La conversión es la experiencia fundante de la vida cristiana; su punto de partida es el encuentro con Jesucristo y por su mediación con la experiencia del amor gratuito e inmerecido de Dios. El descubrir la gratuidad e incondicionalidad del amor de Dios da pie para un estilo de relaciones nuevas con los otros seres humanos basadas en la búsqueda de un mundo y una sociedad según el ser amoroso de Dios. Así la experiencia de misericordia lleva a actuar en justicia, liberación de toda opresión, fraternidad, solidaridad, reconciliación y paz como expresión de la bondad con que se ha vivido y permite la realización plena del ser humano.
La conversión es un proceso de constante apertura a la acción del Dios Trinidad que transforma a la persona en un ser interesado por el otro, especialmente el pobre y su liberación, para instaurar una comunidad de hermanas y hermanos que por su estilo, opciones y destino en el seguimiento de Jesús es primicia del Reino de Dios en medio de esta historia de opresión que clama por su liberación.