Factores que facilitan y dificultan los procesos de reintegración de excombatientes y sus familias*

Factors that Facilitate and Hinder the Reintegration Processes of Former Combatants and their Families

Universitas Psychologica, vol. 19, 2020

Pontificia Universidad Javeriana

Irene Giovanni a

Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


Alicia del Socorro Durán

Pontificia Universidad Javeriana, Colombia


Diego Mauricio Aponte

Universidad Externado de Colombia, Colombia


Diana Janneth Laverde

Universidad Santo Tomás, Colombia


Recibido: 19 Junio 2020

Aceptado: 24 Octubre 2020

Resumen: El presente artículo se propone como objetivo describir factores que facilitan y dificultan los procesos de reintegración de excombatientes desmovilizados de Grupos Armados Organizados (GAO) en Colombia, al igual que los de sus familias, vinculados a la Agencia Colombiana para la Reincorporación y Normalización (ARN), con el fin de generar información que permita ampliar la comprensión de sus características y necesidades, dadas las complejidades del conflicto armado del que provienen. Esta es una investigación cualitativa que utilizó el método de teoría fundamentada. Dentro de los resultados más significativos se encontraron la necesidad de acompañar procesos de crianza para evitar la repetición de patrones intergeneracionales violentos, así como la importancia de fortalecer procesos comunicacionales dentro del sistema familiar. Así mismo, se hizo evidente lo fundamental de abordar la sensación de estigmatización y desarraigo de los excombatientes y sus familias durante todo el proceso de reintegración. Finalmente, la investigación resaltó la necesidad del trabajo con las comunidades receptoras, pues estas son un elemento esencial para el proceso de ajuste de los excombatientes y sus familias y la necesidad de construir el sentido de la reintegración con sus participantes.

Palabras clave:desmovilización, grupos armados ilegales, procesos de reintegración, acompañamiento a familias.

Abstract: The purpose of this research is to describe positive and negative factors faced by demobilized persons from Illegal Armed Groups (IAG) in Colombia, as well as their families, who are now participating in the Colombian Agency for Reincorporation and Normalization (ARN). This article seeks to expand the existing knowledge of the characteristics and needs these families have considering the complexities of the armed conflict they suffered. This research used a qualitative methodology based on the grounded theory method. The data suggest the need to support parenting processes to avoid the repetition of violent intergenerational patterns, as well as the need to strengthen communication processes within the family system. Moreover, these data underscored the importance of addressing the feelings of stigmatization and estrangement felt by former combatants and their families during the reintegration process. Lastly, this research highlighted the need to work with the host communities considering their essential role in the adjustment process of the ex-combatants and their families, and the need to give meaning to the reintegration process for its participants.

Keywords: demobilisation, illegal armed groups, reintegration process, families support.

Los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) son complejos, deben ser flexibles y adecuarse a las circunstancias particulares de cada contexto y a su evolución (Escola de Cultura de Pau, 2008 citado en Landaluze, 2012). Estos procesos buscan promover la estabilidad y la seguridad a través de la eliminación de las armas, ayudando a las estructuras militares a reintegrarse social y económicamente. En este sentido, como Fisas (2011) sostiene, los procesos de DDR son un esfuerzo por la normalización de la vida de las personas que durante años han empuñado las armas, pero no comporta la paz, sino que la facilita, pues es un elemento más de los procesos de paz y reconciliación, cuyo eje es la preparación de los excombatientes para que sean instrumentos de paz.

Según Theidon y Betancourt (2006), los programas de DDR implican una transición para los combatientes que dejan sus armas, para los gobiernos que buscan una salida al conflicto y para las comunidades en que residen las personas desmovilizadas. La transición implica una ecuación conflictiva y dinámica entre la verdad y la justicia, la reparación y la reconciliación, donde la mayoría de los procesos tiende a darse en un solo sentido, y se otorga más importancia al desarme o la desmovilización, opacando los procesos de reintegración. De acuerdo con Özerdem (2012), hay poca literatura que explique el proceso de reintegración, siendo este uno de los principales aspectos del DDR, además, hay poca comprensión de lo que realmente implica, de sus retos y de cómo puede ser planeado e implementado. Rodríguez López et al. (2015) señalan que muchos de los programas de reintegración terminan siendo asistencialistas, y excluyen el sentido del proceso en sí, así como a los aspectos sociales y políticos que implican.

En el contexto colombiano, el enfoque de reintegración ha sido un proceso por el cual los excombatientes adquieren la condición de civiles; es esencialmente un proceso social y económico orientado a lograr que personas en proceso de reintegración (PPR) obtengan un empleo sostenible o ingresos regulares y sus familias se adapten económica, social y políticamente a la vida civil. Esta tarea es desarrollada por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN)1, adscrita a la Presidencia de la República para coordinar, asesorar y ejecutar la reintegración social y económica de las personas desmovilizadas de grupos armados al margen de la ley.

Hasta la creación de la ACR, el Gobierno colombiano ofrecía un programa de reintegración enfocado en la persona desmovilizada, dando atención psicosocial, capacitación académica, acceso al sistema nacional de salud y una mensualidad económica. Con la creación de la Agencia, el enfoque de reintegración, y más delante de reincorporación2, se ha transformado. Así, el proceso de reintegración se ha nutrido tanto de su propio proceso como de las investigaciones realizadas sobre este, las cuales indican que para lograr un proceso exitoso un elemento crítico es que el acompañamiento no solo se centre en el individuo, sino que también desarrolle formas de trabajo con el principal grupo de apoyo de los excombatientes, es decir, sus familias. Así, la ARN enfatiza que la reconstrucción o construcción de vínculos familiares hace parte de la adquisición de activos intangibles, entendiendo el valor que tienen los vínculos como fuente de capital social y, consecuentemente, de aporte al desarrollo humano (ACR, 2017).

En este contexto, este artículo presenta los resultados de una investigación realizada por la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad Externado de Colombia y la Universidad Santo Tomás, en coordinación con la Agencia para la Reincorporación y Normalización (antigua Agencia Colombiana para la Reintegración), en la caracterización de las necesidades para el acompañamiento de las familias de personas en proceso de reintegración. Su importancia radica en que no solo porque el proceso de reintegración individual en Colombia aún continúa vigente, sino porque durante el presente Gobierno se reabre la posibilidad de la desmovilización individual de personas pertenecientes a grupos armados ilegales.

