discursos respecto a los jardines, así como espacios de discusión respecto a estos.

Por otra parte, los usos y las connotaciones del lenguaje que se desprenden de las entrevistas permiten transparentar concretamente condiciones y referencias que pueden ser determinantes de la postura de un individuo dentro de una conversación, además de que aportan una gran riqueza informativa (Valles, 1999a, 1999b), antecedentes útiles para el análisis posterior de la información.

Para fines de la investigación, se utiliza una entrevista semiestructurada, guiada por un conjunto de preguntas sin un orden predeterminado. Para Erlandson, “este proceso abierto e informal de entrevista es similar y sin embargo diferente de una conversación informal. El investigador y el entrevistado dialogan de una forma que es una mezcla de conversación y preguntas insertadas” (citado en Valles, 1999b, p. 179). Esto permite conocer sensaciones y percepciones de los/as habitantes del barrio frente a su experiencia tanto de las disposiciones y usos del espacio público, como del reconocimiento de las áreas verdes y los jardines a través de los años, sus propias impresiones sobre estos, la importancia e impacto que tienen en distintas esferas (sociales, identitarias, económicas, urbanísticas, entre otras) para el barrio, entre otros elementos. Estas entrevistas se realizaron a vecinos/as y trabajadores del barrio interesados/as en formar parte del proyecto y que participasen específicamente del cuidado o mantención de un jardín o área verde.

Aproximación teórica al paisaje cultural

En la actualidad, las distintas formas de determinar espacios de pertenencia con valores y atributos se hacen cada vez más complejas y dinámicas. Desde su identificación primera hasta la elaboración de estrategias de gestión, los procesos siempre son específicos y localizados en cada sitio, ya que las condiciones ambientales en las que se desenvuelve cada bien exigen una dedicación especial que ayude a reconocer cuáles son los factores que influyen.

En ese sentido, la relación del espacio construido con el área natural, en la que calificarían los jardines urbanos, ha comenzado en las últimas décadas a ser parte de las discusiones de la materia, incluyendo el concepto de paisaje cultural como parte esencial del reconocimiento de bienes de valor. Es por eso que el Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco lo define como:

Los paisajes culturales son bienes culturales y representan las “obras conjuntas del hombre y la naturaleza”. Ilustran la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos a lo largo de los años, bajo la influencia de las limitaciones y/o de las ventajas que presenta el entorno natural y de fuerzas sociales, económicas y culturales sucesivas, internas y externas. (Centro del Patrimonio Mundial Unesco, 2005)

Sin embargo, en su esfuerzo por establecer tipos de paisajes culturales, la Unesco identifica a los parques y jardines como los paisajes más definidos, creados por razones estéticas, dejando fuera diversos condicionantes, mucho más allá del carácter ornamental, que van forjando una imagen como producto de las transformaciones culturales y naturales de un territorio. La significación de los paisajes culturales se vincula en ese sentido y de forma estrecha con el contexto y el modo de vida de la cultura que allí se desarrolla (Cambón Freire et al., 2014).

El concepto ha seguido evolucionando y en la Carta Iberoamericana del Paisaje Cultural del año 2012, además de precisarse este concepto como la unión entre humano y naturaleza, se establecen parámetros más abiertos para la identificación de estos bienes, incorporando conceptos asociados a la comunidad que los sostiene, tales como su memoria y su identidad. Como tal:

Los paisajes culturales son privilegiados en el espacio, ya que permiten la interpretación del pasado y contienen un insustituible potencial didáctico para la sociedad (Ballester, 2005; Zárate, 2010), convirtiéndose en transmisores e intérpretes de la cultura de un lugar. Para ser considerados como paisaje cultural, los jardines urbanos debieran identificarse con conceptos que trasciendan su dimensión botánica y cultural, debiendo responder a factores humanos como lo social y lo económico, que le dan el verdadero carácter y la justificación de su presencia indiscutida en el lugar.

