El ecumenismo de la caridad como aporte a la unidad de la familia humana (EG 245). Algunos criterios inspiradores de Francisco*

The Ecumenism of Charity as a Contribution to the Unity of the Human Family (EG 245). Some Inspiring Criteria of Francis

Ricardo Miguel Mauti

El ecumenismo de la caridad como aporte a la unidad de la familia humana (EG 245). Algunos criterios inspiradores de Francisco*

Theologica Xaveriana, vol. 72, 2022

Pontificia Universidad Javeriana

Ricardo Miguel Mauti

Pontificia Universidad Católica, Argentina


Recibido: 10/08/20

Aceptado: 08/03/21

Resumen: La dimensión ecuménica ad intra . ad extra ha sido uno de los objetivos principales del Concilio Vaticano II y es también hoy una de las características más acentuadas del ministerio petrino, llamado a una conversión que posibilite el servicio a la unidad. Este servicio a la unidad de la Iglesia y de todo el género humano constituyen un signo de credibilidad del obispo de Roma, como pastor de la Iglesia que preside en la caridad.

La elección de Francisco ha significado una renovación en el empeño ecuménico de toda la Iglesia, a la vez que una apertura de sus objetivos e interlocutores. Su estilo ecuménico fue desarrollándose a lo largo de su vida, particularmente durante los años de ministerio pastoral como arzobispo de Buenos Aires. El contacto con líderes de diferentes confesiones cristianas y de otras religiones, tanto a nivel de espiritualidad ecuménica e interreligiosa, como de diálogo social, fueron gestando un ethos propio, que lo distingue de sus predecesores.

Nuestra contribución hace un primer acercamiento al contexto histórico (hechos y figuras) del movimiento ecuménico moderno, con las progresivas tomas de posiciones de la Iglesia Católica.

En un segundo momento indago sobre las raíces vitales del estilo ecuménico de Bergoglio- Francisco, con especial acento durante estos siete años de pontificado, signados por múltiples encuentros, celebraciones y declaraciones conjuntas.

Luego propongo, en un intento de breve sistematización, algunos criterios orientadores para la pastoral ecuménica, basados en los principios de Evangelii gaudium sobre el diálogo social y la construcción de la paz.

Culmino con algunas reflexiones abiertas sobre interrogantes que pueden plantearse a la recepción impostergable del ecumenismo y del diálogo interreligioso, en orden a un renovado servicio a la paz mundial.

Palabras clave:Ecumenismo, Francisco, ministerio petrino, iglesias, religiones, diálogo, cultura del encuentro, paz social y mundial.

Abstract: The ecumenical dimention, ad intra and ad extra, has been one the main objectives of the Council Vatican II and is also today one the most accentuated characteristics of the Petrine ministry called for a conversion that enables service to unity. This service to the unity of the Church and to humanity constitutes a sign of credibility of the bishop of Rome, called to be shepherd of the Church who presides in charity.

The election of Francis has meant a renewal in the ecumenical commitment of the whole Church, as well as an opening of its objetives and interlocutors. His ecumenical style has developed throughout his life, particulary during his years of pastoral ministry of Archbishop of Buenos Aires. The contact with leaders of different Christian confessions and other religions, both at the level of ecumenical spirituality and social dialogue, were developing an ethos of its own, which distinguishes it from its predecessors.

Our contribution makes a first approach to the historical context (facts and figures) of the modern ecumenical movement, with the progressive position of the Catholic Church.

In a second moment, I inquire about the vital roots of the ecumenical style of Bergoglio-Francis, with a special accent during these seven years of pontificate, marked by multiple meetings, celebrations and declarations of consensus.

Then I propose, in an attempt to briefly systematize, some guiding criteria for ecumenical pastoral care, based on the principles of Evangelii Gaudium on social dialogue and peace building.

I conclude with some open reflections, on questions that may be posed to the urgent reception of ecumenism and interreligious dialogue, in order to a renewed service of world peace.

Keywords: Ecumenism, Francis, Petrine ministry, Churches, Religions, Dialogue, Encounter culture, Social and world peace.

Desde el ingreso oficial de la Iglesia Católica al movimiento ecuménico durante el Concilio Vaticano II, el camino del diálogo con las iglesias y las religiones ha hecho notables progresos. Tal vez más importante que determinados resultados concretos es lo que Juan Pablo II, en la encíclica sobre el ecumenismo Ut unum sint (1995), ha denominado el redescubrimiento de la fraternidad entre los cristianos y con todo el género humano 1 . El imperativo ecuménico que tiene su fundamento en la cristología es enunciado por San Pablo a modo de una enérgica llamada de atención: ¿Está Cristo dividido? (1 Co 1,13).

La situación histórica de división de los cristianos es una realidad que afecta la vida de fe de los creyentes, la credibilidad en el anuncio del Evangelio y la construcción de la paz mundial. El hecho de que las divisiones hayan cristalizado en identidades confesionales cerradas hace pensar si acaso las comunidades cristianas se han acostumbrado a vivir separadas y a prescindir de los dones que el Espíritu puede dar a cada una desde la otra.

Por tal motivo, el ecumenismo que busca favorecer la unidad de los cristianos no puede considerarse un simple apéndice a la tarea pastoral de la Iglesia, sino pertenece orgánicamente a su vida y misión, ligado a su autoconciencia de perenne reforma. El Concilio lo enumera entre sus principales tareas, y ha sido una de las prioridades pastorales de los papas, desde Juan XXIII 2 y Pablo VI –como señala Wicks 3 – que no han dejado de señalar el camino ecuménico como el camino de la Iglesia 4 .

Sin embargo, múltiples signos parecen indicar que de los objetivos del Concilio–el ecuménico– es el que menor recepción ha tenido en la pastoral ordinaria. La escasa formación para el diálogo ecuménico e interreligioso de quienes trabajan en el ministerio pastoral (laicos, sacerdotes, diáconos, religiosos/as) 5 revela un interrogante de cara a la misión evangelizadora: ¿Bajo qué formas y con qué estilo debe anunciarse a Jesucristo en una época global y marcadamente plural?

