Las profesiones sanitarias están particularmente expuestas a eventualidades inesperadas, como catástrofes naturales o emergencias médicas, lo que resalta su valor social en el cuidado frente a los desafíos actuales (Borborema et al., 2024; Fernández, 2022). En este marco, la enfermería se distingue como una titulación universitaria que combina formación teórica y práctica con el fin de garantizar un perfil profesional competente y centrado en la atención a las personas (Dois-Castellón et al., 2022; Ornellas & Monteiro, 2023). La formación en enfermería no se limita a la transmisión de conocimientos técnicos, sino que también fomenta el desarrollo de competencias investigadoras, asistenciales y humanísticas, en respuesta a los cambios sociales y sanitarios emergentes (Cubero et al., 2022; Nery et al., 2023).

A su vez, el clima social y académico influye directamente en la satisfacción vital, la gestión emocional y la construcción de una identidad profesional sólida en los estudiantes (Cárdaba-García et al., 2020).

Dentro de este proceso, el estrés académico constituye un factor determinante para la salud psicológica y el rendimiento de los estudiantes, ya que afecta la concentración, el sueño y las relaciones sociales (Oliveira et al., 2020; Perez et al., 2024). Cuando los niveles de estrés son elevados, los estudiantes pueden recurrir a estrategias de afrontamiento poco adaptativas, que se asocian con ansiedad, agotamiento emocional y deterioro del bienestar general (Alvarez-Luna & Rodríguez-Méndez, 2023; Aponte-Daza et al., 2022). Asimismo, variables como la edad, el género y el contexto socioeconómico condicionan la forma en que los estudiantes responden al estrés académico, influyendo en la permanencia en los estudios y en su calidad de vida (Alcaraz-Britez et al., 2023; Alonso et al., 2024). A esto se suma la exposición temprana a escenarios clínicos, donde los estudiantes enfrentan situaciones emocionalmente complejas, como la atención de pacientes críticos, que requieren una adecuada gestión emocional (Costa et al., 2020; Gimenez-Espert et al., 2020).

La literatura reciente advierte que el estrés sostenido puede favorecer la aparición de burnout, descenso del rendimiento académico y abandono universitario. Al mismo tiempo, resalta la importancia de promover estrategias de afrontamiento positivas que refuercen la inteligencia emocional y la adaptación al entorno profesional (Bresolin et al., 2020; Cara Rodríguez et al., 2021). Este escenario subraya la necesidad de evaluar de manera rigurosa los niveles de estrés percibido en estudiantes de enfermería para diseñar intervenciones efectivas desde las instituciones formativas.

En este contexto, la Perceived Stress Scale (PSS) es uno de los instrumentos más utilizados a nivel internacional para medir la percepción de estrés. Si bien se han realizado adaptaciones en población de habla hispana, aún existe un vacío de evidencias sólidas de validez y fiabilidad en estudiantes de enfermería, quienes se enfrentan a condiciones académicas y profesionales con alta carga emocional.

Por ello, el presente estudio se orienta a responder la siguiente pregunta de investigación: ¿es válida y fiable la Perceived Stress Scale para evaluar el estrés percibido en estudiantes de enfermería españoles? Con ello, se busca aportar evidencias que fortalezcan el uso de este instrumento en el ámbito académico y profesional, facilitando la identificación de factores estresores y la implementación de estrategias preventivas.

Método

Participantes

En este estudio participaron un total de 537 estudiantes universitarios del grado en enfermería, matriculados en el campus universitario de Ceuta y Melilla (Universidad de Granada), de entre 18 y 55 años (M = 22.67; DT = 5.22), en la que 117 (21.8 %) eran hombres y 420 (78.2 %) mujeres. La muestra se obtuvo mediante un muestreo por conveniencia, asumiendo un error muestral del 2 %.

Tal y como se puede observar en la Tabla 1, el 47.5 % (N = 255) es cristiano, mientras que el alumnado musulmán representa el 21.6 % (N = 116) y el ateo el 23.6 % (N= 127). Se optó por alcanzar esta muestra siguiendo la literatura que expone que se ha de aplicar el instrumento a un mínimo de 10-15 participantes por ítem. La PSS cuenta con un total de 14 ítems por lo que se debía alcanzar un mínimo de 140-210 participantes, por lo que muestra alcanzada aporta seguridad y robustez metodológica.

Instrumento

Para la recogida de los datos sociodemográficos, se optó por la elaboración de un cuestionario ad hoc, donde se recogía: edad, género (hombre o mujer), religión (cristiano, musulmán, judío, hindú, ateo u otro), curso (primero, segundo, tercero o cuarto), haber acudido a un servicio de orientación laboral -SOL- (sí o no) y haber cursado materias relacionadas con la Formación y Orientación Laboral -FOL- (sí o no).

