Conversión ecológica en clave de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola *

Ecological conversion through the Spiritual Exercises of Saint Ignatius of Loyola

Román Guridi

Conversión ecológica en clave de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola *

Theologica Xaveriana, vol. 74, 2024

Pontificia Universidad Javeriana

Román Guridi

Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile


Recibido: 04 agosto 2023

Aceptado: 02 octubre 2023

Resumen: ¿Tienen las espiritualidades al interior de la Iglesia Católica elementos relevantes que aportar en la transición hacia estilos de vida que apunten más decididamente hacia la sustentabilidad? Respondiendo a esta pregunta, el artículo explora el potencial de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola de suscitar una conversión ecológica. Además de mostrar la complejidad de la pregunta, no hay evidencia de que el factor religioso esté siendo significativo en la toma de decisiones hacia la sustentabilidad, ni existe una comprensión unívoca de lo que implica la conversión ecológica. Se analizan cuatro estrategias de respuesta en busca de una criteriología que permita responder a la pregunta: el recurso a las experiencias de San Ignacio; el análisis de la teología subyacente a las meditaciones y contemplaciones principales; los valores propiciados por los Ejercicios Espirituales pertinentes en el contexto de la crisis ecológica; y la posibilidad de insertar temáticamente la cuestión ecológica en algunos momentos clave del proceso.

Mientras que las dos primeras estrategias muestran la no contradicción de los Ejercicios Espirituales con la creciente sensibilidad ecológica, las dos últimas habilitan indirectamente al texto/proceso para suscitar una conversión ecológica. Queda pendiente la elaboración de un directorio de cómo proponer los Ejercicios Espirituales en clave ecológica que recoja las experiencias y prácticas actuales. El análisis de las cuatro estrategias de respuesta sirve de matriz, a su vez, para examinar el enfoque de cualquier otra espiritualidad cristiana en vistas de la conversión ecológica de sus practicantes.

Palabras clave:Ejercicios Espirituales, conversión ecológica, ecoteología, San Ignacio de Loyola, espiritualidad ecológica, espiritualidad ignaciana.

Abstract: Can spiritualities within the Catholic Church contribute to more sustainable lifestyles? In response to this question, this article explores the potential of the Spiritual Exercises of Saint Ignatius of Loyola to bring about an ecological conversion. Along with the complexity approch of the question (as there is no evidence for the influence of religious motives in decision-making towards sustainability, nor is there a unified understanding of what ecological conversion implies), four response strategies are analyzed in search of criteria to answer the question: an examination of the life experiences of Saint Ignatius; an analysis of the theology underlying his main meditations and contemplations; the values favored by the Spiritual Exercises relevant to the ecological crisis; and the possibility of thematically inserting the ecological question in some key moments of the process.

While the first two strategies show the non-contradiction of the Spiritual Exercises with the growing ecological sensitivity, the last two indirectly enable the text and thereby the process to provoke an ecological conversion. To elaborate an instructive Directory how to propose the Spiritual Exercises in an ecological perspective that gathers current experiences and practices is still pending. The analysis of the four response strategies serves as a matrix for examining the approach of any other Christian spirituality in view of the ecological conversion of its practitioners.

Keywords: Spiritual Exercises, Ecological Conversion, Ecotheology, Saint Ignatius of Loyola, Ecological spirituality, Ignatian spirituality.

Introducción

Unos años antes de que Juan Pablo II proclamara a San Francisco de Asís como patrono de la ecología, con la bula Inter sanctos (1979), René Dubos analizaba la diferencia entre el conservacionismo de la naturaleza que brota de la espiritualidad franciscana y la transformación de los espacios propia de la espiritualidad benedictina1. Le parecía que los principios del trabajo y de la autosubsistencia de la regla benedictina implicaron que esos religiosos desarrollaran distintos oficios y manejaran la tierra de tal manera que no perdiera su productividad 2 .

Los monjes cistercienses, por ejemplo, drenaron las tierras, liberándolas de los mosquitos y volviéndolas cultivables, lo que es una muestra de arte creativo y no destructivo en la relación con la naturaleza. Para Dubos, de este modo, tenemos dos actitudes distintas hacia la naturaleza en las figuras de San Francisco de Asís y San Benito de Nursia: reverencia pasiva e intervención creativa, respectivamente. Por supuesto, ambos santos son fuente de inspiración para el cuidado de la casa común, y sería erróneo pensar que tenemos que escoger entre una u otra perspectiva.

En la tradición e historia de la Iglesia podemos encontrar otras figuras que, por los temas y actitudes que encarnan, nos muevan también hacia una vida ecológicamente más amigable. Es sabido que el cristianismo posee una historia ambigua en relación con el cuidado de la naturaleza 3 , lo que acentúa la importancia de recuperar estas historias y personas. La carta encíclica Laudato si’ (LS) dedica su último capítulo, de hecho, a reflexionar sobre la espiritualidad ecológica y señala que la protección de lo que Dios ha creado no es algo accesorio a la vida cristiana, sino inherente a ella, a pesar de que existan actitudes de inercia e incluso burla frente a esta preocupación 4 . También propone la figura del pobre de Asís como la explicitación más vívida y auténtica de la ecología integral y de la atención hacia lo que es débil 5 .

El planteamiento de René Dubos y de Laudato si’ suscita la pregunta sobre el rol potencial de las espiritualidades en la conversación mundial sobre modos de vida ecológicamente más amigables. ¿Tienen las espiritualidades al interior de la Iglesia Católica elementos relevantes que aportar a esta transición hacia estilos de vida que apunten más decididamente hacia la sustentabilidad? ¿Cómo se determinan esos elementos? ¿Cuáles son los criterios para diferenciar dentro de una espiritualidad eso que favorece la conversión ecológica de los creyentes de lo que la dificulta? ¿En qué radicaría la conexión de una espiritualidad con la sensibilidad ecológica contemporánea?

Estas preguntas son importantes en la medida en que una de las estrategias que ha desplegado la reflexión teológica con ocasión de la crisis socioambiental ha sido justamente la revisión ecológica del cristianismo que alcanza también sus espiritualidades 6 .

En este proceso de revisión y exploración se inscribe la pregunta por el aporte potencial de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola hacia una conversión ecológica. ¿Son estos Ejercicios Espirituales una fuente significativa, de cara a suscitar una conversión ecológica en los creyentes? ¿Cómo puede definirse su vínculo con el cuidado de la casa común? Además de mostrar la complejidad de tales preguntas y sus supuestos, pretendemos presentar críticamente cuatro perspectivas epistemológicas de cómo responder a las mismas, señalando sus alcances y límites. Estas sirven a su vez de matriz para examinar el enfoque de cualquier otra espiritualidad cristiana en vista de la conversión ecológica de sus practicantes.

El factor religioso en el discernimiento hacia una vida sustentable

Creencias religiosas y orientación hacia la sustentabilidad

Para responder a las preguntas planteadas, es preciso tener en cuenta un par de consideraciones de contexto. Mencionaré la primera en los párrafos que siguen, y la otra en el siguiente apartado.