En la presente contribución describo (1) algunos hitos históricos que marcaron la entrada oficial de la Iglesia Católica en el movimiento ecuménico; (2) trazo rasgos del estilo ecuménico de Bergoglio-Francisco; (3) señalo rostros, gestos y lugares de un ecumenismo de la caridad donde puede verificarse el servicio a la unidad de la familia humana; (4) realizo luego un esbozo sintético-sistemático de la novedad de la visión ecuménica de Francisco que subyace en los principios para la construcción de un pueblo en Evangelii gaudium; y (5) busco aproximar una respuesta a cómo pueden las iglesias y religiones contribuir a la aspiración de una verdadera convivencia planetaria.

Algunos hitos ecuménicos que hicieron el Concilio

Las pocas tomas de posiciones romanas respecto del ecumenismo previas al Concilio Vaticano II fueron globalmente negativas, en cuanto prohibían a los católicos participar en las reuniones organizadas por el Consejo Ecuménico de Iglesias. La encíclica de Pío XI, Mortalium animos (1928), da un juicio severo sobre cualquier diálogo interreligioso, y llega a considerar este tipo de encuentros como expresión de indiferentismo en la fe 6 .

Sin embargo, el anuncio del Concilio significó una señal de cambio. Desde su inicio, la palabra ecumenismo se halló en boca de todos, y durante los periodos de su celebración las ideas de encuentro, intercambio y diálogo fueron considerándose cada vez como más evidentes. Surgió así una atmósfera en la que resultaba posible establecer nuevas relaciones y colaboración entre las iglesias. Las murallas de separación entre ellas comenzaban a derrumbarse y muy pronto el Concilio fue considerado como acontecimiento del movimiento ecuménico 7 .

“He aquí que una Iglesia con la que desde hace mucho tiempo buscamos el diálogo nos tiende la mano. Nos llama al diálogo y a la colaboración” 8 . Estas palabras de Edmund Schlink, uno de los observadores luteranos en el Concilio, reflejan con sencillez y frescura lo que significó el decreto Unitatis redintegratio promulgado el 24 de noviembre de 1964. En este momento se reconoce oficialmente por primera vez que el movimiento ecuménico ha nacido fuera de la Iglesia Católica romana y es un signo del Espíritu Santo 9 .

El decreto sobre el ecumenismo no ha surgido de la nada. Una larga historia hecha de nombres y acontecimientos fueron fuente y cauce, para que la Iglesia Católica tomara conciencia de su improrrogable responsabilidad en la promoción de la unidad de los cristianos. Basta recordar algunos ejemplos: el impulso que desde el siglo XIX dieron pioneros teológicos como Möhler y Newman; los encuentros de Lord Halifax y F. Portal que propiciaron los primeros diálogos entre anglicanos y católicos, impulsados por el cardenal Mercier en las conversaciones de Malinas (1921-1925) 10 ; la actividad pastoral desarrollada por el sacerdote francés P. Couturier (1881-1973) en favor de los cristianos ortodoxos exiliados durante la revolución bolchevique 11 ; y la institución que P. Wattson hizo del octavario de oración por la unidad 12 .

Estos hechos y personajes, que podrían multiplicarse, constituyen la fuerza impulsora de una corriente de búsqueda de la unidad de los cristianos que se ha dado en llamar “ecumenismo espiritual” 13 . El dinamismo ecuménico tuvo –desde el inicio del Concilio– gestos de notable trascendencia por parte de los papas: la institución del Secretariado para la Unidad por Juan XXIII, los encuentros de Pablo VI con el patriarca Atenágoras, el levantamiento mutuo de las excomuniones entre Roma y Constantinopla, el encuentro con M. Ramsey, arzobispo de Canterbury, la visita al Consejo Ecuménico de Iglesias en Ginebra, y el beso arrodillado a los pies de Melitón Metropolita de Calcedonia, son patrimonio de una magisterio expresado en un lenguaje no doctrinal, pero no menos vinculante 14 .

Tales gestos se comprenden y valoran en su magnitud, cuando se los contrasta con los que tuvieron lugar en las diversas fases de la división. La historia da cuenta de cómo el ceremonial –tanto conciliar como papal– asoció con frecuencia las decisiones de condenación y excomunión con gestos emblemáticos: bulas colocadas en el altar, apagamientos de cirios, procesiones nocturnas del pueblo con antorchas, forman parte de la coreografía de tantos momentos de incapacidad de la Iglesia Católica para custodiar la comunión y la verdad.

En tiempos modernos, el pie de Pío IX golpeando “esta dura cabeza” del patriarca melquita G. Yussef, culpable de no haberse unido “pasivamente” a la mayoría infalibilista del Vaticano I 15 , ha sido el signo de la voluntad del poder papal irredenta para los no católicos pero laudablemente celebrada por los católicos 16 . No obstante, llegaría de manera sorpresiva el cambio que Juan XXIII, al soplo del Espíritu, en un “nuevo pentecostés”, soñaba para la Iglesia. Para el incansable y atento teólogo del Concilio, el dominico francés Y. Congar, el papa Juan constituía un signo novedoso que debía ser observado con atención:

De pronto se ha descubierto el inmenso eco que han suscitado las acciones de este hombre humilde y bueno. Se ha hecho patente que ha cambiado el mapa religioso e incluso humano del mundo: siendo simplemente lo que él ha sido. Nunca ha procedido mediante grandes exposiciones de ideas, sino mediante gestos y un cierto estilo personal. Nunca ha hablado en nombre del sistema, de su legitimidad, de su autoridad, sino de un corazón que, por un lado, obedecía a Dios, y, por otro, amaba a los hombres, o más bien integraba ambos en un mismo movimiento. 17

La misma atención se nos reclama hoy para valorar los matices del camino seguido por el papa Francisco. Como ha señalado Carlos Galli, las semejanzas de ambos pontificados son notables, cercanos en estilo y orientaciones, “cada uno, desde sus experiencias históricas, impulsan el compromiso ecuménico por la unión de los cristianos y el diálogo interreligioso con el judaísmo y el islam” 18 .