La familia desde una perspectiva sistémico compleja

Para poder comprender las trayectorias y configuraciones propias de las familias en contextos de reintegración, es preciso construir una comprensión de la familia que vaya más allá del agrupamiento de individuos, la consanguinidad y la cohabitación, para asumir una mirada compleja y relacional del concepto. En este sentido, esta investigación comprende a la familia como un sistema vivo y abierto en el que su totalidad está conformada no solamente por sus elementos (miembros de la familia), sino también por las relaciones que estos establecen entre sí (Espinal et al., 2004).

Al concebir la familia como sistema, la mirada se centra en la conectividad, las relaciones y el contexto, pues parte de la idea de que sus propiedades emergen de las interacciones y relaciones entre las partes. Esto implica una mirada contextual ya que las propiedades de las partes solo pueden ser comprendidas en el contexto de un conjunto mayor (Capra, 1996) y en diferentes macrocontextos en los que se circunscriben los sistemas. Esta perspectiva de la complejidad convoca a los investigadores al diálogo interdisciplinar, contextual y situado, lo que favorece una mirada ecológica de las familias en proceso de reintegración.

En esta misma línea, Bateson (1998) explica que el pensamiento sistémico que comprende el comportamiento del sujeto desde una mirada relacional, se centra en encontrar la pauta que conecta para la definición de las interacciones humanas que se quieran ver o estudiar. Así mismo, Minuchin (2003) expone que el foco del paradigma sistémico está en el circuito de retroalimentación de los efectos que la conducta de un individuo tiene sobre otro, las reacciones de este y el contexto en el cual se genera esta relación.

De la mano con lo anterior, Bowen et al. (1991) señalan que una lectura sistémica de la familia, implica, entender que la relación entre el comportamiento individual y el grupo familiar va más allá de ver las partes separadamente, focalizando las interacciones, roles, formas de funcionamiento, comunicación y de organización como un todo. Así, las dinámicas interaccionales son la unidad analítica por excelencia, en tanto que otorgan significado a las relaciones familiares. Es decir, las interacciones evidencian formas de relación y conexiones de los miembros de una familia las cuales no se originan de manera lineal, sino de manera circular, lo que uno hace afecta al otro, y lo que el otro hace afecta a esa persona (Ochoa, 1995; Watzlawick, 1994). Este circuito de retroalimentación recursivo explica la conducta como una responsabilidad compartida, surgida de pautas que provocan y mantienen las acciones del propio individuo (Minuchin et al., 2000).

Esta conceptualización permite comprender la familia como un sistema sociocultural abierto que construye y reconstruye constantemente sus pautas de funcionamiento, es decir, se encuentra en procesos permanentes de cambio como respuesta a las exigencias externas (contextuales) e internas (grupales) que se traducen en reorganizaciones de roles, de estructuras, de reglas, entre otros (Minuchin, 2003). Este proceso constante de transformación y de autoorganización permite comprender cómo la participación de uno o más miembros de la familia en un grupo armado organizado al margen de la ley (GAOML) y en el proceso de reintegración, reorganiza el sistema familiar y genera nuevas formas de funcionamiento que se pueden explorar a partir de las dinámicas interaccionales.

Familia en el contexto de la reintegración

Desde una perspectiva sistémica, cada familia es única pues en su constitución participan elementos que interactúan en el marco de su propia historia. En la reintegración, esas historias familiares se han tejido en la lógica de la guerra, lo cual, según Palacio (2004), tiene un impacto en la estabilidad emocional de la familia y en las dinámicas, prácticas y sentidos que han construido. Así mismo, Rodríguez et al. (2002) señalan cómo las huellas de la guerra en Colombia trastornan la vida de las familias, generando desconfianza entre las personas y pobreza en la comunicación intrafamiliar. Por su parte, Cifuentes (2009) señala cómo en una misma familia, cada miembro puede sufrir diversos impactos, tales como: secuestro, viudez, desplazamiento, muerte, amenazas, extorsión, que erosionan la vida familiar y obliga al grupo a recomponerse por desmembramiento y por cambios en la estructura de relaciones, las funciones, los roles y el manejo de la autoridad. La autora enfatiza que los límites se transforman, haciéndose más rígidos o más permeables según las circunstancias específicas, y las pautas interaccionales, tanto internas como externas, se modifican como recurso adaptativo de sobrevivencia del núcleo familiar.

Al respecto, la revisión de estudios y experiencias interventivas en procesos de DDR evidencia que las familias cumplen un doble rol en este proceso, por un lado, son el motor que lleva a las personas en proceso de reintegración a desmovilizarse y mantenerse en él, entendiéndose esto como un rol protector; por otro lado, se observan muchas dificultades en las relaciones familiares donde se evidencia una gran cantidad de conflictos y violencia intrafamiliar (Durán et al., 2018).

Según Velasco y Londoño (2011), la incidencia negativa en el transcurso de la reintegración corresponde a las frágiles o inexistentes redes familiares. Gordillo y Niño (2009) identificaron como factores que llevaron a las personas a pertenecer voluntariamente a un grupo armado ilegal: la violencia intrafamiliar, la falta de comunicación, la poca demostración de afecto de los padres hacia los hijos, la vida cotidiana en medio del conflicto armado, la participación de algunos familiares en los grupos armados en el territorio (Ugarriza & Nussio, 2016) y las malas relaciones interpersonales. A pesar de esto, Berrío y Cañón (2007) señalaron a la familia como fundamental en el proceso de adaptación a la vida civil, sin embargo, se hace énfasis en cómo las funciones dentro del hogar tienden a ser rígidas, el hombre proveedor y la mujer cuidadora, siendo esta falta de flexibilidad, en muchos casos, fuente de tensión y malestar.

Amar-Amar et al. (2011) establecieron a la familia como la red primordial que da calidad de vida física y psicológica al desmovilizado y a la comunidad, como el espacio de mayor generación de redes. Kaplan y Neussio (2015) señalan también la participación en las organizaciones comunitarias como elemento clave de una reintegración exitosa, sin embargo, observan que muchas veces esta se ve constreñida por temas de seguridad y en comunidades desorganizadas y fragmentadas.