En primer lugar, no hay total claridad, de acuerdo con estudios sociológicos y antropológicos, de que las confesiones religiosas y los estilos de vida de sus practicantes estén incorporando decididamente un horizonte de sustentabilidad 7 ; es decir, que sus creyentes se estén orientando claramente hacia la sustentabilidad motivados por sus creencias religiosas.

Esto no significa, por supuesto, que las personas no estén implementando cambios en sus hábitos y prácticas en sintonía con las transformaciones que se requieren para hacer frente a la crisis climática; tampoco que no haya gran diversidad de proyectos e iniciativas comunitarias que apunten a estilos de vida ecológicamente más amigables.

Lo que los estudios muestran, más bien, apunta a que el involucramiento en este tipo de transformaciones y proyectos no está siendo fuertemente motivado por las creencias religiosas. De hecho, algunas de estas aparecen a veces como un freno para la acción climática.

Sin desconocer los documentos institucionales, como Laudato si’ . Querida Amazonia, para el mundo católico, y los esfuerzos top-down por introducir la cuestión ecológica como algo central a la experiencia de fe, se requiere comprender mejor las razones de por qué la cuestión ecológica genera suspicacia entre los creyentes católicos o por qué, siendo reconocida su importancia, permanece rezagada en la escala de prioridades de las comunidades. Pareciera que los impulsos más centralizados no están logrando –aunque puede ser muy pronto para medirlo– que las comunidades eclesiales particulares asuman vitalmente el nexo entre el seguimiento de Jesucristo y el cuidado de la casa común. Tal como señala el estudio de B. Taylor:

A pesar del creciente número de declaraciones emitidas por instituciones religiosas, líderes y laicos activistas, no se ha producido una oleada de ecologismo religioso políticamente influyente. Se necesitan más estudios para entender mejor por qué. 8

Dicho de otra manera, hay ambigüedad en el modo como las comunidades y movimientos católicos están incorporando la cuestión ecológica a sus narrativas y prácticas. Es indesmentible que, en varias de ellas, hay iniciativas interesantes –incluso de larga data– que vinculan la experiencia religiosa con una incidencia social y política con miras a enfrentar los desafíos ecológicos territoriales. En el caso latinoamericano, por ejemplo, puede mencionarse la existencia y trabajo de la Red Eclesial Panamazónica, Repam.

No obstante, también es cierto que la preocupación por los desafíos ecológicos sigue estando ausente en muchas comunidades y en los modos concretos como experimentan y viven su fe. Junto con el desapego que produce el verse confrontados a desafíos de una magnitud y envergadura que asusta –como el cambio climático– hay también priorización de otras temáticas que son vistas como más urgentes, como la pérdida de fieles ante la creciente secularización.

Además, es posible encontrar sospecha ante lo que es percibido como una “agenda verde”, eventualmente riesgosa para valores fundamentales del cristianismo como son la diferencia cualitativa del ser humano en relación con los demás seres y cosas. Preguntarse por el potencial ecológico de una espiritualidad, en este caso los

Ejercicios Espirituales supone, por tanto, explorar el modo como las comunidades específicas están incorporando la cuestión ecológica a su práctica de fe (narrativas, movimientos, proyectos, acciones, pero también resistencias) 9 .

¿Qué significa la conversión ecológica?

La segunda consideración de contexto es la diversidad de comprensiones sobre qué significa finalmente la conversión ecológica. A pesar de su creciente uso teológico y también en documentos oficiales magisteriales –como la aún reciente encíclica Laudato si’– surgen dudas sobre cuál es el alcance de la conversión esperada:

  1. – ¿Se trata meramente de una sensibilización hacia la crisis ecológica y una toma de conciencia de sus desafíos, de modo de reconocer su crudeza y la urgencia de acciones mitigadoras?

  2. – ¿Es más bien asumir una teología de la creación que, al afirmar el valor inherente de todas las criaturas y una valoración positiva de la naturaleza y de su lugar en la vida de los seres humanos, implique hábitos personales y comunitarios para cuidar de la misma?

  3. – ¿O acaso apunta a una experiencia religiosa que conecte directamente el seguimiento de Jesucristo con el cuidado de la casa común, de modo que no se trate de algo opcional –para quienes tienen sintonía con la preocupación contemporánea por la ecología– sino inherente a la vida de fe?

Para Ormerod y Vanin, por ejemplo, la conversión ecológica puede ser comprendida a través de las cuatro conversiones propuestas por B. Lonergan y R. Doran: religiosa, moral, intelectual y física 10 . En cuanto religiosa, la conversión ecológica supone amar lo que Dios ama y amarlo a su modo; también crecer en cercanía e intimidad con la naturaleza para cultivar el tipo de alianza descrita en Gn 9,1-7. Además, la dimensión religiosa de la conversión ecológica no debiera estar circunscrita solo a las fronteras del cristianismo, al ser punto de encuentro relevante con otras confesiones religiosas.

La dimensión moral de esta conversión apunta a cultivar valores personales, sociales y culturales que vayan en la línea del cuidado de la casa común. Estos debieran estar sostenidos por el conocimiento profundo de la interconexión de todas las cosas, basado en la ciencia, que nos previene de comprensiones románticas o imprecisas del mundo natural y sus procesos (dimensión intelectual de la conversión).

Por último, la conversión ecológica es también física, en la medida en que se orienta a favorecer un mejor ajuste de nuestros estilos de vida a los ritmos naturales, al tiempo que reclama de nosotros reconectar con la naturaleza y mayor atención a dimensiones de ella que normalmente pasamos por alto.

Para Juan Pablo II, la conversión ecológica implica redescubrir el lugar de la humanidad en la creación, en la cual ejerce una autoridad delegada que debe estar en conformidad con el plan del Creador 11 . En declaración conjunta emitida en 2002, con el patriarca ortodoxo Bartolomé I, el papa insiste nuevamente en la importancia y necesidad de la conversión, si la humanidad quiere enfrentar con éxito los actuales desafíos ambientales; porque el problema no es simplemente económico o tecnológico, sino más bien moral y espiritual; y necesitamos un cambio interior de corazón, una conversión genuina en Cristo, que puede conducir a los seres humanos a cambiar sus modos de vivir y transformar los sistemas de producción y consumo insostenibles 12 .

Una vez más, la conversión ecológica tiene que ver con recuperar el lugar apropiado de la humanidad en la creación, con reconocer su fracaso en cumplir el mandato de ser administradores y cooperar con Dios en la realización progresiva del propósito divino para la creación. Por eso, un acto de arrepentimiento es necesario por parte de la humanidad. Juan Pablo II vuelve sobre la noción de conversión ecológica en su exhortación apostólica Pastores gregis. En ella señala que el vínculo correcto entre los seres humanos y el resto de las criaturas, a la luz del Creador de todo lo existente, es de tipo ministerial: “En efecto, el hombre ha sido puesto en el centro de la creación como ministro del Creador” 13 .