En el itinerario ecuménico y de diálogo interreligioso abierto por el Concilio, Francisco asume la agenda conciliar iniciada y desarrollada por sus predecesores, pero profundiza con estilo propio un ecumenismo de la caridad, a todos los niveles y que ha de esperarse contribuya de manera decisiva a la conversión de la “forma” de ejercicio del primado formulada por Juan Pablo II 19 .

El estilo ecuménico de Bergoglio-Francisco

Las primeras palabras de Francisco, en la tarde de su elección como Obispo de Roma, revelan ya el estilo de un ministerio petrino de alto vuelo ecuménico: “…comenzamos un camino, obispo y pueblo. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos por todo el mundo, para que sea una gran hermandad” 20 . Una semana después, en el encuentro con representantes de las iglesias cristianas y miembros de otras religiones, insistió en que el mejor servicio a la causa de la unidad entre los cristianos es un servicio de esperanza para un mundo signado por las divisiones 21 .

El tema ecuménico es prioritario en Francisco 22 y ha estado en el corazón de Jorge Bergoglio desde que era arzobispo en la sede porteña. Lo testimonian su cercanía con la comunidad ortodoxa y la comunidad luterana de Buenos Aires 23 , su familiaridad con las comunidades pentecostales y con la comunidad judía. Gestos pastorales de reforma fueron notorios en su momento, al invitar a miembros de otros credos al tradicional Te Deum por la patria, celebración argentina marcada por el sello católico 24 , o al participar en los encuentros de comunión renovada de evangélicos y católicos en el Espíritu Santo, en el Luna Park 25 .

De la vigilia de Pentecostés, en 2006, donde habló de aprender a ser una “diversidad reconciliada”, permanece la imagen de Bergoglio arrodillado delante de los pastores pentecostales pidiendo que rezaran por él, gesto que algunas publicaciones calificaron de “desconcertante”, e incluso de “apostasía del arzobispo” 26 .

La preocupación ecuménica y la animación del diálogo interreligioso motivados por la búsqueda del bien común y la paz social se expresaron también en la invitación a líderes de diferentes credos a la “mesa del diálogo argentino”, para tratar temas sociales en un plano de igualdad y colaboración recíproca 27 . Esta llamada a descubrir que la inclusión o la exclusión del herido, al costado del camino, define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos, tiene siempre en Bergoglio forma ecuménica 28 . Como ejemplo de ese deseo de vencer la tentación de caminar solos buscando los propios beneficios, junto a un rabino y un pastor presbiteriano fue coautor de un libro sobre la solidaridad 29 .

Como papa, en la primera entrevista al director de La Civiltà Cattolica, señaló querer continuar la reflexión sobre cómo ejercitar el primado petrino iniciado por la comisión mixta con el documento de Ravena (2007), y decía: “Debemos aprender a caminar unidos en las diferencias, no hay otro camino para unirnos. Es el camino de Jesús” 30 . El estilo ecuménico de Francisco está en continuidad con el espíritu de la Ecclesiam suam de Pablo VI. El “diálogo” configura el anuncio del Evangelio de manera creíble, propone el mensaje sin coacciones y respeta toda alteridad. En el discurso a los obispos de Estados Unidos, Francisco trazó un bosquejo de su estilo e hizo una invitación:

El diálogo es nuestro método, no por astuta estrategia, sino por fidelidad a aquel que nunca se cansa de pasar una y otra vez por las plazas de los hombres hasta la undécima hora para proponer su amorosa invitación (cfr. Mt 20,1-16). […] No tengan miedo de emprender el éxodo necesario en todo diálogo auténtico. De lo contrario no se puede entender las razones de los demás, ni comprender plenamente que el hermano al que llegar y rescatar, con la fuerza y la cercanía del amor, cuenta más que las posiciones que consideramos lejanas de nuestras certezas, aunque sean auténticas. 31

La conversión del corazón, de mente y estilo que reclama hoy el programa evangelizador tiene en Francisco un carácter profético y un nombre propio: “cultura del encuentro” 32 . Esta expresión dice que en el diálogo se juega la relación con el otro, con el distinto, hacia cuyo encuentro uno sale, para acogerlo, descubrirlo, caminar junto a él y hacer juntos algo justo y bello.

Francisco fue contundente en su mensaje a los jóvenes en Panamá, con un ejemplo simple y neto: ¡O se construyen puentes o se levantan muros! En su viaje apostólico por América Latina, en el primer mensaje dado en Ecuador, consigna –junto a los grandes lineamientos pastorales para la región– la necesidad de “afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones” 33 .

Rostros, gestos y lugares de un ecumenismo de la caridad

La oración de Jesús al Padre –“que sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21)– es el emblema ecuménico inspirador de todas las iglesias cristianas, y Francisco lo asume en continuidad creativa respecto de sus predecesores. El horizonte del diálogo ecuménico e interreligioso que tiene contornos propios en el papa venido del fin mundo puede visualizarse con claridad a lo largo de su ministerio y suscita algunas preguntas en orden a descubrir su intención fundamental. El rápido recorrido por su agenda ecuménica de los últimos años brinda una mirada en perspectiva de cómo el ecumenismo se constituye en un “lugar teológico” para comprender la forma y los acentos de su magisterio pastoral.

En 2014, en su sorpresiva visita a la Iglesia Evangélica de Caserta, Francisco se presentó diciendo: “Vengo como los hermanos de José hacia ustedes que son mis hermanos”, y pidió perdón por la discriminación y el uso ofensivo que los católicos han hecho de la categoría de “secta” para referirse a los pentecostales 34 .