Sierra et al. (2019), indagando sobre redes personales de apoyo entre víctimas, desmovilizados y comunidades receptoras, encontraron que un factor importante para la reintegración son las nuevas relaciones que estas personas logran hacer en su nuevo entorno. Por su parte, González y Guzmán (2016) encontraron tensiones y crisis con respecto a la seguridad y los conflictos conyugales, económicos y de la crianza. McFee (2016) registra que los excombatientes mantienen oculta su condición por seguridad en ambientes laborales y familiares, o por el estigma socialmente arraigado; y Nussio (2011) reseña que la falta de seguridad personal en miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), puede llevar a los excombatientes a volver a participar en grupos armados o delincuenciales. En el mismo sentido, Aguilar (2015) refiere el ocultamiento como una consecuencia del estigma y las medidas de seguridad frente a los grupos armados. Además, el autor pone de manifiesto las dificultades con respecto a la seguridad de la familia y la existencia de redes sociales muy pequeñas. Adicionalmente, Kaplan y Nussio (2018) describen cómo la reincidencia de los excombatientes está fuertemente influenciada por rasgos de personalidad antisocial, lazos familiares débiles, falta de logros educativos y la presencia de grupos delictivos en las zonas. Estas investigaciones sobre redes sociales determinan que suelen ser los familiares los que se reportan con mayor frecuencia como integrantes de las redes, o a quienes se les expresa más unión e intimidad (Ávila-Toscano & Madariaga, 2010).

Berrío y Cañón (2007) y Betancur et al. (2012) coinciden en que las condiciones económicas son un elemento indispensable para la tranquilidad y calidad de vida familiar; y Gordillo y Niño (2009) concluyen que la familia ha sido el eje primordial para la continuidad en el proceso de reintegración a la vida civil de excombatientes de las AUC, pues los vínculos al interior de ese grupo no constituyen una red de confianza (Aguilar, 2015).

Lara (2015) plantea que el espacio familiar brinda la oportunidad de fortalecer vínculos o de crear unos nuevos al conseguir una pareja y tener hijos, generando lazos y valores paternales, afectivos, de cuidado, de seguridad y protección, y que en la familia es donde las mujeres inician un redescubrimiento de su identidad femenina, ya que su referente anterior fue la masculinidad asociada a la vida militar en el grupo armado.

Frente al tema de género en el contexto del DDR en Colombia, esta investigación señala que esta perspectiva no debe circunscribirse solamente al rol de la mujer, sino también al del hombre (Theidon, 2009), entendiendo que hay un proceso relacional constitutivo del género al interior de los grupos armados, que acarrea lógicas de régimen y masculinidad hegemónica. Estos aspectos son indispensables tanto para entender la deconstrucción identitaria en la guerra a una reconstrucción cívica en los procesos de DDR como para lograr una mirada más compleja de las dinámicas familiares de personas en proceso de reintegración (Esguerra, 2013). Por su parte, Williamson (2006) señala que el regreso a la familia es uno de los elementos más importantes del proceso de sanación y perdón en los procesos de reintegración, pues la reconciliación comienza en el núcleo familiar, y por ende el trabajo con este es clave, ya que como lo han señalado López et al. (2016), el perdón por parte de los diferentes actores armados es necesario para la construcción de una paz estable y duradera.

Finalmente, no se puede olvidar que los/as excombatientes, ya sean de autodefensa, paramilitares o guerrillas, provienen, en muchos casos, de zonas rurales donde diversos actores armados (estatales y no estatales) ejercieron una dominación que anclaban la vida a la lógica de la supervivencia (García et al., 2005), y muchos fueron víctimas de una violencia que les impidió convertirse en actores creativos y creadores de su propia existencia, al punto de convertirlos en actores armados. Esta participación en el conflicto se puede entender como parte de un proceso de victimización en el que se es tanto víctima como victimario. Se experimenta la violencia directa al ser reclutado/a y expuesto/a a las lógicas deshumanizantes de la guerra donde se padece violencia simbólica (Martínez, 2016), y al ser estigmatizados/as por su pasado de guerra se experimenta la violencia desde las relaciones más cotidianas como son las familias y las comunidades.

Se reconoce entonces el valor de la familia como espacio de reconciliación, reparación y primer lugar para trabajar la reintegración. Sin embargo, surge el interrogante sobre cuál es el tipo de acompañamiento más pertinente para las características y necesidades particulares de las familias de personas en proceso de reintegración. De esta manera, esta investigación buscó identificar las principales necesidades de los sistemas familiares de los excombatientes, con el fin de generar estrategias de acompañamiento y apoyo acordes a la población, y crear procesos de atención integrales que superen la mirada centrada en el excombatiente, y vinculen directamente a los grupos familiares como sistema y como actor político.

Método

Tipo de estudio

La presente investigación es un estudio cualitativo que empleó como método de investigación la teoría fundamentada, la cual utiliza un conjunto de métodos, sistemáticamente aplicados, para construir una teoría inductiva sobre un área de interés (Glaser & Holton, 2004). La información recolectada fue sistematizada y codificada mediante el programa NVivo, apoyándose en el coeficiente kappa de Cohen, y para el análisis de la información, se utilizó el sistema de codificación triádico, en tanto que esta forma de análisis de datos permite mayor rigurosidad (LaRossa, 2005).

Participantes

Se realizó un muestreo por conveniencia, en el que la ACR seleccionó a las familias y personas en proceso de reintegración según las posibilidades de los grupos territoriales, la voluntad de participar de las mismas y la capacidad de los excombatientes de trasladarse de las áreas rurales a la ciudad para poder hacer parte de la investigación, pues, si bien la investigación se realizó en centros urbanos donde la ARN realiza los procesos de acompañamiento, al menos la mitad de los participantes viven en áreas rurales.

Se contó con heterogeneidad de PPR en cuanto al tiempo de participación en el GAOML (mayor de cinco años) y en el proceso de reintegración (mínimo dos años en el proceso). Los participantes provenían de diferentes grupos armados, e independientemente del grupo armado en el que participaron, poseen características sociodemográficas comunes. Según estadísticas publicadas (ACR, 2011; Thorsell, 2013), la mayoría de esta población proviene de áreas rurales o urbanas altamente vulnerables de todo el país; aproximadamente la mitad de ellos fue reclutada por el grupo armado cuando niños; poseen bajos niveles de educación (primaria y primeros años de secundaria) y hay una gran proporción de madres solteras que no reciben ningún apoyo económico (Rodríguez et al., 2015; Thorsell, 2013).

