En el presente artículo, se analizan experiencias de acoso y ciberacoso con el propósito de conocer tanto las características que las envuelven como su prevalencia. Participaron 220 estudiantes desde sexto de educación primaria a primero de bachillerato, escolarizados en centros educativos de la provincia de Granada, seleccionados mediante un muestreo incidental no probabilístico. Para el diseño de la investigación, se optó por un enfoque metodológico cuantitativo no experimental, amparado bajo la técnica de encuesta, utilizando una versión adaptada del cuestionario Ciberbull, utilizado por Giménez et al. (2015). Los resultados mostraron una propensión elevada en ambas manifestaciones de acoso (23.6 % acosadores y 14.1 % victimas), detectando que estas situaciones tendían a disminuir conforme al aumento de la edad del alumnado. Además, se hallaron diferencias, por un lado, en el sexode los sujetos que perpetran acoso (
In this article we analyse experiences of bullying and cyberbullying to know the characteristics that surround them and their prevalence. The participants were 220 students from the sixth year of primary education to first year of high school education schooled in the province of Granada, selected through an incidental or non-probabilistic sampling. For the design of the research, a non-experimental quantitative methodological approach, supported under the survey technique, was chosen using an adapted version of the Ciberbull questionnaire by Giménez et al. (2015). The results showed a high propensity in both manifestations of bullying (23.6% aggressors and 14.1% victims), detecting that these situations tended to decrease as the students’ age increases. In addition, differences were found, on the one hand, in the gender of the perpetrators of bullying (
El
Esta temática ha suscitado el interés de la comunidad científica durante los últimos años (
Las manifestaciones de acoso pueden ser clasificadas en torno a dos patrones: directo e indirecto (
A la hora de abordar investigaciones de esta índole, son diversas las variables que trascienden en ellas. Por ejemplo, la edad ha sido tenida en cuenta para algunos autores como
En la literatura existente al respecto, también se muestra que la variable sexo está asociada a la prevalencia en estudios acerca del acoso (
Por otra parte, el vertiginoso avance de las tecnologías ha otorgado a los menores nuevas formas de comunicarse, pero estas no están siempre bien empleadas, lo que genera dinámicas sociales nocivas (
En la actualidad, el ciberacoso es un hecho que va
Los trabajos realizados en lo referente al acoso escolar, ya sea tanto por la vía tradicional, como por vía
Por ejemplo, en lo que respecta en este caso al ciberacoso, el trabajo de
Por otro lado, según
En cuanto a la variable sexo, la mayoría de las investigaciones sitúan a las mujeres en el papel de víctimas (
A tal diversidad se une la variedad de metodologías e instrumentos utilizados (
Por ello, ante estas situaciones de acoso y ciberacoso, basándose en lo expuesto y a la luz de los diversos estudios llevados a cabo en territorio nacional y, sobre todo, los realizados en la Comunidad Autónoma de Andalucía como son el caso, por ejemplo, de
La metodología utilizada es cuantitativa no experimental, amparada bajo la técnica de encuesta. En este sentido, se realizaron dos tipos de diseños: una primera parte se basó en el método descriptivo para tratar de dar respuesta a los objetivos planteados, y es que haciendo alusión a
Delimitados los objetivos, las hipótesis que se plantearon para este estudio, y las hipótesis alternativas que surgieron de ellas, fueron las siguientes:
H1. Existe una menor prevalencia de acoso en la medida que el alumnado tiene una mayor edad. H1.1. Existen diferencias significativas en el H2. La prevalencia de acosadores/agresores es mayor en los alumnos que en las alumnas. H3. Existen diferencias en la prevalencia de cibervictimización en función si previamente se ha sido acosado/a. H3.1. El hecho de sufrir acoso es un predictor de ser ciberacosado.
En el estudio, participaron 220 estudiantes (53.6 % mujeres, 43.4 % hombres), con una media de edad de 13.84 años, de centros educativos públicos desde sexto de educación primaria hasta primero de bachillerato (18.6 %, 17.3 %, 27.7 %, 8.6 %, 18.6 % y 9.1 %, respectivamente) escolarizados en la provincia de Granada, que fueron seleccionados mediante un muestreo incidental. Si bien es cierto que para poder aplicar el instrumento de recogida de información en los tres centros educativos seleccionados se requirió de la autorización de la Delegación Territorial de la Consejería de Educación en Granada, se contaba con la precedente aprobación de los directores, lo cual es bastante significativo, puesto que no todos los centros a los que se intentó acceder mostraron la misma disponibilidad a participar en estudios de esta índole.