Ese año, durante el viaje a Tierra Santa, en el 50° aniversario del histórico abrazo entre Pablo VI y Atenágoras, al continuar el diálogo de la caridad, Francisco y el patriarca Bartolomé expresaron que esperan con impaciencia el día en que ambas iglesias finalmente participen juntas en el banquete eucarístico 35 . En su declaración común, invitaron a los cristianos a promover un auténtico diálogo con el judaísmo, el islam y las otras tradiciones religiosas, y recordaron que la indiferencia y el desconocimiento mutuo, solo conducen a la desconfianza y el conflicto 36 .

Semanas después, al recibir en el Vaticano al arzobispo anglicano Justin Welby, quien había sido elegido para la sede de Canterbury, el mismo mes y año que Francisco para la sede de Roma, este último expresó: “Delante de la mirada misericordiosa de Jesús, no podemos fingir que nuestras divisiones no sean un escándalo y un obstáculo para el anuncio del Evangelio y la salvación del mundo” 37 .

También, durante la visita en Santa Marta de su amigo Tony Palmer, obispo anglicano disidente, causó especial impacto al sugerirle este la grabación de un mensaje en su iPhone, para que lo llevara como testimonio de hermandad en la fe a un encuentro ecuménico en Texas; Francisco habló sobre el anhelo de que la separación entre cristianos terminara y al mismo tiempo señaló que un “milagro de unidad” ya había comenzado, según refiere Ivereigh 38 . En junio del mismo año, un mes antes de morir trágicamente en un accidente, Palmer llevó a varios de aquellos líderes evangélicos–que representan en conjunto a más de quinientos millones de cristianos– a conocer a Francisco, y ellos le propusieron firmar, en el quinto centenario de la Reforma, una declaración conjunta de fe en la unidad para la misión 39 .

Por un camino “no oficial” y sin ligarse a la agenda ecuménica del dicasterio romano, Francisco provocó estos encuentros, que reconoce como respuesta a una actitud que han tenido primero los pastores pentecostales que fueron a buscarlo cuando era arzobispo de Buenos Aires 40 .

Un fruto ecuménico temprano del viaje a Tierra Santa fue el encuentro en los jardines vaticanos entre Francisco, los presidentes de Israel y Palestina, y Bartolomé, la tarde de Pentecostés de 2014. “El inicio de un camino nuevo, en búsqueda de lo que une, para superar lo que divide” fueron las palabras con que Francisco explicó el sentido del histórico encuentro para invocar el don de la paz en Medio Oriente. La triple oración elevada a Dios constituyó un momento importante del difícil pero irrenunciable diálogo entre israelíes y palestinos, diálogo que al mismo tiempo es parte de ese “triálogo” que Francisco con Bartolomé se comprometieron a promover entre judíos, cristianos y musulmanes 41 .

Nuevamente, el mismo año, en el viaje a Turquía, al participar en la divina liturgia celebrada en El Fanar para la fiesta de San Andrés, Francisco se sumó al esfuerzo de sus predecesores en la construcción de “un puente sobre el Bósforo” y resumió el espíritu que debe animar el trabajo por la unidad: “…encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión” 42 .

En esa ocasión señaló una idea que habría de repetir en otras oportunidades: que el diálogo de la caridad precede y acompaña a la dimensión esencial que es el diálogo teológico. “Un verdadero diálogo es siempre un encuentro entre personas con un nombre, un rostro, una historia, y no solo un intercambio de ideas” 43 . Durante el vuelo de regreso a Roma, a la pregunta de un periodista sobre las perspectivas de acercamiento con el patriarcado ortodoxo de Moscú, respondió llanamente: “Con el patriarca Kirill, le he hecho saber y él también está de acuerdo, el deseo de encontrarnos. Le dije: yo voy donde quiera; usted me llama y yo voy” 44 .

Sin otro protocolo que el ardiente anhelo de encuentro con los que la Iglesia se sabe alejados desde siglos, Francisco promueve la “cultura del encuentro”.

En febrero de 2016 tuvo lugar, en La Habana, la cita largamente esperada entre Francisco y Kirill. La atención que acaparó el viaje a México hizo que la “escala ecuménica”, no tuviese la difusión suficiente que implicaba su trascendencia histórica. Después de mil años de distanciamiento, en un lugar neutral al que Francisco denominó “capital de la unidad”, fue posible entablar una conversación en la que ambos se reconocieron hermanos que comparten el mismo bautismo y episcopado, a la vez que expresaron su conciencia de que la unidad de las iglesias es un camino largo que se hace caminando.

Francisco calificó como “pastoral” la declaración conjunta con el patriarca ruso: se trata de un documento rico en contenido teológico, ecuménico y visiones éticas compartidas, en el cual reconocen la necesidad del abandono definitivo del “uniatismo” como método usado por las iglesias para captar a sus fieles 45 .

La insistencia en el indispensable diálogo interreligioso, capaz de aceptar las diferencias en la comprensión de la verdad religiosa, constituye un requisito ineludible para que las personas de fe diversa puedan aspirar a vivir en paz y armonía. El tema habría de reaparecer en el viaje a Armenia, en junio de 2016, cuando Francisco recuerda que el genocidio del pueblo armenio debe servir como “lección para la humanidad”; en esa oportunidad, junto al Katolikós Karekin II, señaló que todo tipo de fundamentalismo religioso debe ser rechazado y que el testimonio de fraternidad de los cristianos en el camino ecuménico tiene hoy un “valor ejemplar” 46 .

Estos gestos tienen rostros y lugares, y testimonian una convicción de Francisco: el “ecumenismo no puede esperar”’. Es evidente que sus gestos ecuménicos no van al compás del diálogo teológico, del que llamativamente dice mostrarse escéptico: “Que los teólogos se pongan de acuerdo, nunca llegará ese día”, respondió a los periodistas al regreso de su viaje a Turquía 47 ; pero cabe preguntarse si el reclamo que Y. Congar hacía durante el Concilio –al señalar que los gestos de Pablo VI que habían creado un nuevo clima ecuménico, carecían de una eclesiología 48 – es aplicable hoy a Francisco.