De los 67 participantes 39 eran mujeres. Previo al inicio de las entrevistas y los grupos focales, los participantes fueron informados sobre el propósito y alcance de la investigación, el carácter voluntario de su participación y su derecho a retirarse en cualquier momento. También se les brindó información sobre los dispositivos de grabación utilizados y el manejo de la confidencialidad de la información, dejando claro que sus identidades no serían reveladas sino mantenidas en el anonimato. Junto a la explicación verbal se les proporcionó un formulario de consentimiento para su firma (Tabla 1). En cuanto a los profesionales reintegradores, fueron voluntarios que llevaran más de seis meses trabajando en la Agencia, y se contó con heterogeneidad de tiempo de vinculación laboral con la ARN. Participaron tanto hombres como mujeres con edades comprendidas entre 20 y 48 años.

Tabla 1
Familias participantes en el proyecto

Familias participantes en el proyecto


Instrumentos

En un primer momento, se realizaron nueve grupos focales, con un total de 67 participantes. Posteriormente, se llevaron a cabo 16 entrevistas en profundidad con 16 personas, en tres ciudades de Colombia: Villavicencio, Ibagué y Bogotá, con familias de personas en proceso de reintegración, excombatientes en proceso de reintegración (PPR) y con profesionales reintegradores, que tienen a su cargo el seguimiento del proceso de cada PPR. Los grupos focales, como método de recolección de datos, permiten profundizar en las opiniones, creencias, representaciones y formas de construir y comprender el conocimiento de los participantes (Marková, 2007). Así mismo, las entrevistas semiestructuradas permitieron ampliar la información de aspectos personales de los participantes que no fueron abordados en los grupos focales. La guía temática de estos grupos buscó recoger las opiniones de los participantes frente a las necesidades para el acompañamiento de las familias de personas en proceso de reintegración. Para evitar posibles efectos como la deseabilidad social entre los participantes, se les aseguró que los grupos focales tenían un propósito estrictamente académico y eran independientes del programa ARN. Así mismo, se enfatizó en que no había respuestas correctas o incorrectas, y que el interés de los grupos era poder generar espacios de conversación donde se pudieran abordar sus experiencias frente al proceso. Para las entrevistas familiares y los grupos focales se utilizaron guiones construidos y validados por los diferentes investigadores de las universidades participantes. La guía consistió en preguntas abiertas, distribuidas en tres ejes, a saber: a) dinámicas y estructuras familiares, b) la familia en el proceso de reintegración y c) necesidades de acompañamiento.

Procedimiento

La presente investigación contó con cinco fases. Fase 1: Elaboración de guiones de entrevista y grupos focales teniendo en cuenta todo el trabajo realizado anteriormente por las universidades participantes y la ARN. Fase 2: La ARN seleccionó la muestra según la disponibilidad y voluntad de los participantes. Las entrevistas y grupos focales fueron realizados entre junio y diciembre de 2018. Fase 3: Transcripción entrevistas y grupos focales, y codificación abierta en la cual se buscó organizar los datos en categorías. Para la codificación abierta se empleó el modelo de concepto-indicador propuesto por Glaser y Holton (2004), el cual se basa en la identificación regular de similitudes y variaciones en los textos, con el objetivo de codificar un indicador para cada concepto seleccionado. Posteriormente, se comparó el indicador con otros anteriores codificados de la misma manera, y se formularon preguntas sobre los fenómenos que se reflejaban en los datos.

La totalidad de las entrevistas y los grupos focales fueron codificados de manera conjunta por los investigadores del estudio para asegurar la aplicación consistente de los códigos en todas ellas. Fase 4: Para la codificación axial se empleó una codificación teórica la cual incluyó buscar causas, contextos, contingencias, consecuencias y condiciones alrededor de las categorías centrales. Lo anterior implicó la organización jerárquica de conceptos para representar diversas relaciones entre los datos, así como la organización de los códigos en categorías más amplias. Fase 5: En esta última fase, se realizó una codificación selectiva la cual implicó la identificación de varias categorías centrales, es decir, que tenían la capacidad analítica para formar un todo explicativo. A través del proceso, se identificaron tres categorías centrales las cuales se describen en el apartado de resultados.

Resultados

Durante el proceso de análisis de datos emergieron tres categorías. 1) Dinámicas familiares internas y externas que favorecen el ajuste a la vida civil: hace referencia a aquellas interacciones tanto internas al grupo familiar como externas (las relaciones meso, exo y macrositémicas) que favorecen los procesos de reintegración. 2) Dinámicas familiares y contextuales que obstaculizan el ajuste a la vida civil: hace referencia a las dinámicas internas que hay en las familias, que están en constante interacción con factores externos y que no favorecen el proceso de adaptación y ajuste a la vida civil. 3) Necesidades de las familias en el contexto de la reintegración: se refiere a las necesidades de las familias en términos de acompañamiento. A continuación, se presentan los contenidos de cada categoría con las respectivas subcategorías emergentes.

Dinámicas familiares que favorecen el ajuste a la vida civil

La pareja como unidad vincular

En cuanto a la conformación de pareja, se pudo evidenciar que esta se da principalmente durante y después del grupo armado. Cuando se conforma durante su permanencia en el grupo armado, las relaciones se dan de manera intermitente, ya que los miembros de la pareja eran cambiados de zona. Asimismo, dentro de su historia, el apoyo recibido por uno u otro miembro de la pareja, durante la salida del grupo y el inicio del proceso de reintegración, se identificó como un elemento indispensable para mantenerse en la legalidad. Adicionalmente, cuando la conformación de pareja se da después de la participación en el grupo armado, con frecuencia tuvo origen en los hogares de paz, que es el primer espacio donde llegan los excombatientes luego de la desmovilización y se realizan actividades del proceso de reintegración, así como de socialización. En esta categoría se encontró la necesidad de consolidar pareja y vínculos afectivos rápidamente; este tipo de dinámica emerge como una forma de afrontar la soledad a la que se ven abocadas las personas una vez se desmovilizan, y como forma de suplir las necesidades tanto afectivas como económicas que proporcionaba el grupo armado. Frente a la pareja, el proceso de reintegración se convierte en un logro familiar y una promesa. Cuando uno de sus miembros no es excombatiente, se resalta la importancia de no juzgar, de comprender los motivos por los cuales estuvieron en los grupos armados y, ante todo, entender el presente de esa persona, lo que se es actualmente, tanto en la relación como en el proceso de reintegración.