El instrumento utilizado para la recogida de datos en el presente estudio fue una adaptación del Cuestionario de Autoinforme Ciberbull, utilizado en
En su origen, consta de veintiséis cuestiones de carácter cerrado y abierto, con varios modelos de respuesta, donde se hallan las de tipo dicotómico (Sí/No), empleadas para detectar los posibles casos de acoso y ciberacoso; las de opción múltiple y de escala tipo Likert, que cuentan con cuatro o cinco opciones de respuesta en función de la pregunta, en las que se utilizan, bien sea cuantificadores lingüísticos de frecuencia, escalas de frecuencia o de duración, con la finalidad de medir los posibles casos de acoso por ambas vías.
Por otro lado, dado que los escolares a los que se les aplicó la adaptación surgida se hallaban en los mismos cursos a los que se dirigía el cuestionario Ciberbull en su origen (desde 6.º de Primaria hasta 1.º de Bachillerato), las modificaciones no fueron excesivas, y los contextos de la región de Murcia presentan características similares a las que pueden hallarse en la provincia de Granada, no se consideró necesario someter la adaptación resultante al proceso de fiabilidad, limitando nuestra intervención a otros aspectos técnicos como la claridad y precisión de los ítems y la validez de contenido. La claridad y precisión de los ítems se realizó con jueces conocedores del contexto, quienes evaluaron los ítems, procediendo a eliminar los considerados como no claros o innecesarios. En referencia a la validez de contenido, se fue fiel a las publicaciones habidas sobre el tema y se comprobó que el cuestionario utilizado era fiel reflejo de la teoría existente.
Explicado esto, y basándose en la validez de las inferencias, se siguieron las aportaciones de autores como
En primer lugar, se contactó con dos directores y un vicedirector de los centros, quienes posteriormente se prestaron a participar en este estudio, donde se les explicó la investigación. Una vez obtenido su visto bueno, se procedió a solicitar la autorización de la Delegación Territorial de la Consejería de Educación en Granada. Una vez que se contó con este permiso, se concertó otra cita con las figuras representativas de los centros mencionadas anteriormente para proporcionarles los cuestionarios a cumplimentar por el alumnado, que fueron distribuidos a los tutores de los cursos seleccionados, quienes los pasaron en horario de tutoría. Este modo de proceder se debió a que en las fechas elegidas el alumnado se encontraba en época de exámenes y no se quería interrumpir la agenda de los centros. Tras una semana de plazo, se volvió a concretar una cita para la recogida de los datos aportados en los respectivos cuestionarios.
Para el tratamiento de los datos obtenidos a través de los cuestionarios, se utilizó el programa estadístico SPSS en su versión 22. En una primera instancia, se optó por un análisis descriptivo de las variables que intervienen en cada uno de los objetivos para, además de darles respuesta, obtener un conocimiento más profundo del contexto, de forma que permitiera realizar interpretaciones más precisas y pulcras.
Posteriormente, y tras obtener una distribución normal de la muestra según la prueba K-S, se realizó una serie de comparaciones, efectuando para ello diversas pruebas paramétricas ajustadas a la necesidad de cada hipótesis de partida. Concretamente, se ejecutaron: correlaciones bivariadas mediante el coeficiente de correlación de Pearson; contraste de medias (pruebas
Para tratar de dar respuesta a los objetivos propuestos, en primer lugar, de forma global, se comprobó la cantidad de alumnos y alumnas que se encontraban implicados en situaciones de acoso y ciberacoso, diferenciando, por un lado, a víctimas y cibervíctimas y, por otro, a agresores y ciberagresores, distinguiendo seguidamente por sexo y cursos al alumnado vinculado con este fenómeno. Asimismo, se ahondó en las características de este, en las cuales se abarcó desde el tiempo que eran acosados/ciberacosados y el tiempo desde el que se cometía el acoso/ciberacoso, la frecuencia, qué o sobre qué persona intervenían, cómo y también se registró si ese maltrato se contaba a otras personas, ya fuera como víctima/cibervíctima o como agresor/ciberagresor.
Un 26.3 % del total de la muestra de estudiantes seleccionada afirmaron ser o haber sido acosados en algún periodo de tiempo durante su estancia en el centro escolar. Por su parte, un 14.1 % señaló haberse involucrado en el rol de agresor. En referencia al ciberacoso, un 13.2 % manifestó ser o haber sido ciberacosado, siendo mayor el número de mujeres que el de hombres, aunque no estadísticamente significativo, el que se encasilló en este rol. Por otro lado, un 4.5 % de la muestra señaló perpetrar el acoso a través de las TIC. Del total del alumnado envuelto en dinámicas de acoso escolar, son los hombres los más propensos a verse implicados en el rol de
Atendiendo al curso en el que se hallaba el alumnado de la muestra seleccionada, cabe mencionar que, en alusión al acoso, eran los y las estudiantes de 1.º de ESO, los que, con diferencia, estaban más implicados en este fenómeno, tanto en el rol de víctimas (68.4 %) y, aún más si cabe, como agresores (76.3 %). En cambio, en el alumnado de 1.º de bachillerato no se encontró ningún rastro de acoso en ninguno de los roles.
