Aportes a la comprensión de la increencia en Colombia*

Contributions to the Understanding of the Unbelief in Colombia

Theologica Xaveriana, vol. 69, núm. 188, 2019

Pontificia Universidad Javeriana

William Mauricio Beltrán

Universidad Nacional de Colombia, Colombia


Fecha de recepción: 10 Abril 2018

Fecha de aprobación: 08 Agosto 2018

Resumen: Este artículo intenta una revisión bibliográfica sobre el crecimiento y las características de la población que se identifica como atea, agnóstica o no afiliada a ninguna religión en Colombia. Con base en la revisión de investigaciones sobre el tema, artículos de prensa e información disponible en blogs y páginas electrónicas, caracteriza a esta población en aspectos como sus posiciones frente a la espiritualidad, la ética, la ciencia y la política. Propone, además, algunas hipótesis sobre las causas del crecimiento de este sector de la población y sobre la relación de dicho crecimiento con la secularización de la sociedad colombiana.

Palabras clave Colombia, ateísmo, agnosticismo, personas sin religión, secularización.

Abstract: This article attempts a bibliographic review of the growth and the characteristics of the population identified as atheist, agnostic or non-affiliated to any religion in Colombia. Based on the review of research papers press articles and information available on blogs and web pages on the subject, it aims to characterize this population in aspects such as its positions about spirituality, ethics, science, and politics. It also proposes some hypothesis about the causes of the growth of this sector of the population and on the relationship of this growth with the secularization of Colombian society.

Keywords: Colombia, atheism, agnosticism, people without religion, secularization.

INTRODUCCIÓN

Si bien Colombia ha sido tradicionalmente un país cristiano y creyente, y hasta hoy la mayoría de colombianos se identifica como católica o afiliada a alguna confesión cristiana, nuevos datos indican que 1 –en lo que va corrido del presente siglo– viene creciendo el porcentaje de ateos, agnósticos y no afiliados a ninguna religión 2 . Este cambio se enmarca en lo que puede considerarse una tendencia global 3 y, pese a su importancia, constituye un fenómeno poco estudiado: los datos cuantitativos al respecto son escasos, se ha indagado poco sobre las causas de dicho crecimiento, y no existen investigaciones que intenten caracterizar o tipificar a este sector de la población.

El presente trabajo pretende hacer una contribución en ese sentido. Se propone dos objetivos: (1) Establecer el estado de la investigación alrededor de esta problemática; y (2) proponer algunas hipótesis de trabajo sobre las causas del crecimiento de la población de ateos, agnósticos y no afiliados a ninguna religión y sobre sus características, hipótesis que se espera sean confirmadas o refutadas en futuras investigaciones.

Para este propósito se ha hecho una revisión de las publicaciones que abordan el problema desde la perspectiva de las ciencias sociales. Sin embargo, dado que es un fenómeno poco explorado, se optó además por una revisión de prensa y por una exploración de la información disponible en internet (blogs, redes sociales, páginas electrónicas).

INCREENCIA Y SECULARIZACIÓN

Como herencia de la Colonia, la nación colombiana fundó su identidad y cohesión social alrededor del catolicismo. La Constitución de 1886 afianzó tal hecho, al afirmar que este constituía “la religión de los colombianos”, y al ordenar su protección a los poderes públicos. Dicha Constitución estuvo vigente hasta 1991, acompañada por la firma de un Concordato entre el Estado colombiano y la Santa Sede (1887).

Entre los múltiples privilegios de los que gozó la Iglesia Católica, gracias a la Constitución de 1886 y al Concordato, sobresale el poder que el Estado le otorgó sobre el sistema educativo, con medidas como “la obligatoriedad de la enseñanza de la religión católica en todas las instituciones educativas”, y “el compromiso del gobierno de impedir que se difundieran ideas contrarias al dogma católico” 4 . Esto permitió que, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, se mantuviera una sólida hegemonía cultural que limitaba la posibilidad de que prosperasen ideas disidentes al catolicismo 5 .

En el censo de 1918, 99,3 % de los colombianos se declaraba católico. Es decir, solo el 0,7 % definía su identidad religiosa en disidencia con esta tradición religiosa; y dicho porcentaje estaba integrado, entre otros, por protestantes, judíos y no afiliados 6 . En el censo de 1938 la situación no había cambiado. Para este año, 99,4 % de la población se identificaba a sí misma como católica 7 .

Solo en la segunda mitad del siglo XX empezó a debilitarse el monopolio cultural católico. Se defiende como hipótesis que este cambio está ligado a un proceso paulatino de secularización, cuyas consecuencias se hacen más fáciles de observar en el largo plazo. Como han señalado Dobbelaere 8 , Tschannen 9 y Casanova 10 , la secularización es un proceso multidimensional que no implica necesariamente el declive de las creencias religiosas, o el retiro de los actores religiosos de la esfera pública.

Según estos autores, el aspecto fundamental del proceso de secularización es la diferenciación y autonomización de las esferas institucionales no religiosas del control y la tutela de las instituciones religiosas dominantes. En el caso colombiano, esto significa que el Estado, los partidos políticos, el sistema educativo y el sistema cultural, entre otros, se han venido liberando progresivamente de la influencia y control de la Iglesia Católica.

La secularización de la sociedad colombiana progresó tímidamente gracias al crecimiento acelerado de algunas ciudades (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla), a la inserción del país en los mercados internacionales, y al debilitamiento del monopolio católico en los campos relacionados con la creación y circulación las ideas 11 . En este último proceso se destaca la autonomización de los medios de comunicación masiva (en especial la prensa, la radio y la televisión) frente a la censura católica y el crecimiento de la oferta educativa no católica liderada por las universidades públicas y las universidades liberales 12 .

Tales cambios facilitaron el debilitamiento del control social que ejercía la Iglesia Católica sobre la población; y permitieron a los ciudadanos, especialmente en los sectores urbanos, entrar en contacto con ideas que cuestionaban el catolicismo.

En Colombia, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el proceso de secularización –en lugar de desencadenar un declive drástico de la práctica y la adscripción religiosa– tuvo como consecuencia un proceso de reorganización o recomposición religiosa caracterizado por la migración de fieles desde la Iglesia Católica hacia los nuevos movimientos religiosos. Entre estos últimos se destaca el movimiento pentecostal por su rápido crecimiento y su creciente influencia en los campos político y cultural. Un fenómeno similar viene ocurriendo en la mayoría de países de América Latina 13 .