Las parejas que resultan durante la participación en el grupo armado difieren de las que se estructuran posteriormente, en asuntos como el manejo de las historias de dicho grupo. Algo significativo en aquellas conformadas en el contexto de la reintegración es la revelación de las vivencias al interior del grupo armado, los excombatientes señalan el momento de sinceridad como un hito significativo en la pareja que se da después de un amplio análisis que hace la PPR de la otra persona, para estar seguros y no exponer su seguridad. Se evidencia también que el apoyo de la pareja al proceso de reintegración y la no estigmatización son elementos que fortalecen la relación y a su vez el proceso mismo de reintegración, por la aceptación mutua y la confianza. Igualmente, cuando un miembro de la pareja sabe de la participación de su compañero en el grupo armado y del proceso de reintegración, hay mayor adherencia por parte del excombatiente al proceso.

Otro de los temas más recurrentes en esta subcategoría es el de la construcción de proyectos conjuntos. Si bien pueden presentarse dificultades en armonizar los intereses de los miembros, cuando la pareja logra tener un proyecto vital consciente y en común (hijos, negocios, vivienda, estudio) ayuda a fortalecer la relación y a enfrentar las dificultades de ajuste a la vida civil. La construcción de proyectos conjuntos permite darle sentido a lo que la pareja proyecta, planea e imagina el futuro, dar coherencia y sentido a la vida en la legalidad, así como una mayor sensación de bienestar, seguridad y satisfacción. También se encontró que las parejas con moderada y alta adaptabilidad y flexibilidad logran mejor ajuste y mayor capacidad de construcción de proyectos en conjunto.

Familia de origen

La familia de origen también representa un vínculo de gran importancia para los excombatientes, aun cuando en muchos casos por temas de seguridad la relación con la familia de origen es distante. En los casos que tienen mayor cercanía con la familia, se observa menor ansiedad para enfrentar los retos de la vida civil y mayor capacidad de adaptación. Esto indica que el fortalecimiento de los vínculos con las familias de origen se hace imperante. En su mayoría, las familias de origen tienen conocimiento de que sus hijos, hermanos o nietos han estado en un grupo armado, aún más cuando las historias provienen de reclutamiento forzado, escapes por violencia, entre otros; sin embargo, en muchas ocasiones se maneja como un secreto de familia, y no se cuenta a las personas de la comunidad por el temor de que se genere exclusión y desaprobación a las PPR.

Algunas de los desmovilizados, especialmente los que iniciaron el proceso siendo menores de edad, lograron generar nuevos vínculos con las familias tutoras que los apoyaron mientras se realizaba el proceso de acogida y adaptabilidad. En muchas ocasiones, cuando terminan el proceso las PPR, se van a vivir cerca de su madre tutora, para evitar perder el vínculo; lo que indica el valor que tienen estas las familias para la construcción de vínculos. También se encontraron al interior del grupo armado, redes y vínculos fuertes con diferentes personas. Al respecto, varias de las personas entrevistadas expresaron gran aprecio y estima por individuos con los que establecieron lazos afectivos de diversa índole a lo largo de su participación en el conflicto. Estos, en muchas ocasiones son nombrados como su familia.

Si bien este tipo de relaciones no son consanguíneas, los lazos construidos al interior del grupo armado, como con las familias tutoras, son generadores de seguridad y confianza que determina formas de relación, de expectativa social y de contacto afectivo. Además, se crean lazos sociales, solidaridad y formas de relación más empáticos que favorecen la motivación de los excombatientes por continuar el proceso de reintegración.

Relación de la familia con la comunidad

Las relaciones entre la comunidad y la PPR y su familia se analizaron teniendo en cuenta las relaciones (de acogida o rechazo) con los vecinos o grupos en la comunidad, la participación en espacios comunitarios, la ausencia o presencia de estigmatización y el conocimiento de la comunidad sobre el proceso de reintegración.

En las relaciones con los vecinos o grupos, se encontraron dinámicas que oscilan entre la aceptación y el rechazo. Las dinámicas de exclusión, que fueron mayoritarias, se presentaran en el siguiente apartado. Las familias que afirmaban sentirse acogidas por sus vecinos y la comunidad, argumentaban que la aprobación hacia ellos aumentaba cuando en su comunidad habitaban personas que estuvieran en el mismo proceso, o que habían pasado por situaciones parecidas antes de iniciar su proceso de desmovilización. El sentirse acogidos permitió que las familias y los excombatientes se sintieran cómodos para participar activamente en los diversos espacios comunitarios. Dentro de los espacios comunitarios más frecuentados por los PPR y su familia, se encontró la asistencia periódica a la iglesia, además, se resalta la participación en actividades culturales y recreativas en parques o espacios públicos aledaños.

Dinámicas familiares y contextuales que obstaculizan el ajuste a la vida civil

Territorio, desarraigo y ocultamiento

En esta categoría, se encontró que, en su mayoría, los participantes y sus familias tuvieron una crianza campesina donde, tras la llegada a la ciudad, han encontrado difícil la adaptación. Por temas de seguridad, la gran mayoría de los participantes son reubicados en centros urbanos y zonas distintas a sus regiones de origen; por lo tanto, la primera dinámica obstaculizante encontrada hace alusión a la añoranza del territorio, a las vivencias y los significados del espacio en el que crecieron y al que no pudieron regresar. El primer significado que se le da al territorio es que el campo es el espacio donde subsanan sus necesidades básicas y por ende, es el espacio de sobrevivencia. Esta territorialidad de la familia y de los excombatientes, se expresa en sus relatos sobre la vida en el campo, con lógicas distintas a las de la vida en ciudad e implica cotidianidades distintas. La llegada a un nuevo territorio supone un cambio en las dinámicas relacionales y en los estilos de vida que no son de fácil asimilación. Así, las diferencias entre los contextos, sumado a las dificultades económicas que encuentran y la estigmatización por parte de la comunidad receptora, han llevado a que los procesos de reintegración sean vivenciados como una experiencia difícil de afrontar que aumenta las tensiones y las crisis a nivel familiar.