El papa Francisco también ha recordado la importancia de una conversión ecológica 14 . Ella implica, por una parte, constatar que todas las criaturas reflejan algo de Dios y nos transmiten un mensaje del Creador. Al tiempo, por otra parte, implica tomar conciencia de que la encarnación y resurrección de Jesucristo impactan al conjunto de lo creado –no solo a la humanidad–, haciendo que el Hijo dirija su luz y cariño a lo más íntimo de cada ser 15 . Los seres humanos tenemos que reconocer que Dios no solo ha creado el mundo, sino que también ha suscitado en él un dinamismo e inscrito un orden que no debemos ignorar.

Tal es la razón por la que la conversión ecológica tiene que ver primariamente con la comprensión correcta del lugar y el papel de la humanidad en la creación. Algo necesario es arrepentirnos y desear transformar no solo nuestros errores, sino también nuestros pecados que han afectado la generación de un vínculo sano con la creación 16 . Al reconocer la superioridad del ser humano, Laudato si’ advierte que esta no debe ser entendida en clave de vanagloria ni menos como legitimación de un dominio irresponsable hacia el resto de las criaturas. Debe entenderse más bien en clave de responsabilidad, que dimana de la fe y está fundada justamente en las capacidades diferentes que posee la humanidad 17 . Lo que está en juego es, por tanto, cómo la humanidad concibe su vocación y su tarea en la creación.

Así, el modo como caractericemos la conversión ecológica incidirá directamente en cómo respondamos al interrogante sobre el potencial de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio para suscitar una conversión ecológica en sus practicantes. Por supuesto que las comprensiones de la conversión ecológica mencionadas son complementarias y no excluyentes. Otras describen actitudes y prácticas que serían la concreción cotidiana del cambio de mirada y estilo de vida congruente con la conversión ecológica.

La irrupción de la cuestión ecológica en perspectiva ignaciana

En el caso específico de la espiritualidad ignaciana, la pregunta por su vínculo con la cuestión ecológica ha tenido un desarrollo institucional en la Compañía de Jesús desde hace varias décadas, y ese proceso puede ser trazado a través de algunos hitos fundamentales que marcan la irrupción de la temática:

  1. – La incipiente mención en el Decreto 1 de la Congregación General XXXIII (1983) que alude a la destrucción del medio ambiente como consecuencia de la ausencia de respeto y reconocimiento hacia el Creador, lo que también incide en la negación de la dignidad de la persona humana.

  2. – De la Congregación General XXXIV cabe destacar sobre todo el Decreto 20 sobre la ecología (1995) que solicita al padre general realizar un estudio sobre los temas relacionados con la ecología.

  3. – Fruto de esta petición es el informe de 1999, “Vivimos en un mundo roto. Reflexiones sobre ecología” (Promotio iustitiae 70), emitido por el Secretariado para el Apostolado Social, que contiene indicaciones para las instituciones, la formación y el gobierno de la Compañía de Jesús.

  4. – En la Congregación General XXXV, la temática de la ecología adquiere más relevancia a través de la noción de “Reconciliación con la creación” (2008).

  5. – La creación de un grupo de trabajo (task force) que emite un nuevo documento con recomendaciones en el año 2011, “Sanar un mundo herido. Grupo de Trabajo sobre Ecología” 18 , publicado por el Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, el cual cambió su nombre para incorporar explícitamente la problemática ecológica.

  6. – El Decreto 1 de la Congregación General XXXVI (“Compañeros en una misión de reconciliación y de justicia”, de 2016) que, si bien mantiene el lenguaje de la “reconciliación con la creación” propuesto por la Congregación General XXX, se ve fuertemente influenciado por el lenguaje y perspectiva de Laudato si’.

  7. – A lo anterior habría que sumar una gran variedad de iniciativas y proyectos locales, como las líneas estratégicas de la Conferencia Jesuita de Asia Pacífico de 2011 (“Our Environamental Way of Proceeding. Moving Forward Our Ecology Strategy and Action Plan”), que también tienen su correlato internacional, por ejemplo, en el grupo llamado Ecojesuit, y varios números temáticos de Promotio iustitiae.

En un artículo interesante, Jaime Tatay muestra bien que la cuestión ecológica ha irrumpido crecientemente en el discurso y acción de la Iglesia Católica gracias a la confluencia de tres procesos independientes pero conectados dentro de ella: (1) La producción de documentos del magisterio eclesiástico, tanto a nivel centralizado como de las iglesias particulares; (2) la reflexión y producción asociada a centros de formación y de investigación teológica; y (3) la sucesión de iniciativas comunitarias de iglesias locales que, por medio de una incidencia social y política, han buscado hacerse cargo de desafíos ecológicos de sus territorios 19 .

Esto mismo puede ser dicho del proceso por el cual los desafíos ecológicos y el modo de enfrentarlos se han vuelto centrales en las perspectivas apostólicas ignacianas. Junto con documentos hay también iniciativas asociadas a centros de formación y comunidades específicas que están desplegando una incidencia territorial importante. En varios de tales documentos e iniciativas se recurre a los Ejercicios Espirituales, no solo para legitimar espiritualmente transformaciones hacia formas de vida más sustentables, sino también para rastrear en la espiritualidad ignaciana raíces profundas que las sustenten.

El desafío epistemológico: cuatro modelos de respuesta

¿En qué sentido, entonces, son los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola una fuente relevante de cara a suscitar una conversión ecológica en los creyentes? Esta pregunta así planteada –y con sus variantes– ha sido abordada en reiteradas oportunidades en los últimos 25 años, particularmente en dos números especiales de la revista Manresa (1997 y 2015), así como en varios artículos publicados desde entonces.

La pregunta se intensifica luego de la Congregación General XXXV (2008), su insistencia en la importancia de la temática ecológica y su propuesta de la categoría teológica de reconciliación –con Dios, entre los seres humanos y con la creación– como foco de los discernimientos personales y comunitarios que apuntan a la sanación de estas relaciones y al despliegue de estilos de vida ecológicamente más amigables. Como puede esperarse, la aparición de la encíclica Laudato si’ solo ha acrecentado la importancia de la pregunta, a la vez que ha multiplicado los intentos de respuesta.

En algún sentido, por tanto, estamos frente a una respuesta ya dada, y los documentos oficiales ofrecen una “lectura canónica”, por así decirlo, del vínculo entre la espiritualidad ignaciana y la cuestión ecológica. Sería un tanto inoficioso, de este modo, pretender encontrar por primera vez la golden spike que haría de los Ejercicios Espirituales un texto/proceso capaz de suscitar una conversión ecológica en quienes participan de ellos. Un planteamiento teórico de esa naturaleza probablemente no haría más que insistir en ideas ya desarrolladas y abultaría caminos ya recorridos. Parece más acertado relevar estrategias de respuesta seguidas por los autores, que pongan en evidencia el problema epistemológico que brota de intentar responder la pregunta. A fin de cuentas, ¿cuál es la criteriología que permite evaluar el texto/proceso de los Ejercicios Espirituales en su capacidad de suscitar una conversión ecológica?