Los nuevos actores religiosos contribuyeron con su presión en el proceso que desembocó en una redefinición legal de la sociedad colombiana, que tuvo lugar por medio la Asamblea Nacional Constituyente, y dio como fruto la Constitución de 1991. Esta ya no define la nación colombiana alrededor del catolicismo, sino la considera una sociedad pluriétnica y multicultural. En este sentido, pese a sus limitaciones, ofrece mayores garantías para la libertad de conciencia y de culto frente a la Constitución precedente.

Sin embargo, hasta finales del siglo XX, estos cambios sociales y legales no se reflejaron en un aumento notorio del porcentaje de ateos, agnósticos o personas sin religión 14 . Sin embargo, esta situación parece haber cambiado en lo que va corrido del siglo XXI.

CIFRAS RECIENTES

Los últimos censos de la población colombiana no ofrecen información sobre filiación religiosa; pero desde los primeros años del presente siglo, diversas encuestas registraron un crecimiento tímido del porcentaje de ateos, agnósticos y no afiliados a ninguna religión. Según datos del Latinobarómetro, en 2000, solo 2 % de los colombianos se identificaba con alguna de estas categorías 15 ; en 2013, este porcentaje se ubicaba en 8 % 16 ; y en 2017, en 11 % 17 . Una investigación independiente que ofrece datos de 2010 ubica el porcentaje de ateos, agnósticos y no afiliados alrededor del 8 % 18 . Y una encuesta de Win-Gallup International Poll, con datos de 2012, afirma que 12 % de los colombianos se define no religioso, sin considerarse ateo; según esta fuente, no religiosos y ateos suman el 15 % de la población 19 .

Si bien las metodologías con que se realizaron tales encuestas son diversas (tanto en la construcción de las muestras como en la elaboración de los cuestionarios), y debe tenerse en cuenta el margen de error –que según las fichas técnicas oscila entre 3 % y el 3.5 %–, el conjunto de estos datos coincide en señalar un crecimiento en el porcentaje de ateos, agnósticos y personas sin religión. Al mismo tiempo, todas las encuestas muestran la disminución constante de las personas que se identifican como católicas. Sin embargo, son necesarios nuevos estudios que confirmen o problematicen dicha tendencia.

Por otro lado, no deben confundirse los “no afiliados” o “sin religión” con los ateos y agnósticos ya que estos constituyen poblaciones muy diferentes. En Colombia, los no afiliados son por lo general personas que creen en el Dios judeocristiano sin pertenecer a ninguna iglesia o confesión religiosa. Suelen identificarse con expresiones como las siguientes: “Creo en Dios, pero no en la religión”; “creo en Dios a mi manera”; o “soy espiritual pero no religioso” 20 .

El crecimiento de la nueva manera de relacionarse con la religión (a cuyos adherentes denominaremos en adelante “creyentes sin religión”) constituye también una tendencia global, especialmente notoria en Occidente, y en ella se materializa, al parecer, una actitud de resistencia o rechazo explícito “al control institucional de lo religioso” 21 , control que en Colombia se asocia al poder de grandes organizaciones religiosas como la Iglesia Católica y las nuevas organizaciones pentecostales.

Una caracterización de los ateos, los agnósticos y los no afiliados es tarea difícil, pues –como ya se ha señalado– los datos que podrían favorecer esta empresa son escasos. No obstante, se ha optado por exponer e interpretar lo datos disponibles, con la esperanza de que estudios futuros los confirmen o corrijan.

En términos generales, en Colombia, quienes se identifican como ateos o agnósticos lo hacen en ruptura con la tradición religiosa familiar. En 2010, 86 % de ellos afirmaba haber abandonado la fe católica, y 13 % haber desertado de alguno de los nuevos movimientos religiosos 22 . El porcentaje de ateos, agnósticos y personas sin religión es superior entre los hombres (aproximadamente por cada tres hombres ateos o agnósticos solo se registra una mujer). Entre las mujeres se observa con mayor frecuencia la práctica de una vida religiosa activa y la membrecía a una comunidad de creyentes 23 .

La expansión del ateísmo y el agnosticismo, así como la práctica de una religión sin filiación institucional a una iglesia o comunidad de fe, parecen relacionarse con un cambio generacional. El porcentaje de quienes se identifican con alguna de estas categorías es notoriamente superior entre jóvenes (de 18 a 25 años), y disminuye en la medida en que aumenta la edad 24 . Según esta hipótesis, la mayor integración de los jóvenes en los nuevos circuitos globales de la información (gracias a la masificación de la internet) les permite acceder con mayor facilidad a ideas y comunidades que cuestionan la tradición cristiana y la existencia de un dios. A esto deben sumarse las mayores posibilidades de acceso a la educación formal que gozan las nuevas generaciones 25 .

Por su parte, casi la totalidad de los colombianos mayores de sesenta años se definen creyentes (98 %). Entre ellos, menos de 1 % se identifica como ateo o agnóstico. Además, la gran mayoría de adultos mayores (93 %) considera la religión como un aspecto importante de sus vidas (datos de 2010) 26 . Todo parece indicar que, en la medida en que perciben más cercana la muerte, los adultos mayores se aferran con mayor fuerza a las teodiceas religiosas 27 . En otras palabras, en la medida en que envejecen, los colombianos recurren con más frecuencia a discursos religiosos que les ofrecen la esperanza de un más allá, una vida o existencia después de la muerte: “la vida eterna” y “el cielo” cristiano siguen siendo los discursos a los que se apela con mayor frecuencia para este propósito 28 .

El porcentaje de ateos y agnósticos aumenta en las grandes ciudades (como Medellín, Bogotá y Cali), y disminuye en las ciudades intermedias y en las regiones rurales, donde rara vez supera el 3 % 29 . Aparentemente, las grandes ciudades ofrecen mejores condiciones para que sus habitantes tomen distancia de la tradición cristiana. Ya se ha mencionado que los ciudadanos urbanos disfrutan de mejores oportunidades de acceso a la educación formal y de mayores oportunidades para entrar en contacto con ideas y comunidades que cuestionan las creencias religiosas 30 .