La anécdota de lo que Atenágoras dijo a Pablo VI (“Nosotros vamos adelante solos y metamos a los teólogos en una isla a que discutan entre ellos”) es muy querida por Francisco, quien dice haberla confirmado del propio patriarca Bartolomé 49 . La insistencia en que la unidad se construye en el camino –y no en un congreso de teología 50 – pone al descubierto nuevos matices en la comprensión ecuménica, en el actual ejercicio del ministerio petrino 51 . Francisco sorprende y abre a profundas consideraciones al señalar la necesidad de una “conversión del papado” 52 .

Este aspecto recuerda el importante memorandun ecuménico del Grupo de Dombes, “Por la conversión de las iglesias” (1990) 53 , como también los aportes teológicos del entonces arzobispo de San Francisco, John R. Quinn, en su obra La reforma del Papado 54 , que Bergoglio –en un encuentro con el autor, en Roma, en 2012– manifestó haber leído y expresó que rezaba para que sus propuestas llegaran a aplicarse 55 . Sin embargo, en este tema reconoce que se “ha avanzado poco” 56 .

Hacia una novedad en la visión ecuménica

¿Qué rasgos distinguen la concepción ecuménica del papa Francisco? La convicción de que es imposible la paz mundial sin paz religiosa, a la vez que es imposible la paz religiosa sin diálogo entre religiones e iglesias subyace como fundamento. En el centro se halla el llamado a una “cultura del encuentro” 57 capaz de desarrollar la paz social dentro de un pueblo, entre los pueblos y en el pueblo fiel de Dios, en la aceptación de una pluriforme armonía 58 .

Para tal desafío Francisco propone algunos principios que caracterizan su forma de pensamiento desarrollado con los años 59 , que en Evangelii gaudium constituyen la base teológica desde la cual explica el empeño por fomentar una fraternidad universal. Los cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda sociedad “brotan de los grandes postulados de la doctrina social de la Iglesia”, a la vez que adquieren en su magisterio un campo semántico más amplio que permite comprender el estilo y alcance de su programa ecuménico.

En el primer principio –“el tiempo es superior al espacio” 60 – se infiere una cualidad que afecta al diálogo ecuménico e interreligioso, que Francisco repite en diversas oportunidades cuando señala que la “unidad no vendrá como un milagro” 61 , sino que “se construye en el camino” 62 , “se hace en el camino, nunca se queda parada” 63 ; o –como dice al citar a San Pedro Fabro– respeta “el tiempo que es el mensajero de Dios” 64 .

En los diversos encuentros que Francisco ha mantenido con líderes políticos y religiosos, en los que busca avanzar en la construcción de la paz por el camino de la justicia y la fraternidad, emerge el “valor teológico del tiempo” 65 que “rige los espacios, los ilumina y transforma en eslabones de una cadena en constante desarrollo” 66 . Con sabiduría y amplitud de miras reconoce que lo esencial no está en poseer espacios sino en “iniciar procesos”; o como anticipa en la encíclica “a cuatro manos” Lumen fidei, “el tiempo proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza” 67 .

El cardenal K. Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, ha sintetizado los aportes sobre el objetivo del Concilio en cuanto a la unidad y al diálogo interreligioso con la imagen del “camino ecuménico” 68 . Francisco repite y conjuga los términos “camino’, “caminar juntos’, “tiempo y encuentro”, “tomar en serio al otro y al tiempo”. En el arte de fomentar la cultura del diálogo, tener en cuenta al otro exige tiempo y también que cada uno, en favor del otro, pierda el control de los espacios.

El camino hacia la unidad entre las iglesias, como el encuentro entre las religiones de la tierra, posee en Francisco la urgencia de un testimonio común:

La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, la defensa de los pobres, la construcción de redes de respeto y fraternidad. 69

La paradoja de este principio puede enunciarse del siguiente modo: el tiempo que la Iglesia Católica, desde las afirmaciones de Pío XI, necesitó para cambiar sus paradigmas eclesiológicos justifica la importancia que Francisco da a este principio, pero abre también al desafío que implica su aceptación.

Al hacer un discernimiento en el camino, sin caer en el indiferentismo del no compromiso, o en el falso irenismo de la ambigüedad confesional –dos extremos que no se involucran de manera adecuada en el “caminar juntos”– es el modo como la cooperación interreligiosa y ecuménica pueden demostrar que los hombres y mujeres no necesitan renunciar a su identidad étnica o religiosa para poder vivir en armonía con sus hermanos 70 .

El segundo principio –“la unidad prevalece sobre el conflicto” 71 – posee especial alcance ecuménico. El viaje a Suecia, en octubre de 2016, en el inicio de la conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma, puede ser leído desde esta clave interpretativa. En la declaración conjunta firmada en la catedral luterana de Lund, Francisco y el obispo Munib Younan, presidente de la Lutheran World Federation, reconocieron que “aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda puede ser transformado” 72 .

El paso del tiempo en la pedagogía de Dios ofrece nuevos motivos para revisar los hechos conflictivos que llevaron a las rupturas al interior de la comunidad eclesial. Esto muestra que las identidades confesionales ya no se ven como algo estático, reproduciendo los hechos del pasado, sino como una realidad dinámica. Aunque el pasado como tal es inalterable, la presencia del pasado y su influencia en el presente puede transformarse para que sean un estímulo al crecimiento de la comunión.

Es esa comprensión de la realidad dinámica la que ha posibilitado una hermenéutica diferente de los textos confesionales, y ha llevado a la Federación Luterana Mundial y a la Iglesia Católica romana, en 1999, a la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación”, firmada luego en 2006 por el Consejo Metodista Mundial, y en 2017, por la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, recibida solemnemente el mismo año por la Comunión Anglicana.