El recurso a la experiencia del fundador como criterio interpretativo

No se trata de convertir anacrónicamente a San Ignacio en un ecólogo, sino de recurrir a su experiencia e itinerario como clave interpretativa del contenido profundo de los Ejercicios Espirituales. En este sentido, así como la vida de San Ignacio es importante para comprender con claridad elementos como el discernimiento de espíritus, los tres grados de humildad, la meditación del llamamiento del Rey Eternal, las definiciones de consolación y desolación, y el proceso y tiempos de elección, su vida e itinerario podrían iluminar el sentido último de algunos de los textos de los Ejercicios Espirituales para valorar su orientación hacia una conversión ecológica.

Hay unanimidad en que sería ingenuo pensar que San Ignacio presintiera y anticipara la problemática ecológica presente, y que el “franciscanismo” ignaciano solo serviría para crear una competitividad o una emulación que el mismo santo abandonó cuando cayó en cuenta de su vocación verdadera 20 . No obstante, es legítimo preguntarse por los presupuestos de su experiencia y pedagogía espiritual pertinentes para despertar la conversión hoy hacia actitudes ecológicas, que implican un modo de mirar la creación de otra manera y conducirse en ella de modo diferente. Por tanto, algunos identifican momentos y experiencias propias de la vida de San Ignacio que transparentan una mirada sacramental de la creación y una relación íntima y cercana con la naturaleza en términos de comunión.

Parmananda Divarkar, por ejemplo, señala tres momentos clave de la vida de San Ignacio narrados en su autobiografía: su conversión en Loyola, cuando “una vez se le abrieron un poco los ojos” (N.o 8); la ilustración de Manresa, cuando “le parecían todas las cosas nuevas” (N.o 30); y la transformación de la Storta, cuando “vio tan claramente que Dios Padre le ponía con Cristo su Hijo” (N.o 96) 21 . Estos tres momentos mostrarían un cambio progresivo en la actitud de San Ignacio respecto del mundo material y de toda la creación (por ejemplo, en la realización de penitencias), hasta una actitud madura que es de inspiración para todos.

Para Divarkar, estas experiencias ayudaron a Ignacio a superar ciertas dicotomías que han influido mucho en el modo común de apreciar el universo y su Creador y le permitieron ver la creación como teofanía. Tal es la perspectiva que estaría detrás de textos como el “Principio y fundamento” (EE 23) y la “Contemplación para alcanzar amor” (EE 230-237), y les daría su clave interpretativa.

La experiencia de San Ignacio como clave hermenéutica del potencial ecológico de los Ejercicios Espirituales la encontramos también, entre otros escritos, en el informe de 1999 emitido por el entonces llamado Secretariado de la Compañía de Jesús para el Apostolado Social. Al referirse a la “Contemplación para alcanzar amor”, este informe alude a Nadal y Ribadeneira, quienes recuerdan que San Ignacio veía a la Trinidad en la hoja de un árbol, y que no solo descubría la presencia divina admirable hasta en las cosas más pequeñas –como una planta, una yerba, un animal o una fruta– sino también, a partir de esta mirada contemplativa, sacaba provecho para la instrucción en la vida espiritual 22 . El documento recurre también al relato de Cándido de Dalmases para recordar que San Ignacio disfrutaba mucho del cielo estrellado desde el balconcito de su cuarto, lo cual lo hacía relativizar los asuntos terrenales, que es una buena imagen de cómo el santo veía todos los dones y bendiciones como provenientes del Creador 23 .

Así, ciertas actitudes o experiencias de San Ignacio serían la clave hermenéutica para comprender el alcance y profundidad de algunas de las meditaciones y contemplaciones de los Ejercicios Espirituales, como sería el caso de la “Contemplación para alcanzar amor”. José María Rambla tiene una opinión similar, y señala que la experiencia del Cardoner, en cuanto experiencia originante, permite al santo de Loyola una mirada de la creación e intimidad con la naturaleza en clave de comunión que es fundamental para comprender los Ejercicios Espirituales 24 .

Tenemos aquí, entonces, un primer camino metodológico para responder a la pregunta por la capacidad de los Ejercicios Espirituales de suscitar una conversión ecológica en los creyentes. Hay que recuperar la experiencia de San Ignacio que, sin volverlo anacrónicamente en un nuevo San Francisco de Asís, nos entrega la clave interpretativa fundamental de los Ejercicios Espirituales –particularmente de algunos pasajes– y de su comprensión de la creación, de la relación del ser humano con ella, y de la acción de Dios en todas sus criaturas. No se trata de que San Ignacio hubiera tenido una preocupación particular por la conservación de la naturaleza y emprendido acciones concretas en su favor. Los episodios recordados de su vida graficarían, más bien, no solo su propia transformación, sino también su mirada hacia las demás criaturas: una mirada teofánica y sacramental.

La perspectiva teológica que subyace a los textos

Una segunda estrategia de respuesta es el análisis de la teología subyacente a las meditaciones y contemplaciones más relevantes. Este camino de la exégesis del texto de los Ejercicios Espirituales es el preferido por muchos que, de algún modo, encuentra una lectura autoritativa en los dos informes de la Compañía de Jesús 25 .

Por una parte, algunos señalan, como es el caso del teólogo brasileño J. B. Libanio, que es preciso hacer frente a una interpretación de los Ejercicios Espirituales fuertemente influenciada por la época moderna y la industrialización –que no es el sustrato religioso y cultural de San Ignacio–, interpretación centrada en el ser humano y su poder:

…en este sentido los Ejercicios ignacianos encontrarán también un lugar en esa moderna ola antropocéntrica. Por eso, también, hay que volver a pensarlos en la nueva perspectiva ecológica que, por otro lado, está más próxima a las intuiciones y experiencias de Ignacio, que de las interpretaciones posteriores. 26

Lo mismo piensa J. I. García sobre el “Principio y fundamento” que, al ser invitación a tomar una sana distancia respecto de los objetos que le rodean, permite una lectura ambigua en la que el ser humano se convierte en el centro de todas las cosas, que están ahí para su servicio 27 . Dicho de otro modo, la teología subyacente a las meditaciones y contemplaciones estaría siendo mal comprendida debido a la brecha cultural e histórica entre la época de San Ignacio y el tiempo actual, atravesado por una mirada individualista y antropocéntrica de la realidad.

Se requiere, por tanto, ser conscientes de este cortocircuito hermenéutico para evitar leer los textos en clave distinta a su espíritu. Esta perspectiva tiene resonancias con lo que el biblista inglés David Horrell llama “lectura de recuperación de los textos bíblicos”: rescatar su sentido ecológico que hemos perdido u ocultado por una lectura moderna y antropocéntrica de los mismos 28 .

Para otros es claro que algunos pasajes centrales de los Ejercicios Espirituales comunican una mirada de la creación y de su relación con Dios, y un modo de graficar la inserción del ser humano en su centro, que es tremendamente pertinente para el momento actual de crisis ecológica, y susceptible de impulsar la conversión ecológica en los creyentes. Se trata, por tanto, de tomar conciencia del sentido profundo de estos textos y de su orientación fundamental.