El cambio religioso en Colombia parece estar asociado a variables socioeconómicas. En los estratos con menor disposición de recursos económicos aumenta el porcentaje de creyentes practicantes y disminuye el porcentaje de ateos y agnósticos. En los estratos socioeconómicos altos disminuye el porcentaje de creyentes practicantes y se eleva el de ateos y agnósticos 31 . También en los estratos socioeconómicos altos aumenta el porcentaje de creyentes sin religión, y la población que no mantiene membresía en ningún grupo religioso 32 .

Una tendencia similar se observa en relación con el nivel educativo. Entre los adultos que solo cursaron estudios de primaria, apenas 1 % se identifica como ateo o agnóstico, pero esta cifra asciende a cerca de 7 % entre quienes gozan de estudios universitarios, y a 16 % entre quienes han hecho estudios de posgrado 33 .

Sobre la relación entre educación y ateísmo debe señalarse que quienes abandonan la fe cristiana para optar por el ateísmo refieren con frecuencia, entre las causas de su decisión, el acceso a ciertas lecturas o autores que les ayudaron a cuestionar los dogmas religiosos que habían heredado por tradición. Así fue la experiencia del escritor Héctor Abad Faciolince:

En mi adolescencia leí una colección de ensayos de Bertrand Russell. Se llamaba Por qué no soy cristiano y su lectura significó comprobar que una persona de gran inteligencia, un gran filósofo y un gran matemático a la vez, confirmaba con argumentos fuertes y convincentes la falacia de la religión. 34

Se debe señalar, sin embargo, que la sociedad colombiana se caracteriza por su marcada desigualdad. En ella, los estratos socioeconómicos altos y la población que goza de estudios de posgrado son muy reducidos en términos demográficos. Por tal razón, aunque en los estratos altos y profesionales aumenta de forma notoria el porcentaje de ateos y agnósticos, en la población en general este porcentaje se mantiene bajo.

Pese a su aparente crecimiento, el porcentaje de ateos, agnósticos y personas sin religión en Colombia se mantiene por debajo del promedio mundial 35 y por debajo del promedio de América Latina. Es inferior, por ejemplo, al de los países del Cono Sur (Uruguay, Chile y Argentina), y al de la mayoría de los países centroamericanos (El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá) 36 . No se debe, por tanto, sobredimensionar el crecimiento del porcentaje de ateos, agnósticos y personas sin religión en Colombia. Como se ha señalado previamente, la sociedad colombiana sigue siendo predominantemente cristiana y creyente.

INCREENCIA Y ESTILOS DE VIDA

Ateos, agnósticos y personas sin religión no constituyen una población homogénea en lo que respecta a sus ideas, valores y estilos de vida: entre ellos es posible observar una amplia diversidad. Por ejemplo, para algunos su postura no es necesariamente incompatible con una “espiritualidad”, que en el caso de ateos y agnósticos no incluye la noción de Dios. Según datos de 2010, algunos practican yoga (33 % de los agnósticos y 19 % de los ateos) o meditan (39 % de los agnósticos, y 23 % de los ateos). Además, casi la mitad de los ateos y uno de cada cinco agnósticos afirma creer en la reencarnación 37 .

Al parecer, un sector de quienes se declaran ateos o agnósticos pretende, sobre todo, tomar distancia de la tradición cristiana, en especial de la Iglesia Católica. Así lo expresa, por ejemplo, la académica Florence Thomas:

No creo en Dios, pero yo creo en un hombre llamado Jesús de Nazaret que trató de construir una religión de amor por medio de sus discípulos (que además eran muchos más de doce), que a mí me gusta mucho a través de los evangelios. Soy católica hasta el siglo IV, o sea, me gustan muchas cosas del cristianismo primitivo, pero lo que hizo después la Iglesia con los obispos, los papas, a partir de ahí no puedo compartir esto en absoluto. 38

Otros cuestionan al Dios con “D” mayúscula, es decir al Dios judeocristiano, al mismo tiempo que se sienten atraídos por otras formas de espiritualidad, entre las que cobran relevancia las creencias provenientes de religiones orientales. Este es el caso del actor Fernando Solórzano:

Para comenzar tengo que aclarar que soy una persona bastante religiosa. Siempre he estado buscando en diferentes disciplinas respuestas a ese tipo de preguntas esenciales como “qué significa la vida”, “qué significa todo esto que me rodea”, “quién soy yo en verdad”. He estado con los sufís, con el zen y con la línea del cuarto camino. Entonces el creer en Dios se convierte en un concepto personal. Siempre he pensado que la idea de Dios nos la enseñaron mal. 39

Es preciso añadir que la presencia y crecimiento de un sector ateo o agnóstico que además se define como espiritual tampoco es exclusiva del caso colombiano 40 .

Según los datos disponibles, entre ateos y agnósticos aumenta la confianza en la ciencia, como forma de conocimiento verídico, y se acentúa la tendencia a asociar la religión con la ignorancia, la superstición e incluso con el fanatismo 41 . Esta tensión entre ciencia y religión se hace más visible en los temas en los que las creencias cristianas y los hallazgos científicos entran en conflicto.

Los debates alrededor de la teoría de la evolución de Darwin y, en particular, los descubrimientos en torno de la evolución de la especie humana se ubican en el centro de tal disputa. 42 La teoría de la evolución de Darwin solo es considerada verídica por el 24 % de los colombianos. Sin embargo, su aceptación llega al 64 % entre ateos, y al 73 % entre agnósticos 43 . Tal vez lo más interesante de estos datos reside en que ni siquiera entre ateos y agnósticos la teoría de la evolución goza de aceptación completa.

Por otro lado, académicos y científicos que se identifican como ateos y agnósticos suelen explicar la prevalencia de las creencias religiosas en el mundo actual como consecuencia de la ignorancia. En otras palabras, consideran que, en la medida en que avance la ciencia y la educación científica, retrocederá la religión. Esta postura más militante en favor de la ciencia se construye sobre el postulado de que solo la ciencia puede guiar hacia la verdad 44 .

