El aumento de los conflictos armados internos y el desarrollo tecnológico de ciertas armas que convierten al no combatiente en el sujeto de los ataques militares, han convertido a la población civil en la víctima directa de las guerras. A la gravedad de esta realidad, se suman la dispersión del territorio controlado y la atomización del mando, hechos que no serían tan graves si no se aumentara el número de víctimas indefensas que no participa de las hostilidades militares y si no se dificultara, enormemente, la prestación de los servicios humanitarios de las organizaciones que intervienen en el cuidado y alivio de la suerte de las personas afectadas por la guerra.