En esta línea podría también la Iglesia, en 2022, pensar el 14° centenario de la Hégira, el inicio de la expansión musulmana. Es de imaginar que el obispo de Roma enviará un telegrama a algún dignatario del islam y tal vez una delegación para que participe de las ceremonias del aniversario. Si no lo hace, y si también el patriarca de Alejandría se abstiene, será un signo de que la parte radicalizada del islam reconocerá para proseguir la guerra santa contra quienes se oponen a la fe islámica, en particular los cristianos.

¿Qué significado y alcance tendrían entonces estos gestos? Ante todo, el hecho de que la Iglesia cristiana reconoce, en la línea del Concilio, los valores del islam, y de que es capaz de abrazar la contribución de la fe islámica en la difusión del monoteísmo en el mundo, así como la valoración de la oración, la limosna y el ayuno 73 . La Iglesia, siempre dispuesta a aliarse en un esfuerzo de promoción de los valores religiosos y humanos comunes, estaría cooperando efectivamente a la paz en Medio Oriente 74 .

El diálogo entre cristianos y musulmanes es también una empresa posible a la par que necesaria 75 , gracias a una nueva mirada sobre el pasado y a la voluntad de buscar juntos un objetivo común de tolerancia y mutua aceptación, en la construcción de la paz mundial 76 . El principio de que “la unidad prevalece sobre el conflicto” muestra que la clave no está en compartir una historia diferente, sino en contar y comprometerse en esa historia de manera diferente.

El tercer principio –“la realidad es más importante que la idea” 77 – remite a la verdad dogmática en la que se funda el diálogo ecuménico e interreligioso. El Hijo de Dios, por su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre 78 , para regenerar a todo el género humano con la redención y congregarlo en unidad 79 . Solo quien reconoce a Dios puede conocer la realidad y responder a ella de modo adecuado y realmente humano 80 ; no solo un Dios pensado, sino con un rostro concreto y humanado en Jesucristo, es quien constituye el fundamento de toda realidad.

Por eso, la exclusión de Dios en la vida de los hombres falsifica el concepto de realidad y orienta a la humanidad por caminos equivocados que solo pueden llevar a la autodestrucción. Francisco advierte, en este sentido, “que la gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a la idea” 81 .

En el cuarto principio –“el todo es superior a la parte” 82 – se advierte también el estilo ecuménico del papa Francisco, quien rechazó siempre las dialécticas que enfrentan; y es tal vez por ello que la figura que prefiere para representar la realidad (social, eclesial, global) no es el círculo sino el poliedro: el círculo, con su centro de atracción sobre las partes, genera tensiones y divisiones; y el poliedro, con sus muchas facetas y lados, pero formando una unidad cargada de matices –a la vez que refleja mejor la sinfonía de lo diverso– preserva de la tentación egoísta, como decía Möhler, de que “uno sea el todo” 83 .

Con Francisco, el eurocentrismo de los últimos siglos –que exportó con la fe un modelo cultural– ha terminado definitivamente. En el nuevo contexto, la unidad del cristianismo solo puede pensarse desde la unidad de toda la familia humana, como un “pueblo con muchos rostros” 84 .

Reflexión final

El Concilio Vaticano II, desde una renovada visión eclesiológica y misionera, señala que la Iglesia profesa su fe en Cristo, luz de los pueblos, y se comprende como “sacramento”, o sea, como signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano 85 . En este sentido, el Concilio ha considerado como prioridad promover la unidad de los cristianos en orden a un testimonio común de la fe en Jesucristo, a la vez que no rechaza nada de lo que en otras religiones hay de verdadero y santo.

Este cambio de paradigma, particularmente notorio en una época en la que el género humano se une planetariamente por tantos vínculos, reclama de las iglesias y religiones considerar de manera impostergable –como parte de su testimonio– fomentar la unidad y la caridad entre los pueblos 86 . La pastoral teológica del Papa argentino tiende a ser vehículo de esa unidad 87 ; y bajo esta óptica ha asumido el empeño, desde el inicio de su ministerio, del diálogo ecuménico e interreligioso, con tono particular y distintivo.

Para Francisco, no se trata ya solo de un diálogo sobre las tradiciones culturales y religiosas en lo que tienen de común o diferente, sino de la contribución común al bien de los pobres, los débiles, los que sufren y los refugiados por la guerra, en el común servicio a la justicia, la reconciliación y la paz, y por ello al desafío de cómo mantener viva en el mundo la sed de Dios en un compromiso eficaz con los desvalidos. En su primer discurso para la Jornada Mundial de la Paz, lo expresó de manera sintética: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz” 88 ; este fue también el tema central de la declaración común que suscribió junto al gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, como fruto de su viaje a los Emiratos Árabes, en febrero de 2019 89 . Estamos ante un empujón de Francisco al ecumenismo de la caridad, que en muchos lugares del mundo se vive como un “ecumenismo de la sangre” que puede tener consecuencias esperanzadoras para la humanidad.

La aspiración a un mundo fraterno, donde hombres y mujeres –desde sus diversidades étnicas culturales y creencias– puedan convivir en un sano pluralismo no implicaría la privatización de las religiones ni la reducción de lo religioso al ámbito de la conciencia individual, ni al recinto cerrado de los templos, sinagogas o mezquitas. Por el contrario, un testimonio común de convivencia en la paz, como el respeto a las minorías de agnósticos y no creyentes, sería un signo de auténtico progreso humano, según el cual todos los seres humanos se sienten juntos, como hermanos y hermanas en una auténtica peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas.

Francisco confirma, con su programa de acción pastoral y con el estilo que lo caracteriza, lo que hace décadas es consenso en teología de las religiones: que es imposible sobrevivir sin una ética mundial, a la vez que es imposible la paz mundial sin paz religiosa, e imposible la paz religiosa sin diálogo de religiones. Este ecumenismo de la caridad suscitado por el diálogo interreligioso a todos los niveles y en todas las formas de compromiso posibles, no está impulsado por la autocomplacencia personal, sino por el bien de la humanidad, que espera de las religiones –en particular de las iglesias cristianas– un testimonio coherente que se halle a la altura del mensaje que justifica su acción evangelizadora.