Es por eso que los paisajes culturales deben compartir espacios hechos por el ser humano para el ser humano; conservar significados para sus habitantes y, a su vez, ser potenciales recursos para un desarrollo económico sostenible para la comunidad que los rodea (Ojeda Leal, 2014), condicionantes mucho más profundas que sobrepasan la dimensión estética.

Los procesos de gestión y preservación de los paisajes culturales, al igual que los bienes patrimoniales, implican una serie de pasos que buscan ponerlos en valor y proyectarlos a futuro. Para ese fin, se utiliza el trabajo de Elena Cambón (2009), quien establece que la identificación es el primer punto, a partir de criterios que permitan una futura valoración de su impacto y proyección, sobre las formulaciones de instituciones que han trabajado este concepto, como el Servicio Nacional de Parques de los Estados Unidos y la Unesco.

Es así como se determinan dos criterios de identificación, en relación con los aspectos culturales e históricos, debido a que son los principales factores que determinan la existencia de un paisaje cultural (Cambón, 2009).

Para esta autora, los criterios históricos responden principalmente a la búsqueda de antecedentes historiográficos que permitan identificar valores y atributos característicos del sitio analizado. Por otra parte, los criterios culturales responden, entre otros puntos, a muestras que determinen unidades de paisaje fáciles de identificar; edificaciones representativas de las formas vida del lugar y la existencia de comunidades locales activas; hábitats que garanticen la diversidad biológica; o áreas que ejemplifican modos específicos de asentamientos humanos u organización espacial.

Es importante recalcar que, para la identificación de los jardines urbanos como paisajes culturales, el grado de pertenencia sobre estos bienes es principalmente de carácter local. El paisaje se asocia al grado de realización de una comunidad con su lugar y viceversa (Magnaghi, 2000; Nuñez Escudero et al., 2019), y por lo tanto, constituye una relación profunda, íntima y de mucha pertenencia.

La idea de que el jardín sea un paisaje cultural asociado a una acción humana implica que la definición de su forma, creación, manutención y diseño se relaciona con una dimensión indivisible y espiritual (Nuñez Escudero et al., 2019) entre ambos elementos.

Es así como se da cuenta de que los paisajes culturales no son solo espacios de belleza natural, sino lugares de comunidades, memoria, pertenencia e identificación, con atributos que podrían ser patrimoniales, pero con la responsabilidad de proyectarse en el tiempo como espacios vivos y cambiantes.

Desarrollo

Los jardines urbanos de Barrio República a través de los tiempos

Barrio República, sector residencial de la antigua clase media-alta ubicado en el sector céntrico de la ciudad de Santiago de Chile, fue desde sus inicios una de las áreas más privilegiadas en cuanto a desarrollo y conservación de áreas verdes en la ciudad (figura 2). Las razones para esto parecieran deberse a la construcción de grandes casonas aisladas de familias aristócratas que permitían tener jardines privados; su carácter pionero en la plantación de arbolado urbano; y la construcción en el límite sur de un espacio que se constituyó como un polo de encuentro social de las familias desde fines del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX: Parque Cousiño (hoy, Parque O’Higgins).

Barrio República
Figura 2.
Barrio República


Fuente: Ilustre Municipalidad de Santiago (2021)

Este parque [Cousiño], por más de medio siglo, fue el epicentro de Santiago y sus ritos urbanos, sociales, festivos, cívicos y deportivos. Incluso, en los inicios del siglo XX se lo consideraba lugar de veraneo popular, por las playas de su gran laguna. (Laborde, 2008)

Así, junto a la construcción del parque comenzó también un proceso de trazado y apertura de calles (Vicuña Mackenna, 1872). De esta manera, la urbanización del barrio se dio con mucha rapidez y con ello el aporte de la vegetación al lugar.

