Cuerpo Caribe: entre el perfomance, la poesía (y el tono..., su esplendor)
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Quisiera comentar la situación del cuerpo que lee poesía en alta voz. Qué se espera de ese cuerpo? Quizás éste sea el mejor momento para identificar algunas de las situaciones biográficas en que me sumerjo como voz cuando me levanto sobre la horizontalidad de la página. Esa situación viva de la voz frente a la página cuenta con el privilegio de haber visto a otros cuerpos provenientes de otros países y a diferentes generaciones ocupar un espacio (sea una plaza o un escenario),barajear sus papeles, vestirse de cierta forma, sostener el micrófono de alguna forma, sentarse o asumirse de pie, mirar o no mirar a su público, declamar, leer, representar o montar un espectáculo. Se trata de un dilema que atañe a la situación y no a la opción. Me he hallado en ese dilema en varias ocasiones y pocas veces me he planteado cómo halagar, estremecer, tocar a un público; más bien, cómo privilegiar una voz sobre un cuerpo. Porque el cuerpo no se pierde, insisto, el cuerpo no se extravía,no se divierte, no se dilapida, si lo toma una voz que es la del poema. Reconozco que hay cierta tiesura en ese gesto de asumir la voz del poema, independientemente de la plaza que ocupes. Otro público, en lugar de rigidez o de rigor, optaría por adjetivar esta actitud hacia el texto como una de fidelidad, autenticidad, espontaneidad. Yo, sin embargo, quisiera despojar ambas posibilidades interpretativas de esa tendencia valorativa, de esa insistencia predicativa con que se tiñe toda lectura.