Para medir y evaluar el estrés en el alumnado se ha optado por la versión en castellano, elaborada por Remor y Carrobles (2001), de la Escala de Estrés Percibido (Perceived Stress Scale -PSS-) desarrollado por Cohen et al. (1983). Esta consta de 14 ítems, organizados en una escala Likert de 0 a 4, que miden dos dimensiones: recursos percibidos de afrontamiento de situaciones (medida por 7 ítems) y percepción de incontrolabilidad de situaciones (medida por los 7 ítems restantes).

Procedimiento

Tras maquetar y revisar el instrumento de recogida de datos, se procedió a establecer contacto vía correo electrónico con el profesorado. Tras la confirmación positiva, por parte del profesorado, se procedió a aplicar el cuestionario a través de Google Forms.

Antes de la participación, se informó a los estudiantes sobre los objetivos del estudio, la voluntariedad de su participación y la posibilidad de retirarse en cualquier momento sin consecuencias académicas. Posteriormente, se solicitó y obtuvo el consentimiento informado, el cual se registró de manera explícita a través de un formulario digital previo al acceso al cuestionario.

Para garantizar la confidencialidad y el anonimato, no se recogieron datos identificativos personales. Las respuestas fueron codificadas mediante un sistema numérico automático que impidió la vinculación de los resultados con los participantes individuales. Asimismo, la información recogida se almacenó en un servidor institucional protegido con contraseña y acceso restringido únicamente al equipo investigador. Los archivos fueron encriptados y se estableció un plazo de conservación limitado, tras el cual serán eliminados de manera definitiva. De este modo, se aseguraron las condiciones necesarias para resguardar la privacidad y proteger la integridad de los participantes en todas las fases de la investigación.

Después del proceso de recogida de datos se procedió a la organización y a la codificación de los cuestionarios, el volcado en el software y su posterior análisis. Por último, cabe destacar que esta investigación ha seguido las normas éticas del Comité de Ética en Investigación Humana de la Universidad de Granada y de la Declaración de Helsinki. Asimismo, esta investigación ha seguido las pautas para investigaciones humanas y el permiso de la Universidad de Granada con el Comité de Ética 2934/CEIH/2022.

Análisis de los datos

Para el análisis de las propiedades psicométricas (fiabilidad y AFE), se empleó el paquete estadístico SPSS 30.0 (IBM Corp., 2024) y el Programa Factor Analysis v.10.9.02 (Lorenzo-Seva & Ferrando, 2006). Tal como se utiliza en este tipo de estudios, en primer lugar, se empleó el SPSS 30.0 para el análisis de las propiedades métricas de cada uno de los ítems del cuestionario y los coeficientes descriptivos básicos (media, dispersión, curtosis y asimetría). Después se exploró y utilizó el FACTOR Analysis, donde el diagnóstico de la bondad de ajuste es primordial para establecer la validez de la escala. La evaluación se fundamentó en los criterios recomendados por Bentler (1990) y McDonald y Marsh (1990). Finalmente, y con el objetivo de verificar y establecer la consistencia interna del instrumento y de cada una de sus dimensiones, se empleó el coeficiente alfa de Cronbach.

Previo a la realización del análisis factorial exploratorio (AFE), se verificaron los supuestos estadísticos recomendados para este tipo de procedimientos. En concreto, se evaluó la normalidad de la muestra (univariada y multivariada), la ausencia de colinealidad problemática entre los ítems (mediante indicadores de redundancia) y la homocedasticidad a partir de la inspección de residuos y pruebas de homogeneidad de varianzas. Asimismo, los índices de adecuación muestral (e.g., KMO) y la prueba de esfericidad de Bartlett respaldaron la pertinencia de la factorización. Con estos criterios satisfechos, se procedió al AFE.

El AFE arrojó una solución interpretable y coherente con el constructo, con cargas factoriales salientes, comunalidades adecuadas y ausencia de saturaciones cruzadas relevantes, lo que se tradujo en un muy buen ajuste en la muestra y en una estructura parsimoniosa. En un análisis confirmatorio ulterior (AFC), el ajuste resultó inferior al observado en el AFE, por lo que se reporta como aproximación complementaria que sugiere la conveniencia de refinar la especificación del modelo y contrastarlo en muestras independientes. Esta secuencia —AFE con buen ajuste seguido de un AFC más exigente en términos de ajuste— es consistente con la práctica psicométrica cuando se avanza desde la exploración hacia la confirmación del modelo.

Resultados

En esta primera parte del análisis se han calculado los valores descriptivos del estudio. Tal y como se observa en la tabla 2, todos los valores de asimetría y curtosis se encuentran entre los valores -2 y 2, por lo que no es necesario prescindir de ninguna variable y se pudo proceder al análisis factorial exploratorio, como lo exponen Bollen y Long (1993).