Sobre esas vías comenzaron a edificarse las primeras viviendas de las familias aristocráticas de Santiago, residencias de clase alta y media-alta que se complementaron más adelante con conjuntos habitacionales más modestos, como cités y pasajes, mezcla que se define como un interesante modelo de integración social (Merino, 2014).

Su arquitectura respondió a la forma tradicional de edificar viviendas desde tiempos coloniales: de agrupación continua y sin antejardín, aportando ornamentos propios del academicismo del siglo XIX que formaron una imagen de equilibrada composición. Dentro de esa lógica, el jardín no hacía parte de esa construcción. No obstante, esto se suplió en parte con el arbolado urbano (proporcionado por el municipio) y la conformación de plazas.

Es así como las familias habitantes de Barrio República vivieron aquella época en torno a las áreas verdes y la modernización de sus calles, condiciones privilegiadas de las que ningún otro barrio de Santiago podía presumir.

La importancia de las áreas verdes fue reconocida no solo por su belleza, sino también por el aporte higiénico del urbanismo moderno, cuya intención era construir una red de áreas verdes a través de un sistema de plantaciones que enlazara plazas, paseos y otros tipos de equipamiento (Brunner, 1930). En el caso de Barrio República, así sucedió.

Sin embargo, con los años la aristocracia de la ciudad fue migrando, dejando las grandes casonas a cargo de instituciones nacionales o internacionales, las cuales a su vez se hicieron cargo de sus jardines privados, si bien los jardines públicos siguieron a cargo de la municipalidad, aunque sin el esplendor de otros tiempos. Los grandes parques dejaron de tener importancia, por lo que se redujo y se abandonó una gran parte de sus cuidados (Saavedra, 2004).

Pero los jardines no se extinguieron, más bien se adaptaron a los tiempos, mutando en nuevas tipologías de expresión del sentir de un determinado grupo social, ya no solo perteneciente a las clases altas, sino más bien como cualquier habitante del barrio que comenzó a involucrarse en el cuidado de las áreas verdes. Aparecieron jardines interiores en cités (figura 3), pasajes (figura 4) y posteriormente en edificaciones en altura (figura 5), cultivados por las comunidades que allí habitan, así como también jardines de baja altura cuidados por vecinos y vecinas en las denominadas “platabandas”2, espacios entre la calzada y la vereda donde se ubica el arbolado urbano (figuras 6 y 7), complementando con esta red a las ya consolidadas plazas y ejes de árboles creados y cuidados por el municipio desde sus inicios.

Cada uno de los jardines que conforman Barrio República cuenta la historia de las distintas formas de vivir de una comunidad. El sentido inclusivo (Merino, 2014) se mantiene a pesar de los cambios y se expresa a través de los elementos indispensables de su imagen urbana, presentes en su vegetación.

Vista aérea de un jardín interior en cité
Figura 3.
Vista aérea de un jardín interior en cité


Fuente: Autoras (2021)

Jardines en interior de cité
Figura 4.
Jardines en interior de cité


Fuente: Macarena Núñez (2021)

Jardín en azotea de edificación en altura, cuidado por la comunidad
Figura 5.
Jardín en azotea de edificación en altura, cuidado por la comunidad


Fuente: Macarena Núñez (2021)

Jardín en la vía pública (platabanda), cuidado por sus vecinas aledañas
Figura 6.
Jardín en la vía pública (platabanda), cuidado por sus vecinas aledañas


Fuente: Autoras (2021)

Jardines del tipo “platabandas”
Figura 7.
Jardines del tipo “platabandas”


Fuente: Macarena Núñez (2021)

Más allá de los jardines

A partir de la investigación, se pueden establecer distintos vínculos que los actuales residentes del barrio han construido con los jardines, particularmente a raíz de ciertos valores que estos espacios ofrecen a la comunidad, siendo el más relevante la importancia social e identitaria que existe alrededor de él, lo que permite la convergencia y la persistencia de vínculos entre vecinos/as del barrio.