La constante sensación de estigmatización por su condición de excombatientes, sumado a temas de seguridad que los hacen trasladarse a ciudades diferentes, produce un sentimiento de desarraigo y de pérdida; además, la necesidad de las familias de mantener en secreto la identidad de las personas no favorece la construcción de redes, y llevan a un encapsulamiento social. En diversas ocasiones, el deseado regreso a la tierra representa un peligro para sus vidas y las de sus familiares, lo que deriva en una vida lejos de su núcleo familiar y contexto. En la misma dirección, los rumores sobre su participación en el conflicto armado en la comunidad llevan a nuevos desplazamientos. La seguridad entonces se convierte en una de las principales tensiones de la familia.

El cambio de territorio, la dejación de las armas y la estigmatización generan el surgimiento de diferentes emociones y sentimientos que terminan por configurar formas de relación particulares dentro de la familia. Entre las situaciones que se mencionaron, está el momento de buscar empleo, como se muestra en el siguiente fragmento:

Entonces, mi mujer fue a ayudar a donde yo trabajaba y entonces la patrona por ahí quién sabe de dónde se enteró que mi mujer es desmovilizada y entonces ella empezó: “No, esos guerrilleros hay que tenerlos lejos”. (Participante 03, Comunicación personal, 2019)

Los imaginarios más comunes de la comunidad frente al pasado de la PPR se observan en relatos que los estereotipan como “ellos solo vienen a la ciudad a hacer daño y a volverse sicarios” (Participante 01, Comunicación personal, 2019), ocasionando situaciones de rechazo y exclusión por el hecho de “llevar esa cruz” (Participante 02, Comunicación personal, 2019). Sumado a esto, un pequeño grupo de estas familias describen ciertas inconformidades por los tratos “especiales” que reciben en los colegios y espacios comunitarios por parte de las personas que conocen el proceso en el que se encuentran inmersos actualmente, pero que tiene el efecto de exponerlos más a la estigmatización.

El impacto de la reubicación en un territorio ajeno a ellos y del estigma que sufren estas familias originan patrones de relación encaminados a interacciones aglutinadas al interior del sistema familiar, como forma de protección del mundo externo. Este encapsulamiento del sistema favorece el aislamiento social, lo cual a su vez retroalimenta más encapsulamiento de la familia y relaciones de dependencia entre ellos, lo que les limita el establecimiento de otras relaciones y su integración a otros contextos.

Pautas de crianza

En esta subcategoría, se encontró que los hijos son la mayor motivación para entrar y mantenerse en la legalidad; brindarles mejores condiciones de vida de la que ellos tuvieron es un deseo permanente de las personas en proceso de reintegración. En los relatos de las PPR, se identificaron historias de abandono temprano, maltrato, reclutamiento forzado o de vinculación al grupo por lazos familiares que no se quieren repetir con sus propios hijos. En otras palabras, fue claro el interés en no repetir con sus hijos el desapego familiar y las formas de cuidado recibida de sus familias, durante su infancia. Si bien esto puede ser considerado como un factor protector, el análisis de los datos evidencia cómo las historias familiares y la historia del conflicto establece relaciones complejas con las pautas de crianza en varios sentidos. En algunos casos, se observan formas de crianza sobreprotectoras y de pocos límites, acompañadas de una narrativa en la cual no se desea repetir la disciplina militar vivida al interior del grupo armado o la violencia intrafamiliar experimentada en el núcleo familiar anterior.

En otros casos, se observaron estilos de crianza vinculados con la disciplina del grupo y asociadas con la moralidad, la disciplina, el cumplimiento y la honestidad, inculcadas en los grupos armados. Esta pauta de crianza es percibida muchas veces por la pareja de la PPR como violenta, lo cual crea tensiones al interior del sistema familiar. Ligado a esto, se percibe que la agresión física hacia los menores es aceptada y legitimada como una forma de corregir y educar.

La tendencia a la sobreprotección, se halló particularmente en el caso de mujeres con hijos en el grupo armado y en muchas ocasiones con historias de aborto. Las madres expresan un temor profundo a la pérdida, y por tanto prefieren no dar libertad y autonomía a sus hijos para que exploren por sí solos el mundo. Esta pauta es origen de relaciones amalgamadas al interior del sistema familiar, lo cual evidencia la importancia de abordar el miedo a la pérdida que subyace a la díada madre-hijos.

Roles de género y violencia intrafamiliar

Se apreció la tendencia a que las mujeres de la familia cumplan roles de cuidado y el hombre de proveedor. Las mujeres sienten malestar al alejarse del rol que ejercieron en el grupo armado, y además manifiestan cómo, una vez desmovilizadas, se han sentido cuestionadas por sus parejas cuando ellas se alejan del rol femenino tradicional. Estas expectativas de género son una las tensiones más fuertes al interior de la pareja. Las excombatientes expresan también que en el contexto al margen del conflicto armado se presenta más machismo y desigualdad que en el grupo armado, en donde ellas podían ejercer tipos de actividades que tradicionalmente se podrían considerar masculinas. En este sentido, las expresiones de violencia intrafamiliar evidenciadas, están relacionadas con ideas de lo que significa ser hombre o mujer en cada contexto específico y la sensación de desigualdad relacional, que conlleva pautas de comunicación descalificante, es decir, un conjunto de elementos en la interacción que denota conductas peyorativas que desacreditan o incapacitan a algún miembro de la familia. Relacionado con lo anterior, las mujeres señalan la importancia de la coordinación y equilibrio en las tareas del hogar como una forma de favorecer la convivencia.

Necesidades de las familias en el contexto de la reintegración

En esta categoría, reaparece la estigmatización y el rechazo que reciben estas familias y la necesidad de fortalecer el trabajo con las comunidades receptoras. Se observan tensiones con las comunidades tales como: eventos violentos, amenazas selectivas y dificultades en el tema de seguridad, lo cual hace que la gente tenga que desplazarse nuevamente hacia otras zonas. Ante esta problemática, los profesionales encargados del acompañamiento solo sugieren nuevas reubicaciones. En términos de seguridad, esta estrategia pareciera ser exitosa, sin embargo, los datos evidencian que tiene muchas implicaciones para el sistema familiar.

Por otra parte, pareciera que el foco que se privilegia en la atención a familias está centrado en la “mecanización del trabajo”, pues se caracteriza por intervenciones dirigidas a homogeneizar el proceso de atención, donde lo necesario es cumplir con unas metas. Esto trae como consecuencia que las familias y los excombatientes no se sientan comprendidos ni acompañados durante el proceso. Así mismo, se observa que al acompañamiento le falta una mayor explicación de las fases del proceso de reintegración y mayores exigencias, pues varios de los participantes señalan que este no es claro para ellos o que carece de sentido, lo que a su vez trae consigo falsas expectativas, inconformidades y poca adherencia al proceso. Algunas familias señalan que sus necesidades, miedos o preocupaciones no son del todo comprendidas; esta incomprensión está asociada al poco tiempo que pueden compartir con el profesional reintegrador, la constante rotación del personal y al afán de los profesionales por cumplir las metas establecidas institucionalmente.