En lo que respecta al ciberacoso, del mismo modo que ocurre con el acoso, es en el curso de 1.º de ESO donde se hallaron las medias más elevadas tanto en cibervíctimas (44.7 %) como en ciberacosadores (23.7 %). Coincide también el alumnado de 1.º de bachillerato, que se encontraba exento de verse inmiscuido en experiencias y/o dinámicas de tal tipo.
A continuación, se exponen las características del acoso y ciberacoso que trataron de dar respuesta a uno de los objetivos propuestos de antemano. Los resultados de frecuencia y porcentaje del interrogante: ¿desde cuándo se acosaba o se era acosado?, puso de manifiesto que, en referencia al acoso, los porcentajes más altos (32.7 % para las víctimas; 35.5 % para acosadores) se encontraron en la respuesta: menos de un mes. De donde se puede deducir que quizás no estemos en su totalidad ante casos de acoso, sino de agresión. Es reseñable también que el 5.8 % de las víctimas de acoso afirme ser acosado desde el comienzo de su etapa educativa. Caso contrario es el que concierne al ciberacoso, el cual reportó sus porcentajes más altos en más de seis meses (31.03 % para cibervíctimas y 60 % para acosadores cibernéticos), lo que caracteriza al acoso como persistente.
Reafirmando lo ya mencionado, los porcentajes que se expresaron en el apartado Frecuencia con que se acosa o se es acosado, revelaron que la mayoría de los ataques de acoso y ciberacoso que se perpetraron o percibieron correspondieron a una frecuencia de 1 o 2 veces al mes (36.54 %), por lo que no alude a la persistencia que caracteriza al acoso.
Cabe señalar por otro lado, que un amplio porcentaje se hallaba expuesto de un modo obstinado, ya que lo sufrían más de tres veces por semana, concretamente un 15.38 % en el caso de las
A continuación, se hizo referencia a los datos que aportaron los sujetos en relación con la persona o personas que acosaban o por quienes eran agredidos o acosados. En primer lugar, en su mayoría, las víctimas de acoso apuntaron que eran acosadas o agredidas por más de una persona, ya sea un grupo de hombres (26.92 %), de mujeres (25 %) o hombres y mujeres (11.54 %). Atendiendo a los ciberacosadores, sus víctimas suelen ser en su mayoría hombres (67.74%). Respecto a las cibervíctimas, los porcentajes se dividieron de forma más equilibrado, siendo un grupo de mujeres (24.14 %), en la mayoría de los casos por sujetos de su misma edad (62.07 %), las que reciben el acoso a través de las TIC, medio que hace posible que este acoso no sea necesariamente presencial, de ahí que el 24.14 % desconozca por quien es acosado. En relación con los acosadores cibernéticos, los hombres (50 %) son a los que más suelen acosar, siendo, en la mayoría de los casos, además la víctima mayor que él/ella (50 %).
El modo de acoso más reportado con diferencia por los sujetos que conforman ambos roles fue aquel que se caracteriza por ser de tipo directo verbal, concretamente mediante insultos o amenazas, hallando un 40.4 % por parte de las víctimas y un 54.8 % en el caso de los acosadores. Dejar en ridículo fue la segunda acción más señalada por el alumnado víctima de ciberacoso con un 15.4 %. Por otra parte, el acoso físico (pegar) se expresa en un 7.7 % en el rol de víctima y un 6.5 % acosa de dicho modo.
Por otra parte, uno de los tipos de ciberacoso que las víctimas más cuantificaron es el insulto o la amenaza (
La aplicación móvil Whatsapp se erige como el canal con el que más asiduidad se comete ciberacoso, así fue señalado tanto por las cibervíctimas (
El conjunto estudiantil víctima de acoso es el que más indicó comunicar lo sucedido, donde de un total de 52 sujetos, un 78.8 % solía contarlo. Atendiendo a las cibervíctimas, solo un poco más de la mitad (51.7 %) comunica los hechos. En comparación, las víctimas señalaron comunicar las experiencias en mayor medida que los agresores, en ambos tipos de acoso.
