Jamás se había escrito tanto sobre la existencia de una cultura, ni se había definido con tantos nombres, ni se habían buscado tan ansiosamente los valores originales de una cultura, ni se había pole­mizado tanto sobre sus raíces. Nunca se había recurrido a tantos neo­logismos para expresar estados de ánimo relacionados con una cultu­ra, porque en verdad la cultura Hispanoamericana, o Iberoamericana, o Latinoamericana, o Euroamérica menor, o de la América española, se problematiza, se concientiza, se cuestiona, se formaliza y hasta se cosifica. Tal parece que la vieja lengua cervantina no sirviera ya para el tratamiento de los problemas culturales de los pueblos hispanoame­ricanos.