Posteriormente, haciendo uso del FACTOR Analysis se han rotado 6 factores. El estadístico de Bartlett, [2781.8 (df = 91; P = 0.00001)] y el test de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) = 0.864, utilizados para probar si la muestra procede de poblaciones con la misma varianza y si presenta una buena adecuación muestral, indican un muy buen ajuste de los datos para ser sometidos al análisis factorial. Los dos factores extraídos explican el 76.08 % de la varianza total, el CFI (índice de ajuste comparativo) fue de 0.973, el índice de bondad de ajuste (GFI) fue de 0.992, el AGFI también obtuvo un 0.99 y un error cuadrático medio de aproximación (RMSEA) de 0.06. Todos estos datos nos indican un excelente ajuste para estos ítems.

En la siguiente tabla (tabla 3) se muestra la estructura factorial de la escala. La escala definitiva ha quedado formada por dos factores, recursos percibidos de afrontamiento de situaciones (medida por 7 ítems) y percepción de incontrolabilidad de situaciones (medida por los 7 ítems restantes).

A continuación, (tabla 4) se muestra la configuración del cuestionario con un buen ajuste, el coeficiente de fiabilidad del cuestionario fue de 0.700, y por factores se obtuvo en todos ellos un alfa de Cronbach con valores p > 0.700, siendo de 0.850 en el primer factor y de 0.811 en el segundo.

Como se observa en la tabla 5, el alfa de Cronbach ha salido satisfactorio en su totalidad y en cada uno de los factores y dimensiones presentando valores p > 0.700, así como el Omega de McDonald que superó el p > 0.720. Al aplicar el coeficiente de correlación de Pearson, se aprecia que los factores presentan correlación significativa en un 99 %, (p < 0.01). Como se puede apreciar, las correlaciones son negativas y directas mostrando una significatividad al nivel de 0.01, confirmándose la estructura factorial en torno a dos factores (Figura 1).

Discusión

Los hallazgos de este estudio aportan evidencia sólida sobre la validez de constructo y la fiabilidad interna de la Perceived Stress Scale (PSS) en estudiantes de enfermería hispanohablantes. El análisis factorial exploratorio mostró una estructura bifactorial claramente diferenciada, que agrupa por un lado los ítems relacionados con la percepción de control y afrontamiento, y por otro, aquellos que reflejan tensión, preocupación o sensación de sobrecarga. Esta configuración es coherente con la literatura previa, donde se ha constatado con frecuencia una solución de dos factores que distingue entre la percepción de incontrolabilidad y la percepción de afrontamiento del estrés (Cohen et al., 1983; Reis et al., 2010; Vallejo et al., 2018).

De hecho, estudios realizados en población universitaria en España y Latinoamérica han reportado estructuras factoriales similares, aunque con ciertas discrepancias en la distribución de algunos ítems. Por ejemplo, Campo-Arias et al. (2014) en estudiantes colombianos encontraron una estructura de dos factores muy cercana a la aquí reportada, mientras que Remor y Carrobles (2001) en una validación española propuso la conveniencia de considerar un modelo unifactorial, apoyándose en indicadores de ajuste global. La consistencia de nuestro AFE con los trabajos que han defendido la bidimensionalidad refuerza la idea de que la escala refleja, en este contexto, no solo el nivel global de estrés percibido, sino también matices diferenciales en la interpretación del afrontamiento y la incontrolabilidad (Sánchez-Bolívar et al., 2024).

Al comparar con análisis factoriales confirmatorios (AFC) de validaciones previas, se observa que algunos autores han encontrado limitaciones en el ajuste de modelos unifactoriales estrictos (Lee, 2012; Taylor, 2015). En nuestro caso, aunque el AFE mostró un ajuste muy satisfactorio, el AFC presentó índices más restrictivos, lo cual coincide con observaciones de Andreou et al. (2011) y Marteau y Bekker (1992), quienes advirtieron que la estructura de la PSS puede variar según la muestra y el idioma de aplicación. Esta discrepancia sugiere que el uso combinado de AFE y AFC resulta especialmente relevante en investigaciones psicométricas, ya que permite capturar tanto la coherencia interna de los datos como la exigencia del ajuste confirmatorio.

Desde un punto de vista práctico, la alta consistencia interna obtenida en este estudio (α > 0.80 en ambos factores) respalda la utilización de la PSS como un instrumento fiable para la detección del estrés percibido en estudiantes de enfermería. Ello es relevante si se considera que este colectivo, tal como señalan Aslan et al. (2020) y Atkinson (2020), presenta mayores niveles de distrés, ansiedad y riesgo de burnout que otros grupos universitarios. La identificación temprana de niveles de estrés mediante un instrumento validado abre la posibilidad de implementar intervenciones preventivas basadas en la mejora de la resiliencia, la regulación emocional y las habilidades sociales, elementos que han mostrado eficacia para disminuir el estrés académico en población sanitaria (de la Fuente et al., 2020; Keech et al., 2018).