Frente a actuales tendencias restauracionistas (católicas, protestantes o de ámbito ortodoxo-oriental) y ensimismadas que sofocan la vida de las iglesias, la familia humana que habita la casa común espera una reacción, de que el bien planetario sea puesto por encima del egoísmo de las identidades confesionales. En igualdad de condiciones, el fin de los fundamentalismos religiosos, que nada tienen que ver con Dios, hace esperar un cambio significativo de las conciencias frente al nuevo cuadro geopolítico.

En un mundo marcado por conflictos bélicos, la constante amenaza de la destrucción del planeta y las desigualdades sociales, con el consecuente sufrimiento de millones de pobres y excluidos cuyo grito llega al cielo, las iglesias y religiones están interpeladas a una transformación que las arranque de su inclinación al gueto y las haga más solidarias en el servicio común. Solo si se supera esta actitud de desinterés por lo que es responsabilidad de todos, es posible que los pueblos vivan en fraternidad; de este modo, Dios –que hizo habitar a todo el género humano sobre la Tierra– tendría también él su lugar en la paz largamente deseada.

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Notas

* Artículo de reflexión.

1 Juan Pablo II, “Ut unum sint” 42 (1611).

2 Manna, “El ecumenismo de Juan XXIII”, 209-214.

3 Wicks, “Collaboration and Dialogue. The Roman Catholic Presence in the Ecumenical Movement during the Pontificate of Paul VI”, 215-267.

4 Juan Pablo II, “Ut unum sint” 7 (1567).

5 Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, “La dimensión ecuménica en la formación de quienes trabajan en el ministerio pastoral (9.3.1998)”; Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, ‘“Los dones y la llamada de Dios son irrevocables’ (Rm 11, 29). Una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el 50° aniversario de Nostra aetate (10.12.2015)”; Congregazione per L’Educazione Cattolica, “Educare al dialogo interculturale nella scuola cattolica. Vivere insieme per una civiltà dell’amore (2013)”, (1112-1157).

6 Pio XI, “Mortalium animos (1928)”, 227.

7 Vischer, “El Concilio como acontecimiento del movimiento ecuménico”, 435-482.

8 Cullmann y otros, Los observadores luteranos ante el Concilio, 203-204.

9 Concilio Vaticano II, “Decreto “Decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo” 1 (669); Kasper, “Unitatis redintegratio: carattere vincolante dell’ecumenismo”, 37-50; Ferrario y Vergottini (eds.), Karl Barth e il Concilio Vaticano II. Ad limina apostolorum e altri scritti, 89.

10 Dick, The Malines Conversations Revisited, 19.

11 Couturier, Prière et unité chrétienne. Testament oecuménique, 54.

12 Salvarani, Non possiamo non dirci ecumenici. Dalla frattura con Israele al futuro comune delle chiese cristiane, 66.

13 Kasper, L’ecumenismo spirituale. Linee-guida per la sua attuazione, 9.

14 Macchi, Paolo VI nella sua parola, 237-249.

15 Martina, “Pio IX (1867-1878)”, 114.

16 Melloni, “Gestos ecuménicos en el catolicismo contemporáneo”, 454-455.

17 Congar, Mon Journal du Concile II, 361 (10 de julio 1963).

18 Galli, “De Juan XXIII a Francisco. La ternura de Dios y los pilares de la paz”, 33-35.

19 Juan Pablo II, “Ut unum sint” 96 (1567).

20 Francesco, VI Chiedo di pregare per me. Inizio del Ministero Petrino di Papa Francesco, 7.

21 Ibíd., 38.

22 Bergoglio, Interviste e conversazioni con i giornalisti, 118.

23 Kasper, Papa Francesco. La rivoluzione della tenerezza e dell’amore, 79.

24 Bergoglio y Skorka, Sobre el cielo y la tierra, 203.

25 Ivereigh, El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical, 390-391; Nogaro y Tanzarella, Francesco e i pentecostali. L’ecumenismo del poliedro, 153.

26 Ivereigh, El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical, 390.

27 Himitian, Francisco. El papa de la gente, 241-242.

28 Bergoglio, Ponerse la patria al hombro. Memoria y camino de esperanza, 27.

29 Véase a Bergoglio, Skorka y Figueroa, La solidaridad. El camino del amor.

30 Spadaro, “Intervista a papa Francesco”, 466.

31 Francisco, “Encuentro con los obispos de los Estados Unidos de América. Discurso del santo Padre (23 de septiembre de 2015)”.

32 Coda, Fuentes de la teología del papa Francisco. La Iglesia es el Evangelio, 93.

33 Francisco, “Ceremonia de bienvenida. Discurso del santo Padre. Aeropuerto Internacional ‘Mariscal Sucre’ de Quito, Ecuador (5 de julio de 2015)”.

34 Edizioni Dehoniane Bologna, Enchiridion Vaticanum 30, 904: “Visita privada del santo Padre al pastor evangélico Giovanni Traettino”.

35 Ibíd., 511: “Invocación durante el encuentro de oración con Bartolomé y los líderes israelí y palestino”.

36 Ibid., 515.

37 Ibid., 599: “Discurso del santo padre Francisco a su gracia Justin Welby, arzobispo de Canterbury”.

38 Ivereigh, El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical, 521.

39 Ivereigh, “Pope’s protestant friend dies, but push for unity lives”.

40 Edizioni Dehoniane Bologna, Enchiridion Vaticanum 30, 906-907: “Invocación durante el encuentro de oración con Bartolomé y los líderes israelí y palestino”. Sobre la repercusión que han tenido estos encuentros, véase a Gagliarducci, “Evangelizing Evangelicals–Why Pope Francis Loves to Meet with Charismatics Movements”; Nucci, “Francis, Ecumenism, and the Common Witness to Christ”; “On 50th anniversary of Catholic Charismatic renewal, Francis focuses on reconciled diversity”.