“La religión es irracional”, “religión y ciencia son incompatibles”, la ciencia simplemente “explica mejor el funcionamiento del mundo que la religión”, “la experiencia y la razón son las únicas fuentes de conocimiento”, “las leyes que rigen el universo no dejan espacio para Dios”, “Dios no es una hipótesis necesaria para explicar el origen del universo”, son algunas de las opiniones de reconocidos académicos y personajes de la vida pública colombiana sobre los motivos que los condujeron a abandonar la religión 45 . Este tipo de argumentos son compartidos por ateos y agnósticos de todo el mundo 46 . Así lo expresa el abogado constitucionalista Juan Manuel Charry:

Soy ateo porque no he encontrado evidencia de la existencia de Dios. Desde niño inicié una búsqueda de la razón de mi existencia y exploré distintas creencias. No obtuve respuesta; por el contrario, todas invitaban a practicar una fe ciega. Hoy estoy en rebelión contra quienes predican que la vida está en otra parte y encuentro en la ciencia y en la razón los instrumentos para una vida feliz a partir de mis propias elecciones. 47

INCREENCIA, VALORES Y MORAL

En Colombia, los sectores conservadores de la Iglesia Católica y, en general los fieles de los nuevos movimientos religiosos se han declarado guardianes de una moral tradicional. Por ejemplo, defienden el modelo de familia heterosexual como el único legítimo y consideran desviadas e inmorales las identidades sexuales minoritarias representadas por la población de lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTI) 48 .

Aunque –desde 2016– la Corte Constitucional declaró legal el matrimonio entre personas del mismo sexo, esta norma y las iniciativas políticas que la respaldan han encontrado resistencia en amplios sectores de la población. Para 2010, antes de su legalización, solo 29% de los colombianos manifestaba estar de acuerdo con la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, entre creyentes sin religión el apoyo a esta iniciativa alcanzaba el 38 %; entre ateos alcanzaba el 63 %; y entre agnósticos el 72 %.

Una tendencia similar se observó en las posiciones respecto de la posibilidad de que las parejas homosexuales pudieran adoptar 49 . La completa legalización del aborto enfrenta un rechazo aún mayor 50 . Para 2010, solo 7 % de los colombianos avalaba esta iniciativa. Sin embargo, el apoyo a la misma aumentaba entre creyentes sin religión (14 %), entre agnósticos (22 %) y entre ateos (35 %) 51 .

Diversas asociaciones de ateos y agnósticos que funcionan en Colombia han manifestado respaldo público al reconocimiento de los derechos de la población LGBTI. Incluso algunas de ellas animan a sus afiliados a apoyar esta lucha política por medio de manifestaciones públicas 52 . Apoyan también la completa legalización del aborto y de la eutanasia voluntaria 53 . El apoyo que han brindado ateos y angosticos al reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTI tampoco obedece a un caso excepcional colombiano y ha sido ampliamente investigado en otros contextos sociales, en especial en Europa y Estados Unidos 54 .

En estas mismas regiones, estudios recientes concluyen que los ciudadanos que practican una religión tienden a desconfiar de los ateos y a considerarlos más inclinados a la inmoralidad o a la desviación social 55 . En Colombia pareciera existir entre los creyentes un imaginario similar 56 . Sin embargo, no hay estudios que intenten medir la relación entre filiación religiosa y el compromiso de los ciudadanos con determinadas expectativas éticas o morales; ni siquiera estudios que se plantean la relación entre filiación religiosa y desviación social. Por ejemplo, no hay investigaciones que se pregunten si entre los funcionarios ateos son más o menos frecuentes las prácticas corruptas.

Por su parte, algunos académicos e intelectuales ateos y agnósticos reivindican una “ética humanista”, que no depende de la existencia de Dios ni de un código moral revelado por este, que no obstante coincide en muchos aspectos con la ética cristiana. La ética humanista se basa en el reconocimiento “del otro”, de su valor implícito y de sus derechos, y, por lo general valora como algo positivo el pluralismo étnico, ideológico y sexual 57 . Por ejemplo, la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá plantea la siguiente postura:

Considera a la persona humana como un valor intrínseco y por esto se posiciona en contra de la discriminación por motivos de sexo, identidad de género, orientación sexual, etnia, opinión filosófica, posición económica, procedencia geográfica, religión, o ausencia de una creencia en lo sobrenatural. La Asociación apoya activa y concretamente las luchas contra estas y otras formas de discriminación en nuestra sociedad, especialmente cuando estas son motivadas por la religión. 58

Algunos ateos y agnósticos consideran inmoral mantener creencias religiosas en un momento en el que los descubrimientos científicos ofrecen –según ellos– una visión más clara y confiable que cualquier religión sobre el origen y las características de la especie humana. Consideran, por ejemplo, que “creer en Dios supone una violación [al] deber moral de ser racionales. El mismo hecho de creer resulta entonces inmoral, porque es malo creer algo sin pruebas suficientes” 59 . Por ejemplo, Paola Nieto, Licenciada en Filología, y atea activista, asocia la religión con la irracionalidad y por esa vía con la violencia:

Una de las principales razones de la violencia en el mundo y específicamente en Colombia es la irracionalidad. Las religiones, y en nuestro contexto la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas, promueven esa irracionalidad. El pensamiento mágico y supersticioso como un valor. Lo peor es que no se queda en el plano de lo privado, sino que quieren imponer su visión a todos los colombianos. 60

Según esta perspectiva, ser racional y actuar de manera racional constituye un valor moral, y el paradigma de racionalidad se expresa en el método científico y la confianza en el conocimiento avalado por las comunidades científicas 61 .

Incluso algunos académicos ateos y agnósticos llegan a considerar que una ética que no depende de la existencia de un dios y de sus mandatos, que se construya sobre los aportes de la ciencia, es más confiable y más estable que una ética construida sobre creencias religiosas. En palabras de Carlos Gaviria, “la gente que ha construido su ética en la creencia [religiosa], cuando deja la creencia se queda sin moral” 62 .

En Colombia, como en el resto del mundo, el compromiso de algunos ateos y agnósticos con la ética humanista se puede constatar por su participación en causas humanitarias y filantrópicas, en iniciativas y empresas que desde el punto de vista de la moral cristiana se podrían juzgar como ejemplares 63 .