Para poner a prueba la H1, se realizó un análisis de correlación bivariada mediante el coeficiente de correlación de Pearson (
En este sentido, los resultados pusieron de manifiesto la presencia de diferencias estadísticamente significativas en función del curso en el que se encuentran,
Realizado el ANOVA, se llevó a cabo un análisis
Para comprobar el efecto que el sexo de la muestra desempeñaba sobre los acosadores de acoso (H2), se realizó una prueba
En el análisis de correlación (
Hallados los resultados, se puso de manifiesto un efecto principal de las víctimas de acoso en las víctimas de ciberacoso, puesto que se aprecian puntuaciones más elevadas en la condición de victimización de acoso en los casos de victimización de ciberacoso,
Dados los hallazgos en H3, se derivó esta hipótesis alternativa, puesto que existían indicios de que ser víctima de acoso podía ser un factor predictivo de que además se fuese ciberacosado. Por tanto, para ver en qué medida el padecer acoso predice el hecho de sufrir ciberacoso se calculó una regresión lineal simple.
Una vez concluidos los resultados, cabe decir que estos apuntaron a la victimización de acoso como variable predictiva de la victimización de ciberacoso (β = 0.542,
En relación con el primero de los objetivos planteados en este trabajo, Identificar la prevalencia de acoso y ciberacoso entre adolescentes, se observa un alto nivel de prevalencia en comparación con otros estudios (
En relación con el segundo de los objetivos propuestos, Conocer las características de acoso y ciberacoso en función del rol (víctima/agresor), y en la línea de que lo que señala Calamestra (2014), se puede observar que las víctimas señalaron en su mayoría ser intimidadas por grupos de hombres, y el tipo verbal es el más frecuente por lo cual son afectados rotundamente, encuadrando este tipo de acoso como directo.
Por otra parte, la gran mayoría del alumnado que es víctima de acoso tradicional, la comunicaba lo sucedido a otras personas. Pudiéndose entender esto como una estrategia de afrontamiento ante el acoso, tal y como recogen otros trabajos como el de
Es relevante que el porcentaje encontrado de víctimas de ciberacoso es bastante superior al mencionados en la mayoría de los estudios tomados como referencia (
En relación con las hipótesis que se plantearon en este trabajo, H1 y H1.1, referidas a que existe una menor prevalencia de acoso en la medida que el alumnado aumenta la edad, y dado que se han encontrado diferencias significativas entre los cursos, podemos concluir que estas hipótesis se confirman, observando diferencias significativas no solo en 1.º de ESO, como era de esperar, sino en el resto de los cursos. Este resultado se acerca a lo sugerido por
Atendiendo a la segunda hipótesis, La mayor implicación en acoso por parte de los alumnos que de las alumnas, hay que mencionar que también se acepta aunque se debe ser cauteloso ya que, aunque trabajos como el de
En las H3 y H3.1, sobre la existencia de diferencias en la prevalencia de ciberacoso en función de si previamente se ha padecido acoso, y el hecho de que sufrir acoso tradicional sea predictor de sufrir ciberacoso, cabe destacar que ambas se ratificaron. Los datos que se hallaron son afines a los expuestos por
Como conclusión final, entendemos que, a la luz de los datos obtenidos, para la prevención e intervención del acoso y el ciberacoso, es fundamental que tanto los docentes como las familias, posean estrategias de registro, observación y delimitación de los casos específicos de acoso entre pares que puedan producirse tanto en el ámbito educativo, labor de los docentes, como en el familiar mediante el ciberacoso. Dada la complejidad de este fenómeno, se requieren acciones igualmente complejas y estructuradas que estén ajustadas tanto al contexto físico como como al temporal. Es en este sentido en el que se recomienda una formación específica de los docentes para poder recoger posibles acciones de acoso y poder realizar intervenciones específicas mediante dinámicas de socialización.
Para concluir, se considera conveniente el trazar unas futuras líneas de trabajo que inviten a continuar determinando las características de este fenómeno tan actual. Es esta actualidad la que lo provee como un tema de estudio atractivo a la par que relevante, debido a que los principales afectados se hallan aunados en el sector juvenil de nuestra población. Por estos motivos, resultaría interesante llevar a cabo el mismo estudio o uno de características similares, aumentando la muestra e incluso considerando a otras poblaciones que, dado el caso, también puedan verse afligidas por ambas manifestaciones de acoso.
Asimismo, está en proyecto realizar y validar un cuestionario de diseño propio con el que se pueda profundizar en lo concerniente al acoso cibernético, incluyendo nuevas variables, sobre todo de aquellas que puedan llegar a relacionarlo con el contexto familiar y la personalidad de los sujetos, actualizando algunos canales de acoso.
Artículo de investigación.