41 Francisco, ‘“Por un camino nuevo’. Invocación durante el encuentro de oración con Bartolomé y los líderes israelí y palestino”, 8-9.

42 Edizioni Dehoniane Bologna, Enchiridion Vaticanum 30, 1288: “Palabras del santo Padre, Iglesia patriarcal de San Jorge, Estambul”.

43 Ibíd.

44 Francisco, ‘“El ecumenismo no puede esperar’. Respuesta a los periodistas durante el vuelo de regreso de Turquía”, 5.

45 Francisco, ‘“Somos hermanos’. Declaración conjunta firmada por Francisco y Kirill al final del encuentro en La Habana”, 12-13.

46 Francisco, ‘“El camino está abierto’. Declaración conjunta de Francisco y el Catolikós Karekin II”, 6-7.

47 Francisco, ‘“El ecumenismo no puede esperar’. Respuesta a los periodistas durante el vuelo de regreso de Turquía”, 5.

48 Congar, Mon Journal du Concile II, 84.

49 Francisco, ‘“La valentía de seguir adelante’. Discurso en la conclusión de la semana de oración por la unidad de los cristianos”, 19; Francisco, ‘“El ecumenismo no puede esperar’. Respuesta a los periodistas durante el vuelo de regreso de Turquía”, 5.

50 Ibíd.

51 En el prefacio que Francisco escribe para una biografía del patriarca Bartolomé I, dice: “Ambos somos conscientes de que las voces de nuestros hermanos y hermanas llegados a un punto de angustia, nos obligan a proceder más rápidamente en el camino de la reconciliación y de la comunión entre católicos y ortodoxos, de manera que podamos plantear de manera creíble el evangelio de paz que viene de Cristo” (Chryssavgis, Apostolo e profeta. Vita e opere di Bartolomeo I, patriarca ecumenico di Constantinopoli, 9).

52 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 32; Edizioni Dehoniane Bologna, Enchiridion Vaticanum 32; Congregazione per L’Educazione Cattolica, “Educare al dialogo interculturale nella scuola cattolica. Vivere insieme per una civiltà dell’amore (2013)” (1206).

53 Edizioni Dehoniane Bologna, Enchiridion delle Encicliche 4, 306-399.

54 Quinn, The Reform of the Papacy. The Costly Call to Christian Unity, 19.

55 Ivereigh, El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical, 496.

56 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 32.

57 Francisco, “Por una cultura del encuentro”, 55-58.

58 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 220.

59 Los principios fueron aplicados por Bergoglio, primero como provincial, luego como arzobispo de Buenos Aires (Bergoglio, Meditaciones para religiosos, 48; Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016, 51-62). Véase a Scannone, “Cuatro principios para la construcción de un pueblo según el papa Francisco”, 13-27; Scannone, La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco, 253-274.

60 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 222-225.

61 Francisco, ‘“Cristo no puede estar dividido’. Discurso en la basílica de San Pablo extramuros, al concluir la semana de oración por la unidad de los cristianos”, 7.

62 Francisco, ‘“La valentía de seguir adelante’. Discurso en la conclusión de la semana de oración por la unidad de los cristianos”, 19.

63 Francisco, ‘“Ecumenismo de la sangre’. Discurso en la conclusión de la semana de oración por la unidad de los cristianos”, 3.

64 Francisco, “El tiempo es el mensajero de Dios”, 22.

65 Francisco, “El tiempo de Dios”, 207-210; Francisco, “El dueño del tiempo”, 189-191.

66 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 223.

67 Francisco, “Carta encíclica Lumen fidei sobre la fe” 57 (689).

68 Koch, Il camino ecumenico, 2006.

69 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 201.

70 Francisco, “Discurso en el encuentro con diversas comunidades religiosas en Sri Lanka”, 4.

71 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 226-230.

72 Francisco, “Declaración conjunta de Francisco y el obispo luterano Munib Yunan”, 6.

73 Concilio Vaticano II, “Declaración Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas” 3 (899).

74 Lafont, Petit essai sur temps du papa Francois, 229-230.

75 Körner, “Nella verità e nell’amore: apertura per il dialogo cattolico-musulmano”, 220.

76 Martini, Figli di Abramo. Noi e l’islam, 29.

77 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 231-233.

78 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual” 22.

79 Concilio Vaticano II, “Decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo” 2.

80 Benedicto XVI, “Discurso inaugural en la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe”, 286.

81 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 201.

82 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 234-237.

83 “En la vida de la Iglesia son posibles dos extremos, y los dos se llaman egoísmos. Estos se verifican respectivamente cuando cada uno o uno solo pretenden ser todo. Uno de estos egoísmos genera al otro. Pero ni uno, ni cada uno pueden ser el otro, solo todos constituyen el todo, y solo la unión de todos, forma un todo. Esta es la idea de la Iglesia Católica” (Möhler, L’unità nella Chiesa. Il principio del cattolicesimo nello spirito dei Padri della Chiesa dei primi tre secoli, 292-293).

84 Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium 15.

85 Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Lumen gentium” 1; 9; 48.

86 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual” 3; Concilio Vaticano II, “Decreto Ad gentes sobre la actividad misionera de la Iglesia” 11; Concilio Vaticano II, “Declaración Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas” 1 (899).

87 Cuda, Para leer a Francisco. Teología, ética y política, 83.

88 Francisco, “Messaggio per la Giornata Mondiale della Pace” (8. 12. 2013), (1362-1377).

89 Francisco, “Documento sobre la fraternidad humana: por la paz y la convivencia común (2019)”.

Notas de autor

a Autor de correspondencia: ricardomauti@uca.edu.ar

Información adicional

Cómo citar: Mauti, Ricardo Miguel. “El ecumenismo de la caridad como aporte a la unidad de la familia humana (EG 245). Algunos criterios inspiradores de Francisco”. Theologica Xaveriana vol. 72 (2022): 1-24. https://doi.org/10.11144/javeriana.tx72.ecaufh

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