ORGANIZACIÓN Y APUESTAS POLÍTICAS

En lo que obedece también a un fenómeno global 64 , en Colombia, desde 2008, grupos de ateos y agnósticos han empezado a organizarse con miras a ganar reconocimiento, liberarse del estigma que sufren, y posicionar una agenda política. Para este propósito han creado varias asociaciones a nivel nacional y regional. Entre ellas se encuentran la Asociación Colombiana de Ateos; la Corporación Bogotana para el Avance de la Razón y el Laicismo; la Asociación de Ateos de Bogotá, Pereira y Cali; la Asociación Antioqueña de Librepensadores, Agnósticos y Ateos; y la Asociación de Ateos y Agnósticos del Atlántico 65 .

Estas asociaciones defienden un proyecto de Estado-nación laico. Su principal objetivo es reducir la influencia de las instituciones religiosas en la esfera pública 66 , en lo que coinciden con los movimientos de ateos y agnósticos de Europa y Estados Unidos 67 .

Los más comprometidos con dicho proyecto político consideran que, en Colombia, como en la mayor parte del mundo, las instituciones religiosas (especialmente las más poderosas, como la Iglesia Católica y las grandes organizaciones pentecostales) gozan de demasiados privilegios económicos (por ejemplo, excepciones tributarias), tienen una desmedida influencia en el sistema político, y gozan de amplia visibilidad pública. Este poder es juzgado como exagerado e inconveniente por parte de las asociaciones ya mencionadas, y según ellas se presta para “injusticias y abusos” 68 .

Así, buena parte de las actividades auspiciadas por tales asociaciones tiene como objetivo velar por las garantías legales que hacen posible la separación entre los poderes públicos y religiosos (separación entre las iglesias y el Estado), es decir, buscan controlar y limitar la influencia de las organizaciones religiosas en la esfera pública. Para esto hacen “uso de todos los instrumentos civiles y legales” a su disposición 69 . Acuden, por ejemplo, al sistema legal colombiano o al derecho internacional, si consideran que la separación de poderes está siendo amenazada, si los derechos de los no creyentes son vulnerados, o si advierten que las instituciones religiosas están abusando de su poder 70 . Además, divulgan ampliamente situaciones de intolerancia, discriminación o maltrato que atenten contra la población no creyente. 71

Las asociaciones de ateos y agnósticos se oponen a los privilegios que el Estado ha ofrecido históricamente a la Iglesia Católica y, de manera más reciente, a los nuevos movimientos religiosos. Se oponen, por ejemplo, a la permanencia de la clase de religión en los colegios públicos, o a las exenciones de impuestos que gozan las entidades religiosas. Luchan, por tanto, para que estos privilegios sean desmontados 72 .

La Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá […]. Propenderá por la promoción de la educación laica y la erradicación de la enseñanza religiosa como asignatura en la educación pública, ya que las creencias o prácticas religiosas pertenecen al ámbito de las creencias personales, por lo que no deben formar parte de las competencias básicas escolares ni del currículo de la enseñanza obligatoria. 73

Se oponen también a la inversión de recursos públicos en fines relacionados con la religión, por ejemplo, la financiación de fiestas o ceremonias religiosas 74 , o a la restauración de templos con dineros públicos (en Colombia, las entidades gubernamentales pueden destinar recursos a restaurar templos, si estos son considerados patrimonio arquitectónico). Incluso se oponen a que el gobierno colombiano mantenga representación diplomática en la Santa Sede, o a que dedique recursos para atender la visita de que un líder religioso como el Papa 75 .

Como ya se mencionó, las asociaciones de ateos y agnósticos participan de manifestaciones para hacer público su apoyo al reconocimiento de los derechos de la población LGBTI, a la completa legalización del aborto y de la eutanasia voluntaria. En este tipo de manifestaciones entran, con frecuencia, en choque con comunidades religiosas o sectores creyentes 76 .

En lo que constituye también un fenómeno global, tales asociaciones están comprometidas con la divulgación científica: promover “las virtudes de la ciencia y la razón” 77 . Por ejemplo, la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá incluye entre sus objetivos “promover el pensamiento crítico y racional en la población colombiana, sobre las bases de la lógica, la razón y la ciencia” 78 . Así, es frecuente que este tipo de asociaciones organicen conferencias sobre temas como los avances en la cosmología, los nuevos descubrimientos que confirman la teoría de la evolución y, en general, sobre los descubrimientos que desvirtúen “el creacionismo bíblico” o cuestionen la existencia del Dios judeocristiano 79 .

En cuanto obedecen a una tendencia global 80 , las asociaciones de ateos y agnósticos han aprovechado las nuevas tecnologías de la información (las posibilidades de la internet, que incluyen sitios electrónicos, foros, y las hoy llamadas redes sociales, como Facebook y Twitter) como medios para fortalecer una identidad compartida y un sentido de comunidad, y han hecho de ellas un instrumento para la movilización política 81 .

Por ejemplo, las han usado para denunciar los que consideran abusos o “extremismos” de líderes o creyentes religiosos; o situaciones de intolerancia, discriminación o maltrato que atenten contra la población que se identifica como no creyente; para expresar su inconformidad sobre el papel que siguen jugando las organizaciones religiosas en la esfera pública (especialmente en el campo de la política electoral); y para convocar marchas o manifestaciones 82 .

INTOLERANCIA Y DISCRIMINACIÓN

Quienes se declaran ateos, agnósticos o no creyentes enfrentan prejuicios sociales profundamente arraigados en una sociedad tradicionalmente cristiana como la colombiana. Por ejemplo, se suele dudar de su integridad ética y moral y, en ciertos contextos, se les llega a considerar “pecadores” o “enemigos de Dios”. Por tales razones, buena parte de ellos ha sufrido el repudio de parientes y amigos 83 .

Así como ocurre con otras minorías, ateos y agnósticos enfrentan con frecuencia expresiones de intolerancia y discriminación como el ostracismo o la estigmatización, fenómenos que tampoco son exclusivos del caso colombiano 84 . Incluso importantes personajes públicos han sido estigmatizados y han enfrentado escándalos que han afectado su imagen tras haber admitido su ateísmo, o han dudado en identificarse como creyentes. Al respecto se destacan, por su resonancia, los juicios mediáticos al exalcalde y excandidato presidencial, Antanas Mockus, en 2010, y al ministro de Salud, Alejandro Gaviria, en 2017 85 .