Las meditaciones y contemplaciones escogidas son diversas, pero todas tienden a poner el peso de lo anterior en el “Principio y fundamento”, el “Segundo ejercicio de meditación de los pecados” (EE 55-61), la “Contemplación de la encarnación” (EE 101-109), y de manera prominente, la “Contemplación para alcanzar amor”. El “Principio y fundamento”, en la perspectiva de J. B. Libanio propone la actitud crítica de la indiferencia frente al consumo desenfrenado, al tiempo que nos permite recuperar la sacralidad de todo lo creado. En sintonía con la diferencia propuesta por L. Boff entre dos modos de ser, trabajo y cuidado 29 , Libanio sugiere que el “Principio y fundamento” plantea un talante espiritual ecológico, en la medida en que apunta hacia una actitud de descanso y convivencia con lo creado, y no tanto a la actitud cotidiana del trabajo 30 . No se trata meramente de utilizar y manipular las cosas que estarían ahí para mi servicio, sino que también es clave saber contemplarlas y convivir con ellas alabando su vínculo con el Creador.

En cuando al “Segundo ejercicio de meditación de los pecados”, el documento de 1999 del entonces Secretariado para el Apostolado Social señala que todas las criaturas siguen cantando la misericordia del Señor, intercediendo y rogando por nosotros, a pesar del abuso que hacemos de ellas. En este sentido, San Ignacio nos invita a considerar cómo ellas nos nutren, protegen y sostienen –dependemos profundamente de ellas–, permitiéndonos vivir. Esta constatación debiera movernos a una gran admiración, y por supuesto, al arrepentimiento 31 . La meditación de los pecados, por tanto, nos pondría en un escenario donde el resto de las criaturas tienen un rol intercesor. A la vez sirven de espejo para reconocernos como pecadores, ante el daño que les provocamos y la indulgencia con que nos tratan.

Ante esta perspectiva es interesante constatar la progresiva comprensión de la destrucción de la naturaleza como un pecado. Al aludir al patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, Laudato si’ señala, por ejemplo, que nuestras formas de dañar el planeta son un pecado contra la creación 32 . De hecho, el pecado es el quiebre interno y externo de las tres relaciones fundamentales propias de la vida humana: con Dios, con el prójimo y con la tierra 33 . Por eso hoy es necesario propiciar una reconciliación con la creación y con todas las criaturas 34 que brote de una honda conversión y transformación del corazón. J. Kureethadam enfatiza, de hecho, en que reconocer el abuso hacia la creación como un pecado ecológico es uno de los diez mandamientos que se desprenden de la encíclica del papa Francisco 35 .

En relación con la “Contemplación de la encarnación”, J. I. García, por ejemplo, resalta que esto implica reconocer la presencia de Dios actuante en la historia y en el mundo. El mundo es el lugar de la manifestación de Dios, el lugar de su epifanía. Se trata de una presencia amorosa que apunta a salvar al mundo. De ahí que la “Contemplación de la encarnación” quiera movernos al amor del mundo y a reconocer nuestra responsabilidad ante él 36 . La “Contemplación para alcanzar amor” nos pondría de este modo en la senda de un compromiso irrestricto con la sanación de nuestra relación con la creación, al reconocer que Dios no solo actúa, sino que habita en ella.

El documento de 2011 del Secretariado para el Apostolado Social y la Ecología enfatiza justamente en que, si se tiene en cuenta que el amor debe ponerse más en obras que en palabras, la sanación de nuestra relación con la creación aparece como una tarea conforme con el ofrecimiento que se espera de nosotros 37 .

La explicitación de una perspectiva teológica en los textos de los Ejercicios Espirituales compatible con la sensibilidad ecológica contemporánea ha sido desarrollada en varios otros escritos. J. Profit, por ejemplo, propone una interpretación de la dinámica de las cuatro semanas que le parece que puede servir para propiciar una experiencia sanadora con la tierra. La mirada contemplativa que reconoce a Dios actuando en el mundo, y la experiencia liberadora del Resucitado permiten sostener una acción esperanzada sabiendo que no actuamos solos 38 .

El punto es siempre el mismo, proponer una lectura de los Ejercicios Espirituales que permita ver su dinamismo más profundo y su perspectiva teológica de base, que serían congruentes –o al menos no opuestas o contradictorias– con la sensibilidad ecológica contemporánea. Esto permitiría, por tanto, según estos autores, suscitar una conversión ecológica en los creyentes.

Tal como mencionamos, esta hermenéutica ecológica de los Ejercicios Espirituales, por así decirlo, requiere de un momento crítico. Debemos hacernos conscientes de lecturas posibles que están fuertemente influenciadas por valores y supuestos contemporáneos que, estando en la raíz de los problemas ecológicos, distorsionan el espíritu y alcance primordial de los textos.

Este sería el caso, por ejemplo, de una lectura antropocéntrica del “Principio y fundamento” sin ningún contrapeso. Aunque sea imposible acceder a la intencionalidad original del redactor, es preciso escrutar el mundo que el texto comunica –con sus equilibrios y tensiones internas– sin imponer de entrada presupuestos o inquietudes que le son ajenas.

Al tiempo es importante evitar lecturas simplistas que demasiado indulgentemente –y quizás acríticamente– quieren encontrar una teología sugerente para el contexto de crisis ecológica en la mayoría de las meditaciones y contemplaciones de los Ejercicios Espirituales. La lectura crítica debe ejercitarse no solo para desacreditar interpretaciones erradas o desbalanceadas, sino también en el momento de proponer elementos teológicos propios de las meditaciones y contemplaciones que serían consonantes con la preocupación por el cuidado de la casa común.

Las actitudes pertinentes para el tiempo actual

Una tercera estrategia de respuesta la encontramos en los que, sin desconocer necesariamente la teología subyacente a los textos, prefieren acentuar ciertas virtudes o actitudes propiciadas por los Ejercicios Espirituales que, al ser pertinentes para el contexto actual de crisis ecológica, colaboran indirectamente a una conversión ecológica.

Esta es la opinión, por ejemplo, de Patxi Álvarez para quien la espiritualidad ignaciana, por sí misma, no puede decirse que conduzca a una mística ecológica. Le parece que la perspectiva ecológica no está suficientemente explícita en los Ejercicios Espirituales. Sin embargo, el itinerario que proponen contiene dinamismos que pueden orientar a las personas hacia la mística ecológica que el tiempo actual requiere de nosotros 39 . En la misma línea, Jaime Tatay señala que Laudato si’ está impregnada de la lógica que surge de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y otros textos fundacionales para la Compañía de Jesús. Le parece que:

La dinámica interna de los Ejercicios conduce, en el contexto de la única y “compleja crisis socio-ambiental” (LS 139) que caracteriza nuestra época, a una espiritualidad de la humildad, del agradecimiento, de la reconciliación, de la lucidez, de la sobriedad, y de la acción; en definitiva, a una “espiritualidad integral” a la altura de la propuesta de la “ecología integral” (LS 137). 40

Así, el proceso de los Ejercicios Espirituales permitiría a los ejercitantes desplegar algunas actitudes básicas de cara a hacer frente a la crisis socioambiental, por ejemplo: la gratitud, una acción orientada a la reconciliación; la humildad de reconocer nuestro lugar en la creación; la sobriedad frente al consumo desenfrenado; y la lucidez para reconocer la realidad en toda su complejidad y tomar las decisiones que esté requiriendo en cuanto llamado de Dios.