En los inicios de Barrio República, estos jardines tenían clara representatividad:

Uno iba a tomar aire a la calle República, porque ya cuando vivíamos en [calle] Sazié era mucho más encerrado, íbamos nosotros a la calle República porque veíamos las flores, las plantas, el viaje, la calle República y avenida España. (Comunicación personal con Patricia Llona, 2021)

Los jardines, principalmente particulares, mantenían especies florales como rosas, achiras, abutilones y dalias y eran cuidados por los mismos residentes de las casas o con ayuda de jardineros pagados.

Otro aspecto importante de esos años era el uso de los espacios públicos y las áreas verdes del barrio para la convivencia vecinal: “La plaza Manuel Rodríguez, ahí íbamos nosotros, íbamos con la nana [niñera] en la tarde a jugar en la plaza, había un pino, nos encaramábamos” (comunicación personal con Patricia Llona, 2021). De esta manera, las áreas verdes del barrio estuvieron muy vinculadas también al aprovechamiento del espacio y a la activación de vida de barrio entre vecinos/as.

Con el pasar de los años y los recambios habitacionales que experimentó el sector, Barrio República se fue poblando con viviendas más pequeñas y de fachada continua sin antejardines, así como con edificaciones en altura, distintas a las antiguas casonas antes mencionadas, las cuales dieron espacio a la llegada de instituciones como universidades, museos y centros culturales, en lo que empezó a ser conocido como el “barrio universitario de Santiago” (Vera y Falcó, 2004). Esto impactó profundamente en el uso del espacio público para vecinos/as, así como en una reducción de las áreas verdes dentro del barrio, como señala Carolina Pinochet: “Entre más edificios, menos áreas verdes. Santiago Centro ha perdido el 80 % de áreas verdes” (Comunicación personal, 2022).

La relación entre espacio público y áreas verdes, así como el valor social que poseen los jardines, también se ha visto impactado con esta “pérdida”. Las plazas y la calle contribuyen a la recreación de las personas en el exterior de sus viviendas y al encuentro de la comunidad en el barrio, pero se vieron en la necesidad de levantar “espacios de distensión”, perdidos por la escasez de áreas verdes. Carolina Pinochet menciona dichos espacios a partir de las nuevas formas de habitar como producto de la edificación en altura:

No hay más espacios, este edificio es para gente mayor, pero no hay espacio para niños, nada [de patio interior], nosotros no tenemos nada […] mi departamento es grande, yo puedo tener ahí mis plantas, pero para la comunidad ese espacio [la azotea, área común del edificio] ¿cómo lo vamos a desaprovechar? (Comunicación personal, 2022)

Por otra parte, vecinos/as comentaron también su trabajo con especies vegetales en el barrio, ya sea en sus mismas propiedades o tomándose las “platabandas” del barrio (figura 8): “Yo no tengo patio, tengo plantas en maceta, entonces tener la posibilidad de hacer jardín, una huerta afuera, para mí fue fabuloso y eso está implicando que más vecinas estén cuidando sus jardines. Ahora hay más plantitas” (Comunicación personal con María de la Luz, Taller participativo, 2021). Todas estas estrategias que buscan reactivar los espacios verdes del barrio dan cuenta de la necesidad de los mismos tanto individual como colectivamente, ofreciendo la oportunidad de fomentar las áreas verdes barriales, lo cual fomenta de forma inconsciente entramados culturales relacionados con la imagen de “lo verde” entre sus habitantes.