Las instituciones educativas, especialmente en la educación básica y secundaria (tanto en planteles públicos como privados) constituyen un escenario donde el trato discriminatorio para ateos y agnósticos es frecuente (es pertinente recordar que buena parte del sistema educativo colombiano sigue siendo confesional).

Según una investigación realizada en planteles educativos de la ciudad de Bogotá, uno de cada cinco adolescentes que se declara ateo siente que esto le ha representado sufrir un trato discriminatorio por parte de compañeros y profesores 86 . Otra investigación de campo realizada en 2008, también en Bogotá, muestra que adolescentes que se declaran ateos son considerados “raros” (o anormales) por parte de sus compañeros, y dignos de conmiseración, por lo cual profesores y demás miembros de la comunidad educativa se sienten en la obligación moral de ayudarlos a superar su condición de no creyentes 87 .

Varias denuncias relacionadas con situaciones de discriminación sufridas por ateos y agnósticos en el ambiente escolar, en diversas regiones del país, se pueden consultar en el informe Estado de la laicidad en Colombia, publicado en 2017, por la iniciativa de la organización no gubernamental Bogotá Atea, la Asociación de Ateos de Bogotá e International Humanist Secular Union 88 .

Sin embargo, al parecer, en las universidades, en particular las públicas y las liberales, se percibe un ambiente más favorable para declararse ateo o agnóstico y, en general, para promover ideas que cuestionen o contradigan el imaginario cultural cristiano 89 .

Una de las hipótesis que es necesario verificar es si en Colombia, como en otros países 90 , los ateos han encontrado en las universidades un espacio para expresar su posición con libertad y para promover sus ideas. Incluso parece posible que en ciertas facultades (como las dedicadas a las ciencias sociales y naturales) tienda a posicionarse el imaginario, que en una nación predominante cristiana sería contracultural, basado en el supuesto de que un ateo o agnóstico es mejor científico (o incluso mejor ciudadano) que el que se declare creyente.

CONCLUSIONES

Dado los escasos estudios sobre el tema, reiteramos que las conclusiones que se presentan a continuación deben ser leídas como hipótesis de trabajo.

Según los escasos datos disponibles, en Colombia, en las dos últimas décadas, viene creciendo la población que se identifica como atea, agnóstica o no afiliada a ninguna religión. Tales datos indican que el ateísmo y el agnosticismo son acogidos con mayor frecuencia por las poblaciones urbanas, las nuevas generaciones, los sectores que gozan de mayores niveles de escolaridad y los estratos socioeconómicos superiores.

Las causas del aumento reciente de ateos, agnósticos y personas sin religión parecen relacionarse con el acceso de los sectores urbanos a mejores niveles de educación formal (universitaria y posgraduada), y al mayor acceso de la población a nuevas fuentes de información, gracias a la globalización de las comunicaciones, y de manera particular, a la masificación de la internet. Como en otras regiones del planeta, las posibilidades de la internet y de las hoy llamadas redes sociales ha facilitado el intercambio de ideas minoritarias y disidentes.

Al parecer, las nuevas generaciones de colombianos (más conectadas en estos circuitos de comunicación globales) se sienten menos vinculadas a la tradición católica, y consideran cada vez más legítimo escoger su propia identidad religiosa en una amplia gama de posibilidades, entre las que se incluye la de no creer. Sin embargo, debe reiterarse que la sociedad colombiana sigue siendo predominantemente religiosa y cristiana.

Un importante sector de la Colombia creyente mira con desconfianza a ateos y agnósticos, los perciben como poco confiables, portadores de una ética inferior e inclinados a la inmoralidad; pero no existen estudios que confirmen o descarten estas percepciones. La información revisada indica que ser ateo, agostico o no afiliado a ninguna religión no implica necesariamente renunciar a los valores y códigos morales del Occidente cristiano.

No obstante, ateos y agnósticos se distancian de la mayoría de cristianos en la medida en que apoyan con mayor frecuencia el reconocimiento de los derechos de la población LGBTI, la completa despenalización del aborto y la legalización de la eutanasia voluntaria. Por otro lado, es fácil encontrar ejemplos de ateos y agnósticos comprometidos con causas que se pueden considerar altruistas y humanitarias desde la perspectiva cristiana.

Las personas que se identifican como ateos, agnósticos, no creyentes, o no afiliados a ninguna religión constituyen una población diversa, lo que dificulta cualquier esfuerzo de caracterización o tipificación. Sin embargo, algunas tendencias podrían ayudar en este propósito. Por ejemplo, un sector de quienes se identifican como ateos o agnósticos se identifica también como espiritual; algunos incluso practican ritos que se pueden tipificar como religiosos, aunque no implican la creencia en un dios o dioses (lo más conocidos son la meditación y el yoga). Parece claro que, por esta vía, ateos y agnósticos logran tomar distancia de la doctrina y la institucionalidad cristiana.

También es posible tipificar un sector del ateísmo como militante. Este tipo de ateos se siente en el deber de promover sus ideas como superiores a cualquier creencia religiosa, asumen la creencia en un dios como acto irracional y consideran la ciencia la única forma de conocimiento verdadero. Su líder más destacado a nivel internacional es Richard Dawkins.

En Colombia, este último grupo ha empezado a organizarse en la forma de asociaciones locales de ateos y agnósticos que, sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías de la información, participan también de una red global. Estas asociaciones defienden un proyecto moderno de Estado laico, con una clara separación entre los poderes religiosos y políticos. Observan como ilegal que el Estado ofrezca beneficios económicos o legales a cualquier institución religiosa, por ejemplo, exenciones de impuestos, o que permita la enseñanza de una doctrina religiosa en el sistema escolar financiado con recursos públicos. Esta posición los ubica en confrontación con sectores creyentes que los perciben como amenaza a su estatus y legitimidad.