Una perspectiva similar es la propuesta por Patxi Álvarez, quien resalta que los Ejercicios Espirituales conducen al ejercitante finalmente a una alabanza continua porque todo ha sido dado por Dios, a reconocer que el pecado humano ha dañado la tierra, produciéndole dolor, a ser capaces de sostenernos en los fracasos mutuamente –incluso la desesperanza ante la crisis ecológica– en el espíritu de la tercera semana, y finalmente a buscar una solidaridad universal con todas las criaturas tal como la “Contemplación para alcanzar amor” nos proyecta hacia la vida cotidiana.

Es interesante constatar que algunos autores resaltan tanto actitudes positivas que brotan de los Ejercicios Espirituales con potencial ecológico, como apuntan a los resguardos y alertas hacia actitudes humanas básicas, que están justamente en la base de la crisis ecológica. La lectura crítica aparece aquí, no para prevenirnos de interpretaciones erradas del texto, sino para atraer nuestra atención hacia dinamismos antiecológicos que el itinerario espiritual de las cuatro semanas logra desenmascarar.

J. A. García, por ejemplo, destaca que identificar la codicia de riquezas, espirituales o materiales, como la primera propuesta del “enemigo de natura humana” es una gran intuición de San Ignacio. La dinámica de los Ejercicios Espirituales va justamente en contra de esa escalada que parte con la codicia de riquezas, hasta la crecida soberbia y todos los vicios, pasando por el vano honor del mundo. Para García es sugerente que sea esta codicia y no otro pecado capital el arma de seducción primera del mal. Son claras las resonancias con la cuestión ecológica, en la medida en que la ambición y todas sus implicancias se dirigen, no solo contra la humanidad, sino también contra la naturaleza 41 .

Nos encontramos así con un tercer criterio hermenéutico para decidir sobre el potencial de los Ejercicios Espirituales para suscitar una conversión ecológica en quienes los practican. El foco ya no es la figura y experiencia originante de San Ignacio; tampoco la teología subyacente a los textos y la perspectiva que comunican –el mundo del texto–, sino las actitudes que impulsan en los ejercitantes, tienen pertinencia para el contexto actual de crisis ecológica, y los modos acertados de hacerle frente.

Es claro que esta perspectiva necesita una definición previa de cuáles son justamente las actitudes, hábitos, y estilos de vida acordes con un horizonte de sustentabilidad –formulado multidisciplinarmente–, de modo de no espiritualizar indebidamente las transformaciones personales y comunitarias que los desafíos ecológicos reclaman de parte nuestra. Dicho de otro modo, la carga de la prueba de que hay actitudes y hábitos incentivados por los Ejercicios Espirituales que son oportunos para encarar los desafíos ecológicos no debiera recaer solo en un ejercicio teórico de análisis textual, sino que debiera ser contrastado con estudios de campo.

La posibilidad de incorporar temáticamente la cuestión ecológica

Una última estrategia de respuesta es la posibilidad de incorporar en algunos momentos cruciales de los Ejercicios Espirituales la temática ambiental y la conversión ecológica; es decir, varios autores se centran en cómo algunas de las meditaciones de los Ejercicios Espirituales pueden ampliarse o actualizarse para introducir explícitamente la cuestión ecológica. En este sentido, la clave estaría justamente en la apertura y contextualización histórica que permiten algunos de sus ejercicios.

Este es el foco, por ejemplo, del jesuita norteamericano Joseph Carver, quien propone realizar el examen ignaciano (EE 43) en clave ecológica. Esto permitiría que reflexionemos sobre nuestra relación con la creación y el modo como Dios nos invita a participar de su cuidado. Sugiere así una forma concreta de actualizar el examen propuesto en los Ejercicios Espirituales para incorporar la temática de la ecología, que va desde la acción de gracias y gratitud hacia Dios por el don de sí mismo en toda la creación, hasta las preguntas sobre cómo Dios nos invita a participar de su acción en el mundo orientada a la salvación del mismo.

En el proceso somos invitados también a reconocer nuestros pecados hacia la creación, a identificar lo que debemos transformar en nuestra relación con ella, y a cultivar una mirada esperanzada, sabiendo que Dios habita todas las cosas y las lleva hacia su plenitud 42 .

Lo mismo es desarrollado por otros autores, como es el caso I. Platovnjak, quien sugiere que el examen ignaciano puede ayudar grandemente a favorecer una actitud responsable hacia la naturaleza a través, por ejemplo, de la gratitud, el amor de donación, la solidaridad, y la conciencia de la interconexión de todo lo existente 43 . Desde un punto de vista institucional, K. Homan propone la realización de un examen institucional –en este caso, de los jesuitas de Estados Unidos– sobre las acciones e iniciativas orientadas al cuidado de la casa común que se necesitan en la actualidad. A pesar de que esta propuesta no se inscribe en un proceso de realización de los Ejercicios Espirituales, tiene el valor de resaltar al examen ignaciano como herramienta clave, en la medida en que permite incorporar temáticamente la cuestión ecológica, y asumir también una perspectiva institucional. La conversión ecológica, de hecho, debe ser también comunitaria 44 .

La misma perspectiva la encontramos en la propuesta de Jaime Tatay, de modificar las “Reglas para ordenarse en el comer” (EE 210-217), para sustituir la palabra comer por la de consumir. De este modo, las reglas para ordenarse en el comer tendrían una actualidad grande para evaluar críticamente nuestros patrones de consumo, algo en verdad necesario en el contexto de la crisis ecológica (algo parecido ha sido realizado con las reglas para ordenarse en Internet). Tatay se pregunta, de hecho, si las reglas admiten esta relectura para aplicarlas más allá del contexto de los Ejercicios Espirituales y a una temática que no es propiamente la originaria; es decir, plantea la pregunta de si sería legítimo modificar la formulación de las mismas, para poder examinar nuestra relación con el consumo 45 .

Es interesante la pregunta por la legitimidad de esta actualización que levanta Tatay, dado que es justamente en dicha actualización –capacidad de incorporar temáticamente la cuestión ecológica– donde radicaría el potencial de los Ejercicios Espirituales para suscitar una conversión ecológica. A este respecto es posible identificar actualmente una serie de iniciativas en todos los continentes que proponen “Ejercicios Espirituales ecológicos”, una de cuyas claves fundamentales es la inclusión explícita de la crisis ecológica y sus implicancias en el modo como es abordada la dinámica de las semanas de los Ejercicios Espirituales.