Vecino cuidando su jardín en “platabanda”
Figura 8.
Vecino cuidando su jardín en “platabanda”


Fuente: Macarena Núñez (2021)

La importancia de la interacción entre elementos naturales y culturales se percibe, a lo largo de la investigación, en los propios vecinos y vecinas, quienes reconocen una tradición botánica en el barrio. Asimismo, es posible identificar la conexión que existe entre estas áreas verdes y las distintas formas de habitar el barrio en la diversidad de métodos utilizados al momento de cuidar y mantener dichos espacios, tanto de manera particular como en la colectividad. Al respecto, Cecilia señala:

Creo que puede ir de la mano de la arquitectura, este barrio tiene la característica de que es super diverso, tiene cité, tiene casas tipo ciudad jardín, tiene edificios, tiene distintas tipologías de edificios y esas han sido capas que se han puesto a lo largo del tiempo. Entonces cada uno de ellos ha tenido una cierta vegetación que se ha ido manifestando. Si lo vemos, tenemos calles con muchas especies de arboleda, con “platabanda” porque hay casas de primer y segundo piso, tenemos los cité que algunos adentro tienen un jardín, entonces se van dando distintas expresiones en base al tipo de arquitectura que se va instalando y que responde a distintos tiempos. (Comunicación personal con Cecilia, Taller participativo, 2021)

Estas reconfiguraciones y adaptaciones al espacio que la gente hace al momento de mantener y cuidar las áreas verdes son una muestra concreta de la transformación que las distintas comunidades han establecido en función de sus propias capacidades y recursos, dando vida a las expresiones únicas de vegetación.

Como testimonios genuinos de pertenencia e identidad, los jardines se pueden observar de maneras muy cotidianas dentro del barrio (figuras 9 y 10), ya que son los/as vecinos/as y habitantes quienes utilizan este espacio para hacer sus actividades, permitiendo enriquecer la imagen del barrio:

Es super importante que las áreas verdes son como la plataforma de la expresión en la comunidad, es como externalizar al espacio público, la forma en que nosotros actuamos con el espacio público, es el único lugar donde uno sale a pasear al perro o te juntas con el vecino, se pone la feria, quieres salir a dar una vuelta, pasear, entonces todas esas actividades es el lugar y el momento donde tú las haces. (Comunicación personal con Rosa, Taller participativo 1, 2021)

Don Hugo en su jardín en la vía pública
Figura 9.
Don Hugo en su jardín en la vía pública


Fuente: Macarena Núñez (2021)

Asimismo, el convivir en estos espacios va construyendo otras instancias de desarrollo en el tejido social del sector; en otras palabras, las áreas comunes y, en el caso de Barrio República, los jardines, se involucran de manera directa en la conservación y sustento de las relaciones sociales entre habitantes, como señala Cecilia:

Yo creo que los jardines generan un sentido de pertenencia, sobre todo cuando son comunitarios, además de posibilitar instancias de encuentro entre vecinos y vecinas. He visto algunas respuestas a proyectos de huerta, […] se empiezan a encontrar vecinos que no se conocían cuando [se realiza] la jornada de plantar, entonces eso es súper bueno. Además de generar alguna señal de seguridad, este es un espacio que está cuidado, protegido por sus vecinos/as, no está abandonado, no está tirado. (Comunicación personal, Taller participativo 1, 2021)

De esta manera, la activación de los espacios públicos y del tejido social mantiene la vida de la comunidad y logra cohesionar este sector, que muchas veces parece dividido por los múltiples elementos que confluyen en él, al ser un barrio histórico y céntrico (figura 6):

Complementando, me parece que si no estuvieran [los jardines], no sería [el mismo barrio] […] cuando hay jardines [en edificaciones de baja altura] […], hay personas en los jardines, [pero] cuando hay jardines en una escala de edificios [en altura], no hay una relación vecinal comunitaria de colectividad en torno al jardín. Entonces, tanto el sector donde yo vivo, [calle] Gay […] los vecinos salen a regar, están ahí y tú siempre los ves conversando con alguien porque están afuera, sino no podrían estar conversando con ellos […] salimos todos en algún momento a cuidar estos espacios y eso genera varias interacciones que son interesantes. (Comunicación personal con Diego, Taller participativo 1, 2021)

El jardín en la vía pública
Figura 10.
El jardín en la vía pública


Fuente: Macarena Núñez (2021)

Análisis de criterios. ¿Pueden los jardines del barrio considerarse un paisaje cultural?

