Abstract
A finales de julio pasado y luego de un mes de intensos debates, una Conferencia especial citada por la Organización de las Naciones Unidas e integrada por ministros plenipotenciarios de 160 países, aprobó en Roma el Estatuto de la Nueva Corte Penal Internacional. Esta Corte juzgará en conflictos nacionales e internacionales crímenes de guerra, agresión, genocidio, y lesa humanidad. De esta manera la comunidad humana da un paso adelante muy enfirme en la defensa y protección de la dignidad de la persona humana y de los pueblos. Siendo esta defensa particularmente cara a la Ética Teológica y a la praxis de la iglesia católica, desde la perspectiva de éstas últimas, el presente artículo busca analizar las importantes implicaciones de la aprobación de dicho Estatuto.

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