Queda por ser profundizada la pregunta por la legitimidad de estas propuestas, en el sentido de fidelidad al espíritu de los Ejercicios Espirituales y a los frutos a los que apunta. No obstante, vemos así, sin desconocer el aporte de los otros tres criterios hermenéuticos, una cuarta manera como puede ser respondida la pregunta central sobre el influjo de los Ejercicios Espirituales hacia la conversión ecológica.

¿Qué podemos concluir?

A pesar de la multiplicidad de documentos, no es evidente la capacidad de los Ejercicios Espirituales de suscitar una conversión ecológica en la actualidad. Los dos primeros criterios hermenéuticos –el recurso a la experiencia originante de San Ignacio o a la teología subyacente de los textos– no parecen recursos suficientes para suscitar una conversión ecológica; pero sí permiten mostrar que el texto/proceso de los Ejercicios Espirituales no se encuentra en contradicción con la sensibilidad ecológica contemporánea.

En este sentido son un empeño apologético necesario que permite a los Ejercicios Espirituales pasar el “test de la blancura ecológica” y evitar una actitud desconfiada hacia ellos, ya sea por un supuesto acento antropocéntrico o por su silencio sobre la relación acertada entre los seres humanos y el resto de las criaturas. En todo caso se trata de una revisión necesaria y, de algún modo, ineludible en el contexto actual.

Esto no significa que los Ejercicios Espirituales carezcan del potencial de suscitar la conversión ecológica. El punto, más bien, es no querer transformar de manera artificial –casi mágicamente– al texto/proceso de los Ejercicios Espirituales en un “texto verde”, mediante una exégesis apologética que rescataría la sabiduría ecológica de sus meditaciones y contemplaciones, olvidada bajo una capa histórica de interpretaciones erradas.

Se trata de ejercer una exégesis crítica que, consciente del contexto de crisis socioambiental, no busca en los Ejercicios Espirituales máximas éticas ecológicas totalmente formuladas o un recetario de hábitos y conductas, sino imágenes, nociones y actitudes que alienten y legitimen, desde un punto de vista religioso, la conversión ecológica tan necesaria en la actualidad. En este sentido, las dos primeras estrategias de respuesta necesitan incorporar también la necesaria revisión ecológica de los Ejercicios Espirituales.

Así, aparecen como más promisorias la tercera y cuarta estrategias; es decir, apuntar a las actitudes promovidas por los Ejercicios Espirituales pertinentes para el contexto actual de crisis ecológica, y a la capacidad que tienen también los mismos para incorporar temáticamente –en algunos momentos importantes– la cuestión ecológica. Se trata, por tanto, de un potencial indirecto, que es sostenido también por los dos primeros criterios de juicio: la vida e itinerario de San Ignacio y la teología subyacente a los textos. Estos dos criterios, insuficientes en sí mismos, permiten que la incorporación temática de la cuestión ecológica y la profundización de actitudes y valores cruciales para el tiempo presente no sea forzada ni antojadiza; tampoco que aparezca como un ejercicio oportunista de greenwashing, sino que sea consonante con lo que el mundo del texto autoriza en un contexto como el nuestro de crisis ecológica.

Dicho de otra manera, el itinerario vital de San Ignacio y la teología subyacente a algunas meditaciones y contemplaciones permiten que la inserción temática de la cuestión ecológica sea legítima. Al tiempo permiten identificar actitudes promovidas por los Ejercicios Espirituales –como la gratitud, la alabanza, y la contemplación de Dios en todo lo creado– que, desde un punto de vista religioso, son consonantes con los estilos de vida personales y comunitarios que se requieren en la actualidad.

Ninguna de las cuatro estrategias, por tanto, permite mostrar por sí misma la congruencia de la dinámica de los Ejercicios Espirituales con la sensibilidad ecológica contemporánea. De hecho, varios autores abordan más de una estrategia en el empeño por identificar el potencial de este itinerario espiritual para suscitar una conversión ecológica. Las cuatro perspectivas actúan así orgánicamente para desplegar eventualmente ese potencial. Mientras las dos primeras autorizan –en el sentido de legitimar– la inserción temática de la cuestión ecológica, las dos últimas son las que más propiamente permiten vislumbrar el modo como los Ejercicios Espirituales pueden acompañar un proceso de conversión ecológica.

No lo hacen meramente por el despliegue mecánico de la lógica interna de los Ejercicios Espirituales, sino que, por la acentuación de actitudes y valores propiciados por los mismos, pertinentes para el contexto actual, y por la inclusión temática de la cuestión ecológica, ampliando el foco originario de las meditaciones y contemplaciones, para propiciar discernimientos que tengan como telón de fondo el horizonte de una vida ecológicamente más sustentable.

En la misma línea, la tercera y cuarta estrategias de respuesta permiten volver a la experiencia personal con los Ejercicios Espirituales y hacernos preguntas relevantes: ¿En qué sentido los Ejercicios Espirituales me han orientado personalmente a hacerme cargo de los desafíos ecológicos? ¿En qué sentido he sido testigo al acompañar los Ejercicios Espirituales de un proceso de conversión ecológica en los ejercitantes?

¿En qué sentido y de qué manera he visto incorporada la temática ecológica en la dinámica de los Ejercicios Espirituales? ¿Reconozco actitudes incentivadas por los Ejercicios Espirituales que sean consonantes con los estilos de vida que la crisis ecológica demanda de nosotros?

Es claro que los discernimientos se hacen en contextos específicos, y que los frutos de los Ejercicios Espirituales están vinculados también a estos. De ahí que sea esperable que, en los tiempos actuales, el itinerario de las cuatro semanas permita la irrupción de mociones que vayan en la línea del cuidado de la casa común.

Al tomar en cuenta este enfoque sobre las actitudes fundamentales y la actualización de las meditaciones y contemplaciones, sería interesante generar un directorio de cómo proponer los Ejercicios Espirituales en clave ecológica, que recoja las experiencias y buenas prácticas de las últimas décadas. Por una parte, esto ayudaría a la revisión ecológica de los Ejercicios, en el sentido de alertar frente a interpretaciones fuertemente influenciadas por valores y presupuestos culturales generadores de destrucción o indiferencia ante las demás criaturas. Por otra, favorecería la profundización de las actitudes relevantes para hacer frente a la crisis y la inclusión temática de la cuestión ecológica de manera crítica y fundamentada. Este doble empeño podría colaborar quizás a que el factor religioso –la adscripción a una espiritualidad determinada– incida más fuertemente en movilizar a los practicantes hacia estilos de vida ecológicamente más amigables.

No está de más recordar que en el proceso de los Ejercicios Espirituales se encuentran siempre dos hermenéuticas: la de aquel que da los ejercicios y la de aquel que los recibe o realiza. A través de la primera hermenéutica el texto llega hasta nosotros abriendo su potencial comunicativo para el momento actual de cada ejercitante. Allí aparece la hermenéutica del que realiza los ejercicios y experimenta la capacidad de estos para interpretar ese otro texto que es el de la propia vida, aquí y ahora, en este contexto, con sus desafíos, compromisos y decisiones, como es la crisis ecológica actual.