En términos del acompañamiento, si bien gran parte de las familias distinguen la labor de la ARN, la mayoría mencionan el constante cambio del personal como uno de los principales obstáculos en su proceso y su relacionamiento con la agencia, expresando inconformidades al momento de tener que reiniciar el proceso. Entre las necesidades que mayor énfasis hicieron las familias entrevistadas está el trabajo en el proyecto de vida de la PPR, más que en retomar aspectos de la vida en el grupo armado, por lo cual gran parte de familias entrevistadas exigían algún tipo de financiamiento económico, bien para conseguir vivienda, empezar un negocio o hacer frente a sus planes personales después de la culminación del proceso. Adicionalmente, varias familias expresaron la necesidad de que el programa de reintegración tenga en cuenta que por temas laborales es difícil asistir a las reuniones de seguimiento, lo que hace que, por un lado, el acompañamiento no sea constante y que sea percibido como impersonal y distante, y por el otro, que los reintegradores entendieran esto como falta de compromiso con el proceso de parte de las PPR.

Discusión

A partir de esta investigación, se ha querido estimular una reflexión para intentar dar sentido a las diferentes vivencias familiares en el contexto de la reintegración. Estas discusiones no pretenden estar acabadas, pero sí buscan ofrecer unas orientaciones para el acompañamiento. En primer lugar, es indispensable reiterar que la familia no puede ser un sujeto pasivo, intervenido de manera indirecta desde las acciones que se planean para atender las necesidades particulares de los excombatientes. En relación con las necesidades de los participantes, y en consonancia con lo planteado por Velasco y Londoño (2011), se encuentra que uno de los motivos que impulsa la decisión de desmovilización, es la necesidad de reencontrarse con la familia, incluyendo pareja, hijos, padres, hermanos y demás. Ese reencuentro se constituye en una necesidad al momento inicial de la desmovilización y reintegración, como también lo es el deseo de que sus hijos tengan posibilidades diferentes a ingresar a un grupo armado.

Lo anterior plantea varios retos en el trabajo con familias. Por un lado, se hace indispensable conocer los vínculos que la persona ha construido, para fortalecerlos, reconstruirlos y motivar nuevos vínculos con otras personas. Por otra parte, también es necesario sanar relaciones significativas y vínculos dolorosos, abordar estigmas que emergen desde la familia y que dificultan el tránsito a una vida en la legalidad, así como reconstruir o construir relaciones familiares menos jerárquicas y más cercanas.

Ahora bien, dentro de los diferentes subsistemas que integran a la familia, se observó la importancia del fortalecimiento de la pareja, la cual, supone una estructura diferente a la de la familia con hijos, pues tiene dinámicas propias que deben ser estudiadas y abordadas en forma particular. En este estudio, se pudo evidenciar cómo el proceso de reintegración constituye un momento de renegociación de las relaciones de poder entre las parejas para cooperar bajo condiciones diferentes. Lo anterior está estrechamente relacionado con los hallazgos de González y Guzmán (2016) quienes reportaron tensiones y crisis con respecto a los conflictos conyugales, económicos y de la crianza, en los procesos de reintegración. En el presente trabajo, fue importante encontrar cómo dicho proceso de negociación puede ser transformado en una u otra dirección por los actores involucrados y, especialmente, por los profesionales reintegradores, lo cual demarca una acción ético-política en el trabajo con familias, donde quienes acompañan son de vital importancia en la trasformación relacional.

Por otra parte, también se encontró la necesidad de abordar las identidades de género, pues estas juegan un papel importante en la forma de asumir la violencia y en la conducción de los conflictos al interior de la familia. Si bien Esguerra (2013), ya hacía hincapié en la complejidad del trabajo de género en contextos de DDR, este estudio coincide en la importancia de abordar las concepciones estereotipadas y dicotómica de los roles de género, pues estos originan contextos relacionales marcados por la desigualdad de poder al interior de la familia. Así mismo, la presente investigación permitió observar que la igualdad relacional en la pareja se vincula tanto con los roles de género como con la atención y validación de las necesidades de ambos miembros en igual medida. En este orden de ideas, y en concordancia con los hallazgos de la investigación realizada por Lara (2015), el acompañamiento debe tomar en cuenta la influencia del género, atendiendo las vivencias propias del grupo armado y la desmovilización como punto de partida, para poder co-construir dinámicas relacionales más equitativas.

En lo que respecta a la comunicación familiar, se reconoce que, dependiendo de la configuración de la comunicación, las interacciones serán diferentes (Watzlawick et al., 1967). Así mismo, los integrantes de la familia tendrán herramientas distintas para enfrentar las situaciones del diario vivir. Al respecto, se observó cómo, cuando los fines de la comunicación familiar no se materializan, se pueden crear dinámicas familiares y pautas de comunicación que alteran las interacciones de tal forma que se desencadenan distintos tipos de violencia intrafamiliar oponiéndose a la comunicación funcional y a la construcción de vínculos de convivencia entre los miembros de la familia y su entorno. Lo anterior está en consonancia con los planteamientos de Cifuentes (2009), quien enfatiza en el impacto que el conflicto armado tiene en las pautas interaccionales de las familias. En este sentido, es importante tener presente que cuando en las dinámicas familiares no hay una comunicación asertiva, o eficaz, caracterizada por la presencia de límites rígidos y de jerarquías formadas por luchas de poder, empiezan a emerger dificultades en el funcionamiento del sistema (Valdés, 2007). Estas dificultades en la comunicación tienen una relación con las dinámicas propias de grupos armados donde, como lo señala Esguerra (2013), prima una comunicación mediada por dinámicas relacionales militarizadas con jerarquías y relaciones de poder rígidas y marcadas por la violencia.

Por lo tanto, en lo que respecta a las pautas de comunicación familiar resalta la importancia de promover formas de comunicación generativas que faciliten el logro de los objetivos individuales e interpersonales del sistema familiar con un mínimo de desgaste y un crecimiento personal congruente con sus valores, y donde sus relaciones comunicativas estén encaminadas al respeto mutuo, al diálogo y a la reflexión.