Una lectura crítica de los resultados permite también subrayar que la estructura factorial hallada refleja una vivencia compleja del estrés en este grupo profesional. Mientras algunos ítems se concentran en la sensación de pérdida de control (como la dificultad para manejar imprevistos), otros reflejan la capacidad de reinterpretación positiva o afrontamiento activo. Esta diferenciación coincide con lo descrito en validaciones previas en Chile y México, donde los autores observaron que la escala no solo discrimina niveles de estrés, sino también el estilo de afrontamiento predominante (González-Ramírez et al., 2013; Ortet et al., 2022).

Por último, es importante señalar que los resultados invitan a reflexionar sobre la necesidad de adaptar los programas de apoyo psicoeducativo en función de estas dos dimensiones. No basta con evaluar el estrés global, sino que es preciso diferenciar entre quienes perciben un exceso de demandas y quienes, aun en contextos exigentes, se sienten capaces de afrontarlas. De este modo, la PSS se confirma como una herramienta útil no solo para la investigación, sino también para la práctica universitaria, al guiar la implementación de estrategias de intervención más específicas y ajustadas a las necesidades del estudiantado.

Desde la perspectiva metodológica, este trabajo aporta evidencia que respalda el uso de la Escala de Estrés Percibido como un instrumento válido para la evaluación del estrés en estudiantes universitarios de enfermería. No obstante, es importante reconocer varias limitaciones. En primer lugar, el estudio utilizó un muestreo no probabilístico por conveniencia, lo que limita la generalización de los resultados más allá de la muestra analizada. En segundo lugar, los datos proceden de autoinformes, lo que implica el riesgo de sesgos de deseabilidad social o de memoria en las respuestas. Además, deben considerarse las particularidades culturales y religiosas de la muestra, que podrían haber influido en la percepción y expresión del estrés. A ello se suma la restricción geográfica a dos campus universitarios, lo que dificulta extrapolar los hallazgos al conjunto de la población estudiantil de enfermería en España.

Pese a estas limitaciones, los resultados tienen implicaciones prácticas relevantes. La PSS puede utilizarse como una herramienta de detección temprana del estrés en contextos académicos, lo que permitiría a las instituciones universitarias identificar a estudiantes en riesgo y diseñar programas de prevención e intervención adaptados a sus necesidades. Dichos programas podrían incluir entrenamientos en inteligencia emocional, resiliencia, estrategias de afrontamiento y gestión del tiempo, que han demostrado ser eficaces para reducir el impacto del estrés en la vida académica y personal de los futuros profesionales sanitarios.

En cuanto a las futuras líneas de investigación, sería conveniente aplicar un análisis factorial confirmatorio (AFC) que permita contrastar de forma más estricta la estructura factorial obtenida. Asimismo, se recomienda llevar a cabo estudios de invarianza factorial que exploren si la escala se comporta de la misma manera en función del género, la edad o el contexto cultural, dado que estas variables pueden condicionar la percepción del estrés. De igual forma, se sugieren diseños longitudinales que permitan analizar la estabilidad de la estructura de la PSS a lo largo del tiempo y su sensibilidad a cambios en la trayectoria académica y profesional. Por último, resultaría enriquecedor ampliar la validación a otras profesiones sanitarias (como medicina, fisioterapia o terapia ocupacional) y comparar resultados entre titulaciones, lo que contribuiría a identificar similitudes y diferencias en los patrones de estrés percibido en distintos colectivos del ámbito de la salud.

En síntesis, aunque el presente estudio presenta limitaciones que invitan a la prudencia en la generalización, sus aportaciones son significativas al confirmar la pertinencia de la PSS como herramienta válida y fiable en estudiantes de enfermería. Las líneas futuras aquí planteadas permitirán fortalecer la evidencia psicométrica disponible y ampliar el alcance de este instrumento en contextos académicos y profesionales.

Referencias

Notas

^* Artículo de investigación.

Financiación Este artículo no ha sido financiado por ningún organismo o entidad.

Notas de autor

a Autor correspondencia: Correo electrónico: francirod@correo.ugr.es

Información adicional

Como citar este articulo: Sánchez-Bolívar, L., Vázquez, L. M., Suazo-Rodríguez, F. C., & Escalante-González, S. (2025). Análisis psicométrico de la escala de estrés percibido (PSS) en estudiantes del grado de enfermería. Universitas Psychologica, 24, 1-10. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy24.prrg

Descargar