Es Dios quien interrumpe cualquier hermenéutica para impulsar libremente al ejercitante hacia donde él lo quiera llevar. Es ahí que no debemos olvidar que los Ejercicios Espirituales son una mistagogia, y que la conversión ecológica será un fruto provocado por Dios o no lo será. De todos modos, un directorio de cómo proponer los Ejercicios Espirituales en clave ecológica sería un insumo relevante para colaborar eventualmente con la acción del Espíritu.

Ciertamente es difícil responder a la pregunta por el potencial de una espiritualidad concreta para suscitar una conversión ecológica. El análisis a los tipos de respuesta que se han dado en relación con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio provee una matriz que puede ser aplicada a otras espiritualidades:

  1. Recuperar experiencias y el itinerario vital de sus fundadores.

  2. Estudiar la teología subyacente a sus escritos y pedagogía espiritual.

  3. Profundizar la pertinencia de las actitudes fundamentales que promueve en el contexto de los desafíos socioambientales.

  4. Explorar puntos de inserción temática de la cuestión ecológica dentro de sus narrativas tradicionales, sin que implique forzar artificialmente su orientación primigenia.

Además de San Francisco y San Benito, hay otras figuras históricas en la Iglesia en las que se presiente un potencial ecológico prometedor, y merecen ser recuperadas.

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Vázquez, Ulpiano. “Mistagogía ignaciana y ecología como compasión”. Manresa. Revista de espiritualidad ignaciana 69/272 (1997): 203-213.

Notas

* Artículo de investigación. Financiado por ANID a través del proyecto Fondecyt de iniciación N.° 11230175: “Algunos imaginarios teológicos latinoamericanos para una vida sustentable: naturaleza, Dios, ser humano”. Iniciado el 15 de marzo de 2023 y en curso hasta marzo de 2026.

1 Dubos, “Franciscan Conservation versus Benedictine Stewardship”, 153-174.

2 Dubos, “A Theology of the Earth”, 43-54.

3 Véase a Santmire, The Travail of Nature: The Ambiguous Ecological Promise of Christian Theology .

4 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 217.

5 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 217.

6 Guridi, “Teología y crisis ecológica: nudos problemáticos y perspectivas de futuro de la ecoteología”, 355-394.

7 Konisky, “The Greening of Christianity? A Study of Environmental Attitudes over Time”, 267-291; Taylor, Van Wieren y Zaleha, “The Greening of Religion Hypothesis. Part Two: Assessing the Data from Lynn White Jr, to Pope Francis”, 306-378.

8 Taylor, Van Wieren y Zaleha, “The Greening of Religion Hypothesis. Part Two: Assessing the Data from Lynn White Jr, to Pope Francis”, 349.

9 Guridi, “Seis ideas fuerza para una incidencia eclesial localizada y pertinente hacia el cuidado de la casa común”, 27-42.

10 Ormerod y Vanin, “Ecological Conversion: What Does it Mean?”, 328-352.

11 Juan Pablo II, “Audiencia general (17 de enero de 2001)” 4.

12 Juan Pablo II y Bartolomé I, “Declaración conjunta del santo padre Juan Pablo II y su santidad Bartolomé I (10 de junio de 2002)”.

13 Juan Pablo II, “Exhortación apostólica postsinodal Pastores gregis. Sobre el Obispo servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo (16 de octubre de 2003)” 70.

14 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 216-221.

15 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 221.

16 Véase a Francisco, “Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. ‘Usemos misericordia con nuestra casa común’ (1º de septiembre de 2016)”.

17 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 217.

18 Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, “Informe especial sobre ecología. ‘Sanar un mundo herido’. Grupo de Trabajo sobre Ecología”, 5-73.

19 Tatay, “Diversidad institucional como clave de la evolución del pensamiento y praxis católica sobre ecología”, 225-251.

20 Vázquez, “Mistagogía ignaciana y ecología como compasión”, 207.

21 Divarkar, ‘“Lugares sanos y de buen aire’ (constituciones 827). La trayectoria de Ignacio hacia una sensibilidad ecológica”, 246

22 Secretariado del Apostolado Social de la Curia General de la Compañía de Jesús, ‘“Vivimos en un mundo roto’. Reflexiones sobre ecología”, 16-17.

23 Secretariado del Apostolado Social de la Curia General de la Compañía de Jesús, ‘“Vivimos en un mundo roto’. Reflexiones sobre ecología”, 17.

24 Rambla, “La creación en los Ejercicios. Comunión y servicio”, 228.

25 Véase Secretariado del Apostolado Social de la Curia General de la Compañía de Jesús, ‘“Vivimos en un mundo roto’. Reflexiones sobre ecología”; y Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, “Informe especial sobre ecología. ‘Sanar un mundo herido’. Grupo de Trabajo sobre Ecología”.

26 Libanio, ‘“Principio y fundamento’ desde una perspectiva ecológica”, 216.

27 García, “Algunos puntos débiles y fuertes de la espiritualidad ignaciana en el camino de la conversión ecológica”, 355

28 Horrell, “Ecological Hermeneutics. Origins, Approaches, and Prospects”, 19-34.

29 Boff, El cuidado esencial: ética de lo humano, compasión por la Tierra, 71-85.

30 Libanio, “Ecología”, 671.

31 Secretariado del Apostolado Social de la Curia General de la Compañía de Jesús, ‘“Vivimos en un mundo roto’. Reflexiones sobre ecología”, 15-16.

32 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 8.

33 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 66.

34 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común (2015)” 218.

35 Kureethadam, The Ten Green Commandments of Laudato si’, 73-87.

36 García, “Algunos puntos débiles y fuertes de la espiritualidad ignaciana en el camino de la conversión ecológica”, 358.

37 Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, “Informe especial sobre ecología. Sanar un mundo herido. Grupo de trabajo sobre ecología”, 36.

38 Profit, “The Spiritual Exercises of St. Ignatius and Ecology”, 853-859.

39 Alvarez, ‘“Nacer de nuevo’ para una ecología integral”, 344.

40 Tatay, “Una lectura ignaciana de la Laudato si’”, 327.

41 García, “Ecología y espiritualidad ignaciana”, 324.

42 Carver, “La espiritualidad ignaciana y la ecología empiezan a conversar”, 14.

43 Platovnjak, “The Ecological Spirituality in the Light of Laudato si’”, 75-91.

44 Francisco, “Carta encíclica Laudato si’” 219, citado por Homan, “An Opportunity for Conversion: American Jesuits and the Response to Laudato si’”, 645-663.

45 Tatay, “Una lectura ignaciana de la Laudato si’”, 334-335.

Información adicional

Cómo citar: Guridi, Román. “Conversión ecológica en clave de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola”. Theologica Xaveriana vol. 74 (2024): 1-25. https://doi.org/10.11144/javeriana.tx74.cecee

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