Los Jesuítas entraron a la Nue­va Granada en 1589. En los primeros años del siglo XVII, y después de la muerte de don Fernando Berrío, terminaron los sueños del Dorado y se inició el poblamiento colonial a través de los misioneros y encomen­deros. La presencia de éstos, sin embargo, fue efímera en virtud de las dificultades estructurales que en su conjunto implicaba la asimilación y control de los indios de la Región.