Por último, los datos analizados indican que un sector de quienes se declaran ateos y agnósticos sufre situaciones de discriminación. Estas se agudizan en contextos determinados: por ejemplo, en el ambiente escolar. Debe recordarse que la enseñanza de doctrinas religiosas en la educación básica, en especial de la doctrina católica, goza de respaldo legal y de la legitimidad que proviene del carácter mayoritario que sigue teniendo el catolicismo en Colombia. Ya algunos estudios indican que los niños que se declaran ateos o agnósticos sufren con frecuencia situaciones de discriminación e intolerancia por parte de profesores y compañeros. Esta denuncia debe considerarse preocupante, en un Estado que se define como pluralista y multicultural.

RECONOCIMIENTO

El presente artículo fue realizado como parte del trabajo del grupo de Estudios Sociales de la Religión, y financiado por la Universidad Nacional de Colombia.

REFERENCIAS

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Notas

1 Estos datos serán presentados y analizados más adelante.

2 Se entenderá por ateos a quienes no creen en uno o más dioses “porque están seguros de que no existe(n)”; por agnósticos a quienes no creen en uno o más dioses “porque juzgan que su existencia no se puede probar”; y por personas sin religión o no afiliados a quienes, si bien puede que acepten “la existencia de un dios, no son miembros de ninguna iglesia” o comunidad de creyentes (Marzal, “De los viejos ateísmos a los agnosticismos posmodernos” 7-8). En otras palabras, frente al problema de la existencia de Dios, el ateo mantiene como convicción la negación de esta posibilidad, el agnóstico observa el dilema como “un falso problema” (ibíd., 21), y el “no afiliado” o “sin religión” puede ser ateo o agnóstico, o puede creer en un dios, pero en este último caso su creencia no le implica afiliarse o identificarse con una comunidad o confesión religiosa, así puede “creer sin pertenecer” (Davie, Religion in Britain since 1945).

3 A nivel global, el porcentaje de quienes no se identifican con ninguna religión (sin afiliación) ha venidocreciendo de manera constante a lo largo del presente siglo (Win-Gallup International Poll, “Global Index of Religion and Atheism”). Para 2012, aproximadamente, el 16 por ciento de la población mundial seubicaba en este grupo (Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, “The Global ReligiousLandscape. A Report on the Size and Distribution of the World’s Major Religious Groups as of 2010”).

4 Arias Trujillo, El Episcopado colombiano, intransigencia y laicidad (1850-2000); Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal.

5 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 371.

6 Dirección General de Estadística 1924, citado por De Roux, Una Iglesia en estado de alerta: funciones sociales y funcionamiento del catolicismo colombiano: 1930-1980, 36.

7 Camacho-Leyva (ed.), Quick Colombian Facts, citado por De Roux, Una Iglesia en estado de alerta: funciones sociales y funcionamiento del catolicismo colombiano: 1930-1980, 36.

8 Dobbelaere, “Secularization: A Multi-Dimensional Concept”.

9 Tschannen, Les théories de la sécularisation.

10 Casanova, Genealogías de la secularización.

11 Palacios y Safford, Colombia país fragmentado, sociedad dividida, 553-575; De Roux, “Les étapes de la laïcisation en Colombie”, 103.

12 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 76-83; 371-373; Bastidas y Beltrán, “La reacción de la Iglesia Católica colombiana frente a la secularización de la esfera sexual y reproductiva (1960-1980)”.

13 Martin, Pentecostalism: The World Their Parish; Lipka, “7 Key Takeaways about Religion in Latin America”.

14 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 291.

15 Latinobarómetro, “La religión en tiempos del papa Francisco”, 19.

16 Ibíd., 6.

17 Latinobarómetro, “El papa Francisco y la religión en Chile y América Latina 2018”.

18 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 101.

19 Win-Gallup International Poll, “Global Index of Religion and Atheism. Press Release”, 14.

20 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 101.

21 Cucchetti, “Religiones especulares: ¿confesionalización, secularización o desencantamiento?”, 86.

22 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 103.

23 Ibíd., 94-95.

24 Ibíd., 96; ver también a Corpas de Posada, “Mirada teológica a la recomposición religiosa en la ciudad de Bogotá”, 28.

25 Parker, “¿América Latina ya no es católica? Pluralismo cultural y religioso creciente”.

26 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 96-97.

27 Para ampliar sobre el concepto de teodicea ver a Berger, El dosel sagrado: elementos para una sociología de la religión.

28 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 96-97.

29 Ibíd., 166, 169.

30 Ibíd., 97-98

31 Ibíd., 161-162.

32 Ibíd., 164-165.

33 Ibíd., 162; ver también a Corpas de Posada, “Mirada teológica a la recomposición religiosa en la ciudad de Bogotá”, 27.

34 El Tiempo, “Los ateos salen del clóset”.

35 Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, “The Global Religious Landscape. A Report on the Size and Distribution of the World’s Major Religious Groups as of 2010”, 9.

36 Díaz-Domínguez, “Nota metodológica: midiendo religión en encuestas de Latinoamérica”, 11; Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, “Religion in Latin America: Widespread Change in a Historically Catholic Region”, 17; Latinobarómetro, “La religión en tiempos del papa Francisco”, 6; Lipka, “7 Key Takeaways about Religion in Latin America”.

37 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 112-113.

38 Abad Faciolince, “Colombiano, famoso y ateo”.

39 Ibíd.

40 Ver, por ejemplo, a Comte-Sponville, El alma del ateísmo: introducción a una espiritualidad sin Dios; y a Antinoff, Spiritual Atheism.

41 Corpas de Posada, “Mirada teológica a la recomposición religiosa en la ciudad de Bogotá”, 38.

42 Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

43 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 120-121.

44 Marzal, “De los viejos ateísmos a los agnosticismos posmodernos”, 11.

45 Entre los ateos y agnósticos consultados por el diario El Tiempo se encuentran los siguientes: Héctor Abad Faciolince, María Jimena Duzán, Florence Thomas, Jorge Alí Triana, Juan Manuel Charry, Tito Livio Caldas, Andrés Mejía Vergnaud, Jorge Humberto Botero y Carlos Gaviria Díaz (El Tiempo, “Los ateos salen del clóset”). Ver también a Grau, “Los ateos se hacen fuertes”; Caldas (ed.), Manual de ateología; Corpas de Posada, “Mirada teológica a la recomposición religiosa en la ciudad de Bogotá”, 39.

46 Ver, por ejemplo, a Dawkins, The God Delusion; Harris, El fin de la fe. Religión, terror y el futuro de la razón; Hitchens, Dios no es bueno. Alegato contra la religión.