A fin de caracterizar los jardines urbanos del histórico Barrio República en la ciudad de Santiago, tal como se profundizó en el marco teórico, y para poder identificar un paisaje cultural de manera tradicional como obras conjuntas entre hombre y naturaleza (Centro del Patrimonio Mundial Unesco, 2005), independiente de su escala, es importante considerar dos criterios: uno histórico, que responde a la historiografía del lugar, y otro cultural, el cual se relaciona con un tópico más complejo que profundiza en las distintas formas de representar lo ambiental y lo comunitario.

En ese sentido, el criterio histórico permite observar cómo los espacios verdes son áreas transversales desde el origen de Barrio República, que se irguen en el horizonte del lugar a finales del siglo XIX y que a partir de entonces se han ido adaptando a las distintas formas de vivir de las comunidades, convirtiéndose en un elemento fundamental en el imaginario urbano. Esto se observa primeramente en la presencia de Parque O’Higgins, área verde, pública y de recreación de importante impacto para el sector; en el arbolado urbano, gestionado por el municipio, que se mantiene hasta el día de hoy; y en los jardines particulares de las grandes casonas del barrio, en su origen mantenidos principalmente por los/as residentes y jardineros contratados específicamente para esta labor.

Del mismo modo, el criterio cultural se centra en la observación de la herencia histórica asociada a los jardines que se proyecta en el tiempo, siendo exploradas formas de habitar el barrio que en un principio no habían adoptado tal afición, como en el caso de cités y pasajes; mientras que otras ampliaron las posibilidades de tener un jardín, llevándolo al espacio público, como sucedió con las viviendas que adoptaron “platabandas”; y finalmente, aparecen modos nuevos de habitar, como la creciente edificación en altura que en este momento permea el panorama actual del barrio. Estas nuevas y distintas formas han relevado la importancia de mantener espacios verdes, ideando estrategias que buscan resistir a su desaparición. Como señala Verónica:

Sería bueno que a los edificios que se construyen […] se retrotraigan y se les exija un jardín por la calidad de vida de los vecinos, porque es agradable no ver solamente concreto, es sinónimo de algo [con] vida. (Comunicación personal, Taller participativo 2021)

Es allí donde se concreta la idea de paisaje cultural, ya que como obra combinada de la naturaleza y de las personas hay una lucha constante por mantener estos espacios, y un foco de resistencia para lograrlo producto de la herencia, de las formas de vivir del lugar desde sus inicios. Así lo menciona por otra parte Ladislao Palma:

Entonces el cuidar estos microsistemas que son los jardines es un acto tan de resistencia ante un sistema que sigue devorando y explotando la tierra y los recursos naturales que, no sé, te hace sentir que este es el poder que tengo de cuidar algo y de que crezca y de que viva. (Comunicación personal, 2021)

Siguiendo esta línea, la vinculación que adquieren los paisajes culturales con el medio en que se desarrollan a lo largo de este proceso histórico de transformación cultural, también viene a dar cuenta de la relevancia territorial y social que estos jardines entregan a la comunidad. Bien lo señalaba Diego en el primer taller participativo:

Muchas veces los encargados de las políticas públicas no tienen incentivos para pensar a largo plazo […] entonces a veces las cosas no avanzan por ese tipo de trabas y [subsanar esto] es esencial. [Trabajar en] la gestión con los mismos vecinos […] [ya que] es tu vista de todos los días. (Comunicación personal, Taller participativo 1, 2021)

Vincular la cultura del jardín urbano a la dinámica barrial actual es parte de la identidad del lugar, ya que es la misma comunidad la que se empeña por mantenerlo en sus distintas dimensiones, cuidando, contemplando o exigiendo su mantención, todo con el fin de preservar la imagen urbana que les caracteriza desde sus orígenes. Es por ello que la vegetación emplazada en un entorno con estas condiciones constituye un paisaje cultural necesario de proyectar.

