En la celebración del sexagésimo aniversario de la aprobación pontificia de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana, el artículo pretende ofrecer algunas reflexiones sobre el recorrido histórico de la misma, desde la celebración de sus bodas de oro. No se reduce a una simple crónica decenal, sino que quiere partir de algunos aportes iluminadores de la investigación filosófico-teológica sobre el significado de la historia y de la historicidad. El autor adopta las motivaciones del Vaticano II en su manera de asumir los desaflos de la historia. El concepto de «historicidad» implica un rasgo constitutivo de la existencia humana (individual y social), que engloba el mundo y el tiempo. El ser humano, situado entre un pasado, que se le presenta como dato previo, que él posee, pero no domina, y un futuro, que le preocupa, que se acerca, pero aún ha de venir, posee su «esencia» concreta en el diálogo de la libertad y en un proceso dinámico. La ciencia teológica y la Facultad de Teología (también la nuestra) han de poseer su realidad fundamental concreta (<<esencia»), vista desde diversas miradas: de la Iglesia, de la Compañia de Jesús (Constituciones, últimas Congregaciones Generales, «magisterio» del P. Peter Hans Kolvenbach, actual General) y de la Universidad Javeriana (Estatutos de 1978 y documentos de la Planeación Estratégica Institucional). Nuestra Facultad teológica javeriana cuenta con la llamada de su «haber-sido» en estos diez últimos años, que le abre a una tarea de futuro en el campo del diálogo fe-razón, fe-ciencia, fe-cultura. Su máximo reto es la interdisciplinariedad. Queda abierto el espacio de su creatividad hacia la  realización de nuevos cometidos y la potencialización de las líneas de la labor efectuada.