47 El Tiempo, “Los ateos salen del clóset”.

48 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 378.

49 Ibíd., 454-455; ver también a Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, “Religion in Latin America: Widespread Change in a Historically Catholic Region”, 19-20.

50 El aborto es legal en Colombia desde 2006 para tres casos específicos: cuando el embarazo es producto de una violación, cuando existe malformación del feto y cuando implica riesgo para la vida de la madre.

51 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 458-459; ver también a Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, “Religion in Latin America: Widespread Change in a Historically Catholic Region”, 21.

52 Rodríguez Vargas, “Ateos en el día del orgullo gay”; Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

53 Ibíd.; Rodríguez Vargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017; Periodismo Público, “Nace la primera organización formal de ateos y agnósticos de Bogotá”.

54 Ver, por ejemplo, a Hayes, “Religious Identification and Moral Attitudes: The British Case”; Loftus, “America’s Liberalization in Attitudes Toward Homosexuality, 1973-1998”.

55 Ver, por ejemplo, a Gervais, “Everything is Permitted? People Intuitively Judge Immorality as Representative of Atheists”.

56 Ver, por ejemplo, a Semana, “¿Dejaría la salud y la educación de su hijo en manos de un ateo?”.

57 Comte-Sponville, El alma del ateísmo. Introducción a una espiritualidad sin Dios; Marzal, “De los viejos ateísmos a los agnosticismos posmodernos”, 21.

58 Sin dioses,“Nace la Asociación de Ateos de Bogotá”.

59 Conesa, “El nuevo ateísmo: exposición y análisis”.

60 Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

61 Ver, por ejemplo, a Harris, The Moral Landscape. How Science Can Determine Human Values; Zuckerman, Society without God: What the Least Religious Nations Can Tell Us About Contentment.

62 El Tiempo, “Los ateos salen del clóset”.

63 Ibíd.

64 Edgell, Gerteis, y Hartmann, “Atheists as ‘Other’: Moral Boundaries and Cultural Membership in American Society”, 61.

65 Cruz, “¿El boom del ateísmo? Conozca la historia de este grupo de caleños”; El Tiempo, “Los ateos salen del clóset.”; Las 2Orillas, “Las 2Orillas resume activismo ateo en Colombia”.

66 Rodríguez Vargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017. Cruz, “¿El boom del ateísmo? Conozca la historia de este grupo de caleños”.

67 Kettell, “Faithless: The Politics of New Atheism”, 64.

68 Conesa, “El nuevo ateísmo: exposición y análisis”, 551; ver también a Rodríguez, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017.

69 Sin dioses, “Nace la Asociación de Ateos de Bogotá”.

70 Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

71 Ver, por ejemplo, a Rodríguez Vargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017.

72 Ibíd.; Las 2Orillas, “Las 2Orillas resume activismo ateo en Colombia”.

73 Sin dioses, “Nace la Asociación de Ateos de Bogotá”.

74 En 2016, una ciudadana colombiana adelantó un proceso judicial con miras a derogar la ley que permite dedicar partidas del erario público a financiar, en la ciudad de Popayán, la celebración católica de la Semana Santa, una de las festividades religiosas más importantes de Colombia. Este proceso legal tuvo amplia resonancia en la opinión pública. La demandante afirmaba que la norma en cuestión viola la Constitución al otorgar un trato preferencial a la religión católica, lo que implica al mismo tiempo un trato discriminatorio para las demás religiones. La Corte Constitucional falló a favor de mantener la norma, para lo cual argumentó que esta fiesta constituye un patrimonio cultural de la nación (Semana, “¡Se salvó la Semana Santa en Popayán!”). Ver también a Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

75 Rodríguez Vargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017; El Tiempo, “Así se organizan los ateos de Bogotá”; Occidente, “¿Quién pagará la visita papal?”.

76 Periodismo Público, “Nace la primera organización formal de ateos y agnósticos de Bogotá”; Rodríguez Vargas, “Ateos en el día del orgullo gay”; RodríguezVargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017.

77 Kettell, “Faithless: The Politics of New Atheism”, 61.

78 Sin dioses, “Nace la Asociación de Ateos de Bogotá”.

79 Cruz, “¿El boom del ateísmo? Conozca la historia de este grupo de caleños”; Monsalve, “Los jóvenes que quieren matar a Dios en Colombia”.

80 Cimino y Smith, “The New Atheism and the Formation of the Imagined Secularist Community”, 28.

81 El Tiempo, “Así se organizan los ateos de Bogotá”.

82 Ver, por ejemplo, Las 2Orillas, “Las 2Orillas resume activismo ateo en Colombia”; El País, “Convocan a plantón frente a iglesia de María Luisa Piraquive”.

83 El Tiempo, “Así se organizan los ateos de Bogotá”; Restrepo, “El clóset de los ateos”.

84 Beltrán, Del monopolio católico a la explosión pentecostal, 119; Baker y Smith, “None Too Simple: Examining Issues of Religious Nonbelief and Nonbelonging in the United States”; Hammer, Cragun, Hwang, y Smith, “Forms, Frequency, and Correlates of Perceived Anti-atheist Discrimination”.

85 Semana, “Así son los colombianos frente a la religión y la política”.

86 Beltrán, “Actitudes y valoraciones de estudiantes y profesores alrededor de la clase de religión en los colegios de Bogotá”, 159.

87 Castiblanco y Gómez, “La clase de religión en Bogotá: un acercamiento cualitativo a las prácticas y dinámicas de la clase”, 57-58.

88 Rodríguez Vargas, Estado de la laicidad en Colombia. Informe 2010-2017.

89 Cruz, “¿El boom del ateísmo? Conozca la historia de este grupo de caleños”.

90 Hassall y Bushfield, “Increasing Diversity in Emerging Non-Religious Communities”.

* Artículo de investigación.

Notas de autor

Autor de correspondencia. Correo electrónico: wmbeltranc@unal.edu.co

Información adicional

Cómo citar: Beltrán, William Mauricio. “Aportes a la comprensión de la increencia en Colombia”. Theologica Xaveriana 188 (2019): 1-27. https://doi.org/10.11144/javeriana.tx69-188.acic

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