Unido a este trabajo de pareja y comunicación se hace evidente la necesidad de acompañar procesos de crianza para evitar la repetición de patrones intergeneracionales violentos que en muchos casos son los responsables de que los PPR se unieran a los grupos armados, y a la vez promover patrones de relación amorosa pero sin sobreprotección, para lograr vínculos seguros que permitan a los hijos de los excombatientes experiencias de vida diferentes a las de sus padres.

Otro aspecto que adquiere gran relevancia en materia del acompañamiento a las familias son los vínculos. Esta investigación evidenció cómo estos son una forma de relación que se actualiza en cada momento de la vida, y puede moldearse a partir de las formas de configuración y organización de las familias, los excombatientes y los contextos que habitan. A diferencia de Aguilar (2015), quien señala que los vínculos al interior del grupo no constituyen una red de confianza, en esta investigación se pudo observar la importancia de algunos vínculos con otros excombatientes, sobre todo con quienes comparten en los hogares de paz y las madres substitutas. En este sentido, muchas veces la potencia vincular no está dada por la consanguinidad, por ende, es menester de los profesionales explorar para cada caso, y determinar cuáles son los vínculos que puede activarse y fortalecerse. Al respecto, es importante no perder de vista los hallazgos de Kaplan y Nussio (2018), quienes señalan los riesgos del encapsulamiento social cuando los excombatientes sostienen relaciones sociales exclusivamente con otros excombatientes. En esta medida, el acompañamiento a las familias debe estar centrado en comprender, evaluar, e incluso intervenir las funciones, potencialidades, riesgos y atributos de cada vínculo con el objetivo de propiciar vínculos más sanos que generen mayor confianza, autonomía, mejores interacciones sociales, más solidaridad y mejor adherencia a la ruta de reintegración.

Por otra parte, los procesos de acompañamiento deben abordar la constante sensación de estigmatización y desarraigo de los excombatientes y sus familias. En consonancia con Aguilar (2015) y con Kaplan y Neussio (2015), quienes identifican el ocultamiento como una consecuencia del estigma y las medidas de seguridad frente a los grupos armados, se hace prioritario el trabajo con las comunidades receptoras, pues estas son un elemento esencial para el proceso de ajuste de las familias de los excombatientes. Así mismo, es necesario tomar en consideración los hallazgos de Shnabel et al. (2008), quienes señalan la necesidad de reconocimiento y aceptación social que tienen los excombatientes. En esta medida, trabajar en el empoderamiento de los excombatientes, junto con las comunidades receptoras es un paso necesario para favorecer procesos de reintegración exitosos (Sierra et al., 2019).

Es indispensable que todas las intervenciones incluyan una evaluación inicial y una visión completa de las familias y su contexto, siendo muy exhaustivas en sus antecedentes, investigando dónde se encuentran ahora, dónde quieren estar, cuáles son sus fortalezas y cuál es el proyecto de vida que quieren construir en el marco de la legalidad. Finalmente, este trabajo dejó de manifiesto cómo la reconciliación y el perdón se inicia en la familia, y la necesidad de trabajar en el perdón, sanar heridas familiares, así como resolver las situaciones de seguridad que los alejan de las familias con intención de protegerlos. Lo anterior implica un conocimiento de las historias de vida familiares, antes del ingreso al grupo, durante su permanencia en el grupo y al momento de la reintegración, donde hay un reencuentro y/o se configura una nueva familia.

En conclusión, se hace necesario un acompañamiento a familias, entendido como una serie de acciones intencionadas en las que de manera colaborativa se produzcan reflexiones en las personas para que identifiquen sus dificultades y recursos, con el fin de buscar posibilidades de cambio que lleven a mejoras en la calidad de vida. Para este propósito, es indispensable que se reconozca la singularidad e integralidad de las personas, ya que cada una tiene su propia historia, contexto, relaciones y formas de comprender el mundo que atraviesan las diferentes dimensiones y áreas de la vida. Lo anterior es un elemento muy importante que se debe tener en cuenta, ya que la información recolectada indica que el trabajo con familias ha estado centrado en la “mecanización del trabajo”, es decir, en trabajar con la familia para así evitar deserciones o interrupciones en los procesos de reintegración. Sin embargo, es de esta visión de la cual se busca tomar distancia, pues se caracteriza por intervenciones que homogenizan el proceso de atención. En este punto, una clave fundamental para orientar el trabajo es entender cómo los excombatientes y sus familias comprenden, significan y viven el proceso de reintegración.

En este sentido, la responsabilidad que el profesional reintegrador asume no es la de impulsar cambios con base en sus creencias acerca de lo que es una “buena familia” o una “familia normal”. Por el contrario, se parte del respeto por la singularidad de cada familia e implica, de manera colaborativa, propiciar condiciones de posibilidad para que los procesos autoorganizativos familiares desplieguen su potencial (Giovanni & Jaramillo, 2018). Lo anterior exige realizar un proceso de resignificación que permita considerar a las familias desde su capacidad de cambio. Es fundamental, entonces, trabajar el concepto de reflexividad de las familias, entendido como la capacidad de hacer una mirada compleja de la ruta de reintegración en el marco de las relaciones que se han ido tejiendo, e incluyendo los resultados del proceso, como un momento o evento y no como un fin por alcanzar. Esta mirada reflexiva habilita la construcción de contextos relacionales para el acompañamiento que favorezcan la elaboración de sentido y empoderamiento de los excombatientes y sus familias, frente a la ruta de reintegración.

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Notas

* Artículo de investigación. Esta investigación tuvo financiación de la ARN.

1 Antiguamente conocida como la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). El cambio de nombre corresponde al proceso de desmovilización colectivo realizado después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC-EPL.

2 El proceso de reincorporación es el proceso colectivo acordado con las FARC-EPL, luego de la firma del Acuerdo de Paz, en 2016.

Notas de autor

a Autor de correspondencia. Correo electrónico: igiovanni@javeriana.edu.co

Información adicional

Para citar este artículo: Giovanni, I., Durán, A. del S., Aponte, D. M., & Laverde, D. J. (2020). Factores que facilitan y dificultan los procesos de reintegración de excombatientes y sus familias. Universitas Psychologica, 19. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy19.ffdp

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