Conclusiones

A modo de conclusión, es posible establecer una correlación entre los jardines urbanos de Barrio República en Santiago de Chile con las características principales que enmarcan la categoría de paisaje cultural.

Los elementos históricos y culturales que los constituyen evidencian el carácter social y comunitario de los paisajes. De esta manera, el carácter que sitúa a Barrio República como un sector histórico para Santiago también agrupa sus áreas verdes, las cuales poseen una permanencia casi primigenia en el sector, mientras que sus características y tipologías se hacen camino a modo de una representación viva de las distintas capas históricas por las que ha atravesado el barrio. Los jardines residenciales, de “platabanda” y comunitarios se levantan casi como un relato cronológico de sus habitantes, lo cual coincide con atributos y valores con los que podemos armar un panorama historiográfico representativo de las formas de vida del lugar o de áreas que ejemplifican modos específicos de organización espacial en Santiago de Chile.

Asimismo, el tejido social alrededor de Barrio República encuentra en los jardines urbanos un hilo conductor que permea las relaciones sociales entre vecinos y vecinas; no en vano, son ellos/as mismos/as quienes han elaborado diversas estrategias de manutención y cuidado, incluso en tiempos en los que la industria inmobiliaria ha intentado arrasar con el cariz residencial que existía antiguamente en el sector. Los jardines urbanos del barrio van mucho más allá del ornamento, son parte de las transformaciones culturales y naturales del territorio y se relacionan de forma estrecha con su contexto y el modo de vida que se desarrolla en él, forjando un espacio vivo para mantener intacto el espíritu comunitario del barrio.

Tomando las palabras de Ballester (en Zárate, 2010), son los jardines urbanos una muestra histórica y material de una identidad barrial y un espacio con un potencial didáctico irremplazable para los/as mismos/as residentes que lo habitan y que lo habitarán, convirtiéndose específicamente en traductores y emisores de una identidad y culturas propias del histórico Barrio República en el centro de Santiago.

Nota

Proyecto financiado por el Fondo del Patrimonio Cultural, convocatoria 2020. Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Gobierno de Chile. Agradecimientos a los vecinos y vecinas de Barrio República que participaron con su testimonio en el desarrollo de este trabajo: Patricia Llona, Ladislao Palma, Carolina Pinochet, Diego, María de la Luz, Rosa, Cecilia y Verónica.

Referencias

Azkarate, A., y Azpeitia, A. (2016). Paisajes urbanos históricos. ¿Paradigma o Subterfugio? En A. Chavarria Arnau, y M. Jurkovic (Orgs.), Alla ricerca di un passato complesso. Contributi in onore di Gian Pietro Brogiolo per il suo settantesimo compleanno (pp. 219-238). IRCLAMA.

Ballester, J. M. (2005). El concepto de paisaje cultural. En M. Aguiló Alonso y R. de la Mata Gorostiza (Coords.), Paisajes culturales (pp. 21-32). Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

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Notas

* Artículo de investigación

1 Según Decreto Supremo Nº 780 de 1992 y Decreto Nº 875 de 1992, que declara Zona Típica a diversos sectores del Barrio República.

2 La “platabanda” refiere a la parte continua no pavimentada de la acera que se puede utilizar como jardín, en las calles anchas. Es una acepción basada en el uso cotidiano de la palabra en el contexto urbano específico de Chile, si bien no está incluida en la Real Academia Española.

Notas de autor

a Autora de correspondencia. Correo electrónico: pa.alvaradocastro@gmail.com

Información adicional

Cómo citar este artículo: Alvarado Castro, P., Ramírez Scheel, A., y Núñez Escudero, M. (2023). Identificación del paisaje cultural en un barrio histórico a través de sus jardines urbanos: el caso de Barrio República, Santiago de Chile. Apuntes, 36. https://doi.org/10.11144/Javeriana.apu36.ipcb

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